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  • Limpiar manchas y grafitis son dos de los servicios

    Patricia González

    (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

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    En la minga de limpieza que se llevó a cabo en Quito el pasado 20 de octubre, tras los días convulsos que vivió el país, participaron ciudadanos, empresas y emprendimientos, que deseaban aportar desde sus trincheras en el reordenamiento de la ciudad y el retorno a la paz.

    Uno de los emprendimientos que participó de la minga, fue Al Hidro, con la limpieza de graffitis en casas patrimoniales del Centro Histórico, mediante hidrolavado.

    Al Hidro arrancó hace unos tres años. Fue fundada por Andrés Larrea, administrador de empresas de profesión, quien anteriormente había emprendido en negocios de comida rápida, venta de equipos electrónicos y de servicios para empresas petroleras.

    En ese último negocio, que mantenía junto a un socio, comenzó a vender hidrolavadoras para las empresas públicas de aseo en los cantones de Quito y Rumiñahui. En 2016 decidió especializarse únicamente en esta rama y crear una empresa que ofreciera los servicios de lavado de pisos, paredes, techos, cisternas y estacionamientos. Los primeros meses le acompañó un socio. Actualmente, su esposa, Isabel Zurita, se ocupa del área comercial.

    La inversión inicial, principalmente para la adquisición de equipos, fue de USD 20 000. La microempresa cuenta con dos hidrolavadoras y diversos accesorios especiales para la limpieza, en la que se requiere de agua y productos químicos biodegradables.

    Spartan del Ecuador, empresa internacional que comercializa productos de limpieza es uno de sus proveedoras, específicamente de desincrustantes (removedor de residuos calcáreos, impurezas y óxidos) y detergentes industriales alcalinos (removedor de suciedades o grasas en superficies), señala Patricia Rodríguez, asesora comercial.

    Entre los clientes de la firma están empresas, centros comerciales, embajadas y particulares. Zurita explica que previo a la prestación del servicio se realiza una vista para hacer una prueba. Aclara que no dan garantía de que la mancha se elimine al 100%, puesto que cada caso es distinto.

    Uno de sus clientes residenciales fue Renato Vargas. El pasado año realizaron una limpieza en la casa de sus padres, ubicada en el Valle de Los Chillos. “Fue en los exteriores, en un camino de bloques y piedras a la entrada de la casa, que ya estaba avejentado y sucio. También limpiaron la cisterna de agua de la casa”, explica Vargas, quien considera que el resultado fue muy bueno. “Quedaron como nuevos. No he necesitado limpiar otra vez”, añade.

    Los costos del servicio dependen del tipo de mancha, tamaño y superficie, aclara Larrea. No obstante, si la ubicación de la mancha es vertical, el costo aumenta.

    Para el fundador de Al Hidro, hace falta más cultura sobre el hidrolavado en el país. “Las empresas desconocen de esto, lo ven muy industrializado”, comenta Larrea. La firma de limpieza factura al mes entre USD 700 y 1 000.

    LOS DATOS

    Al Hidro fue fundada por Andrés Larrea. Su esposa, Isabel Zurita, está a cargo del área comercial.

    Los servicios que ofrece son la limpieza de paredes, techos, pisos, estacionamientos y cisternas.

    La empresa requirió de una inversión inicial de USD 20 000, principalmente para la compra de equipos.

    En el país cuenta con cinco proveedores que importan o elaboran productos químicos.

    Andrés Larrea, fundador de Al Hidro, junto a una de las hidrolavadoras con la que prestan servicio de limpieza. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Andrés Larrea, fundador de Al Hidro, junto a una de las hidrolavadoras con la que prestan servicio de limpieza. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Una tienda exhibe la artesanía y el trabajo local

    Redacción Quito

    (F)
    Contenido intercultural

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    Con la intención de promover la ecoartesanía y el consumo saludable, Lorena Criollo y Samiy Capa fundaron Eco&Crafts en 2016, en Quito.

