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  • Agricultura y pesquería con graves pérdidas tras ‘Irma’

    Redacción Quito

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    La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) activó un fondo especial para rehabilitar la producción agrícola y pesquera en Cuba. Esto lo hace ante los daños causados por el huracán Irma.

    El Fondo Especial para Actividades de Emergencia y Rehabilitación cuenta con el respaldo inicial de una contribución de USD 300 000 del Gobierno de Bélgica que se espera alcance los siete millones para abarcar a varios países del Caribe. El objetivo de la FAO es rehabilitar las producciones de alimentos en las comunidades afectadas por el huracán para el consumo local y recuperar el comercio con otras provincias.

    La organización de las Naciones Unidas enviará insumos y equipos para reponer los techos y cubiertas de las granjas productoras de huevos, carne de cerdo y de cultivos de ciclo corto.

    La ayuda también incluirá sistema de riego, que incluye sus repuestos, fertilizantes y herbicidas, motosierras y pertrechos para realizar la limpieza de las áreas dañadas y así poder agilizar el acceso a los cultivos y granjas. Más de 50 000 hectáreas destinadas a la producción agrícola sufrieron afectaciones, según datos ofrecidos por el Ministerio de Agricultura de Cuba que señaló al plátano, el maíz y el arroz como los principales cultivos golpeados.

    El paso del huracán Irma por la isla dañó fuertemente la infraestructura agropecuaria y se contabilizan más de 250 000 metros cuadrados de techos en naves avícolas y porcinas destruidos. También, fueron golpeados por el embate de los fuertes vientos unas 30 centrales azucareras, molinos de arroz y 553 instalaciones de ganado vacuno.

    Según informaciones oficiales, publicados en sierramaestra.cu, la agricultura cubana está en recuperación progresiva En declaraciones a Prensa Latina, el jefe del Departamento de Defensa y Defensa Civil del Ministerio de Agricultura, Alejandro Rodríguez, dijo que según cifras preliminares, se afectaron 50 mil hectáreas de cultivos varios, de ellas 26 915 hectáreas de plátano- la cuarta parte de las existentes en el país.

    También, unas 1 900 hectáreas de arroz y 4 520 de café, cultivo que resultó sensiblemente dañado en el lomerío del Escambray (a unos 350 kilómetros del este de La Habana). Otros cultivos como la yuca y el resto de las viandas y hortalizas se vieron también golpeados por el embate del huracán, que afectó a las provincias de Holguín, Las Tunas, Camagüey, Ciego de Ávila, Sancti Spiritus, La Habana y Mayabeque. Sobre esto último se hará un estudio evaluativo de los perjuicios causados a la producción del grano en esa área.

    El responsable de la Defensa y Defensa Civil del Ministerio de Agricultura, precisó además que en el caso de la avicultura se reportaron daños en 383 naves, de las que 77 quedaron destruidas totalmente, y hubo más de 71 muertes de aves, principalmente ponedoras.

    Varias zonas agrícolas de Cuba fueron afectados por el huracán Irma; hay un plan de recuperación en marcha por las autoridades de la isla. Foto: Twitter Granma
    Varias zonas agrícolas de Cuba fueron afectados por el huracán Irma; hay un plan de recuperación en marcha por las autoridades de la isla. Foto: Twitter Granma
  • Diez familias son el eje de Callimanta

    Giovany Astudillo

    Callimanta es una expresión kichwa que significa cosechar de forma pareja sin desperdiciar nada. Esa palabra fue pronunciada por moradores de la zona de AlgarroboTutucán, en el cantón azuayo de Paute, cuando participaban en la cosecha de guayabas.

    Desde entonces, Callimanta fue escogida como la marca de los productos de la asociación que formaron 10 familias del sector. Hace un año iniciaron la elaboración de los condimentos denominados finas hierbas y de las presentaciones de quinua y quinola.
    “Ese nombre lo seleccionamos porque engloba nuestra filosofía de participación y crecimiento conjunto y que todos nos beneficiemos de forma pareja”, señala el directivo Patricio Coronel.

    Al inicio el objetivo era adquirir cinco libras semanales a cada uno de los socios; en la actualidad, compran 50 libras a cada uno. Su estrategia inicial para lograr el crecimiento de las ventas fue participar en degustaciones y ferias gastronómicas en Cuenca, Guayaquil y Quito. “El cliente identificó la potencialidad del condimento de finas hierbas”, agrega Coronel.

    Este producto está elaborado con hierbas como tomillo, orégano, cebollín, culantro, perejil, albahaca y romero, combinado con pepa de sambo y sal marina.

    Según Coronel, la intención fue usar productos propios de la región para ofrecer un sabor andino, que sirva para preparar carnes de res, mariscos, pollo, papas… y con técnicas de cocina como la parrilla, estofado, horno…

    “Es una base que ocupaban antes nuestras abuelitas y que se conocía como el refrito. Ahora, nosotros lo hacemos con deshidratación”, asegura Coronel, quien es chef profesional.

