Etiqueta: alimentos

  • Espagueti y láminas de palmito son su innovación

    Redacción Líderes

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    El palmito, alimento que se extrae de una especie de palmera, se ha popularizado por ser versátil y de alta demanda en el extranjero.

    Ecuaconservas, empresa que surgió en 2010, comercializa palmito en mercados internacionales, pero también produce derivados a partir de este vegetal. Gonzalo Salvador, gerente general de la empresa, comenta que para iniciar invirtieron unos USD 500 000 con el apoyo de la Corporación Financiera Nacional. Esta cantidad se utilizó para adecuar la planta, ubicada en el cantón Pedro Vicente Maldonado.

    El proceso de elaboración y producción de conservas tiene diversos pasos. Lo primero es receptar la materia prima que la obtienen de alrededor de 60 agricultores en noroccidente de Pichincha. “En el proceso de la elaboración de conservas, lo más importante es verificar la calidad de la frutas y vegetales que recibimos”.

    Por otro lado, lo que caracteriza a esta empresa es la labor conjunta que realizan con comunidades y pequeños agricultores de la zona.

    Gracias a esto se fortalecieron los vínculos y son proveedores de la materia prima. Por ejemplo, Envases del Litoral, le provee latas y envases.

    El equipo de trabajo de la empresa está formado por 86 personas, la mayoría en el área operacional. Salvador menciona que lo primordial es tener un capital humano que respeten todos los procesos productivos, a su vez tener un equipo de control de calidad que verifiquen que los cumplan.

    Añade que Ecuaconservas cuenta con una certificación IFS Food, USDA Organic, Bio y Kosher. Esto permitió que la empresa innove en la elaboración de productos no tradicionales y creó un revolucionario concepto de pasta es desarrollado con palmito, bajo la marca Pacha.

    “A finales del 2019 decidimos emprender con Pacha ya que vimos una apertura en el mercado de comida saludable, los ecuatorianos son cada vez más conscientes a la hora de comer”, afirma Salvador. Lo que buscan con esta marca es ofrecer una opción diferente a la presentación típica del palmito en trozos.

    María José Álvarez, gerente de Marketing, comenta que, al comprar espagueti o láminas de palmito, el público puede preparar platos con diversas salsas y hasta hornear lasañas.

    Pacha está dirigido a personas que buscan una alimentación saludable y natural. El espagueti y las láminas de palmito permiten mantener una dieta baja en carbohidratos y alta en fibra.

    En la actualidad esta marca ofrece pasta de palmito, además de frutos como el babaco y guayaba en almíbar enlatados.

    Esta iniciativa le llamó la atención a Ana Daniela Bolaños, gerenta del supermercado en línea SúperEasy, quien encontró una publicación en redes sobre los productos de esta empresa. Bolaños comenta que le interesó codificar estos productos en la ‘app’ SúperEasy. “Quería que los clientes tengan una mejor alternativa en cuanto a pastas, pero elaboradas a base de otros productos. Los productos son innovadores y han tenido buena acogida por parte de nuestros clientes”, añade.

    Además, los productos de Pacha se pueden encontrar en las perchas de Supermaxi y Megamaxi a escala nacional; y en tiendas como Super Foods, La Panpite y Mi Tienda Gourmet en Quito. Salvador planea ampliar la línea de productos bajo la marca Pacha e incluirá frutas, vegetales y granos.

    Gonzalo Salvador y María José Álvarez, son parte del equipo de  la marca Pacha, de la empresa Ecuacon­servas.
    Gonzalo Salvador y María José Álvarez, son parte del equipo de
    la marca Pacha, de la empresa Ecuacon­servas. Foto: Cortesía
  • Siete décadas de pasta italiana

    Redacción Quito

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    Siete décadas en las mesas del país han estado los productos de Sucesores SA. Se trata de una empresa de alimentos cuyo producto estrella han sido las pastas. Esta compañía nació en 1948 de la mano de Jacobo Paredes, en Ambato. La historia de este negocio arrancó años antes, sin embargo, cuando este empresario envió a su hijo, Jorge Paredes, a estudiar sobre la fabricación de fideos en Italia.

    Él regresó con la maquinaria para desarrollar esta actividad y se creó Pastificio Ambato Compañía Anónima (Paca). Su mercado, inicialmente, estaba en las bodegas mayoristas de la Sierra en ciudades como Ambato, Riobamba, Latacunga, Quito e Ibarra.

    Debido al tiempo transcurrido, es difícil cuantificar la inversión inicial. Pero Fernando Sánchez Campos, actual gerente General, explica que la firma creció de manera importante.

    En 1970 se abrió una nueva fábrica en Quito llamada Sucesores de Jacobo Paredes, a cargo de Rodrigo Sánchez. Tanto esta como la de Ambato producían fideos Paca.

    Desde 1958, Pastificio contó con su propio molino, en Ambato, para la producción de harina de trigo. En la década de los ochenta Sucesores de Jacobo Paredes, en Quito, abrió otro molino en la capital y más tarde un tercero, de mayor tamaño.

    Dos de estos sirven para fabricar harina de panificación y otro para sémola de trigo duro para pasta. Hasta la década de los noventa su producción se destinaba para atender únicamente a las plantas, luego se comenzó a comercializar la harina. El trigo se trae desde Canadá y se lo guarda en silos en Guayaquil.

    Sánchez Campos explica que la innovación, las inversiones permanentes y la calidad han permitido el crecimiento de la empresa. En 2016, Sucesores se convirtió en una sola firma tras absorber a Pastificio y a una compañía de distribución con la que trabajaba
    Actualmente, tiene cuatro marcas propias de pasta: Paca, Toscana, Bolonia y Universal. Además, maquila tres para Corporación Favorita.

