Etiqueta: Intercultural

  • La pesca en el río es parte de la oferta

    Marcel Bonilla

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    Junto al puente de 434 metros luz que une a Esmeraldas con la parroquia Tachina, funciona un nuevo proyecto turístico que promueve la pesca y el disfrute del estuario del río.

    Riviera-Restobar es una alternativa para los amantes de los mariscos y la pesca en el río Esmeraldas, donde se capturan cuatro variedades de peces. Los dueños de esta iniciativa son seis jóvenes profesionales de distintas carreras, que se juntaron para materializar una iniciativa empresarial, que permita dar una alternativa a los turistas locales y extranjeros.

    Cerca a la orilla del afluente se termina de construir un muelle, donde acoderan las embarcaciones que llevan a las personas a pescar robalos, tascapalos, bagres y hasta corvinas, bajo del viaducto de 434 metros.

    La captura se la hace con caña de pescar o nailon, usando como cebo carnada viva como langostinos o camarón pomada. Al sitio también llegan quienes hacen pesca con arpón, para capturar robalos de hasta 25 libras.

    El área de pesca está a 100 metros del borde del río, donde se observa un área de playa, cuando baja el agua del afluente.

    La idea de pescar en canoas y no desde el puente, fue brindar mayor seguridad a los amantes a la pesca, que lo hacen desde la parte alta del viaducto.

    David Mostesdeoca, es uno de los que pescaba desde el puente, pero ahora lo hace desde una canoa con todas las seguridades. “Lo bueno es que después de la pesca podemos disfrutar de los mariscos que se venden en el local que está en la ribera del estuario”.

    Cuando hay el requerimiento de los turistas, los administradores preparan las embarcaciones con cañas de pescar para quienes deseen capturar bagres, en el estuario del río Esmeraldas, desde donde se divisa el mar.

    Las pequeñas canoas que se utilizan para la pesca son parte del servicio que prestan pescadores de la misma zona, que trabajan en asociación con los jóvenes, dueños del Riviera-Restobar.

    Paúl Arboleda, uno de los administradores del negocio, explica que la pesca es solo una parte de lo que ofrecen, puesto que tiene una variedad de cocteles y platos preparados con mariscos, para degustar junto al río.

    Los paseos en lancha que organizan por el estuario, es otra de las alternativas que se brindan, y cuentan con la guía de los mismos empresarios, que explican las bondades del estuario y la reserva de manglar de 242 hectáreas.

    Una de las particularidades del negocio es que el área de cocina y coctelería funciona en dos contenedores de 12 metros, que los socios reciclaron para dar un toque vistoso al sitio.
    Las mesas que se usan en el local también fueron recicladas de las bobinas de claves. Los bancos y las mesas que están en el malecón del río, fueron hechos con troncos de madera, que juegan con el ambiente montañoso.

    La forma como se ha concebido el negocio agrada a los turistas extranjeros, que ocupan el 40% de las visitas, y acuden para observar el estuario, sentir la brisa y ver la caída del sol. Por eso los emprendedores reciben clases de inglés para mejorar la atención a los extranjeros que acuden, para una mejor comunicación con ellos.

    Fabián Sosa, otro de los socios, explica que la inversión en el negocio asciende a USD 50 000, y se hizo con el aporte de los socios.

    La forma como se ha concebido el negocio agrada a los turistas extranjeros, que ocupan el 40% de las visitas. La brisa del río es otro atractivo. Fotos: Marcel Bonilla / LÍDERES
    La forma como se ha concebido el negocio agrada a los turistas extranjeros, que ocupan el 40% de las visitas. La brisa del río es otro atractivo. Fotos: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Calderón, celebra la Fiesta del Mazapán

    Redacción Quito

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    Corriendo de un lado para el otro para sorprender a los turistas locales e internacionales el próximo 2 de noviembre. Así están las 16 personas que conforman la Unión Artesanal de Productores Progresistas de Mazapán de Calderón.

    En esa fecha, además de conmemorar el Día de los Difuntos, los moradores de esa parroquia, ubicada a 15 kilómetros del norte de Quito, celebran la Fiesta del Mazapán.

    De acuerdo con Carlos Calderón, artesano y presidente de la Asociación, ese festejo tiene más de 80 años y se realiza con el propósito de difundir la tradición de sus antepasados -elaboración de artesanías a base de harina o maicena y goma- .

    La celebración se extenderá hasta el 3 de noviembre y, además de las nuevas colecciones, habrá música y danza.

    Los visitantes también podrán apreciar el paso de diversos indígenas portando canastos con figuritas de masa comestible. Esa, precisamente, era la tradición hace más de ocho decenios.
    Calderón, de 67 años, contó que en esa fecha los padrinos regalaban a sus ahijados muñecas, soldados, caballos, entre otros, “y los niños y niñas se los comían”.

