Etiqueta: alimentos

  • Tallarines de colores para todos los gustos

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Una pequeña máquina fue el inicio del emprendimiento denominado Alivier, que se encarga de la elaboración de tallarines artesanas y de sabores.

    Su propietario se llama Santiago Velasco, un joven de 17 años, que decidió levantar este negocio para alimentar bien a las personas.

    El emprendimiento nació el año pasado y desde el principio Velasco luchó para mejorar su producción. Su primera idea fue mezclar verduras y hortalizas como la remolacha, albahaca, espinaca y otras en la pasta. El sabor quedó espectacular, dice con orgullo.

    Este oriundo de Alangasí recibió un ‘empujón’. Recuerda que fue un regalo de Navidad, que le hizo su hermana desde Argentina como un regalo.

    El presente llegó en el momento indicado, ya que Velasco estaba a punto de terminar su carrera de Ingeniería en Alimentos. “Fue una buena oportunidad para empezar a trabajar”. Y lo hizo.

    Al principio repartió el producto entre sus familiares. Luego, empezó a la comercialización de sus tallarines artesanales.

    “La pasta comercial de los supermercados es de huevo por lo que el plus de mi negocio es mezclar con productos nutritivos”.

    La inversión de este emprendimiento no fue excesiva. Empezó con USD 80 para la maquinaria, la harina y otros materiales.

    Velasco tiene una ventaja porque tiene una pequeña huerta, en la que obtiene las hortalizas o las verduras. Eso garantiza que el producto sea totalmente natural.

    Los precios de los artículos de este joven emprendedor son económicos. Una funda de 400 gramos cuesta USD 2 y las ventas suman los 50 semanales. “Quiero que mi producto llegue a más personas y que se alimenten correctamente”.

    Por ahora Velasco comercializa su producto dentro de su parroquia Alangasí y bajo pedidos, que se pueden realizar a su número 099 658 1837.

    Este emprendedor ha recibido muestras de apoyo dentro de su localidad para que mejore sus ventas. Desde la Junta Parroquial se indicó que es necesario fortalecer el apoyo a los emprendedores de esta localidad para que puedan salir adelante.

    Henry Quimbiulco, vicepresidente de la Junta, señala además que se deben ampliar las ferias de emprendimientos para que se muestre a estos talentos. “El ingrediente más importante es levantarse y hacer algo, muchas personas tienen ideas, pero solo algunas como Santiago deciden cristalizarlas hoy”.

    Mariana Gómez es una pobladora de una localidad vecina, quien probó estos tallarines. Le gustaron porque tienen un sabor agradable por la mezcla con las verduras y las hortalizas.
    Además, sostiene que es una buena alternativa para los niños porque el alimento llama la atención por su color y sabor.

    A pocos días de acabar el 2016, este emprendedor se propuso nuevas metas, que están relacionada con ampliar el volumen de producción de su colorida pasta.

    Lo primero que hará es mezclar nuevos productos como la harina de trigo con la de arveja. Esto le dará un nuevo sabor, es decir, más alternativas para los comensales.
    Su siguiente propósito para el año que viene es ampliar su producción, ya que su hermana, quien le dio el impulso inicial, le regalará una nueva máquina industrial para que su producción sea mayor.

    El alangaseño tiene expectativas y cumple uno de sus sueños más anhelados: tener un negocio propio, que abra las puertas a nuevos emprendedores y que ayude a que las personas se alimenten de forma nutritiva y saludable.

    Santiago Velasco combina hortalizas, verduras, harina y las transforma en deliciosos tallarines.  Foto: Galo Paguay/ LÍDERES
    Santiago Velasco combina hortalizas, verduras, harina y las transforma en deliciosos tallarines. Foto: Galo Paguay/ LÍDERES
  • El sector alimentos piensa en exportación

    Carolina Enriquez

    Relacionadas

    Con una caída de ventas durante un año económicamente complejo, pero con importantes proyecciones para el futuro. Así describen los empresarios la situación del sector productor de alimentos de las micro, pequeñas y medianas empresas.

    Datos de la Cámara de la Pequeña Industria de Pichincha (Capeipi), gremio que agrupa a 205 socios del sector de alimentos, revelan que la comercialización de alimentos procesados cayó en 15% en lo que va del año frente al mismo período del 2015. Esto ha obligado a los dueños de los negocios a adoptar estrategias para vender su mercadería.

    En helados Coqueiros, donde las ventas cayeron 5% entre enero y octubre de este año frente al mismo período del año anterior, les tocó ser “creativos” para seguir comercializando sus productos. Buscaron nuevos clientes y destacan como un acierto el haber colocado sus ‘packs’, desde este año, en supermercados y no solo en tiendas en el país.

    Para esta empresa el terremoto de abril pasado fue un impacto. Tras este suceso las ventas cayeron un 50% en Manabí y Esmeraldas, las provincias de más demanda del producto. A todo esto hay que añadir que a escala nacional, según Xavier Bustos, representante de Coqueiros, hay menos circulante en la economía y la población ha reducido gastos en comida y turismo.

    Datos de inicios de este año, proporcionados por la Asociación de Empresas Fabricantes de Alimentos y Bebidas (Anfab), muestran que el sector de alimentos, en general, representa el 39% del Producto Interno Bruto de la manufactura no petrolera y genera el 35% de las plazas de empleo también del sector no petrolero.

    Entre las actividades que realiza el sector se encuentran las de procesamiento de carnes, de lácteos, de pescados y mariscos, de bebidas, de pastas y panadería, de confites, entre otras.
    Para Anfab, factores como la introducción del etiquetado nutricional tipo semáforo, la aplicación de salvaguardias e impuestos, así como la situación económica han afectado a la industria.

    “El etiquetado frenó el dinamismo y el crecimiento de la industria, afectando a unas categorías más que a otras, como al sector lácteo que descendió el 5,7% en ventas o cereales que disminuyó el 15%. Por otro lado, las salvaguardas han incrementado el costo de varios de los insumos que se traducen en menor utilidad, considerando que ante la situación económica de los consumidores es difícil incrementar los precios”, manifiesta el gremio.

    En medio de todo esto las empresas buscan salidas y oportunidades de crecer. En el sector alimenticio de Capeipi, por ejemplo, se está buscando la asociatividad y para ello se creó un consorcio que les permitirá, entre otras cosas, impulsar la exportación. “En primera instancia con la Unión Europea gracias el acuerdo, que ahora nos está dando facilidades”, indica Édison Romo, presidente del sector.

    Entre los artículos alimenticios que se podrían enviar están cereales andinos, chocolates, mermeladas, chifles, etc. La idea es que sean artículos con alto valor agregado y que cuenten con certificaciones orgánicas.

    Actualmente, el 14% de las empresas del sector de alimentos de la Capeipi exporta. Mientras que a escala general, según la Anfab, la manufactura de alimentos es un sector que exporta alrededor de USD 3 000 millones al año.

    Silvia Terán, dueña de Toltequitos, empresa que fabrica tortillas de maíz, nachos, etc., explica que apunta a la exportación. “Quizá con el acuerdo con la Unión Europea se den más facilidades (…) quisiéramos exportar a la UE; EE.UU. y otros destinos. Tenemos contactos con varios mercados, con algunos países. Es una cuestión de tiempo y paciencia”.

    Aunque no detalla el monto, la emprendedora explica que en este año su producción y ventas han disminuido. Atribuye esta situación la condición económica y a los impactos del terremoto.
    Agrega que la demanda de clientes, dependiendo del caso, se redujo hasta en la mitad. Un caso particular es el de un hotel de Quito que dejó de comprarle sus nachos debido a que tuvo que cerrar su restaurante este año.

    Por esta razón es que la empresa ha desarrollado la estrategia de buscar más clientes para seguir colocando su producto. Hasta fin de año no van a realizar una inversión porque ya lo hicieron antes del terremoto. “Proyectándonos para un crecimiento fuerte, en maquinaria. Más o menos fue de USD 100 000 (…) tenemos como sea que pagar la deuda porque fue un apoyo de Corpei”.

    Otras empresas tuvieron mejor desempeño. En la productora de carnes y embutidos Macafri, en el 2015 frente al 2014 la reducción de las ventas fue de 13% y en 2016 frente al año pasado el incremento es de 10%, pero aun no logran alcanzar los niveles del 2014.

    Esta empresa desarrolló estrategias para seguir colocando su producto. Por ejemplo, abrió dos puntos de venta, uno ubicado en la planta de producción en la zona de Monteserrín y otro en el sector de la Rumiñahui, en el norte.

    Allí dan facilidades a los consumidores como la venta de carnes fileteadas, así como también la entrega a domicilio.

    Algunos detalles
    Consorcio.
    Un total de 11 empresas se encuentran en el consorcio de la Capeipi. Estas se dedican a la producción de cereales de quinua, chocolates, chifles, cárnicos, empaque de productos, maquinaria, entre otros. Para el desarrollo de la misma han recibido el apoyo de la Corporación Andina de Fomento (CAF).
    Capeipi.
    El sector alimenticio de este gremio factura al año USD 150 millones. El dato de producción en volumen no existe de forma consolidada porque la fabricación difiere según el tipo de producto.
    Requerimientos.
    Luego de una visita del presidente Rafael Correa al gremio este logró que el Estado entregue USD 40 millones para crédito a las pymes de Capeipi. Los fondos los entregará la Corporación Financiera Nacional (CFN) y, según Romo, ya se están recogiendo las solicitudes para acceder a los préstamos.
    Desarrollo. 
    Romo explicó que con el acuerdo con la UE es necesario que las empresas se vuelvan más competitivas frente a los artículos europeos.

    Tres generaciones levantaron este negocio

    Tres generaciones han impulsado este negocio familiar que nació en el cantón Montalvo, en la provincia de Los Ríos, hace 40 años. Un pequeño molino para descascarar el arroz se convirtió, en el transcurso de esas cuatro décadas, en una empresa que compite en el mercado nacional en la venta de arroz procesado.

    Corporación Santa Ana, cuya planta se ubica en el kilómetro 1,5 de la vía Montalvo-Babahoyo, evolucionó primero desde aquel pequeño molino a una piladora de arroz, una de las primeras que se instalaron en la provincia. La iniciativa provino de la ambateña Ana Álvarez, quien a los 35 años de edad se instaló en la ciudad de Montalvo, en busca de nuevas oportunidades. Lo hizo junto a su esposo, Wilfrido Gaibor.

    La piladora se abastecía de sus propios sembríos y del arroz que ya empezaba a adquirir a los campesinos de la zona. “Resultó de gran ayuda para los arroceros, porque en aquel entonces era complicado para ellos ir a vender directamente a Guayaquil”, menciona Gabriela Vargas, nieta de la fundadora de la empresa y actual gerenta comercial.

    En 1990, la empresa familiar adquirió su primera piladora, con un crédito bancario. Tras el fallecimiento del esposo de la fundadora, las dos hijas del matrimonio, Patricia y Lady Gaibor, ingresaron a formar parte del negocio más ­activamente. “Con el tiempo incrementamos los silos y las piladoras, para servir a más productores de la provincia”, cuenta Patricia Gaibor.
    Paralelamente, la empresa invirtió en la adquisición de más tierras, a medida que la producción del arroz mejoraba en Los Ríos, debido a un incremento de los rendimientos y la tecnificación de las tierras en la zona.

    En el 2002, la empresa dio un pasó adelante y se constituyó en Corporación Santa Ana. El negocio empezó también a diversificarse; en ese proceso se comenzó a incorporar valor agregado al arroz pilado, como por ejemplo el arroz envejecido. Vargas, hija de Patricia, menciona que dentro de ese proceso de ampliación llegaron nuevas inversiones, como la compra de un seleccionador óptico que les permitió determinar el grado de pureza del arroz; y la implementación de equipos para el proceso de envejecimiento rápido de la gramínea.
    La empresa riosense también participó en el 2005 como proveedora en el Programa Mundial de Alimentos.

    En el camino, la firma familiar ha enfrentado dificultades, como el ingreso ilegal de arroz peruano. “La entrada de arroz de contrabando ha significado una competencia desleal, tanto para los productores como para las piladoras”, explica Jorge Garaycoa, dirigente arrocero de la zona de Daule (Guayas).

    Hoy en día, Corporación Santa Ana comercializa arroz en presentaciones de 45 kg y 25 kg. Sus clientes son los comercios mayoristas en cuatro ciudades de la Sierra y en Guayaquil. También vende su arroz pilado como marca blanca para otras compañías, aunque el 85% de su producción sigue comercializándose con su propia marca. Stalin Vargas, gerente de la compañía, dice que las inversiones seguirán el próximo año. “Proyectamos comprar dos silos más en el 2017, con una capacidad de más de 30 000 sacos de arroz cada uno”.
    La compañía posee 1 200 hectáreas de tierras en dos cantones de Los Ríos y en Guayaquil. En ellas producen arroz y maíz.

    Macafri es una empresa productora de cárnicos y embutidos. Este año ha desarrollado estrategias como los puntos de venta. Foto: Patricio Terán  /LÍDERES
    Macafri es una empresa productora de cárnicos y embutidos. Este año ha desarrollado estrategias como los puntos de venta. Foto: Patricio Terán /LÍDERES
  • El empaque al vacío da calidad a sus sánduches

    Sofía Ramirez

    (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

    Sánduches listos para comer. Esa es la propuesta de Wurmet con su marca Ready to eat.
    El emprendimiento creado por los esposos Alexandra Herrera, de 31 años y Juan Lara, de 37, tiene como consigna presentar al mercado alimentos nutritivos que estén listos para el consumo.

    El valor agregado del producto es el empaque al vacío, señala Herrera, quien es gerente administrativa de Wurmet. Esto porque le da mejor calidad al alimento.

    Los inicios de Wurmet -en el 2007- se enfocaron en la organización de eventos y catering. Esta línea de negocios duró cinco años.

    Mientras atendían solicitudes de eventos, empezaron a crear salsas propias con miras a manejar su propia marca. Sin embargo, los últimos productos no tuvieron los resultados esperados, detalla Lara, quien se desempeña como gerente comercial del negocio.

    Pese a esto, ambos emprendedores no dejaron sus sueños de tener un negocio propio y en el 2012 crearon la marca de sánduches Ready to eat. Con este proyecto introdujeron los productos empacados al vacío en cuatro presentaciones: mixto (queso y jamón), pollo ahumado, jamón de pollo y pollo con queso.

    También, introdujeron el sánduche con pan de ajonjolí, los choripanes y el mote con chicharrón.

    Los productos de Wurmet cuentan con registros y normas sanitarias, así como buenas prácticas de manufactura (BPM, indican los emprendedores).

    Con el capital inicial para constituir esta marca (ver gráfico), compraron mobiliario, mesas, máquinas de empaque al vacío y equipo de frío para mantener a los sánduches en buen estado.

    La producción de los sánduches es artesanal. Es decir, las colaboradoras de Wurmet se encargan de armar el sánduche, para luego empacarlos al vacío. Esto se realiza en el área de producción de la planta, ubicada en el sector de Monteserrín, en el norte de Quito.

    Lara cuenta que durante los primeros meses de Ready to eat en el mercado -hace tres años- hacía los sánduches junto con su esposa. En ese entonces hacían 50 diarios.

    No obstante, aumentaron la demanda en los dos últimos años en los diferentes puntos de venta.

    Los sánduches Ready to eat utilizan ingredientes nacionales. El pan, por ejemplo, es elaborado en otro emprendimiento familiar de Herrera y Lara. Mientras que el pollo, jamón o queso lo adquieren de otros proveedores.

    En cuanto a ventas, los emprendedores golpearon las puertas de posibles clientes hasta que una cadena de cines empezó a vender el producto. Posterior, Wurmet y su marca estrella asistieron a ruedas de negocios para concretar acuerdos con otros puntos de venta.

    Desde el 2013, los sánduches Ready to eat se vendieron primero en la cadena Oki Doki. Y debido a la aceptación del producto, desde abril de este año están en Fybeca y en Sana Sana desde este mes, indicó la Corporación GPF.

    Ready to eat también se unió a Orangine en alianza estratégica. Según Carlos Sarche, gerente de Negocios, en supermercados venden los combos: sánduche más jugo de mora o de naranja. Este año, Wurmet quiere diseñar tres productos más para su portafolio y quiere construir su propia planta con USD 100 000.

    Insignia

    La dedicación es el alma de este negocio

    Jeaneth Cueva. Encargada de producción

    Hace más de un año me incorporé al emprendimiento familiar. Tengo varias funciones, entre ellas supervisar que la producción contemple todos los estándares de calidad.

    Anteriormente trabajé en un negocio de comida rápida con mi hermana, pero decidí ayudar a mi hija (Alexandra Herrera) en el emprendimiento.

    La idea es controlar que la elaboración de los sánduches se realice de manera oportuna; también me encargo del contacto con nuestros proveedores con miras a que se conviertan en un aliado estratégico.

    La dedicación es el alma de este negocio. Por eso tratamos de que el compromiso de los colaboradores con Wurme se fortalezca todo los días.

    En los próximos meses espero seguir manejando la producción de nuestros productos. La idea es que a mediano plazo sigamos en expansión junto a la marca para así desarrollar nuevos productos.

    Juan Lara y Alexandra Herrera unieron esfuerzos para crear Wurmet y su marca de sánduches Ready to eat. El producto se vende actualmente en Quito, Guayaquil e Ibarra. Foto: Vicente Costales /LÍDERES
    Juan Lara y Alexandra Herrera unieron esfuerzos para crear Wurmet y su marca de sánduches Ready to eat. El producto se vende actualmente en Quito, Guayaquil e Ibarra. Foto: Vicente Costales /LÍDERES
  • El tiempo y una guía, claves en la notificación sanitaria

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Los tiempos que se demoran en realizar los trámites y obtener el ­registro o notificación sanitaria aún no conforman a las personas que deciden emprender un negocio. Autoridades y gremios explican que los productores deben tomar en cuenta la normativa vigente para evitar demoras en este proceso.

    La notificación y el registro son indispensables para que el producto se venda en tiendas, almacenes y cadenas comerciales. La diferencia entre los dos es que la notificación deben tramitarla las personas que produzcan alimentos procesados, cosméticos, productos higiénicos, plaguicidas, homeopáticos y otros. Mientras que el registro sanitario es un requisito de comercialización de las personas que elaboran medicamentos.

    Hasta 20 de diciembre del 2015, la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa), que está a cargo de este proceso, emitía registros sanitarios para productos alimenticios procesados. Luego de esa fecha, se entrega únicamente la notificación, que se amparó en la nueva normativa técnica sanitaria unificada para alimentos procesados. Además, este año se hizo una reforma con el objetivo de simplificar los pasos para la obtención de este certificado, que se lo hace vía Internet desde el 2015.

    Christian Wahli, presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos y Bebidas (Anfab), destaca que el trámite ahora es automático y en línea. “Antes se esperaban unos seis meses para obtener la notificación y había que hacer bastantes papeles. Hoy el tiempo es menor, porque los productores ingresan a la página, revisan su producto y más”.

    El titular de Anfab señala que el sistema actual es positivo, ya que garantiza la inocuidad de los alimentos y que lleguen de forma segura a las perchas de los locales comerciales. Sin embargo, señala que es necesario que los productores conozcan la normativa para evitar inconvenientes y demoras. “Es necesario que todos los productores conozcan qué pasos seguir”.

    En la Anfab, por ejemplo, se brinda asesoría para que los trámites sean más rápidos. Wahli aclara que pueden acercarse a la entidad para recibir indicaciones de cómo es el proceso.
    Actualmente se requieren 10 días laborables en promedio para aprobar la notificación sanitaria, según la Arcsa.

    Silvia Terán, quien tiene una empresa de elaboración de tortillas de maíz, nachos y otros, ha esperado más. La emprendedora tardó cuatro meses aproximadamente en obtener la notificación para uno de sus productos, porque tuvo que hacer pruebas en laboratorios y corregir las observaciones que la entidad envía. Ahora, esta empresaria tramita unas ampliaciones para su producto y espera que con la simplificación de los procesos se obtenga más rápido.

    La obtención de la notificación sanitaria tiene un valor, que depende del tamaño del negocio. Terán relata que destinó un aproximado de USD 1 000 para la ampliación de la notificación para seis productos. “Tenemos que invertir el monto y contratar una persona calificada (ingeniero en Alimentos) que certifique cada producto. Esto es necesario para entregar un producto de calidad”, dice la empresaria.

    Con base en datos publicados por la Arcsa, en su página web, se observa que se emitieron 421 certificaciones sanitarias aproximadamente en el período enero-mayo del 2015. Mientras que en el mismo período de este año se emitieron 1 877, aproximadamente.

    Además, se facilitaron los trámites a los productores de Manabí y Esmeraldas, tras el terremoto que afectó a estas localidades. En menos de tres meses, unos 70 productores de esas provincias obtuvieron la notificación.

    Las ferias artesanales son una opción hasta obtener el permiso

    Las ferias artesanales y orgánicas son opciones para que los emprendedores puedan ofertar sus productos. En estos espacios, al regirse de manera artesanal, la venta al público puede realizarse sin todavía tener la notificación sanitaria. Por esta razón, muchos emprendedores optan por esos espacios como un primer acercamiento para validar su marca y sus productos.

    Un ejemplo es el de Jacqueline Quishpe, fundadora de La Huerta de Ina. Ella optó por estos espacios para poder comercializar varios de los productos que no han logrado certificar. Este emprendimiento comercializa mermeladas orgánicas.

    Al momento cuenta con 60 sabores más una amplia cartera de productos que incluyen miel, pastas de sabores y sales.

    “Somos pequeños productores y no tenemos para registrar todos los sabores por esta razón vamos a la feria todas las semanas para vender porque la gente ya confía en nosotros”, explica Quishpe.

    Su iniciativa factura alrededor de USD 1 500 mensuales y dos de los sabores ya están en perchas de cadenas de autoservicio ya que lograron obtener las notificaciones sanitarias.

    En Quito y sus alrededores se desarrollan ferias orgánicas y artesanales todas las semanas en la Floresta, el parque La Carolina, el barrio del Quito Tenis, el parque de Cumbayá, entre otros puntos.

    El proceso de registro debe hacerse durante el desarrollo del producto

    Los emprendedores deben enfrentar la decisión de formalizar sus procesos para crecer como empresas. Uno de los retos es conseguir la notificación sanitaria. Sin embargo, con el asesoramiento debido el proceso no debería tardar más de 15 días.

    Aquellas iniciativas con productos de los sectores de medicamentos, cosméticos, alimentos, plaguicidas, productos naturales (uso medicinal), entre otros están obligados a tramitarlo.

    Como explica Germán Robayo, consultor de Asesores Regulatorios, antes de iniciar el proceso es importante saber a qué norma corresponde el producto.

    Su empresa se dedica tramitar las notificaciones sanitarias para productores. “Principalmente las personas se demoran porque no lograr definir el producto y no lo colocan dentro de una norma del Instituto Ecuatoriano de Normalización (INEN) específica”, agrega.

    El problema de no revisar previamente los requerimientos es que al momento de ingresar y realizar las pruebas de laboratorio, estás salen rechazadas y el proceso se alarga y encarece.

    Un caso común que encuentra Robayo es cuando en productos alimenticios, los emprendedores suelen utilizar aditivos o ingredientes que no está permitidos por la norma. Esto hace que al momento de enviar al laboratorio les rechacen automáticamente.

    Por esta razón, Robayo explica que es imprescindible contar con un asesor especializado que conozca previamente el código y la normativa.

    Para Natú, empresa de cosméticos naturales, el proceso tomó tres meses. Con el asesoramiento de un laboratorio de cosméticos, Carmen Borja, gerente de la empresa, logró agilitar el proceso. En promedio considera que cada certificación sanitaria le costó USD 1 200 más USD 500 por el asesoramiento.

    “Me sorprendió que fuera un proceso tan ágil. Estaba preocupada por lo que me habían dicho y cinco años había intentado para otra marca y era muy complicado”, agrega Borja.

    De su cartera de productos, dos de tres cuentan ya con notificación sanitaria. El último, un bloqueador solar, está en proceso y pruebas en el laboratorio.

    Para los creadores de Stevia Kinú, el proceso no fue tan fácil. Stalin Gómez, gerente comercial de la empresa, recuerda que el proceso fue ingresado en septiembre del 2015 y hasta el momento no concretan la notificación sanitaria. Los análisis microbiológicos ya fueron aprobados y están a la espera de que Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa) les apruebe.

    Los emprendedores producen y comercializan mermeladas naturales endulzadas con estevia. De sus cinco sabores, debido a los costos, tuvieron que escoger dos para obtener el registro sanitario.

    En promedio los costos que han incurrido bordean los USD 1 500 por presentación. Aparte de que las adecuaciones solicitadas para la planta de producción costaron aproximadamente USD 2 500, a pesar que el espacio es arrendado.

    “Uno de los obstáculos más grandes ha sido la falta de asesoría al momento de presentar el producto”, explica Gómez. Los tres creadores son todos ingenieros comerciales entonces no poseían el conocimiento en ingeniería de alimentos para poder elaborar ni presentar los productos con los requerimientos necesarios.

    Para esto tuvieron que contratar un consultor externo que les guió en el proceso. “Según lo que nos informaron tenemos que esperar 15 días más para que Arcsa nos apruebe finalmente”, agrega Gómez.

    Los emprendedores consultados coincidieron que el proceso se puede complicar cuando no reciben una retroalimentación clara o cuando deben realizar varias correcciones a las solicitudes presentadas. Por esta razón se recomienda que previo al desarrollo del producto ya exista una asesoramiento para evitar problemas a futuro.

    Foto: Vicente Costales / LÍDERES Los cosméticos de Natú se producen en una planta ubicada en el norte de Quito .
    Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Los cosméticos de Natú se producen en una planta ubicada en el norte de Quito .
  • Los alimentos y los bosques crecen juntos

    Agencia IPS

    Mientras América Latina sigue talando sus bosques para expandir su frontera agrícola, uno de sus países, Costa Rica, lleva décadas remando en sentido contrario, y ahora representa un modelo de convivencia entre producción de alimentos y conservación de su masa forestal.
    El informe sobre El Estado de los Bosques del Mundo, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), revela que 70% de la deforestación de la región fue para dar paso a la agricultura comercial, entre 2000 y 2010.

    “Eso mismo que la FAO menciona que ocurre en países latinoamericanos, que deforestan para hacer espacio para cultivos agrícolas y ganadería, Costa Rica lo vivió en la década de los 70 y los 80”, explicó a IPS el director del costarricense Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo), Jorge Mario Rodríguez.

    En su punto máximo de deforestación, en la década de los 80, la cobertura boscosa de este país centroamericano se limitó a tapizar solo entre 21 y 25% de su superficie. Ahora, los bosques cubren 53% de los 51 100 kilómetros cuadrados de la superficie del país, donde viven cinco millones de habitantes.

    Aún más, el país ha logrado contener y repeler la frontera agrícola mientras ha elevado los niveles de seguridad alimentaria, según la FAO, que señala que Costa Rica mantiene un nivel de subalimentación menor a cinco por ciento, que la organización considera como “cero hambre”.

    “Aquí hablamos de que hay una lección aprendida: no es necesario talar los bosques para producir más alimentos”, señaló a IPS el director de la FAO en Costa Rica, Octavio Ramírez.
    Pese al incremento en cobertura forestal, la FAO señala que el valor medio de la producción de alimentos por persona aumentó 26% entre los periodos 1990-1992 y 2011-2013.

    La organización atribuye la mejoría boscosa a “los cambios estructurales realizados en la economía y la prioridad otorgada a la conservación y la gestión sostenible de los bosques”, que se traducen en una coyuntura socioeconómica específica que las autoridades costarricenses supieron aprovechar. “Tiene que ver un poco con la crisis de ganadería de esos años pero también el Estado costarricense le da prioridad al manejo de los bosques”, apuntó Ramírez.

    En el Estado de los Bosques, lanzado el 18 de julio, la FAO explica que durante gran parte del siglo XX los bosques costarricenses se consideraban “bancos de tierra”, que podían utilizarse según fuera necesario para satisfacer las necesidades agrícolas. “Era una mala acción el hecho de no botar (talar) el bosque. Era un sinónimo de vago o de no trabajar la tierra”.

    Pero en los años 80, dos factores se aliaron a favor de la protección forestal, según el economista ambiental Juan Robalino. Los precios de la carne se desplomaron y el turismo ecológico empezó a abrirse paso como una actividad de peso en el país, explicó el especialista de la Universidad de Costa Rica y del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza.

    “Esto abrió posibilidades para generar políticas interesantes como el programa de Pago por Servicios Ambientales (PSA) “, dijo Robalino, uno de los académicos que más ha estudiado el tema.

    El estudio de la FAO atribuye gran parte del éxito precisamente al PSA, un reconocimiento financiero por los servicios ambientales generados en las actividades de conservación y manejo de bosque, reforestación, regeneración natural y sistemas agroforestales.

    El objetivo del programa es mejorar la productividad de los cultivos respetando los recursos naturales propios de la zona. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    El objetivo del programa es mejorar la productividad de los cultivos respetando los recursos naturales propios de la zona. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Las algas son fuente de empleo y de innovación

    Orlando Milesi, IPS  (I)

    Las algas marinas, un alimento rico en nutrientes que estuvo presente en la dieta regular de varios pueblos originarios de América del Sur, aparecen ahora como una alternativa en la búsqueda de garantizar la seguridad alimentaria de América Latina y otorgar empleo a miles de habitantes de las zonas costeras de la región.

    “Trabajo en las algas desde los cinco años. Ahora tengo 50. Tengo un patrón a quien siempre le vendo y quien, según dice, las usa para hacer cremas y plástico”, cuenta la alguera Zulema Muñoz, en el pueblo costero de Matanzas, a 160 kilómetros al sureste de Santiago de Chile, sobre el océano Pacífico.

    Las algas marinas se han utilizado como alimento humano desde la antigüedad, especialmente en China, la península de Corea y el Japón. Al emigrar a otras regiones, los naturales de esos países han llevado su uso a sus nuevos países, por lo que pueden encontrarse productos a base de algas saladas, desecadas y frescas en casi todas las partes del mundo.

    Según cifras de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cada año en el mundo se recogen unos 25 millones de toneladas de algas marinas y otras algas para su uso como alimento, en cosméticos y fertilizantes, además de procesarse para extraer espesantes o utilizarse como aditivo para piensos.

    La FAO añade que la acuicultura marina, especialmente de algas y moluscos, contribuye a la seguridad alimentaria y al alivio de la pobreza, pues la mayoría de sus productos se obtienen con actividades pesqueras que van de pequeña a media escala.

    Zulema Muñoz sale del mar cargando dos matas de algas de la variedad cochayuyo, que acaba de arrancar de las rocas a las que se adhiere, en la costa del océano Pacífico. Foto: Orlando Miles / IPS
    Zulema Muñoz sale del mar cargando dos matas de algas de la variedad cochayuyo, que acaba de arrancar de las rocas a las que se adhiere, en la costa del océano Pacífico. Foto: Orlando Miles / IPS

    América Latina, una región de 625 millones de personas, con más de 34 millones de ellas padeciendo hambre según cifras de la propia FAO, países como Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Perú y Venezuela, han explorado la producción de algas marinas.

    En Chile, “estudios llevados a cabo en Monte Verde (región de Los Lagos, 800 kilómetros al sur de Santiago), demostraron que allí, en uno de los primeros asentamientos humanos de América, las personas incorporaron en su dieta algas marinas”, explicó Erasmo Macaya, investigador principal del Laboratorio de Estudios Algales de la chilena Universidad de Concepción

    Áxel Manríquez, chef ejecutivo del hotel Plaza San Francisco, en Santiago, asegura que en la actualidad existe “un reencantamiento con las algas, sobre todo porque los veganos consumen muchas”.

    Recuerda que en la cocina peruana, “producto de su mestizaje con China, de su influencia, ha incorporado algas en su cocina Chifa. En Chile solo tenemos influencia china en el norte y por eso nuestras algas se van todas para Asia”.

    Las algas “son sumamente potentes: tienen muchos nutrientes y, además, son un producto muy sano porque su salinidad es regulada por el océano. No tienen exceso de sal y, además, se pueden consumir crudas o cocidas. Nos ayudan en nuestro metabolismo y a incorporar yodo. Los asiáticos no padecen hipertiroidismo porque consumen muchas algas”, destaca el experto culinario.

    Chile posee más de 700 especies de macroalgas marinas descritas, de las que solo 20 especies son utilizadas comercialmente. “Desafortunadamente los estudios sobre biodiversidad y taxonomía son muy escasos y también reciben poco financiamiento”.

    Otras investigaciones en curso, dice, permitirán incrementar el valor agregado de las algas convirtiéndolas en biocombustibles, bioplásticos, productos con aplicaciones en biomedicina, entre otros, una tendencia que cobra relevancia a escala mundial.

    Durante las últimas décadas, la demanda ha crecido más deprisa que la capacidad para satisfacer las necesidades con las existencias de algas naturales.

    En Chile, de las 430 000 toneladas de algas extraídas en 2014, 51% correspondió a huiro negro o chascón. Si se suman otras dos especies de algas pardas, la huiro palo y la huiro totalizan 71% de toda la biomasa que se extrae.“Esto es muy preocupante considerando que todas estas especies cumplen roles ecológicos tremendamente relevantes, forman bosques submarinos que albergan una alta y rica biodiversidad”, alerta Macaya.

    Para hacer frente a ese problema, el Gobierno chileno impulsó una ley de Bonificación de Cultivo y Repoblamiento de Algas, que compensará a los pequeños algueros (pescadores artesanales y o microempresas) con el objetivo de aumentar el cultivo y la cosecha de algas y, de paso, reconvertir laboralmente a muchos trabajadores.

    El uso de las algas es actualmente cotidiano aunque muchos no lo advierten: productos de uso diario como pasta de dientes, champús, cremas, jaleas, leche, remedios, incluyen entre sus compuestos algunos elementos derivados de algas, llamados ficocoloides, como carragenina, agar y alginatos. También están presentes en la alimentación, por ejemplo con el nori, alga japonesa utilizada para la preparación del sushi.

    Las algas sirven como alimento y son usadas en distintos platos asiáticos. Foto: IPS
    Las algas sirven como alimento y son usadas en distintos platos asiáticos. Foto: IPS
  • Expertos llaman a definir mejor los desperdicios de alimentos para reducirlos

    Agencia EFE

    Relacionadas

    Una definición más clara de los desperdicios y las pérdidas de alimentos ayudará a medirlos con el fin de reducirlos, explicó hoy a Efe una experta del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI).

    La especialista Simla Tokgoz afirmó que están elaborando una nueva metodología en varias regiones del mundo para medir los desperdicios y las pérdidas «potenciales» a lo largo de toda la cadena de valor en productos básicos como el maíz, las judías, el arroz, las patatas y la yuca.

    «Falta trabajo por hacer para llegar a una definición científica en todos los aspectos», afirmó Tokgoz tras participar en un acto paralelo a la Conferencia para Europa de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que se celebra en Turquía.

    Según la FAO, las pérdidas se refieren a la disminución de alimentos comestibles en las etapas de producción, cosecha y procesamiento de su cadena de suministro, mientras que los desperdicios ocurren al final del proceso, principalmente en su venta y consumo.

    Sin embargo, según un reciente informe del IFPRI, persisten muchas diferencias sobre la forma de emplear esa terminología, lo que dificulta el análisis de la cuestión.

    De este modo, las definiciones más comunes no incluyen pérdidas anteriores a la cosecha como las originadas por las pestes, ni los cultivos que no se recogen cuando su precio baja rápidamente, puesto no son rentables.

    Tampoco se toman en cuenta los cultivos que no producen alimentos por la falta de bienes agrícolas o tecnología, como explica ese centro de investigación con sede en Washington.
    Además, sostiene que los datos agregados de países y grandes empresas a lo largo de toda la cadena pueden ser efectivos, pero no proporcionan datos de calidad y representativos en casos de países de ingresos medios y bajos, o en determinadas etapas del proceso.

    Por el contrario, un análisis al detalle aporta información más específica, pero es más costoso y difícil de comparar, apunta el IFPRI, que añade que las estimaciones sobre pérdidas y desperdicios varían del 27 % al 32 % de los alimentos producidos a nivel global.

    La agenda de desarrollo de la ONU para 2030 incluye la necesidad de reducir a la mitad los desperdicios de alimentos per cápita a nivel mundial, así como disminuir las pérdidas durante la producción y la cadena de suministro, incluidas aquellas posteriores a la cosecha.

    Se calcula que 1.300 millones de toneladas de alimentos se pierden o se desperdician al año en el mundo, lo que supone un tercio de la producción total para el consumo humano.

    A instancias de los países del G20, la FAO y el IFPRI presentaron el año pasado una plataforma en internet para mejorar la cooperación en la medición y reducción de las pérdidas y los desperdicios de alimentos, contribuyendo así a la seguridad alimentaria.

    Imagen referencial. Se calcula que un tercio de la producción total para el consumo humano se desperdician al año en el mundo. Foto: Francisco Flores / EL COMERCIO
    Imagen referencial. Se calcula que un tercio de la producción total para el consumo humano se desperdician al año en el mundo. Foto: Francisco Flores / EL COMERCIO
  • 18 mujeres emprenden con buena sazón

    Cristina Márquez  (F)
    F-Contenido intercultural

    Relacionadas

    La música de Julio Jaramillo suena en la cocina de la Asociación Sumak Micuykuna Karanakuy cada vez que se inicia una nueva jornada de trabajo. Las risas, las bromas y los secretos culinarios heredados por las abuelas también son parte del ambiente.

    Las socias de esa agrupación son 18 amas de casa de Riobamba, Chambo, San Juan y Gatazo. A ellas las unió la necesidad de aportar económicamente a su hogar después de que perdieran sus empleos en diversas instituciones educativas, centros de cuidado infantil y fundaciones, en el 2012.

    “Pensábamos que por nuestra edad nadie nos iba a contratar. Estábamos muy tristes”, recuerda Gloria Bonifaz, administradora de la microempresa.

    Las mujeres, de entre 42 y 58 años, se conocieron en una capacitación dictada por el Instituto de Economía Popular y Solidaria (IEPS). El objetivo del taller era analizar las capacidades y potencialidades de cada una para promover la integración de emprendimientos comunitarios.

    Fue entonces cuando descubrieron que la asociatividad y la buena sazón eran una oportunidad para emprender. Los conocimientos que adquirieron en la capacitación sobre manejo administrativo de empresas, higiene alimentaria, salud y nutrición, se convirtieron en su primer capital.

    Cuando el emprendimiento se oficializó en febrero del 2014, ninguna estaba en posibilidades de aportar un capital monetario. Por eso contribuyeron con las hortalizas y legumbres de sus huertos familiares, las ollas y otros utensilios de sus propias cocinas, entre otros materiales, para iniciar un servicio de bufé.

    De hecho, esa iniciativa inspiró el nombre de la agrupación. Sumak Micuykuna Karanakuy es un término kichwa que significa, buena comida y buena alimentación, y está relacionado con la idea de ofertar comida sana y deliciosa para eventos institucionales, refrigerios para niños, talleres.

    Toda la comida del menú está pensada en la nutrición y en el uso de los productos ancestrales como la quinua, la oca, el chocho y los cereales andinos, que “mantenían fuertes a los abuelos para las tareas del campo”, pero con un toque gourmet para atraer a las nuevas generaciones.
    Los productos estrella son los que se recogen en las huertas orgánicas de sus comunidades, y se complementan con frutas y verduras frescas que adquieren de otros agricultores. Los desayunos, almuerzos y refrigerios nutritivos son su especialidad.

    “No teníamos capital cuando empezamos a ofrecer nuestros servicios. Cada una tuvo que aportar con sus ahorros y sacar pequeños préstamos cuando tuvimos nuestro primer pedido”, cuenta Bonifaz.

    Los 40 niños de un centro infantil fueron los primeros clientes. El desafío para las amas de casa fue convertir un listado de vegetales en platos atractivos a la vista y de excelente sabor para agradar a los pequeños.

    Las recetas de cocina que probaron tuvieron tanto éxito que después de unos meses, recibieron pedidos de más centros educativos. Hoy, ellas proveen cuatro comidas diarias a 200 niños de Riobamba y Chambo.

    Las mujeres se organizaron en comisiones para realizar las compras, planificar el menú diario y para las diversas tareas de cocina. Todas colaboran por turnos en varias funciones.

    Narciza Manzano, de 51 años, es la encargada de la nutrición. “Nunca nos imaginamos que después de estar desempleadas, nos convertiríamos en nuestras propias jefas. Es como un sueño hecho realidad”.

    Para las emprendedoras, equipar mejor su cocina para incrementar el menú de servicios es la principal prioridad. Por eso, ahorran la mayor parte de sus ingresos para reinvertir en menaje de cocina, como ollas, vajilla, cuchillos y otros implementos. Otro objetivo es capacitarse en alta cocina para ampliar y ofrecer banquetes.

    Más información
    Las emprendedoras
    Reciben el salario básico cada mes. El resto de sus ingresos se reservan en una cuenta de ahorros.
    Los insumos
    Los productos que utilizan para sus comidas son orgánicos y se cosechan en los páramos de la provincia.
    Los precios
    El servicio de catering cuesta entre USD 2,50 y 5, por persona. Se ofrece desde cafetería, bocaditos y refrigerios ligeros hasta almuerzos y platos fuertes.
    Planes
    Piensan en una empresa grande y crear fuentes de empleo para más personas.

    Laurita Ichiglema, Gloria Bonifaz, Elsa Narváez, Juana Huebla y Narciza Manzano pertenecen a la Asociación. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Laurita Ichiglema, Gloria Bonifaz, Elsa Narváez, Juana Huebla y Narciza Manzano pertenecen a la Asociación. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • Una notificación reemplaza al Registro Sanitario de alimentos procesados

    Pedro Maldonado

    Relacionadas

    El trámite para solicitar y recibir un registro sanitario para alimentos industrializados cambió. Tras la aprobación de la Ley de Alianzas Público Privadas, se establece que los registros sanitarios para estos productos sean reemplazados por notificaciones sanitarias que entrega Arcsa. Este cambio está vigente desde el 18 de diciembre pasado, fecha en la que la Ley se publicó en el Registro Oficial.

    Desde ese día, la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa) ha emitido entre 200 y 300 notificaciones a la semana. El director ejecutivo de Arcsa, Giovanni Gando, explicó que la notificación es por producto y tiene una validez de cinco años, por lo que es necesario renovarla. De esta manera, los alimentos procesados en lugar de mostrar el código del Registro Sanitario ahora enseñarán el código de la notificación o de buena práctica de manufactura (BPM).

    Entre los principales efectos de esta modificación a la normativa están la documentación y el tiempo. Obtener un Registro Sanitario tomaba meses o años, pero ahora el tiempo para obtener la notificación será de días.

    La obtención de la notificación sanitaria se realizará con base en el perfil de riesgo del alimento procesado. Para alimentos de riesgo alto, como leche pasteurizada, quesos, gaseosas, cárnicos, entre otros, se realizará la revisión documental y técnica de la información suministrada por el solicitante; en el caso de observaciones en la revisión, el usuario dispondrá de 15 días laborables para corregir las observaciones.

    Para alimentos de medio y bajo riesgo (leche en polvo, bebidas hidratantes, frutas deshidratadas, entre otros), únicamente se realizará una recepción de los requisitos establecidos por la Arcsa, quedando el tiempo para la obtención en máximo cinco días (correspondiente al palzo para el pago de la tasa correspondiente).

    Los valores de las notificaciones varían según el tamaño del negocio. Una empresa artesanal debe pagar USD 104,53; una pequeña industria deba cancelar 340,43 y una industria paga USD 714,72, según información publicada en la página web de Arcsa.
    Además, ahora Arcsa cumplirá controles en las plantas de producción de alimentos, así como en supermercados, tiendas y otros puntos de venta.

    El director ejecutivo de Arcsa, Giovanni Gando, y el representate de los fabricantes de alimentos y bebidas, Cristian Wahli. Foto: Cortesía
    El director ejecutivo de Arcsa, Giovanni Gando, y el representate de los fabricantes de alimentos y bebidas, Cristian Wahli. Foto: Cortesía
  • La competitividad es el reto para el sector avícola

    Sofía Ramirez

    redaccion@revistalideres.ec (I)

    La competitividad y mantener los mismos volúmenes de producción similares a los del 2014 y 2015 son los desafíos que tiene que enfrentar el sector avícola en este 2016. El año pasado esta actividad productiva se vio afectada por las devaluaciones de las monedas de los vecinos Perú y Colombia.

    Además, el precio nacional del maíz, que este año está a USD 14,90 por quintal, sigue siendo más alto que el valor internacional, con el que trabaja Colombia, por ejemplo a un valor entre USD 11 y 12. Estos precios limitan la competitividad del país, según la Corporación Nacional de Avicultores del Ecuador (Conave).

    A estos factores se suma el desafío de continuar con los mismos indicadores de crecimiento de la producción avícola, que anualmente es de 220 millones de pollos, frente a proyecciones de una posible reducción del consumo derivada de la crisis económica.

    Aunque el gremio no precisa a cuánto descendería el decrecimiento en el consumo de aves, señala que en un escenario en el que el ecuatoriano tendría menos poder adquisitivo, se prevé la compra de productos de menor precio y menor valor nutricional.

    A este panorama también se suma la posible llegada de los fenómenos naturales, como El Niño; en el caso de que su impacto sea fuerte, la producción avícola también se puede ver afectada por inundaciones en las zonas de producción, escasez de granos y materias primas, y cambios de clima.

    El gremio todavía no presenta el balance general de la producción correspondiente al año pasado. Sin embargo, la actividad avícola en los últimos 25 años registró un crecimiento de 400%.

    Víctor Calahorrano, gerente de Marketing y Compras de la empresa Avícola Fernández, ubicada en Guayaquil, menciona que en su portafolio también se incluye a la producción porcina. Pero el sector avícola se lleva la mayor parte del pastel con un 60%.

    En el segundo semestre del 2015 se evidenció una sobreoferta de pollos del 25% a escala nacional, menciona Calahorrano. Esto, debido a la recesión que atraviesa el país, lo que afectó al consumo de pollo en los hogares, desde septiembre pasado.

    Pese a este escenario, Avícola Fernández logró un crecimiento del 8%, en el 2015. Ese resultado se produjo porque la firma implementó estrategias como promociones y descuentos a los productos que se ofertan en los ocho supermercados de la misma compañía, ubicados en Guayaquil y La Libertad (Santa Elena).

    Además Avícola Fernández se enfocó en la distribución a sus clientes corporativos, como cadenas de hoteles, entre otros.

    En este año, la firma trabajará en las adecuaciones tecnológicas para sus 20 granjas. Lo que forma parte de sus estándares de calidad y buenas prácticas de manufactura (BPM), dice Calahorrano.

    Para Bioalimentar, empresa localizada en Ambato, en cambio, el año pasado dejó un decrecimiento en número de aves del 5,79%. El contrabando, pese a los esfuerzos de las autoridades por controlarlo, sigue siendo un dolor de cabeza; además, de las devaluaciones de monedas externas como el peso de Colombia.

    Por ahora, Bioalimentar se concentrará en mantener su producción, que anualmente es de tres lotes al año, de 32 000 y 34 000 aves en promedio. Para conseguir estas cifras, la compañía desde el 2013 implementó galpones automáticos, que les ayuda a cumplir con los estándares de calidad.

    En Avitalsa, la estrategia de cara al 2016 será ofrecer a los consumidores los productos con valor agregado. Este año, ofertará nuevas presentaciones del pavo entero y por presas. Este mecanismo le ayudará a tener un crecimiento sostenible. El año pasado, pese a que el mercado se contrajo y a que los precios de venta fueron un 10 a 15% inferiores al costo de producción, la avícola registró un aumento en ventas del 17%, señala Manuel Acosta, gerente general.

    Lo que ayudó a conseguir estos resultados positivos, dice, fue la implementación de esquemas de producción exigentes, que no solo beneficiaron a la firma, sino también a sus aliados estratégicos.

    Para otras firmas como Pronaca, el principal reto será incrementar su producción e innovación en su portafolio de alimentos. Ese objetivo va de la mano con la misión corporativa de ofrecer buena alimentación, con productos sanos, señalan sus ejecutivos.

    Pronaca tiene su planta de producción de aves en Santo Domingo. Las empresas que participan  en este segmento del mercado definen estrategias de cara a un año 2016 complejo. Foto: Juan Carlos Pérez/ para LÍDERES.
    Pronaca tiene su planta de producción de aves en Santo Domingo. Las empresas que participan en este segmento del mercado definen estrategias de cara a un año 2016 complejo. Foto: Juan Carlos Pérez/ para LÍDERES.