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  • Grupo Solintoil hace químicos para petroleras

    Mayra Pacheco

    (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

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    La poca oferta de químicos producidos en Ecuador para la industria petrolera representó una oportunidad para Diana Riofrío y Galo Robalino. Esta pareja de emprendedores, que se conoció en la universidad, conformó en marzo del 2014 el Grupo Solintoil.

    Esta firma, constituida por Solintoil, Incopeb y Pulverizados Andinos, se dedica al desarrollo, producción y comercialización de químicos para la industria petrolera. La marca cuenta con alrededor de 60 productos.

    Entre estos se encuentran inhibidores, encapsulantes, densificantes, adelgazantes, desengrasantes, asfalto sulfonado, anticorrosivos y otros. Estos se emplean para, con ayuda de maquinaria especializada, estabilizar el pozo petrolero y extraer el crudo.

    Los químicos que se utilizan dependen de cada pozo petrolero. Por esto, el Grupo Solintoil desarrolla las formulaciones considerando las necesidades de sus clientes.

    Para ofrecer esta alternativa fue clave la experiencia adquirida en el sector público y privado por Robalino y Riofrío. Ellos son ingenieros de la Facultad de Ingeniería en Geología, Minas, Petróleos y Ambiental de la Universidad Central del Ecuador (Figempa). En este ámbito conocieron más de cerca la industria petrolera. Sus vínculos también se estrecharon. Pasaron de ser compañeros a esposos y ahora son socios.

    Al inicio de sus trayectorias, mientras cumplían con sus jornadas de trabajo, Robalino empezó a fines del 2013 a buscar nuevas opciones. Primero, se dedicaba a la compra de carbonato de calcio, un producto que se usa en la industria petrolera, para revenderlo.

    Después de desempeñarse de esta manera durante unos meses, este emprendedor se enfocó de lleno en su propia empresa, Grupo Solintoil.

    Para este emprendimiento invirtieron inicialmente USD 40 000. Confiaban en que tendrían aceptación, porque de la experiencia obtenida conocían que la mayoría de los productos era importada.

    Esta situación fue una ventaja para comercializar los productos de Grupo Solintoil, porque a diferencia de los importados, los elaborados nacionalmente eran más asequibles. Pero lo más destacable es que estaban en condiciones de ofrecer químicos en función de las características de cada proyecto hidrocarburífero.

    Alex Zea, coordinador general de Fluidos de Sinopec, cuenta que trabaja con Grupo Solintoil hace cuatro años. En este período ha evidenciado que estos productos tienen la opción de ser modificados y además brindan asesoría técnica. “Me llamó la atención esta oferta, porque esta industria es dinámica y requerimos cambiar o mejorar las formulaciones”. En promedio, Sinopec destina alrededor de USD 500 000 al mes para comprar químicos.

    En total, Grupo Solintoil cuenta con tres grandes clientes. El desarrollo de los químicos se hace con base en formulaciones. En estos procesos se emplean materias biodegradables y no se utilizan sustancias controladas. La planta donde se hacen estas combinaciones está en Latacunga, en la provincia de Cotopaxi.

    Techbiodeg, firma aliada de Grupo Solintoil, refiere que desde el 2015 entregan químicos de manera periódica. Estos son bajos en toxicidad y no tienen sustancias peligrosas.

    De toda la línea de productos del Grupo Solintoil, el 90% se desarrolla localmente, y el resto se importa. En total, se cuenta con 15 proveedores.

    La elaboración de las etiquetas y material gráfico está a cargo de Da Vinci corporación gráfica, desde hace tres años. En promedio, cada mes se entregan unas 3 000 etiquetas.

    Una vez que los productos están listos, se trasladan en camiones a Tena, en la provincia del Napo. En esta ciudad se cuenta con una bodega para distribuirlos a las diferentes petroleras que operan en el Oriente.

    Los productos se entregan en grandes cantidades. Se emplean tanques de 1 000 litros para los químicos líquidos; los que son en polvo se comercializan por toneladas. El precio varía según el producto y cantidad. En el 2018 facturaron USD 4,5 millones.

    La cobertura es nacional. Los pedidos se hacen en la oficina principal, ubicada en el norte de Quito.

    En el mediano plazo las metas de este grupo son exportar y diversificar la oferta. Robalino y Riofrío quieren abastecer de productos químicos a otras industrias como la minera, que está en pleno desarrollo. También dotar de productos al sector agrícola e industrial.

    Las cifras

    90 días es el plazo que se acuerda con los clientes de esta empresa para efectuar los pagos.

    72 horas es en promedio el plazo para la entrega de ciertos químicos. En otros la entrega es inmediata.

    400 mil dólares fue la primera facturación del Grupo Solintoil, en el 2014. Desde entonces han tenido un crecimiento sostenido.

    2 personas empezaron con este emprendimiento. Actualmente, se cuenta con 25 trabajadores.

    Diana Riofrío, directora de Operaciones; y Galo Robalino,  director ejecutivo, están al frente del Grupo Solintoil. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Diana Riofrío, directora de Operaciones; y Galo Robalino, director ejecutivo, están al frente del Grupo Solintoil. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Carne para el sector corporativo

    Carolina Enríquez (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Las buenas prácticas de manufactura son el eje de la industria D’Carnes Cool. En esta se procesa y comercializa res, cerdo y borrego.

    Se trata de una empresa que la lideran Pedro Portilla y su esposa Paulina Ayala. Su origen se remonta a 1996, cuando la pareja decidió que era necesario dar un giro al manejo de la carne; ambos consideraban que muchos negocios pequeños de este sector trabajaban de manera informal.

    Conocían la actividad debido a que los padres de Ayala tenían un emprendimiento en esa línea. Sin embargo, optaron por la industrialización y la venta directa a empresas.

    La inversión inicial fue de 25 millones de sucres, para comprar equipos, y desarrollar la planta. Sus primeros cuatro clientes fueron firmas de los sectores de catering aéreo y petrolero, así como restaurantes.

    “Nos pusimos un reto personal. Comenzamos a trabajar con empresas que tenían altos niveles de exigencia. Eso nos confirmó que el negocio de procesamiento de carnes debía perfeccionarse y apegarse a normas”, comenta Portilla. Desde el inicio, se aplicaron prácticas de inocuidad, respeto de la cadena de frío, entre otras políticas de trabajo.

    La planta se ubica en el sector de La Tola Baja, en el centro de Quito. Las instalaciones se encuentran equipadas y tienen señalización de normas de seguridad industrial.

    Desde hace cinco años, la empresa cuenta con la certificación de Buenas Prácticas de Manufactura. Hoy está en proceso para obtener Haccp.

    La carne la recibe de proveedores que llevan el ganado a la Empresa Pública Metropolitana de Rastro de Quito. Desde el momento en que se recibe el producto, se cumplen altos estándares de cuidado.

    La mayor parte de la carne que procesa la empresa se comercializa bajo pedido de las empresas. D’Carnes Cool tiene un portafolio de 100 clientes entre los que están compañías de catering, hoteles, instituciones militares, hospitales, restaurantes, etc.

    Uno de estos últimos es Casa Warmi, de tipo agroecológico. El chef Nelson Hernández explica que el sitio compra productos de los Portilla desde hace tres años. “Es una excelente carne, tiene un proceso adecuado de manejo en toda la cadena”.

    Una opinión similar es de la de Eduardo Páez, integrante de Bocadillo, una cafetería ubicada en el centro comercial San Luis Shopping. “Buscamos por mucho tiempo una empresa que nos provea de carnes y, al final, mi hijo, uno de los dos propietarios de este negocio familiar, la halló. En lo que es costillas, lomos, cerdo, etc., el único lugar con calidad y precio competitivo que destacamos es este. Son productos de lo mejor. La atención y puntualidad son de primera”.

    Clientes como él prefieren acudir a retirar el producto en las instalaciones de la propia planta. En el sitio hay un área para cargar los pedidos.

    Pero, en general, los productos se los distribuyen a las empresas en transportes equipados. La ubicación de la procesadora, en un sitio estratégico, permite que la carne llegue con rapidez al norte, sur, centro y valles.

    Dentro de las instalaciones de la industria cárnica, del lado de la calle Dolores Sucre, hay un punto de venta. Allí se comercializan diferentes cortes entre los que están picaña y salón. Asimismo, hay productos para la preparación de asados y parrilladas.

    D’Carnes Cool también produce y vende sus embutidos, hechos con una receta de su creación. Se trata de dos tipos de chorizo: argentino y ambateño. Asimismo, en el punto de venta se ofrece pollo, aceites, algunos sazonadores y productos listos para la sartén, adobados también con ingredientes propios, entre los que están las hamburguesas.

    “Es práctico, principalmente para quienes tenemos muchas actividades”, dice el ama de casa, Lucía Silva.

    La venta es personalizada. Los clientes escogen el producto y el volumen que necesitan; se entrega empacado al vacío y etiquetado. El personal está capacitado para asesorar.
    A futuro, los propietarios buscan ampliar la planta de producción. Sin embargo, para ello, consideran, es importante capitalizarse más.

    “Queremos que nuestros clientes tengan en cuenta que la empresa con la que trabajan se preocupa siempre en crecer. No solo en lo que se refiere a infraestructura, sino también en certificaciones. Queremos una nueva planta que sea mucho más eficiente de la que ya tenemos”.

    El Gerente
    Pedro Portilla

    “Siempre debe existir inocuidad en el procesamiento y el servicio, eso es lo que nosotros ofrecemos. Con eso ganamos. Nosotros, como empresa, queremos ser un aporte para la sociedad. Eso logramos con buenas prácticas, pero también al ser generadores de puestos de trabajo. Queremos ser imagen, un ejemplo, una compañía que impulse a otras personas a emprender. Somos una compañía de tipo familiar”.

    Las cifras

    1 200 metros cuadrados tiene la superficie en la que se asienta la planta, el punto de venta, el área de parqueaderos y otra construcción, independiente, que es una vivienda.

    1 millón de dólares han invertido los propietarios para el mejoramiento y ampliación de la planta de producción.

    3 vehículos, equipados técnicamente para el transporte de la carne desde la planta a los clientes, tiene D’Carnes Cool. El respeto de la cadena de frío es fundamental.

    Una imagen del punto de venta de la empresa. Allí se ofrece cortes para todo tipo de preparación. La atención a los clientes es personalizada. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Una imagen del punto de venta de la empresa. Allí se ofrece cortes para todo tipo de preparación. La atención a los clientes es personalizada. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Ellos producen más de 80 alimentos deshidratados

    Evelyn Tapia

    Redactora (I)

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    En una época en la que el desperdicio de alimentos perecibles es un problema que va en aumento, Roberto Baldeón y Gabriela Dillon crearon un emprendimiento que busca reducir esa tendencia a través de la técnica de deshidratación de alimentos.

    “La deshidratación es una de las formas más antiguas usadas por el hombre para conservar los alimentos. Hoy en día ayuda a muchos negocios que tienen problemas al comprar productos en cantidades no adecuadas, que luego terminan dañándose”, explica Baldeón.

    Hace cuatro años, con una inversión de USD 6 000, en una casa arrendada en El Inca, en el norte de Quito, los emprendedores compraron un horno y pusieron en marcha Alimentaria Dibal, que ofrece productos deshidratados.

    Actualmente, Dibal tiene una variedad de 80 deshidratados, entre frutas y verduras, como naranjas, kiwis, piñas, mora, tomate, zanahoria y otros, que se comercializan al granel a restaurantes y negocios del sector de alimentos, que los usan para infusiones, postres, barras energéticas, etc.

    En sus primeros meses de funcionamiento el negocio tenía unos cinco clientes, hoy cuenta con 43 compradores en Quito, Guayaquil y Cuenca y tiene una facturación mensual promedio de USD 8 000.

    “Fuimos tocando puertas en restaurantes primero, mostrando los beneficios de los productos deshidratados, que son más fáciles de almacenar, que tienen más duración y que el sabor se potencia más con la deshidratación. Así, varias personas reemplazaron la fruta y el vegetal perecible por deshidratados”, cuenta Baldeón.

    Entre sus clientes está Angie Morales, dueña de la marca de infusiones Qantu. Ella cuenta que eligió a Dibal por la calidad, los precios y la seriedad de la empresa. “Son muy puntuales en la entrega, cuidan mucho la madurez de la fruta, lo que incide en su sabor y calidad. De sus productos, mi favorita es la piña”, señala.

    Al principio, recuerda Dilon, buscaban productos en los mercados, pero decidieron eliminar los intermediarios en la cadena y buscaron directamente a los productores, para estar seguros de que los insumos están libres de químicos. Esto, además, les permitió reducir costos y pagar un precio justo a los productores.

    Priscila Anaguano es una de los 17 proveedores de materia prima de Dibal. Trabaja con la empresa hace un año y les entrega pimiento morrón rojo, tomate y albahaca que se cultivan en el valle de Íntag (Imbabura). Al mes les provee de 240 kilos. “Nuestro producto es fresco y eso es lo que ellos exigen. Piden un producto sano, limpio, que esté bien tapado”, detalla.

    Con la buena acogida de la línea de deshidratados, los emprendedores decidieron hace dos años ofrecer además conservas y condimentos, que se comercializan bajo la marca Productos Serra.

    Actualmente, el 70% de sus ventas corresponde a los deshidratados y 30% a la nueva línea.
    Su producto estrella es el pesto, una pasta elaborada con tomates deshidratados, macerados en aceite de oliva y especias.

    En la línea de condimentos destacan el polvo de naranja y mostaza, el de limón con romero y el de cebolla con pimiento, que se puede usar para todo tipo de carnes.

    “Desarrollar esta línea ha sido un proceso de ensayo y error, porque no somos chefs o expertos, el único secreto es que nos gusta comer bien y somos exigentes en los sabores. Fuimos probando, experimentando y llegamos a esto”, menciona Dillon.

    Dillon trabajaba como administradora en un hostal y Baldeón es ingeniero en Sistemas.

    El siguiente paso del negocio es incrementar la producción y llegar a las cadenas de supermercados, porque actualmente Productos Serra se vende en tiendas especializadas y en ferias como Farmers Market, que se realiza los martes, sábados y domingos en el Paseo San Francisco.

    Este año invertirán USD 50 000, con lo que se mudarán a una planta más grande, ubicada en Calderón, con maquinaria que les permitirá duplicar su producción actual, que es de
    24 000 kilos mensuales. Esto les permitirá incrementar sus ventas en un 15%, calculan los emprendedores, además buscarán más proveedores.

    Gabriela Dillon y Roberto Baldeón fundaron este negocio. El emprendimiento comenzó con una inversión inicial de USD 6 000.
    Gabriela Dillon y Roberto Baldeón fundaron este negocio. El emprendimiento comenzó con una inversión inicial de USD 6 000. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • ¿Qué hacer si clonaron su tarjeta de crédito?

    Redacción Quito

    (I)

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    A Bolívar O. le pareció un error del banco. En su estado de cuenta apareció hace cerca de un año un cobro en un centro comercial en Miami, por USD 300.

    Este padre de familia tiene una tarjeta de crédito, pero la utiliza solo para compras dentro del Ecuador. Además, cuenta, la última vez que estuvo en Estados Unidos fue en el 2002.

    Enseguida se contactó con el emisor de su tarjeta de crédito para hacer la denuncia respectiva. La entidad verificó el movimiento de la tarjeta de crédito y, luego de unos días de espera, reembolsó a su cliente. Bolívar O. fue víctima de una clonación.

    Pablo Pérez, catedrático del área de finanzas en la Universidad San Francisco de Quito, detalla que cuando ocurre este delito el primer paso que debe hacer el afectado es comunicarse con el banco o el emisor y cerrar o bloquear la tarjeta. “Otra persona ya tiene acceso a la tarjeta y su clave y puede seguir comprando”.

    Este experto en finanzas personales señala que hoy en día los emisores de tarjetas de crédito utilizan servicios de mensajería para avisar al tarjetahabiente sobre sus consumos. Esto permite saber de un cobro no consentido o irregular.

    Una segunda acción que sugiere Pérez es acudir a la entidad financiera y hacer el reclamo respectivo ante el Defensor del cliente. Normalmente el banco da la razón al cliente, en especial si es una compra atípica”, como la que sufrió Bolívar O.

    Si el banco no presta ayuda se debe acudir a la Superintendencia de Bancos.

    Estos problemas pueden ocurrir con compras presenciales o en línea, en especial si se compra en el exterior. Bertha Romero, de la firma de educación financiera Aval, recomienda averiguar si la tarjeta de crédito cuenta con un seguro. “Algunos bancos permiten asegurar su tarjeta de crédito por un valor determinado al mes. En caso de algún tipo de hecho fraudulento, el banco devuelve un monto máximo de la pérdida”.

    Apenas la persona se da cuenta de ese cobro, tiene que cerrar o bloquear la tarjeta.
    Imagen referencial. Apenas la persona se da cuenta de ese cobro, tiene que cerrar o bloquear la tarjeta. Foto: Pixabay
  • El rompope de cacao cautiva a los clientes

    María Victoria Espinosa

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    Tecao es una microempresa chonense, que rescató el sabor del rompope tradicional manabita, y le agregó nuevos sabores de cacao y a café.

    Carlos Vera, propietario de Tecao, afirma que pese a que rehicieron la receta, el rompope no perdió su esencia ancestral.

    Esos dos productos tienen un ligero sabor a manjar manabita. De hecho, en la planta donde se realizan estos licores, se pueden percibir los olores a leche, canela, chocolate, café y manjar.

    Para dar con la fórmula correcta del nuevo rompope ,Carlos Vera y su esposa Evelia Chávez debieron hacer varias pruebas por más de dos meses. Cuando tuvieron la receta empezaron con una campaña de degustaciones a sus familiares y amigos. En una pequeña copa de plástico, le servían el licor.

    Los emprendedores relatan que además de la opinión sobre el producto, ellos se fijaban en las reacciones de las personas. “Si lo saboreaban, quería decir que les gustó. Pero si hacían caras, entonces había que modificar la receta”.

    En un café internet, Chávez hizo su primera etiqueta. Ella la diseñó, recortó y pegó en botellas de 200 mililitros (ml.).

    Las primeras ventas las hicieron a los clientes de su antiguo negocio. Hace nueve años, ellos vendían chocolate caliente, en unos coches en el centro de Chone.

    Vera recuerda con nostalgia esa época. Había días en los que solo vendía una o dos tazas del Chocolate de la abuela, como se llamaba su primer negocio.

    La pareja había invertido USD 5 000, que reunieron de las liquidaciones luego de dejar sus empleos en el sector privado.

    Ese dinero lo invirtieron en la compra de ollas y utensilios para cocina y de máquinas para tostar, moler y procesar el cacao, recolectado en la zona rural de Chone.

    También elaboraron unos triciclos con almacenamiento para transportar el chocolate caliente. Había días en los que el producto se vendía y las ganancias eran de hasta USD 30. Pero había temporadas en las que solo vendían USD 1, 50 y no les alcanzaba para pagarle a los proveedores. “Los clientes me decían que el producto era rico. Pero que debía innovar”.

    Ellos probaron con varios productos como helados y manjares de cacao, leche y café, pero no lograban obtener un producto con el que se sintieran satisfechos.

    Hasta que en 2015 empezaron a hacer rompope para el consumo familiar y ahí nació la idea de este nuevo producto.

    Cuando empezaban a posicionar este licor manabita, el terremoto del 16 de abril del 2016 afectó la planta y acabó con muchos negocios en los que ellos ya vendían el rompope de café y cacao.

    Para impulsar a los emprendedores manabitas, varias entidades gubernamentales empezaron a instalar ferias y ruedas de negocios. “Esas ferias fueron importantes porque nos permitieron conocer a empresarios y obtener un poco de dinero para pagar deudas y empezar a producir”.
    Desde la Prefectura de Manabí, les ayudaron a mejorar la presentación del envase, de la etiqueta y a obtener el registro sanitario.

    Durante los últimos dos años, Carlos y Evelia han asistido a ferias en más de 15 provincias.
    Eso les permitió ganar clientela en Cuenca. Loja, Guayaquil y otras. También en la cadena almacenes Tía y en gasolineras a escala nacional. Además, los pedidos también se receptan por las redes sociales. Cada mes, los emprendedores venden entre 1 500 y 2 000 botellas de los productos.

    Cuando no tienen feria, los fines de semana arman una carpa en el centro histórico de Guayaquil. Ahí no solo exhiben su producto sino que también le cuentan al consumidor anécdotas sobre el emprendimiento.

    Joaquín Zambrano es uno de los clientes de Tecao. Él señala que conoció el producto en las ferias hace un año. “El sabor es como el que hacían las abuelitas”.

    Hoy en día, Tecao cuenta con cinco productos, el rompope de café y el de cacao, una pasta de chocolate y una edición de licor con sabor a café y a cacao.

    Con los ahorros y un pedido de USD 5 000, que tuvieron para la Navidad del año anterior, lograron construir una nueva planta en el patio de su casa e invertir en nuevas máquinas. “Aún nos falta hacer una oficina de despacho, pero vamos poco a poco”.

    En la planta trabajan a diario cuatro personas para producir 150 litros de rompope. Pero para fechas especiales como Día de la Madre o Navidad deben contratar por horas hasta a 10 personas más para cumplir con los pedidos.

    De las ganancias de ventas- que sobrepasan las 1 000 botellas- y de las ferias, Carlos y Evelia han hecho una caja de ahorros para poder ayudar a los emprendedores manabitas a mejorar sus marcas o a patentar el producto. “Es una retribución a las ayudas que ha nosotros nos han brindado”.

    Evelia Chávez y Carlos Vera  elaboran rompope y licor de cacao y café, artesanalmente y con productos orgánicos.
    Evelia Chávez y Carlos Vera elaboran rompope y licor de cacao y café, artesanalmente y con productos orgánicos.
  • Con alimentos saludables atraen a los consumidores

    Giovanni Astudillo
    Editor (I)

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    Hace ocho años su familia buscaba alternativas para alimentarse sanamente y mejorar su salud. El emprendedor cuencano Marcelo García recuerda que, tras investigar, se encontraron algunas opciones, pero también se identificó que otras personas tenían el mismo objetivo.

    La familia optó por abrir un pequeño local en el Centro Histórico de la capital azuaya para vender jugos naturales que combinaban frutas con vegetales. Sus principales clientes fueron los jubilados extranjeros que empezaban a radicarse en Cuenca; el local se llamaba Live Green.

    Ellos fueron clave para el crecimiento del negocio porque hicieron recomendaciones para diversificar la oferta con el uso de moringa, chía, espirulina, cúrcuma o yogur griego.

    Posteriormente, la familia contrató a una nutricionista para que asesore en la elaboración de nuevas recetas de jugos y así cubrir las necesidades de los clientes.

    Eso atrajo a nuevas personas porque, además, coincidió con la tendencia de mejorar la salud mediante una comida sana, dice García. Este año la familia decidió cambiar el nombre a El Tokte para tener identidad en el mercado nacional y que sea atractivo para los extranjeros y ecuatorianos. Fue una sugerencia de Carmen Guillén, quien es abuela de García.

    El objetivo del negocio es ofrecer comida sana, que se comparta con la familia o amigos. Según García, antiguamente las personas se reunían para golpear los toctes, por ello el nombre se relaciona con este propósito.

    “Queremos regresar a nuestras raíces y promover el consumo de alimentos andinos. Buscar en la naturaleza alternativas para alcanzar un mejor estilo de vida”, señala el emprendedor, que se encarga de la administración.

    Además de una variedad de 20 tipos de jugos prensados al frío con frutas y verduras o batidos, este negocio ofrece almuerzos vegetarianos y veganos por un valor de USD 4. Incluye, sopa, plato principal, bebida y postre.

    De lunes a sábado reciben 70 comensales al día, en promedio. El 70% es ecuatoriano y el resto extranjero. Son jóvenes desde los 15 años hasta adultos mayores. Los batidos o jugos (16 onzas), por su parte, cuestan USD 3,50.

    Para la preparación de los almuerzos, dice García, cuentan con especialistas en comida tradicional, vegetariana y vegana. “La oferta es variada, por lo que no repetimos el mismo plato sino hasta después de tres meses”.

