Etiqueta: agricultura

  • Una alianza para ganar en Napo

    Betty Jumbo

    Editora (I)

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    El sueño de Ikiam es hacer de Napo una provincia súper productiva, que exporte y que sus habitantes puedan tener una mejor vivienda, con servicios, y que eduquen a sus hijos.

    Sueño. Es una manera de decirlo, porque la Universidad Regional Amazónica Ikiam creó tres carreras para que sea una realidad. Esas áreas se relacionan con la vocación económica de la provincia: la agricultura y el turismo.

    Amr Radwan, director de la carrera de Biocomercio y coordinador del área Socioambiental de Ikiam, cuenta cómo es esa apuesta de la universidad por conectarse con la realidad de la zona. A inicios de este mes empezaron a funcionar Agroecología, Biocomercio y Arquitectura Sustentable y se inscribieron 170 alumnos.

    Las tres son un complemento de cada una, explica el profesor especialista egipcio, PHD en economía agraria, con experiencia en investigación, marketing alimentario y economía aplicada.

    Los estudiantes de Agroecología se dedicarán al fomento productivo de las chacras para transformar la agricultura convencional. Los de Biocomercio se enfocarán en la agregación de valor, es decir, productos elaborados y la comercialización. Y los de Arquitectura Sostenible contribuirán en el mejoramiento de las condiciones de vida.

    “Si mejoramos las chacras la gente va a tener dinero y va a invertir en vivienda, en educación, salud… esta es la idea de las tres nuevas carreras”, dice Rawdan.

    El primer día de clases, los alumnos fueron al campo para conocer iniciativas, como la de cacao.

    E
    n la práctica se trabaja en la guayusa, considerado un rubro estratégico para Ikiam y Napo.

    Por ejemplo, se apoya a la comunidad Atacapi, que produce guayusa. Ella ganó un concurso de USD 50 000 de la Senescyt y la universidad consiguió apoyo de la cooperación española para fortalecer el modelo de negocios, las buenas prácticas agrícolas y dar acompañamiento. Atacapi montará una planta de procesamiento de productos elaborados.

    Adicionalmente, se iniciaron los trámites para un permiso de exportación de guayusa al mercado de la Unión Europea. En Europa no se conoce a este producto, que es nuevo, saludable, antioxidante y energizante, explica Rawdan. Ese permiso es genérico, por lo que podrá ser usado por cualquier asociación o campesino.

    Ikiam se alió con la Prefectura para generar una estrategia de comercialización y fortalecimiento de los emprendimientos, bajo Napu Marka, el sello de la provincia. Son 102 productos de 32 iniciativas, asociativas y privadas.

    Perla Organic Chocolate exporta chocolates con sabores exóticos a Suiza, España, Canadá, Corea del Sur y Estados Unidos.
    La Universidad Regional Amazónica funciona desde hace cuatro años en Tena, en la vía a la parroquia de Muyuna. Foto: Glenda Giacometti / Líderes
  • La quinua, el cereal que empodera

    Agencia EFE

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    (F – Contenido intercultural)

    Diminuta en tamaño pero grande en nutrientes, la quinua ha sumado un nuevo valor a su lista de beneficios en una comunidad de Chimborazo, donde madres indígenas entrelazan el cuidado de sus hijos con la producción del ancestral cereal.

    Cerca de 300 mujeres de la zona de Palmira se dedican desde hace tres años a la siembra y producción de quinua, en el marco de varios proyectos que comenzaron hace ocho años con una inversión de la Cooperación Española de 9,5 millones de euros (USD 10,9 millones), y el acompañamiento de tres organizaciones no gubernamentales.

    Antes de desplazarse a las parcelas, en la comunidad de Nutiluisa, en la zona de Palmira, una docena de mujeres se levanta a las cuatro de la mañana para atender las labores del hogar y preparar a sus hijos para ir a la escuela.

    Ahí, Ana Lucía Cucuri, explica que la junta provincial y la Cooperación Española les prestaron “máquinas, volquetes y monocultores”, para que se ayuden en las tareas del campo.

    “Nos han dado talleres y cursos en donde nos enseñaron a producir abono natural y también a usar la maquinaria”, comenta la indígena, de mirada esperanzadora, contextura delgada y con su negro cabello recogido en trenzas.

    La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), junto a las organizaciones no gubernamentales Maquita y Manos Unidas, desarrollaron el programa con enfoque de género, que promueve el trabajo de la mujer y les da las herramientas necesarias para que emprendan su labor.

    Sonriente, Cucuri tira con fuerza de la palanca para encender la máquina, mete la primera marcha y arranca a la preparación de la tierra para los cultivos al tiempo que, con humildad y entusiasmo, alienta a que más gente se una al grupo de trabajo.

    Esta mujer productora del cereal ancestral se unió al proyecto hace un año y, conjuntamente con un equipo de veinte personas, aporta a la comunidad con la elaboración del abono para el cultivo.

    Pese a que el trabajo es fuerte y el clima frío, las mujeres mantienen su vestimenta distintiva: una falda con corte por debajo de la rodilla, zapatos o alpargatas, poncho de diferentes colores y sombreros blancos con listones negros, que las diferencia de las demás comunidades indígenas de Ecuador.

