Etiqueta: negocio

  • El turrón es el producto principal de su negocio

    José Luis Rosales (I)   Redacción Sierra norte

    Relacionadas

    Diana, Karina, David y Damián Aguilar Cadena crearon, en el 2018, Campo Real. Este emprendimiento familiar surgió para dar un valor agregado a la miel de abeja.

    El negocio, domiciliado en la parroquia de San Roque, en Antonio Ante (Imbabura), empezó con la producción de turrones con este néctar y otros frutos deshidratados. Ahora busca incursionar en la línea de granos secos.

    Diana Aguilar es ingeniera agroindustrial. Ella renunció a su trabajo en una firma de alimentos y se puso al frente de esta iniciativa, que se abre campo en supermercados, tiendas, cafeterías. La joven recuerda que todo empezó luego que su hermano David, como pasatiempo, instaló -tres años antes de iniciar el negocio-, un panal junto a la casa de la familia.

    Él es ingeniero agrónomo y en sus tiempos libres y los fines de semana se interesó por la apicultura. En los inicios, la miel la vendían en envases de plástico y de cristal; en este último artículo, empezaron a incorporar una etiqueta con la marca de Honey Campo Real.

    En el logotipo del producto se resalta una corona en alusión a la abeja reina. Este diseño fue creado por Damián, el menor de los cuatro hermanos, que estudia la carrera de diseño y publicidad.

    Esta microempresa empezó con una inversión de USD 1 800, que se destinaron para la adquisición de utensilios y artefactos para el proceso de fabricación.

    El funcionamiento responde a un trabajo en equipo. David abastece la materia prima, Diana y Karina se encargan de la producción; Damián, de la imagen del negocio y el manejo de redes sociales.

    Las hermanas investigaron los ingredientes de la receta y cómo se elabora este manjar de origen mediterráneo.

    En la cocina de la casa hicieron los primeros ensayos. Ahí lograron el punto exacto del caramelo para que tenga una consistencia blanda, que caracteriza a los turrones de Campo Real.

    Ahora se oferta cuatro sabores: el clásico de almendras, almendra con cacao, almendra con piña y almendra con uvilla. Hay presentaciones de 35 gramos.

    Hicieron varias degustaciones y comprobaron que el bocadillo empezó a tener buena aceptación.

    Al igual que la miel de abeja, los primeros turrones empezaron a venderlos entre los vecinos.
    En estos dos años de operaciones han mejorado el proceso de elaboración artesanal. Al principio producían 18 unidades en cuatro horas y ahora 60, en una hora.

    Los cuatro emprendedores se distribuyen las labores en los proceso de cocción de la miel, el pesado, moldeado y empacado.

    Para incrementar el mercado para sus productos, los emprendedores participaron en una rueda de negocios en la que estuvieron cadenas de supermercados, hoteles, restaurantes, entre otros.

    El año pasado ingresaron a una cadena de alimentos nacional y ahora buscan conquistar a otros establecimientos. Al mes producen entre 2 000 y 2 200 turrones.

    Antes de la pandemia, los productos también los promocionaban en ferias que se realizaron en Ibarra, Quito y Guayaquil. En esta última ciudad participaron en la rueda de negocios de ProEcuador. En este año la mayoría de exposiciones han sido virtuales.

    Campo Real espera incursionar en nuevas líneas de alimentos. Ahora busca mercado para la venta de maíz y fréjol, de 450 gramos, y quinua y lenteja, de 500.

    Diana Aguilar señala que quieren aprovechar que San Roque es productora de maíz y fréjol, y tender lazos comerciales con los agricultores. “Lo que buscamos no es solo quedarnos en el nicho de la miel, sino ofrecer una gama de productos”. Por eso, añade, hay nuevos proyectos en los que planean incursionar.

    1800  dólares fue la inversión inicial de este emprendimiento en Imbabura.

    Diana Aguilar es ingeniera agroindustrial. Ella está al frente de esta iniciativa que se instaló en el cantón Antonio Ante, en Imbabura. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
    Diana Aguilar es ingeniera agroindustrial. Ella está al frente de esta iniciativa que se instaló en el cantón Antonio Ante, en Imbabura. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
  • Un giro de negocio con conciencia ambiental

    Priscilla Alvarado. (I)
    redaccion@revistalideres.ec

    Relacionadas

    Traer los sabores ancestrales de la cocina polaca a la mesa de los ecuatorianos motivó a Giuliana Nowakowski a emprender su negocio de caldos envasados en Guayaquil.

    Le Zuppé salió al mercado en enero del 2020, con USD 2 300 como inversión inicial, que se destinó a adquirir materia prima, ollas especializadas, creación y diseño del logo. La firma nació bajo el concepto de marca paraguas. Esto quiere decir que aglutinaría a diferentes productos, con el fin de aprovechar el nombre principal.

    Luego de renunciar a su trabajo en el sector naviero en el 2018, la propietaria de Le Zuppé barajó varias ideas de productos para lanzar al mercado.

    Fue en junio del 2019 cuando finalmente decidió que elaboraría caldos concentrados para venderlos en envases de vidrio que, más adelante, se pudieran reciclar. La preparación del concepto de la marca y perfeccionar la receta le tomó más de seis meses.

    El concentrado de pollo fue el producto con el que se lanzó al mercado. La sopa tiene como base carne de aves criadas en una granja ecológica de Guayas. Los pollos son libres de hormonas, químicos para engorde o productos para acelerar su crecimiento.

    Don Bala es su proveedor de materia prima. La empresa cría y comercializa pollos semiorgánicos. José Antonio Balarezo, su propietario, dice que los caldos son un producto no solo diferente, sino que llama la atención del público al ser novedoso y natural.

    Nowakowski
    señala que la idea de su negocio es brindar una experiencia culinaria y garantizar que los productos obedezcan el principio de una marca que preserva el ambiente. “Queremos que la gente, cuando vea los concentrados, sepa que estamos alineados a lo natural, sano y al reciclaje”.

    Su ascendencia polaca fue un elemento clave para inclinarse por este giro de negocio. Por influencia de sus abuelos, originarios de ese país, conoció el mundo de los caldos desde pequeña.

    Según la joven, de 28 años, la cocina polaca tiene como ingrediente principal los concentrados líquidos hechos a base de vegetales o de huesos de algún animal. “Esto transporta al comensal a una experiencia cercana al campo y al amor de casa”, relata.

    Por esta razón, Le Zuppé nació con la idea de implantar en la retina del consumidor ecuatoriano el concepto de caldos líquidos, por encima de los colocados en el mercado, que se presentan en forma de cubitos o en polvo.

    Luego de la aceptación del concentrado de pollo, lanzó casi cinco meses después tres productos nuevos. Un caldo vegano, un vinagre de guineo y una lasagna hecha con láminas de palmito.

    Mónica Torres, copropietaria de Alpeso, adquiere los productos del pequeño negocio para colocar en las perchas de su tienda desde sus inicios. “Son 100% naturales y libres de aditivos, tienen una muy buena aceptación en el público”.

    Actualmente, comercializa y producen mensualmente 200 envases de 700 mililitros (ml) de caldos de pollo y vegetales y 40 frascos de 40 ml de vinagre de guineo. Las lasagnas las elaboran bajo pedido. Los precios de los productos van desde USD 7,50 a 13.

    Su catálogo se vende, por el momento, en ocho puntos en Quito, Cumbayá, Machala y Guayaquil.

    Para impulsar sus ventas, la joven también se apalanca en redes sociales. A través de Instagram gana clientes en diferentes partes del país. Según Nowakowski, los caldos son un mercado aún por explotar en Ecuador. Por esta razón, su meta en el corto plazo es lanzar una variedad de concentrado de res. “Esperamos posicionarnos localmente y, más adelante, llegar a internacionalizar nuestros productos envasados”, afirma la emprendedora.

    2300 dólares fue la inversión inicial que dio vida al emprendimiento

    La emprendedora Giuliana Nowakowski muestra los productos que se comercializan en ocho puntos de distribución de cuatro urbes del país. Foto cortesía de Giuliana Nowakowski
    La emprendedora Giuliana Nowakowski muestra los productos que se comercializan en ocho puntos de distribución de cuatro urbes del país. Foto cortesía de Giuliana Nowakowski
  • Un giro en el negocio con prendas de bioseguridad

    María Victoria Espinosa. (I) Redacción Santo Domingo

    Relacionadas

    Karen Pamela es una casa de modas que confecciona trajes de gala, ropa casual, informal, accesorios y otras prendas, con telas nacionales e importadas. Por la pandemia, este negocio tuvo que reinventarse y empezar a elaborar mascarillas y overoles.

    También desarrolló una nueva colección inspirada en las mujeres que trabajan durante la pandemia y quieren verse arregladas, pero protegidas y cómodas.

    Ese emprendimiento nació hace 34 años, en un pequeño taller artesanal ubicado en el patio de la casa de Asunción Villa. Ella siempre soñó con diseñar ropa. Por eso vendía telas en una pequeña tiendas de abarrotes, en Manta.

    Una de sus amigas le pidió que le confeccionara un vestido. Ese fue el punto de partida para hacer una carrera en la moda. El nombre del negocio fue inspirado en sus dos hijas, que trabajan con ella.

    Su primera inversión fue de alrededor de 10 000 sucres, que obtuvo de un préstamo bancario. Con esos recursos, ella trasladó su local a la parroquia Tarqui, que hasta antes del terremoto era el corazón comercial de Manta.

    En ese lugar también instaló un local de telas y accesorios. Eso le permitió captar clientas no solo de Manta sino también de otras ciudades de Manabí.

    Villa recuerda que al principio de su carrera, los probadores de ropa eran unas grandes telas. “Hemos construido con mucho esfuerzo lo que hoy tenemos. Pero hay que luchar cada día para lograr las metas que nos proponemos”, explica la emprendedora.

    Luego, la Casa de Modas Karen Pamela se trasladó al centro de la ciudad, donde se construyó un moderno edificio a través de un crédito bancario de USD 300 000.

    Villa se especializó en la alta costura, es decir trajes de gala, vestidos de novia y una línea especial para las candidatas a reinas.

    La manabita y su grupo de trabajadores, que hasta antes de la pandemia era de 50 personas, se encargaban de brindarles asesoría a las aspirantes a reinas.

    También de diseñar prendas personalizadas para las candidatas a Miss Ecuador, Reina de Manabí, de Manta y otras ciudades. Incluso, dentro de su clientela también constan presentadoras de televisión y modelos.

    Cada año, Villa viaja a EE.UU. para adquirir textiles con piedras, diferentes texturas y colores. Este año, la tela se quedó comprada porque la pandemia por covid-19 le obligó a cerrar la tienda por la emergencia. “Me sentía intranquila y una noche mientras trataba de dormir, se me ocurrió hacer mascarillas”.