    Adicionalmente, comercializan 15 de los denominados superalimentos. Entre estos están cúrcuma, maca, moringa, acai, quinua, amaranto o espirulina. Venden en presentaciones desde 50 gramos hasta una libra.

    El Tokte también cuenta con sal del Himalaya, aceite de coco, harinas libres de gluten, vinagre de manzana, especerías, frutos secos, entre otros. Al día vende 40 unidades. En este establecimiento facturan USD 10 000 al mes.

    El negocio posee una planta para elaborar yogur griego, que se comercializa en su establecimiento, en cadenas comerciales a escala nacional y 20 tiendas especializadas de la capital azuaya. Este producto genera otro ingreso por USD 10 000 mensuales.

    En esta planta, que está en funcionamiento desde el año pasado, los emprendedores elaboran 1 000 litros de yogur griego cada semana. “Nuestro producto tiene una diferencia grande si se compara con la competencia porque solo se elabora con dos ingredientes, que son la leche y cultivo láctico. Tiene un sabor y textura únicos, por eso crecimos en el mercado”, manifiesta.

    García señala que es una actividad en crecimiento porque las personas cada vez buscan alimentos naturales para mejorar su condición. “Los clientes buscan yogur sin saborizantes, estabilizantes y conservantes”.

    La ubicación estratégica del local en el Centro Histórico de Cuenca permitió la exposición de la marca, que se apoya a través de las redes sociales como Facebook e Instagram, dice el emprendedor.

    De esta última forma se enteró la cuencana Gabriela Alvarado, quien es cliente frecuente de El Tokte. Ella y Oswaldo Torres señalaron que es una alternativa “muy buena” para comer sano en esta ciudad. Además, compran frutos secos y yogur griego.

    El ingeniero comercial Marcelo García León administra este negocio familiar, que está ubicado en la calle Gran Colombia, en el centro de Cuenca.
    El ingeniero comercial Marcelo García León administra este negocio familiar, que está ubicado en la calle Gran Colombia, en el centro de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua para Líderes
  • Esta cafetería en Quito brinda una experiencia a sus clientes

    Redacción Quito

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    En las estrechas calles del Centro Histórico de Quito el aroma a café conduce a una tienda que permanece detenida en el tiempo.

    El Café Águila de Oro ‘transporta’ a sus clientes al Quito tradicional de la década de 1940.
    La estética de este local mantiene la mayoría de elementos de cuando empezó el negocio en el año de 1948, indica Mauricio Morales, el actual administrador.

    El Café Águila de Oro fue fundado por la familia del señor Alfonso Moya, quien vendió este establecimiento pocos años después al coronel Luis Alfredo Almeida.

    Vinicio Morales empezó a trabajar en este negocio en 1971 cuando apenas tenía 15 años. Su hijo, Mauricio, cuenta que su padre trabajaba en la inspección del café en crudo para eliminar cualquier impureza. Después tuvo otros cargos como la molienda y el despacho.

    Esta cafetería se distinguía por procesar su propio café según los requerimientos de su cliente.
    El 12 de septiembre del 2005 Vinicio Morales adquirió esta cafetería. El local siempre se mantuvo en el Centro Histórico. Actualmente, se encuentra ubicado en la Benalcázar y Espejo.

    El café de variedad arábiga lo obtienen de la provincia de Loja, específicamente de los sectores de Puyango, Álamo, Chaguarpamba, Quilanga, entre otros.

    Morales explica que estas zonas son de las mejores del país en cuanto a la calidad del café. El negocio adquiere entre 100 a 150 quintales en los meses de cosecha que son entre junio y septiembre.

    El café en crudo pasa por un control de calidad en el que se revisa que el material no contenga impurezas.

    Posterior a esto es llevado a una tostadora de aproximadamente 70 años. Morales comenta que la calidad de esta maquinaria austriaca se ha mantenido con el pasar de las décadas y que únicamente han tenido que darle mantenimiento. La casa que fabricaba esta máquina de marca ‘Victoria’ ya no existe, explica Morales.

    En este proceso existen tres grados de tueste: Fuerte que se utiliza para el café oscuro como expreso o tintos, esta variedad tarda entre 20 a 25 minutos; mediano para el café ligero, entre 15 a 18 minutos; y el rubio el cual es el café más suave, su producción tarda aproximadamente entre 10 a 12 minutos.

    El café tiene una producción totalmente artesanal y todo el proceso es apreciado por clientes que reaccionan con melancolía ante la antigüedad de las máquinas. Por este motivo para Morales es muy importante conservar la estética tradicional del local.

    El cliente escoge el grado de tueste. En caso de que lo desee molido se realiza el procedimiento ese momento en un molino de marca ‘Giant’ que también tiene 70 años al igual que la máquina expendedora. Incluso, la máquina registradora de marca ‘National’ es un modelo clásico fabricado en la década del 40 del siglo pasado.

    Morales comenta que sus clientes prefieren un café artesanal debido a que el sabor es más puro respecto un café en tinta o soluble. Además, comenta, esta concentración de aroma y sabor a posicionado al café oscuro como la variedad más vendida en el Café Águila de Oro.

    Mauricio Morales, el actual administrador del negocio, junto al equipo de trabajo. El local se encuentra ubicado en la Benalcázar y Espejo. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
    Mauricio Morales, el actual administrador del negocio, junto al equipo de trabajo. El local se encuentra ubicado en la Benalcázar y Espejo. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
  • Las emociones de los clientes son su negocio

    Redacción Quito

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    A Víctor Galarza siempre le interesó la posibilidad de medir las emociones de los consumidores. Desde que trabajó como ejecutivo en una aerolínea regional, este emprendedor ecuatoriano estuvo enfocado en medir las sensaciones de las personas cuando compran un bien o reciben un servicio.

    Con esa ‘semilla’ en su mente tuvo un primer emprendimiento con uno de sus hermanos. Fue una consultora que consiguió algunos contratos, arrendó una oficina, pero que al final no superó el valle de la muerte que deben atravesar los emprendimientos para ser sostenibles y rentables.

    Pero Galarza no desmayó en sus intentos y hace un año y medio volvió a la cancha de los emprendedores, no sin antes capacitarse en Perú sobre neuromarketing.

    En el país vecino aprendió el manejo de equipos biométricos, que permiten hacer mediciones en la mente de los consumidores. Así empezó VHG5, en octubre del 2014, hace tres años. Los equipos son suecos y para su compra se invirtieron USD 43 000.

    Para arrancar Galarza se asoció con su pareja Sophia Tapia, gastrónoma de profesión quien también tenía en mente emprender su propio negocio.

    VHG5 tiene su base de operaciones en Quito. Esta consultora creó el concepto de la ‘neurocreatividad’, en el que se combinan las ventas, el marketing y la creatividad. “A nuestros clientes les explicamos cómo funciona el cerebro ante los estímulos externos de un producto y les sugerimos incorporar los resultados de la medición al discurso de ventas que tienen las empresas”, dicen Galarza y Tapia, mientras enseñan los equipos y el software que utilizan en las mediciones.

    Los términos técnicos predominan en el servicio de este negocio. Pero en términos sencillos significa que al ver un producto con cientos de características, VHG5 trabaja para resaltar los beneficios de ese producto. “Ayudamos a que las empresas expliquen a sus clientes los beneficios de sus productos o servicios”.

    Entre los clientes de este emprendimiento se encuentran empresas en sectores como el automotor, el farmacéutico, el agropecuario. También ofrecen servicios a universidades, empresas de seguros y cooperativas de ahorro.

    Soraya Peñaherrera, representante de la cooperativa Cacpeco, que tiene su matriz en Latacunga (Cotopaxi), cuenta que trabajan con VHG5 en un proyecto con el personal de Negocios. La meta, dice esta ejecutiva, es mejorar las competencias comerciales. “Hasta el momento ha concluido con satisfacción dos etapas del mismo”, dice Peñaherrera.

    La vocera de Cacpeco califica a Galarza y Tapia como un equipo muy profesional que le pone todo el entusiasmo para que las cosas salgan bien. “Los servicios de neuromarketing son prácticos y de fácil aplicación hasta ahora. Nos han parecido diferentes a lo que ofertan otros consultores”.
    Geraldine Araujo, Subgerente General de Consermin, también da buenas referencias de VHG5. “Víctor y Sophia son un equipo dinámico y eso se siente en su profesionalismo y en sus servicios. Según Araujo las técnicas utilizadas son muy interesantes e innovadoras.

    “Recomiendo sus interesantes y diferentes servicios en temas organizacionales.
    Sus capacitaciones son geniales y muy practicas, y son amantes de la tecnología, lo cual les ayuda a comunicarse perfectamente”

    Víctor Galarza y Sophia Tapia son los fundadores de VHG5, un negocio que se basa en el neuromarketing. Foto: Armando Prado / LÍDERES
    Víctor Galarza y Sophia Tapia son los fundadores de VHG5, un negocio que se basa en el neuromarketing. Foto: Armando Prado / LÍDERES
  • Spotify continúa ganando clientes pero no consigue dar beneficios

    Agencia AFP

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    El número uno de la música en línea, el sueco Spotify, anunció el jueves 15 de junio del 2017, que ya tiene 140 millones de usuarios y que su volumen de negocios aumentó, pero sigue sin dar beneficios.

    Las cuentas anuales de la marca, con sede en Luxemburgo, muestran un aumento del 53% de su volumen de negocios en 2016, hasta 2 900 millones de euros. En 2015 el crecimiento del volumen de negocios fue del 80%.

    En cambio, la pérdida neta aumentó más de dos veces respecto al año pasado, con 539 millones de euros.Desde su creación en 2008, Spotify nunca ha logrado un beneficio neto.

    De sus 140 millones de seguidores, menos de un tercio (48 millones) pagan un abono.

    Spotify ya está disponible en 60 países y planea su próximo desembarco en Japón, el segundo mercado musical del mundo.

    A finales de mayo Spotify logró un acuerdo con importantes artistas en Estados Unidos, clave para la difusión de sus obras sin problemas de propiedad intelectual, y en abril también firmó un contrato con Universal.

    Muy por detrás de Spotify aparecen Apple Music, que en diciembre anunció 20 millones de abonados, y luego la francesa Deezer.

    De sus 140 millones de seguidores, menos de un tercio (48 millones) pagan un abono. Foto: Internet
    De sus 140 millones de seguidores, menos de un tercio (48 millones) pagan un abono. Foto: Internet
  • Con el cacao de Babahoyo ganan clientes

    Stives Reyes

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    Sonia León y su hermana Lourdes decidieron hacer chocolate, tal como les había enseñado su abuela, Eudoxia de los Santos, en su natal Babahayo. Con su trabajo, la receta familiar se convirtió en un emprendimiento.

    Sonia cuenta que hace cuatro años inició su negocio por pura coincidencia cuando quiso imitar lo que hacía su abuela con el grano del cacao al elaborar polvo de chocolate. Entonces el aroma de la mezcla llamó la atención de los vecinos quienes le pidieron que les regale y, luego, que les venda.

    Al ver que tuvo acogida, la emprendedora decidió subir las fotos de sus productos al Facebook de su hijo y luego “casi todo Babahoyo” la contactaba por esta red social para hacerle pedidos.
    Según Sonia, lo que más llama la atención de sus productos es que son hechos de forma natural, sin utilizar químicos “solo con los secretos de mi familia”. Por este motivo al negocio decidieron llamarlo El chocolate de la Abuela.

    Lourdes dice que el emprendimiento inició con un producto: “la manito de chocolate”, que era utilizado más que todo para disolverse y hacer bebidas calientes pero luego, cuando tuvieron más pedidos, realizaron más diseños.

    Sin embargo, el alimento no tenía azúcar y era amargo por lo que decidieron fabricar bombones. Al principio no sabían cómo elaborarlos por lo que buscaron tutoriales en Internet y acabaron fabricando también cosméticos como jabones con chocolate.

    La emprendedora dice que en principio los jabones no salían bien, pero luego se asesoraron con profesores de química hasta que lograron fabricar un producto que lo puedan vender. “El chocolate tiene poderes curativos que le hacen bien a la piel”.

    Un proceso parecido sucedió con los bombones. Las hermanas tuvieron que pedir asesoramiento de chefs y expertos para elaborar dulces que los puedan vender al público. Luego crearon una página web y un ‘fan page’ en Facebook, en el que sus clientes les contactan.

    Luisa María Orellana tiene un a tienda de dulces en el suburbio de Guayaquil y vende los productos de El chocolate de la Abuela. Dice que los prefiere porque son naturales y eso le gusta a los clientes. “Los bombones tienen un sabor fuerte, que destaca porque es puro chocolate lo que se come”.

    El cacao utilizado para elaborar los productos es de la clase fino de aroma. Los cultivos se encuentran en Babahoyo (Los Ríos) en una finca de la familia. “La finca era de mi papá quien la cultivó hasta cuando falleció. Luego nos pidió que la cuidemos y eso hemos hecho”, relata Sonia.

    Para las dos hermanas, el camino en su negocio no ha sido fácil. Al principio producían diez unidades por cada producto, luego subieron a 50 y ahora están por las 100 mensuales. También han tenido que crear su propia maquinaria con adaptaciones de molinos domésticos con motores.

    Además, ampliaron sus líneas de productos. Por ejemplo, en confiterías elaboran bombones con diferentes diseños y rellenos con frutas como maracuyá, guayaba, mango o piña. También, hacen productos para fechas especiales como el Coctel de chocolate o el llamado Bomborracho.

    En lo que tiene que ver con la línea de cosméticos producen jabón, mascarillas, champú, protectores labiales y velas con aroma de chocolate. Los precios de estos artículos oscilan entre USD 5 y 8. Mientras que los alimentos van desde USD 0,50. Con un 20% de descuento al por mayor.

    Según Sonia, las ventas aumentaron en un 100% desde que iniciaron gracias a la acogida que han tenido sus artículos en las redes sociales y porque hace tres años llevan asistiendo a ferias donde han logrado promocionarse.

    José Benítez acudió hace dos semanas a una feria organizada por la Universidad de las Artes, en el centro de Guayaquil, donde El chocolate de la Abuela estuvo presente. Él compró 10 jabones y 5 velas; dijo que los iba a regalar a sus familiares. “Me parece interesante mezclar estos productos con chocolate”, dice este cliente.

    Entre las metas de las hermanas está obtener un préstamo para aumentar su producción y abrir una tienda de la marca en el Puerto Principal.

    Sonia León y su hermana Lourdes son las cofundadoras del emprendimiento familiar El cholate de la Abuela. Ellas viven en Babahoyo. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
    Sonia León y su hermana Lourdes son las cofundadoras del emprendimiento familiar El cholate de la Abuela. Ellas viven en Babahoyo. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES