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  • Dos mujeres llevan la energía de Cuba a una tienda en Nueva York

    Agencia EFE

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    Nada es perfecto: luciendo en sus prendas el humor y la energía típicos de Cuba, Clandestina, la primera marca de moda independiente de la isla, ha viajado a Nueva York para ofrecer sus propuestas, fruto de una generación resiliente y con vocación global.

    En una tienda ‘pop-up’ (efímera) en Brooklyn, las fundadoras de Clandestina, la cubana Idania Del Río y la española Leire Fernández, cuentan su historia.

    “Queremos traer la energía que hay en Cuba y que tenemos en nuestra tienda en La Habana aquí, a Nueva York, y la de un colectivo de creadores que están intentando poner el diseño cubano a nivel global y lo están consiguiendo”, afirma Fernández.

    Esa intención se refleja en lemas como “Nada es perfecto”, “Actually, Im in Havana” y “País en construcción” impresos en muchas de las camisetas, faldas y bolsos que Clandestina venderá hasta el 24 de junio en el neoyorquino espacio The Canvas, aunque su ropa recoge la idiosincrasia de la isla también desde otros detalles.

    Una camisa con flores hecha a partir de una cortina, una suave chaqueta tipo ‘bomber’ con colchas tejidas -que funciona muy bien entre ‘influencers’, dicen- y otra camisa elaborada con el traje de las brigadas que fumigan mosquitos para prevenir el dengue. “Esta es la fumigueitor”, bromea Fernández.

    Uno de los mayores exponentes del cuentapropismo en Cuba, Clandestina es un emprendimiento privado que abrió en 2015, tras dos años de burocracia y en un contexto sociopolítico de cierta apertura, pero que ha crecido “bailando la lambada” y aprendiendo del error para “contar la realidad de la gente de tú a tú”, explica.

    Ahora, gracias a mucho trabajo, de buen “timing” y de “mucha gente queriendo cambiar cosas”, la firma emplea a un colectivo de 32 trabajadores en su conocida tienda de La Habana, distribuye por Internet a todo el mundo y también ofrece piezas en un minorista en Miami (EE.UU.).

    Pero aterrizar en Nueva York, escaparate del mundo, supone un hito más allá de la expansión de la marca: “Significa que hay una oportunidad para el diseño cubano, para el cubano en general, de decir: Ok, este modelo existe, esta gente lo ha hecho, es posible. Una ventanita de aire fresco, esperanza”, desgrana Del Río.

    El colectivo de Clandestina sabe de vicisitudes pero también de “resiliencia”: allí la materia prima procede sobre todo del mercado de segunda mano, ya que el “sector de la moda está deprimido, es inexistente, y no hay tecnología para producir”, dice la diseñadora, que ensalza el valor de artesanías como la costura.

    Ante la línea dura del Gobierno de Donald Trump, las fundadoras de Clandestina recuerdan el “primer impacto” del mandatario sobre su negocio: en 2017 perdieron “el 50 % del mercado, porque los turistas americanos eran importantes”. “Siempre buscas de lo malo una oportunidad, y nuestra oportunidad con Trump fue descubrir a nuestra comunidad local”, confiesa, sentada junto a Del Río entre percheros con unas coloridas prendas.

    La cofundadora de la marca de moda Clandestina, la cubana Idania Del Río, enseña una prenda.
    La cofundadora de la marca de moda Clandestina, la cubana Idania Del Río, enseña una prenda. Foto: EFE
  • Ellos son expertos en crear peluches para empresas

    Mayra Pacheco

    Redactora (I)

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    Hacer de una marca una figura amigable es la misión de Santiago Pérez y Elena Jerez. Desde hace 18 años, ellos ‘inmortalizan’ mascotas o símbolos de las empresas en tiernos peluches.

    Estos muñecos son diseñados y producidos en El Mundo del Peluche, una pequeña empresa creada por estos emprendedores. Ambos combinan su experiencia en diseño gráfico, ventas y auditoría para impulsar este negocio.

    En esta empresa, ubicada en el sector San José de El Condado, en el norte de Quito, se encargan de confeccionar estos muñecos. Realizan todos los procesos. Cuentan con 20 colaboradores fijos. La materia prima se importa desde Asia, dos veces al año.

    Emplean máquinas que hacen cortes perfectos usando tecnología láser; utilizan bordados computarizados para dar forma a los ojos, boca u otros motivos; elaboran sublimados; cosen cada una de las piezas; y luego rellenan con plumón los distintos personajes.

    Así, El Mundo del Peluche le ha dado “vida” al Comeprecios de los almacenes Créditos Económicos, a Redoxitos de Bayer, a la figura de oso de Nestum, a las pastillas de chocolate de M&M, al motivo de Supan, a los exploracubos de la leche Nido, y otros personajes.

    Muchos de estos muñecos se conservan sobre las repisas que se encuentran en la oficina de Jerez, gerenta de esta empresa. También se exhiben osos, cojines y más.

    Las personas que trabajan en el taller  cosen las piezas de los peluches por separado. Para esta labor se cuentan con 30 máquinas cosedoras.
    Las personas que trabajan en el taller cosen las piezas de los peluches por separado. Para esta labor se cuentan con 30 máquinas cosedoras. Foto: Julio Estrella / Líderes

    Pérez, gerente de Ventas, menciona que producen peluches en grandes cantidades para las empresas. Su capacidad de producción es de 15 000 unidades al mes. Trabajan con entregas parciales, según las necesidades de los clientes que solicitan su servicio.

    Se inclinaron por este mercado porque la experiencia laboral anterior de Pérez le permitió conocer que una de las necesidades de las firmas es adquirir material promocional para los clientes. Además, Jerez confeccionaba peluches desde los 10 años.

    Pero antes de emprender con la elaboración de figuras de felpa promocionales ambos ofrecían estos muñecos en provincias. Entregaban pedidos en bazares, floristerías y tiendas de regalos.

    Pérez trabajaba a la par de manera independiente como diseñador, pero la crisis que se produjo en el 2000 afectó a una de las empresas con las que colaboraba y tuvo que empezar desde cero. Volvió a pensar en los peluches.

    El primer pedido a gran escala que atendió fue uno de la empresa que produce el detergente Fab en Colombia. Le solicitaron 14 000 peluches en forma de conejo.

    Con las limitaciones que tenía entonces diseñó la figura en una vieja computadora Mac, que aún conserva. Y buscó empresas para maquilar el peluche. Utilizó un anticipo de USD 6 000.

    La entrega de este primer peluche promocional fue exitosa. Esto motivó a Pérez a dedicarse por completo a esta labor. “Me di cuenta de que esto es rentable, genera empleo y estabilidad”.

    Con las ganancias que obtuvo con este primer pedido adquirió la primera máquina de coser y contrató a tres personas. Ahora, tienen 30 máquinas cosedoras.

    Inicialmente, Jerez colaboraba en las tardes con su esposo para diseñar los peluches. En la mañana realizaba otro trabajo.

    Los nuevos pedidos empezaron a llegar. Realizaron una jabonera de tela para Avon, luego un promocional para M&M, Créditos Económicos, Almacenes Tía y otras. Incluso tuvieron pedidos de Chile, Perú y Colombia.

    Créditos Económicos solicitó hace cinco años elaborar su personaje el Comeprecios. En promedio, piden 3 000 unidades cada dos meses. “Los acabados son buenos y tienen precios competitivos”, expresa la firma.

    En Almacenes Tía, en cambio, entregan alrededor de 4 000 peluches de cada modelo. En total, se diseñan 12 diferentes al año para venderlos a estas tiendas.

    La etiqueta que llevan estos peluches es diseñada por Giovanny Díaz, propietario por Giovitex Cia. Ltda. Esta pequeña tela impresa incluye todas las especificaciones. En promedio, entregan 20 000 unidades cada mes. En promedio, esto representa una inversión de USD 500.

    El Mundo del Peluche facturó USD 500 000 en el 2018. La planta tiene 350 metros cuadrados. Pero en este 2019 quieren ampliar las instalaciones.

    Santiago Pérez y Elena Jerez son los fundadores de este pequeña empresa. Emplean materiales importados y  la mano de obra es local.
    Santiago Pérez y Elena Jerez son los fundadores de este pequeña empresa. Emplean materiales importados y la mano de obra es local. Foto: Julio Estrella / Líderes
  • Una línea de maletería que destaca entre los jóvenes

    Evelyn Tapia

    Redactora (I)

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    Los erizos, pequeños mamíferos con el dorso cubierto de púas y con alto instinto protector, inspiraron a Cristopher Pozo cuando en el 2016 emprendió un negocio de fabricación de mochilas con su hermana, Alison, y su mamá, Eliana González.

    El dorso de los erizos, cuenta Pozo, le recordaba a la mochila y a la función que cumple en la vida de quienes la usan. “Cuando te dedicas a la fotografía, por ejemplo, la mochila te acompaña siempre, tienes en ella todo lo que necesitas y te sientes protegido”.

    Por eso, este productor audiovisual de 26 años, decidió bautizar el emprendimiento usando las palabras Hedgehog (erizo en inglés) y Brand (marca en inglés).

    Con una inversión inicial de USD 7 000, la primera producción de la marca fue de 200 mochilas.

    González cuenta que dedicaron meses a buscar un inversionista ecuatoriano para iniciar el negocio, entre amigos y conocidos. Al final, un alemán que había vivido en Ecuador, Patrick Ziliax, se interesó por el negocio, solo viendo los bocetos de cómo sería el producto, e invirtió.

    Actualmente, Hedgehog Brand fabrica unas 2 400 mochilas para escolares y para universitarios al año. Todavía no cuenta con una fábrica propia, sino que contratan los servicios de Proimago.

    Las mochilas están disponibles en modelos de colores llanos o con diseños propios en telas sublimadas, es decir, dibujos que se imprimen en la tela.

    La iniciativa también tiene una línea élite fabricada en cuero, y un modelo creado por el diseñador Gustavo Moscoso. Dependiendo de la complejidad, una mochila puede tomar dos semanas o dos meses en realizarse.

    Alison, de 23 años, que se encarga del marketing y la publicidad, cuenta que una de las estrategias que utilizaron este año fue lanzar mochilas con telas en las que se sublimaron creaciones de diseñadores ecuatorianos.

    Gabriela Jácome, diseñadora gráfica de la Universidad San Francisco de Quito, fue una de las creadoras de un modelo de mochila rosada con un diseño de plumas. “La lanzaron a principios de año y ha tenido una muy buena rotación. Es una idea interesante, a cambio del diseño, recibimos un porcentaje de regalía por cada mochila que se vende”, comenta.

    La marca además ofrece otros productos relacionados a la maletería. El catálogo, que está en su tienda on line, cuenta con unos 50 ítems, entre portalaptops, cartucheras y maletas de mano para viaje en colores y diseños variados.

    La última creación de la marca es una mochila, con forro y un canguro, diseñada para fotógrafos, productores o cineastas, que cuesta USD 200. Pozo, que maneja cámaras hace seis años, creó el modelo pensando en aquello que él como usuario necesitaba.

    Los emprendedores reconocen que, al no tener experiencia previa en la fabricación de este tipo de productos, el negocio ha sido un constante aprendizaje. “Tocamos muchas puertas, nos dimos cuenta de que la gente no siempre aprecia el producto ecuatoriano, pero desarrollamos una marca con tal calidad, que la gente suele pensar que es producto extranjero”, cuenta Pozo.

    El año pasado facturaron unos USD 21 000 y este año esperan llegar a los USD 50 000.

    La primera plataforma de difusión fueron las redes sociales, pero hace casi dos años, los productos Hedgehog Brand están en las perchas de Superpaco. Luego se sumaron Megamaxi, Dilipa y Comisariato del Libro.

    Aarón Párraga, coordinador de compras en Superpaco, dice que las mochilas y los portalaptops son los productos que más acogida han tenido, “por los detalles y acabados”. Añade que otra fortaleza del emprendimiento es que manejan una imagen juvenil y que ofrecen diseños que están innovándose constantemente.

    Alison añade que otro de los retos de la marca ha sido encontrar en el mercado nacional materia prima para innovar en los diseños y mantener una producción de calidad y con alto estándar.

    “A veces queríamos un tipo de cierre de un estilo y color determinado, pero en Ecuador no lo producen. Importar resulta demasiado caro para un emprendimiento nuevo, así que hemos tenido que acoplarnos”, cuenta.

    Cristopher Pozo, su hermana Alison y su mamá, Eliana González, están frente al negocio de fabricación de mochilas desde junio del 2016.
    Cristopher Pozo, su hermana Alison y su mamá, Eliana González, están frente al negocio de fabricación de mochilas desde junio del 2016. Foto: Víctor Muñoz / EL COMERCIO
  • Esta marca dona anualmente el 3% de sus ganancias

    Redacción Quito  (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    La responsabilidad social no tiene que ver con el tamaño de la empresa. Con apenas dos años en el mercado, la marca de ropa y calzado Looop tiene un modelo de impacto social. Se trata de ‘Compra uno=ayuda a uno’, mediante el cual cualquier persona que adquiera un producto de la firma estará ayudando a una persona en situación vulnerable en Ecuador.

    Desde este año y de manera permanente, la marca decidió donar el 3% de sus ganancias hacia distintas iniciativas. Una de ellas es la campaña ‘Looop for she’, dirigida a mujeres, que llevarán adelante hasta el próximo año.

    Como primer proyecto, en mayo pasado realizaron una donación de 100 chaquetas impermeables, con capucha, a mujeres habitantes de Chimborazo, que trabajan en el campo.

    El objetivo era entregarles una herramienta de trabajo que les sirviera para cubrirse de la lluvia, puesto que anteriormente cuando llovía, al no contar con la vestimenta adecuada, solían mojarse o cubrirse con fundas plásticas, explica Javier Porta, cofundador de la marca, que comercializa principalmente zapatos y chaquetas.

    La ONG Avanti les brindó apoyo en una primera donación de 50 chaquetas, en la parroquia de Pistishí, específicamente en el contacto con la comunidad, la gestión de convocatoria y la identificación de las beneficiarias, detalla Juan Merlo, coordinador de la organización, que desde hace 10 años trabaja en Chimborazo.

    Elvira Guaylla, líder de la comunidad de Tolpe, en Pistishí, cuenta que ahora en la temporada de invierno las mujeres están dando más uso a las chaquetas para evitar mojarse. “Caminan entre una hora y hora y media de la casa a sus trabajos. Las chaquetas les protege de la lluvia. Además, pueden permanecer más tiempo en el campo con sus animales, antes si llovía, volvían pronto”.

    Adicionalmente, Looop entregó otras 50 chaquetas a trabajadoras de comunidades cercanas.

    El proyecto de donación llevó previamente un proceso de preparación de seis meses, que incluyó visitas a los poblados que serían beneficiados. Hoy se encuentran en la medición.

    Uno de los efectos que han hallado, comenta Porta, es un mayor empoderamiento de las mujeres, al contar con una herramienta que les permita ser más productivas y les ayude a prevenir enfermedades, al cubrirse de la lluvia.

    En la misma línea de ayudar a mujeres, Looop impulsa otra iniciativa, denominada #Yoteayudo, en colaboración con la marca Tippytea y Reciveci, una ONG que ofrece apoyo a mujeres recicladoras de base en Quito.

    Para este proyecto se donarán zapatos de Looop, que por su diseño son acordes para el trabajo de las recicladoras. “Son de suela de EVA, que es flexible, liviana y resistente”, indica Porta.

    Por cada 50 tazas de té que se consuman en sus locales, Tippytea dona el valor de la mitad de un par de zapatos. Además de dar visibilidad a la campaña.

    Las mujeres que serán beneficiadas realizan sus labores en la avenida República del Salvador, del norte de Quito. La donación está prevista para este mes.

    “Podemos ser rentables, pero también hacer el bien. Los consumidores hoy eligen empresas con responsabilidad social”, comenta Jimena Romero, cofundadora de Looop, sobre la decisión de generar iniciativas de impacto social.

    Datos

    ‘Looop for she’ es el nombre de una campaña que impulsa la marca Looop y que tiene como fin ayudar a mujeres en situaciones vulnerables.

    El primer proyecto de la campaña consistió en la donación de chaquetas a mujeres que laboran en el campo, en la provincia de Chimborazo. Participó la ONG Aventi.

    Una segunda iniciativa,  que llevan a cabo junto a Tippytea y la ONG Reciveci, consiste en la donación de zapatos a mujeres recicladoras de base que laboran en el norte de Quito.

    Las mujeres trabajadoras en Pistichí, en Chimborazo, utilizan las chaquetas de Looop para cubrirse de la lluvia. Foto: Cortesía Looop
    Las mujeres trabajadoras en Pistichí, en Chimborazo, utilizan las chaquetas de Looop para cubrirse de la lluvia. Foto: Cortesía Looop
  • Nueva marca de autos chinos gana mercado

    Redacción Quito

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    En los primeros siete meses de Changan en Ecuador sus ventas tuvieron un crecimiento exponencial. Así detallan los directivos de la marca de autos chinos.

    La firma está en el país desde diciembre pasado. Pablo Ubidia, gerente comercial, explica que durante su primer mes de operación vendieron 23 unidades, mientras que para julio actual se espera vender unas 100.

    Los vehículos vienen desde China de la mano de los grupos empresariales Baca, Vázquez y Carlos Larrea. Hoy en día la compañía automotriz tiene operaciones en Latinoamérica en Chile, Perú, Paraguay Bolivia, Colombia y Ecuador,

    En el país se comercializan cinco modelos, que incluyen SUV y dos tipos de vehículos para distribución de productos: furgoneta y camioneta. Estos últimos, que son la novedad en Ecuador, se destacan porque tienen comodidades para los conductores; tanto el balde como las puertas pueden abrirse hacia atrás y hacia los lados.

    Los modelos están disponibles en concesionarios en cinco ciudades del país: Quito, Guayaquil, Ambato, Santo Domingo de los Tsáchilas y Cuenca. En un tiempo llegarán a Latacunga.

    Marcelo Sandoval, gerente General de Changan, señala que la firma cuenta con ‘stock’ de repuestos y talleres en todas esas urbes.

    Además, los directivos indican que se trata de productos que solo cuentan con versiones semifull y full. Esto se debe a que la marca busca ofrecer el mayor equipamiento posible para la comodidad de los clientes.

    En Ecuador, durante el primer semestre del año, los vehículos chinos representaron el 11,9% de las ventas totales de automotores, según la Asociación de Empresas Automotrices (Aeade). El año pasado fueron del 16% y en el 2016 alcanzaron el 13%.

    En Ecuador existen 36 marcas automotrices que venden vehículos livianos y pesados de origen chino. Las unidades comenzaron a llegar al país hace más de 13 años.

    Changan debutó en el mercado automotriz hace 66 años. Hoy, a escala mundial, cuenta con 12 establecimientos de producción y 32 plantas vinculadas al sector.

    La compañía emplea a 90 000 personas. Y durante el 2016 produjo 3 millones de unidades.

    Tiene 13 bases de producción en Beijing, Heibeg, Jiangsu, Chongquing, Heilongjiang, Anhui, Zhejiang, Jiangxi, Guangdong, Pakistán, Irán, Rusia y México.

    Recientemente, los directivos de la marca en el país realizaron una visita a China, en donde conocieron la fábrica, el centro de investigación y desarrollo y el área de prueba de manejo. “La planta tiene una amplia gama de procesos automatizados y robotizados. Paneles que revisan los indicadores de producción en cada momento. Es una marca que también está comprometida con el medioambiente”, dice Ubidia.

    En el centro de desarrollo se puede observar todo el portafolio de productos de la marca, incluidos vehículos híbridos y eléctricos. De igual forma, Changan tiene 224 hectáreas de pruebas de manejo, “casi una ciudad”.

    En ese sitio se simulan diferentes tipos de terrenos, pendientes, baches, etc. La idea es probar la reacción de los vehículos en distintas zonas de circulación.

    Daniel Yánez, jefe de ventas de la marca en Ecuador, destaca la tecnología con la que se produce y que se incluye en los vehículos.

    Uno de ellos es el modelo SUV CC15, el de mayor demanda en Ecuador. El consumidor local gusta de este tipo de vehículos por su tamaño y equipamiento.

    A futuro, el plan de la marca es introducir nuevos modelos tanto en SUV como en sedán. “Actualmente, estamos ofreciendo a nuestros clientes el plan pioneros. Se trata de un bono de USD 1 000 para la compra y mantenimiento gratis por un año”.

    Pablo Ubidia y Daniel Yánez, gerente Comercial y jefe de Ventas de Changan. Las oficinas se encuentran en el norte de Quito. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Pablo Ubidia y Daniel Yánez, gerente Comercial y jefe de Ventas de Changan. Las oficinas se encuentran en el norte de Quito. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Una marca local de ropa juvenil y playera

    Patricia González

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    Sudamérica es el ‘norte’ de la marca de ropa y accesorios para hombres Enemy. Pero antes de alcanzar ese objetivo están enfocados en consolidarse localmente bajo el modelo de franquicia.

    Enemy nació como una tienda on line, un mes antes de abrir su tienda física, en noviembre del 2016, en el valle de Cumbayá. El desarrollo de la marca y la apertura del local requirió de una inversión de USD 80 000.

    Son cuatro socios: Santiago Verdesoto, Luis Marín, Francisco y Fabián Almeida. Cuatro jóvenes que no superan los 33 años, que aspiraban tener un negocio propio que presentara una propuesta distinta al género masculino.

    Un estilo juvenil y playero distingue a los productos de la marca. Entre sus prendas hay camisetas tipo polo con estampados de puntos; camisetas con frases y el logo de la marca; camisas con diseños de flamingos, palmeras o flores; ‘hoodies’; joggers, y ternos de baño coloridos y llamativos.

    Las camisetas polo están confeccionadas con algodón peruano y las camisas con algodón colombiano. Para el maquilado de las piezas trabajan con al menos siete artesanos de Quito.
    La producción de los modelos es casi exclusiva. No trabajan en serie. Por cada modelo se confeccionan alrededor de cinco unidades. Los diseños son propios. “Nos basamos en tendencias globales, en la música que escuchamos, en frases o temas que se vuelven virales”, comenta Verdesoto

    Enemy también comercializa accesorios: gafas –elaboradas en bambú y madera, importadas de Taiwán e Italia–, sombreros, gorras, billeteras de cuero, entre otros Los precios de las prendas de vestir van desde USD 25 (valor de una camiseta) hasta 60 (una camisa). Los ternos se venden en USD 45. Mientras que las gafas, en 60.

    Las piezas de Enemy también se pueden encontrar en tiendas de terceros, una en las Islas Galápagos y otra en Cuenca. En el archipiélago, la tienda de surf Sumbawa Galápagos ofrece camisetas, ‘hoodies’, gorras y gafas de la marca, desde hace casi dos años. “Son prendas de buena calidad y acabado. Tienen muy buena aceptación y rotación en la tienda, tanto con clientes locales como extranjeros”, comenta Julián Coronel, propietario.

    Él destaca además el servicio que brindan los dueños, en pre venta post venta, especialmente en la asesoría sobre los productos. La marca también ha participado en ferias, como el Gran Bazar, en Cumbayá. Además, ofrece sus productos por redes sociales. Al mes factura entre USD 20 000 y 25 000, pero en diciembre se triplican las ventas.

    Javier Pérez-Anda, de 31 años, conoció de Enemy por redes sociales. Les compró por primera vez hace un año, pero ya ha adquirido los productos en otras ocasiones: camisetas, gorras, gafas, ternos de baño… “Me gustan los diseños, son muy originales, no son comunes en el mercado. Los precios son muy convenientes”, resalta este cliente.

    Sobre el servicio señala que es muy personalizado: “Los dueños están metidos en el negocio”. Los planes de la empresa son de expansión local e internacional. Próximamente esperan vender el modelo de franquicia en Guayaquil, Cuenca y Manta. El libro de franquicia sobre la marca ya está terminado, por lo que esperan contar con las primeras franquicias para octubre de este año.

    La marca ya se encuentra en República Dominicana, desde hace cerca de dos meses. Está presente en cuatro locales en Santo Domingo y uno en la isla de Punta Cana. Fabián Almeida, uno de los socios, está a cargo de la expansión en el país insular. Adicionalmente, esperan llevar la marca a España, este mes de junio.

    Santiago Verdesoto, Francisco y Fabián Almeida, tres de los socios fundadores de la marca de ropa y accesorios para caballeros. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Santiago Verdesoto, Francisco y Fabián Almeida, tres de los socios fundadores de la marca de ropa y accesorios para caballeros. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • La imagen para ‘hablar’ con nuevas generaciones

    Evelyn Tapia

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    El negocio familiar de venta de pinturas de los Betancourt comenzó en un local en las calles Pedro Freile y Manta, en Cotocollao. Era 1984 y Walter Betancourt atendía junto a su esposa y hermana.

    En mayo, ese local que se transformó en la cadena Pintulac, cumplió 34 años en el mercado.
    La empresa, que además de pinturas ofrece productos relacionados a la construcción y vivienda, tiene hoy 43 locales a escala nacional y unos 700 colaboradores.

    Este año, con la segunda generación que tomó la posta del negocio, Pintulac emprendió un proceso de renovación de imagen corporativa y de negocio, en el que invertirán USD 1 millón.

    David Betancourt, hijo del fundador, ocupa el cargo de gerente comercial y cuenta que la idea surgió hace tres años. Sin embargo, la recesión económica, que afectó principalmente al sector de la construcción, los detuvo.

    “Estábamos esperando las señales correctas del mercado y apenas vimos que la situación mejoró, decidimos apostar por el cambio”, explica. La renovación obedece a la necesidad de que la marca pueda “dialogar mejor” con las nuevas generaciones, cuenta Betancourt.

    El plan comprende tres pilares. Uno es el cambio de imagen corporativa, el segundo es el fortalecimiento de la capacitación a sus trabajadores para ofrecer servicios más personalizados y el tercero es el comercio en línea.

    En lo que respecta a la imagen, el primer paso fue renovar el logotipo de la marca que se mantuvo similar durante casi tres décadas, cuenta María José Albán, gerenta de marketing. El diseño del nuevo logo y eslogan tomó seis meses.

    Así, el logo blanco con una mancha de pintura y un pincel acompañado del eslogan: “el color de tus ideas”, pasó a ser uno más sencillo, con colores más llamativos y un eslogan nuevo: “tu amigo experto”.

    Albán añade que buscan que con este cambio, los clientes no solo relacionen a la marca con pinturas, pues la empresa ofrece productos de otras 11 categorías.

    El nuevo eslogan es parte del segundo eje del plan. Los 300 empleados del área de ventas están recibiendo una hora y media semanal de capacitación para que puedan ofrecer atención personalizada y de asesoría a cada cliente.

    “Sabemos que las generaciones de hoy en día están mucho más informadas y queremos estar a la par de eso”, dice Betancourt.

    El tercer eje apunta al negocio digital. Albán cuenta que en la nueva plataforma web los clientes pueden encontrar todos los productos de la tienda, con fotos, descripciones y precios, para realizar proformas en línea. Además, pueden recibir asesoría mediante un chat en vivo. A mediados de este año en la página se podrá hacer compras, añade.

    Con este plan, Pintulac proyecta un crecimiento de entre 15% y 20% este año y la apertura de 10 nuevas tiendas a escala nacional.

    “La mayoría estará en la Costa, porque como parte del plan queremos fortalecer nuestra presencia en esa región”, cuenta Albán.

    Luego de la recesión económica que vivió el país en el 2015, este es el primer año que la firma vuelve a apostar por una cifra de crecimiento a doble dígito.

    La historia

    Crecimiento. La empresa nació en 1984 en un pequeño local en Cotocollao. Las instalaciones del edificio matriz de Pintulac funcionan todavía ahí. Dos años más tarde Pintulac abrió el segundo punto de venta en El Inca. Actualmente la empresa tiene locales en 13 ciudades a nivel nacional y cinco centros de distribución.

    Ventas. En el 2017, la empresa tuvo ventas por USD 85 millones. El año pasado, la empresa alcanzó un 9% de rentabilidad gracias a la implementación de un plan de optimización de costos e inversiones.

    Manuel Sánchez, gerente de ventas, y María José Albán, gerenta de marketing, en la matriz de la empresa. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Manuel Sánchez, gerente de ventas, y María José Albán, gerenta de marketing, en la matriz de la empresa. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • La marca que volvió para crecer

    Redacción Quito

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    La marca Pinandro está aprovechando una segunda oportunidad y lo está haciendo bien. Creada en 1967, esta salsa de tomate industrializada parecía que tuvo sus días contados a finales de las década de 1980 e inicios de los años 90.

    Creada por la familia Restrepo, en Pimampiro (Imbabura), Pinandro creció en el mercado nacional en los años 70 y 80. Pero la llegada de nuevos competidores, nacionales y extranjeros, frenó su crecimiento y sus creadores decidieron retirarla del mercado. Todo hacía pensar que estaba condenada a desaparecer.

    Pero la marca ‘resucitó’ en el 2013 cuando la familia Alarcón la adquirió, junto con la receta de la salsa de tomate. Así nació Rikocom Alimentos, una empresa que apostó por la producción de salsas, aderezos, mermeladas y otros productos de la industria de alimentos.

    Lo primero que hicieron los nuevos dueños -en el 2014- fue adecuar un galpón ubicado en Amaguaña, al oriente de Quito. Fue necesario invertir en maquinaria y contratar personal. Al principio no eran más de seis personas las que empezaron a elaborar la salsa de tomate.
    Los nuevos dueños de la marca expandieron el portafolio y actualizaron las presentaciones.

    Del frasco de vidrio se pasó a sachets y botellas pet. Además, se empezó a producir ají, mayonesa, mostaza, mermeladas, entre otros productos alimenticios.

    “Tratamos de rescatar la marca que estaba casi perdida y que tenía recordación en personas mayores de 60 años”, dice Andrés Alarcón, director de Rikocom Alimentos.

    Hoy en día, la empresa tiene 17 ítems en distintas presentaciones que se elaboran en 10 líneas de producción. El trabajo se cumple en una planta que cuenta con maquinaria importada de Estados Unidos, China y Argentina. También se utilizan marmitas (una especie de ollas industriales) fabricadas en Ecuador.

    El proceso para la elaboración de los productos se cuida en cada detalle: desde la llegada de la materia prima, hasta la programación y revisión de los equipos. Empacadaoras y selladoras automáticas con pantallas digitales se mezclan con tuberías aéreas y batidoras industriales.

    El trabajo se cumple en un espacio de 1 500 metros cuadrados. El ritmo de trabajo al interior de la planta de producción es bastante movido y se cumple en turnos y contrasta con la tranquilidad del sector, en donde luce imponente el cerro Pasochoa.

    Alarcón dice que comenzar una empresa tiene sus puntos a favor y en contra. “Lo bueno de arrancar desde cero es que podemos crecer mucho. De no vender nada a vender algo significa que las ventas ya se duplicaron”.

    Las dificultades han pasado por el tema de la competencia y la situación económica del país. “Hay competidores fuertes y bien posicionados con más años de experiencia. Ha sido duro, complejo, un tema de mucha paciencia”.

    Hoy los productos llegan a cadenas de supermercados, autoservicios, tiendas a escala nacional. En Pichincha, uno de los distribuidores es Armar. Su gerente, Freddy Arellano, explica que trabajan con Rikocom desde hace cinco meses.

    En este tiempo Armar ha distribuido los productos de Rikocom en el sur de Quito, así como en el valle de Los Chillos. Arellano dice que son productos de calidad y con variedad, por lo que los pedidos se incrementan cada mes.

    Los puntos a los que Armar entrega son principalmente tiendas de barrio, minimercados, panaderías y abastos. “Para nosotros Rikocom es un socio estratégico”.

    Alarcón reconoce que el trabajo es complicado, pero también indica que el esfuerzo da frutos. La empresa maquila y elabora marcas blancas para grandes industrias del sector de alimentos y continúa preparando nuevos productos (como una especie de papilla de frutas) para lanzarlos al mercado. Todo esto permite calcular que las ventas de la compañía crecerán en el 2018 un 30% en comparación con este año, según cuenta Alarcón en su oficina, desde donde observa y supervisa el trabajo de la planta y del área administrativa.

    Uno de los retos inmediatos que tiene la empresa y su equipo de colaboradores es ampliar la planta de producción en Amaguaña, adecuar nuevos espacios para facilitar las tareas y los procesos y abrirse nuevos mercados dentro y fuera del país. Así continúa el resurgimiento de esta marca.

    Andrés Alarcón

    En estos cuatro años de trabajo desarrollamos varias estrategias. Conseguimos distribuidores y apostamos por la maquila y marcas blancas para grandes firmas del sector de alimentos. La maquila y las marcas blancas representan el 70% de nuestros ingresos. También empezamos a exportar desde el año pasado a EE.UU. y Honduras. Estamos produciendo unas 400 toneladas al mes y de esa cifra se exportan unas 40 toneladas a los países mencionados.

    La planta de producción de Rikocom Alimentos está en Amaguaña, al oriente de Quito. Allí se elaboran salsa de tomate, mayonesa,  mermeladas y más productos. Fotos: Pavel Calahorrano / LÍDERES
    La planta de producción de Rikocom Alimentos está en Amaguaña, al oriente de Quito. Allí se elaboran salsa de tomate, mayonesa, mermeladas y más productos. Fotos: Pavel Calahorrano / LÍDERES
  • La solidaridad marca a estas recetas manabitas

    María Victoria Espinosa

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    El ají, refrito y aliño del negocio Picando ando conservan las recetas tradicionales manabitas. Los productos se elaboran en hornos de leña para conservar el sabor de los aliños que se preparan en las zonas montuvias de Manabí.

    El emprendimiento Picando ando nació a raíz del terremoto del 16 de abril de 2016. Lorena Castillo recuerda que Portoviejo estaba devastado. El departamento en el que vivía se desplomó y lo perdió todo. Así que debió dormir durante dos meses en un parque.

    Pese a que las donaciones llegaban hasta ese albergue, Castillo necesitaba mejorar la calidad de vida de sus dos hijos. Así que decidió hacer ají. “Dos meses antes del terremoto perdí mi trabajo y empecé a vender ají a mis amigos para sobrevivir”.

    Una amiga le regaló USD 5. Con ese dinero compró los ingredientes para hacer el ají nuevamente y ofertarlo a sus conocidos. Pero la Cámara de Comercio de Portoviejo había improvisado una rueda de negocios e invitó a los emprendedores de los albergues a que exhibieran sus productos.

    Castillo participó del evento con la intención de vender las tres botellas de ají natural, que había preparado con su madre Deysi Chávez en el garaje de la casa y envasado en frascos reciclados. Pero el emprendimiento llamó la atención de una firma privada, que le hizo un pedido de 100 botellas de ají. “Era una locura porque yo solo preparaba hasta cinco botellas en un día. Pero no tuve miedo y decidí intentarlo”.

    En esa rueda de negocios, los medios de comunicación hicieron varios reportajes que se subieron a las redes sociales y las personas empezaron a interesarse en el ají. El guayaquileño Reinaldo Bravo, la contactó a través de Facebook para hacerle una donación de materia prima para cumplir con el primer pedido.

    Las primeras ganancias fueron de USD 350. Ese dinero lo invirtió en mejorar las etiquetas y presentación de sus productos. A los 15 días participó en otra rueda de negocios organizada por la Prefectura de Manabí y la empresa privada. En este evento también exhibió un aliño casero y un ají fuerte y extra fuerte.

    Castillo consiguió en ese evento el apoyo de Supermaxi para obtener el registro sanitario y cuatro códigos de barra. “Esa donación fue importantísima porque la mayoría de emprendimientos fracasa por esos trámites”.

    Ya con los documentos en regla, Castillo pudo participar en más de 20 ferias a nivel nacional. Además, empezó a innovar con nuevos productos como un aliño gourmet para preparar las cenas navideñas, un refrito y ají de mango, maní y maracuyá.

    Almacenes Tía se interesó en el producto y le hizo un pedido de 540 frascos de ají y 200 de aliño en octubre del año pasado. A los 15 días realizó un nuevo pedido de 8 000 frascos de aliño y 5 500 frascos de ají. Desde entonces, lo surten cada mes.

    En la actualidad, la producción de Picando ando es quincenal de alrededor de 3 000 frascos de aliños, ají y refrito.

    María Elisa Bravo compra el ají en un Tía, en Quito. Para ella, los productos de Picando ando le traen recuerdos de su niñez. “El sabor del aliño es igual al que hacía mi abuelita”.

    Lorena Castillo es la propietaria de Picando ando, un emprendimiento que rescata las costumbres manabitas. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    Lorena Castillo es la propietaria de Picando ando, un emprendimiento que rescata las costumbres manabitas. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • La gana de conquistar mercados globales marca el camino

    Redacción Quito

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    Los aprendizajes de los 90 y las nuevas tecnologías de inicios del siglo XXI dieron a luz a un emprendedor con una visión más amplia y con ganas de conquistar el mundo. Este héroe moderno dejó de mirar solo al mercado local y fijó sus metas en la región, el continente y el globo entero.

    El emprendedor evolucionó y desarrolló nuevas habilidades. “Se globalizó, se apoyó en las TIC, se capacitó más, dentro y fuera del país”, dice Ernesto Kruger, fundador de Kruger Labs.

    Los milenial o la generación Y se incorporaron al mundo empresarial y trajeron nuevas maneras de ver los negocios. “Nos encontramos con emprendedores muy colaborativos, que no tenían recelo de aliarse con la competencia. Así se generó la ebullición de ecosistemas de innovación abierta. Las incubadoras son el mejor ejemplo”, describe Kruger.

    Si en los 90 la economía fue un freno para los emprendedores, la estabilidad de la primera década de este siglo permitió que las ideas y los emprendimientos se multiplicarán en el país. Por eso Wilson Araque, del Observatorio de la Pyme de la Universidad Andina, sostiene que entre el 2011 y el 2017 se dio un tercer momento, uno en el que la bonanza generada por los precios del petróleo generó oportunidades para emprendimientos.

    Como ejemplo, Araque menciona que la dinamización de sectores como la construcción permitió que los emprendedores desarrollaran productos complementarios. El problema fue que una vez terminada esa bonanza esas actividades emprendedoras cayeron.

    Araque recuerda que en ese período de abundancia se habló de estimular la creatividad e innovación emprendedora, pero se concretó poco. “Del 2011 para acá podemos hablar de un período perdido en materia de estímulo de la creatividad e innovación emprendedora, ya que se tuvieron los recursos, pero no se crearon lo mecanismos efectivos que conviertan a esos recursos en medios para crear las bases del desarrollo de emprendimientos de oportunidad y no de necesidad”.

    Hoy en día Ecuador mantiene el Índice de Actividad Emprendedora Temprana (TEA) más alto de la región y a escala global es el segundo país más emprendedor, después de Burkina Faso, según el Global Entrepreneurship Monitor 2016 (GEM).

    Esto no es una buena noticia. Primero porque el impacto de los emprendimientos en la generación de empleo es menor. Siete de cada 10 emprendimientos son unipersonales y con bajas expectativas de generación de puestos de trabajo. Además se detectó un estancamiento en la internacionalización. El 92% de los emprendimientos de la TEA no tiene clientes internacionales. Y una tercera tarea es mejorar el acceso a fuentes de financiamiento.

    El emprendedor evolucionó y desarrolló nuevas habilidades.
    El emprendedor evolucionó y desarrolló nuevas habilidades.