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  • Nueve cosas que detestan los restaurantes de sus clientes

    Diario El Universal de México

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    Acorde con una publicación del City Lab de The Atlanthic, muchas de las personas que acuden a un restaurante, en algunas ocasiones pueden crear un mar de tempestades por las reclamaciones que pueden llegar a hacer. Unas tan absurdas e inverosímiles que el personal del establecimiento no sabe si reír o llorar por lo que están presenciando.

    A continuación, se enumeran algunas cuestiones que según las mismas personas que trabajan en restaurantes pueden calificar como inaceptables por parte de quien ordena un platillo.

    1) Fingir una alergia

    Actualmente, muchas personas cuentan con un gran número de alergias, algunas de ellas realmente peligrosas, por ello, la mayoría de los restaurantes han optado por mencionar a los comensales los ingredientes que contiene cada platillo para tener mayores precauciones.

    Sin embargo, algunas personas valiéndose de su temperamento aseguran tener cierto tipo de patología al menor contacto con cierto alimento, esto sin ser, en la mayoría de los casos, cierto.

    Jennifer Piallat, propietaria de Zazie, asevera que muchas personas al saber los ingredientes del menú, radicalizan sus temores «creyendo que algún ingrediente puede ocasionarles un colapso o shock, cuando en realidad deberían calmar su fobia y entender que no despertarán como si hubiesen sido anestesiados o algo por el estilo».

    2) Cambio de menú

    Otro problema que afecta a los meseros o integrantes del restaurante es la constante necedad de las personas por adaptar el menú del día de acuerdo con sus gustos. Esto resulta molesto para muchos de los chefs.

    «Yo no digo que mis platillos sean perfectos o que sean obras de arte, pero todo está planificado y pensado», afirma Eric Samaniego, jefe de cocina del Little Sparrow Café, en Santa Ana, California.

    El ordenar con severidad la introducción de cierto complemento alimenticio cuando éste no se tiene en el menú, o no se encuentra en temporada para su producción, acaba por frustrar la actitud de los meseros en más de una ocasión.

    3) No hay respeto por la reservación

    En Zazie, restaurante norteamericano, muchas de las reservaciones son para mesas sin evento, o en muchos de los casos son de último momento, lo cual se traduce en pérdidas y movimientos repentinos, tanto en la administración como en la organización en la cocina.

    «El tratar de cambiar el menú de la reserva en un corto periodo de tiempo se vuelve algo casi prácticamente imposible», apunta el chef David Santos de Louro.

    4) Ser tacaño

    Para el chef Steve McHugh es incómodo el tratar con personas que solicitan de manera casi forzosa el acotar el precio de los platillos, así como escuchar en repetidas ocasiones que realicen una promoción.

    «La gente debe familiarizarse con el concepto de un restaurante antes de visitarlo, debe informarse y saber cómo es la dinámica en él», comenta McHugh.

    5) Permanecer en una mesa por mucho tiempo

    La mayoría de la gente, después de comer, disfruta de una larga sobremesa, un momento para platicar con los amigos o familia que comparten la mesa. Sin embargo, en algunos establecimientos es incómodo que los comensales estén ocupando una mesa sin consumir, o lleven bastante tiempo en la mesa.

    Esta molestia radica en que el restaurante puede tener una lista de espera para ingresar, pero no cuentan con espacios desocupadas, gracias a aquellos que gustan de la sobremesa, la cual puede durar horas.

    6) Ser grosero

    Infinidad de personas se dirige hacia el personal de un restaurante de manera altanera, creando así un ambiente poco agradable no solo para los que laboran ahí, también para el mismo cliente.

    Asimismo, muchas de las personas que asisten a los restaurantes nunca se detienen a pensar en la forma en cómo se comportan, además, de que no piensan que hay más gente a su alrededor y que su actitud puede molestar la comida de los demás. Por ejemplo, cuando tienen una llamada es lógico contestar, pero con un tono de voz moderado.

    7) Desconfiando del profesional

    Algo que puede ser engorroso, sobre todo para los chefs, es que un cliente pida una recomendación sin siquiera haber probado el platillo o agregar condimentos como sal y pimienta sin siquiera haber degustado inicialmente la sazón del cocinero. Esto se traduce en desconfianza por la capacidad de quien elaboró la comida y termina por ser lastimoso para la confianza del chef.