    En el caso de la quinua y la quinola otra meta, dice Coronel, es colaborar con las 17 organizaciones de productores de las comunidades pauteñas de Guarainag, Chicán y Tomebamba, porque el proyecto de Callimanta surgió con la visión social y mejorar la calidad de vida de los agricultores, dice Coronel.

    “Con ellos se pensó en como generar un producto y nació la idea de hacer un insumo que evite al consumidor todo el proceso engorroso que se requiere para tener lista la quinua”, agrega.

    La quinua es deshidratada y se puede colocar directamente en la olla. Según Coronel, el objetivo de los productores es potencializar el consumo de este alimento entre las familias para que aprovechen sus proteínas.

    Además, el objetivo es que sea un producto de fácil preparación y generar recetarios y talleres con asociaciones, empresas…

    En el caso de la quinola es una granola tradicional fortalecida con quinua deshidratada. Tiene avena, trigo, cardamomo, naranja y pepa de sambo.

    La asociación cuenta con una planta de deshidratación, que tiene una capacidad de 200 kilos al día. En la actualidad, utilizan 150 a la semana, que se distribuye en finas hierbas, quinola y la quinua.

    “Nuestras expectativas es aumentar la producción para cumplir la demanda para ingresar a los grandes supermercados del país”, señala Coronel.

    En la planta de producción invirtieron USD 120 000, que fueron financiados con un préstamo de BanEcuador y con recursos propios. El equipamiento fue instalado en la zona de Algarrobo-Tutucán. Acoplaron la estructura de una cabaña para cumplir con las buenas prácticas de manufactura.

    Son más de 200 metros cuadrados para la elaboración. Tienen tres lavaderos para desinfectar las plantas que llegan. Además, las áreas para picar, deshidratar, molino industrial, empacadora y selladora. En el segundo piso tienen un ‘showroom’ para que lleguen los interesados puedan participar de degustaciones.

    Las familias cultivan tomillo, orégano, cebollín, culantro, perejil, albahaca y romero (izq.). María Villalta y Carlos Toma trabajan en la planta de deshidratación de esta asociación. Fotos: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Las familias cultivan tomillo, orégano, cebollín, culantro, perejil, albahaca y romero (izq.). María Villalta y Carlos Toma trabajan en la planta de deshidratación de esta asociación. Fotos: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Las bebidas a base de plantas orgánicas son su negocio

    Redacción Quito

    Las hierbas medicinales no solo curaron las enfermedades de un grupo de amigos y familiares sino que sirvieron de insumo para un negocio.

    Así nació la Asociación de Cultivos Orgánicos Tumbaco (Asoprohuertum), conformada por 10 personas oriundas de esta parroquia rural de la capital.

    Estos emprendedores se reunieron hace seis meses para elaborar un producto con valor agregado. Pero en realidad, su trabajo en la tierra comienza 20 años atrás.

    En esa época ellos cultivaban la tierra, cosechaban y vendían sus productos en mercados y a personas que revendían sus productos a las grandes cadenas de supermercados, por lo que dijeron: ¿por qué no apostar por una marca propia?

    Esta asociación investigó la forma de obtener un producto de las plantas y cómo venderlas al público de forma directa. Para ello, crearon la marca Allpa, que en quichua significa tierra.

    Ellos, además, elaboraron bebidas como horchata, macerado, alcohol con las hierbas medicinales para ofrecer un producto rico y saludable, explica Marina Guamán, representante del grupo.

    Las bebidas son preparadas con estas hierbas, que son cultivadas de forma orgánica y natural, por lo que esta asociación garantiza la entrega de un producto sano y libre de químicos.

    Estos amigos y familiares de Asoprohuertum no recuerdan su primera inversión porque cuando levantaron sus cultivos aún estaba vigente el sucre, pese a esto, están contentos por los ingresos que han generado. Cada semana tienen una ganancia de USD 400, por la comercialización de sus plantas en el mercado de San Roque, en el Centro Histórico de Quito, y en diferentes sectores de esta parroquia del oriente de Quito.

    Estos emprendedores, además, realizan recorridos con personas para que conozcan los beneficios de las plantas medicinales. “Es otra puerta que hemos abierto para que las personas sepan los beneficios de las hierbas”, señala Fabián Simbaña, otro integrante.
    Para estos oriundos de Tumbaco, la capacitación es básica para el desarrollo de sus productos. Por ejemplo, ellos han tomado cursos con la Prefectura de Pichincha, en los que les enseñaron a elaborar abonos naturales. Además, se inscribieron en ConQuito para aprender innovación, calidad del producto.

    Elsa Soto compra plantas medicinales en caso de enfermedades de su familia. Lo hace porque son productos más saludables y no tienen químicos. Ella, además, aprovecha para “dar una mano” a los productores locales de Tumbaco, sector en el que trabaja hace más de 20 años.

    Los planes de esta agrupación no paran en este año. Por ejemplo, ellos planean adquirir maquinaria para deshidratar las hierbas y aumentar su vida. La idea es convertir sus plantas en infusiones.

    “Tenemos varios proyectos pendiente, que se los realizará en los próximos meses”, asegura Guamán, quien cuenta que, además, cultivas hortalizas, vegetales y entregan a sus clientes.

    Fabián Simbaña y Marina Guamán son parte de una asociación en Tumbaco, que vende hierbas medicinales orgánicas, horchata y más. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Fabián Simbaña y Marina Guamán son parte de una asociación en Tumbaco, que vende hierbas medicinales orgánicas, horchata y más. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Quito será la sede de la reunión regional sobre agricultura familiar

    Agencia EFE

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    Expertos de países del área andina debatirán sobre las políticas públicas necesarias para fortalecer a los pequeños productores del área, informó hoy el Centro Latinoamericano de Desarrollo Rural (Rimisp).

    Quito recibe entre mañana y el viernes la primera reunión del Grupo de Diálogo Andino (GDA), espacio que se enfoca en el fortalecimiento de la agricultura familiar, por medio del diálogo y la formulación de propuestas de políticas públicas en Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, indico Rimisp en un comunicado.

    El GDA, organizado por Rimisp y Oxfam, contará con la presencia de dirigentes de asociaciones de agricultores, académicos y representantes de organizaciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), entre otros.

    El GDA es una iniciativa de Oxfam, junto con Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, que reúne tanto a tomadores de decisiones de políticas públicas, relacionadas con la agricultura familiar, así como a líderes de asociaciones de agricultores.

    Además, a representantes de la academia, de organizaciones no gubernamentales afines a esta temática y un conjunto de organizaciones regionales.

    La idea del GDA es establecer un diálogo público-privado, para «formular propuestas de políticas a escala regional andina, que contribuyan al fortalecimiento de la agricultura familiar, en especial a los sistemas alimentarios justos y resilientes», dijo Ney Barrionuevo, secretario técnico del GDA.

    El encuentro, que se realizará en un hotel en el norte de Quito, contará con la presencia de delegados de los Viceministerios o Secretarías relacionadas con la agricultura familiar de las naciones andinas.

    También asistirán líderes de asociaciones de agricultores familiares de estos países, delegados de OXFAM, la FAO regional, del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) y de la Secretaría Técnica de Rimisp.

    Barrionuevo considera que el fortalecimiento de la agricultura familiar es fundamental en los actuales momentos, ya que «no menos del 80 por ciento de los productores agropecuarios de América Latina son pequeños agricultores, muchos de los cuales aún cultivan bajo sistemas diversificados, utilizando mano de obra familiar».

    «Y es allí -añadió- donde radica la seguridad alimentaria de nuestros países, pero también donde se encuentran con más fuerza las denominadas trampas de la pobreza, por eso se necesitan políticas públicas diferenciadas para este tipo de productores», afirmó.

    La idea del GDA es establecer un diálogo público-privado, para "formular propuestas de políticas a escala regional andina. Foto: Archivo / LÍDERES
    La idea del GDA es establecer un diálogo público-privado, para «formular propuestas de políticas a escala regional andina. Foto: Archivo / LÍDERES
  • Innovación biológica en cultivos

    Carolina Enriquez

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    Hace 13 años el sueño de la microbióloga Karla Garcés se hizo realidad. Rompió los moldes y se lanzó a la aplicación de sus conocimientos en el área agrícola y no en la médica.

    Así nació Agrodiagnostic, una empresa que se dedica al desarrollo de productos biológicos -en base a microorganismos- para el control de plagas y enfermedades de las plantas, así como la nutrición de las mismas y de los suelos.

    “Son seres vivos benéficos. Es un área completamente diferente a la que se aprende en la universidad. Nosotros nos centramos en la innovación”, indica la científica.

    El primer producto que desarrolló fue uno en base al hongo Tricorderma, para el control de enfermedades. Posteriormente, generaron otros para tratamiento de ácaros, coleópteros, etc.

    En total, cuentan ahora con 13 productos para el área agrícola y uno para las plantaciones avícolas, que ayuda a descomponer más rápido la ‘cama’ donde crecen las aves. La empresa produce presentaciones líquidas y en polvo.

    Cuando la compañía empezó su trabajo se centró en el aislamiento de los suelos para la obtención de los microorganismos, luego inició pruebas de laboratorio para determinar su funcionalidad y, posteriormente, la fabricación de los bioinsumos agrícolas.

    Los primeros clientes de Garcés fueron floricultoras. Ofrecía productos exclusivos para cada una “que los hacíamos en base a una investigación que sacábamos del propio suelo de ellos. Ahora tenemos productos comerciales que los desarrollamos en base a cepas (de microorganismos) nativas, para aplicar en cualquier zona”.

    Una inversión inicial de USD  10 000 le permitió a esta firma arrancar con su producción. Ahora, las inversiones alcanzan USD 600 000, la mayoría en equipos de fabricación e investigación.

    A esta empresa no le tocó fácil. Garcés explica que hasta el 2014 había muy poco desarrollo del tema biológico en Ecuador.

    A partir de ese año cree que hubo más exigencias internacionales para los cultivos, principalmente por el tema de exportación, por lo que se requirió más las soluciones biológicas amigables con el ambiente. Asimismo, la resistencia de las enfermedades de los cultivos a los químicos, llevó a un cambio en la cura de las mismas.

    Jéssica Hurtado, de la hacienda La Paz, en el cantón El Triunfo, en Guayas, cuenta que desde hace dos años utilizan el Tricoderma para la eliminación de la monilla para el cacao destinado a la exportación. “Se había tornado bastante complejo el control de esta enfermedad y nos llevó a pérdidas económicas. Hicimos los ensayos y el producto fue eficaz”.

    Esta plantación está en el proceso para obtener la certificación orgánica, por lo que trabajar con el producto de Agrodiagnostic le ha ayudado. Ahora, además, están en fase de ensayos de otro producto para cultivos de banano.

    La compañía de Garcés no solo apoya a los exportadores de materias primas, sino también envía su oferta. En estos días destinará cuatro toneladas de sus productos para Guatemala.

    El acceso a este mercado lo logró gracias a uno de sus clientes locales, que tiene allí plantaciones de banano. Él buscaba un producto similar en Centroamérica pero no lo encontró, de ahí que vio en el de Garcés una alternativa.

    Para abril, Agrodiagnostic prevé exportar un contenedor a Perú y, asimismo, espera enviar muestras al mercado boliviano.

    Actualmente, a escala nacional, la empresa ofrece servicios para propietarios de cultivos de cacao, banano y mango en la Costa y de hortalizas en la Sierra. Se enfoca, particularmente en los cultivos de productos comestibles, aunque sí trabaja con floricultoras.

    Garcés busca que sus clientes, tanto locales como internacionales, sepan que su producción es hecha en Ecuador. Por eso es que a través de Pro Ecuador la firma consiguió la Marca País y ha podido acceder a ruedas de negocios en el país y la región.

    La empresa, ubicada en Pifo, tiene como objetivo cambiarse a un lugar de trabajo más grande para operar. Asimismo, prevé seguir innovando porque esa es su esencia desde su creación.

    Eso es lo que destacan clientes como Carlos Zambrano, de la hacienda Cañas,en el cantón Naranjal del Guayas, que tiene cultivos de cacao. Trabaja desde hace dos años con Agrodiagnostic. “Nos ha ido bastante bien con estos productos. Conocí del trabajo de Karla a través de un compañero zamorano que visitó la hacienda”.

    Más allá del producto, dice Zambrano, lo más importante es el servicio y la asesoría personalizada que la empresa les brinda.

    En los laboratorios de la empresa, ubicados en Pifo, el personal se dedica a la investigación y desarrollo de nuevos bioinsumos. 15 personas laboran en la compañía. Fotos: Julio Estrella / LÍDERES
    En los laboratorios de la empresa, ubicados en Pifo, el personal se dedica a la investigación y desarrollo de nuevos bioinsumos. 15 personas laboran en la compañía. Fotos: Julio Estrella / LÍDERES
  • La agricultura urbana rescata lo ancestral en Quito

    REDACCIÓN QUITO  (F)
    Contenido intercultural

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    La siembra de especies vegetales andinas y el rescate de técnicas de cultivo ancestrales son algunos de los objetivos que tiene el programa de Agricultura Urbana Participativa (Agrupar).

    Esta iniciativa pertenece a la Agencia de Promoción Económica (ConQuito) y existe desde el 2002. La idea es producir alimentos sanos en huertos orgánicos.

    Alexandra Rodríguez, responsable del proyecto, explica que ConQuito brinda capacitación y asesoramiento técnico sobre la producción orgánica de hortalizas, plantas medicinales, frutas y crianza de cuyes, conejos, cerdos, abejas, gallinas o codornices, etc.

    Todo lo que generan los agricultores sirve para su alimentación. Si quedan excedentes lo pueden vender en las 17 bioferias que se organizan tanto en parroquias urbanas como rurales de Quito.

    Estas operan toda la semana y los días difieren de acuerdo al sector. “Todo es a precios justos, no fluctúan con la especulación. Son circuitos alternativos de comercialización porque son alimentos sanos, frescos y se venden directamente por el productor”.

    Por año participan unas 4 000 personas de las cuales el 84% son mujeres, principalmente jefas de hogar. El proyecto también atiende a niños, adultos mayores, personas en rehabilitación social, centros de acogida, etc.

    Para acceder se deben conformar grupos de mínimo cuatro personas y solicitar a la agencia ConQuito. El requisito es tener entre un metro cuadrado de terreno hasta
    7 500 metros cuadrados para sembrar. Desde este año cada persona debe pagar USD 1, excepto ciertos grupos sociales vulnerables.

    Una vez que las personas se inscriben se asigna un técnico para el grupo; él les da una charla de motivación y se consensúa para arrancar la capacitación. El curso contempla la preparación del terreno, la elaboración de abonos, el manejo del cultivo, la cosecha, la poscosecha, entre otros aspectos.

    Rodríguez explica que como parte del proyecto se busca “incluir en la biodiversidad del huerto los cultivos andinos. Se quiere rescatar nuevas especies de papa e impulsar la siembra de quinua, amaranto, jícama, mashua, etc.”.

    Esto es lo que ha hecho Laura Parada desde el 2009 en su huerto en San Isidro del Inca. Allí trabaja junto a su esposo. “Cultivamos tomate riñón, babaco, tomate de árbol, remolacha, jícama”.

    Sobre esta última, que es poco conocida, señala que es un tubérculo parecido a la papa que tiene propiedades curativas el evitar el estreñimiento por tener fibra.

    Conocimientos de este tipo también se rescatan a través del programa. Otro de los objetivos es que no desaparezcan productos andinos y que se respete información ancestral como el uso del calendario de siembra de acuerdo a las fases de la luna, qué plantas se asocian mejor con otras, etc.

    Los cultivos del proyecto a escala urbana casi siempre se orientan al autoconsumo, mientras que los rurales, por el espacio de producción, tienen mayor capacidad para comercializar los excedentes.

    Hay comerciantes que no solo venden en las ferias sino en las tiendas de barrio y en sus propias casas. Elvira Pérez, quien tiene hace 10 años un huerto en Guápulo, vende sus productos (uvilla, tomate de árbol, mora, babaco, mandarina, aguates, etc.), en la feria de la Cruz del Papa y en el mercado de La Floresta y en su huerto.

    Históricamente a través del programa se han implementado 2 755 huertos. Los fines pueden ser seguridad alimentaria, terapia ocupacional, educación, negocio o emprendimiento, entre otros.

    Actualmente, están activos 1 300 huertos. Elvia Sangucho tiene su terreno de 1 200 metros de cultivo en San Francisco de Miravalle desde hace 10 años. “Trabajo con toda mi familia. Producimos tomate riñón, mora, hortalizas. También, tenemos gallinas de campo, chivos, conejos, etc.”.

    Una imagen de los huertos del programa Agrupar. En estas zonas de cultivo hay productos andinos y se aplican técnicas ancestrales. Los agricultores también pueden tener animales en estos lugares. Foto: Cortesía: Conquito
    Una imagen de los huertos del programa Agrupar. En estas zonas de cultivo hay productos andinos y se aplican técnicas ancestrales. Los agricultores también pueden tener animales en estos lugares. Foto: Cortesía: Conquito
  • América Latina sigue prefiriendo los subsidios como apoyo agrícola, según el BID

    Agencia EFE

    Los países de América Latina y el Caribe siguen prefiriendo la fórmula de los subsidios para apoyar a sus agricultores locales, aunque cada vez más están invirtiendo en otras políticas que no distorsionen el mercado.

    Así lo refleja un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentado hoy en Roma y en el que se estima que el 37% de las ayudas a los agricultores latinoamericanos continúan incidiendo en los precios agrícolas, sobre todo a través de subsidios.

    El experto del BID Carmine Paolo de Salvo explicó en una conferencia que América Latina y el Caribe ha ido moviéndose del apoyo a los precios de mercado hacia la ayuda directa a los agricultores mediante incentivos fiscales.

    Los países analizados en el informe, excepto Argentina, transfirieron de media 26 300 millones de dólares a sus productores entre 2012 y 2014, frente a los 601 000 millones de los países ricos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

    Además, la región gastó 5 500 millones de dólares adicionales en servicios generales de apoyo al sector primario (los países de la OCDE destinaron 135 000 millones).

    De Salvo consideró que las ayudas agrícolas de América Latina representan el 18% del Producto Interior Bruto agrícola, un porcentaje alto que, sin embargo, es menor si se compara con el conjunto del PIB, en cuyo caso apenas llega al 1,4%.

    «La medida de apoyo agrícola más común sigue siendo la protección de los precios en el mercado, lo que lleva a una distorsión de los precios», afirmó el especialista del BID.

    Los aranceles y otras medidas para dificultar la importación de productos prevalecen, por ejemplo, en Uruguay, Perú, Ecuador, Colombia, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Guatemala.

    Los subsidios han cobrado importancia en Chile, Brasil y México, mientras que en estos dos últimos también se están promoviendo políticas para facilitar el crédito y asegurar los ingresos agrícolas ante eventuales riesgos.

    Chile, Perú y Uruguay también están entre los países que, según el BID, están tratando de mejorar los servicios rurales y el ambiente empresarial para los agricultores.

    De Salv
    o precisó que, en general, «los países con una mayor población rural son aquellos que han apostado por niveles más altos de apoyo a la agricultura«.

    Latinoamérica se ha convertido en la mayor región exportadora de alimentos del mundo, superando a Norteamérica, y se calcula que para 2024 sus ventas netas en ese ámbito alcanzarán los 60 000 millones de dólares, tres veces más que en 2000, según datos de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

    América Latina y el Caribe mantendrán un liderazgo en la expansión de la agricultura global. Foto: Archivo/ LIDERES.
    América Latina y el Caribe mantendrán un liderazgo en la expansión de la agricultura global. Foto: Archivo/ LIDERES.
  • Desde el aire, los drones ayudan a mejorar la agricultura local

    Redacción Quito

    (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

    Con el objetivo de innovar para la agroindustria, el equipo de seis estudiantes de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS) inició el proyecto AgroScan. Este emprendimiento universitario brinda servicios de agricultura de precisión a través de drones que capturan fotografías con cámaras multiespectrales instaladas en el ala fija.

    El drone sobrevuela las plantaciones de cualquier cultivo para detectar problemas como estrés vegetal, distribución hídrica, plagas y coordenadas de áreas de fumigación. Una vez recogida la información esta es procesada para posterior análisis.

    El proyecto inició en 2015 en un viaje a Machala. Johny Villacís, gerente y encargado del diseño electrónico e inteligencia artificial, se percató que en las plantaciones de banano se realizaba una fumigación indiscriminada. “En ese momento pensé que podíamos solucionar el problema para que tanto la fumigación como otros procesos de la agroindustria sean más precisos y productivos”, dice.

    En Quito, los estudiantes conocieron a Manuel Vega, fundador de Lynx y Coworking Cuenca, en el Campus Party 2015. El trabaja con proyectos de la UPS, ofreciéndoles incubación y herramientas de emprendimiento.

    Una vez que supo del proyecto de los estudiantes lo impulsó a través del coworking de la Univeridad, denominado StartUPS. “A través del programa queríamos presentar un proyecto con bastante potencial (…) creo que logramos algo diferente en el país y la agroindustria”, explica Vega.

    Con una inversión inicial de USD 8 000, el equipo conformado por Diego Román, Henry Gómez, Jorge Hernández, David Bonilla, Valeria Villacís, Andrés Chiriqui y Johny Villacís empezaron la investigación, que duró tres meses.

    “El enfoque inicial fue trabajar con las bananeras así que nos volvimos expertos en este tema. No solo teníamos que crear los procesos sino saber sobre la industria y las plantas”, agrega Villacís.

    Los estudiantes unieron sus conocimientos en electrónica, sistemas, finanzas y aeromodelismo para crear el primer prototipo de drone. Estaba hecho de madera de balsa y un sistema de videojuego con una cámara infrarroja básica, que es la clave para su negocio.

    Esto se debe a que AgroScan funciona a través de la medición por fotografías infrarrojas de los niveles de radiación solar en las plantas. La cámara lee los porcentajes de radiación en diferentes rangos del espectro de luz (rojo, azul, verde, rojo de borde e infrarrojo). Este último es el que más se manifiesta cuando la vegetación se encuentra totalmente sana.

    Henry Gómez, gerente tecnológico, explica que la información recibida se contrasta con índices internacionales de agricultura de precisión y, su base de datos, para revisar desde la falta de nutrientes hasta niveles de clorofila.

    Una vez que ajustó la investigación y el prototipo estaba listo, el equipo participó en el concurso Innobis para emprendimientos, del Grupo Nobis. De las 210 aplicaciones, el proyecto ganó el primer lugar a inicios del 2016.

    El premio incluyó USD 50 000 en capital de riesgo por un paquete accionario del 10% y le brindó a los jóvenes una oportunidad de establecer contacto con empresas interesadas en el servicio, especialmente la Azucarera Valdez.

    En ese momento tuvieron que cambiar su modelo de negocios y estrategia, inicialmente pensado para el sector bananero. Los emprendedores arrancaron una nueva investigación sobre caña y empezaron a trabajar con Valdez.

    El problema a resolver era lograr la detección de mala yerba, realizar un conteo de plantas y despoblación de los vegetales.

    Para esto realizó una nueva inversión de USD 40 000 para construir un nuevo drone hecho con fibra de carbono, una cámara multiespectral de cinco obturadores y herramientas de vuelo.
    “Contamos con la tecnología más avanzada en drones. En la tablet, con Google Maps, trazamos la ruta y el drone puede cubrir unas 250 hectáreas en una hora”, asegura Villacís.