    Con el paso del tiempo, los artesanos añadieron nuevos ingredientes a esa masa para construir las artesanías y preservar la tradición. También, perfeccionaron los diseños.

    Lo que sí mantienen es el decorado a mano, que requiere de paciencia y de unos diminutos pinceles. El terminado de las colecciones lo determinan los clientes: lacadas o mate.

    Los diseños también dependen del gusto del comprador, sin embargo, los artesanos se esfuerzan por promocionar piezas que difunden las tradiciones de las diferentes etnias del Ecuador. Hay muñecas que lucen la vestimenta original del pueblo otavaleño o shuar.

    Con ese mismo propósito se diseñan nacimientos y hasta guirnaldas para decorar los árboles durante la Navidad. Pero, a pesar del esfuerzo de los promotores, Calderón afirmó que el turista local prefiere colecciones con temáticas diferentes, alejadas de la realidad del país. No obstante, resaltó el interés del visitante internacional por esas figuras.

    Los artesanos de Calderón diseñan figuras de mazapán de diferentes tamaños. Se exhibirán en la fiesta del próximo 2 de noviembre. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Los artesanos de Calderón diseñan figuras de mazapán de diferentes tamaños. Se exhibirán en la fiesta del próximo 2 de noviembre. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Esta agencia promueve el turismo local

    María Victoria Espinosa

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    Cada mes, al menos cinco grupos de turistas visitan la comuna tsáchila Chigüilpe, ubicada en Santo Domingo.

    La agencia de viajes Equinoccial Touring es la encargada de conseguir a turistas locales y nacionales para que conozcan las tradiciones y costumbres de la nacionalidad.

    Cada recorrido se hace en una chiva para que el turista pueda observar los otros atractivos que tiene Santo Domingo como piletas y monumentos.

    Édison Enríquez, socio de Equinoccial Touring, cuenta que la agencia nació hace cuatro años cuando él y su ahora socio, Byron Toctaguano, egresaron de la carrera de Administración Turística y Hotelera.

    Él recuerda que buscaban un trabajo que les permitiera innovar y a la vez ejercer su profesión. Así que lo primero que hicieron fue analizar la realizad del turismo en la provincia de los tsáchilas.

    Ese análisis arrojó que no había agencias que le apostaran por completo al turismo local con enfoque a la interculturalidad, ecología, deportes extremos y agroturismo. “Los paquetes turísticos que vendían las agencias eran internacionales o a otras ciudades, pero rara vez impulsaban el turismo local”, señaló.

    Equinoccial Touring creó cuatro paquetes turísticos denominados Chiva Tours, que incluyen la visita a los tsáchilas, cascadas, deportes extremos, entre otros.

    Este mes, la agencia firmó un convenio con el Municipio para hacer un paseo nocturno en chiva y recorrer los lugares emblemáticos de la ciudad. El tour dura dos horas y cuesta USD 4 para los adultos y los niños USD 2.

    El paquete del Chiva Tours Aventura, en cambio, dura todo el día. El itinerario inicia con un recorrido hasta la parroquia rural La Manga del Cura, ubicada en El Carmen (Manabí).
    En esa comunidad montuvia se pueden hacer deportes extremos y degustar de los platos típicos manabitas.

    El paquete Chiva Tours Ranchera es en Santo Domingo e incluye en la mañana una visita a la comunidad tsáchila y en la tarde un recorrido por el Rancho San Guillermo, en el que se hace agroturismo. Ahí, se pueden observar animales de granja, visitar una planta de queso y utilizar las instalaciones del rancho como la piscina, entre otros.

    Uno de los propósitos de la agencia es que los recorridos hacia las comunidades tsáchilas no solo sean recreativos, sino también culturales. Es decir, que el turista conozca cómo viven los tsáchilas, su entorno y sus tradiciones. “Esa es una forma de recuperar su identidad cultural”.

    Enríquez señala que el costo de los paquetes varía entre USD 5 y USD 25. De ese monto, se cancela a los tsáchilas el valor que normalmente ellos cobran a los turistas por la entrada al centro cultural, la demostración de rituales, senderismo, bebidas y platos típicos, entre otros.
    El jueves pasado, la agencia santodomingueña llevó a un grupo de 28 estudiantes al centro cultural tsáchila Mushily. El precio del paquete fue de USD 5,50 por persona. Mushily recibió USD 2,50.

    Richard Calazacón, guía nativo de Mushily, afirmó que el trabajo con la agencia de viajes ha permitido que en menos de dos años, el centro cultural se conozca a nivel nacional. “No tenemos cifras exactas para definir cómo nos ha ido económicamente porque más allá del dinero, lo que buscamos es rescatar nuestra cultura”.

    Además -agrega- el 80% del dinero que ingresa al proyecto se utiliza para el mantenimiento de las cabañas, instrumentos musicales y también en seguir implementando servicios como áreas de descanso para el turista.