    8) La propina

    En México, la tarifa más común para dejar propina es el 10% del consumo total, pero cuando el servicio es excelente o el restaurante es de lujo, se acostumbra mínimo dejar el 15 o más.

    Lo cierto es que la propina es opcional, aunque hay establecimientos que ya la cobran en la cuenta final.

    Sin embargo, la mayoría de las veces los meseros quedan inconformes con la gratificación dejada, lo que desde siempre ha sido un tema de debate.

    9) Las redes sociales

    En la actualidad, existen diversas plataformas en línea donde la gente puede emitir sus comentarios respecto al servicio de cierto restaurante. Sin embargo, los comentarios que se observan en algunas redes sociales, «pasan de tener un punto objetivo a emitir cualquier idea sin fundamento y sin dar la oportunidad de ganarse al cliente» asegura Samaniego.

    Como dice Angulo de JCT Kitchen and Bar «La mayoría de los restaurantes harán todo lo posible por atender las solicitudes y van a tolerar casi cualquier molestia, que la mayoría reconoce es parte del trabajo; mas esto no quiere decir que esté permitido a la clientela hacer del trabajo del personal de un restaurante algo intolerable y frustrante».

    Cortesía: Almacenes Juan Eljuri (División Licores) El sommelier Felipe Rojas, en una cata en el restaurante Il Pomodoro.
    Cortesía: Almacenes Juan Eljuri (División Licores) El sommelier Felipe Rojas, en una cata en el restaurante Il Pomodoro.
  • Abuelitas y abuelitos son los clientes consentidos

    Redacción Quito

    Katherine Arévalo y su madre, Katherine Argoti, están al frente de una iniciativa con misión social. Ellas crearon un espacio en donde las personas de la tercera edad participan de actividades recreativas grupales como: recorridos por el Centro Histórico de Quito, visitas a museos, eventos culturales, talleres de manualidades y fiestas.

    Este emprendimiento, que factura un promedio de USD 1 700 mensuales, se llama Abu Club. Funciona en la casa de Argoti, en el norte de Quito. Allí se reunen los abuelitos tres veces por semana.

    Ellos son atendidos por ocho personas, entre ellas un médico y un chofer que recoge y deja a los abuelos en la puerta de sus casas. Casi todas las actividades se realizan al aire libre. “Para muchas personas darles tiempo a sus abuelitos es sacarles a comer un domingo o llevarlos a la reunión familiar, en donde, por lo general, están sentados lejos del grupo. Aquí tienen su espacio”, cuenta Arévalo.

    Además, una vez por mes, Abu Club organiza un paseo, de un fin de semana, fuera de la ciudad. Han viajado a las ciudades de Cayambe, Ibarra, Puyo y a la Reserva Ecológica Molinuco, ubicada en el cantón Rumiñahui.

    Para las reuniones no hay un horario definido y este cambia dependiendo de la actividad. Debido a que las jornadas incluyen las largas caminatas, en Abu Club prefieren cuidar abuelitos que no tengan dificultades para movilizarse, pero tampoco se cierran las puertas, sino que organizan otro tipo de actividades recreativas, como campeonatos de juegos de mesa.

    “Cuidamos mucho las dietas, cocinamos en casa con todas las precauciones y estamos pendientes de que tomen sus medicinas”, explica Argoti.

    Arévalo estudió Relaciones Públicas en la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE). Egresó en octubre del año pasado y en ese mismo mes, ella y su madre empezaron Abu Club, con USD 2 000 de presupuesto para publicidad.

    Un mes después, en noviembre, se inscribieron las primeras cinco personas y con ellas, un mes después, organizaron la inauguración oficial de Abu Club con un paseo a Nono (noroccidente de Quito). Actualmente, cuidan a 10 abuelos.

    El costo por persona es USD 20 de inscripción y 170 mensuales. Esto cubre todos los gastos, desde la alimentación y el transporte, hasta los paseos.

    Gerardo Cruz, de 91 años, cuenta que se sentía muy solo después de que murió su esposa. “Pero aquí no me siento tan solo, paso con un grupo muy agradable”.

