Los acercamientos entre Ecuador y EE.UU. siguen. En la agenda próxima consta una reunión del Consejo de Comercio e Inversiones, para continuar en la búsqueda de un acuerdo comercial, y el Cuarto Diálogo Bilateral, en donde se espera tener más avances en los temas de migración, intercambio comercial, seguridad y cooperación.
Las expectativas de alcanzar un acuerdo son positivas, en la medida en que las relaciones bilaterales atraviesan un buen momento. No obstante, la velocidad con la que se pueda concretar el convenio dependerá en parte de los resultados de las elecciones en el país norteamericano, del 3 de noviembre, y que pueden incidir en la reactivación de la primera economía mundial.
Pero ese objetivo también dependerá de la velocidad o el interés que el próximo gobierno ecuatoriano quiera imprimir en la agenda. El presidente Lenín Moreno ya anticipó en un encuentro con inversionistas, que un eventual acuerdo no se concretaría durante su mandato, aunque espera que todo quede listo para que en la próxima administración se afiance este convenio, con el principal socio comercial que mantiene el país.
Alrededor de 40 personas participarán en la reunión del Consejo de Comercio e Inversiones (TIC) de Ecuador y EE.UU., que se realizará en Washington el 14 y 15 de este mes.
Se trata de la primera cita luego de nueve años de paralización. Hace dos semanas, tras una serie de encuentros y gestiones del Gobierno con su par estadounidense, que se han extendido por más de dos años, la Oficina de Comercio del país norteamericano (USTR, por sus siglas en inglés) confirmó la reactivación del TIC.
El Consejo se creó en la década de los noventa del siglo XX. Sin embargo, durante toda su trayectoria solo mantuvo una reunión; entre las razones está la falta de una real voluntad política, explica Felipe Espinosa, presidente de la Cámara de Comercio Ecuatoriana-Americana (Amcham).
En esa cita, que se llevó a cabo el 10 de noviembre del 2009, participaron alrededor de 25 personas. Entre los temas de aquella agenda estuvieron comercio sostenible, cooperación, barreras técnicas, medidas no arancelarias, asuntos fitosanitarios, aduanas y políticas de inversión. Además, se abordaron asuntos de propiedad intelectual y temas de carácter laboral. El encuentro se desarrolló durante dos días. Esta vez será igual.
Amcham explica que el 14 se llevará a cabo una reunión del sector privado, que estará liderada por la Cámara de Comercio de EE.UU. Por parte de Ecuador acudirán unos 15 empresarios; el Comité Empresarial Ecuatoriano (CEE) estará a la cabeza y, como parte del mismo, también participarán directivos de la Federación Nacional de Cámaras de Comercio, la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), la Federación de Cámaras de Industrias del Ecuador, entre otros.
Mientras que el 15 participarán los equipos técnicos de los gobiernos. EE.UU. estará representado por el USTR y por Ecuador irá el Ministerio de Comercio Exterior.
En esta ocasión se prevé una valoración integral de la relación bilateral de comercio e inversiones. Como parte de este proceso se analizarán las oportunidades de fortalecimiento comercial y aspectos sensibles entre las partes.
David López, jefe técnico de la Cámara de Comercio de Quito (CCQ), explica que entre los objetivos de Ecuador está abrir el camino y, potencialmente, definir un cronograma de trabajo para arrancar las negociaciones de un acuerdo comercial con EE.UU. (ver página 13), plantear sus preocupaciones por las barreras fitosanitarias del país norteamericano a productos locales como el cacao en grano, etc.
Esto último, a decir de Espinosa, ya se habría resuelto luego de reuniones anteriores entre gobiernos. Por EE.UU., uno de los temas sensibles es el de “los laudos arbitrales” del caso Chevron, dice el titular de Amcham.
Dicha empresa ha solicitado abiertamente a su país que retire beneficios unilaterales que otorga a Ecuador, como el Sistema General de Preferencias (SGP, permite el ingreso sin aranceles a unas 200 partidas), como medida de presión contra Ecuador. Esto ha sido criticado por autoridades.
“El USTR no hizo nada con esa petición y lo amplió (el mecanismo). No obstante, ellos revisan periódicamente los temas y este es uno que está sobre la mesa. Hay una audiencia la última semana de noviembre a la que tiene que acudir Ecuador para presentar sus pruebas de descargo sobre este tema. Será en Washington, en el USTR (…) creo que el Gobierno está muy interesado en que eso se resuelva. Ecuador ha sido muy respetuoso de los laudos arbitrales, aún de aquellos que no le han favorecido”, comenta Espinosa.
En relación con otras posibles preocupaciones que pudiera tener EE.UU., como el tema de propiedad intelectual, el directivo explicó que es algo en lo que ese país siempre estará pendiente con todas las naciones, incluso con las que ya tiene acuerdos.
Asimismo, quedará en el tapete la denuncia del Tratado Bilateral de Inversiones por Ecuador.
El país busca negociar a corto plazo
Si existe algo seguro entre el Gobierno y el sector privado es que la firma del acuerdo comercial con EE.UU. es un proceso a mediano plazo. Sin embargo, la reunión del TIC busca que se defina, lo más pronto posible, una fecha de inicio de negociación.
Xavier Rosero, jefe técnico de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), explica que esta no puede durar menos de seis meses. Su par de la Cámara de Comercio de Quito (CCQ), David López, asegura que como parte del proceso se debe tomar en cuenta cuál será el alcance que se le quiera dar al convenio.
Esto último implica si solo incluirá comercio de bienes y servicios o si será de tipo integral. López explica que EE.UU. ha cambiado su visión sobre la negociación de acuerdos: el paso de multilaterales a bilaterales y la aplicación de parámetros diferenciados dentro de los textos.
En el renegociado Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), por ejemplo, el sector agropecuario mexicano resultó beneficiado, según una publicación de ese país, porque no se fijaron cuotas para enviar productos dependiendo de las estaciones ni se establecieron otros impedimentos comerciales.
Esto, a decir de López, demuestra que existe apertura en EE.UU. y puede ser una luz para que Ecuador proteja a ciertos sectores históricamente sensibles, como el maicero, lácteo, cárnico (aves, reses, cerdos) dentro del acuerdo.
Esto, sin embargo, es solo una posibilidad. EE.UU., durante sus negociaciones, siempre ha dejado fuera de la desgravación de aranceles a muy pocos productos.
Cuando se discutía el TLC, el 2005, Ecuador pidió dejar por fuera, en un inicio, a unas 1 700 partidas. Aunque la lista se redujo, a los estadounidenses no les convenció la exclusión completa.
Rodrigo Gómez de la Torre, presidente de la Cámara de Agricultura de la Primera Zona, asegura que en un acuerdo siempre suele haber ganadores y perdedores; en este caso habrá afectados en un primer momento. En Colombia, por ejemplo, hay quejas sobre las dificultades para exportar carnes y leche, principalmente en polvo, que ha llegado desde EE.UU.
Ecuador es un país que tiene sobreproducción de leche. Esto llevó a que en este año se plantee al ministro de Agricultura, Xavier Lazo, que se busquen mecanismos para subir las exportaciones.
LÍDERES solicitó a la Asociación de Ganaderos de la Sierra y Oriente (AGSO) una posición en relación con el impacto que podría generar el acuerdo en el sector, pero hasta el cierre de la edición no fue posible comunicarse con los directivos del sector.
Tampoco hubo la posibilidad de hablar con el titular del sector avícola, Édgar Navarrete, quien indicó que la entrevista podría realizarse esta semana.
De no poder excluir productos de la lista de negociación, otra posibilidad es establecer un amplio cronograma de desgravación.
David Lewis, experto en comercio exterior y vicepresidente de la empresa estadounidense Manchester Trade, explica que todo depende de cómo se negocie. En el nuevo Tlcan, por ejemplo, México mantuvo concesiones agrícolas que ya tenía el original; el maíz y el fréjol, por ejemplo, tenían desgravaciones por 20 años.
También se ha cedido en esa materia en los acuerdos con Chile, Colombia, Perú, entre otros. En el Cafta (TLC con Centroamérica y República Dominica) se incluyeron, por ejemplo, protecciones para granos básicos, productos avícolas y porcinos, etc.
Productos no tradicionales con oportunidades de exportación
Rodrigo Gómez de la Torre, titular de la Cámara de Agricultura, asegura que son más las oportunidades que las amenazas que podría traer un acuerdo comercial con EE.UU.
“La producción diferenciada que tiene Ecuador nos da grandes oportunidades (…) Podrían exportarse quesos. Hemos visto que allá se vende este producto lácteo fresco con receta ecuatoriana, lo que significa que hay un consumidor interesado allá”.
Sin embargo, Daniel Legarda, presidente de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), asegura que por cuestiones vinculadas a la fiebre aftosa, aunque Ecuador quedó libre de esa enfermedad, el país no puede enviar a EE.UU. lácteos frescos.
“Falta que el país pase por un proceso de notificación, cumplir un último requisito, ciertas formalidades para que oficialmente se puede calificar a Ecuador como libre de aftosa”, comenta.
Ecuador tiene interés, además, en vender leches saborizadas industrializadas, porque ya han pasado por la pasteurización, envasado UHT, entre otros procesos sanitarios. Sin embargo, Legarda explicó que hay cupos para el envío de estos productos en el mercado estadounidense y la asignación es, ahora, compleja.
“A pesar que se ha solicitado (un cupo) no ha habido una respuesta al respecto. Es un tema que debe incluirse dentro del diálogo”, dijo.
Para el dirigente del gremio agrícola, también puede haber oportunidades para el envío de productos no tradicionales como pitahaya, tomate de árbol, guaitambos, aguacate (no necesariamente la variedad hass), potenciar el envío de la uvilla, etc.
Pero previo a eso, Fedexpor espera que dentro del TIC se pueda insistir en la inclusión de rosas, brócoli y atún dentro del SGP. El Gobierno anterior ya planteó esta posibilidad, pero todavía no ha tenido respuesta de EE.UU.
“Se puede retomar ese análisis y ver una posibilidad mientras se concreta un acuerdo comercial porque sí hemos perdido mercado con EE.UU. en esos y otros productos, de manera sostenida en los últimos años”, manifestó.
Una vez que inicien las negociaciones, por su parte, el directivo considera que deben tomarse como modelos para el proceso los acuerdos de Ecuador con la Unión Europea (UE) y de Colombia y Perú con los EE.UU.
Estos últimos, por ejemplo, cuentan con cronogramas de desgravación por hasta 17 años en diferentes productos.
El ministro de Comercio Exterior se ha reunido con el sector público y privado de EE.UU. durante 16 meses. Foto: Cortesía: Ministerio de Comercio Exterior
Entrevista a Richard Salazar, coordinador del Programa de Estudios Asiáticos de la Universidad Andina Simón Bolívar. Él habla de las consecuencias del incremento de aranceles entre varios países del mundo y de cómo EE.UU. está rompiendo el esquema del multilateralismo
Actualmente, se habla de la posibilidad de que en el mundo se haya generado una guerra comercial tras la imposición de aranceles por EE.UU. a diversos países, con sus retaliaciones. ¿Qué implica ese término?
Una guerra comercial es un proceso para tratar de afectar la economía de un país al que se le percibe como un rival en esa área. La primera medida es subir los aranceles a dicha nación. Esta, en reciprocidad, hace lo propio. Eso es lo que está ocurriendo ahora, principalmente, entre EE.UU. y China. Ambos han incrementado aranceles para una serie de productos que incluyen artículos agrícolas, tecnológicos, etc.
¿El mundo está, entonces, en una guerra comercial?
Yo creo que el mundo no, pero si las dos economías más grandes.
Pero, EE.UU. también ha subido aranceles para productos de la Unión Europea (UE) y otros asiáticos. ¿puede estar iniciando una escalada hacia una guerra comercial?
Actualmente, ese país ha tomado acciones contra cualquier socio que tenga ventajas comerciales y que compita con ellos. Los EE.UU. se encuentran en una lógica unilateralista, pero aun no se puede hablar de guerra total.
¿Traerá consecuencias?
Eso va a tener, progresivamente, una repercusión en el planeta. El impacto es, especialmente, para países como el nuestro, que importa muchos productos tecnológicos, maquinaria, etc. Comenzarán a llegar artículos con un incremento de costo.
¿Por qué?
Expliquémoslo con un ejemplo. Muchas partes de los Iphones son de Japón, Corea del Sur o China. Si EE.UU. les fija aranceles, estas pequeñas piezas van a tener un mayor costo. Por tanto, el producto final valdrá más. No es que será un incremento de precio dramático, pero tendrá alguno.
Más allá de esto, ¿la tensión comercial traerá alguna ventaja para la región o el país?
Ecuador, que es un país pequeño hablando comercialmente, no puede pensar que como EE.UU. reducirá sus compras a China, por los altos aranceles, podrá proveerle de ciertos productos en reemplazo. No va a ocurrir porque no fabricamos lo mismo, la producción es pequeña con relación a las necesidades estadounidenses, etc. No es que vamos a salir ganando, ni nosotros ni la región.
¿Quién gana?
Países de producción alta como Pakistán, que vende grandes cantidades de algodón. También Tailandia, que fabrica textiles.
¿Qué factores deben suceder para que se produzca una guerra comercial mundial?
Para que eso suceda tendrían que involucrarse o unirse otras economías grandes como las de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Si EE.UU. sigue tensando la cuerda, de manera que genere un muro comercial con bloques como ese, y rompa acuerdos comerciales con otros países como los latinoamericanos, etc., estaría iniciando una guerra comercial mundial.
¿Qué gana EE.UU. con esto?
Mantenerse como líder económico del planeta y evita que China alcance ese lugar. Desde la década de los ochenta los países asiáticos registraron un crecimiento importante debido al cambio de su matriz productiva. Se convirtieron en maquiladores, pero también en productores con mano de obra barata. A inicios de siglo, China, especialmente, comenzó a competir de igual a igual con EE.UU. Los cálculos apuntan a que en 2030 este país se convierta en la primera economía del mundo. Ahora, está en segundo lugar. Pero, el tema también va por el lado de la geopolítica.
El gobierno de Donald Trump ha roto la lógica multilateral y también la del libre comercio, de la que EE.UU. fue uno de los grandes defensores. El neoliberalismo surge, como doctrina, en la Escuela de Chicago. Lo que proponía, como todos lo conocemos, es que el mercado rija las normas de los costos y de la sociedad. El Estado interviene en lo mínimo.
¿Qué pasó para que EE.UU. cambie de visión?
China aplicó el libre mercado y creció comercialmente.
Con todos estos cambios, ¿qué va a pasar con la política de acuerdos comerciales de los EE.UU. con terceros?
Los acuerdos que tiene con los latinoamericanos no se verán afectados porque los países de la región no son competencia directa para ellos. Pero, Trump será riguroso en revisar el comercio y la política arancelaria con el mundo. Tiene que mantener su discurso.
¿Eso sucederá también con los latinoamericanos?
Seguramente habrá una discusión. Pero el diálogo será más sobre temas estratégicos. Hará presión comercial para obtener beneficios o imponer políticas.
¿Ecuador podría concretar un acuerdo de libre comercio con los EE.UU.?
Seguro está en agenda del presidente Lenín Moreno. Creo que a Ecuador le conviene tener también una ventana abierta para con Asia, para la cuenca del Pacífico. Me parece que la agenda asiática ha estado postergada.
¿Qué papel le corresponde a Ecuador en esta tensión comercial de las potencias?
El país no puede alinearse en el conflicto entre EE.UU. y China, no puede tomar partido por uno u otro. Se debe mantener una buena relación y sacar provecho, por ejemplo, de la salida de los estadounidenses del Tratado de Asociación Transpacífico (TPP, por sus sigla en inglés).
¿En qué sentido?
La salida de los EE.UU. desnivela el peso de los países miembros. Todos los latinoamericanos deberían tratar de entrar. Sin embargo, eso significa muchos retos.
¿Cómo cuáles?
Que las pequeñas y medianas empresas (Pymes) se vuelvan más competitivas y puedan exportar dentro de ese bloque. Para eso necesitan tener préstamos a bajo interés, niveles de innovación interesantes, etc. Se trata de mercados altamente exigentes. El ingreso sería una oportunidad, pero no es fácil.
Hoja de vida Formación. Es antropólogo por la Universidad Católica del Ecuador. Tiene una maestría en cooperación internacional de la Universidad de Padova y otro en políticas públicas para el desarrollo de la Universidad de Bologna. Actualmente, cursa estudios de doctorado.
Experiencia. Se ha desempeñado como consultor del Ministerio de Finanzas y de organismos internacionales como Unicef y la Organización Internacional del Trabajo. Es docente y Coordinador del Programa de Estudios Asiáticos del Centro Andino de Estudios Internacionales. Es experto en temas de Asia – Pacífico y parte de una red de académicos para estudiar el este de Asia.
Richard Salazar es el coordinador del Programa de Estudios Asiáticos de la Universidad Andina Simón Bolívar. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
La industria mexicana está interesada en exportar a Ecuador al menos cinco tipos de productos, con mejores condiciones de acceso. Esto con la posible firma de un acuerdo comercial.
Este interés llega luego de que la semana pasada una delegación ecuatoriana público privada asistiera a la XIII cumbre de la Alianza del Pacífico, que se desarrolló en Puerto Vallarta, con el fin de proponer el ingreso del país al bloque como Estado Asociado. Al finalizar la cita, el bloque declaró su interés por la propuesta y dio inicio al análisis conjunto.
Como parte del proceso es necesario que el país camine a un acuerdo total con México (ya tiene uno con Chile, así como con Colombia y Perú en la CAN).
Autos y camiones; repuestos, partes y piezas; artículos tecnológicos; electrodomésticos; y productos de consumo agroalimentario están entre los ítems que México está interesado en colocar en el país con preferencias, según indica Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial mexicano.
“Nosotros vemos con muy buenos ojos la incorporación de Ecuador a la Alianza del Pacífico. Esto nos va a permitir tener un libre comercio con el país. Los cambios que se están dando en Ecuador son atractivos para el comercio y la inversión. Podemos ser un mercado interesante”.
México busca aumentar tanto el comercio como las inversiones en Ecuador. El año pasado, según el Consejo, el país norteamericano trajo capitales por USD 6 897 millones por parte de empresas agroalimentarias, embotelladoras de refrescos, industrias dedicadas a la fabricación de artículos de consumo masivo, producción de plásticos, entre otros.
“Nosotros tenemos industria manufacturera que podría encajar muy bien en Ecuador y ustedes tienen industria agroalimentaria que nos sería de mucho interés (…) podemos homologar reglamentaciones de los países y hacer compromisos de facilitación financiera y de moneda. Estaríamos muy cerca y muy interesados en un acuerdo”, dice Castañón.
Actualmente, Ecuador tiene un acuerdo de alcance parcial con México. Esto quiere decir que solo está relacionado con intercambio de bienes, no consta todo el universo arancelario de cada país y la desgravación no es al 100%.
Los procesos para cerrar un acuerdo total con este país y la Alianza del Pacífico deberán avanzar durante el 2019.
Mientras tanto, directivos como Larry Yumibanda, presidente del Colegio de Economistas del Guayas, consideran que se debe analizar el impacto del acuerdo en diferentes áreas de producción nacionales como la agrícola, tomando en cuenta que México ocupa entre el primer y cuarto lugar en exportaciones al mundo de frutas, vegetales y artículos alimenticios industrializados.
Asimismo, es el principal exportador de manufactura avanzada para América Latina, según un estudio de Pro México. Entre los productos que más envía se encuentran electrodomésticos, teléfonos celulares, vehículos, etc.
Durante el primer semestre de este año, el 9,4% de automotores que se comercializaron en el país fue de origen mexicano, según la Asociación de Empresas Automotrices del Ecuador.
Para Yumibanda el acuerdo sería poco provechoso pues México produce y exporta, en materia agroindustrial, casi lo mismo que Ecuador.
Para David Molina, presidente de la Cámara de la Industria Automotriz del Ecuador, podría haber un impacto desde la perspectiva comercial para el país y el sector. “Más allá de las sensibilidades para el sector automotor, línea blanca, metalmecánica, acero y plásticos hay temas que deben ser analizados para ver si el país está tomando la mejor decisión”.
El directivo, además, explica que México tiene una infraestructura gigante para atender, principalmente, a EE.UU., y ahora que tiene problemas de acceso debe buscar nuevos mercados.
Con Corea del Sur existen desventajas
La posibilidad de que Ecuador logre un acuerdo comercial con Corea del Sur, tal como lo han planteado las autoridades, genera debate e inquietud.
Las negociaciones para un posible acuerdo empezaron en enero del 2016, pero luego los diálogos se frenaron. En mayo pasado, el ministro ecuatoriano de Comercio Exterior, Pablo Campana, informó que entre los planes está retomar las negociaciones con el país asiático. También anunció que se iniciarán negociaciones con la India pensando en un futuro acuerdo comercial.
“Necesitamos más acuerdos comerciales abiertos. Tenemos solo dos, con la CAN y la Unión Europea, mientras que Perú tiene 19 y Colombia 14”, dijo Campana en el foro Invirtiendo en el futuro del Ecuador, organizado por la Ascoa y el gobierno de Ecuador.
El Grupo Spurrier elaboró en octubre del año pasado un estudio titulado ‘Costo beneficio de una cuerdo de libre comercio entre Ecuador y Corea del Sur y sus impactos sectoriales’. Lo hizo para la Cámara de la Industria Automotriz Ecuatoriana (Cinae).
En el documento se detalla que la balanza comercial no petrolera es bastante favorable para Seúl. Las exportaciones a Corea del Sur fueron por USD 81 millones en el 2016, mientras que las importaciones desde el país asiático llegaron a USD 495 millones, según datos de ProEcuador.
Los principales productos ecuatorianos que llegan a ese mercado son camarón, atún, desperdicios de cobre, banano y cacao. Desde Corea del Sur se envían vehículos, aparatos eléctricos, artefactos mecánicos, plásticos y caucho.
Según el estudio, un acuerdo comercial permitiría que las exportaciones ecuatorianas crezcan en USD 29 millones. Pero también advierte que las importaciones surcoreanas crecerían USD 185 millones. Esto significa que el déficit comercial total para Ecuador sería de USD 794 millones. “Corea del Sur se convertiría en el segundo país con el que Ecuador mantiene un mayor déficit comercial después de China”, indica el estudio mencionado.
El documento añade que también habrá un impacto fiscal, así como en la producción y el empleo. La pérdida fiscal, por ejemplo, sería de USD 134 millones.
Para Oswaldo Landázuri, miembro del directorio de la Cinae, el plan de una mayor apertura comercial que plantea el gobierno tiene ventajas y desventajas. Entre las primeras menciona la posibilidad de tratar de vender más, con ventajas comparativas.
Las desventajas son las posibles pérdidas de sectores como la industria automotriz, el segmento de confecciones, el negocio de maquinaria, entre otros. “El riesgo es mayor con economías con escalas de producción tan grandes, como México o Corea del Sur”.
Landázuri cree que falta un mayor análisis a las propuestas de apertura comercial. “No se entiende bien qué tan beneficioso o perjudicial puede ser para el país la apertura comercial con un determinado país”.
Según este empresario, se están proponiendo acuerdos comerciales con economías que tienen alta industrialización y por lo tanto habrá dificultades para la industria ecuatoriana. Corea del Sur, añade Landázuri, tiene subsidios a la industria del acero y eso impacta en la producción de automóviles y en el sector de línea blanca. “Competir con ellos entonces será muy difícil”.
Según la agencia surcoreana de inversiones Kotra, en la última década se expandieron las relaciones comerciales y económicas, con proyectos de cooperación entre Ecuador y la nación asiática. En lo comercial la relación se ha fortalecido con participación de empresas surcoreanas en Ecuador y con proyectos de cooperación no reembolsable a través de la agencia de cooperación.
El país asiático tiene cerca de 50 acuerdos a escala global. En la región tiene acuerdos con Chile, Perú y Colombia.
Los gremios están pendientes del proceso de adhesión a la Alianza
Una vez que la Alianza del Pacífico mostró su beneplácito por el interés de Ecuador para convertirse en estado asociado, los gremios empresariales consideran que debe de impulsarse el proceso de incorporación tanto por el lado del sector público como del privado.
Para la incorporación existen algunos pasos. Daniel Legarda, presidente de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), explica que “el proceso pasa por una negociación con los cuatro países. Con Chile, Colombia y Perú ya tenemos un acuerdo de comercio. Faltan revisar unos temas de servicios. Con México tenemos un acuerdo muy pequeño. Hay que ampliar completamente nuestro convenio. Para ser considerados como asociados, al final de ese proceso, sí se debe llegar con el acuerdo con México”.
Si la negociación con ese país ya está encaminada, aunque todavía no haya tratado suscrito, es potestad de la Alianza del Pacífico el admitir o no al país como asociado. Existe esa flexibilidad del bloque.
Patricio Alarcón, presidente del CEE, explica que la Alianza del Pacífico es la octava potencia económica y exportadora a escala mundial. “El Ecuador ha perdido demasiado tiempo aislado de la integración real, la que genera empleo y prosperidad”. Añade que en la región, el bloque representa el 37% del Producto Interno Bruto (PIB), concentra 52% del comercio total y atrae el 45% de la inversión extranjera directa.
Para David López, jefe técnico de la Cámara de Comercio de Quito (CCQ), el Gobierno debe impulsar una mayor integración comercial, mientras que los gremios deben contactarse con el Consejo Empresarial de la Alianza. Este último es el que, efectivamente, mueve los temas de inversiones y comercio.
La semana pasada, en Puerto Vallarta, se reunieron en México autoridades y empresarios de la Alianza del Pacífico. El país quiere ser parte del bloque y envió una delegación. Foto: José Méndez / EFE
Todo empezó a inicios de marzo del 2018 con una declaración de Donald Trump. El presidente de EE.UU sorprendió al mundo -otra vez- con un anuncio: la economía más grande del planeta gravará las importaciones de acero en 25% y las de aluminio en 10%.
La decisión había sido “cuidadosamente analizada”, según las autoridades de Estados Unidos y no buscaba un conflicto comercial. Pero hoy tres semanas después, autoridades, analistas y medios usan el término ‘guerra comercial, para hablar del tema.
La Unión Europea fue la primera en mostrar los dientes. La comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, dijo entonces tener la esperanza de que se pueda evitar una escalada de tensiones comerciales que “perjudicaría las relaciones transatlánticas”. En tanto, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, apuntó que las “guerras comerciales son malas y fáciles de perder”.
La tensión se mantiene desde entonces y para esta semana está prevista una reunión entre Malmström, y el secretario de Comercio de EEUU, Wilbur Ross.
A escala mundial se producen cada año 1 700 millones de toneladas métricas de acero. El principal productor es China con el 49%.La Unión Europea, Japón, India y EE.UU. completan la lista de los cinco principales productores.
En medio de la polémica levantada por Trump, China fue acusada de ‘dumping’ por sus socios. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, acusó al gigante asiático de inundar el mercado mundial de aluminio y acero barato, lo que considera una “competencia desleal”.
Las plantas siderúrgicas y metalúrgicas chinas son mayoritariamente compañías públicas muy endeudadas. En 2017 la producción de acero chino volvió a aumentar, un 5,7%, hasta 831,7 millones de toneladas.
El exceso de producción chino ha hecho caer su precio en los últimos años y sus socios comerciales, Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros, denuncian las subvenciones públicas al sector.
China reconoce que existe un problema pero promete “medidas concretas” y asegura haber reducido su capacidad de producción en 50 millones de toneladas el año pasado. Pekín se ha comprometido a reducir su producción en 150 millones de toneladas entre 2016 y 2020, un objetivo que podría cumplirse este mismo año, según las autoridades.
En Alemania, motor de la UE, también existe inquietud. El país, séptimo exportador de acero y aluminio a EE.UU., está en el punto de mira de Trump desde su llegada al poder por su excedente comercial (USD 26 245 millones) y a su insuficiente gasto militar, en su opinión, en el seno de la OTAN.
El ministro de Finanzas alemán, Peter Altmaier, llamó a “evitar una guerra comercial”, abogando en Bruselas por “un comercio mundial libre y abierto”. EE.UU y la UE “no pueden entrar de ninguna forma en una escalada comercial”, advirtió por su parte el ministro español Román Escolano.
La UE, que exportó a Estados Unidos 5 300 millones de euros en acero y 1 100 millones de euros en aluminio en 2017, sigue abogando por el diálogo para intentar quedar fuera de las medidas, pero de confirmarse ya se preparó para responder al presidente estadounidense.
“El riesgo más importante sería no correr ningún riesgo ni responder” a la decisión de la administración Trump, ya que “podría dar la impresión que somos débiles”, dijo el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, en un acto de la industria europea Eurofer.
La estrategia europea pasa por aumentar los aranceles a productos emblemáticos estadounidenses como jeans o mantequilla de maní, así como por medidas de salvaguardia para proteger la industria siderúrgica europea y por una eventual demanda ante la Organización Mundial del Comercio, cuyo titular el brasileño Roberto Azevedo teme una “guerra comercial”.
Pittsburgh recibe bien a los aranceles
Legisladores estadounidenses, líderes industriales y gobiernos de todo el mundo han criticado los aranceles propuestos por Donald Trump a las importaciones de acero y aluminio. Pero en Pittsburgh, ciudad del acero, la reacción ha sido muy diferente.
Empleados y compañías de Pittsburgh y sus alrededores, donde se encuentra el motor industrial que solía producir gran parte del acero del mundo, son sólidos partidarios de las tarifas.
El anuncio de Trump no constituye para ellos una medida proteccionista, sino una nivelación del terreno de juego para los trabajadores estadounidenses.
“El anunciado alivio ya envió un mensaje positivo dentro de la industria sobre que el declive de los sectores de acero y aluminio puede ser revertido”, dijo el vicepresidente de United Steelworkers International, Tom Conway.
Ese sindicato con base en Pittsburgh, que representa a cerca de 850 000 trabajadores en EE.UU., es una poderosa voz de la industria que se ha visto afectada por décadas por las importaciones baratas y las nuevas tecnologías.
Representantes sindicales de los grandes conglomerados industriales como US Steel acompañaron a Trump en la Oficina Oval en días pasados cuando anunció los aranceles, que generaron el inmediato rechazo de legisladores de su propio partido así como de representantes de otras organizaciones.
Los detractores de las medidas expresaron su preocupación por el impacto que puedan tener en otras industrias y potencialmente en millones de trabajadores.
Para el acero, sin embargo, marcan “ un enorme resurgimiento ” , según un ejecutivo de la industria. “El efecto general es positivo ”, dijo Piotr Galitzine, jefe ejecutivo de TMK-IPSCO, líder global de la producción de tuberías para petróleo y gas.
Para la compañía matriz TMK, con base en Rusia, los aranceles les afectan de dos maneras. “Vamos a perder un poco por el lado de la importación, pero vamos a ganar mucho más en el ámbito doméstico”
TMK-IPSCO opera 10 plantas en Estados Unidos con 2 000 empleados y ellos están “ encantados ” con los aranceles, dijo Galitzine.
“No es un secreto que muchos obreros votaron por Trump por su promesa de crear nuevos empleos” tras ver cómo los puestos en muchas industrias fueron trasladados al extranjero en los últimos 40 años, añadió.
Pero la decisión del presidente generará también “una rápida y específica” represalia en el exterior, con la imposición de tarifas a exportaciones estadounidenses, dijo Christopher Plummer, presidente de Metal Strategies, una firma consultora especializada en la industria. Los precios aumentarán asimismo en algunos bienes con insumos de aluminio, como autos y cerveza enlatada. “La pregunta es si causará mucho impacto”.
La industria del acero se ha recuperado en general hasta un punto aceptable desde el colapso de los precios del petróleo en 2014, explicó Plummer.
Pero Pittsburgh, perfectamente ubicada cerca de fuentes muy importantes de carbón y metal, y en la confluencia de tres ríos, se ha salido del camino seguido por la industria pesada desde hace años, dijo Chris Briem, un economista regional de la Universidad de Pittsburgh.
Y los trabajos de la industria se han movido a locaciones más rentables y evolucionado hacia tecnologías más flexibles y económicas.
En Ecuador preocupa la posible llegada de acero de baja calidad
En Ecuador también existe expectativa por el desenlace de la “guerra comercial” del acero. Guillermo Pavón, director general de la Federación Ecuatoriana de Industria de Metal (Fedimetal), cree que en caso de que la medida anunciada por EE.UU. se aplique habría una afectación en el mercado ecuatoriano.
Mucho del acero que antes iba a EE.UU. se dirigiría a países de América latina, incluido Ecuador, dice Pavón. “El riesgo es que llegue acero de baja calidad y esto generaría una competencia desleal para la industria nacional”.
Hoy en día la industria local de acero ocupa el 60% de su capacidad instalada de producción. Esto ocurre por la contracción de la economía y por la llegada de acero importado, añade el vocero de Fedimetal. Pavón indica que en el país se registran cerca de 19 000 empresas en el sector de metalmecánica, que trabajan con acero, aluminio, cobre, etc.
En cuanto al consumo de acero, informa que son 1 650 000 toneladas al año. De esa cifra entre
500 000 y 600 000 toneladas se producen en el Ecuador; el resto es importado. “Con esas cifras me refiero al acero producido a partir de la fundición de chatarra”.
En América, México y Canadá están exentos de los aranceles impuestos, al ser socios de Washington en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Brasil, es uno de los más afectados dado que Estados Unidos es el principal destino de sus exportaciones de acero y el sector da empleo a más de 200 000 personas en el país.
“Si no hay solución amigable muy rápido vamos a formular una representación a la OMC, no unilateral, sino con todos los países perjudicados”, dijo la semana pasad el presidente, Michel Temer.
Un obrero en una planta de Zouping, al este deChina observa las varillas de acero. El exceso de producción chino ha hecho caer el precio del acero en los últimos años. Foto: AFP
El acuerdo comercial entre Colombia y la Unión Europea (UE), en vigor desde 2013, mostró el miércoles 14 de febrero del 2018 su cara más colorida: las flores colombianas que crecen en la sabana de Bogotá, viajan dos semanas en barco y llegan a los puertos del Viejo Continente para llenar jarrones europeos.
Una delegación del Comité de Comercio Internacional (INTA, sigla en inglés) del Parlamento Europeo que se encontraba en Colombia desde el lunes para evaluar la implementación del tratado, cerró su viaje este miércoles con un paseo entre los brotes floridos del vivero Jardines de los Andes, a unos 25 kilómetros de Bogotá.
Les recibieron más de 40 variedades de flores como las alstroemerias, las campánulas, los girasoles y los pompones, cultivadas con intensidad desde hace más de un mes para llegar frescas al día de San Valentín, uno de los días con más demanda.
La gerente de Jardines de los Andes, Sofía Herrera, quien guió a los eurodiputados por la finca, explicó a Efe que el acuerdo comercial les favoreció.
«Hemos importado maquinaria, hemos hecho acuerdos de intercambio de tecnología, de intercambio de conocimiento», aseguró.
Herrera advirtió que el tratado, en vigor desde el 1 de agosto de 2013, no tuvo un impacto tan significativo en las exportaciones de flores porque «el reto» de llevarlas a Europa «es logístico» y no arancelario, pero aseguró que «sin duda es muy positivo para la industria» y espera que se siga «desarrollando» en el futuro.
Las flores viven un auténtico periplo para llegar a Europa, que comienza con su transporte por carretera hasta los puertos caribeños de Santa Marta o Cartagena en contenedores refrigerados.
Allí se cargan en barcos que atraviesan el Atlántico en viajes de entre 12 y 18 días, y que concluyen en los amarres de los puertos de Reino Unido y Holanda.
«A pesar de que dura más tiempo en el trayecto, lo positivo que tiene (llevar las flores por vía marítima) es que la cadena de frío es permanente, y eso es benéfico para la vida de la flor. Llega en mejor estado, como que hiberna, se duerme», explicó Herrera.
El presidente del INTA, el eurodiputado alemán Bernd Lange, celebró esta vía abierta para los floricultores colombianos, y también reconoció a Efe que «una de las ventajas del acuerdo comercial» es que «los trámites de importación se han reducido».
La delegación europea llegó el lunes a Colombia y se reunió ese mismo día con el presidente del país, Juan Manuel Santos, y la ministra de Comercio, Industria y Turismo, María Lorena Gutiérrez.
También mantuvieron encuentros con los ministros de Trabajo, Griselda Restrepo; Agricultura y Desarrollo Rural, Juan Guillermo Zuluaga, y el alto comisionado para la Paz, Rodrigo Rivera, así como con representantes de organizaciones empresariales y sociales colombianas. Después de su visita para conocer la pujante industria de las flores colombianas, los europarlamentarios partieron hacia Perú.
Según datos de la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores), las exportaciones totales de este producto crecieron en 2017 un 5% frente al ejercicio anterior, y llegaron a un total de 246.000 toneladas.
Estados Unidos sigue siendo el destino principal para los tallos colombianos, con un 75 % de las exportaciones, pero las flores llegaron a 98 países diferentes.
La gerente de Jardines de los Andes explicó que la empresa envía el 80 % de su producto a EE.UU., pero sin embargo está en vías de expansión en Europa.
«Cuando no es temporada, estamos exportando tres contenedores de flores a la semana (cerca de un millón de brotes), y la idea es ver si en el segundo semestre (…) podemos subir eso a cinco», afirmó.
Herrera añadió que «el consumo de flores en Europa es mucho más alto que el consumo de flores en Estados Unidos, y más consistente».
«Eso es benéfico para empresas como éstas porque sembrar y mantener estas fincas para fechas puntuales al año es impensable. Eso es una ventaja muy grande que tiene el consumidor y en general el mercado europeo», añadió.
Por este motivo, Herrera espera que las puertas al Viejo Continente se abran aún más a las flores colombianas, donde ya compiten con el mismo mercado europeo y los productos africanos, especialmente en invierno, cuando la producción en los países de la UE desciende.
Ante la perspectiva de comprar una flor colombiana en su país natal, Lange bromeó que sería «una buena experiencia, especialmente durante el invierno. ¡No tenemos flores en Alemania en invierno!, expresó».
La europarlamentario Inmaculada Rodríguez-Piñero recorrió una plantación de flores de exportación, el miércoles 14 de febrero de 2018, en el municipio de Madrid (Colombia). Foto: EFE
El presidente Donald Trump inicia 2018 con su agresiva agenda comercial “Estados Unidos primero” y China es el primer objetivo de su ofensiva.
Mientras se encamina a codearse con líderes mundiales en el Foro Económico Mundial de Davos, un ámbito que rinde culto al libre comercio, Trump ha causado enfado desde Berlín a Pekin al imponer tarifas a las importaciones de lavarropas y paneles solares chinos y surcoreanos.
Además ya se vislumbran decisiones sobre el aluminio chino, el acero y la propiedad intelectual.
“Estamos en un momento particularmente peligroso”, dijo a la AFP , Edward Alden analista del Council on Foreign Relations. “Esta es una continua escalada de la administración de Trump”, añadió.
Trump llegó a la Casa Blanca el año pasado con una agenda económica nacionalista. Se propone revivir las fábricas en Estados Unidos castigando lo que considera prácticas comerciales ilegales de otros países y reducir los déficits comerciales. Su dedo proteccionista apunta directamente a China y México a los que acusa de robar empleos a los estadounidenses con sus acciones comerciales o por su mano de obra más barata.
Al firmar nuevas tarifas contra productos chinos y surcoreanos subsidiados, Trump dijo que quiere “demostrar al mundo que Estados Unidos ya no permitirá que le saquen ventaja”.
Tras esos comentarios, el ministro interino de Comercio de Alemania Peter Altmaier dijo que buscará dialogar con Estados Unidos para defender el libre comercio. Y la propia canciller germana Angela Merkel rechazó en Davos las acciones unilaterales.
“Si pensamos que las cosas no son justas, que los mecanismos no son recíprocos, entonces tenemos que encontrar soluciones multilaterales y no unilaterales”, dijo Merkel.
Corea del Sur a su vez ya anunció que llevará a la Organización Mundial de Comercio sus quejas sobre las acciones de Washington.
‘Proteccionismo puro’
Las medidas de Trump son “proteccionismo puro”, dijo Scott Miller del Center for Strategic and International Studies. Washington “decidió proteger a esas empresas (nacionales) a expensas de la competencia limpia”, afirmó.
Los socios comerciales de Estados Unidos que ansían saber cuán lejos llegará Trump poniendo barreras al comercio, tendrán la respuesta en las próximas semanas, dijeron analistas.
“El primer año de gobierno, al menos en materia comercial, fue más de ladridos que de mordidas”, dijo Miller a la AFP . Las decisiones de Trump de esta semana “fueron las primeras acciones presidenciales concretas”.
Analistas dijeron que las consecuencias pueden ser pocas para las lavarropas y los paneles solares pero las medidas son simbólicas. Y Trump es ahora proclive a dar nuevos pasos, lo cual abre la perspectiva de que China tome medidas de represalia.
El departamento de Comercio puso este mes en el escritorio de Trump informes sobre el acero y el aluminio de China y análisis sobre como esos productos pueden poner en riesgo a la industria estadounidense de defensa y, de ese modo, la seguridad nacional.
Trump también está en posición de decidir si aplica represalias sobre el trato de China a los derechos de propiedad intelectual.
Firmas estadounidenses denuncian desde hace tiempo exigencias de China a las inversiones extranjeras que incluyen la obligación de compartir información y tecnología.
‘China puede hacer lo que quiera’
Trump amenaza con retirar a Estados Unidos de tratados comerciales que considera perjudiciales para su país. Actualmente negocia con Canadá y México la actualización del TLCAN y exige cambios resistidos por sus socios.
Sin embargo Miller dice que a pesar de su retórica agresiva, la Casa Blanca será presionada para no exponer a Estados Unidos a acciones de represalia.
“Si hacemos eso con el aluminio y el acero ¿qué diremos cuando China haga lo mismo con los semiconductores?”, dijo. “No podremos decir nada”, añadió.
Sería muy fácil para Pekín tomar represalias que perjudiquen a zonas y sectores estadounidenses que respaldan a Trump, dijo. Podría por ejemplo bloquear sus importaciones de granos estadounidenses, dijo Miller. “China puede hacer lo que quiera” remarcó.
El presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, habla durante un encuentro con alcaldes estadounidenses en el Salón Este de la Casa Blanca, en Washington (EE.UU.), hoy, miércoles 24 de enero de 2018 .Foto: EFE
El sector comercial prevé el incremento más alto en salarios para el próximo año, con un aumento de 3,6%. Así lo señala el estudio Análisis del mercado laboral salarial 2017: un punto de inflexión, de la consultoraDeloitte, presentado hoy 12 de diciembre del 2017, en Quito.
Al incremento en el sector de comercio, le siguen servicios (3,42%) e industria (2,68%), detalla el estudio, que recopila información de 176 empresasnacionales y multinacionales.
En promedio el incremento salarial estará por el orden del 3,2%, el cual supera en 1,17% al aumento reportado para este año.
El incentivo está previsto en el 56% de las empresas encuestadas. Sin embargo, hay diferencias en cuanto al porcentaje de incremento entre las que operan en Quito y en Guayaquil.
Las firmas nacionales que tienen su base en Quito proyectan un aumento del 3,9%, mientras que las del Puerto Principal tendrán incrementos del 2,8%. Por su parte, las multinacionales que operan en la capital prevén aumentos del 3,1%, por encima del 2,9% que estiman las de Guayaquil.
Ecuador es el único país en la región que reporta una inflación negativa, de -0,09% según el Banco Central del Ecuador. Roberto Estrada, socio de Deloitte, explicó que en este escenario deben tomarse en cuenta otros criterios de evaluación como los crecimientos en ventas y utilidades de la empresa y el desempeño laboral de los empleados.
El sondeo también reporta la opinión de los trabajadores. A penas el 20% considera que su retribución salarial está unida a su desempeño y un 11% dice que son tratados con “respeto y justicia” en temas de remuneraciones.
“Está comprobado que al colaborador hay que tratarlo como un cliente más. Crear experiencias significativas y de largo plazo”, subrayó Estrada. Al respecto, el estudio señala que el 78% de las empresas están de acuerdo con que la experiencia del empleado es prioridad.
Como parte de las conclusiones del estudio, la consultora señala que el incremento del sueldo básico unificado (SBU) debe ser manejado por productividad, de forma técnica, y no políticamente. Otra de las conclusiones es que el 2018 se presenta como un año de recuperación para las empresas.
Los centros comerciales aplicaron descuentos en diciembre del año pasado. Este mes es considerado como el de mayor movimiento comercial, aunque en el 2015 la tendencia varió. Foto: Mario Faustos/ LÍDERES
El gigante de comercio electrónico Amazon demostró una vez más cómo se está imponiendo en el sector minorista al anunciar la compra de la cadena de supermercados Whole Foods, en una operación valorada en USD 13 700 millones
La fusión, que se espera quede completada en el segundo semestre de este año, implica que Amazon asumirá también la deuda de la cadena de supermercados, fundada en 1978 y que tiene 460 tiendas en Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido.
Amazon, que comenzó vendiendo libros por internet en 1994, se ha convertido en un gigante de comercio electrónico para todo tipo de productos, y ahora amplía su presencia con la mayor operación en la historia de esa firma.
El paso dado por Amazon representa un avance gigante, a la vez que más arriesgado, a partir de una serie de decisiones anteriores que incluían el comercio electrónico de comida fresca y la apertura de una serie de tiendas físicas.
«Millones de personas aman Whole Foods Market porque ofrecen los mejores alimentos naturales y orgánicos, y consigue que sea divertido comer saludablemente», afirmó Jeff Bezos en el comunicado en el que se da cuenta de esta operación.
«Whole Foods -añadió- ha estado dando satisfacción, deleitando y nutriendo a sus clientes durante casi cuatro décadas. Están haciendo un trabajo increíble y queremos que eso continúe».
La cadena de supermercados, líder en productos orgánicos, estaba resintiéndose últimamente de la crisis que viene atravesando el sector comercial minorista tradicional, frente al avance del electrónico.
De hecho, importantes accionistas de la firma estaban presionando en favor de una fusión. Las ventas de Whole Foods han caído cada trimestre desde septiembre de 2015 y los títulos de la firma han perdido la mitad de su valor desde su récord de 2013.
Hoy, Amazon anunció que pagará USD 42 por cada título de Whole Foods, muy por encima de los USD 33,07 con los que cerró en la sesión bursátil del jueves.
El anuncio tuvo un impacto importante para los títulos de Amazon, ya que estaban ganando un 3,1 % hora y media después de la apertura de Wall Street y, como era de esperarse, eran los más activos en el sector tecnológico.
Y, entre la competencia, los títulos de la firma Wal-Mart, la cadena minorista más importante de Estados Unidos, estaban cayendo a la misma hora un 5,5 %.
De acuerdo con el anuncio de Amazon, que tiene su sede en la ciudad noroccidental de Seattle, Whole Foods continuará operando con esa marca, muy extendida entre los sectores más jóvenes amantes de la comida orgánica y las clases más acomodadas de Estados Unidos.
Además, John Mackey, fundador de la cadena de supermercados, seguirá al frente de la compañía, con sede central en Austin, en el estado de Texas.
«Esta operación representa una oportunidad para maximizar el valor de los accionistas de Whole Foods Market, a la vez que extender nuestra misión y aportar la mejor calidad, experiencia, conveniencia e innovación para nuestros clientes», afirmó Mackey.
La operación, aparte del positivo impacto bursátil, estaba siendo muy bien recibida por los analistas.
«Esa marca es un buen complemento para Amazon y les permitirá dirigirse de una forma más agresiva en el mercado de entrega de alimentos frescos a domicilio», afirmó a la cadena financiera CNBC el directivo de la firma Technomic Darren Tristano.
Pero también destacaron las diferencia del modelo entre las dos firmas, ya que Amazon es fundamentalmente una plataforma para la venta de productos a los precios más bajos, y Whole Foods se enfoca en el sector de las clases más acomodadas.
La compra de Whole Foods permite a Amazon consolidar posiciones en el sector del comercio de alimentos y atajar los intentos del gigante comercial Wal-Mart por ampliar su propia presencia en el comercio electrónico ofreciendo sus propios productos en ese medio.
La operación se conoce en una etapa en la que el comercio minorista de Estados Unidos viene sufriendo una profunda crisis por la caída de sus ventas y que está afectado a enormes grupos del sector como Macys y JC Penney.
Las ventas en las tiendas tradicionales siguen cayendo en EE.UU. mientras que las de Amazon, por ejemplo, en el primer trimestre de este año crecieron un 23 %, reflejando el cambio de la tendencia entre los consumidores.
El paso dado por Amazon representa un avance gigante, a la vez que más arriesgado. Foto: AFP
Los diputados del Parlamento Europeo aprobaron este miércoles 14 de diciembre del 2016 el tratado de libre comercio con Ecuador, que entrará en vigor en enero próximo, tras un acuerdo de última hora sobre medidas de protección del sector bananero europeo.
“Grandes noticias para el país: con más de 500 votos [el] Parlamento Europeo acaba de aprobar acuerdo comercial con Ecuador. ¡Lo logramos!” , tuiteó el presidente ecuatoriano, Rafael Correa.
Por 544 votos a favor, 114 en contra y 44 abstenciones, los eurodiputados dieron su visto bueno a que Ecuador integre el acuerdo multipartes que la UE ya mantiene con Colombia y Perú.
El trámite parlamentario, necesario tras la firma oficial de los 28 en un acto oficial en Bruselas con el vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, se complicó en el último momento, después que algunos diputados expresaran la víspera dudas.
Algunos eurodiputados de España, Portugal y Francia habían mostrado su preocupación sobre el impacto del acuerdo con el mayor exportador de bananas a la UE -un 26% de las importaciones europeas- en las regiones ultraperiféricas, como las Islas Canarias en España.
Para el eurodiputado socialista Louis-Joseph Manscour, procedente de la región francesa caribeña de Martinica, “ este acuerdo con el Ecuador, primer exportador mundial de bananas, hace planear una amenaza directa sobre la filial de la banana comunitaria ” .
Manscour anunció durante el debate parlamentario del martes su voto en contra, pese a que una hora antes de su inicio el denominado trílogo -Eurocámara, Comisión Europea y Consejo- anunciaron un acuerdo sobre un mecanismo de estabilización para el sector bananero.
Este instrumento, que formará parte de otro texto legislativo diferente al tratado comercial aprobado, permitirá la suspensión de las preferencias arancelarias acordadas a Ecuador a partir de un volumen determinado de exportaciones.
“ El sector platanero siempre está amenazado, pero hoy está más seguro ” , celebró por su parte ante la Eurocámara el eurodiputado conservador español, Gabriel Mato, expresidente del parlamento canario (2003-2007) .
Acuerdo ‘crucial’ para Ecuador
El tiempo apremia para Ecuador para la aplicación de este acuerdo multipartes, del que ya forman parte Colombia y Perú, ya que a partir de enero de 2017 perderá la extensión de las preferencias arancelarias acordadas por la UE.
El tratado es “ crucial para la economía de Ecuador y también impulsará políticas sociales y medioambientales más progresistas ” , defendió el eurodiputado alemán Helmut Scholz, responsable del trámite parlamentario.
Además de la devaluación de las monedas de los países vecinos, el prolongado declive de los ingresos petroleros tras años de bonanza ha dejado muy tocadas las finanzas del miembro más pequeño de la OPEP.
Ecuador está técnicamente en recesión, con cuatro trimestres consecutivos de decrecimiento, la previsión es que el PIB se contraiga un 1,7% en 2016 y tiene un déficit fiscal calculado en más del 5%.
Tras la aprobación del Parlamento Europeo, productos ecuatorianos como flores, camarón, banano y atún mantendrán o mejorarán desde el 1 de enero el acceso preferencial que tenían hasta ahora, y otros muchos entrarán sin restricciones.
La UE incrementará por su parte sus inversiones y sus exportaciones en los sectores de la maquinaria, el automóvil y las bebidas alcohólicas, productos ahora muy caros en el país andino. Asimismo, se liberalizan los mercados de servicios y se abren los de contratación pública.
Los intercambios comerciales entre Ecuador y la UE alcanzaron poco más de 4.500 millones de euros (unos 4.900 millones de dólares) en 2015, convirtiendo al país andino en el 60º socio comercial del bloque europeo.
El banano es uno de los productos que exporta Ecuador hacia la Unión Europea. Foto: Archivo / LÍDERES