    En harina tiene las marcas Paca y Cordillera. Asimismo, posee otras líneas de alimentos como duraznos enlatados, café, aguas aromáticas, avena, granos en lata, etc.

    El gerente explica que en estos momentos llegan a 40 000 puntos de venta en el país.

    Entre estos se encuentra Hipercomisariatos BL. Este negocio, que está en el mercado Mayorista de Quito, compra a Sucesores hace 38 años. “Es confiable tanto en la calidad como en los precios. Destacamos la variedad de productos que ofrecen en el mercado. Adquirimos todas sus variedades de pasta (fideos, tallarines, macarrones, pluma, cabello de ángel), café, duraznos, harina, avena, etc”, se indica desde este negocio.

    Otros de los clientes de Sucesores son las grandes cadenas de supermercados. Corporación Favorita explica que trabajan con ellos por décadas. “Los consideramos socios comerciales, más que proveedores, dada la larga trayectoria de trabajo conjunto y colaborativo, al punto que les hemos confiado la elaboración de algunas líneas de marcas propias. Por otro lado, sus productos y marcas son de amplia demanda en el mercado, siendo líderes incluso en algunos segmentos”, señala la cadena.

    Sucesores, además, comercializa sus productos en el exterior. Sus exportaciones comenzaron en 1995. “Fue específicamente al mercado de los ecuatorianos que vivían en Nueva York (EE.UU.) Demandan productos del país por nostalgia. Comenzamos a mandar fideos Paca, muy tradicional en la Sierra. Luego pasó lo mismo en España. Hace 10 años enviamos a Costa Rica, que es otro tipo de mercado”, dice Sánchez Campos.

    A este último país se exporta pasta bajo la marca Bolonia. A los Estados Unidos también se manda directamente a un distribuidor, con el nombre de La Cholita.

    Actualmente, Sucesores tiene un plan para crecer en Centroamérica. Espera que Panamá sea el siguiente punto ya que ya se firmó un acuerdo de exportación para la comercialización de productos en la cadena Rey.

    Entre sus metas, pese a la pandemia, está seguir aplicando su plan de inversiones para lo que queda del año.

    Esta compañía cuenta en su nómina con personal en administración, planta, centros de distribución, ventas y mercadeo. La firma posee siete “centros de costos” ubicados en Quito, Santo Domingo, Manta, Guayaquil, Cuenca y Ambato.

    La planta de producción de la empresa se encuentra en el sur de Quito. Las actividades se realizan en medio de la epidemia del covid-19.
    La planta de producción de la empresa se encuentra en el sur de Quito. Las actividades se realizan en medio de la epidemia del covid-19. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
  • Christian Wahli: Los alimentos están garantizados

    Carolina Enriquez

    redaccion@revistalideres.ec (I)

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    Christian Wahli es presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos y Bebidas hace una evaluación de la situación del sector durante la emergencia sanitaria. Asegura que han existido problemas para la distribución, pero las fábricas siguen operando.

    ¿Cuál fue el impacto, en el sector de alimentos y bebidas, de las primera semanas de aislamiento?

    Primero debo decir que desde el principio formamos un chat en el que el se encuentran integrantes del Comité de Operaciones de Emergencia (COE), la Cámara de Industriales, los socios de la Asociación de Fabricantes de Alimentos y Bebidas (Anfab), el ministerio de la Producción, etc y cuadramos varias actividades. Hemos ido aprendiendo a actuar en esta situación, nadie ha sido entrenado. Hace dos viernes llegamos a consensos definitivos sobre como trabajar.

    ¿Qué problemas encontraron para la distribución de productos? Eso es clave para garantizar la alimentación.

    Lo más complejo ha sido la movilidad, tanto de los trabajadores de las plantas como de los camiones de distribución y aprovisionamiento. Hubo tremendas confusiones, órdenes y contraórdenes. Finalmente, llegamos a un consenso. Pero, si bien es cierto que estamos de acuerdo en las cúpulas, a los soldados rasos no se les informa de todas las decisiones. Los que están en la calle hacen esfuerzos, interpretan a su manera las órdenes de sus jefes; a su vez hay jefes que interpretan mal. Ha sido complicado. Sin embargo, hemos ido mejorando bastante.

    ¿Siguen registrando inconvenientes en la distribución de alimentos?

    Hasta la segunda semana había focos de problemas en Guayaquil, Quevedo, Santo Domingo. A esto se añadió otro inconveniente.

    ¿Cuál?

    El de los transportistas cansados de estar constantemente amenazados con sanciones.

    ¿Qué pasa del lado de los comercializadores?

    El tendero, que es un personaje importante en los barrios, ha perdido el contacto con quienes le distribuyen, no está bien abastecido. Los mayoristas no son abastecidos tampoco.

    ¿Están produciendo las plantas productoras de alimentos y bebidas?

    El producto existe, el problema solamente es moverle. Finalmente, hay que hablar del miedo al contagio. Enviar productos de la Sierra al Guayas se ha tornado complicado. Hay gente que no quiere hacerlo, transportistas que definitivamente no quieren ir.

    ¿Qué han hecho ante todo?

    Hemos consolidado toda esta información. El COE está muy abierto, muy colaborativo. Se ha dado cuenta de los problemas. Estamos dialogando.

    ¿Cuál es la situación de las fábricas?

    Operan con el personal estrictamente necesario. La idea es no abusar de los salvoconductos. Pero, están garantizando un abastecimiento normal.

    ¿Cuántas empresas tiene el sector?

    Entre formales e informales más de 1000 operaciones. En Anfab somos 75 afiliados, más o menos el 80% de lo que se vende en el país.

    ¿En qué porcentaje de capacidad están operando las industrias del sector?

    Antes de la situación actual no estábamos operando al 100% por la baja capacidad de compra de los ciudadanos. Eso lo enfrentamos ya desde hace un año. La gente comenzó a comprar menos y más seguido, lo que cambió el ritmo de producción. Luego vino la amenaza de no poder abastecerse y comenzaron a adquirir productos para sobrevivir un mes. Eso genera un desbalance. Nuestra preocupación actual es puntual.

    ¿Cuál?

    Cómo ponemos en las manos del consumidor los productos.

    Tampoco pueden hacerlo si los negocios de venta de víveres no operan. Algunos han decidido, por cuenta propia, cerrar sus puertas.

    El 50% de las tiendas del país han cerrado por miedo y falta de abastecimiento. Pero también ha sido por las restricciones de movilización del propio vendedor para adquirir sus productos.

    ¿Qué tan importante son las tiendas en la estructura de comercialización del país?

    Ecuador es un país con estructura de venta anticuada. El 65% a 70% de las compras se hacen en las tiendas. Es una función social la que realizan en los barrios. Si eso se cierra de golpe es un impacto socio económico grave.

    ¿Están apoyando a esos negocios?

    Sí. Hemos tomado la defensa de los tenderos. Son ahora 50 000 familias sin ingresos. Vamos a informar al ministerio de la Producción de la situación. Debemos solventar la seguridad y salud de esos comercializadores.

    ¿Cómo están abasteciéndose las industrias de la materia prima e insumos?

    Del campo nuestro a las fábricas no he escuchado que haya problemas. Además, el contagio del virus no ha sido masivo en el campo. Se puede operar todavía bien allí. El problema podría venir si la enfermedad se diseminara de manera exponencial ahí. Lo mismo si se cerrara la transportación en esas zonas. Pero, no estamos en eso.

    ¿Qué pasa con los insumos importados?

    Hubo problemas en la frontera con Colombia, que está cerrada. En general, estamos en un momento difícil y hay que garantizar la alimentación de la población. No es posible que haya procedimientos anticuados – para las operaciones de comercio exterior – en los que alguien debe firmar autorizaciones que hoy por hoy no tienen sentido.

    ¿Cuánto más puede aguantar el sector de alimentos y bebidas en estas condiciones?

    No es cuestión de aguantar. El número de estómagos en el país no ha cambiado. Mientras funcione toda la parte de logística todo va a operar con normalidad.

    ¿Garantizan la inocuidad de los alimentos que se venden?

    En inocuidad hemos trabajado ya varios años en eso. Hemos aplicado, como básico, el tema de las buenas prácticas de manufactura (BPM). En las empresas estamos a un nivel de garantizar una altísima inocuidad. Un virus de esa naturaleza no es un foco de contaminación para alimentos preparados. Lo puede ser para los frescos que estén mal lavados, manipulados en mercado o percha, etc.

    ¿En dónde han reforzado las medidas de seguridad en temas de salud?

    En el manejo del propio personal de las plantas.

    Christian Wahli es ingeniero en Alimentos de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (Suiza)
    Christian Wahli es ingeniero en Alimentos de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (Suiza). Foto: Archivo / Líderes
  • Con ‘snacks’ expanden su marca

    Carolina Enriquez

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    Un crecimiento acelerado en cinco años ha conseguido la productora de alimentos Comlasa. Álex Guanalema y Lourdes Toapanta, fundadores del negocio, dicen que la calidad de la oferta y el trabajo de la fuerza de ventas son los dos factores que han permitido lograr este resultado

    A finales del 2014, estos esposos buscaban una opción para adentrarse en la fabricación y venta de consumo masivo, sector en el que Guanalema ya había tenido tres años de experiencia anteriormente. La hallaron en una empresa que atravesaba una difícil situación económica.

    La pareja encontró un negocio que producía cueros reventados con el nombre Shalom. Esta empresa vendió a Guanalema y Toapanta el ‘know how’ y la marca. La inversión inicial de los esposos fue de USD 35 000 en esta compra y en maquinaria; luego destinaron otros USD 25 000 para adecuaciones, obtención del registro sanitario, contratar a un ingeniero en alimentos, entre otros.

    Ambos cambiaron el nombre anterior por el de Shalitos. El primer producto que se desarrolló fueron los cueros reventados, principalmente para uso en locros.

    Los emprendedores enfrentaron dificultades, entre ellas la mala repu­tación que dejaron los anteriores dueños del negocio, lo que hizo que muchos proveedores, al creer que eran los mismos, no quisieran darles crédito. Tenían que comprar la materia prima de contado, en un inicio.

    Conforme se fue estabilizando el negocio, los emprendedores sacaron tres presentaciones de cueros. Para 2016 se lanzó una línea de tostado y las ventas crecieron.

    En ese momento se decidió hacer otra inversión en maquinaria, importada de China. Un año después se incursionó en otras líneas como papas artesanales y chifles. El negocio empezaba a despuntar.

    La empresa desarrolló un equipo de ventas y de distribución en el sur de Quito. Fue un éxito total, ya que logró entrar en tiendas de esa zona.

    Comlasa, sin embargo, quería expandirse y desarrolló un programa piloto para distribución tienda a tienda con personal propio. Con ocho vendedores la compañía decidió expandirse en el norte de Quito.

    Este crecimiento obligó a realizar una nueva importación de maquinaria desde China, particularmente destinada a frituras.

    La empresa cuenta hoy con otras líneas como habas, papas chips en funda laminada, gomitas, variedades de chifles y tostado con otros ingredientes. Son en total 27 productos.

    Para el chicharrón se usa cerdo importado de Chile, Canadá y España. El maíz para el tostado es de la variedad mishca, que se produce en el centro del país; es un grano grande y suave.
    También hay una selección rigurosa en la compra de papas, maqueños, etc.

    Su éxito está en la fuerza de ventas, dice Guanalema. “Desde el inicio estuvo totalmente automatizada. Siempre hacemos encuestas a nuestros clientes, que son 25 000 en Quito”. La compañía también ofrece sus productos en otras provincias, entre las que están Cotopaxi, Chimborazo, Imbabura, Carchi y Sucumbíos.

    A corto plazo la empresa busca expandirse hacia la Costa y más adelante empezar a exportar a la región.

    La producción de esta empresa se realiza en su planta del sector de La Ecuatoriana, en el sur de Quito, donde trabajan 58 personas.

    Próximamente, los dueños buscan ampliar la planta porque consideran que por la alta producción alcanzado comienza a faltarles espacio en el área de almacenamiento.

    Asimismo, desde este año la compañía se está preparando para certificar la fábrica con Buenas Prácticas de Manufactura (BPM). “Una vez que tengamos la certificación, vamos a evaluar el tema de la exportación. Hemos recibido un par de propuestas, sobre todo en Centroamérica. Hoy atendemos al mercado local, con calidad”, explica el dueño.

    Una estrategia importante que han desarrollado los emprendedores es tomar en cuenta los requerimientos y capacidades de las tiendas. Entregan solo el producto que los tenderos necesitan, ya que no siempre están en capacidad de llevar volúmenes grandes, porque no se vende todo.

    Carlos Paredes, dueño del micromercado Charly & Charly, considera buena la metodología que aplica este negocio. Asegura que los ‘snacks’ tradicionales tienen alta demanda dentro de la población.

    La planta de producción de Comlasa se encuentra en el sur de Quito, en el sector de La Ecuatoriana. Allí se elaboran los ‘snacks’ de cueritos. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    La planta de producción de Comlasa se encuentra en el sur de Quito, en el sector de La Ecuatoriana. Allí se elaboran los ‘snacks’ de cueritos. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • La oferta incluye huevos de gallinas que son felices

    Carolina Enriquez

    Redactora (I)

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    En el páramo de los Illinizas, a 3 200 metros de altitud, cientos de gallinas viven en libertad. Los huevos que producen las aves son parte de la esencia de Dicorne.

    Esta industria alimenticia nació hace tres años y está muy ligada con el cuidado del medioambiente, el fomento de productos ecuatorianos y la innovación.

    Se trata de una empresa familiar en la que Carlos Díaz y sus hijos Carlos, Pablo y José son los socios fundadores. Dicorne tiene en su oferta huevos ecológicos, mermeladas de tres sabores (higo, mandarina y limón), humus de dos tipos, chimichurri y ‘snacks’.

    Para el desarrollo de la planta de producción, ubicada en el sector del Chaupi (Pichincha), al pie de los Illinizas, se invirtieron USD 30 000. “Yo estudiaba en EE.UU. y allí había cosas que aquí no. Conversando con mis hermanos vimos otras alternativas que podíamos hacer y decidimos lanzarnos al mercado con alimentos apetecidos como la pasta de garbanzo, conocida como humus”.

    La planta de producción de la firma se encuentra altamente equipada.
    La planta de producción de la firma se encuentra altamente equipada. Foto: Galo Paguay / LÍDERES

    Tras esta salsa lanzaron los demás productos, en los que siempre han buscado diferenciarse. Un ejemplo de ello, dice Pablo, son las mermeladas de sabores que, regularmente, no hay en el mercado; su chimichurri es fresco y se debe refrigerar.

    En la línea de ‘snacks’ se ofrece chulpi en tres sabores. “Nuestro enfoque es tener productos tradicionales que no se han expuesto a escala internacional”, explica Pablo. Precisamente, tras participar en ferias internacionales, los empresarios han tenido acercamiento con compradores de países como México; aspiran, próximamente, exportar.

    Como parte de su espíritu innovador, hace dos años optaron por la producción de huevos de gallinas que viven sin ningún estrés.

    “El tema de las gallinas felices nació como una iniciativa de cambio en la crianza. Queríamos un nuevo producto dentro del mercado. Iniciamos con un corral móvil”, dice Carlos Díaz padre.

    Un trabajador se encarga de recolectar uno de los huevos de gallinas criadas en libertad.
    Un trabajador se encarga de recolectar uno de los huevos de gallinas criadas en libertad. Foto: Galo Paguay / LÍDERES

    Se trata de un proceso en el cual las gallinas viven en el campo en corrales que, cada semana, se mueven por diferentes lugares de un terreno. Los animales tienen la posibilidad de pasar el día caminando y comiendo en la naturaleza; por las noches pasan al galpón.

    Los corrales se mueven a través de un tractor. Las gallinas, que están acostumbradas al traslado, no se encuentran hacinadas; existe un amplio cuidado técnico de las aves por parte de la empresa.

    Cuando arrancó este proyecto, se contaba con 300 gallinas en el primer corral; la inversión inicial, incluyendo animales, corrales y equipamiento, fue de USD 17 000. Los dueños dicen que, aunque es difícil cuantificar, el número de aves aumentó exponencialmente; ahora tienen cinco corrales móviles en producción y cuatro en desarrollo, en Pichincha, Imbabura y Tungurahua.

    La producción de huevos también ha incrementado. Se trata de un alimento sano que, al igual que el resto de la oferta, se vende en cadenas de supermercados, tiendas especializadas, delicatessen, restaurantes, etc.

    “Hace año y medio estamos trabajando con Dicorne. Comercializamos el humus, ciertas mermeladas, el chimichurri y los huevos. Son de muy buena calidad, tenemos buen servicio del proveedor, son productos ecológicos y respetuosos del medioambiente”, señala Amanda Purtschert, propietaria de Floralp Delicatessen.

    Consumidores de los productos como Lucía del Carmen Paredes destacan el sabor que tienen. “Los huevos son una alta fuente de proteína. Me encanta la presentación y, sobre todo, me gusta que tratan bien a los animales”.

    Los huevos se presentan en cajas de 12 unidades. Al igual que en los empaques del resto de productos, el distintivo de los mismos es la imagen de los Illinizas.

    El color de la cáscara de estos productos difiere, según la raza de las gallinas. Esta empresa tiene aves ponedoras de cuatro tipos.

    En promedio, cada gallina pone huevos por dos años; se calcula que cada animal produce 280 unidades en un año. Para este proyecto productivo, Dicorne cuenta con tres socios estratégicos

    Actualmente, la empresa se encuentra trabajando para obtener la certificación de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) y de Haccp. Apoya, además, a la iniciativa ambiental 1% for the Planet.

    ‘Me gustó saber preparar alimentos’

    Janeth Obando, asistente de planta productiva

    En Dicorne trabajo desde que arrancó la producción. Me parece interesante el trabajo que realizo, elaborar productos nuevos es agradable. Crear un alimento desde cero me llama mucho la atención y compartir con mis compañeros es bueno. Las personas que trabajamos en la planta, que somos tres, hacemos de todo: limpieza, industrialización, empaque, despacho, etc. Nos desenvolvemos bien en todo, pero también nos hemos especializado en ciertas actividades. En este empleo he aprendido sobre la elaboración de diferentes alimentos y sobre manejo de personal. Muchas veces me desenvuelvo como jefe de personal, porque tengo que estar pendiente del ingreso del personal. También me dedico a controlar la entrada de mercadería, producción, cálculo de lo que se va producir, despacho, laboratorio,. etc. Como parte de nuestro trabajo nos piden que realicemos control de calidad y análisis, para asegurar que nuestros productos sean buenos y no se genere ningún tipo de problema.

    Los productos de Dicorne se fabrican en un ambiente natural, a los pies de los Illinizas (Pichincha).
    Los productos de Dicorne se fabrican en un ambiente natural, a los pies de los Illinizas (Pichincha). Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • La nueva planta afianza su crecimiento

    Redacción Sierra Centro (I)

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    La empresa Bioalimentar camina con pasos firmes con su nueva planta industrial y tecnológica.

    La firma ambateña, fundada en 1967, es una de las más modernas en la fabricación de alimentos balanceados multiespecies instaladas en el Pacífico Sur. En la actualidad produce alimentos para 22 especies de animales.

    El proceso se inició en el 2014 y demoró cinco años en su construcción. Eso implicó una ingeniería especial de asepsia que no implique un riesgo de contaminación cruzada entre los alimentos dirigidos a cada especie.

    Edisson Garzón, presidente ejecutivo CO Bioalimentar, explica que en la nueva planta la inversión supera los USD 12 millones que le extendió a largo plazo la Corporación Financiera Nacional (CFN).

    “Estamos desarrollándonos en mercados como Centroamérica y explorando otros en Sudamérica para ingresar con productos de alto valor agregado. Para eso trabajamos en la investigación para la producción de nuevos productos e innovadores que saldrán el mercado”, indica Garzón.

    El empresario afirma que la inversión se hizo no solo con una visión del mercado local, sino para expandirse a escala internacional. “Logramos con la nueva planta industrial mejorar los procesos, invertir en tecnología que nos ayude a mejorar los productos para la nutrición de los animales”.

    Bioalimentar produce alrededor de 48 000 huevos por hora con la marca Bio .
    Bioalimentar produce alrededor de 48 000 huevos por hora con la marca Bio. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

    Allí se producen alimentos para las actividades pecuarias, avícolas, porcícola, acuacultura, equinocultura, piscicultura. A esto se suman sus líneas de mascotas (perros y gatos) y para especies menores.

    Garzón recuerda que en la primera planta la producción no superaba las 120 000 toneladas de alimentos balanceados al año, sin embargo ahora triplicó el número. La estrategia de la compañía siempre está en generar más valor nutricional con las tecnologías desarrolladas y que los productores tengan más ganancia en el menor tiempo posible. “Hemos diseñado la tecnología para que cada animal reciba una nutrición que garantice la calidad y lo sano de la carne, es decir, cada gramo el animal lo convierte en carne”.

    Aseguró que la planta cumple con todos los estándares para producir alimentos de calidad con las normas ISO 22000:2005, GlobalGap CFM1 en el 2013 y otras. “Los alimentos que se producen en este campus industrial son sanos, para producciones sanas”.

    Hace 10 años, la empresa Sur­Avimentos Productos Agropecuarios distribuye productos de la empresa Bioalimentar en Loja. Está integrada por médicos veterinarios. Los pedidos crecieron de 350 a 4 000 quintales de balanceados y alimentos dirigidos al sector avícola, porcino, pecuario… mensuales. A eso se suma la línea de las mascotas. Este año proyecta un crecimiento del 20%.

    Marco Torres, gerente, dice que el prestigio de la marca, la calidad del producto y la bioseguridad lograron posicionar la marca. Este negocio familiar creció y creó nuevas fuentes de empleo para el asesoramiento técnico en las granjeros. “Hay rentabilidad para los granjeros”.

    La firma Bioalimentar cuenta con una gran bodega para comercialización de sus productos.
    La firma Bioalimentar cuenta con una gran bodega para comercialización de sus productos. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Ellos producen más de 80 alimentos deshidratados

    Evelyn Tapia

    Redactora (I)

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    En una época en la que el desperdicio de alimentos perecibles es un problema que va en aumento, Roberto Baldeón y Gabriela Dillon crearon un emprendimiento que busca reducir esa tendencia a través de la técnica de deshidratación de alimentos.

    “La deshidratación es una de las formas más antiguas usadas por el hombre para conservar los alimentos. Hoy en día ayuda a muchos negocios que tienen problemas al comprar productos en cantidades no adecuadas, que luego terminan dañándose”, explica Baldeón.

    Hace cuatro años, con una inversión de USD 6 000, en una casa arrendada en El Inca, en el norte de Quito, los emprendedores compraron un horno y pusieron en marcha Alimentaria Dibal, que ofrece productos deshidratados.

    Actualmente, Dibal tiene una variedad de 80 deshidratados, entre frutas y verduras, como naranjas, kiwis, piñas, mora, tomate, zanahoria y otros, que se comercializan al granel a restaurantes y negocios del sector de alimentos, que los usan para infusiones, postres, barras energéticas, etc.

    En sus primeros meses de funcionamiento el negocio tenía unos cinco clientes, hoy cuenta con 43 compradores en Quito, Guayaquil y Cuenca y tiene una facturación mensual promedio de USD 8 000.

    “Fuimos tocando puertas en restaurantes primero, mostrando los beneficios de los productos deshidratados, que son más fáciles de almacenar, que tienen más duración y que el sabor se potencia más con la deshidratación. Así, varias personas reemplazaron la fruta y el vegetal perecible por deshidratados”, cuenta Baldeón.

    Entre sus clientes está Angie Morales, dueña de la marca de infusiones Qantu. Ella cuenta que eligió a Dibal por la calidad, los precios y la seriedad de la empresa. “Son muy puntuales en la entrega, cuidan mucho la madurez de la fruta, lo que incide en su sabor y calidad. De sus productos, mi favorita es la piña”, señala.

    Al principio, recuerda Dilon, buscaban productos en los mercados, pero decidieron eliminar los intermediarios en la cadena y buscaron directamente a los productores, para estar seguros de que los insumos están libres de químicos. Esto, además, les permitió reducir costos y pagar un precio justo a los productores.

    Priscila Anaguano es una de los 17 proveedores de materia prima de Dibal. Trabaja con la empresa hace un año y les entrega pimiento morrón rojo, tomate y albahaca que se cultivan en el valle de Íntag (Imbabura). Al mes les provee de 240 kilos. “Nuestro producto es fresco y eso es lo que ellos exigen. Piden un producto sano, limpio, que esté bien tapado”, detalla.

    Con la buena acogida de la línea de deshidratados, los emprendedores decidieron hace dos años ofrecer además conservas y condimentos, que se comercializan bajo la marca Productos Serra.

    Actualmente, el 70% de sus ventas corresponde a los deshidratados y 30% a la nueva línea.
    Su producto estrella es el pesto, una pasta elaborada con tomates deshidratados, macerados en aceite de oliva y especias.

    En la línea de condimentos destacan el polvo de naranja y mostaza, el de limón con romero y el de cebolla con pimiento, que se puede usar para todo tipo de carnes.

    “Desarrollar esta línea ha sido un proceso de ensayo y error, porque no somos chefs o expertos, el único secreto es que nos gusta comer bien y somos exigentes en los sabores. Fuimos probando, experimentando y llegamos a esto”, menciona Dillon.

    Dillon trabajaba como administradora en un hostal y Baldeón es ingeniero en Sistemas.

    El siguiente paso del negocio es incrementar la producción y llegar a las cadenas de supermercados, porque actualmente Productos Serra se vende en tiendas especializadas y en ferias como Farmers Market, que se realiza los martes, sábados y domingos en el Paseo San Francisco.

    Este año invertirán USD 50 000, con lo que se mudarán a una planta más grande, ubicada en Calderón, con maquinaria que les permitirá duplicar su producción actual, que es de
    24 000 kilos mensuales. Esto les permitirá incrementar sus ventas en un 15%, calculan los emprendedores, además buscarán más proveedores.

    Gabriela Dillon y Roberto Baldeón fundaron este negocio. El emprendimiento comenzó con una inversión inicial de USD 6 000.
    Gabriela Dillon y Roberto Baldeón fundaron este negocio. El emprendimiento comenzó con una inversión inicial de USD 6 000. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • La pulpa de fruta que se reinventó

    Redacción Quito

    (I)

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    Una llamada telefónica un viernes en la noche, en abril del 2018, fue el inicio de una nueva etapa para la empresa Healthy Food. “Te vendemos los activos” fue una de las frases que recuerda José Miguel González.

    Este empresario, con estudios en economía, había analizado en detalle a la empresa en mención y sabía que tenía potencial para crecer. Para entonces González sumaba experiencia en la industria de alimentos: llevaba más de 10 años en una firma agroindustrial y tenía en mente comprar una empresa del sector para emprender por su cuenta con la ayuda de su socio José Antonio Proaño, a quien conoce desde la niñez.

    González empezó a buscar una empresa en el 2017. Conocía que Healthy Food elaboraba pulpas de fruta y estaba convencido de que era una inversión que traería réditos. La compañía, fundada en el 2007, atravesaba un momento retador. Sus anteriores dueños la habían posicionado en el mercado, pero estaba en una suerte de estancamiento. La firma había perdido a su principal cliente.

    González y Proaño habían mostrado interés en adquirir Healthy Food, pero los números no cuadraban. Hasta que el primero recibió esa llamada y las negociaciones tomaron impulso. Luego de dos meses, en junio del 2018 la venta de la empresa se cerró: la cifra del negocio se mantiene en reserva.

    Los nuevos dueños de la empresa tenían un gran desafío: no tenían empleados porque estos habían recibido su liquidación de los antiguos dueños. Tampoco tenían clientes.

    Una de las primeras acciones fue recontratar al personal que ya conocía los entretelones del negocio de las pulpas de fruta. Luego se hicieron ajustes en el área administrativa. Pero el cambio más grande fue el traslado a una nueva planta de producción.