    Otro testimonio es el de Fabiola Maldonado, de 77 años, que a causa de una deficiencia visual, tenía miedo de salir de su casa. “Ahora, hay que estar pendiente para que no se vaya solita”, dijo Arévalo.

  • Los Juegos son otra vía para sumar clientes

    Fernando Mendoza

    Trivias, juegos de memoria, adivinanzas…  son nuevas formas que usan las empresas para enganchar  clientes en Facebook

    Facebook no es solo un espacio para compartir fotos, estados de ánimo o links de interés. Hay marcas y empresas que lo utilizan para promocionar servicios y productos. Y para fidelizar a sus clientes, seguidores o amigos utilizan juegos.

    Es común encontrar en esta red social adivinanzas, trivias, juegos de memoria en los cuales se muestran los servicios que brinda una empresa. A los juegos se suman regalos y productos.

    Sebastián Méndez, especialista en marketing digital, explica que usar juegos en una red social para posicionar la marca, aumenta la visibilidad. “Si uno de los contactos participa crea la iniciativa en otro contacto y se produce un efecto viral; así se conocen los beneficios de la empresa”.

    Mary Francis King comercializa productos de Hello Kitty por Facebook. Para eso creó su perfil con el nombre Pink & Sweet; tiene 1 322 ‘likes’. Ella realiza concursos e interactúa con sus contactos. Según King, la idea es que exista un ‘feed back’ entre ella y sus seguidores. Además, lo ve como una forma de que más gente conozca lo que vende y así aumentar sus contactos en la red social.

    Ella, por ejemplo, promociona un juego de natación para niños. La idea es que sus fans dejen un comentario sobre su producto, luego coloquen un ‘Me gusta’ y después lo compartan en su muro. “Es un juego fácil”, dice King. No ha medido cuántas personas han seguido las reglas de juego, ya que no puede ingresar al perfil de todas las personas, pero sus fans, en promedio, incrementan un 10% con cada nuevo concurso.

    David Mera, de Mark Solutions, menciona que es esencial que la empresa tenga clara la razón por la que quiere desarrollar juegos o tener presencia en los mismos. Para el especialista, esos objetivos, como en cualquier otra área de la empresa, deben ser medibles, agregar valor a la marca, incrementar su visibilidad y tener como objetivo vender los productos a quienes sean o no clientes.

    Directv también entró en la dinámica de los juegos por Facebook. Hizo la siguiente pregunta entre sus seguidores: ¿En qué año debutó Jefferson Montero en la Selección de fútbol ecuatoriano? El resultado se conoció el pasado viernes y el premio fue un uniforme del jugador. Hasta el cierre de la edición no se conoció cuántas personas estaban concursando.

    Carlos López, gerente de Marketing de la firma de televisión pagada, explica que la estrategia es regional, pero en Ecuador se alimenta con contenidos ecuatorianos. Así, se llega solo al público nacional.

    Felipe Melo, especialista en marketing digital, dice que para animar a los usuarios a que compartan con su red su invitación al juego, las empresas deben instalar la función Compartir. Así, un navegante de Facebook interesado en ese contenido podrá postearlo en su cuenta para que todos sus amigos puedan interactuar.

    Más

    El boca a boca. También aplica en  las redes. Cuando un juego es bueno hay un efecto viral.  

    Los premios. Los reconocimientos también pesan en el efecto viral de los juegos.

    El juego. La distracción debe estar alineada con los productos o servicios que tiene la empresa, así se genera fidelidad.

  • Ellos pasaron de clientes a administradores del negocio

    Redacción Quito

    En la cafetería del Campus Sur de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS), con sede en Quitumbe (sur de Quito), se vive un ambiente pasivo en las primeras horas de la tarde.

    Por su puerta de cristal, algunos jóvenes ingresan con cuadernos y carpetas, para enfrascarse en sus estudios, mientras consumen snacks y refrescos.

    Un mostrador repleto de marcas está junto a esa puerta y entre las perchas cuatro jóvenes atienden a sus compañeros de aula. Se trata de Pablo Álvarez, Katerine Pauta, Johanna Nicolalde y César Pacheco, estudiantes del octavo nivel de la carrera de Gerencia y Liderazgo, y que administran esta cafetería hace dos años.

    El proyecto empezó a gestarse en el primer trimestre del 2010 y para agosto de ese año se materializó en un emprendimiento, que actualmente maneja unos USD 7 500 en ventas al mes.

    Tania Chicaiza, directora del Área de Ciencias Administrativas de la UPS, explica que la “fortaleza” de los alumnos fue arriesgarse por un negocio que las autoridades universitarias les propusieron, basadas en su rendimiento académico.

    Un préstamo de USD 10 000 les sirvió para adquirir el menaje de cocina y ofertar almuerzos a estudiantes y docentes; readecuaron las instalaciones y empezaron a trabajar con proveedores.

    El plan de negocios que presentaron les permitió negociar los términos de la garantía para el crédito en la entidad financiera CoopCCP, según explica Fernando Beltrán, su jefe administrativo financiero.

    “Recuerdo que hicieron encuestas para determinar qué tipo de comida y golosinas preferimos”, cuenta Johanna Quiroz, estudiante de Ingeniería Electrónica y quien considera a la cafetería como un punto “agradable” para compartir con sus compañeros y amigos.

    Jackeline Pinto es parte de sus 15 proveedores. Ella les entrega 150 unidades semanales entre bolones de verde, empanadas de morocho, humitas, quimbolitos… “Están entre mis mejores clientes”.

    Nicolalde comenta que la puesta en marcha de la cafetería superó sus expectativas. Entre las experiencias negativas destaca un robo a sus instalaciones, donde perdieron unos USD 1 500. “Somos buenos amigos. Eso nos permite seguir trabajando con un mismo objetivo”.

    Cuando se inicia la hora de almuerzo, todos juntan sus manos y junto a sus dos colabores despachan unas 90 porciones diarias. “Acudo al Mercado Mayorista los martes por la madrugada, para obtener mejores precios en frutas y verduras”, explica Pacheco. Pauta destina los sábados a elaborar la contabilidad junto con Nicolalde, y Álvarez desempeña el cargo de representante legal del emprendimiento.

  • Fider: los latinos en EE.UU. son sus mayores clientes

    Redacción Guayaquil

    Maduros fritos, bocaditos de yuca y tamales congelados son la oferta de Fider. Cada mes, esta empresa exporta el 100% de su producción a los mercados de Puerto Rico y EE.UU.

    En este último país vende en ciudades como Los Ángeles, Miami, Nueva York, Atlanta y recientemente también a Texas. Los clientes son principalmente latinos que residen allí de forma permanente.

    El guayaquileño Antonio Chamoun es el propietario de Fider. Él recuerda que viajó a Miami, EE.UU., en el 2003, en busca de mejores oportunidades laborales. Allí se vinculó con el sector de los alimentos. Sin embargo, la experiencia no resultó como esperaba y en el 2007 retornó a su ciudad natal. Un aspecto positivo para él fueron los contactos generados.

    En el 2008, recibió una propuesta de un grupo de empresarios latinos residentes en Miami (EE.UU.). Querían que produzca alimentos congelados tradicionales de Latinoamérica para exportar.

    De esa forma, ese año, Chamoun inició con una pequeña producción de bocaditos de yuca. Decidió asociarse con Raúl De la Rosa, un cubano que reside en Miami, ya que su presencia en esa ciudad era clave para el monitoreo y las cobranzas.

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    Ese año también envió muestras a Los Ángeles (EE.UU.), para probar la aceptación del mercado. El producto tuvo acogida y posibilidades de crecer. Así, en el 2009, Chamoun y su socio crearon Fider en Ecuador. Invirtieron USD 50 000 en equipos y lo financiaron a seis meses.

    Además, alquilaron una planta de 600 m² en la vía a la Costa, al norte de Guayaquil. Ese año, Chamoun decidió incluir maduros fritos al portafolio de productos. La venta en el 2009 fue de 11 contenedores equivalentes a USD 220 000.

    En el 2010, Fider se mudó a una planta de 2 000 m², en la misma zona. Allí laboran 27 personas, de ellas 24 están en el área operativa.

    Ese mismo año (2010), se incluyeron los tamales en su oferta. Las ventas aumentaron a 26 contenedores al año (USD 520 000).

    El crecimiento se mantuvo llegando a vender 48 contenedores en el 2011. La proyección para este 2012 es de 80, basados en el aumento de la demanda. Actualmente, la producción es de aproximadamente 160 000 kilogramos mensuales.

    Debido al ritmo de crecimiento y la necesidad de una nueva inversión para expandir el negocio, la Corpei invirtió en enero, USD 92 000, en Fider. Luis Montoya, director de Corpei Capital, dice que se trata de una “sociedad temporal”.

    Explica que la Corporación hizo la inversión, porque los productos tienen una demanda potencial. “La comunidad latina en EE.UU. es creciente y la demanda de este tipo de productos sube con ella”.

    Carlos Briones es productor de plátano en Quevedo y uno de los proveedores de este insumo para Fider. “Es una empresa seria y se maneja con profesionalismo”.

    Sobre el producto comenta que Fider demanda 30 000 kg semanales. Además, señala que “tienen un alto nivel de exigencia en lo que se refiere a calidad”.

  • Topsy busca más clientes con su helado artesanal

    Flor Layedra / Redacción Guayaquil

    Desde hace 25 años, Topsy participa en el mercado nacional. La firma pertenece a la empresa Heladosa y a su vez forma parte de Toni.

    La compañía busca competir con otras marcas y de esta manera incrementar sus ventas en el país. La planta de la heladería está ubicada en el km 10½, en la vía Daule, al norte de Guayaquil.

    Desde el 2010 tiene una alianza con la multinacional peruana Alicorp. La firma compró el 30% de las acciones de Topsy.

    La sociedad entre ambas firmas, explica Alexandra Chancay, gerenta de Marketing, permitió que Heladosa realice sus inversiones con más seguridad.

    Hace una década, Topsy no desarrollaba campañas de promoción, ya que la marca se ha mantenido sola en el mercado, dice. Pero, desde este año, “los directivos de la empresa decidieron apostar a la publicidad, para competir con el monopolio del sector”.

    Así, Topsy, desde enero cambió los logos y los empaques de los productos y se realizaron innovaciones en la planta de producción. En estos proyectos se invirtieron USD 3 millones. A esto se suma las campañas de comunicación y publicidad.

    Otras modificaciones que hizo Heladosa para optimizar su producción fue adquirir una máquina paletera italiana, para alcanzar un aumento de ventas superior al 19%. El año pasado, Heladosa facturó sobre los USD 18 millones y vendió más de 85 millones de unidades de helados.

    A principios del 2012, la firma realizó un estudio del mercado de helados en Ecuador con las empresas investigadoras: Consultor Apoyo, Q-Analysis y MK Trends. Carlos Gordillo, gerente de MK Trends, señala que según los estudios que ha hecho la firma, el helado tradicional lidera el mercado. Por esto, Topsy incursionó en ese nicho desde agosto.

    Jorge Medina, gerente general de Topsy, dice que del total del mercado de helados, el helado tradicional tiene el 25,5%. La firma aspira a captar el 5% de ese nicho. En este segmento, a nivel de industria, Topsy compite con Unilever con los helados Pingüino. A nivel artesanal, con los helados hechos en casa, dice Chancay

    Los ingredientes principales del 95% de los helados de Topsy son crema de leche, leche en polvo y leche fresca proporcionado por Toni. El resto lo componen agua y otros ingredientes, como aderezos, manjar, maní, cocoa o frutas.

    Peggy Segura, consumidora, expresa que el sabor y la textura del helado son mejores a los de otras marcas. “Se siente más cremoso y es más rico al paladar”.

    Heladosa también comercializa sus productos en los autoservicios de Primax, en donde venden tortas heladas, helados en litros y peletería. El convenio comenzó desde el pasado 15 de julio. La firma también incursionó en Twitter y han captado a 689 seguidores, en tres meses.

    Además, realiza activaciones de marca en los centros comerciales del país. Por ejemplo, regaló 1 500 helados a menores que participaban en juegos en Guayaquil. La firma aprovecha el horario de la tarde, cuando hay mayor tiempo de consumo.

  • Termal: la producción de hidromasajes es la fuente de relajación de sus clientes

    Holger Ramos B. / Redacción Guayaquil

    La experiencia de Miguel Alvarado en la producción de hidromasajes, bañeras y piscinas comenzó en la década de los ochenta. El empresario trabajaba como técnico de operaciones de vuelo en la aerolínea SAN y en uno de sus viajes a EE.UU. observó en un almacén cómo funcionaban los generadores a vapor. En ese momento tuvo la idea de crear un prototipo en miniatura que podría ser usado como motor, para los cuartos de vapor o baño turco.

    Fue así que fundó la empresa Termal, en Guayaquil, en 1983. La idea era fabricar los generadores y producir cabinas de vapor y sauna. Sin embargo, su trabajo en aerolíneas le impedía dedicar tiempo a su emprendimiento. En 1990 decidió dejar a un lado su experiencia en la aviación comercial y dedicarse totalmente a su firma.

    Esta decisión lo llevó a tomar un curso para producir moldes para, a su vez, fabricar tinas de baño, hidromasajes y piscinas. Esta instrucción la hizo en 1992, en la compañía Plasti Vac (PVI), con sede en Carolina del Norte en los EE.UU.

    Ese fue el inicio de una carrera de casi tres décadas en el sector. Hoy, Termal tiene una línea de producción de tinas de hidromasaje y bañeras, hechas en acrílico norteamericano y producción de piscinas con resinas vinílicas y fibra de vidrio. Todo bajo norma de construcción e instalación estadounidense. También produce cabinas de vapor y sauna. Las cascadas, fuentes y piletas las hace bajo pedido.

    Alvarado calcula que tiene cerca de 120 clientes al año. “Muchos tienen más de 20 años con nosotros. Ahora, cuando se cambian a sitios como la vía a Samborondón o la Costa, nos llaman para que traslademos sus tinas de hidromasajes”.

    Las oficinas de Termal están en la urbanización Urdesa, en el norte de Guayaquil. Cerca del sitio, en la urbanización Urbanor, está la planta de unos 700 m², que adquirió por cerca de USD 4 000 en 1992. “Lo hice con los ahorros que tenía por mi trabajo en la aviación”. El ‘show room’ está ubicado en el centro comercial Dicentro, en el norte de la ciudad. Allí se muestran algunos de los más de 100 modelos de hidromasajes y tinas que ofrece.

    “Tenemos más de 15 años trabajando con Termal y sus productos tienen prestigio en Cuenca”, dice Dolores Gómez, administradora de Sertecbaz, que distribuye los productos de Termal, en Cuenca.

    La opinión la comparte Germán Erazo propietario de Hidromax, de Guayaquil. Afirma que Termal ha tenido un crecimiento tecnológico que hace que sus productos sean únicos. Distribuyen sus hidromasajes desde hace 20 años.

    Entre los reconocimientos obtenidos por Termal están: el Gran Premio América a la Calidad y Servicio en 1997 y 1998 otorgado por el Instituto Nacional de Mercadotecnia (Iname) de México. O el premio The Bizz 2012, a la excelencia empresarial otorgado por la World Confederation of Businesses (Worldcob).

    La producción

    Hidromasajes. En la planta de Termal se producen los moldes, luego a las planchas de acrílico se las termoforma al vacío y se las refuerza con fibra de vidrio. La firma también realiza la instalación del producto.
    Las cascadas. Son elaboradas en cerámica, madera y otros materiales. Se realizan bajo pedido para viviendas y también como elementos decorativos en urbanizaciones.

    EL INSIGNIA

    ‘Hay respeto y compañerismo’

    Ricardo Chávez / jefe de planta

    Ingresé a esta compañía hace 10 años. En esa época, me desempeñaba como obrero en la producción de las tinas de baño, hidromasajes y otros trabajos. Gané experiencia en el manejo de la fibra de vidrio y el acrílico importado de los EE.UU. Poco a poco fui ascendiendo.

    Hoy, soy el jefe de planta y tengo más funciones. Entre estas, la supervisión del personal de la fábrica, verificar la calidad del producto final y también de realizar el contacto con los proveedores. De esta forma se garantiza que los insumos usados sean de la mejor calidad y por consiguiente, se haga un buen producto.

    También es importante supervisar las normas de calidad para la fabricación de las tinas, hidromasajes y piscinas.

    Con respecto a este trabajo, siento que he crecido profesionalmente y he tenido buenas experiencias. Aquí todos crecemos en la empresa y hay una verdadera relación de amistad. Es importante el respeto mutuo y el compañerismo. Hay comunicación entre nosotros.

  • ‘Juegos: un enlace entre marca y cliente’

    marco redrobÁn

    Las consolas de videojuegos están invadiendo los hogares. Se han convertido en parte del entretenimiento moderno, pero no están solos. Los juegos también han ingresado a las redes sociales y ese fenómeno permite atrapar a los cibernautas.

    Ellos, por su parte, interactúan en algunos casos con juegos elaborados por marcas de manera prolongada. O simplemente responden una o varias preguntas de algunas empresas, que forman parte de una trivia, y luego la comparten con sus amigos. Eso se resume en un poco de publicidad, a mi parecer, inteligente. Esa herramienta es más atractiva que una invasiva como la de la televisión.

    Los juegos en Internet son una forma más fácil de elaborar estrategias de marketing y de mostrar publicidad. Ahí, el usuario decide qué ver y qué no. No se le está obligando como en la televisión o la radio, por ejemplo.

    Sin embargo, para colocar un juego en Facebook se debe tomar en cuenta qué es lo que se desea mostrar. Además, se debe buscar un enlace entre la marca y los clientes para que, por medio de juegos, los productos y servicios se visualicen. Sin olvidar que deben llegar a cientos y miles de personas de forma directa.

    Los juegos deben agregar un valor a la marca. Además, no todos los juegos se aplican a todos los usuarios de la red social, por ende, se debe tener claro a quién se quiere llegar y qué público objetivo va a resultar beneficiado con los contenidos mostrados. Hay que recordar que gracias al bombardeo de publicidad, al que actualmente está expuesta la sociedad, el consumidor se ha vuelto resistente y para evitarlo hay que ser creativos en la forma de poner en escena los juegos.

  • La bicicleta se arma al gusto de los clientes

    Redacción Quito

    Al mes, son unos 400 km los que recorre Santiago Vargas en su bicicleta BKR, equipada con llantas de 29 pulgadas. La adrenalina que siente al sortear una pendiente o al alcanzar una cima, según comenta, es indescriptible.

    Vargas adquirió su primera ‘bici’ en Biking Raymi Bicycles (BKR) hace cinco años. Antes de aquello -y sin mayores conocimientos de ciclismo- compró una de baja calidad en otra tienda. “Para reparar un daño en aquella bicicleta asistí a BKR. Me asesoraron y terminé ligándome a esta marca ecuatoriana”, manifiesta Vargas y añade que semanalmente asiste a paseos nocturnos, competencias y rutas por los valles circundantes de la capital.

    La idea de forjar una marca de bicicletas se inició en 1998. Pablo Lozada junto a Marcelo Martínez, ciclista y mecánico de bicicletas, respectivamente, emprendieron en una promotora turística de paseos de ciclismo, hacia parajes como Mindo (Pichincha), el volcán Cotopaxi, las cascadas de Baños (Tungurahua)…

    El tránsito por esos paisajes agrestes requiere de bicicletas de alta calidad. Así se evitan inconvenientes con los clientes. Sin embargo, los costos de aquellos vehículos son elevados. Con una inversión de USD 3 000 empezaron a gestionar los contactos de fábricas taiwanesas, para importar las piezas de aluminio y ensamblar sus diseños propios. “El ciclista ecuatoriano tiene otras necesidades”, dice Lozada quien diseña sus propios modelos. En su taller (centro norte de Quito) se arman hasta 100 bicicletas al mes y se factura de USD 30 000 a 40 000 en igual período.

    Gabriela Gallardo lleva tres años en el ciclismo y ha comprado dos bicicletas en BKR. Ella destaca la atención que recibe cuando visita la tienda. “Los chicos (propietarios de BKR), conocen mucho sobre mecánica y ergonometría de bicicletas. Entregan una bici tomando en cuenta la contextura física. Me ayudaron a ajustar las características de componentes a mi presupuesto”, dice Gallardo, quien la ocupa para transportarse hacia su trabajo y es parte del colectivo ‘Carishina en bici’. El grupo realiza paseos nocturnos y visita sectores del norte y centro de Quito.

    El número de colectivos de ciclistas, explican los emprendedores, se ha incrementado en los últimos cinco años. “Hay gente que las ocupa para hacer saltos, recorrer caminos montañosos, para ‘rodar’ en la ciudad… Es un mercado potencial que queremos abarcar”, dice Martínez.

    BKR implementó la garantía de por vida en sus cuadros y esta característica fue la que Esteban Samaniego, gerente de Ventas de la concesionaria de vehículos Vallejo Araujo, estaba buscando. El pasado junio, como valor agregado a sus clientes, esta firma entregó 20 bicicletas BKR por la compra de ciertos vehículos. “Queríamos ofrecer a los nuevos propietarios una bicicleta de calidad, para que realicen sus paseos de fin de semana”.

    Once personas trabajan en este emprendimiento, cinco de ellas se ocupan de ‘tejer’ los aros, armar los frenos, pintar los cuadros, colocar las suspensiones para entregarlas en menos de una semana, etc.

    El nombre BKR, patentado en el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual, se deriva de un término ideado por los emprendedores: biking, ciclear en inglés; y raymi, fiesta en quichua. Entre sus 20 modelos de bicicletas están la Kunihu (liebre en quichua), Kututu dirt (conejo), Alpaka, una bicicleta de ruta…

    La producción

    Las ventas. Las ventas se incrementan en enero y febrero. Los propietarios consideran que la gente opta por mejorar su salud física.
    Los costos. Dependiendo de los componentes del diseño va desde los USD 300 a 5 000.

  • La oferta, los servicios y los clientes aumentan en el verano

    Con el último día de clases, los estudiantes dejan atrás los cuadernos, las tareas y los uniformes de escuelas o colegios. Los compañeros de clases se desean lo mejor para las vacaciones y esperan verse en septiembre. El verano está en su máximo esplendor y los cursos vacacionales o academias abren sus puertas para dar la bienvenida a niños y adolescentes.

    Sunset Racquet Club, en el norte de Quito, lleva 20 años ofertando campamentos vacacionales para menores de 4 a 15 años. Las actividades que ofrece este centro son: natación, teatro, fútbol, artes plásticas, entre otras.

    Mario Villacreses es el gerente del sitio y explica que ofertaron el servicio del campamento por las vacaciones quiteñas; pero el resto del año, los padres pueden optar por inscribir a sus menores en actividades como la equitación, racquetball o squash. Aunque en vacaciones hay un incremento del 40% de inscritos.

    Para el verano 2012, Sunset puso a consideración dos horarios. Los niños podían estar de 09:00 a 13:00 por USD 155 y con transporte puerta a puerta, se cobró un extra de USD 10. Por otro lado, los padres pueden optar por el horario de 09:00 a 16:00, con almuerzo incluido a USD 185, más IVA y 10 con transporte.

    El verano también ‘calienta’ el negocio de Paulina Monroy. Ella maneja Najlah, una academia de danza árabe en el norte de Quito y confiesa que julio y agosto son sus ‘navidades’. En los otros meses del año ofrece clases, pero solo las dicta en las tardes. Sin embargo, en verano, dobla su turno y su horario de entrada, a la academia, es a las 08:30 y de 20 ó 30 estudiantes, puede duplicar. Sus clientas tienen entre13 y 20 años.

    Rolando Jiménez es el formador deportivo de la escuela de Liga de Quito del valle de Los Chillos. La escuela de fútbol funciona todo el año y cuesta USD 30 al mes, pero en vacaciones la oferta se incrementa con más actividades deportivas como música, tareas de granja, entre otras.

    “Permanentemente tenemos 180 niños, pero en vacaciones la cifra sube a 300; con edades desde los 4 hasta los 18 años. El curso cuesta USD 210, incluye uniformes, un balón, excursiones al Antisana y al Cotopaxi, etc.”.

    Según Jiménez, cada año el 50% de los chicos repite el curso vacacional porque les gusta. “Acá formamos en deportes, pero también en la parte personal, en valores”. La escuela de fútbol, en vacaciones, tiene 12 instructores, pero el resto del año, el número es de ocho. Las clases son de lunes a viernes de 09:00 a 13:00.