    Sonia Calazacón, guía de Mushily, señaló que debido al flujo de turistas que llevan las agencias a Chigüilpe (5 000 personas al año)se ha retomado la elaboración de artesanías nativas.

    Manuel Calazacón, guía del museo etnográfico Tsáchila, afirmó que la alianza con Equinoccial Touring les ha servido para mejorar la atención al cliente.

    Él detalla que las actividades que se realizan con los turistas locales son diferentes a las que deben ofrecerse a los turistas internacionales. “Un cliente feliz siempre nos recomienda y regresa; eso es lo que buscamos”.

    Según Enríquez, los extranjeros prefieren recorrer los bosques tsáchilas y aprender a fondo la cultura indígena. Mientras que el turista local se distrae con la música, los juegos ancestrales y los rituales chamánicos.

    Los recorridos a los centros culturales y turísticos tsáchilas se realizan en bus tipo ranchera, que Equinoccial Touring incluyó en sus paquetes. Fotos :Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    Los recorridos a los centros culturales y turísticos tsáchilas se realizan en bus tipo ranchera, que Equinoccial Touring incluyó en sus paquetes. Fotos :Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Vino y mermelada van en el menú

    Cristina Marquez

    Contenido intercultural

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    El menú de productos elaborados por la Asociación Granjero Guaneño se diversificó. Vinos de sabores novedosos y mermeladas se sumaron al menú de la marca Vita Tuna, que se presentó en el mercado hace cuatro años.

    Los frutos y hojas de la tuna, una planta frutal andina, son la materia prima de todos los productos que elabora esa asociación, integrada por 62 socios de 14 comunidades y dos parroquias de Guano, en Chimborazo.

    Los nuevos productos ya cuentan con una notificación sanitaria. Este año la meta de los comuneros es ingresar a las perchas de los supermercados en cuanto se cumplan todos los requisitos legales.

    Los vinos se elaboran con capulí, uvilla, moras y tunas, y cuestan USD 6. Por su sabor frutal, y su aroma delicado son ideales para acompañar platos de alta cocina, para combinarse con quesos madurados o embutidos.

    “Hemos hecho pruebas de mercado, y estamos contentos por la buena aceptación que tuvimos con estos vinos. Especialmente el que se hace con capulí, se nos terminó apenas lo sacamos a la feria”, cuenta Gerardo Vizuete, presidente de la Asociación.

    Las fórmulas fueron diseñadas por especialistas de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo y han sido probadas durante tres años. En ese tiempo la producción se hacía de forma artesanal y solo se llevaban al mercado entre cinco y siete botellas cada semana.

    Ahora cuentan con todos los equipos necesarios para la maduración y fermentación de las bebidas, por lo que la producción se incrementará en los próximos meses. La idea es producir al menos 20 botellas de 750 mililitros de cada sabor, aunque esto dependerá también de la temporada.

    “Nos ajustamos a la época. En esta temporada no se da la tuna, por eso hemos tenido que frenar un poco la producción, lo mismo nos ocurrió con el capulí, solo podemos tenerlo entre enero y marzo”, cuenta Vizuete.

    Otro nuevo producto es la mermelada de tuna. Cada frasco de 220 miligramos cuesta USD 2,50.

    La fórmula se endulza con los azúcares naturales de las tunas, por lo que es adecuada para personas con diabetes. El sabor es agradable y puede acompañar todo tipo de aperitivos. Además, no existen similares en el mercado.

    Al igual que los equipos para la fermentación del vino, el Gobierno Provincial también donó a la Asociación despulpadoras, ollas de cocción, envasadoras, entre otros equipos para la planta de producción.

    Antes de esa donación, la Asociación preparaba artesanalmente 50 frascos de mermelada cada semana. Ahora, en cuanto empiece la cosecha de tuna este año, tendrán capacidad para elaborar 500 frascos.

    El producto estrella de la marca sigue siendo Tónico Vita Tuna, un energizante natural elaborado a base del gel que se extrae de las hojas de la planta. El tónico tiene propiedades naturales que desintoxican el organismo, además es un poderoso desinflamante natural.

    Producción

    Cuando la Asociación se inició en el 2013, preparaban 50 litros semanales del Tónico Vita Tuna sin embargo, hoy tiene una gran demanda, por lo que la producción se incrementó a 100 litros semanales.

    Las fórmulas de los productos fueron diseñadas por especialistas de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo y han sido probadas durante cerca de tres años. Esto ha servido para mejorar las fórmulas.

    David Pasmay, Gerado Vizuete y Pastora Estrada son parte de la Asociación Granjero Guaneño, que funciona en Chimborazo. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    David Pasmay, Gerado Vizuete y Pastora Estrada son parte de la Asociación Granjero Guaneño, que funciona en Chimborazo. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Casa Mindala se suma al turismo cultural

    José Luis Rosales

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    La Casa Mindala busca convertirse en un sitio de visita casi ineludible para turistas nacionales y extranjeros que arriban a la comuna de Peguche, en Otavalo, provincia de Imbabura.

    En este taller de arte indígena, que abrió sus puertas en el 2005, resalta la historia y tradiciones de los pueblos originarios del país, especialmente de la región.

    La idea de abrir este sitio, como un atractivo más de este poblado famoso por sus hábiles artesanos y músicos, surgió luego de que Elena Cotacachi retornó al país. La dama kichwa Otavalo vivió cinco años en España. Con los ahorros de su trabajo buscó emprender en una iniciativa productiva.

    Junto a su hermano César, comunicador ambiental y fotógrafo profesional, se propusieron levantar Mindala. El nombre es en honor a los comerciantes especializados de la época prehispánica.

    Cuando aún era universitario, César empezó a guiar a grupos de chicos que arribaban al país por intercambios estudiantiles. En las parcialidades indígenas de Carabuela, Peguche y Agato, conoció varios talleres artesanales que eran de interés de los visitantes. “Las comunidades tienen otra historia fruto de la tradición oral”.

    Sin embargo, ninguno reunía todas las condiciones necesarias para recibir y brindar una estadía satisfactoria a los turistas.

    Por eso, en el 2003, empezaron a levantar la casona de 400 m2, en la que resalta la arquitectura tradicional con el empleo de adobe, madera y techo de teja. El predio, de propiedad de la familia Cotacachi Velásquez, abarca 2 000 m2.

    En la edificación del inmueble invirtieron USD 60 000. Mientras que, en otras áreas como una sala de forma circular, destinada para la pachamanka, una técnica de cocción ancestral, y un sitio para hospedaje USD 20 000 más.

    En el amplio salón se exhibe la riqueza cultural de los kichwas. La sala está distribuida por temáticas. En una de ellas se muestra el proceso de elaboración de textiles de calidad. Rafael, padre de Elena y César, siempre está listo para poner el telar de cintura, que aún subsiste en la zona, en marcha.

    El emprendimiento familiar no cuenta con colaboradores externos. Por eso, todos sus integrantes aportan con sus conocimientos. Mientras Elena muestra el bordado a mano, César se encarga de los instrumentos musicales, de la exposición etnográfica kichwa Otavalo y de otros pueblos.

    El fotógrafo explica que son artículos relacionados con la agricultura, artesanía, comercio y música, las cuatro actividades económicas principales del pueblo indígena de la Sierra norte.

    La charla explicativa tiene una duración de 45 minutos a 1 hora. Cotacachi invita a los turistas a que rompan esquemas y se lleven una imagen verdadera de lo que han escuchado hablar de Otavalo.

    La mayoría de visitantes arriban por recomendación de guías de operadoras de turismo. La otra alternativa es la promoción a través de las redes sociales.

    Un grupo de 16 turistas estadounidenses visitó la casa taller con guías de Expediciones Apullacta, el lunes anterior. “A más de ser un taller hacen sentir como en casa a los visitantes y transmitir la cultura Otavalo, resalta Maritza Cuenca, representante de la agencia.

    “César Cotacachi tiene amplios conocimientos que le permite comparar su cultura con otras, ofreciendo un panorama amplio a nuestros turistas”.

    El sitio también cuenta con un restaurante de comida tradicional. Ahí, a parte de la sazón destacan los productos frescos. El menú para estudiantes cuesta USD 12, mientras que para excursionistas 15, más impuestos.

    Recientemente edificaron cuatro cabañas, con capacidad para alojar a 16 personas. Se trata de diseños tipología andina, que conjugan bien con el entorno paisajístico. Desde hace un mes, el servicio de alojamiento se promociona a través de Booking.com, uno de los principales sitios web de comercio de viajes de todo el mundo. La tarifa diaria está establecida en USD 25 por persona, que incluye un desayuno tipo americano. Hay varios proyectos pendientes.

    En la comuna de Peguche, César, Rafael y Elena Cotacachi iniciaron el proyecto de turismo cultural, en el 2003.  Foto: Francisco Espinoza/Para LÍDERES
    En la comuna de Peguche, César, Rafael y Elena Cotacachi iniciaron el proyecto de turismo cultural, en el 2003. Foto: Francisco Espinoza/Para LÍDERES
  • Las etnias del país están en figuras hechas para niños

    Redacción Quito

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    La elaboración de figuras en mazapán es una tradición en la parroquia de Calderón. Aunque las técnicas han cambiado y ahora es más común el uso de porcelanicrón, el oficio sigue vigente.

