Etiqueta: microempresa

  • Ella gana mercado con 24 sabores de cupcakes

    Redacción Quito

    El tradicional pastel comparte cada vez más espacio en la mesa con pequeños pastelitos con decorado llamativo conocidos como cupcakes. «Son ideales para cualquier evento por su decoración, sabor y tamaño», comenta María Antonieta Vayas, propietaria de Sweety Cupcakes, una microempresa que oferta estos productos desde diciembre del año anterior.

    Vayas administra un local especializado en la elaboración de cupcakes. Todo comenzó en enero del 2012, cuando vio en televisión un programa en el que se explicaba la preparación de este postre de origen estadounidense. «Mi esposo y yo experimentamos con las fórmulas de la masa, nos asesoramos con expertos en pastelería y estudiamos sobre la preparación de los cupcakes», cuenta.

    Como en buena parte de los emprendimientos, sus familiares y amigos fueron los primeros en probar sus cupcakes; luego de un año de pruebas decidieron abrir un local para ofertar una línea de 20 sabores de cupcakes.

    Con una inversión de USD 22 000, Vayas adecuó las instalaciones de un local arrendado entre las avenidas Amazonas y Mariana de Jesús. Ella cuenta que tuvo que esperar varios meses antes de que ese sitio estuviera disponible. «Lo prefería por ser un punto muy transitado».

    Para acercarse al público ofrecía pequeños bocaditos de masa de cupcake en la puerta del local. Su olfato emprendedor no le falló y en el primer mes alcanzó ventas por USD 2 500.

    Hoy, este negocio ya cuenta con una variedad de 24 sabores de cupcakes, entre ellos: chocolate, marshmallows, nutella, durazno, naranja, jengibre, menta… y unos cupcakes para personas con diabetes. Vayas tiene una colaboradora.

    Sweety Cupcakes elabora hasta 500 cupcakes cada semana, por lo que percibe ingresos de USD 4 500 mensuales.

    Tatiana Lara ve en los cupcakes de esta microempresa una alternativa original para los eventos empresariales. Ella trabaja en una empresa del sector farmacéutico y cuenta que para San Valentín pidieron 1 200 cupcakes.

    Luis García también es cliente y recomienda este producto. «La presentación, el sabor, la decoración… hacen que sea un regalo en cualquier ocasión».

    Datos

    • Precio. Oferta cuatro tamaños de cupcakes y sus precios van desde los USD 0,35 hasta los USD 25, que es el costo del cupcake gigante. También cuentan con servicio a domicilio.
    • El plus. Sweety Cupcakes prepara pastelillos elaborados con sacarosa, aptos para el consumo de personas con diabetes.
  • Ella pone los detalles y los colores en las fiestas y eventos

    Redacción Guayaquil

    Pamela San Martín tiene habilidades manuales desde que era una niña. Es amante de la decoración, el diseño y las manualidades. Esto la llevó a emprender Party2go, un negocio que elabora todos los detalles para eventos sociales, desde las invitaciones y arreglos de mesa, hasta las cajas de recuerdo y bocaditos… Todo personalizado y hecho a mano.

    La emprendedora estudió Publicidad en la Universidad Casa Grande. Su trabajo, hasta hace un año y medio, era básicamente en relaciones públicas y organización de eventos. Hasta que, hace un año, decidió unir esa experiencia en eventos a su habilidad manual en un negocio.

    Para ello, realizó un curso de papelería en Guayaquil. Además, invirtió unos USD 4 500 de sus ahorros personales. Los destinó a la compra de papelería y máquinas de troquelado (una técnica para cortar, grabar y perforar). Algunos productos los adquirió en Estados Unidos. Así nació Party2go. Hoy, la facturación mensual del negocio oscila entre los USD 1 200 y 1 500, por la venta de sus productos a un portafolio de por lo menos 50 clientes.

    Por ejemplo, Doménica Jarrín, utilizó los productos de Party2go en tres ocasiones. Una fue en la fiesta de cumpleaños de su madre. La decoración fue en tonos pasteles, especialmente el rosa y con detalles en forma de flores. «Cada producto está lleno de detalles y excelente acabado. El diseño es único».

    Jarrín también encargó a Party2go la decoración de las fiestas de cumpleaños de su hijo y de su hija. Una fue con la temática de Blancanieves y la otra, de la película animada ‘Monsters University’. «Me gusta porque sus productos son totalmente personalizados y hechos a la medida de cada cliente».

    Para lograr ese nivel de personalización, San Martín se reúne con el cliente unas semanas antes del evento para que le indique lo que desea. Luego, elabora muestras de opciones de los productos para que el cliente elija. Finalmente, produce en base a la elección del comprador.

    Otra clienta de este emprendimiento es Lissette Ugalde. Ella encargó la decoración de la fiesta de su hija a Party2go, a finales de julio pasado. La temática de este evento fue la serie infantil ‘My Little Pony’. «Pamela se preocupa por los detalles más pequeños. Hace las cosas con muchas ganas y con alta calidad».Agrega que los precios van acorde a el trabajo.

    Para la entrega, San Martín acude al lugar del evento, si es en Guayaquil o Samborondón. En el sitio, efectúa el montaje y decoración. También realiza envío de los productos a otras ciudades.

    El negocio

    Los insumos.  Este emprendimiento se provee localmente del 80% de sus ítems. El restante es comprado en Estados Unidos y Colombia.

    Los anuncios.  Party2go se promociona en Facebook e Instagram.

  • Las calaveras también sirven para atraer clientes

    Redacción Quito

    Karen Villa cambió la tabla de picar y el cuchillo de chef por una cinta métrica, hilos y telas. Esta quiteña y su esposo Henry Carvajal, diseñador gráfico, apostaron por su emprendimiento denominado Marca Calavera, una marca de ropa urbana.

    En el 2003, los jóvenes buscaban elaborar camisetas con diseños alternativos; en esa época este era un nicho poco explorado en el mercado nacional.

    A su propuesta querían sumarle el valor agregado de fabricar las prendas al gusto y a la medida del cliente. Ellos notaron que las tallas de las camisetas importadas no se ajustaban a los requerimientos de los ecuatorianos.

    Con estas ideas, y con una inversión inicial de USD 3 000, que destinaron a la elaboración de los textiles y el alquiler de un local ubicado en el norte de Quito, nació Marca Calavera. El nombre surgió de sus propios diseños. La mayoría de ellos poseían calaveras de diferentes formas, estilos y colores.

    Así ingresaron al mercado con aceptación de adolescentes y jóvenes. Tanto, que algunos sugirieron que elaboren otros ítems. Gracias a la demanda y sugerencias crearon un portafolio con prendas como: chompas, chaquetas y más.

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    Se mantuvieron hasta el 2007, año en el que decidieron cerrar su local y buscar un nuevo negocio. En principio comenzaron a participar en ferias de diseñadores que se celebraban en la ciudad y luego, tras el ‘boom’ de las redes sociales, cerraron su tienda e iniciaron la promoción y ventas por esta plataforma.

    Hasta la semana pasada su ‘fan page’ de Facebook cuenta con 1 908 ‘likes’ y al mes factura en promedio, entre USD 1 000 y 1 200. En temporadas como Navidad este monto se duplica. Ahora, Marca Calavera también manufactura bolsos y cuadernos con materiales reciclados.

    Andrea Costa, comunicadora social quiteña, es su clienta desde el 2007. Ella señala que los productos de Marca Calavera tienen buena calidad. Costa destaca «la puntualidad y cumplimiento en la entrega de los pedidos».

    Mientras que Ivonne Campoverde, productora de cine y televisión, cuenta que Marca Calavera participó en la elaboración de vestuarios para cortometrajes que produjo. «La calidad de la ropa es excelente, realizaron la ropa de acuerdo a nuestras especificaciones», añade Otra clienta, Tamara Vargas, estudiante universitaria, adquiere productos desde este año. Ella destaca que «se ajustan a sus pedidos y sugerencias».

    Los productos
    Las materias primas. La tela e hilos los adquiere en tiendas del Centro de Quito. La manufacturación lo realiza en su hogar.

    Los precios. En camisetas, los costos están entre USD 20 y 25; chompas y chaquetas desde 40.

    LA CIFRA:
    USD 1 200 es la facturación mensual promedio.

  • Una idea que crece con acento portugués

    REdacción Quito

    No existe límite para lo que Alejandra Gallardo y Thiago Algaves pueden transformar en muñecos de fómix. Estos emprendedores están detrás de la microempresa Sweet Abejita.

    Esta iniciativa nació en el 2004 cuando Gallardo, como diseñadora gráfica, encontró la manera de utilizar sus habilidades para emprender un negocio.

    Al realizar un viaje a Brasil, ella descubrió la técnica de termoformado, un proceso que consiste en calentar una plancha o lámina de fómix y darle forma. Estos conocimientos le permitieron crear las muñecas ‘fofuchas’, fuente principal de los ingresos de este emprendimiento.

    Estas muñecas son elaboradas con cualquier diseño que el cliente requiera: personas, superhéroes o personajes de la televisión. Incluso pueden fabricar vehículos y casas enteramente en fómix, una suerte de espuma moldeable. «Las figuras se denominan ‘fofuchas’, una palabra en portugués que significa ternura» , cuenta Algaves.

    Para mantener la calidad de sus ‘fofuchas’, la pareja utiliza la goma Tek Bond, importada desde Brasil, al igual que algunos diseños estampados en fómix.

    Estas figuras de 23 centímetros (el tamaño puede variar) cuestan USD 23, y para su fabricación se necesitan al menos 48 horas de anticipación si es que son personalizadas. «A veces los clientes no tienen una imagen clara de lo que desean personalizar. Por ello nosotros siempre ayudamos en el diseño», explica Algaves.

    Daniela Corella, cliente de Sweet Abejita, considera originales, baratos y tiernos los diseños de esta microempresa quiteña. Ella considera que el precio y el valor agregado al llevar los pedidos a domicilio es lo que los diferencia del resto de sus competidores.

    Al inicio, cuenta Gallardo, estos productos se promocionaban en Internet en su página web de Facebook o en su blog. Hoy, la iniciativa cuenta con un local en el norte de Quito. «Nos vimos en la necesidad de expandir por nuestros clientes. Por ello desde hace seis meses abrimos este local».

    Bajo el slogan ‘Dulces Sentimientos’, Sweet Abejita también elabora productos en madera, peluches, adornos con chocolate, ‘cupcakes’, apliques y globos metalizados personalizados. Gracias a su productos, su facturación alcanza entre USD 1 000 y 1 500, al mes.

    Andrés Hidalgo es cliente desde hace dos años. Dentro de los productos que ha adquirido están chocolates, adornos y cinco ‘fofuchas’. En una ocasión él mandó a fabricar una figura con su imagen y la de su esposa. «Fue el regalo perfecto para nuestro aniversario».

    Esta microempresa también dicta clases de manualidades en las que se enseña a fabricar figuras 2D y 3D en fómix.

    LA CIFRA:
    USD 23 es el precio promedio de una ‘fofucha’ personalizada

  • Tikay es un emprendimiento que mezcla esencias con frutas

    Redacción Guayaquil

    Barras de jabones con diferentes esencias, exfoliantes y cremas corporales son parte de la oferta artesanal de Tikay. Este emprendimiento surgió hace cuatro años, cuando su propietaria, Stephanie Holst empezó con la elaboración de jabones artesanales.

    Estos, los vendía a sus amigos y familiares, hasta que luego de renunciar a su trabajo decidió enfocarse en su negocio y creó la marca de su microempresa. Lo hizo hace cuatro meses. Para montar su negocio invirtió unos USD 4 000 que ahorró durante cuatro años.

    Tikay significa florecer, en quichua. Y esa es la estrategia que aplica para la venta de sus productos, que hoy supera las 400 barras de jabones mensuales. Estas se comercializan en USD 5.

    «La idea de los productos es que permita florecer la piel, cuidarla con productos naturales y aprovechar los antioxidantes y beneficios de las frutas, esencias y grasas naturales», cuenta Holst.

    Los productos de Tikay tienen un componente ecológico y saludable. Por ejemplo, la crema corporal de almendras es ideal para la piel seca y deshidratada. Uno de sus principales insumos es la manteca de cacao, que tiene vitamina E y regenerador celular, que ayuda a retener la hidratación en tu piel.

    Para Cinthia Duque, quien adquirió jabones en una feria, el olor de estos es su principal atractivo. Además de las opciones y beneficios naturales que ofrece. «Normalmente, uso jabones que no tengan químicos y ayuden a mantener mi piel sana».

    La emprendedora estudia Marketing y Publicidad, lo que le ha ayudado a realizar estudios de mercado y analizar qué nuevos productos puede incorporar en su oferta. Para aprender a realizar las fórmulas de los diferentes jabones, Holst aprendió, mediante cursos en línea, fórmulas químicas.

    «Para hacer una fórmula hay que crear, medir, conocer las propiedades de las materias primas y yo no conocía acerca de eso», cuenta la emprendedora.

    Crear un nuevo jabón le toma unos cinco meses en pruebas, desarrollar la combinación perfecta, medir el pH del producto… y que sea de calidad. El artículo ‘estrella’ de Tikay son las barras de jabones, en sus presentaciones de aceite de oliva y manteca de cacao con eucalipto; además, manzanilla y miel, chocolate con vainilla, té verde, lavanda y hierbaluisa, canela y manzana, y chocolate y menta.

    La materia prima la adquiere en Guayaquil, aunque otros insumos -como esencias- las compra en Baños (Tungurahua). Otras grasas adquiere desde Estados Unidos. Ahora Holst trabaja en un nuevo producto: sales efervescentes.

    Materia prima

    Productos naturales.  Las esencias, aceites y productos como la menta, chocolate, café, manzana, canela… son los principales productos que usa.

    La fórmula.  Crear una esencia para jabón puede tardar hasta cinco meses.

  • Su microempresa es algo sencilla y cómoda

    Redacción Quito

    A Sebastián Aguirre le gustaba dibujar zapatos en su tiempo libre. Hace cinco años, este joven quiteño, mientras cursaba los últimos semestres de diseño industrial en EID, en París (Francia), realizaba bocetos de calzado.

    Luego de terminar sus estudios comenzó a trabajar como ‘free lance’ y mesero en un restaurante parisino. Pero la pasión por el diseño de calzado se transformó en el proyecto de crear una marca.

    Para ello, Aguirre hizo estudios de mercado en Francia y Ecuador. De a poco, la idea se fortaleció y comenzó a buscar proveedores. En un viaje, notó que en Ecuador la industria del calzado tenía todo lo que necesitaba. Así comenzó a desarrollar prototipos y buscar fábricas para la manufactura de sus diseños.

    En una reunión de amigos, Aguirre conoció a Felipe Cornejo. Tras comentarle su propuesta, Cornejo, quien es ingeniero en sistemas graduado en George Mason University (EE.UU.), se interesó por el emprendimiento y se asociaron.

    Él aportó sus conocimientos empresariales, debido a que ya contaba con la experiencia en la creación de su empresa de desarrollo de software llamada Devsu.

    En el 2012 se dedicaron a fortalecer la marca y a dar forma al producto final. Su concepto era crear un modelo sencillo y simple, para lograr un zapato ligero, cómodo y resistente. Pero, a la vez, el producto debía tener estilo.

    Así surgió Cardanas, nombre que nació del apellido materno de Aguirre (Cárdenas), más un toque francés. La inversión inicial fue de USD 15 000 para la primera producción. El zapato es manufacturado con lona producida por la firma nacional Ponte Selva, mientras que la suela se fabrica en Buestán y es prensada en Ambato, en Inducaucho. El armado final se realiza en una empresa de Quito.

    En noviembre del 2013 salió a la venta el producto en su ‘showroom’ en La Floresta (centro-norte de Quito).

    Juan Diego Donoso, arquitecto y urbanista, comenta que adquirió los zapatos debido a la buena calidad. Gracias a su diseño, cuenta Donoso, los usa para toda ocasión. Mientras que otro cliente, Felipe Álvarez, dedicado a la permacultura (arquitectura sostenible), destaca la durabilidad del producto.

  • Ellos recrean la imagen de las empresas en caramelos

    Redacción Quito

    En un pequeño local ubicado en el norte de Quito se fabrican caramelos como se los hacía hace 200 años. El sitio pertenece a Rock Candy y Artesanal, un emprendimiento en donde literalmente el nombre de los clientes se transforma en caramelo.

    El principal nicho de este negocio son los caramelos personalizados para empresas; esto es, dulces con su nombre, logo y colores corporativos. Entre sus clientes están Halliburton, Mr. Books y concesionarias de autos. Este segmento representa el 60% de su portafolio. También elabora dulces para campañas publicitarias, matrimonios, ferias, etc.

    «Hay acogida, porque no es lo mismo regalar un jarro a los empleados, que no se sabe adónde irá a parar. Los caramelos seguro los van a disfrutar», indica Pedro Cruz, quien junto a Cristina Terán y Juan Nájera crearon esta microempresa.

    Terán explica que Rock Candy fue la oportunidad para dejar las tareas del hogar y convertirse en empresaria. Ella también prepara el caramelo y se encarga de innovar los empaques del producto.

    En este negocio el consumidor es testigo del proceso de elaboración del producto, pues está a vista de los clientes.

    Para su preparación se utiliza azúcar, glucosa y agua que se combinan en las proporciones adecuadas para generar una especie de jarabe que se cuece a altas temperaturas. Luego, se enfría hasta que se cristalice y se amasa (primero en la mesa y después en un gancho). El siguiente paso es darle forma: Cruz utiliza tiras de caramelo de diferentes colores, que une según el diseño: nombres, frutas, etc.

    Finalmente, se estira y corta en pequeñas piezas del tamaño de una moneda. En su forma final, parece que los diseños fueran impresos, pero en realidad se moldean a mano.

    La técnica no es sencilla. Para perfeccionarla, los emprendedores contactaron a un experto asiático, cuyo nombre prefieren guardarlo en secreto. «Me atrevo a decir que es uno de los mejores carameleros del mundo», comenta Nájera.

    La idea surgió hace siete años, pero se concretó en el 2012, cuando consiguieron el capital para montar el local. La inversión inicial fue de USD 80 000, que obtuvieron gracias al apoyo de dos familiares que confiaron en ellos.

    Hace seis meses instalaron una isla en el centro comercial Quicentro Norte y en enero prevén abrir un nuevo local.

    Uno de sus clientes es Patricio Álvarez, gerente de Álvarez Bravo Constructores. El empresario destaca tres fortalezas del producto: buen sabor, forma original y calidad. En Navidad sus compras aumentan. «Adquirimos entre 200 ó 300 frascos de caramelos».

    El negocio en breve La facturación.  En el 2012 fue de USD 5 000 mensuales, hoy es de 15 000.

    La producción.  Esta es de unos 500 kilogramos/mes, en promedio. El catálogo de productos está en elsitio www.rockcandyartesanal.com 9 empleados conforman la nómina con la que cuenta el negocio de Rock Candy.

  • La pizza on line es la idea de estos jóvenes

    Redacción Guayaquil

    Pedir una pizza ‘on line’ también es posible. En Guayaquil, Mustini Pizza ofrece este servicio desde hace cuatro meses. Sus propietarios son Katherine Gómez, de 23 años; y Alejandro Arias, de 24. Ellos decidieron emprender con un negocio ligado al comercio en línea cuando cursaban el último año de su carrera de Ingeniería Comercial. Ambos estudian en la Universidad del Pacífico.

    Seis meses después de buscar proveedores de la materia prima, cotizar materiales e intentar con diferentes masas para pizza e ingredientes nació Mustini Pizza en junio del 2013. Pero vender las pizzas en línea les tomó más tiempo.

    Así, en diciembre del año pasado con el sitio web mustinipizza.com estaba listo y empezaron a ofrecer las pizzas.

    Ambos invirtieron de sus ahorros USD 6 000 para arrancar el negocio. Gómez prepara las pizzas y se encarga de la producción de esta microempresa. Esta joven estudió paralelamente, durante un año, en la Escuela de Chefs en Guayaquil. Y se preparó como técnica en pastelería. Eso y sus estudios universitarios le sirvieron para emprender.

    Mustini Pizza atiende de martes a domingo y cuenta con otros tres colaboradores: dos se encargan de la repartición de los pedidos a domicilio y un tercero es responsable del manejo financiero. Este negocio recibe pedidos de todos los sectores de la ciudad.

    Gómez recuerda que uno de sus primeros clientes fue una señora que habita en el sector de Portete, en el extremo sur de la ciudad. «Cuando ella hizo el pedido lo primero que nos preguntó fue si llegábamos hasta ese lugar», cuenta. Cubrir la ciudad es una de las estrategias.

    Una de sus clientas habituales es Alexandra Parducci. Ella compra en línea desde que empezó este emprendimiento. «El sabor y la textura son lo más destacado además del servicio, que es a tiempo y de calidad». Otra clienta es Cecilia Casanello, que ha pedido, desde febrero, al menos unas tres veces estos productos; también destaca el sabor de las pizzas.

    A la semana Mustini Pizza elabora en promedio unas 50 pizzas. Los ‘martes locos’ representan casi el 60% de las ventas que bordea los USD 2 000 al mes y que crece un 10% mensual.

    Estos jóvenes ofrecen 16 sabores de pizzas en su web, además de complementos como alitas de pollo o pan de ajo.

  • La oferta artesanal se tomó el bicentenario

    Redacción Quito redaccion@revistalideres.ec

    Cuero, madera, plástico, incluso tarjetas madre de computadoras, pueden ser materiales para elaborar artesanías. Todo está en innovar y crear.

    Con este concepto, 150 artesanos se reunieron en el Centro de Eventos del Parque Bicentenario, el fin de semana pasado, en la V Feria Texturas, Colores y Sabores, organizada por el Municipio de Quito, a través de Quito Turismo.

    Este encuentro microempresarial ­reunió por quinto año consecutivo a un grupo de emprendedores que mostraron sus marcas y creaciones al público.

    Diego Carrasco, coordinador de este encuentro, asegura que en la preselección se presentaron 200 artesanos, pero 150 fueron escogidos para participar.

    En los tres días de feria se esperaba recibir 12 000 visitantes. Carrasco asegura que en estos días, cada expositor logra vender entre USD 600 y 800.

    Luego de la exposición artesanal se pueden lograr resultados económicos de hasta unos USD 3 000, señala el funcionario. Se calcula que en total, la feria movió cerca de USD 100 000.

    Uno de los expositores fue Ciclovitro. Daniela Jiménez, propietaria de esta iniciativa, cuenta que recicla vidrios de ventana para transformarlos en bisutería y objetos de decoración para el hogar. «En mis trabajos aplico la composición y el dibujo para obtener obras diferentes para cada producto», asegura la artesana.

    Otra de las iniciativas que participó durante la feria fue Reciclarte. Alejandra Moncayo y David Ramírez aprovechan las tarjetas electrónicas que obtienen de las computadoras para transformarlas en llaveros, libretas, collares, portarretratos, relojes de pared, adornos, tomacorrientes, entre otros artículos.

    Moncayo cuenta que obtienen la materia prima de los sitios que reparan las computadoras. Los productos se elaboran luego de que las tarjetas pasan por un proceso de limpieza, para que la tarjeta sea lisa y no lastime al cliente.

    Mientras que Maricel Buitrago presentó Cronopio. Su marca oferta rompecabezas de madera para niños. Los productos están elaborados con pintura no tóxica para seguridad de los infantes. Buitrago explica que esta idea de ­negocios nació a raíz del nacimiento de su hijo, hace cuatro años.

    En el área de alimentos, en cambio, el visitante pudo encontrar productos elaborados con ingredientes orgánicos y procesos artesanales, que se reflejaron en productos tradicionales.

    El encuentro

    Las categorías. Los artesanos mostraron sus productos relacionados con el arte e imaginería; decoración e iluminación; moda y accesorios; joyería y bisutería; instrumentos musicales y didácticos; regalos; confitería y alimentos.

    El año pasado. La feria contó con la participación de 150 expositores.

  • Desde lo artesanal hacia lo industrial, a la medida

    Redacción Quito

    Cedro en hebreo se escribe ‘erez’. Son árboles de gran tamaño y muy conocidos por proveer una buena madera para muebles. Hace 25 años, Raúl Jaramillo y Mario Ruiz se asociaron para crear Erez Taller de Madera, un negocio que ofrece a los arquitectos trabajos específicos, hechos a la medida.

    Aunque en un inicio, la empresa se llamaba Actel, la idea de renovación de la compañía hizo que hace dos años se adoptara esa imagen hebrea. De la mano, llegó una nueva generación de arquitectos de la familia comandada por Miguel Ruiz, quien se puso al hombro a las ocho personas que forman parte de esta microempresa quiteña (cuatro en la parte administrativa y de ventas, y cuatro entre carpintería y lacado).

    La firma ha funcionado por muchos años en la av. General Rumiñahui, en el valle de Los Chillos, pero en este momento se vio en la necesidad de migrar al norte de Quito, para mejorar su conexión con proveedores y clientes.

    «Lo que nos hace diferentes es que asesoramos a los arquitectos, desde que la idea está concebida por las amas de casa, por las empresas de ingeniería y de construcción».

    Además estos emprendedores brindan asesoría en la parte técnica. «El valor agregado es, justamente, el servicio personalizado que tenemos, desde la idea hasta la terminación del producto. Y, en cualquier problema, podemos responder tanto en el diseño como en la parte técnica. Nosotros estamos ahí para responder en ese momento», dice.

    Entre los clientes, la respuesta es positiva. Alejandro Tapia señala que el hecho de contar con asesoramiento y un trabajo minucioso sobre el pedido, ha hecho que sus ingenieros y arquitectos confíen en esta pequeña empresa para los trabajos.

    En estricto sentido, lo que ha hecho este negocio es llevar la fabricación de muebles desde un nivel artesanal hacia uno más industrial. «Manejamos materiales como la chonta, la tagua, las semillas y ciertas artesanías que tienen que ver con tejidos. Estos insumos los incorporamos a los muebles, todo ello sin olvidarse de cómo se comenzó, que es ofrecer este servicio de exclusividad y servicio personalizado», añade Ruiz.

    El futuro es promisorio para la pequeña empresa, que con su nueva imagen pretende llegar hacia otros mercados en el país. Por lo pronto, tal como los cedros, seguirá creando productos de alta calidad y complaciendo los detalles más exigentes de sus clientes.

    La microempresa

    Catálogo de productos. Pérgolas, muebles de sala, de oficina, sillones, escaleras, cubiertas…, todo ello se ofrece a los clientes.

    Los materiales.  En bambú o en distintas combinaciones de madera, las opciones son múltiples.