    Villa llamó a varias empresas y les ofreció confeccionar mascarillas para sus trabajadores. Durante los dos primeros meses de la pandemia logró vender más de 30 000 mascarillas y overoles.

    Además, fabricó trajes de bioseguridad y chaquetas, pero con diseños, para que las clientas se vean elegantes mientras trabajan o hacen diligencias en el centro.

    La mantense Gisella Moreira compró un traje de seguridad para ir a su trabajo. “Parece que fueran dos prendas, tiene detalles en el cuello y se amolda bien al cuerpo”.

    Antes de la pandemia, Karen Pamela vendía mensualmente hasta USD 70 000. Pero ahora sus ventas máximas llegan a 20 000. “Hay que seguir luchando, aunque haya adversidades”.

    Por eso lanzó una nueva colección de ropa para esta temporada, inspirada en las mujeres que trabajan desde casa. “Son prendas de muy buena calidad, pero a un precio económico porque entendemos la situación”.

    Hace dos semanas se organizó un desfile de modas virtual para mostrar la nueva colección. Fue transmitido por las redes sociales y tuvo más 45 000 reproducciones. Las modelos fueron reinas y presentadoras de Manabí.

    300 000 dólares fue la inversión de este negocio en un nuevo edificio.

    Asunción Villa, propietaria de Karen Pamela, realizó un desfile virtual en el que participaron reinas de belleza y presentadoras de televisión. Foto: Cortesía Casa de Modas Karen Pamela
    Asunción Villa, propietaria de Karen Pamela, realizó un desfile virtual en el que participaron reinas de belleza y presentadoras de televisión. Foto: Cortesía Casa de Modas Karen Pamela
  • El crédito no debe ser la primera opción

    Redacción Cuenca  (I)
    redacción@revistalideres.ec

    Relacionadas

    Actualmente, solicitar un crédito debe ser algo que se analice muy bien, pese a que esos recursos se destinen al inicio o ampliación de un negocio.

    Con ese consejo coindicen la directora del Centro de Desarrollo de Emprendedores de la Universidad de Cuenca, Silvana Zalamea; el gerente de la Cooperativa de Ahorro y Crédito Jardín Azuayo, Juan Carlos Urgilés; y el director del Centro Prendho de la Universidad Técnica Particular de Loja, Marcos Vega.

    Este último indica que es mejor empezar con una iniciativa pequeña porque si se fracasa no se pierde todo y se puede levantar más fácilmente. Además, no se necesitará de grandes cantidades de dinero, ni endeudarse.

    Para Vega, en las actuales circunstancias, el endeudamiento no es la mejor alternativa. “Hay quienes recomiendan trabajar con dinero ajeno porque con el propio se debe considerar el costo de oportunidad”.

    Él señala que un préstamo es válido en un negocio en marcha, pero cuando se está empezando, el endeudamiento no es bueno porque la institución financiera no esperará en los pagos. Agrega que es mejor buscar programas de capitales semilla o recursos de planes públicos, que ofrezcan condiciones blandas.

    Según Vega, hay que considerar que las ventas se inician lentamente o son estacionales, por lo que se debe analizar bien si se contará con recursos para cancelar a tiempo el préstamo durante el tiempo de plazo. Además, aconseja no apostar en un negocio toda la liquidación que se pueda recibir al salir de un trabajo.

    Vega dice que primero hay que hacer experimentos en un mercado real, pero en una escala pequeña para aprender. En la siguiente ocasión se tiene más experiencia.

    “Ahora, ni siquiera las empresas grandes se arriesgan a invertir una gran cantidad de su capital para un negocio nuevo, sin estar muy seguras. Hay que tener paciencia para tener un sustento. Solo cuando la cosa funciona hay que expandirse”, señala Vega.

    Zalamea plantea una alternativa. Pone como ejemplo que, en abril pasado, su centro trabajó con 100 personas que se quedaron sin trabajo y aprendieron a desarrollar herramientas colaborativas. Ahora, ellos tienen una caja de ahorro para autofinanciarse.

    Para ella, es fundamental encontrar esa colaboración porque las condiciones actuales del mercado nacional son diferentes a las que hubo antes del inicio de la
    pandemia por covid-19.

    Según Urgilés, hay que considerar que vivimos otra realidad porque toda la economía está deprimida y “no hay la capacidad de consumir o demandar, lo que se hacía
    anteriormente”.

    El Gerente de Jardín Azuayo, que es la segunda cooperativa más grande del país por activos, dice que el emprendedor que ya estaba endeudado debe acercarse a la institución financiera para refinanciar su crédito, reducir las cuotas y ampliar el plazo. “La disminución del pago mensual debe estar en la misma proporción de la reducción de los ingresos”.

    Urgilés señala que las personas pueden pensar que aumentará el rubro de intereses, al final, por tener un mayor plazo; pero, explica que la situación puede mejorar en el futuro y ahí puede hacerse una precancelación o anticipo. Él aconseja que las personas que requieran un préstamo deben solicitar montos menores, en función de la nueva capacidad de pago. 

    3,6 millones de personas emprendieron el 2019 en el país, según el Monitor de Emprendimiento Global.

    Más consejos
    La planificación. El gerente de Jardín Azuayo, Juan Carlos Urgilés, dice que el emprendedor debe buscar créditos que le den un tiempo de gracia hasta que las ventas despunten y así no caer en mora.

    La alternativa. Para Urgilés, en la actualidad, es mejor aliarse entre amigos o familiares para hacer aportes pequeños e iniciar un emprendimiento, en lugar de buscar recursos financieros, que después signifiquen un problema.

    El solicitante debe considerar que toda la economía está deprimida y que puede iniciar un negocio con inversiones pequeñas y luego expandirse en el mercado. Imagen: Freepick.es
    El solicitante debe considerar que toda la economía está deprimida y que puede iniciar un negocio con inversiones pequeñas y luego expandirse en el mercado. Imagen: Freepick.es
  • Espárragos que cruzan fronteras

    José Luis Rosales

    José Luis Rosales  (I)
    Redacción Sierra Norte

    El espárrago verde que se cultiva en Urcuquí (Imbabura) se abre campo en el mercado ecuatoriano y extranjero.

    Esa es una de la metas que se trazó, hace dos años, María José Torres, máster en Administración Financiera y Administración de Empresas.

    Esta joven profesional se inspiró en el espíritu emprendedor de su padre, Jorge, y junto a su prima, Carolina Ordóñez, crearon la empresa Productos Agrícolas Torres (Proagrotorres).

    Jorge Torres
    , ingeniero agrónomo de profesión, nació hace 63 años en la parroquia Pablo Arenas. La mayor parte de su vida ha estado vinculada al campo y explica que la actividad agrícola es variable y tiene sus ciclos.

    Recuerda que su primera siembra fue de fréjol, un producto que era apetecido por el vecino país de Colombia. Con el paso del tiempo, la demanda del grano cayó por lo que buscó alternativas para reemplazar el cultivo. Probó suerte con el maíz, pero las utilidades que generaban eran mínimas.

    Torres conoció que en una hacienda vecina producían espárragos. En el 2000 buscó una oportunidad para hacer ensayos de siembra de esta hortaliza. Luego se convirtió en productor.

    La técnica para la siembra de la esparraguera la perfeccionó en la marcha. Señala que el desarrollo de esta planta herbácea depende de factores como el tipo de tierra y temperatura.

    Se requiere de suelo franco arenoso que permita que las yemas germinen sin problema y un clima cálido. Esas características ofrece Pablo Arenas, por lo que considera que los brotes tienen buen sabor y mejor textura.

    Además, es clave el uso de semilla certificada que es traída de EE.UU. La libra cuesta USD 550. Torres tiene en producción 12 ha y planea incorporar otras dos. Explica que el cultivo bien manejado dura hasta 14 años.

    Los tallos que brotan de la tierra, a los que se les conocen con el nombre de turiones, salen por ciclos. La primera cosecha la hizo al año y medio.

    Para perfeccionarse en la producción de este cultivo sus ejecutivos viajaron a Ica (Perú), en donde hay empresas productoras. Ahí recibieron capacitación del manejo en planta y también sobre técnicas de campo.

    La firma cuenta ahora con 20 productores que tienen en total 65 hectáreas. Una de ellas Katherine Salvador, quien tiene 4 ha en producción y 2 ha en proceso. Hace cuatro años se vinculó al negocio e hizo su propio semillero. Destaca que es un cultivo a largo plazo, pero que es rentable.

    Para María José Torres, gerenta general, otro de sus fines era crear su propia empresa. Antes había trabajado para una compañía constructora nacional y una firma petrolera estatal.

    Así surgió la idea de establecer Proagrotorres, que se especializa en comercializar el espárrago y fomentar su cultivo. Recuerda que entre los primeros clientes estuvo Corporación Favorita. Empezaron vendiendo unas 25 gavetas a la semana.

    Sin embargo, se dio cuenta que no podía colocar toda la producción de la finca de su padre en el mercado nacional, por lo que pensó en exportar.

    No ha sido un camino sencillo. En abril del 2017 recibieron la visita de un empresario español, quien luego de supervisar el cultivo y dar lineamientos para el montaje de la planta procesadora ofreció comprar el vegetal.

    Dos meses después enviaron el primer cargamento de 10 000 kilos. Ahora despachan dos veces al año, entre junio y julio, y entre diciembre y enero, aprovechando que Perú, México y España bajan la producción. “Hemos intentando hacer envíos en otros meses, pero el precio es muy bajo”.

    En menor volumen han enviado a Singapur, Hong Kong, Dubái, Canadá, Estados Unidos.

    Para instalar la primera factoría, que está situada en Pablo Arenas, rentaron un recinto que pertenece a una asociación local y que fue construido para una despulpadora de fruta.

    Carolina Ordóñez, presidenta de Proagrotorres, menciona que el espacio fue readecuado, con base en las normas requeridas. Para equipar el área de producción con balanzas, mesas, calibradores, cajas, etiquetas, pidieron un crédito de USD 20 000.

    Están por estrenar su propia sede en la parroquia San Blas. Para ello, ganaron el concurso Internacionalízate Mipyme, que impulsa la Federación Ecuatoriana de Exportadores.

    Proagrotorres presentó el proyecto Internalización del espárrago de la zona norte del país, mediante asociatividad y cumpliendo estándares de calidad a mercados de Europa. Es cofinanciado por la Unión Europea.

    En Urcuquí, la firma Proagrotorres tiene ocho trabajadores de planta y en los picos de exportación 40 colaboradores más, según la demanda.
    En Urcuquí, la firma Proagrotorres tiene ocho trabajadores de planta y en los picos de exportación 40 colaboradores más, según la demanda. Foto: José Luis Rosales/Líderes
  • La desinfección le abre mercado a este negocio

    Redacción Quito

    redaccion@revistalideres.ec (I)

    Relacionadas

    La experiencia adquirida en una empresa de venta directa impulsó a Santiago Orozco a arriesgarse con su emprendimiento, en el que la clave ha estado en el servicio.
    Tras una inversión inicial de USD 15 000, Eco Orange arrancó en octubre del 2012 con un producto químico, de nombre homónimo, para la limpieza y desinfección de colchones.

    Santiago conoció que el producto se elaboraba en el exterior y decidió hacer otro similar para comercializarlo en el país. Para ello recurrió a un ingeniero químico, quien se ha encargado de elaborar y maquilar el producto que oferta su empresa.

    Al igual que lo hacía con la firma de venta directa, dio a conocer su producto puerta a puerta. Sin embargo, al año y medio de haber comenzado, Corporación Favorita conoció de su producto por una rueda de negocios y luego de tres meses logró entrar a sus cadenas de supermercados. Luego, ingresó a Fybeca y a Sana Sana.

    En el 2016, la pequeña empresa lanzó un nuevo producto al mercado: BioPro. Esta vez el enfoque era la desinfección de superficies. El producto, maquilado por la misma empresa química, se aplica con una máquina de pulverización electrostática, importada desde Estados Unidos.

    Con este tipo de limpieza se eliminan bacterias, virus y hongos. Orozco destaca como beneficios la eliminación de la contaminación cruzada, al no utilizar trapeadores u otros elementos en la aplicación. De igual manera destaca la eficiencia, puesto que se utiliza la menor cantidad de producto, y un mayor alcance en ciertos lugares de difícil acceso.

    El emprendimiento trabaja con siete proveedores, en su mayoría nacionales. Quialpac les provee de envases pet y atomizadores. Gráficas Felipe, en cambio, les brinda el servicio de impresión para facturas, etiquetas, adhesivos y material publicitario. “Mantenemos una buena relación. Al mes les facturo cerca de USD 400”, señala Dayan Lara, propietario de la empresa gráfica.

    Eco Orange comercializa sus productos y servicios por medio de franquicias, principalmente en el caso de BioPro, que no se encuentra en cadenas. En total son 11 franquicias, ocho de BioPro y tres de Eco Orange. El costo de la licencia de la franquicia oscila entre USD 3 000 y 7 000.

    La empresa Piñan Clean, de Milton Recalde, tiene la franquicia de BioPro en la provincia de Imbabura, desde el 2017. El servicio de desinfección lo ofrecen en universidades, bares y restaurantes, y hogares. Debido a la coyuntura actual del covid-19, se ha extendido a cooperativas y transporte público. Además, se están extendiendo en Carchi. “Antes teníamos unos ocho clientes al mes. En el último mes hemos atendido unos 20”, explica Recalde.

    Higiapro tiene ambas franquicias: Eco Orange y BioPro, desde hace cerca de tres años. Con BioPro, los clientes son principalmente casas, fábricas, agencias de viaje y edificios públicos de la provincia de Guayas, explica Jordano Sanna, propietario. “Ahora hay demasiada demanda del servicio, estamos trabajando desde las 04:00 hasta las 22:00. El número de clientes se incrementó en al menos un 60% en el último mes”. Esta franquicia tiene más de 50 clientes.

    Eco Orange ofrece directamente el servicio en Quito con el apoyo de dos franquiciados. En el último mes, con el covid-19, ha desinfectado edificios de empresas públicas, compañías de alimentos, parques, centros comerciales, transporte urbano y escolar, entre otros espacios.

    Luego de dar el servicio, los clientes pueden aplicar por su cuenta el producto en ciertas superficies y en manos, con ayuda de un atomizador. “Mi meta es que la gente entienda que es una necesidad, no una alternativa”, comenta Orozco.

    Eco Orange ofrece el servicio en Quito con el apoyo de dos franquiciados. Uno de sus clientes es el Centro Infantil Manuela Sáenz. “Esto nos ha ayudado a que los pequeños no se enfermen. Los papás se dan cuenta de que tratamos de cuidarlos”, señala Andrea Carrión, directora administrativa.

    En el último mes, el negocio ha desinfectado edificios de empresas públicas, firmas de alimentos, parques, centros comerciales, transporte urbano y escolar, etc.

    Un colaborador de Eco Orange desinfecta una oficina. La microempresa trabaja con restaurantes, guarderías, empresas privadas, etc.
    Un colaborador de Eco Orange desinfecta una oficina. La microempresa trabaja con restaurantes, guarderías, empresas privadas, etc. Foto: Vicente Costales / Líderes
  • ‘Me empoderé en el sector de la aviación trabajando con pasión’

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Era 1978 y ella no tenía interés alguno en involucrarse en el mundo de la aviación. Sin embargo, a los 20 años de edad aceptó un trabajo en AeroPerú. Esa decisión le permitió consolidar una carrera de 41 años en dicha industria.

    Rocío Vallejo de Díaz ha desarrollado proyectos en dicho sector, tanto a escala nacional como internacional. Su primer trabajo fue agente de pasajes y reservaciones, hoy es directora en Ecuador de la compañía española Plus Ultra Líneas Aéreas.

    En AeroPerú laboró en varios cargos por 21 años, hasta convertirse en representante para Ecuador. Luego abrió operaciones en el país de otras compañías como la venezolana Aeropostal.

    Alcanzó altos cargos en aerolíneas como Santa Bárbara, del grupo Cóndor. En 2014, con esta firma, creó la compañía aérea Pawa Dominicana, en República Dominicana.

    Además, ha participado en organizaciones como la Asociación de Representantes de Aerolíneas, la Cámara de Turismo de Pichincha y la Asociación de Empresas Ejecutivas de Turismo.

    Formación

    “En la época que empecé no existía oferta académica especializada en aviación. Básicamente era entrar en una aerolínea en la que le enseñaban a uno a través de cursos especializados. Ahora sí hay, más en otros países.

    Yo entré al sector sin haberlo planificado. Cuando ingresé no me gustó, no hicimos el ‘clic’. Por ejemplo, había que hacer reservaciones con tarjetas, procesos con teletipos, cálculos de tarifas con libros gigantes, etc.

    Así pasé algunos años pero me fui involucrando. Era duro porque era un mundo de hombres. No era fácil para una mujer que se involucrara en los directorios”.

    Rompiendo barreras

    “Cuando me inicié había funcionarios y ejecutivos con muchos años de experiencia y todos eran hombres. Fui la única mujer que ingresé a reuniones con ellos. Como que no se daba mucho valor a la opinión de una mujer, más aún si no tenía experiencia.

    ¿Cuál fue mi forma de empoderamiento en mi sector? Fue trabajar con pasión, sentir que la empresa es de uno.

    Posicionarme en un grupo de hombres fue complejo, pero con el tiempo lo logré”.

    La familia

    “Combinar la parte del hogar con lo profesional es otra tarea. Uno debe tratar de cumplir con todas las obligaciones que se tiene en la empresa y en la casa.

    Esto me ha permitido tener tranquilidad emocional. Todos debemos procurar lograr eso, en cualquier área que nos toque estar. A uno le conduce a tener seguridad y paz porque eso permite alcanzar lo que uno se propone.

    Por otro lado, el orden es fundamental en todo momento. Además, hay que dar lo mejor de uno en el tiempo asignado para cada actividad, organizar las tareas de los niños, recibir apoyo de la pareja de uno, hacer las tareas profesionales, viajar, etc.”.

    Apoyo

    “A mis equipos femeninos les he impulsado en su desarrollo profesional con el ejemplo. En todas las empresas que he trabajado les he aconsejado a las mujeres que así como hacen su trabajo no se pueden perder nunca momentos importantes de sus hijos: reuniones de padres, Día de la Madre, Día del Padre, etc. No es negociable.

    Yo como madre creo que uno debe estar allí. No se les puede demostrar que a uno le importa más el trabajo que ellos. Yo les apoyo en todo lo que puedan.

    A los equipos hay que demostrarles seguridad, indicándoles que todos tenemos competencias y debilidades. Sin embargo, cuando yo contrato a alguien, sea hombre o mujer, converso para saber quiénes son, porque los valores son importantes.

    Cuando alguien trae eso de su casa es importante darles una oportunidad para que crezcan. Es importante que los colaboradores asistan a eventos y les doy la oportunidad que se desarrollen y expongan sus propuestas. De esa manera han crecido.

    He formado a buenos equipos. Es una satisfacción”.

    El sector

    “Muchas mujeres nos hemos involucrado en el sector aeronáutico y de agencias de viaje. Con eso se nos fueron abriendo las puertas. Hemos tenido grandes oportunidades y las hemos sabido aprovechar. Hemos demostrado que mujer u hombre pueden ser grandes profesionales.
    En el sector la mayor parte de líderes, ahora, son mujeres. Estamos en los equipos de dirección en líneas aéreas y agencias”.

    La directora expresa que Een el sector, la mayor parte de líderes ahora son mujeres. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    La directora expresa que Een el sector, la mayor parte de líderes ahora son mujeres. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • El zapato casual y a la medida les permite crecer

    Redacción Sierra Norte

    Relacionadas

    Uno de sus sueños era tener su negocio propio. “Quería ser mi jefe, pero no sabía qué podía hacer”, comenta Samuel Yamberla Morales. 

    Este kichwa, de 28 años, está al frente de la firma Hanna Shoes, que confecciona calzado artesanal. El identificativo responde al nombre de su hija.

    En el emprendimiento que empezó hace cerca de cuatro años también trabaja su esposa Gisela Fichamba.

    Yamberla es oriundo de la comunidad de San Roque, en Antonio Ante, pero ahora reside en Otavalo (Imbabura). Cuando tenía 15 años abandonó los estudios del colegio y buscó trabajo para generar sus ingresos económicos.

    En talleres textiles del cantón imbabureño aprendió a cortar, coser, estampar y hasta empacar las prendas. En esta rama laboró por alrededor de ocho años.

    Esa experiencia le sirvió para conseguir luego un trabajo en una fábrica de confección de prendas de cuero. Para ser seleccionado como operador se guió con la técnica para coser en tela.

    Sin embargo, este emprendedor explica que la confección en pieles curtida es diferente. Como anécdota cuenta que tres semanas después de empezar a trabajar pensó renunciar por varios cortes que se hizo en sus manos.

    Poco a poco conoció el proceso de confección y moldeado de un zapato. Ahí afinó su habilidad para manejar las herramientas.

    Luego, renunció a la factoría y empezó a confeccionar calzado solo bajo pedido. Empezó de cero. Incluso, en la venta del primer par de zapatos no pudo cubrir los gastos de material ni mano de obra.

    Para instalar el taller hizo dos créditos en entidades financieras. El primer préstamo lo obtuvo con la ayuda de su hermano Mario.

    El local está equipado con una máquina de coser, una fileteadora, un horno y una prensa. Ésta última fue elaborada artesanalmente. Ha invertido USD 1 5 000.

    Yamberla se encarga del diseño, corte, fileteado y armado del artículo. Luego coloca la planta, lleva al horno y a la prensa.

    Cuida todos los detalles. Las plantillas también son preparadas en el obraje. La etiqueta es hecha con láser. En los extremos de los cordones van colocados una pieza de metal. En un día alcanza a producir hasta dos pares.

    Este artesano puede elaborar todo tipo de zapato en cuero liso, encerado, gamuza, cristal, entre otros. Los diseños casuales son los de mayor demanda.

    Calcula que ha realizado unos 50 modelos. Algunos son personalizados. Hay en tonos negro, café, azul, plomo, beige.

    El costo de un par de zapatos con planta de goma oscila entre USD 45 a 75. Los de suela pueden costar hasta USD 175. Todo depende del modelo y la talla.

    De la atención en ventas y pedidos se encarga Gisela Fichamba. La mujer, de 24 años, explica que los artículos los comercializan en la Plaza de Ponchos.

    A través de las redes sociales igualmente reciben pedidos desde Quito y Guayaquil. Fichamba asegura que los Hanna Shoes han llegado también a España.

    La próxima meta es contar con puntos de venta en la Capital de la República y en el Puerto Principal. En dos semanas inician la promoción.

    Gisela Fichamba es el encargada de las venta y la recepción de pedidos. También es la modelo de esta marca. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
    Gisela Fichamba es el encargada de las venta y la recepción de pedidos. También es la modelo de esta marca. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
  • Una quiebra dio paso a esta empresa de calzado

    Modesto Moreta

    (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

    Relacionadas

    La relación de Fernando Moposita con la confección de calzado comenzó a los 7 años. Sus padres y tíos le trasmitieron esos conocimientos, sin embargo, en el 2005 decidió incursionar en la confección de pantalones jean. Los primeros años las ventas se movieron bien, hasta el 2011, en que se abrieron más talleres.

    Los precios bajos en cada prenda impidieron seguir compitiendo y quebró. A pesar de eso, en el 2012, con ayuda de su esposa Norma Maisancho resolvieron poner en práctica el dicho que dice: ‘Zapatero a tus zapatos’ y no se equivocaron. Con un crédito de USD 15 000 que consiguieron en una cooperativa de ahorro y crédito de Ambato abrieron el emprendimiento denominado J&M Factory.

    El dinero lo invirtieron en la compra de la materia prima (sintéticos), hormas, máquinas de coser y aparar, una troqueladora y contrataron a un empleado. Fernando Moposita, gerente de la empresa ambateña, recuerda confeccionaban 60 pares de zapatos semanales. “Introducir en el mercado los modelos tubulares para hombre fue más que difícil”.

    Luego elaboraron calzado de muñeca, pero las ganancias eran mínimas y no les alcanzaba para pagar las deudas. Una amiga de la familia les aconsejó que confeccionen zapatillas para mujer, que estaban de moda. Así iniciaron imitando un zapato de marca, les dieron otros acabados, varios cambios en los diseños y más colores a escoger.

    Las ventas crecieron y en el 2015 llegaron a producir 500 pares semanales y ya contaban con cuatro colaboradores. Con el crecimiento del taller efectuaron una inversión y un monto similar a la efectuada en sus inicios. Con los recursos equiparon mejor al taller y adquirieron nuevos materiales para la confección de su producto y otros equipos para el taller.

    En el 2019 lograron producir 16 000 pares y facturaron USD 180 000. El éxito de Moposita radica en mantenerse en la vanguardia de la moda, especialmente en la fabricación de zapatos deportivos para mujer, usando materiales sintéticos de alta calidad.

    Norma Maisancho y Fernando Moposita son los propietarios de la empresa productora de Calzado en la ciudad de Ambato.
    Norma Maisancho y Fernando Moposita son los propietarios de la empresa productora de Calzado en la ciudad de Ambato.

    En la actualidad cuentan con más de 30 diseños, modelos y colores que ha comercializado en los mercados del país. Con ayuda de un diseñador colombiano obtienen nuevos modelos y los colores de tendencia en el mercado. “Es un zapato elaborado con materiales de calidad porque el pie no suda, es suave, cómodo, resistente y de bajo costo”, dice Moposita.

    En la actualidad se confeccionan 1 000 pares de zapatos semanales y los distribuyen en todo el país. Los principales mercados de la firma ambateña J&M Factory están en Quito, Sangolquí, Cuenca, Guayaquil, Riobamba, Latacunga y otras ciudades del país.

    El local de ventas funciona en la explanada del mercado Ferroviario. Ahí todos los lunes de feria, en Ambato, se muestran los nuevos diseños y colores para que los comerciantes escojan. “A nuestros clientes les gustan los nuevos modelos y los colores que tienen buena demanda. Nos hacen los pedidos y nosotros les entregamos en forma inmediata”.

    En la actualidad, 20 personas se dedican a la distribución de los productos a escala nacional, a pesar del ingreso de zapatillas de contrabando. “Debe haber más control de las Aduanas para no quebrar y dejar en la desocupación a 12 colaboradores directos y 13 indirectos, estos últimos trabajan a través de la maquila”, comenta Moposita.

    El año pasado, los emprendedores realizaron una nueva inversión de al menos USD 8 000 en la compra de nuevos equipos, como una máquina bordadora y una armadora de calzado. Y proyecta confeccionar zapatos para hombre en los próximos meses.

    Una de las distribuidoras es Narcisa Caisaluiza, propietaria de los almacenes Well, en Quito. Ella cuenta que desde hace cinco años trabaja con la pyme ambateña. El año pasado las ventas se incrementaron en un 90%. Eso se debe a la calidad del producto y la variedad de modelos y colores. “Es un zapato durable, resistente y de diseños que están a la moda y eso les gusta a nuestros clientes”, comenta Caisaluiza.

    La distribuidora comenta que otro atractivo para los clientes que compran el producto son los bajos precios.

    Insignia 

    El control de la calidad es clave para la marca

    Kleber Ortega, armador de calzado

    Empecé en el terminado del calzado hace cinco años. Luego con la experiencia adquirida ascendí al área de plantado y armado del zapato. Este paso es importante para la resistencia del calzado, por eso reviso que esté todo bien cocido y pegado para evitar daños y el producto sea de calidad en un mercado competitivo. En este oficio he ido creciendo en conocimientos a través de la preparación y capacitación constante de la mano de obra en esta rama. También reviso con paciencia cada uno de los detalles en los acabados. El objetivo es que nuestro producto llegue a su destino final con todos los controles. Cada uno en sus puertos de trabajo aporta con sus conocimientos y buena predisposición para producir. Eso hace que nuestra marca tenga una buena demanda en el mercado local y a escala nacional.

    Nuestra empresa se caracteriza por crear y estar a la vanguardia de las nuevas tendencias de la moda en el calzado, especialmente el deportivo para la mujer con más de 30 diseños, modelos y diversos colores.

    Los colaboradores de la empresa J&M Factory revisan  todos los detalles para que el calzado sea atractivo para los clientes de la firma. Fotos: Raúl Díaz para LÍDERES
    Los colaboradores de la empresa J&M Factory revisan todos los detalles para que el calzado sea atractivo para los clientes de la firma. Fotos: Raúl Díaz para LÍDERES
  • Diseños hechos a mano rescatan la identidad Puruhá

    Redacción Quito

    (F) 
    Contenido Intercultural

    Relacionadas

    La vestimenta indígena más vendida en Ecuador procedía, hasta hace poco, de Otavalo.
    En los últimos años, nuevos diseñadores del centro del país crearon prendas para rescatar la diversidad de los pueblos Kichwas Puruhá de Chimborazo.

    Esto motivó a Manuela Pilco, nativa de esa provincia, a emprender un negocio con técnicas de bordado junto a sus hijos, en 1997.

    La emprendedora se radicó en Quito hace más de 30 años, donde decidió empezar de cero.
    Creó un negocio enfocado en rescatar la cultura y tradición de portar indumentaria indígena; así surgió Kinku.

    Este emprendimiento se inició hace dos años de la mano de Pilco y sus hijas, Ana y Kaya Janeta, para mantener la tradición familiar.

    Kinku es una palabra kichwa que significa zig-zag; esto simboliza el recorrido del sol y la luna; también lo relacionan con la mujer y la naturaleza.

    Kaya Janeta menciona que esa definición la utilizan para plasmar los diseños en cada prenda.
    Cuando iniciaron con el negocio, invirtieron cerca de USD 50 000; este monto se utilizó para comprar la maquinaria, tela para confeccionar las blusas, además de un local para venderlas.

    La elaboración de estas prendas tiene dos líneas de bordado; las realizan a mano y en máquina.

    Para el proceso manual, primero se hace un boceto para el diseño de la prenda, después realizan el bordado artesanal.

    En cambio, para el bordado en máquina, se hace un diseño computarizado para que la máquina procese el bordado en la tela, luego se decora con más accesorios.

    En el emprendimiento cuentan con el apoyo de cuatro personas de planta, quienes trabajan junto a Pilco y sus hijas en el taller de confección, en el sur de Quito.

    Además, en este proceso incluyen a amas de casa; ellas bordan algunos diseños en las prendas.

    Kaya Janeta afirma que generan trabajo comunitario: “Nosotras les entregamos, por ejemplo, el corte de la tela y ellas bordan a mano, así ayudamos y generan ingresos”.

    Al inicio, el emprendimiento estaba direccionado a mujeres y hombres kichwas Puruhás.
    Sin embargo, las prendas que ofertan en Kinku permitieron que la clientela se amplíe.

    Wilma Pilataxi, cliente de Kinku, recomienda estas prendas. “Vale la pena adquirirlas por la buena calidad y sus bordados. A su vez, innovan en los diseños, ahora son más modernos y se pueden combinar con más accesorios.”, manifiesta Pilataxi.

    Este negocio familiar recibe pedidos de ciudades como Guayaquil y Guaranda; también de Colombia, Perú, Bolivia y España a través de redes sociales.

    El plan de este negocio para este año es abrir una primera sucursal en Guayaquil, debido a la alta demanda que tienen las prendas en esa ciudad.

    Otros detalles

    Los diseños tienen gran acogida y son distribuidos a nivel nacional a través de redes sociales.

    La prenda más vendida es la blusa clásica. Los precios de esta varían debido a la fabricación. Van de USD 35 a USD 400.

    Kinku diseña prendas bajo pedido para ocasiones especiales como corsés de alta costura.
    Su local se encuentra en el centro de Quito, en la calle Cuenca, entre Olmedo y Mejía.

    Manuela Pilco y Kaya Janeta son propietarias del emprendimiento Kinku, ubicado en el centro de Quito. Foto: LÍDERES
    Manuela Pilco y Kaya Janeta son propietarias del emprendimiento Kinku, ubicado en el centro de Quito. Foto: LÍDERES