    Lilian Ochoa llegó hace 35 años a Calderón. Su primer trabajo fue como cajera en una sucursal de una supermercado, pero una vez que se casó y tuvo su primer hijo, quiso buscar un trabajo independiente, que le permitiese generar ingresos y a su vez criar a sus hijos.

    “Todo el mundo trabajaba el mazapán en Calderón. Yo también deseaba aprender”, recuerda. El proceso no fue sencillo. Lilian cuenta que en los locales del sector le cerraban las puertas. Así que aprendió de forma autodidacta en su propia casa, imitando las figuras que salían en los diarios.

    Sus insumos eran harina de trigo, agua y pigmentos. Además se valía de instrumentos rudimentarios como palillos de dientes y latas. Las primeras figuras que trabajó fueron las indias. También se especializó en la creación de nacimientos, botas navideñas y caritas de Papá Noel.

    “Me di cuenta que con la masa se podía lograr lo que uno quisiera”, comenta la emprendedora. A la semana, Lilian elaboraba alrededor de 100 piezas, que vendía a los propios locales de Calderón.

    Así transcurrieron los primeros años de su taller “Arte y Vida”. Poco a poco, los pedidos fueron creciendo en cantidad. En una ocasión, le solicitaron 100 000 peregrinos en tamaño de prendedor para un peregrinaje en España. La producción de ese pedido demoró dos meses y contó con el apoyo de vecinos de Calderón, que también trabajaban el mazapán.

    El proyecto más reciente del taller es Wawayay, que en lengua quechua significa “volver a ser niño”. Son 12 parejas de etnias representativas del Ecuador.

    Las figuras no son proporcionales. La cabeza y los pies son de tamaño exagerado, mientras que las manos son de pequeño tamaño. Lucen los trajes típicos de las diferentes etnias.

    El público objetivo de esta colección son los pequeños de la casa, con el fin de que aprendan sobre las etnias del país de una forma didáctica. El empaque incluye una pareja y una porción de masa de porcelanicrón para que los niños realicen otras figuras.

    Desde hace cuatro meses, su hijo Juan José se sumó a Arte y Vida. Renunció a su trabajo para ayudar a su madre a impulsar el negocio, compartiendo su tiempo con sus estudios en marketing en la Universidad de las Américas.

    El proyecto Wawayay tomó forma gracias a la participación de Lilian en una capacitación de la Agencia de Promoción Económica Conquito, la cual le permitió también profesionalizarse en el oficio. Recibió conocimientos en administración, comercialización y diseño de empaque.

    Lilian resultó ganadora en un concurso de Conquito. Como premio, en los meses de noviembre y diciembre, Arte y Vida estará presente con Wawayay en una isla del Quicentro Shopping.

    Lilian Ochoa y su hijo, Juan José, con las figuras étnicas del proyecto Wawayay del taller Arte y Vida. Foto: Vicente Costales /  LÍDERES
    Lilian Ochoa y su hijo, Juan José, con las figuras étnicas del proyecto Wawayay del taller Arte y Vida. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • La cultura Tsáchila, un imán para los turistas

    María Victoria Espinosa 
    (F – Contenido Intercultural)

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    Los centros culturales y turísticos tsáchilas calificaron a esta temporada de vacaciones escolares de la Sierra como positiva.

    Según la Gobernación tsáchila, al menos 500 familias de la Sierra visitaron los emprendimientos nativos, ubicados en Santo Domingo de los Tsáchilas. Los hicieron entre julio y agosto.

    Al Centro Cultural Mushily llegaron cada semana unas 200 personas desde Quito, Ambato, Loja y también de la Amazonía.

    En julio, la mayoría de turistas eran grupos de colegios de la Sierra, que decidieron hacer el paseo de fin de año en la Costa. “Nos hemos beneficiado porque estamos cerca de la playa y somos una etnia lleno de color, que a los niños les llama la atención conocer”, señaló Abraham Calazacón, líder del proyecto turístico Mushily.

    En ese lugar, el turista puede hacer un recorrido por las 11 estaciones en las que se muestra la cultura ancestral tsáchila en el ámbito cultural, artesanal, medicinal, musical y familiar.

    El docente quiteño Roberto Mora, señaló que los viajes escolares hacia las comunidades indígenas son importantes porque los estudiantes pueden conocer de forma entretenida, lo aprendido en clases. “Vinimos con 20 niños. Ellos se impactaron con las viviendas y la gastronomía exótica”.

    El gobernador tsáchila, Javier Aguavil, señaló que de las siete comunas cuatro están promocionando los atractivos turísticos de la nacionalidad.

    Chigüilpe es la aldea que mayor demanda tiene de turistas por encontrarse a 10 minutos del centro de la ciudad. Ahí hay cinco emprendimientos turísticos dirigidos por tsáchilas. Unos se encargan de mostrar la medicina ancestral y otros de promocionar la cultura.

    Según Mateo Calazacón, presidente de la comuna Chigüilpe, en el año se calcula que llegan unos 6 000 turistas.

    De esos, el 70% llega para la fiesta Kasama (Nuevo Amanecer), en Año Nuevo para realizarse rituales de purificación, sanación y baños para la buena suerte y entre junio y octubre.
    Para esta última temporada también llegan turistas extranjeros de Colombia, Perú, EE.UU. y Europa. “Por el momento no buscamos lucrarnos de nuestra cultura. Por eso los precios son entre USD 1 y 3 por persona”.

    Buscamos -agregó- que nos conozcan y aportar con nuestra medicina a los mestizos.
    La comuna Otongo Mapalí también ha captado a turistas de la Sierra en estos dos últimos años.

    En esa aldea hay tres centros turísticos. Uno de esos es Du Tenka, que en tsa’fiki significa Corazón de la montaña. En el lugar se ofrecen recorridos por el bosque. Ahí se pueden apreciar árboles como el shanshui, que es utilizado en los rituales tsáchilas. También, pueden bañarse en el río Otongo Mapalí, donde se hacen juegos típicos y rituales.

    Miguel Aguavil, dirigente de Du Tenka, señaló que los emprendimientos en las comunas han servido para que se conserven costumbres como la vestimenta, alimentación e idioma nativo.
    Él afirmó que, al menos, quienes se dedican al turismo deben vestir con la chumbillina y pintarse el cabello de rojo con achiote. “Debemos estar preparados porque los turistas siempre vienen de improvisto”.

    En las comunas Colorados del Búa y El Poste la llegada de turistas es menor. Eso debido a que son sectores más alejados de la zona urbana. Sin embargo, unas 100 familias asistieron a los tres centros culturales que hay en esas comunas tsáchilas.

    Según la Gobernación, en los últimos cinco años los centros turísticos tsáchilas han ido capacitándose para brindar nuevos servicios. De los 12 centros turísticos, seis ya cuenta con cabañas para hospedar a los turistas.

    Además se ofrecen otras actividades como deportes extremos en los ríos cercanos a las comunas.

    También hacen propaganda a través de las redes sociales e invitan a personajes reconocidos de Ecuador para que conozcan las costumbres tsáchilas.

    Los turistas de la Sierra visitaron la comuna Chigüilpe para conocer sobre la cultura de los tsáchilas. Foto: Cortesía / Centro Cultural Mushily
    Los turistas de la Sierra visitaron la comuna Chigüilpe para conocer sobre la cultura de los tsáchilas. Foto: Cortesía / Centro Cultural Mushily
  • En sus diseños, prefiere usar una técnica ancestral

    Redacción Quito

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    La lana sin procesar de ovejas y de alpacas toma forma en las manos de Liliana Donoso. Con este material conocido como vellón, esta mujer hace sombreros y carteras con diseños personalizados.

    Los paisajes, volcanes y la diversidad cultural del país son la inspiración de esta artesana al momento de confeccionar estos productos, que son hechos totalmente a mano. La técnica conocida como fieltro amasado consiste en formar con porciones de pelo de estos animales varios diseños.

    Este material considerado ancestral es, en sí, el pelaje de ovejas y alpacas limpio, peinado y, en algunos casos, teñido que va tomando forma con ayuda de una mezcla líquida especial que se distribuye sobre unas plantillas y se amasa. A la final el diseño que se obtiene en único.

    Donoso comenta que aprendió esta técnica en Alemania años atrás. Y cuando en el 2012 decidió volver a Ecuador, la mata de la lana, no encontró el material.

    Ella acudió a Chimborazo, Imbabura y no obtuvo resultados en la búsqueda de materia prima para su trabajo artesanal.

    La técnica del vellón se había perdido. Esta realidad obligó, inicialmente, a Donoso a desistir de su proyecto. Pero su meta es recuperar esta tradición antigua. “Antes el pelaje de estos animales se usaba para hacer ponchos y eso permite hacer otros productos”.

    Más tarde, una de las empresas que trabaja con comunidades indígenas en la producción de fibras naturales se puso en contacto con esta artesana y le hizo una primera entrega de vellón en tonos naturales. Para su trabajo, Donoso también importa materia prima tinturada desde Alemania.

    En promedio, el kilo de vellón se comercializa en USD 30 tanto en el exterior como en el país.
    En Ecuador, Lorena Pérez, creadora de Paqocha, comenta que tras cortar el pelaje a los animales, este es clasificado, limpiado y peinado. La cantidad entregada depende del pedido.

    Donoso se lleva unos dos kilos cada dos meses. Sin embargo, para diseñar un sombrero se ocupa apenas unos gramos de vellón.

    Con estos insumos disponibles esta artesana retomó su proyecto. Actualmente, en sus sombreros, carteras y portaequipos tecnológicos se aprecian diseños que evocan los paisajes de zona costera del Ecuador, el volcán Chimborazo, flores multicolores, figuras precolombinas o andinas.

    “Me encanta la idea de llevar un cuadro en la cabeza o elementos simbólicos”, precisa Donoso.
    En el caso de los sombreros, estos cuestan desde USD 35, porque son hechos a mano. Su elaboración toma un par de días.

    En estas prendas no tienen costuras. Su textura es delicada. Además, por la característica del vellon de estos animales los sombreros son ideales para protegerse del calor o del frío. También son totalmente lavables.

    Patricio Yucta, coordinador de proyectos de Conservación y Desarrollo, donde se ofrece los productos de Donoso, cuenta que los turistas que visitan la tienda demandan mucho estos diseños, porque son personalizados, tienen identidad y representan la biodiversidad del país. “Los sombreros son innovadores, estos no se encuentran con facilidad y además son hechos a mano”.

    Liliana Donoso elabora sombreros, bolsos y tapetes con la lana sin procesar de las alpacas o de las ovejas.   Foto: Mayra Pacheco/LÍDERES
    Liliana Donoso elabora sombreros, bolsos y tapetes con la lana sin procesar de las alpacas o de las ovejas. Foto: Mayra Pacheco/LÍDERES
  • Chicha de jora, con la marca Sara Mama

    José Luis Rosales

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    La chicha de jora, bajo la marca Sara Mama, se podrá disfrutar cualquier día del año, como una bebida refrescante.

    La botella, cubierta con una etiqueta amarilla, en la que resalta la frase para toda la familia, representa una mazorca de maíz, que es el principal ingrediente con la que se elabora este néctar ancestral.

    Esta iniciativa innovadora es impulsada por el Comité Central de Mujeres de la Unión de Organizaciones Campesinas e Indígenas de Cotacachi (Unorcac).

    Ha sido un trabajo de largo aliento. En el 2011 empezaron con las primeras operaciones para que este refresco pase de ser un producto de consumo local a uno masivo. Sin embargo, tomó su tiempo porque se hicieron investigaciones hasta obtener el estado idea del líquido.

    La iniciativa busca garantizar una alternativa económica a 70 mujeres que integran las unidades de producción y que proveerán de la materia prima.

    Cotacachi tiene una larga tra­dición de producción de maíz y de elaboración artesanal de la jora. En la zona andina se han identificado 12 de los 17 tipos de maíz que hay en el país.

    Inicialmente, para industrializar la bebida se sembró el grano de la variedad Chaucha Bolón en 10 parcialidades del cantón. Pero no en todas se adaptó, comenta Luz María Lanchimba, expresidenta del Comité de Mujeres.

    Por eso, se empleó en el proceso de producción de la chicha otras especies que hay en la localidad.

    Lanchimba es una de las cuatro mujeres que están a cargo del funcionamiento de la factoría, instalada en la comuna de Morochos.

    Ahí resaltan dos líneas. La primera es de malteado y posibilita que de los granos de maíz, previamente seleccionados, se obtenga la harina, luego de un proceso artesanal de macerado y germinado del grano. A este último se le denomina maíz de jora, que da el nombre al refresco.

    En la otra línea, que ocupa el área más grande, se transforma la harina malteada en la bebida tradicional, que se esteriliza para su conservación, hasta por seis meses. Lo que buscamos es ofrecer un producto natural, comenta Clara Flores, otra de las productoras. Por eso, la chicha es embotellada bajo normas sanitarias.

    Sara Mama (Maíz Madre, en español), se produce con: maíz, agua y azúcar morena. El líquido fermentado no lleva aditivos. Esto se logró tras un estudio que permitió establecer los parámetros bioalimenticios que dan estabilidad al líquido. El análisis se desarrolló el año pasado y estuvo a cargo el PhD Julio Pineda y el ingeniero Armando Chávez.

    Esta es quizá la única iniciativa en su género en el país, asegura Denis Laporta, responsable del estudio de mercado, que se realizó en el marco de un acuerdo entre la Asamblea de Unidad Cantonal de Cotacachi y la Agencia Española de Cooperación Internacional Entre Pueblos.

    Este es el segundo año que brinda su apoyo financiero la entidad internacional para que Sara Mama se pueda comercializar en el mercado nacional.

    Hay presentaciones de 1 litro y de 250 mililitros. La chicha se ofrecerá en botellas de vidrio, porque así demandan las líneas de calidad. El precio de venta al público es USD 3,50, el litro.

    Por lo pronto, el mercado principal está concentrado en la Sierra. Laporta señala que para la venta buscan establecer varios canales. Uno de ellos es a través de las cadenas de supermercados del país. A escala local, el producto también será promocionado en restaurantes y ferias ecológicas.

    Una de las últimas en la que promocionó el novedoso producto fue durante el Muyu Raymi o Fiesta de la Semilla, que se realizó el 12 de agosto pasado, en Cotacachi.

    Esta marca, que navega en la economía popular y solidaria y que busca conservar la receta milenaria, será presentada el 24 de septiembre próximo, en el marco de la Fiesta de la Jora.
    Por lo pronto, todos coinciden que Sara Mama es ideal para acompañar cualquier platillo de la gastronomía nacional.

    En la comuna de Morochos, en Cotacachi, está instalada la planta procesadora, operada por las mujeres. Foto: Francisco Espinoza para El Comercio
    En la comuna de Morochos, en Cotacachi, está instalada la planta procesadora, operada por las mujeres. Foto: Francisco Espinoza para El Comercio
  • La cocada mantiene su sabor esmeraldeño

    Marcel Bonilla

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    La producción de cocada en Esmeraldas se ha convertido en la fuente de ingresos económicos de decenas de familias afroesmeraldeñas durante muchos años. En los patios de las casas, los afros que migraron de poblaciones de San Lorenzo, en el norte de la provincia de Esmeraldas, atizan con leñas los fogones de cemento para cocinar el coco con la azúcar.

    Una paila de bronce es colocada en el caldero a temperatura de 100 °C, para derretir la azúcar y posteriormente poner coco raspado, acompañado de anís y canela. Jefferson Mina produce cocadas desde hace 20 años en el sur de la ciudad de Esmeraldas, y entre sus principales clientes están los turistas que visitan los balnearios de Atacames.

    Su pequeña empresa de preparación y distribución de cocadas la conforman diez personas de su familia, las que cumplen funciones específicas; raspan hasta 500 cocos con pequeñas raspadoras construidas artesanalmente.

    En el patio de la casa de Mina uno de sus hermanos mueve la paila para evitar que se queme el producto, y dos personas se encargan de empacar al vacío, en pequeños platillos de plástico y en fundas plásticas.

    Él explica que esta actividad la aprendió siendo muy niño en San Javier, una población rural de San Lorenzo, en donde sus padres hacían cocadas para compartir en familia.

    Cuando llegó a Esmeraldas en busca de trabajo, y no lo encontraba, vio la oportunidad de producir cocadas para vender en ciudades de la Sierra, como Riobamba y Cuenca. Y también en las playas del sur de la provincia. Desde entonces, él se dedica a ese oficio.

    El promedio de producción de cocadas es de 3 000 fundas, cada 15 días durante la temporada baja de turistas de la Sierra; es decir marzo, abril y mayo. Mientras que, en temporada alta, la producción de duplica, explica.

    De acuerdo con un subregistro de la Asociación de Expendedores de Cocadas Esmeraldas, unas 180 familias se dedican a la producción de este producto tradicional para vender en los balnearios de Atacames, Súa, Tonsupa, Same, Quito y Ambato.

    En los últimos años, los fabricantes de cocadas han variado su oferta, pues, no solamente elaboran la llamada cocada negra, también están la cocada blanca, preparada con coco y leche.

    Miguel Nazareno elabora cocadas de forma artesanal y su principal mercado es Cuenca desde hace 10 años. En ocho días vende hasta 1 200 cocadas en USD 1 cada una. Él recorre con su producto en los buses y los sitios de mayor concentración.

    Según Nazareno, los habitantes de la Sierra gustan del producto porque se lo hace con coco de leche dulce, cosechado en la isla de Limones, sitios de donde proviene el 50% del producto utilizado en la producción artesanal.

    Las iniciativas productivas que conservan la tradición ancestral han tenido el respaldo de la Superintendencia del Poder de Control del Mercado, mediante la ayuda a los dueños de las iniciativas. A ellos los orientan para que obtengan su registro sanitario y puedan vender sus productos en tiendas.

    La Agencia de Regulación y Control Sanitario (Arcsa) asesora a quienes se dedican a elaborar cocadas y otras iniciativas productivas. Lo hacen para que tengan su etiquetado y registro sanitario para competir en el mercado nacional. Como una forma de fomentar el trabajo de cientos de cocaderos ancestrales, se han programado ferias inclusivas en las que se muestran los productos en diferentes presentaciones, algunos con etiquetados.

    Al proceso de ayuda se ha sumado del Ministerio de la Producción en Esmeraldas, con capacitaciones sobre atención al cliente y también sobre la manera de hacer mucho más atractivas las presentaciones de las cocadas.

    La familia de Bolívar Ortiz, que tienen un puesto de cocadas en el centro, se capacita en esos temas, pero insisten en que mantendrán la forma artesanal de producir utilizando los fogones de cemento y la leña como combustible.

    Bolívar Ortiz es uno de los productores y comerciantes de este dulce artesanal, en la ciudad de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Bolívar Ortiz es uno de los productores y comerciantes de este dulce artesanal, en la ciudad de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES