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  • Un negocio que crece a orillas del mar

    Marcel Bonilla

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    Los turistas que gustan de los deportes extremos o de aventura, y de escuchar buena música en la playa, se concentran en Vida Pura. Se trata de un sitio ubicado en el balneario de Las Palmas, en la ciudad de Esmeraldas, en la provincia del mismo nombre.

    Esta iniciativa turística surgió haces tres años de la mano de Rubén Aveiga, un migrante que, tras vivir 10 años en el país vasco (España), regresó para hacer realidad su sueño: montar su sitio en la playa donde se practiquen deportes de aventura y que al mismo tiempo sea un sitio referente para los turistas en la playa.

    Durante su estancia en España, Aveiga aprendió a surfear los fines de semana en una escuela de deportes en la playa. Mientras trabajaba, logró reunir un pequeño capital de USD 4 000, el cual invirtió en la compra de tablas de surf que utiliza en sus clases en el balneario de Las Palmas.

    Su propuesta de crear un sitio diferente en la playa para un público específico, ganó el primer lugar en un concurso de iniciativas convocada por la Prefectura de Esmeraldas, en el 2014. Esto se dio de entre 400 propuestas relacionadas con el turismo.

    El premio recibido fue la elaboración del plan de negocio para este proyecto. Este soporte les permitió definir la inversión que se realizaría y el tipo de público al que deseaba llegar con su propuesta turística.

    Después de tres años de estar en su negocio, que empezó con una escuela de surf en la playa, ahora cuenta con kayak, rápel, parapente y finamente el kite-surf (surf con cometas) que es una de las atracciones los fines de semana, durante la temporada de verano.

    El salto mayor se dio con la construcción del malecón de Las Palmas, inaugurado en marzo del 2016. Con apoyo de la EP Flota Petrolera Ecuatoriana (Flopec), que entregó al proyecto Vida Pura, un área bajo contrato con comisión para desarrollar su iniciativa turística, el negocio creció.

    Debido a la acogida que han tenido, ahora alquilan uno de los locales que están en la playa donde enseña a surfear, kayak y el parapente. Las personas interesadas en estos servicios, en la mayoría de casos, son extranjeros.

    La inversión que empezó con USD 4 000 ahora alcanza los 24 000, y permite a que seis jóvenes, amantes de los deportes de aventura, puedan emplearse enseñando lo que les gusta.
    “Todo lo que vamos ganando lo invertimos para fortalecer la iniciativa turística de este tipo”, señala Aveiga, quien planea montar hasta finales de este año, una sucursal de Vida Pura en el balneario de Atacames. Esta decisión se la toma por los resultados obtenidos y, también, pensando en el perfil de los visitantes que llegan hasta esa playa esmeraldeña.

    Una de las cosas que le agrada a Cristian Guerrero, es que en Vida Pura, se capacita a las personas para que aprendan a escalar en la torre que está en la playa. Además, se dan cursos de surf, surf con cometa, hula dance y hula finnish.

    Los visitantes, por USD 5 la hora, pueden usar una tabla de surf, y si desea un instructor paga 10. Además, por ese mismo, precio se puede navegar en kayak y viajar en parapente por USD 30.

    En esta zona no solamente hay un lugar para deportes de aventura, sino que se ha logrado fusionar con una zona de relax, en donde los turistas pueden sentarse en las 20 sillas de madera y disfrutar de una pipa helada.

    La demanda de clientes que acuden por deportes o por disfrutar del mar crece, por eso se hacen ampliaciones para ubicar más sillas en un área abierta con una estructura de madera que está cubierta con cintas de tela, que hacen las veces de techo.

    Melisa Mel, una de las colaboradoras en Vida Pura
    , dice que está propuesta se ha convertido en una alternativa para los turistas que visitan el balneario de Esmeraldas para disfrutar de los 5 km de playa.

    Stuart Camacho y Rolf Zerna  son instructores de surf en el emprendimiento Pura Vida, en la playa de este balneario esmeraldeño. Foto: Marcel Bonilla/ LÍDERES
    Stuart Camacho y Rolf Zerna son instructores de surf en el emprendimiento Pura Vida, en la playa de este balneario esmeraldeño. Foto: Marcel Bonilla/ LÍDERES
  • Este negocio trabaja para darle un toque divertido al té

    Redacción Quito

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    En el norte de Quito, un pequeño local sirve té para paladares aventureros. Se llama Bubble Punch y cuenta con más de 100 combinaciones de bebidas. El negocio se adapta a los gustos del consumidor, por eso incluye opciones veganas.

    A las bebidas a base de té se puede agregar ‘toppings’ o aderezos, que le dan un toque creativo y permite personalizar el refresco. Como aderezos se puede elegir entre bases líquidas y cremosas. El cliente puede seleccionar entre siete sabores para la bebida y entre 13 ‘toppings’ diferentes.

    El negocio está en manos de cinco socios ambateños que viven en Quito: María Eulalia Castellanos, Nelson Escalante, Jorge Cerón, Diego Guerrero y Diego Cerón. Cada uno aporta a un área distinta del negocio.

    Jorge Cerón explica el proceso de la producción de las bebidas que se cumple en el local -ubicado en el norte de la ciudad- para garantizar su frescura. En la elaboración se utilizan elementos importados como hojas de té de Asia, por ejemplo. “La tapioca se la produce aquí todos los días”, agrega, mientras revisa la materia prima con la que se prepara el té de Bubble Punch.

    Castellanos comenta que la idea nació cuando uno de los socios pudo conocer al producto y tener esa experiencia. Fue en base a esta experiencia que se construyó la idea. Los cinco socios tuvieron varias reuniones en marzo del 2016 en las cuales discutieron cuál sería su objetivo y el público al que querían alcanzar. Se realizaron estudios de mercado y desarrollaron el plan de negocios que se aplica hoy.

    El proyecto requirió mucha planificación y cerca de 11 meses después de que se generó la idea, salió el primer té Bubble Punch al mercado quiteño. Una vez que los socios definieron el concepto, invirtieron aproximadamente USD 40 000 y abrieron su local en mayo pasado.

    “Encontrar el local adecuado, sobre todo para el mercado al que queremos dirigirnos” fue la mayor dificultad en el proyecto para el grupo, dice Castellanos.

    Tras estudiar el mercado y las opciones disponibles, dieron con su local actual ubicado en la avenida República del Salvador.
    Por lo general, entre semana el local es visitado por clientes que empleados privados y públicos que trabajan en la zona. Los fines de semana, en cambio, llegan familias.

    Actualmente, las ventas de Bubble Punch se acercan a los USD 12 000 por mes.
    La marca apunta hacia un público joven que puede conectar más con el producto. La expansión está entre sus planes y la meta es inaugurar dos negocios más dentro del país y “generar franquicias de la marca”, según Castellanos.

    María Paula Villacrés es una cliente frecuente de esta iniciativa quiteña. Ella cuenta que está contenta con la experiencia que le brinda el producto. Esta joven destaca que se trata de una bebida innovadora que está ganando popularidad.

    En cuanto al producto, Villacrés comenta que siempre que va queda satisfecha con la variedad de sabores. También cuenta que las bebidas son ricas y están muy bien elaboradas, aparte de que los envases son muy herméticos y fáciles de manipular, lo que resulta ser otro valor agregado para los consumidores.

    Nelson Escalante, Jorge Cerón y María Eulalia Castellanos son parte del equipo de Bubble Punch. Foto: Eduardo Terán / LÍDERES
    Nelson Escalante, Jorge Cerón y María Eulalia Castellanos son parte del equipo de Bubble Punch. Foto: Eduardo Terán / LÍDERES
  • El sabor de Alemania se halla en un negocio en Tumbaco

    Redacción Quito

    En una pequeña calle en Tumbaco, los quiteños pueden encontrar un negocio que tiene esencia alemana. Se trata de Biergarten Páramo, un restaurante que oferta platillos típicos alemanes, como el Schweinshaxe (codillo), la carne Sauerbraten y el postre Apfelstrudel, acompañados de la tradicional cerveza, que es elaborada en el mismo local.

    El grupo detrás de este negocio está compuesto por cinco socios: Santiago Novillo, Paúl Salas, Ulrich Hahl, Stefan Nestler y Andrés Salas. Nestler, nacido en Múnich, se dedica a producir y vender violines y tiene negocios en Alemania, mientras que Salas es ecuatoriano y tiene experiencia en varias empresas y emprendimiento.

    En Biergarten Páramo, uno de los plus es la elaboración de cerveza. Para esto se utilizan ingredientes importados desde Alemania, explican Nestler y Salas.

    La producción de la bebida se realiza de acuerdo con el ‘reinheitsgebot’, esto es una serie de regulaciones sobre cómo producir cerveza para garantizar una experiencia similar a la que se recibe en el país europeo.

    Otro de los valores extras del negocio es la sensación que procuran para los clientes. El negocio recrea un ambiente como el de un Biergarten alemán, que es típico en el estado de Bavaria.

    El proyecto es el esfuerzo conjunto de todos los socios y cada uno aporta algo esencial, ya sea en temas de negocios o de sabores, concuerdan Salas y Nestler.

    La idea arrancó con un local mucho más pequeño en abril del 2014. La acogida creció y el proyecto se volvió más grande. Por eso los socios invirtieron unos USD 100 000 para rentar -en septiembre del 2015- el local en el que actualmente está el Biergarten.

    La realización de este proyecto tomó cerca de dos años y mucha dedicación. Entre los desafíos estuvieron el hecho de ser una compañía pequeña, buscar proveedores, entre otros.
    Actualmente, el Biergarten tiene 11 empleados fijos y factura en promedio USD 35 000 cada mes.

    El negocio atrae a familias que buscan compartir almuerzos juntos los fines de semana, pero también se enfoca en los amantes de la cerveza o cualquier persona que le interese la gastronomía alemana. Los domingos el restaurante recibe a cerca de 200 clientes.

    El Biergarten Páramo busca expandirse y, sobre todo, internacionalizarse. Los creadores comentan que el siguiente paso es abrir el Páramo Bar en Berlín. La apertura tomará lugar dentro de las próximas semanas.

    José Zurita es el dueño de República de la Cerveza en Guayaquil, y vende la cerveza Páramo en su local. Él comenta que sus primeros contactos fueron los dueños de Páramo, y que desde entonces han establecido una sólida relación comercial.

    Hoy en día, la cerveza de Páramo es uno de los productos más vendidos en República de la Cerveza, según Zurita.

    Andrés Salas y Stefan Nestler son dos de los cinco socios de Biergarten Páramo, ubicado en el valle de Tumbaco, al oriente de Quito. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Andrés Salas y Stefan Nestler son dos de los cinco socios de Biergarten Páramo, ubicado en el valle de Tumbaco, al oriente de Quito. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • Los prefabricados de hormigón son su negocio

    José Luis Rosales

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    Cuando le sugirieron que incursionara en la fabricación de productos prefabricados de hormigón y materiales alternativos de construcción no tenía experiencia. A pesar de ello, el carchense Pablo Arellano asumió el reto y fundó la empresa: Industria de Prefabricados de Concreto Indupcon, en Ibarra (Imbabura).

    Eso ocurrió hace cinco años. Como una primera meta, la firma apostó por ganar mercado en el norte del país con vibroprensados de adoquines, bloques, bordillos, cunetas y jaboncillos.
    Por esos tiempos, Arellano trabajaba en la cantera que su abuelo, Neiro Ramírez, tiene concesionada en la parroquia de Ambuquí.

    Ahí, su tío, Marlon, que labora junto al patriarca, le motivó para que empezara con la producción de los bloques labrados, que se emplean para adecentar calles, estacionamientos, jardines… La idea era aprovechar el polvo de piedra y chispa triturada que se produce en el yacimiento pétreo.

    Indupcon empezó la producción con ocho quintales de cemento al día y con la ayuda de una máquina artesanal. Luego, tras implementar un segundo aparato, alcanzó los 120 quintales. Con eso se generaban unos 8 000 adoquines diarios. En cada máquina operaban cinco personas.

    La cantera también fue el gancho para la comercialización de los prefabricados. Fue la mejor vitrina para lograr clientes en Imbabura y Carchi. Patricio Vaca, gerente de la empresa Imbavial, resalta la responsabilidad y la calidad del producto.

    Arellano, de 34 años, siempre apuesta por la innovación. En el 2015 empezó a buscar en Internet maquinaria que le permitiese sistematizar su fábrica.

    Incluso, en São Paulo, Brasil, asistió a una feria de una empresa que se dedica a la fabricación de máquinas de hacer bloques y concreto. Una primera opción fue una marca de origen China, pero asegura que no reunía las características técnicas que requería.

    Sin embargo, en ese mismo país tuvo la posibilidad de maniobrar una maquinaria de la marca española Poyatos, que luego adquirió.

    De regreso al país, buscaba concretar el negocio pero no contaba con dinero. Por ello, su abuelo, su madre y su tío le dieron un aval, con varios inmuebles, para que accediera a un crédito de la Corporación Financiera Nacional, por USD 419 000. La inversión total bordea USD 1 millón, señala.

    Sin embargo, no todo fue fácil. La maquinaria permaneció 11 meses en la aduana, en Guayaquil, sin poder nacionalizarla, porque se debía pagar USD 80 000 de salvaguardias, que no estaban presupuestadas. Este trámite finalizó recién en diciembre pasado.

    Luego, durante 15 días, técnicos de Guatemala, en donde la firma española tiene una representación, instalaron la infraestructura. Además, capacitaron al personal. Previamente, se edificó una especie de galpón de 800 m².

    El aparato permitió sistematizar el proceso de fabricación. Tiene una capacidad instalada para producir 1 990 adoquines por hora y unos 1 100 bloques. Actualmente, produce 1 500 adoquines.

    Una las ventajas de la máquina es que permite obtener un mejor acabado, porque no faculta la manipulación manual de los materiales. En esto influye la vibroprensadora con la que está equipada.

    A este aparato también le adaptaron una dosificadora, que fue ensamblada en el país. Esta especie de recipiente gigante permite la mezcla de cemento, arena y agua. El proceso de producción ahora está a cargo de cinco personas.

    El próximo paso es la fabricación del bloque ‘lego’ destinado a la construcción de viviendas. También de bloque de colores.

    Hugo Revelo, responsable de Producción:  ‘Me capacité  en la innovación del producto’

    Con la nueva planta estamos operando hace dos meses. Antes de que entre en funcionamiento me capacité en el manejo de esta maquinaria. Considero que es un cambio importante, pues antes todo el proceso era manual pero ahora puedo controlar la producción desde un panel. La innovación no solo nos permite optimizar materia prima y producir más en menor tiempo, sino también nos posibilita obtener un producto de más calidad y mejor diseño y textura.

    La automatización de la fábrica hace que el proceso sea más sencillo. Todo empieza en la dosificadora, en donde se depositan arena, cemento y agua y luego, con una mezcladora, se obtiene el misceláneo.

    El concreto es colocado en una banda transportadora hasta ser depositado en la tolva y luego el material, automáticamente, es depositado en moldes para el vibroprensado. Una vez que tenemos los prefabricados los ponemos en el cuarto de secado con un sistema denominado niebla para aumentar su resistencia.

    La planta de producción de esta empresa ibarreña utiliza tecnología española. Una de las máquinas produce en la actualidad hasta 1 500 adoquines por hora. Foto: Francisco Espinosa para LÍDERES
    La planta de producción de esta empresa ibarreña utiliza tecnología española. Una de las máquinas produce en la actualidad hasta 1 500 adoquines por hora. Foto: Francisco Espinosa para LÍDERES
  • René Chardon 50 años en el negocio de la belleza

    Redacción Quito

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    El orden y la limpieza marcan la jornada de trabajo en la planta de producción de René Chardon. En sus laboratorios, líneas de producción, pasillos y áreas administrativas los empleados de esta empresa -que elabora productos de cuidado capilar y cosméticos– cumplen una serie de normas de calidad que son cruciales.

    El uso de cofias, mandiles, guantes y cubrezapatos es común. También se observa personal que utiliza mascarillas y gafas, según sus funciones. El uso de estas prendas se complementa con la rigurosidad en el manejo de la materia prima y los insumos con los que se elaboran champús, tintes, acondicionadores para el cabello, así como labiales, sombras y otros artículos de belleza. Además, las paredes y los pasillos llevan una pintura especial adecuada para las tareas de la compañía.

    La historia de esta empresa se remonta a mediados del siglo XX, en Bogotá. En la capital colombiana, el francés René Chardon arrancó en esos años con la producción de productos de belleza. Para 1967 la firma se expandió a Quito, con la dirección de Chardon y Mariela Guzmán, una colombiana experta en la materia.

    En ese año se montó la primera planta de producción de la firma en Quito; estaba ubicada en el centro-norte de la ciudad, según explica Christian Donoso, hijo de Guzmán y actual gerente.

    En 1976 la planta se mudó al sur de Quito, en el sector de Chillogallo. “En esos años era una novedad producir cosméticos y productos capilares. Era complicado, pero la gente tenía mucho empuje”, cuenta Donoso mientras enseña la maquinaria y explica con detalle los procesos de producción.

    La empresa nació con una oferta clara: productos capilares para peluqueros y salones de belleza. El mercado respondió favorablemente y la compañía crecía con buen ritmo. A mediados de la década de 1980 la empresa apuntó también al sector de consumo masivo y un punto de quiebre se dio en 1999, con el lanzamiento de tintes de cabello.

    “En medio de una situación económica complicada que vivía el Ecuador se potenció tanto al mercado profesional como al segmento de consumo masivo. Esto permitió que la compañía empezara a crecer a doble dígito”.

    Poco antes se establecieron contactos con clientes con los que la relación comercial se fortaleció con los años. Uno de ellos es Almacenes Montero. Su titular, Iván Montero, recuerda que trabajó con Mariela Guzmán, cuando la empresa empezaba a innovar en productos para el cabello. “René Chardon siempre se ha caracterizado por la buena calidad, el buen desarrollo y desempeño de sus productos. Es de lo mejor que se produce en el país”.

    Montero añade que la calidad de los productos permite una relación en la que ganan el cliente, el proveedor y el distribuidor. “Les compramos cada año cerca de USD 500 000 y siempre han sido muy serios en los negocios”. Montero añade que los productos de la marca ecuatoriana se venden en sus locales de Quito, Ambato, Riobamba, Manta y Guayaquil.

    Los procesos mantienen la rigurosidad, por eso la empresa cuenta con una certificación de buenas prácticas de laboratorios. La planta tiene un sistema de tratamiento de agua y los análisis físicos, químicos y microbiológicos son una constante.

    El despacho de productos se cumple con un operador logístico que se encarga de retirar la producción, desde el centro de acopio en Carapungo, y distribuirla entre los cerca de los 5 500 clientes que tiene la empresa a escala nacional. Allí se cuentan profesionales de belleza así como cadenas de retail.

    Para la elaboración de los productos la empresa se apoya en materia prima como éter, sulfato, fragancias, entre otras que se importa desde Estados Unidos, Francia y Alemania. Solo el alcohol se compra en el país.

    En cuanto a los insumos (tapas, envases, frascos…) René Chardon cuenta con proveedores locales. Uno de ellos es Seinpack, a la que le compran algo más de 300 000 envases mensuales para champú, tratamientos, fijadores, permanentes, cremas, rinses, peróxidos, gel, etc…. “También, le proveemos de tapas y damos el servicio de serigrafía a los envases”, explica Ximena Donoso, representante de Seinpack.

    Para Donoso, René Chardon es una empresa muy seria, comprometida con el cliente y con la calidad de sus productos.

    El gerente Christian Donoso 

    La estrategia es tener un acercamiento constante con peluqueros y profesionales de la belleza. Ellos nos ven como proveedores y capacitadores. Tenemos técnicos que siempre están capacitando en tendencias de cortes de cabello, color, alisado. Tenemos una alianza con una firma internacional que nos permite dictar cursos a nuestros clientes. Es una capacitación muy valorada, que tiene su costo, pero que nos permite fidelizar a los profesionales de la belleza.

    Los empleados revisan los productos que están por ser despachados. La planta de la empresa funciona en el sur de Quito, en el sector de Chillogallo. Fotos: Armando Prado / LÍDERES
    Los empleados revisan los productos que están por ser despachados. La planta de la empresa funciona en el sur de Quito, en el sector de Chillogallo. Fotos: Armando Prado / LÍDERES
  • Con la producción local fortaleció su negocio de muebles

    Redacción Quito

    La restricción de importaciones fue el principal motivo para que Home Products, importador de Muebles Ashley, apuntalara su planta de producción hace cuatro años.

    Antes de las medidas gubernamentales, las ventas de productos importados de la empresa correspondían al 95% del total de su negocio, debido a que se dedicaba a comercializar productos de la marca Ashley, que importaba desde EE.UU.

    No obstante, el negocio de importar se volvió poco rentable y debió incorporar más productos nacionales en su oferta.

    Para conseguirlo, potenció su planta ubicada en el sector del Comité del Pueblo (norte de Quito). Hace 15 años -cuando nació el negocio- Home Products implementó un taller para la reparación de muebles, como un servicio adicional para su clientela.

    Además, en la planta también se producían cuadros decorativos con distintos diseños. Para montar el taller, se invirtieron unos USD 50 000, asegura Santiago Aguirre, director general y propietario de Home Products.

    Para potenciar su cadena de producción y comenzar la fabricación de muebles, el propietario comenta que se invirtieron aproximadamente USD 400 000. En principio, se produjeron consolas, vitrinas, armarios, mesas, entre otros ítems.

    Así nació la marca Lutecia Fine Art, la línea de muebles clásicos hecha en el país por Home Products. La recesión económica de los dos últimos años -comenta Aguirre- también obligó al negocio a plantear una nueva estrategia para su empresa.

    El año pasado nació una nueva línea de muebles económica, que también se fabrica en su planta de producción. Modern Line se especializa en productos minimalistas a un precio muy competitivo, pero sin descuidar los acabados.

    La materia prima que más usa la firma para fabricar sus muebles es el laurel negro, que proviene del Oriente ecuatoriano. Ahora, el negocio produce al mes 10 comedores, cinco dormitorios, 20 juegos de mesa (centrales y laterales), 20 sillones, cinco juegos de estudio y más.

    No obstante, todavía se mantiene la importación de artículos como sillas, mesas, sofás, etc. Actualmente, el 60% de las ventas de Home Products corresponde a producto local y el 40% restante a importado. La facturación mensual promedio llega a USD 350 000.

    El negocio también comercializa otros productos de decoración para el hogar. Uno de los artículos insignia son las chimeneas LED, que pueden ser colocadas en cualquier casa o departamento. Además de decorativas, estas chimeneas también producen calor que puede ser regulado.

    El año pasado, Luigi García, abogado, adquirió un sillón de la marca Ashley en Home Products. Él destaca la comodidad del producto y asegura que una motivación para llevárselo a casa fue que tenía un buen descuento. Además, García destaca de la tienda el servicio al cliente.

    Home Products nació hace 17 años como una empresa familiar y todavía mantiene ese modelo de negocio.

    Santiago Aguirre, director general y propietario de Home Products, junto a  un mueble de la línea Lutecia Fine Art, que posee un estilo con acabados clásicos. Foto: Armando Prado / LÍDERES
    Santiago Aguirre, director general y propietario de Home Products, junto a
    un mueble de la línea Lutecia Fine Art, que posee un estilo con acabados clásicos. Foto: Armando Prado / LÍDERES
  • La fauna ecuatoriana, un negocio de peluches

    Valeria Heredia

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    Al igual que la diversidad ecuatoriana, este emprendimiento oferta una variedad de animales de peluche. No cualquier animal sino aquellos que son propios del país.

    El cóndor, el cuy y el oso de anteojos forman parte de los muñecos que se comercializan en Muyu, que tiene su base de trabajo en el valle de Los Chillos.

    Su propietaria es Pamela Arias, una joven emprendedora que levantó este negocio con USD 3 500.

    Ese monto sirvió para adquirir la materia prima: felpa, lana, hilos y otros insumos y gastos que tiene un negocio, que cumplió un año el pasado febrero.

    Levantar este negocio implicó que Arias busque un socio para que le ayude en la confección de los peluches. Durante varios días, ella buscó alternativas de artesanos en la ciudad. Así encontró a un artesano que se dedica a la elaboración de muñecos de peluche.

    Arias, quien estudió Biología, apostó por este emprendimiento porque quería que las personas aprendan a “amar lo nuestro”. De hecho, el eslogan de este negocio es “conocer y querer para proteger” a las especies ecuatorianas.

    Este emprendimiento trabaja con colecciones, es decir, lanza cerca de 150 tipos de animales como ranas, serpientes, ballenas, tortugas, monos, tigrillos y el emblemático cóndor.
    Los precios de estos productos no son costosos. Por ejemplo, una rana arborícola cuesta USD 12. Y el costo de un cóndor o una ballena oscilan entre USD 12 y USD 15.

    El peluche no es un simple ‘souvenir’ o un juguete con el que los niños pueden divertirse; además, cuentan con información sobre la especie animal. Junto a cada peluche viene una etiqueta con información sobre la especie y los peligros que enfrentan a diario.

    Precisamente ese es el ‘plus’ de este emprendimiento, que puede encontrarse en tiendas como Ashanka o, también, se pueden hacer pedidos por medio de la página de Muyu en Facebook. Allí se detallan características y precios. Además, están en provincias como Imbabura y Chimborazo.

    Una de las experiencias más grandes es la acogida con los niños, porque ellos se divierten y aprenden más sobre las especies animales y lo importante que es cuidar a los animales.
    Tiempo atrás, Gabriela Bonilla adquirió peluches para su sobrino, quien aprendió a cuidar a animales como el cuy, el cóndor, la tortuga y otros. “Lo bueno es que aprendió a cuidar a los animales por medio de los peluches. Ahora es un protector de animales”.

    Para ella, la compra de este tipo de productos es positiva porque es una forma de educar a los niños sobre la fauna que existe en el país.

    En esto coincide Andrea Sanabria, quien es madre y una protectora de los animales. Para ella, este tipo de emprendimientos son interesantes porque representan la identidad del país.
    No son peluches mágicos ni poco realistas, explica la joven, por lo que tienen un impacto mayor en los niños y en los adultos.

    Pamela Arias levantó su emprendimiento de elaboración de peluches con una inversión de  USD 3 500. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Pamela Arias levantó su emprendimiento de elaboración de peluches con una inversión de USD 3 500. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Los globos gigantes son el centro de este negocio

    Redacción Quito

    Un globo gigante rodeado de otros pequeños, piñatas y desayunos son algunos de los productos que se comercializan en el emprendimiento Cool Balloons, que se levantó hace un año.

    La idea nació del deseo de ofertar a las personas un producto personalizado para fiestas de cumpleaños, bautizos, bodas, pedidos de mano, festejos institucionales y otros eventos sociales.

    Su propietaria es Estéfani Reyes, una joven que invirtió USD 1 500 para hacer realidad su sueño: tener un negocio propio. Ella reconoce que el monto es bajo, pero le sirvió para comprar los insumos: globos, papel de todos los colores, pegamento, serpentinas…

    Además, pudo adquirir la máquina para inflar los globos, guillotinas y pagar viajes para convencerse que debe hacer un producto creativo. “Mientras más buscaba, más me convencía”, asegura la emprendedora.

    Para lograr un producto de calidad, Reyes hizo varias pruebas con los globos. Algunos se le rompieron; otros no podían volar. Así que tuvo que “dañar” varias veces el producto para conseguir los globos actuales.

    Ahora ella personaliza de todo: globos para bautizos, para fiestas infantiles, donde coloca a personajes de películas, bichos, entre otros dibujos animados.

    Su creatividad es, sin duda, su ‘plus’, ya que decora los globos según el pedido de sus clientes.

    Pese a la dedicación de esta joven, que tiene su negocio en la calle Fernando Ayarza y Eloy Alfaro, en el norte de Quito, su primera experiencia no fue buena. El motivo: tuvo que caminar mucho para conseguir los insumos y entregar un trabajo de calidad.

    “Si no lo hacía me iba a arrepentir toda la vida”, dice la joven.

    Afortunadamente, sus clientes quedaron encantados con el trabajo de Reyes, quien también se dedica a la producción, fotografía, estilismo y comunicación.

    La decoración de este primer evento consistía en globos transparentes con picadillo en el interior, por lo que tuvo que inflarlos con cuidado para evitar que se rompan inmediatamente.
    Johana Tapia contrató los servicios de Cool Balloons para la fiesta de bautizo de su hijo. Ella quedó encantada con el trabajo de esta joven quiteña porque, a su criterio “es muy profesional”
    Tapia, además, asegura que es un producto novedoso que llama la atención de los niños y adultos.

    A esta clienta le gustó tanto el producto que se comercializa en este negocio que recomendó a sus familiares y amigos estos globos para próximas fiestas.
    Esa es la idea, afirma Reyes, quien se demora mínimo una hora en decorar los ‘balloons’.

    Estos obsequios tienen un costo competitivo y conveniente en el mercado, asegura la joven. Actualmente hay arreglos con globos de USD 25 y 30.

    Lo que más le gusta de su trabajo es que puede llevar un mensaje de amor o amistad a sus clientes. La mayoría de sus arreglos son para pedidos de mano o de parejas que quieren expresarse su amor.

    “Hemos recibido cartas de amor con mensajes hermosos para los novios y novias o en el globo un mensaje que dice: Te casas conmigo”, sostiene con una sonrisa.

    Este negocio empezó con cinco clientes el año anterior. “Era mi trabajo de fin de semana”.
    Sin embargo, el negocio creció solo y “se puso a la moda”. Eso fue positivo porque impulsó a que esta emprendedora se dedique a tiempo completo a esta actividad.

    Reyes es una joven que no le gusta parar. Siempre está activa y realiza sus tareas de forma rápida. Eso hizo posible que aumente los productos de su negocio.

    Ahora ofrece desayunos personalizados. Los huevos, el sánduche, el jugo, la fruta son parte del menú, que viene acompañado de unos globos, taza con diseños y el mensaje de amor o amistad.

    El costo de este producto es de USD 30. Si el envío es cercano al local no tiene un recargo adicional. Sin embargo, si el envío es a otro sector de la ciudad o fuera de ella tiene un recargo de USD 6 o 7.

    Carlos Soto es un joven que buscaba una idea original para sorprender a su novia. Encontró esta opción para celebrar el cumpleaños de su ser querido. “Es una idea original que le voy a regalar a mi pareja”.

    Estéfani Reyes levantó Cool Balloons con USD 1 500 de inversión. Su hermana ,Ana María, le ayuda en el local. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
    Estéfani Reyes levantó Cool Balloons con USD 1 500 de inversión. Su hermana ,Ana María, le ayuda en el local. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
  • El negocio es convertir al café en una experiencia

    Redacción Quito

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    Traviesa es el nombre que se le da a la primera cosecha de café del año -que ocurre entre abril y mayo- y fue la inspiración para que Felipe Cisneros creara toda una experiencia entorno a la bebida que resulta de este fruto.

    En el 2013 abrió sus puertas Traviesa, tostaduría de cafés especiales y también cafetería. Cisneros asegura que su negocio se enmarca en la tercera ola del café.

    Tal y como sucede con los movimientos culturales y artísticos, el mundo del café ha marcado sus propias fases o épocas, según sitios web especializados .

    La primera ola se refiere al café después de la Segunda Guerra Mundial en EE.UU., cuando nacieron tostadores con una oferta de consumo de café soluble y de café molido. Fue un momento en donde el consumo de café se consolidó y expandió con una venta enfocada al volumen y no a la calidad, con precios bajos.

    En la segunda ola, los involucrados en el mundo del café se enfocaron en la calidad, así como en sus orígenes y las técnicas de tostado del fruto. Starbucks es la representación de esta época, que nació en EE.UU. y se expandió por todo el mundo.

    Finalmente, la tercera ola está marcada por una generación que se emociona cada vez más con el café y su mundo, que cuida detalles de los orígenes del grano, del cultivo, cosecha, del tostado en lotes más pequeños, así como de los procesos de preparado.

    Justamente eso es lo que busca Traviesa y toda esa experiencia es fruto de 13 años de trabajo de Cisneros en este ámbito.

    Para empezar con su negocio invirtió USD 70 000 -de sus ahorros- que los destinó a la compra de una tostadora, molinos y una máquina de expreso.

    No obstante, el negocio no se consolidó, a decir de Cisneros, por varios factores como la ubicación del local o la falta de parqueaderos. Por esta razón, durante un año Traviesa se mantuvo solo con el negocio de la tostaduría de grano para entregar a restaurantes ‘gourmet’ y cafeterías de especialidad, en Quito y en Guayaquil.

    Luego de un año de análisis del mercado y sector, Traviesa volvió -a finales de mayo del año pasado- con su cafetería y tostaduría a otro local, ubicado entre las calles Humboldt y San Ignacio, en el norte de Quito. En total, la inversión acumulada del negocio actualmente es de USD 100 000.

    Ahora, Traviesa busca mostrar la cadena de valor del café a sus clientes. En un recinto plagado de aroma a café, los visitantes pueden apreciar el proceso de tostado y empacado de los granos del café.

    También pueden adquirir gramos o kilos del producto de diferentes variedades de frutos cultivados por 50 productores de especialidad (cultivos de calidad) del Carchi, Imbabura, Pichincha, Loja y Zamora. Además, se está incorporando producto de Azuay y Chimborazo.

    También los clientes pueden degustar en el mismo lugar de una gran variedad de café preparado bajo diversas modalidades. Además se sirven infusiones, cerveza, vino y platillos como salmón ahumado o roast beef.

    En la panadería, pastelería y cafetería Masamadre, de Guayaquil, usan el café de Traviesa desde el año pasado. Jaime Buendía, chef ejecutivo y propietario, cuenta que Traviesa le dio asesoría sobre el café más conveniente de acuerdo con su carta. “El café ha tenido buena aceptación”, dice Buendía.

    Jervis Café Delicatessen, de Quito, también utiliza café de Traviesa desde hace dos años. Juan Pablo Jervis, su propietario, asegura que Traviesa “es una de las pocos sitios en Quito que tiene una tostadora y sabe tostar café” y lo puede personalizar al gusto.

    Felipe Cisneros, propietario del negocio, prepara un café para sus clientes en el local de Traviesa, ubicado  entre las calles Humboldt y San Ignacio, en el norte de Quito. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Felipe Cisneros, propietario del negocio, prepara un café para sus clientes en el local de Traviesa, ubicado entre las calles Humboldt y San Ignacio, en el norte de Quito. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • Las flores dan vida a este negocio desde hace 50 años

    Adriana Bucheli

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    Rosas de todos los colores, crisantemos, astromelias, girasoles y por supuesto orquídeas, son algunas de las variedades de las flores que envuelven cada día la vida Carlos Muzo.

    Este ambiente lo atrapó desde su infancia, cuando visitaba a su padre en el trabajo, en una de las primeras florerías de la capital.

    Hoy, es el dueño de Florería La Orquídea de Quito, que está en el mercado hace 50 años.
    A la edad de 13 años, Muzo viajó a Guayaquil a ayudar a dos de sus hermanos mayores que trabajaban en una de las primeras florerías del Puerto Principal, que también se llama La Orquídea.

    Dos años después, al fallecer su padre, regresó definitivamente a Quito con la ilusión de montar su propio negocio. Cuando cumplió 19 años el emprendedor logró su objetivo y puso su florería, gracias a un préstamo de su madre.

    La inversión inicial para armar su florería fue de 2 000 sucres, con los que compró floreros, plantas, un teléfono y una mesa, para atender en un local de 2 x 2 metros.
    Para continuar invirtió 1 000 sucres más, pues al abrir en el mes de abril debía prepararse para su primer Día de la Madre. La venta de sus primeros 30 arreglos le permitió avanzar con el negocio.

    Desde el inicio trabajó junto con su esposa María Guamán, quien se encargaba de recibir pedidos, mientras él elaboraba los arreglos.

    Para brindar más comodidad a sus clientes se trasladaron a varios locales, hasta que lograron comprar la propiedad donde funciona la matriz del negocio, con la oferta de arreglos florales y complementos como chocolates, peluches, globos, etc., para toda ocasión.

    Uno de sus clientes es la empresa Jarrín Carrera. Alina Jaramillo, asistente de gerencia, comenta que acuden a los servicios de La Orquídea hace unos cinco años. “El servicio es excelente, son eficientes en todo”, afirma. La empresa ha adquirido los arreglos para adornar sus instalaciones, así como para celebrar los cumpleaños de sus trabajadores, incluso de los hombres, para quienes buscan los complementos.

    Muzo recuerda que hace medio siglo no era tan fácil conseguir flores en Ecuador, porque el sector floricultor aún no se desarrollaba a los niveles actuales.

    Por ello se trabajaba principalmente con flores de jardín que se cultivaban en Tumbaco, de las cuales solo se conseguían un par de docenas de flores. Explica que hasta tenía que viajar a Ipiales (Colombia) a traer las flores. “Se trabajaba con cartuchos, hortensias, magnolias, pocas rosas y pocos claveles, que actualmente hay en abundancia”, señala.

    Actualmente, La Orquídea recibe flores de Cayambe, Cuenca y Tabacundo y trabaja con alrededor de 12 500 rosas, unas 2 000 astromelias y por lo menos 500 orquídeas al mes, sin contar con las demás variedades.

    Muzo comenta que el negocio ya no es el mismo que antes, pues ha caído en los últimos 10 años.

    La situación económica del país, y por ejemplo, el hecho de que se ha dejado de festejar los “santos”, son factores de influencia. Antes se vendían arreglos florales por los días de las ‘Marías’, ‘Mercedes’, ‘Rosas’, etc., además de los tradicionales San Valentín y Día de la Madre, cuando las ventas se duplican.

    Por ello, La Orquídea busca dar un servicio que le distinga de la competencia. Uno de ellos es hacer recordatorio s de fechas “clave” a los clientes frecuentes. Además de las llamadas telefónicas a la matriz y a su sucursal ubicada al norte de Quito, utilizan su página de Facebook y el Whatsapp para promocionarse y recibir pedidos, que se procura entregar en máximo dos horas desde su recepción.

    Alejandro Simbaña, diseñador en La Orquídea

    “Yo ya trabajó aquí 10 años, pero para mí eso no es un trabajo, en realidad es una diversión porque me encanta hacer lo que hago. Soy el hombre más feliz del mundo cuando hago mis creaciones con las flores, porque desde niño me enamoré de ellas. Me siento como en familia porque mis jefes son buenas personas, que siempre están inculcándonos buenas normas. Nosotros tratamos de formar una familia. Mi sueño sería algún día tener una florería igual, pero por ahora soy feliz en mi puesto porque el ambiente laboral es espectacular. Además, gracias a este trabajo pude tener mi casa y cuidar bien a mi familia. Espero que podamos avanzar con la empresa sobre todo en la organización de eventos.

    Ya hemos hecho muchos, pero aspiraría a que La Orquídea también se especialice en eventos y no solo nos centremos en el servicio particular y a domicilio. Tenemos la experiencia y nos ha ido bien, por eso es que estoy convencido de se que sí podemos y lo haremos excelente.

    Carlos Muzo, propietario de La Orquídea, explica que inició el negocio en Quito con su esposa en un local de 2x2 metros, con una inversión de 2 000 sucres hace medio siglo. Foto: Patricio Terán  / Líderes
    Carlos Muzo, propietario de La Orquídea, explica que inició el negocio en Quito con su esposa en un local de 2×2 metros, con una inversión de 2 000 sucres hace medio siglo. Foto: Patricio Terán / Líderes