    Healthy Food, desde sus inicios, procesaba las frutas en un local en el sector de El Condado, en el norte de Quito. Pero los nuevos dueños decidieron mudar la empresa al sector de Itulcachi, en las afueras de Quito. Allí, al oriente de la capital, en noviembre del 2018, se instalaron en un espacio alquilado de 1 200 metros cuadrados.

    Fue una buena idea porque al no tener tantos clientes aún, los pedidos se pudieron cumplir sin retrasos, explican los socios de la empresa.

    Pero también se presentó un nuevo escollo. “Queríamos mantener a la gente más experimentada y no todos querían ir a trabajar hasta Itulcachi. A la final vinieron tres, los operarios con más experiencia”. Además se contrató a gente de la zona; ahora la empresa tiene 12 trabajadores en la nómina.

    Hasta la nueva planta de producción llegan las frutas de unos 20 proveedores de la Sierra y Costa ecuatorianas. Maracuyá, frutilla, guayaba, guanábana, mango, tamarindo, papaya, piña… Esta variedad les permite ofrecer hoy en día 16 sabores de pulpas, pero también cuenta con derivados de frutas como mermeladas, ‘toppings’, así como salsa de chocolate o manjar.

    Los procesos en la planta de producción se cumplen bajo altos estándares de calidad. Un laboratorio propio y la certificación FSSC 22000 son el ejemplo de que el manejo de la materia prima, así como el cuidado de los procesos y la seguridad alimentaria son las prioridades.

    Los productos se venden bajo el modelo B2B, es decir de empresa a empresa. Allí están multinacionales que operan en el Ecuador, pero también empresas de alimentos y cadenas.
    Uno de los clientes es Kaaru Food, especializada en la elaboración de yogur griego. Su director de operaciones, Ricardo Ochoa, cuenta que usan la pulpa de Healthy Food desde hace un año y medio. “Sus productos se alinean muy bien con los valores que promovemos en Kaaru y la calidad de la pulpa es superior frente a otras empresas del país”.

    Otro cliente de la empresa es Dulcafé (Sweet & Coffee). Katiuska Dávila es la coordinadora de compras de esta cadena y cuenta que adquiere salsa de chocolate. “Con la nueva administración Healthy Food mejoró mucho, incluso hace unos meses la premiamos como uno de nuestros mejores proveedores”. Dávila también destaca el cumplimiento en las entregas y el trabajo coordinado.

    El trabajo de expansión de la empresa continúa. “Ya pasamos el punto de equilibrio, hemos recuperado clientes ajustándonos a sus necesidades y nuestras siguientes metas son empezar a exportar y planear bien la incursión en el mundo del retail”, dicen González y Proaño.

    Uno de los trabajadores coloca maracuyá en una de las máquinas de la empresa. El trabajo en la planta se cumple de 07:00 a 16:00.
    Uno de los trabajadores coloca maracuyá en una de las máquinas de la empresa. El trabajo en la planta se cumple de 07:00 a 16:00. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
  • Ellos agregan valor a la quinua

    Redacción Quito

    (I)

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    En agosto del 2015, el inicio del proceso eruptivo del volcán Cotopaxi tomó por sorpresa a todo el país. A empresas como Quinoa Cotopaxi estuvo a punto de cambiarles su historia.

    La compañía, que se dedica a la siembra, cosecha, procesamiento y comercialización, nacional e internacional, de quinua al granel e industrializada, tuvo que dejar de operar durante la alerta. Pudo haber quebrado, pero hizo de la crisis una oportunidad.

    Ana Albuja, gerenta de la empresa, señala que ante la emergencia instaló una oficina en Quito y comenzó a desarrollar una serie de productos a base de esta semilla andina. Cuando la situación se normalizó ya contaba con todo para empacar y lanzar el producto al mercado.

    Ella dice que impulsar el negocio no ha sido tarea fácil. “Quinoa Cotopaxi surgió de la necesidad de una familia de agricultores de no entregar su producto, su materia prima, a intermediarios que muchas veces ni siquiera se les podía cobrar. Aprovechando el año internacional de la quinua, en el 2013, decidimos sembrar la semilla para exportación. Fueron 350 hectáreas. Pero el precio internacional bajó drásticamente”.

    El valor del quintal pasó de USD 180 a USD 30 . Esto le llevó a Albuja a pensar que era necesario innovar y sacar productos. Surgieron la premezcla de pan de banana, tres tipos de sopas, etc.

    La quinua que se usa para la fabricación de estos alimentos proviene de la propia producción de la empresa. Se siembra en tierras propias y en la de terceros, en Pichincha y Cotopaxi.

    La compañía recibe semilla en su propia planta de producción, ubicada en la zona de La Calerita, en el norte de Latacunga. La inversión inicial para la construcción y desarrollo de esta área fue de USD 100 000, más un monto similar en la compra de maquinaria.

    Cuando la industria volvió a operar, tras la emergencia del volcán, contaba con 15 productos a base de quinua: sopas, quinotos, premezclas, harina y quinua al granel empacada, destinada a cualquier preparación.

    Para dar a conocer su oferta, Albuja ha participado en ferias internacionales. Esta experiencia le permitió conocer la importancia de las certificaciones para conseguir clientes; cuenta actualmente, con una de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) auditada por la empresa suiza Cotecna y homologada por la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa). Asimismo, tiene Haccp, BRC global market, Friend of the Earth, etc.

    Uno de los primeros puntos de comercialización de la firma fue supermercados Coral. En diciembre de 2016, con el apoyo de la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación, ingresó a Corporación Favorita con cuatro productos; hoy, allí oferta 10.

    “Al ser productos con base de quinoa no tienen gluten. Son una alternativa elaborada con un superalimento. El sabor y la consistencia es muy similar a los hechos a base de trigo”, indica Corporación Favorita.

    Los alimentos también se venden en los negocios aliados de la aceleradora de emprendimiento Muyu. “Quinoa Cotopaxi es un emprendimiento maduro. Está en el segmento de Muyu Minimarket, en 12 puntos. Trabajamos con ellos hace un año. Sus productos son importantes por las certificaciones alcanzadas y por ser ‘super food’. Son alimentos buenos y con un sabor delicioso”, dice José Luis Benítez, director de Muyu.

    Asimismo, esta organización asegura que la oferta de la empresa latacungueña no está destinada para un nicho, sino que es global.

    Quinoa Cotopaxi también ha llegado a mercados internacionales. El año pasado exportó un contenedor de quinua al granel a Perú y, anteriormente, ya hizo un envío a Kuwait.

    Hace pocas semanas, Albuja viajó a Ámsterdam a la feria de marcas blancas PLMA. Apadrinada por el Import Promotion Desk alemán, fue la única firma ecuatoriana presente en dicha cita; busca ingresar a nuevos destinos.

    También ha comercializado producto en EE.UU. Benítez explicó que Quinoa Cotopaxi participa en su plataforma Muyu Export; a través de esta vía ha llevado muestras a ese país.

    Albuja explica que uno de los elementos que le ha permitido tener éxito es el cumplimiento de las exigencias que implica el contar con certificaciones. La planta, por ejemplo, se construyó con estándares específicos para lograr la inocuidad de los alimentos; de igual forma, el tratamiento exige total limpieza y trazabilidad.

    Una imagen de la planta de producción de Quinoa Cotopaxi, en el norte de Latacunga.  Las trabajadoras se encargan del empaque de premezclas.
    Una imagen de la planta de producción de Quinoa Cotopaxi, en el norte de Latacunga. Las trabajadoras se encargan del empaque de premezclas. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • Las seis claves para tener el semáforo nutricional

    Nisse Molina, AEI
    para LÍDERES (I)

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    Ya son cinco años desde que los consumidores pueden conocer de manera más detallada los componentes de los alimentos procesados que están a la venta en el mercado nacional.

    El nivel de azúcar, grasa y sal se constata en el denominado semáforo nutricional, política pública en la que Ecuador es pionero en la región, como destacó en su momento la Organización Panamericana de la Salud.

    Uno de los objetivos es informar a la ciudadanía sobre los componentes de los alimentos que consume. Esto, debido a que de cada dos personas, una tiene sobrepeso u obesidad, lo que puede derivar en enfermedades del corazón, diabetes e hipertensión, según el Ministerio de Salud ecuatoriano.

    Para los productores, esto conllevó un reto, explica Santiago Sánchez, encargado del área de Certificaciones de Alimentos de la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa). Por eso se adaptaron las recetas para que la comida procesada sea más saludable, como lo demanda el consumidor.

    ¿Cómo cumplir con la normativa y contar con el semáforo en la etiqueta de su producto? Ahora se lo detallamos:

    Notificación sanitaria

    La base es obtener la notificación sanitaria a cargo de la Arcsa. Se debe contar con la descripción de código de lote, el diseño de la etiqueta, los detalles químicos y físicos del material de envase, la descripción del proceso de elaboración del producto, las especificaciones físico-químicas y microbiológicas, así como la justificación de estudio de estabilidad del alimento procesado.

    Estos requerimientos van de la mano con un formulario de solicitud para la inscripción de notificación sanitaria, por medio de la Ventanilla Única Ecuatoriana.

    Las bases del semáforo

    El contenido de componentes y concentraciones permitidas en cuanto a grasas, azúcares y sodio se detalla en el reglamento Rotulado de productos alimenticios procesados, envasados y empaquetados, el cual establece que se deben medir las concentraciones baja, media o alta en gramos y/o mililitros. Por ejemplo, un alimento de concentración baja en grasas tiene un índice menor o igual a 3 gramos por cada 100 gramos; los de concentración alta poseen este nivel igual o mayor a 20 gramos por cada 100 gramos.

    Medición de componentes

    La Arcsa ofrece a los fabricantes de comestibles procesados una calculadora de etiquetado de alimentos. Esta herramienta solicita datos del producto como su estado (sólido o líquido), su contenido de grasa total, ácidos grasos, azúcares, sodio. Luego de colocar estos datos, la calculadora le informará la información que debe constar en la etiqueta.

    Sistema gráfico

    Los empaques de los alimentos procesados deben contar con el sistema gráfico de barras de colores verde, amarillo y rojo, según la concentración de sus componentes. El primero es utilizado cuando el ingrediente es bajo, el segundo cuando es medio y el tercero cuando es alto. Este gráfico debe estar ubicado en el extremo superior izquierdo del panel principal o secundario del envase, tal como señala la normativa.

    Etiquetado

    Es un derecho del consumidor el conocer de manera clara y completa los detalles del producto procesado que va servirse. Por ello, la etiqueta debe contar con el nombre del alimento, su marca, contenido neto, ingredientes, declaración de alergénicos, modo de conservación, fechas de elaboración y caducidad, código de lote, precio de venta al público, sistema gráfico, notificación sanitaria, ciudad o país de origen, fabricante e información nutricional.

    El proceso

    Uno de los requisitos para obtener la notificación sanitaria es contar con la etiqueta. De cumplir con esta solicitud, se cancela o no se procede a entregar la notificación. La duración de este trámite también depende de la clasificación de riesgo del producto, en el caso de los de riesgo bajo y medio el proceso estaría listo en 15 días, mientras que los de riesgo alto tendrían la notificación en un máximo de 30 a 40 días.

    El semáforo nutricional se aplica en Ecuador desde hace cinco años. Es información útil para el consumidor.
    El semáforo nutricional se aplica en Ecuador desde hace cinco años. Es información útil para el consumidor. Foto: LÍDERES