    La semana pasada, en una ceremonia de agradecimiento a las organizaciones que las han apoyado, una banda del pueblo integrada por niños y jóvenes de la zona entonaron melodías alegres que hicieron bailar a todos, en medio de una fiesta con comida típica y el disfrute de la bebida tradicional de los Andes ecuatorianos: la “chicha”, hecha a base de un fermento de maíz.

    En esa ceremonia, se escenificó una jornada de trabajo con abono para los cultivos de quinua, donde las mujeres esparcían el producto con palas y se ayudaban para empaquetarlo y apilarlo.

    Rafael García, coordinador general de la Cooperación Española, define a la ceremonia desarrollada en Palmira como un festejo de lo logrado en esas altas tierras de los Andes ecuatorianos.

    Según Maquita, el árido suelo del sector fue habilitado para la siembra con el intenso tratamiento de fertilización que las mujeres realizaron durante tres meses.

    Miguel Marcatoma, presidente de la parroquia donde se desarrollaron los proyectos, comenta que “ha sido un trabajo difícil y complejo porque la zona era desértica”, pero ahora lo visualiza como “un sueño hecho realidad”.

    El dirigente parroquial añade que los residentes de la zona están agradecidos por la ayuda y la iniciativa del Gobierno español que benefició a 326 familias en esa parroquia donde más de 400 hectáreas desérticas cuentan ahora con sistemas de riego, cultivo y producción. Ello porque la Cooperación Española en coordinación con Manos Unidas y Maquita aplicaron tecnologías de mecanización en esa zona para mejorar el sistema productivo de la quinua.

    Las mujeres agricultoras trabajan en el sector de Palmira, en Chimborazo. Allí están cerca de sus familias.
    Las mujeres agricultoras trabajan en el sector de Palmira, en Chimborazo. Allí están cerca de sus familias. Foto: EFE
  • El café, un comercio poco justo

    Agencia AFP

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    De Starbucks a Nespresso, los consumidores pagan cada vez más caro su café, mientras que los productores reciben cada vez menos dinero, todo esto en un contexto de caída de los precios internacionales.

    Una crisis se cierne sobre los países productores de café, como Colombia, Brasil o Perú, debido a la caída del precio del café, que se ha derrumbado a su nivel más bajo en los últimos 12 años, pese al éxito de las cápsulas individuales en los países occidentales, señala un estudio publicado por el Día Internacional del Café, celebrado la semana pasada.

    El precio del quintal de café pasó por debajo de los USD 100 a mediados de septiembre, “un nivel extremadamente bajo con el cual los productores no pueden vivir”, señala Christophe Eberhart, fundador de la cooperativa francesa Ethicable, un organismo especialista en la importación de café de comercio justo.

    Las asociaciones de comercio piden a la Organización Internacional del Café que se instaure una regulación para ayudar a los países productores, apunta Blaise Desbordes, director general de Max Havelaar France, principal organismo certificador de comercio justo.

    Con los nuevos modos de consumo, sobre todo la aparición de las cápsulas individuales, “la gente no se da cuenta que paga mucho más por su café”, explica Chris­tophe Alliot, cofundador de Basic y autor del estudio.

    Mientras que un café arábica molido de 250 gramos cuesta en promedio 3 euros en Francia (12 euros el kilo), en cápsulas individuales el kilo cuesta entre 50 y 60 euros, según este mismo estudio.

    Aunque se añadan de 10 a 15 euros por el embalaje, “alrededor de la mitad del precio de las cápsulas no tiene explicación”, estima Alliot. Una diferencia “que no llega para nada a los productores”, denuncia este investigador.

    Para este estudio, hay tres problemas: la concentración entre los torrefactores; tres de ellos -Nestlé, JDE y Lavazza– controlan el 81% del mercado mundial de café; el peso de los grandes negociadores, como Neumann, Ecom, Olam, Louis Dreyfus o Volcafé; y la precariedad de los productores.

    En Perú o en Etiopía, los productores de café cobraron en 2017 “20% menos que en el 2005”, de acuerdo con el estudio.

    En Perú, en donde entre 25% a 30% del mercado está compuesto de cooperativas de comercio justo que garantizan un precio mínimo a los productores para que puedan vivir correctamente, el otro “70% del mercado funciona a través de grandes negociantes que tienen un poder desproporcionado”, señala Alliot.

    “Cuando los precios son demasiado bajos, los agricultores ya no pueden seguir manteniendo sus sistemas agroforestales, y si abandonan sus prácticas, las plantaciones colapsan”, advierte Eberhard.

    “En Perú, uno de los mayores productores de coca del mundo, existe una verdadera dualidad entre el café y la coca (…): la caída del precio del café alimenta la atracción por la coca”, advierte Eberhard, recordando que la producción de coca aumentó cuando el café colapsó en 1989.

    Para Merling Préza, directora de la Cooperativa Prodecoop en Nicaragua y vicepresidenta de la Red Latinoamericana de Comercio Justo, “es absolutamente esencial redistribuir el valor” entre los productores.

    “Necesitamos el compromiso de la industria, pero también de los consumidores”, dijo durante una visita a París, por invitación de la red Max Havelaar.

    Los cafés especiales y el compromiso de la industria internacional para que acepte pagar precios que cubran el costo de producción son dos de las alternativas que proponen los caficultores de Colombia para enfrentar los bajos precios del producto en el mundo.

    Así lo aseguró el 3 de octubre el gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) de Colombia,Roberto Vélez, en la inau­guración de una nueva edición
    de Cafés de Colombia Expo 2018, la feria de cafés especiales más importante de América Latina y el Caribe. “Lo interesante es que la industria internacional se comprometa con un precio que cubra el costo de producción más una utilidad”, dijo el directivo gremial.

    El Consejo Internacional del Café, máxima autoridad de la Organización Internacional del Café, anunció hace tres semanas en Londres el lanzamiento de una campaña masiva para crear conciencia en los consumidores sobre la crisis de bajos precios que aqueja a los productores del grano del mundo. Los cultivadores de café en Colombia viven una crisis por los bajos precios del grano, que registró un valor de USD 0,98 centavos de dólares por libra, el más bajo en los últimos 12 años.

    Los cultivadores de café en Colombia viven una crisis por los bajos precios del grano, que registró un valor de  USD 0,98 por libra.
    Los cultivadores de café en Colombia viven una crisis por los bajos precios del grano, que registró un valor de USD 0,98 por libra. Foto: AFP
  • La exportación es el próximo objetivo

    Patricia González

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    Redactora (I)

    “Solo venciéndote, vencerás”, dice el eslogan del Colegio Militar Eloy Alfaro, una frase que a Luis Grandes, fundador de Grupo Grandes, le quedó grabada y ha procurado aplicar como empresario en su trayectoria.

    Él es oriundo del cantón Sig­chos, provincia de Cotopaxi. Desde sexto año del colegio estudió en Quito, pero su amor por el campo se mantuvo intacto. “Soy un apasionado de mi tierra”, cuenta hoy con 52 años.

    Grandes se convirtió en ingeniero agrónomo en la Escuela Agrícola Panamericana Zamorano, de Honduras. Al retornar al país trabajó por algún tiempo en la hacienda familiar, en Cotopaxi.

    Luego retornó a Quito, donde laboró como representante de ventas para una empresa española de productos veterinarios. A los dos años y medio, la firma le vendió la distribución de los productos para la región Sierra.

    Fue así como en abril de 1997 nació Grupo Grandes Román, que para entonces se resumía en Luis Grandes repartiendo en su camioneta productos farmacéuticos para animales, pero que con el pasar de los años se convirtió en un consorcio de empresas.

    De los fármacos españoles pasó a la distribución de un complejo B para animales, de origen peruano, que se convirtió en su producto estrella. Hoy en día vende unos 110 productos de la firma peruana Agrovet Market.

    En la búsqueda de productos innovadores, visitando ferias internacionales, conoció Forcrop, una empresa española que desarrolla productos de nutrición vegetal orgánica para la recuperación de suelos. Desde el 2004, Grupo Grandes tiene la representación de esa firma en el país.

    De esta línea, uno de los productos con más posicionamiento es un complejo orgánico de calcio, que sirve para mejorar la estructura de los suelos.

    Grupo Grandes cuenta con proveedores en Perú, España, China, EE.UU., Brasil e India; en productos agrícolas, fármacos e instrumentos veterinarios.

    Sus productos se comercializan en sectores como el bananero, camaronero y florícola. A la bananera Sumifru, por ejemplo, le vende productos para fertilización, control de malezas y enmiendas.

    Adicionalmente, Grupo Grandes se encarga de la renovación de las áreas sembradas, explica Mario Padilla, gerente general de Sumifru.

    Este servicio lo brinda a través de Ecuafoxa, una de las cinco compañías que ahora integran el consorcio y que está dedicada a la industria bananera. Otra de las compañías es Nindalgo, encargada de la administración de haciendas agroganaderas en Cotopaxi.

    A raíz del cultivo de chocho y la producción de leche en estos terrenos nació un nuevo proyecto familiar. Grandes Foods, firma con la que comenzarán a producir proteína y snacks de chochos deshi­dratados, yogur de distintos sabores y variedad de quesos.

    La planta, ubicada en Cotopaxi, se inauguró la semana pasada. El objetivo principal es exportar a EE.UU. Este proyecto requirió una inversión de USD 400 000.

    La proyección es que participen como proveedores unos 400 pequeños productores de Sigchos.

    Luis Grandes, fundador de Grupo Grandes. Abajo se observa la nueva línea alimenticia que produce la firma.
    Luis Grandes, fundador de Grupo Grandes. Abajo se observa la nueva línea alimenticia que produce la firma. Foto: Roberto Peñafiel / EL COMERCIO
  • En Perú, él utiliza blockchain en el agro y los textiles

    Pedro Maldonado

    Juan Francisco Bolaños está metido de lleno en el mundo del blockchain y las criptomonedas. Este quiteño de 43 años puede presumir -pero no lo hace- de un conocimiento avanzado en esos temas, que son parte de los más recientes desarrollos tecnológicos que sacuden al planeta y cuyas posibilidades recién se empiezan a conocer.

    Él se define como un emprendedor nato y su hoja de vida así lo confirma. Lleva 15 años de experiencia en áreas como agroindustria, comercio exterior, pymes, servicios financieros, entre otras.

    Pero lo que ahora marca cada una de sus jornadas es el blockchain. La pasión por esta materia lo llevó a fundar, en Lima, Blockchain Andina, una firma dedicada a esta tecnología disruptiva y que a su criterio está en una etapa de desarrollo incipiente.

    Con estudios en agronomía, este quiteño siempre se mostró interesado por la tecnología. Cuando se graduó de la universidad tuvo su primer emprendimiento: con dos socios más fundó una exportadora de frutas tropicales que tuvo en la uvilla uno de sus productos bandera. Bolaños estaba a cargo de temas administrativos y de las ventas. “Nunca ejercí de agricultor”, cuenta este esposo y padre de familia.

    La empresa de frutas cerró en el 2014, pero Bolaños ya pensaba nuevos proyectos vinculados al mundo tecnológico. Para ese entonces ya había escuchado del bitcoin, la criptomoneda que tuvo su boom en 2017. Este emprendedor investigaba su uso y potencial.

    En el 2016, viajó a Perú por un tema de trabajo en una empresa vinculada con el sector gastronómico. Se radicó en Lima seis meses, tiempo que aprovechó para conectarse con otros emprendedores con los mismos intereses.

    Allí conoció a Marco Esparza Montejo. Los dos y un tercer socio de origen italiano fundaron Blockchain Andina. “El objetivo fue usar esta tecnología para solucionar problemas de la vida real”. La firma desarrolla aplicaciones blockchain para los sectores agrícola y textil, por ahora.
    Esparza dice que Bolaños es un experto en comunicar en lenguaje simple temas de alta complejidad tecnológica. “Es responsable y puntual. Tiene un carácter fuerte y la experiencia le enseñó a desconfiar y a decir las cosas en la cara”, señala su socio.

    Para Bolaños el blockchain es una tecnología que genera transparencia y confianza. “Por su naturaleza, toda información almacenada en blockchain goza de confianza por sí misma. Es como una declaración juramentada ante un notario, pero con la diferencia de que utiliza un algoritmo matemático que establece las reglas de consenso entre los participantes”.

    ¿Es un mundo ideal? Bolaños responde que no es la panacea, pero asegura que es una herramienta que soluciona problemas mejor que antes. “Permite distribuir información de manera neutra y sin censura. No requiere una estructura jerárquica y centralizada. La información que se genera es auditable en tiempo real y alterarla es casi imposible por el tiempo que se requeriría”, dice Bolaños, tuitero empedernido y lector de tecnología y budismo.

    Luis Espinosa Goded, catedrático de la Universidad San Francisco de Quito, lo conoce hace algo más de tres años por el mutuo interés que tienen en las criptomonedas. Sobre Bolaños destaca su humildad y tranquilidad. “Habla poco, pero sabe mucho”, dice Espinosa Goded y recuerda que cuando fue a una reunión sobre monedas virtuales no tenía mayor expectativa. “Pensé que me iba a encontrar con una persona que decía saber el tema. Pero al conversar en detenimiento me di cuenta de que Bolaños entiende muy bien el asunto y sus implicaciones”.

    Este catedrático lo describe como una persona callada. “Sabe mucho, pero también escucha mucho y así es como se aprende. Se dedica a conocer un tema primero. Es impresionante ver todo lo que está haciendo hoy”.

    Bolaños es un declarado defensor del movimiento libertario. Además, se considera una persona a la que le gusta provocar y salirse de los esquemas. Participa en debates en redes sociales, pero también es invitado con frecuencia a conferencias sobre blockchain.

    Hace dos semanas participó en una jornada organizada por Libre Razón, un ‘think tank’ ecuatoriano. Paz Gómez, una de las impulsoras de este grupo, conoce a Bolaños desde hace ocho meses por su participación en el blog Academiablokchain, una plataforma que promueve la educación alrededor de esta tecnología.

    Gómez lo considera una persona dedicada y disciplinada. “Es un emprendedor con mucha autoformación. Además es muy organizado y sabe transmitir sus conocimientos de una manera sencilla y clara”.

    Juan Francisco Bolaños lleva cerca de 15 años en el mundo de los negocios. Desde una empresa exportadora de frutas, hasta charlas y reuniones con empresarios en Perú. Fotos: Armando Prado / LÍDERES
    Juan Francisco Bolaños lleva cerca de 15 años en el mundo de los negocios. Desde una empresa exportadora de frutas, hasta charlas y reuniones con empresarios en Perú. Fotos: Armando Prado / LÍDERES
  • Esta piña suma clientes del exterior

    Bolívar Velasco

    Redactor (I)

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    La agroexportadora Frugalp nació con la visión de expandirse más allá del territorio ecuatoriano cuando empezó sus operaciones en el 2004.

    Con la producción de piñas en marcha, esta firma trazó sus planes de crecimiento con miras a conquistar los mercados de Europa, Estados Unidos, el Cono Sur y otros continentes.

    La idea se cocinaba a partir de las experiencias que ya habían tenido otras empresas de la región, que poco a poco llegaban con más frutas a esos destinos donde la piña ecuatoriana es muy apetecida. Los primeros envíos que Frugalp hizo al exterior fueron bajo la ayuda de otras compañías exportadoras.

    Pero en el 2009 la marca decidió asumir el reto de exportar directamente luego de haberse dotado de más herramientas, personal, territorio y capacidad de producción.

    Ese año ya había superado los retos del inicio cuando la producción llegaba a una tonelada por mes en un predio ubicado en el kilómetro 19 de la vía Santo Domingo- La Concordia. Ahora Frugalp produce 440 000 piñas semanales en su planta en el kilómetro 25 en la vía Colorados del Búa.

    De esa producción, 290 000 frutas salen por el momento a los mercados de la Unión Europea y al Cono Sur en 20 contenedores que se envían por el puerto de Guayaquil. Las 150 000 frutas restantes se despachan para el mercado nacional, principalmente para los centros de abastos mayoristas de Quito, Ambato y Guayaquil. Además se colocan las unidades en las perchas de Supermaxi.

    En las plantaciones de esta empresa se cuenta con un personal técnico que realiza un cuidado minucioso y de control de calidad. La empresa tiene en la actualidad 350 hectáreas productivas.

    Galo Pérez, gerente General de Frugalp, cuenta que el colocar el 70% de la producción en el exterior significa un trabajo de mucho esfuerzo y de perseverancia. Pero también de un mejoramiento continuo de la calidad con miras a establecer una diferencia con otros productos.

    Así, por ejemplo, en esta firma cuidan desde la estética hasta el sabor de cada unidad. Pérez dice que ponen especial énfasis en la relación entre la acidez, el dulce y la consistencia del producto. Además, en la corona de la piña que debe guardar simetría con el cuerpo de la fruta.

    Frugalp trabaja con el tipo MD2 que es ideal para las exportaciones ecuatorianas. Una de las modalidades logísticas que Frugalp experimenta para ser más eficiente en las colocaciones en el exterior es la de los envíos por la vía aérea. Empezaron hace un año con los clientes de España que desean tener en el menor tiempo posible la producción en sus establecimientos. Eso supone un ahorro de 18 días en los traslados a esos destinos, pues el producto enviado por buques se tarda hasta 21 días en arribar a ese país y llegar a los supermercados.

    Por ahora, Frugalp envía hasta 3 000 frutas semanales a través de esta alternativa que se mantiene como una línea de negocios exclusiva.

    En todas las operaciones labora un total de 338 trabajadores. Una de las estrategias que mantienen al alza la producción son los acuerdos con exportadoras que colocan la piña producida por esta empresa pero bajo su propio sello exportador. Las oportunidades en el mercado externo se van abriendo para Frugal gracias a las certificaciones internacionales que son referentes de los compromisos que adquieren como empresa.

    Entre las marcas que certifican a Frugal están Global Gap, Buenas Prácticas Agrícolas de Agrocalidad, Rainforest, BASC, entre otras.

    La empresa también ha encontrado oportunidades de desarrollo y expansión por su participación en las ruedas de negocios que organizan los diferentes ministerios.

    La firma trata de aprovechar al máximo esos espacios porque les permite abrir el portafolio de ofertas a empresarios de países a donde aspiran a llegar en su objetivo de seguir creciendo. Entre esos están empresarios de China, Rusia, Canadá, Estados Unidos y Ucrania.

    Según el gerente, Galo Pérez, el mercado de la piña tiene un futuro prometedor y desde Santo Domingo tratan de que el producto sea cada vez más atractivo.

    En la provincia tsáchila actualmente existen 5 000 hectáreas de piña en estado de producción. Este fruto se produce y se cosecha entre 13 y 14 meses. La actividad genera empleos directos para 4 000 personas, según estadísticas de la Asociación de Cultivadores de Piña con sede en Santo Domingo.

    La piña de calidad MD2 es la que produce esta firma santodomingüeña en sus instalaciones. El fruto es ideal para las exportaciones ecuatorianas
    La piña de calidad MD2 es la que produce esta firma santodomingüeña en sus instalaciones. El fruto es ideal para las exportaciones ecuatorianas. Foto: Juan Carlos Pérez para Líderes
  • Víctor Arrúa: ‘Un agricultor aislado no saldrá adelante’

    Carolina Enriquez

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    ¿Cuál es la situación del agro en Ecuador?

    Hay algunos rubros agropecuarios que están en vanguardia, a la par que otros países del mundo. Pero, en esos mismos sectores hay casos de agricultores y ganaderos que están atrasados. Un ejemplo claro es la producción de cerdos. Existen establecimientos con una industria avanzada, pero también hay productores que realizan un trabajo de traspatio, con pocas condiciones sanitarias.

    ¿Es la misma situación en todos los sectores productivos?

    No se puede generalizar. Por ejemplo, hay productores florícolas con procesos desarrollados, tecnología ultramoderna; también pequeños que tienen condiciones rudimentarias para la crianza y cosecha de la flor.

    Ante este panorama, ¿qué le falta al agro nacional para lograr un mayor crecimiento?

    Es necesaria mayor inversión, apoyo financiero y no financiero. En el primer caso fondos para los agricultores y en el segundo asistencia técnica, servicios, más programas de asociatividad. Esto último es clave porque si el Estado no puede llegar a un agricultor individual, es posible hacerlo a un grupo. Los asociados pueden recibir la asistencia técnica que se requiere y también el apoyo en servicios de cultivo y cosecha.

    Otro de los factores que impacta en la actualidad, a escala regional, es la migración del campo a la ciudad. ¿Qué hacer para que la gente se queda en el agro?

    Eso es un problema en Latinoamérica y el Caribe. A mediano plazo se espera que el 80% de la población estará viviendo en zonas urbanas, que necesitan alimentos y que deben suplirse desde el campo. En medio de todo, la gente que produce es anciana, ya que la mayoría de jóvenes son los que migran. Son necesarias políticas públicas que incentiven a la gente a quedarse.

    ¿Cómo cuáles?

    A través de servicios sanitarios, infraestructura educativa, caminos, mejores sistemas de comercialización, Internet, comunicaciones, tecnología, entre otros.
    Además, la gente también migra parar buscar mejores condiciones económicas. Sienten que el campo no genera los ingresos que esperan.

    El campo genera grandes oportunidades. Lo que se debe hacer es mejorar las cadenas de productividad; desde la compra de un insumo hasta la venta final del producto. Los agricultores en la región compran insumos caros y venden sus productos a intermediarios a un costo bajo, mientras que estos últimos, con gran parte de la ganancia, comercializan con altos precios al consumidor final.

    ¿Existen casos de éxito en la región en los quese hayan aplicado programas para que la gente permanezca en el campo y no migre a las urbes?

    Los hay en el propio Ecuador. El Salinerito es ampliamente conocido. Existe un sistema de asociatividad, a través del cual los agricultores proveen al negocio de materia prima para la producción de diferentes artículos como chocolates, quesos, embutidos, entre otros. Además, manejan su sistema de comercialización y distribución de ganancias.

    ¿Ustedes han reconocido este tipo de esfuerzos?

    Sí, de hecho se busca que se replique el caso en otros países de la región. A través de un programa hemos traído técnicos con el fin de que conozcan la experiencia. Mientras el agricultor esté aislado no podrá salir adelante.

    El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), del que usted es representante, cumple 50 años en Ecuador. En ese marco, ¿Cuál es el proyecto emblemático del ente que, a su vez, ha servido para apoyar a agricultores del país a permanecer en el campo?

    Aquí estamos impulsando el proyecto de producción de aceite puro de piñón para Galápagos. Estamos ejecutando por demanda del Ministerio de Electricidad. Está financiado por la misma entidad y por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) / Fomin.

    ¿En qué consiste?

    A lo largo de una amplia cadena de cercas vivas en Manabí se produce una semilla que existe en el país que es el piñón. 3 600 familias de escasos recursos se benefician de la recolección, por la cual les pagamos. Luego, el producto se procesa en una planta de extracción en la estación experimental del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Iniap), de Portoviejo; se extrae un aceite que enviamos a la isla Floreana y se genera energía eléctrica por termogeneración.

    ¿Desde hace cuánto opera?

    Desde el 2012 y el financiamiento ha sido de USD 4 millones, que se han desembolsado por etapas. Abastecemos el 75% de la energía de la isla. Más adelante se hará en Isabela. Se espera producir con cinco generadores, el próximo año. Está en etapa de pruebas.

    ¿Qué retos tiene el país y la región a futuro, tomando en cuenta lo analizado?

    Hay que producir más en el mismo espacio que tenemos, no es posible agrandar la frontera agrícola; implementar técnicas para recuperación de suelo; desarrollar un uso eficiente del agua, utilizando semillas y plantas que requieran menos consumo, además, de una buena práctica de riego. Solo 20% de los cultivos en Latinoamérica tiene riego. Finalmente, se debe proteger la diversidad animal y vegetal en medio del cambio climático.

    ¿Cuál es el principal problema ambiental en el agro a escala nacional?

    La liberación de gas de efecto invernadero por la agricultura y la ganadería. En el mundo es la tercera causa, solo antecedida por el transporte y la industria.

    ¿Tiene Ecuador algún proyecto para enfrentar esto?

    Se está implementando un proyecto de ganadería. Se está tratando que el sector libere menos gas de efecto invernadero, en el que tiene mucho peso. Se están desarrollando buenas prácticas para ello y otras, además. Para evitar el impacto que tiene el animal tanto en los suelos como en el agua.

    El representante del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en Ecuador, analiza la situación del sector agrícola local. Cree que la asociatividad no solo impulsará a los agricultores y ganaderos, sino que evitará la migración
    El representante del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en Ecuador, analiza la situación del sector agrícola local. Cree que la asociatividad no solo impulsará a los agricultores y ganaderos, sino que evitará la migración a la ciudad. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • La apicultura se mueve con tres ejes estratégicos en Ecuador

    Red. Quito y Guayaquil (I)  

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    La productividad apícola en Ecuador alcanza, en promedio, 10,2 kilogramos de miel por colmena al año. Sin embargo, el Gobierno elabora estrategias para duplicar esta cifra para el 2020.

    El Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) estableció tres ejes estratégicos para ello: asistencia técnica, transferencia de tecnología y créditos financieros.

    De acuerdo con el Registro Apícola Nacional, que el Gobierno realizó en noviembre pasado, el sector posee un total de 15 820 colmenas y 1 400 apicultores.

    Uno de estos es Guido Carlozama, representante de Apícola Imbabura, una empresa familiar que maneja alrededor de 700 colmenas. “La apicultura es un área muy productiva. Solo hay que manejar las líneas, educar a las personas para que puedan hacer un mejor manejo del sector y obtener mayor rentabilidad”.

    Su empresa, fundada por su abuelo, percibe un ingreso de USD 400 por colmena al año. Entre sus proyectos de crecimiento menciona la especialización en genética, para lograr un adecuado manejo de las abejas reinas.

    Carlozama cree que el elemento más costoso de la apicultura es la alimentación de las abejas (pastas especiales), que consume cerca del 30% del costo de producción.

    En la sierra se concentra la mayor cantidad de apicultores, siendo Pichincha una de las provincias de mayor producción. La Asociación de Apicultores de Pichincha (Adapi), que agrupa a 82 integrantes, genera en promedio 35 kilos de miel por colmena.

    Ángel Acero, propietario de Productos Apícolas Bio Ecosweet, trabaja en la apicultura desde 1981. En la última temporada (octubre 2017- mayo 2018) alcanzó 80 colmenas, distribuidas en diferentes zonas de Pichincha.

    El 90% de la miel que produce la transforma en turrones de sabores. El resto lo vende como miel pura, extracto de propóleo, hidromiel (vino de miel), cóctel de sabores, cera para cosmetología o para tratar la madera.

    Entre sus clientes están los mercados de Iñaquito y Santa Clara, en Quito, y tiendas naturistas.
    Sonia Gálvez, presidenta de Adapi, advierte que a pesar de que la producción de la provincia ha ido en aumento, el sector afronta diversas problemáticas.

    Una de ellas es la fuerte competencia con mieles importadas de China, Argentina o Uruguay e, incluso, con las que llegan por contrabando desde Colombia o Perú. A esto se añade la comercialización de mieles adulteradas, en detrimento de la salud de los consumidores, lamenta Gálvez.

    Otra dificultad es la salud de las abejas. Según la presidenta de Adapi no se tiene los productos adecuados para afrontar diferentes enfermedades. “Hay compañeros que lo hacen con tratamientos natural, pero de una forma empírica y a veces matan las colmenas”.

    Ítalo Espinoza, trabajador de Los Cerros, empresa dedicada a la producción y manejo de abejas nativas sin aguijón , añade que los medicamentos para enfermedades y plagas en las abejas son costosos y de difícil acceso. Por ello se recurre a tratamientos caseros, principalmente preventivos.

    Con 14 años de experiencia en el área, Espinoza se encarga de darle valor agregado a la miel para lograr, a su vez, mayor sostenibilidad de la actividad.

    Su portafolio es amplio. La empresa no solo mantiene una producción mensual de 500 frascos de miel, además elabora al año 200 unidades de pintura de propóleo, remedio natural con propiedades antibacteriana, cicatrizante y calmante. También 400 jabones de miel y propóleo al mes y 400 bálsamos labiales, que incluyen cera de abeja y aceites naturales.

    Para Espinoza, la apicultura es un sector que aún está en crecimiento en el país.

    Como parte de este proceso de asistencia al productor, el país formó parte del Primer Tour Internacional Apícola Suramérica 2018, que se realizó entre el 19 y 22 de este mes en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil.

    Llegaron conferencistas de Perú, México, Argentina y Australia, además de expertos y productores locales, quienes debatieron sobre las estrategias y avances de la apicultura profesional.

    Por ejemplo, Marco Antonio Muñoz, gerente de la empresa Apícola Élite, de México, participó con una ponencia sobre la alimentación de las abejas para lograr una mejor reproducción.

    Isabel Cuevas Castro, presidenta de la Fundación Mujeres Apícolas, de Argentina, explicó la importancia de las cooperativas y asociaciones de apicultores como estrategia para afrontar los altos costos de producción que se enfrenta a diario en el negocio.

    Productos Apícolas Bio Ecosweet alcanzó este año 80 colmenas, distribuidas en diferentes sectores de Pichincha. El 90% de su producción de miel se lo transforma en turrrones. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
    Productos Apícolas Bio Ecosweet alcanzó este año 80 colmenas, distribuidas en diferentes sectores de Pichincha. El 90% de su producción de miel se lo transforma en turrrones. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • La agricultura es el sustento del tsáchila

    María Victoria Espinosa

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    La agricultura es la principal actividad económica de las siete comunas de la nacionalidad tsáchila. El 60% de la población, que corresponde a unos 2 000 tsáchilas, se dedican a la producción de plátano, yuca, orito, cacao, caña de azúcar y frutas tropicales.

    El agricultor Carlos Calazacón, de la comuna Chigüilpe, señala que hace 400 años la principal actividad de los tsáchilas era la pesca y la cacería. Pero esas fueron desapareciendo cuando se empezó a poblar Santo Domingo y se contaminaron los ríos y se talaron los bosques. “Al ver que los colonos tenían parcelas y que vendían esos frutos, los tsáchilas también quisieron incursionar en la agricultura hace 50 años”.

    Según datos de la Gobernación Tsáchila, 7 000 hectáreas, ubicadas en las siete comunas, están dedicadas a la producción agrícola. Hasta hace dos años, el 40% de esas hectáreas de tierra había perdido los nutrientes por las malas prácticas de los agricultores.

    Para recuperarlas, técnicos del Ministerio de Agricultura realizaron talleres prácticos sobre la fertilización y el control de plagas en las parcelas. Desde entonces, la producción ha mejorado y eso permitió que los tsáchilas se asociaran con organizaciones productivas con centros de acopio y que comercialicen directamente el producto.

    La principal es la Corporación Productora y Comercializadora Unión Carchense, que exporta directamente a la Unión Europea 3 000 cajas de orito (baby banana) semanales. En esa asociación se han agrupado más de 50 productores. Ellos cosechan ese producto en 260 hectáreas distribuidas en varias zonas de la provincia, como la comuna Otongo Mapalí. Ahí los tsáchilas cosechan unas 30 hectáreas de orito.

    Miguel Aguavil, agricultor de Otongo Mapalí, señala que en esa comuna unas 30 personas se dedican a la producción de 500 cajas de orito semanales para exportación. Cada caja se vende entre USD 5 y USD 7.

    Los otros productos se cultivan para el consumo interno y también se comercializan a los centros de acopio provinciales o en los mercados de la ciudad.

    Según la Gobernación Tsáchila, la economía en las comunas se mueve a través de la agricultura, el turismo y el chamanismo. De acuerdo a un sondeo que realizó la Gobernación a los cabildos de cada comuna, por esas actividades ingresan alrededor de USD 8 000 mensuales a cada comuna. Pero esa cifra varía de acuerdo a los ciclos de cultivos y cosechas, feriados y vacaciones escolares.

    Agustín Calazacón vive en la comuna Chigüilpe. Él es productor de plátano y cacao, guía turístico y vegetalista. Foto: Juan Pérez / LÍDERES
    Agustín Calazacón vive en la comuna Chigüilpe. Él es productor de plátano y cacao, guía turístico y vegetalista. Foto: Juan Pérez / LÍDERES
  • Encuentro busca impulsar agricultura familiar como motor de desarrollo

    Agencia EFE

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    Potenciar la agricultura familiar como motor de desarrollo económico, social e identitario en los países andinos es el objetivo de un encuentro que se celebra hoy, y mañana, en Quito con la participación de actores nacionales y extranjeros.

    Organizado por el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (RIMISP) y la organización Oxfam, el evento se inició con la propuesta de generar mecanismos para convencer a los gobiernos y ongs de que la agricultura rural debe contar con mayor atención y mayores presupuestos.

    «Precisa el acompañamiento de políticas públicas que permitan no sólo sus supervivencia sino también su desarrollo», dijo el ecuatoriano Ney Barrionuevo, secretario técnico del llamado Grupo de Diálogo Andino en el RIMISP.

    El encuentro reúne a representantes de gobierno y de organizaciones internacionales con líderes de familias de agricultores, en un intento de dejar atrás lo que Barrionuevo denomina la «invisibilización» del sector.

    «La agricultura familiar es muy importante, desgraciadamente se los ha invisibilizado en las sociedades, pero el 60 por ciento de lo que comemos en la región andina proviene de pequeños agricultores familiares», afirmó en declaraciones a Efe.

    Son además, recordó, «un sector que genera muchísimo empleo en el medio rural y también en el urbano», y que «incluso genera divisa con la exportación» de sus productos.
    Representantes de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, tratarán así de encontrar los mecanismos que permitan que «la oferta diversa de la agricultura familiar se conecte con los mercados con un carácter inclusivo (..) como una forma sostenible para superar la pobreza en el medio rural».

    Barrionuevo destacó en ese sentido la necesidad de mayor asistencia técnica, financiación, asociatividad, y sobre todo «la articulación hacia los mercados, de forma que el trabajo abnegado y sacrificado de estos agricultores no se pierda en el momento de llegar» a la comercialización.

    Por su parte, el chileno Juan Fernández, investigador principal de RIMISP, expresó la necesidad de borrar «estereotipos» que la política pública tiene de la agricultura familiar.
    «En el contexto actual de globalización y cadenas globales de mercado, se suele hablar de la gran industria como aquel motor que permite el intercambio entre países y la seguridad alimentaria», explicó el investigador.

    Pero, dice, se trata de un error porque «entre el 60 y el 80 por ciento de las unidades que producen (alimentos) en América Latina y la región andina son pequeñas».

    Mas allá del factor económico, Fernández evoca el papel social, familiar, y hasta identitario, de este sector.

    La agricultura familiar en América Latina es «un espacio social, de confluencia de una cierta cultura, de relaciones familiares, e incluso de identidad», recuerda.

    En su defensa del sector, apela también a los beneficios medioambientales de la pequeña agricultura, mucho más «diversa» que la industrializada -que se dedica a uno o dos productos-, con el beneficio que ello tiene para la tierra y la alimentación.

    El foro de debate reunido en Quito fue creado hace ya cinco años, pero hasta ahora -reconoce el investigador– no ha conseguido pasar de la fase de definición.

    «La misión hoy aquí es que salgan unos consensos y unos acuerdos respecto a la generación de un programa piloto concreto, no solo declaraciones; queremos generar programas en cuatro países y potenciar esta mirada que le estamos dando a la agricultura familiar», concluyó.

    La inversión en agricultura requiere garantizar la nutrición de las personas. Foto: Archivo
    La inversión en agricultura requiere garantizar la nutrición de las personas. Foto: Archivo