    Al momento estiman reducir los costos de Valdez y otras grandes empresas entre un 15 y 25%. Por ejemplo, el conteo de hileras de planta para revisar los niveles de despoblación implica la contratación de 15 jornaleros y un duración de una semana y media aproximadamente.

    AgroScan ofrece hacerlo en pocas horas de vuelo y con un margen de error del 2%. En noviembre esperan concretar el contrato con la empresa y poder incrementar la cantidades de drones. Esto les permitirá ofertar a otras compañías.

    EN CIFRAS

    USD 40 000. Fue la inversión para producir el drone y adquirir la tecnología necesaria.

    2%. Este es el margen de error de los análisis de cultivos realizados.

    15 a 25%. Es el ahorro en costos que la agricultura de precisión puede generar.

    250. Las hectáreas cubiertas en una hora de vuelo.

    Seis. Son las personas del equipo en áreas de electrónica, sistemas, finanzas y aeromodelismo.

    Johny Villacís y Henry Gómez son dos de los cuatro fundadores de AgroScan, empresa que analiza cultivos con drones. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Johny Villacís y Henry Gómez son dos de los cuatro fundadores de AgroScan, empresa que analiza cultivos con drones. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • Las semillas pasan por una transición

    Sofía Ramirez

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    La producción de semillas en Ecuador, desde el 2013 hasta el 2015, presentó un incremento del 76% según datos del Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (Iniap).

    El incremento se dio porque esta entidad estatal produjo semilla certificada de arroz, maíz suave, maíz duro, papa y fréjol a través de programas en los que se incentivaron mejores prácticas de producción agrícola.

    No obstante, la proyección en producción para este año -en relación al 2015- se reducirá en un 39,5%. Esto porque el Iniap se enfocará en mejorar el rendimiento de las semillas básicas y registradas, señala Juan Manuel Domínguez, director general del Iniap.

    En el país -de acuerdo con la Ley de Semillas vigente- se producen las siguientes categorías de semillas: genética, básica, registrada, certificada y común. En esta clasificación se toma en cuenta el origen, la calidad y la generación a la que correspondan.

    Las tres primeras categorías (genética, básica, registrada) son gestionadas por el Iniap y personas naturales y jurídicas autorizadas por el Ministerio de Agricultura (Magap); mientras que las semillas certificadas tiene un fin comercial con miras a obtener mayor rendimiento. Son utilizadas, principalmente por la agroindustria.

    Según Domínguez, los agricultores que usan las semillas genéticas, básicas y registradas han aumentado su productividad en un 48% entre 2013 y 2015.

    En los últimos cinco años el Magap desarrolló programas para mejorar el sistema de producción de semillas. La entrega de kits, que incluyen agroquímicos y fertilizantes, más las capacitaciones a agricultores denominados “semillaristas” ayudó a mejorar las técnicas de producción. El programa llamado Plan Semilla acoge a 45 asociaciones a escala nacional y agricultores individuales. El Magap invierte en el plan entre USD 25 y 30 millones al año.

    Javier Ponce, ministro de Agricultura, explica que este año para el cultivo de invierno de maíz duro y arroz, se planteará la introducción de insumos orgánicos: “es la primera experiencia de vinculación entre insumos orgánicos con algunos químicos”.

    Pese a que el país ha mejorado la capacidad de producción de semillas, todavía se importan hortalizas y maíz duro, desde México, Brasil y Bolivia.

    Pero la producción de semillas con la ayuda de agroquímicos no es la única opción en el país. Esto porque la producción agroecológica -que se refiere al tratamiento de semillas sin uso de pesticidas o químicos- también es una práctica común en el campo.

    La Red de Guardianes de la Semilla trabaja en el país desde el 2002. En 15 provincias del país, su principal labor es conectar la producción agroecológica de semillas, que se refiere al tratamiento de cultivo sin químicos, con las familias del campo, explica Javier Carrera, coordinador de Gestión Social de la organización.

    Aunque la red no lleva un censo específico de producción, calculan que unas 100 familias trabajan con ellos hasta la fecha.

    En su tarea la red toma en cuenta las semillas con referencia de 5 100 especies. Estas se derivan a decenas o cientos de propiedades distintas: “por ejemplo puede haber diferentes variedades de semillas de plantas medicinales, hortalizas, maíz, arroz entre otros”, dice Carrera.

    En las ‘chacras’ o parcelas de tierra de los campesinos o familias, que optan por la agricultura ecológica, el rendimiento de la semilla no se guía en función de una producción masiva, sino por la calidad del alimento en base a nutrientes y vitaminas.

    El proceso de producción de semilla puede durar hasta cuatro años, período en el que se selecciona el insumo hasta obtener algunas variedades, con características como óptima resistencia, y calidad.

    Además, el valor agregado de la producción agroecológica es que con esta práctica en la que no se utilizan insumos químicos, las semillas se adaptan a los microclimas de sus territorios. También se rescatan semillas que están desapareciendo, como la jícama (una raíz que produce un alimento similar al nabo), menciona Javier Carrera.

    Pero las semillas en el Ecuador también están en medio de un debate. En el 2012, la Conferencia Plurinacional e Intercultural de Soberanía Alimentaria (Copisa) presentó un proyecto de ley, que a la fecha está en consulta prelegislativa. Los puntos fuertes del proyecto son la obligatoriedad de semillas certificadas, o el ingreso de este insumo transgénico, entre otros. Ana Bravo, investigadora social de la Universidad Andina Simón Bolívar, indica que estos puntos deben debatirse con el sector de los campesinos.

    El Magap en cambio tiene sus observaciones. Por un lado, asegura que se fortalecerá la soberanía alimentaria, en miras al desarrollo de la agroecología. Pero también le preocupa la llegada de semillas transgénicas para el consumo humano. La opción es trabajar en más investigación.

    Foto: cortesía Red de Guardianes de la Semilla La Red de Guardianes de la Semilla es una plataforma vinculada a la agricultura ecológica. Está en 15 provincias del país y trabajan con los campesinos en capacitación.
    Foto: cortesía Red de Guardianes de la Semilla
    La Red de Guardianes de la Semilla es una plataforma vinculada a la agricultura ecológica. Está en 15 provincias del país y trabajan con los campesinos en capacitación.
  • La agricultura urbana como alternativa para emprender

    Redacción Líderes

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    La agricultura como fuente de ingreso urbana también ha ido adquiriendo importancia. Así nació, hace ocho años, Mujeres Emprendedoras.

    Erika Veintimilla, quien es parte del emprendimiento, comenta que su proyecto está divido en dos partes. Lo primero es la agricultura urbana y la venta de snacks con productos naturales.
    Esta se basa en los trabajos de produccion en un huerto y un invernadero que tienen en el barrio Hierba Buena, en el sur de Quito.

    Como parte de este proceso se desarrollan las “camas calientes”, que significa colocar abono orgánico con estiércol de animales como cuyes, pollos, etc.

    Delia Mafla, integrante de Mujeres Emprendedoras, indica que luego de un mes la tierra está lista para poder sembrar. Existen dos tipos de sembríos: el directo de la semilla como con el caso del rábano y remolacha y aquel en plántula como el del brócoli, la lechuga, la col y la coliflor.

    En el invernadero, cuentan con plantas de tomate de riñón que luego de ser cosechadas se utilizan para preparar salsa para spaghetti. Además, producen granola y mermelada de distintos sabores.

    La otra parte del proyecto de Mujeres Emprendedoras es la elaboración de snacks en base a granos y otros alimentos.

    Soya, garbanzo, maní de sal y de dulce, papas fritas, yucas, camote zanahoria y verde son los productos que ofrecen las trabajadoras.

    Veintimilla comenta que todo inició cuando asistían a los subcentros de salud y recibían clases de cocinas y manualidades. En estos mismos lugares realizaron sus primeras ventas. Actualmente, su producto se exhibe en ferias.

    Los días miércoles asisten a las conferencias de ConQuito, los viernes a la Administración Zonal de Quitumbe , los sábados a Carapungo y los domingos al Parque de las Cuadras. Las integrantes coinciden que en cada feria llegan a vender unas 100 fundas de snacks de distintos alimentos, a un valor de USD 0,50 cada una.

    El producto tiene un mes para ser consumidor. Los ingredientes son comprados semanalmente en el mercado Mayorista de Quito.

    Mafla señala que uno de los problemas más grandes que han tenido a lo largo del emprendimiento es la adquisición de utensillos para cocinar.

    Todo el capital invertido ha sido producto de sus ventas. “Todo es elaborado artesanalmente, no tenemos los insumos suficientes para tener una producción industrial”, explica.

    Cocinar en pequeñas ollas y sartenes demora la producción de alimentos, pero con el pasar de los años se han logrado acomodar. Veintimilla cuenta que poco a poco se ha ido reduciendo el personal de Mujeres Emprendedoras.

    Actualmente son tres cocineras, incluidas Mary Tandazo es su tercera integrante.

    Las tres integrantes, quienes se conocieron en los cursos, coinciden que su meta a largo plazo agrandar su comercialización. “Nos gustaría que nuestro producto pueda ser vendido a nivel provincial y nacional”, asegura Veintimilla. Incluso, llegar a vender a nivel internacional para que las personas de otros países puedan conocer más sobre la gastronomía ecuatoriana.

    Delia Mafla y Erika Veintimilla producen snacks propios del país. Para ello utilizan ingredientes que se obtienen de la agricultura urbana. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Delia Mafla y Erika Veintimilla producen snacks propios del país. Para ello utilizan ingredientes que se obtienen de la agricultura urbana. Foto: Julio Estrella / LÍDERES