    Esta tienda tiene un enfoque ecológico. Sus productos provienen de pequeños artesanos ecuatorianos, que usan materiales reciclados, de origen natural o que se producen de manera orgánica.

    Criollo y su familia tienen otros emprendimientos con enfoque verde. Uno de estos es el centro cultural y gastronómico La Cuchara Orgánica, que se especializa en comida saludable basada en plantas y con recetas tradicionales ecuatorianas. Este centro oferta talleres, charlas, asesoría y eventos para “generar una conciencia de consumo responsable y alimentación sana en la gente”, comenta Criollo.

    Otras iniciativas son el taller Ecovive, que elabora joyería con papel de revistas; o la marca Sao, de infusiones de cacao con sabores a fruta tropical.

    A sus múltiples emprendimientos Criollo vinculó su tienda Eco&Crafts. Para esto se asoció con Capa, ya que tenían ideas con mucho en común. La tienda estaba ubicada originalmente en el barrio La Mariscal (centro-norte de Quito), pero se trasladaron recientemente a Pomasqui, norte de la capital.

    El cambio de ubicación trajo una reducción significativa en sus ingresos. “En La Mariscal llegamos a facturar entre 900 y 1 000 dólares; actualmente, por el cambio de sitio, facturamos en promedio 400 al mes, pero estamos creciendo, a medida que la gente del lugar nos conoce”, cuenta Criollo.

    La tienda tiene dos líneas de productos. Una de alimentos, complementaria a su restaurante. Ofertan infusiones de cacao, café orgánico, cerveza artesanal, kombucha (bebida de té fermentado), entre otros productos orgánicos.

    Un cliente es Eduardo Almeida. Él frecuenta el restaurante por su oferta de platos con ingredientes vegetales. “La atención del lugar es excelente. Suelo visitar el restaurante, pero también soy cliente de la tienda. Me gustan sus productos orgánicos, que me ayudan a mantener una mejor alimentación. Creo que este negocio ayuda a fomentar la cultura y el rescate de la tradición alimentaria autóctona”, señala este cliente.

    La segunda línea se enfoca en las artesanías. Algunos de sus proveedores son de Quito, y elaboran sus productos con materias naturales. También trabajan con artesanos locales, por ejemplo alpargateros y productores de chawarmishki.

    Capa comenta que con Eco&Crafts buscan promover la cultura desde los productores locales. “Las personas con las que trabajamos son de los pocos artesanos que conocen esos oficios, como elaborar las alpargatas o el chawarmishki, que son una tradición que se está perdiendo”.

    Otro cliente es Jorge García. Él también frecuenta el lugar por la comida. De la tienda suele comprar productos como la sal marina, vino de mora o la kombucha. “Conozco a los dueños del lugar desde que empezaron con el negocio. Iniciaron con poca artesanía y han ido creciendo. Gracias al esfuerzo que han hecho, ahora son un gran ejemplo de la alimentación sana. Es necesario que estas iniciativas se repliquen”.

    Detalles

    En 2016 se fundó la tienda Eco&Crafts. Sus creadores buscan apoyar a los productores y artesanos locales, a través del comercio justo.

    Su oferta 
    tiene dos líneas. Una de alimentación sana y orgánica, que complementa a su restaurante. La segunda línea son las ecoartesanías.

    Algunos de sus productos son el chawarmishki, alpargatas, muñecas, joyería con papel de revista o vasijas de cerámica hechas por mujeres kichwas de Napo.

    Lorena Criollo y Samiy Capa fundaron Eco&Crafts. En la tienda ofrecen ecoartesanías y productos orgánicos. Foto: LÍDERES
    Lorena Criollo y Samiy Capa fundaron Eco&Crafts. En la tienda ofrecen ecoartesanías y productos orgánicos. Foto: LÍDERES
  • La fruta natural diferencia sus helados

    Redacción Quito

    (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

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    En 2018, dos amigos fundaron la franquicia Helarte. Su especialidad son los helados con queso. Hoy la empresa cuenta con tres locales propios y seis bajo el modelo de franquicia.

    Paúl Pérez y Héctor Sandoval son los creadores de este emprendimiento. Empezaron vendiendo su producto a las heladerías, sin embargo se les ocurrió que venderlo directamente al consumidor era un mejor negocio, así que abrieron su primer local en Tumbaco, en septiembre del 2018. La respuesta de la gente fue tal que abrieron su segundo local el mismo año, en Quito.

    Su expansión trajo consigo una aumento significativo de las ventas, por lo que trasladaron la matriz a la ciudad. Progresivamente abrieron nuevos locales, propios y franquiciados.

    La oferta principal de Helarte se compone de helado de paila, con sabores frutales, acompañado de queso y crema. La presentación es un factor diferencial, pues se busca hacerla de manera artística, pero el principal valor agregado son las frutas naturales que dan sabor al helado.

    La empresa es propietaria de dos fincas, en La Unión y en Mompiche, en Esmeraldas, donde cultivan frutas de clima tropical. En Tumbaco producen las frutas de la sierra.

    Con esta fruta se abastece a la planta de producción, para la elaboración del helado. “Nuestros cultivos son de la más alta calidad, por ello, la fruta que producimos está calificada como producto de exportación ”, asegura Pérez.

    El negocio tiene nueve locales en Quito. Para crecer apuesta por el modelo de franquicias.
    El negocio tiene nueve locales en Quito. Para crecer apuesta por el modelo de franquicias.

    La planta se ubica en Tumbaco; allí también elaboran el queso. En esta planta se invirtió, hasta la fecha, cerca de 100 000 USD. La inversión inicial fue de 60 000 USD.

    Uno de sus clientes es Luis Miguel Páez. Él suele visitar Helarte con su familia. “La experiencia es muy buena, sus helados tienen un sabor diferente y la atención al cliente es excelente. Nos gustan, especialmente, los helados con sabor a maracuyá, chicle y chocolate”.

    Pérez comenta que la principal preocupación de la empresa es el cliente. Por ello, tienen un protocolo y unas reglas que deben cumplir sus empleados; incluso en los locales franquiciados. Para asegurarse de que esto se cumpla, visitan regularmente los establecimientos, en ocasiones de manera incógnita.

    Una de las empleadas de Helarte es Betania Guerra. Ella trabaja en la matriz, junto al parque La Carolina, desde hace ocho meses. “El clima laboral es excelente, esto se refleja en el servicio que le damos al cliente. La exigencia que tenemos es de asegurar la calidad en la atención, en el manejo del producto y la imagen del local”, asegura.

    Para abrir un local franquiciado, el costo es de 25 000 USD, como valor estándar, precio que varía según el área del local. “Entregamos con llave en mano, totalmente amoblado y funcional”. A esto se suma un cobro por concepto de regalías, que es del 5% de las ventas mensuales.

    La facturación de la marca Helarte asciende a USD 72 000 mensuales, entre locales propios y franquiciados. Sus planes son cubrir el territorio nacional. Han recibido solicitudes de franquicias en Santo Domingo, Riobamba o Guayaquil; Pérez señala que desde México también hay interés en abrir franquicias, pero por ahora están enfocados en el mercado local.

    Héctor Sandoval y Paúl Pérez son los fundadores de Helarte; su especialidad es el helado. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Héctor Sandoval y Paúl Pérez son los fundadores de Helarte; su especialidad es el helado. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • 45 años confeccionando calzado

    Mayra Pacheco

    (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Los zapatos que han estrenado al menos tres generaciones, al inicio de la temporada escolar, se fabrican en la Industria Nacional del Calzado S.A. (Inducalsa), en el sur de Quito. En estas instalaciones se da forma a cada par de calzado de la marca Bunky. Los procedimientos se hacen de manera manual y con maquinaria.

    Aunque se tratan de zapatos negros y deportivos blancos, en la confección de estos se considera las tendencias de moda, explica Christian Orbe, gerente General de Inducalsa.

    Para estar a la vanguardia cuentan con un departamento de Desarrollo e Innovación, que hace investigación de mercado y de tendencias. Esto se complementa con las visitas permanentes a ferias internacionales en Brasil e Italia, y con la capacitación constante del personal. Esto ha permitido incluir diseños versátiles para mujeres y hombres, realizar impresiones láser sobre el cuero y otras técnicas. En total, para la temporada actual se cuenta con 50 modelos.

    Aparte de la apariencia, para este calzado se usa cuero. Esto garantiza que el zapato dure todo el año escolar y brinde confort. “La piel que se usa permite la transpirabilidad”, dice el gerente de la compañía.

    En promedio, cada mes esta empresa adquiere 600 000 decímetros cuadrados de cuero, que equivale a una inversión de USD 150 000. Esta materia proviene de curtiembres de la provincia de Tungurahua.

    Otros de los detalles que se cuidan en el proceso de manufactura es la capellada. Esta incluye un refuerzo para proteger el pie de golpes o tropiezos. En la suela se emplea un procedimiento para garantizar que esta no se despegue, pese al uso extremo.

    Todos estos avances son el resultado de la experiencia. Inducalsa nació en Quito, en agosto de 1974. Fue la pionera en fabricar calzado escolar de manera industrial, cuenta Orbe.

    Inicialmente tenía 60 empleados y poco a poco fue creciendo. Ahora cuenta con un equipo conformado por 263 personas. Estas laboran en una planta que tiene más de 10 173 metros cuadrados. En este espacio, los operarios trabajan en tres áreas. Corte, costura y ensamblaje. En cada paso que se cumple, los operarios cuidan el mínimo detalle.

    Cada día se producen 2 200 pares negros y blancos, en un solo turno. Pero tienen una capacidad instalada para llegar alrededor de 3 000.

    Todos los procesos cumplen desde el 2002 con la certificación ISO-9001.

    Inducalsa también es parte de la red del Pacto Global. Están alineados con los principios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), relacionados con Fabricación y Consumo Responsable y con el de Educación.

    El calzado Bunky va dentro de unas cajas de material de cartón microcorrugado, que protege el producto. La empresa Conversa que entrega desde el 2004 estos empaques menciona que cada mes en promedio despachan para 3 000 unidades.

    La venta de estos zapatos se concentra en el mercado nacional. Inducalsa tiene seis tiendas propias en Quito y una Guayaquil. Además, este producto se entrega a tiendas de calzado tradicionales y cadenas. En total, son 800 clientes, que permiten contar con más de 2 000 puntos de venta en el país.

    Los precios de estos zapatos llegan hasta los USD 25 los negros y USD 35 los blancos, esto varía según la talla.

    En lo locales de D’Pisar, de la empresa Zapec, desde hace siete años se vende zapatos marca Bunky, en las tiendas de Guayaquil. Este producto es primordial, debido a la alta demanda de personas de estrato medio y bajo, menciona Darío Zambrano, encargado de Compras de Zapec.

    En la temporada escolar se comercializan alrededor de 30 000 pares de zapatos en la Costa. “El calzado Bunky tiene buena acogida, debido a su calidad y su precio económico”, expresa Zambrano.

    Por la acogida que tienen estos zapatos en todo el país, esta empresa facturó en el año anterior, USD 10,1 millones y en este 2019 tienen previsto aumentar sus ingresos.

    Para seguir creciendo, Orbe cuenta que tienen nuevos proyectos. En el mediano y corto plazo, Inducalsa tiene planificado hacer un lanzamiento con modelos vintage, zapatos deportivos con colores y diseños ejecutivos. Esto es parte de la estrategia de diversificar para que el ritmo de producción se mantenga en todo el año.

    La firma se encuentra realizando gestiones para exportar calzado escolar Bunky a Bolivia.

    Las cifras

    623 empleados tenía actualmente la empresa Inducalsa. Inicialmente, se empezó con 60 personas.

    2 200 pares de zapato se producen a diario en esta empresa de calzado escolar.

    50 modelos de zapatos entre negros y deportivos ofrece actualmente la marca Bunky.

    10 173 metros cuadrados de extensión tiene la planta de Inducalsa.

    150 000 dólares es la inversión que se realizó en maquinaria en el año anterior.

    El gerente

    Christian Orbe 

    En Inducalsa se promueve la formación del personal. No solo trabajamos a nivel de gerencias y mandos medios, sino también con la parte operativa. Tenemos planes de capacitación en manufactura para que los trabajadores adquieran las herramientas y metodologías para mejorar la productividad y eficiencia dentro de la empresa. Para lograr este objetivo se debe primero brindar los conocimientos, formarles.

    En el área de costura, las piezas de cuero que conforman el zapato son unidas con la ayuda de  máquinas especiales. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    En el área de costura, las piezas de cuero que conforman el zapato son unidas con la ayuda de máquinas especiales. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Los servicios de belleza a domicilio, en una aplicación

    Redacción Quito

    (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

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    A finales de 2017, Diego Espín y su hermana idearon Beautify. Una aplicación bajo demanda (on-demand) que conecta a clientes con profesionales del cuidado corporal.

    El desarrollo fue un gran reto para el equipo, compuesto de cuatro personas, por hacerse enteramente en Ecuador. “Desarrollar una aplicación de estas características no es fácil. Se deben tomar en cuenta muchos factores que influyen en la experiencia de uso”, señala Espín, quien asegura que se ha construido la ‘app’ para que sea escalable y soporte una gran base de usuarios, de unos pocos miles hasta varios millones.

    Previo al lanzamiento oficial, se probó un prototipo con ayuda de familiares y amigos. Se corrigieron errores en la interfaz y salió al mercado en marzo de 2019.

    En el proyecto se invirtieron USD 250 000, dinero destinado a pagar desarrolladores y contratar los servicios en la nube Google y Amazon. Espín, CEO de la empresa, comenta que la aplicación es de gran ayuda para la mujer actual, pues esta tiene mucho trabajo y carece de tiempo para dirigirse a un centro de belleza. Según el directivo, esta es la razón que explica su rápido crecimiento.

    Actualmente Beautify cuenta con 7 000 descargas en Android y IOS; además, se han registrado 4 000 profesionales, de las que 800 ya se encuentran trabajando.

    Para trabajar en la aplicación es necesario pasar por un proceso de selección, en el que se verifican títulos profesionales, certificados, antecedentes, referencias y se realizan pruebas de aptitud.

    Lidia Moncayo es una de la profesionales Beautify. Ella cuenta con una experiencia de 12 años brindando servicios de belleza. En la aplicación ofrece manicura, pedicura, maquillaje y peluquería. “Estoy encantada con la aplicación. Me ha permitido compartir más tiempo con mi familia. Además, mi horario es muy flexible, puedo acordar los servicios que quiero. Gano lo mismo que en un centro de belleza, pero con menos esfuerzo”, asegura.

    La aplicación cuenta con una interfaz limpia y fácil de usar. La pantalla inicial permite seleccionar la ciudad, Quito o Guayaquil; luego elegir entre los distintos servicios agrupados por categorías: cabello, uñas, masaje, depilación o maquillaje. Finalmente, el usuario debe seleccionar el método de pago.

    Gabriela Edgerton usa los servicios de Beautify desde el lanzamiento de la ‘app’. Contrata regularmente los servicios para manos, pies, cabello, cutis o masajes. “En mi casa toda la familia usa la ‘app’. Su ventaja es que permite ahorrarse mucho tiempo. Además, su uso es muy sencillo y los servicios se hacen en la comodidad del hogar”, asegura.

    En Beautify existen dos categorías que agrupan a sus profesionales, estándar y premium. Esto se determina según la calificación que recibe la prestadora al final de cada servicio.

    Por ahora la empresa ha crecido con poca inversión en publicidad, pero para octubre de 2019 está programado el lanzamiento de una gran campaña de promoción.

    La actualización más reciente que ha recibido la aplicación son los códigos promocionales. Estos se comparten entre usuarios y permiten obtener descuentos en los servicios a domicilio.

    La pequeña empresa trabaja actualmente en la Comunidad Beautify, una iniciativa para brindar beneficios de capacitación y formación profesional a sus colaboradoras, a través de convenios con otras empresas.

    Para este año, su proyección de ingresos es de USD 200 000. La siguiente ciudad en la que empezará a funcionar Beautify es en Cuenca, a comienzos de 2020.

    Diego Espín, fundador y CEO de Beautify, junto al equipo de desarrollo de esta ‘app’ ecuatoriana. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Diego Espín, fundador y CEO de Beautify, junto al equipo de desarrollo de esta ‘app’ ecuatoriana. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Este taller mecánico aprovecha Whatsapp para servir al cliente

    Redacción Quito

    (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Santiago Pérez es un ingeniero mecánico que, hace 11 años, tuvo la idea de crear Quito Car Custom. Un taller mecánico enfocado en la atención personalizada de los vehículos de sus clientes.

    El negocio ofrece servicios de mecánica automotriz, enderezamiento de partes de autos golpeados y pintura para los mismos.

    Su objetivo inicial, como empresa, era trabajar en alianza con compañías de seguros, pero con el paso del tiempo y la satisfacción de los clientes por el servicio recibido, Pérez decidió atender a personas sin seguro vehicular.

    Diana Pardo es una clienta satisfecha que ha utilizado los servicios de Quito Car Custom por tres años. Ella se contactó con Pérez, cuando su aseguradora la envió a la mecánica para atender los daños de su vehículo tras un choque.

    Pardo continuó haciendo uso de los servicios del taller para dar mantenimiento a su automotor. La mujer asegura que “cumplen lo que prometen y entregan el ve­hículo de forma inmediata, que es lo que más me importa”.

    Pérez quiso emprender en el 2006, cuando aún estaba en la universidad, en otro negocio junto a una concesionaria de autos. “No nos fue bien, pero tampoco fue para decaerse”, dijo Pérez.

    Luego trabajó en una agencia de seguros, haciendo inspecciones en las mecánicas afiliadas a la compañía. Allí tuvo la idea de crear Quito Car Custom.

    Finalmente, el proyecto se concretó en abril del 2008, con la ayuda de familiares y socios estratégicos que invirtieron USD 100 000.

    El ingeniero pagó progresivamente a los inversionistas el dinero prestado, hasta que compró en su totalidad el negocio.

    Al inicio, la empresa estaba conformada por cuatro personas, ahora son 15 empleados y han realizado 10 626 reparaciones vehiculares. En promedio atienden a 80 autos mensualmente.

    William Acosta, asesor de servicio comercial y jefe de taller, lleva en la empresa seis años. Él y tres personas más se dedican a explicar a los clientes los pasos de las compañías de seguros y los procesos de reparación en mecánica y pintura.

    La mecánica hace proformas para cada cliente. A ellos les comunican cuando la empresa de seguros hizo la inspección para cotizar los daños del auto.

    Paralelamente, el taller envía fotografías al Whatsapp o al correo personal de los usuarios para informarles los avances de reparaciones en sus vehículo. “Las personas van palpando cómo vamos en el proceso de reparación”, explica Acosta.

    Paola Archundia trabaja en un brocker de seguros. Ella envía a Quito Car Custom a sus clientes cuando sufren algún percance, desde hace seis años.

    “Los servicios son buenos, siempre nos mantienen informados y cuando tiene que hacer algún cambio. Lo hacen sin ningún problema”, comenta Archundia.

    El emprendimiento asesora a los clientes sobre la cobertura de su seguro vehicular. “Trabajamos para ser los ojos de la aseguradora en la mecánica”, dice Pérez.

    Adicionalmente, siempre que llega un automotor, sea por algún percance o por cuidado del ve­hículo, la mecánica inspecciona los autos para buscar algún problema que no es detectable “a simple vista”. La compañía cuenta con áreas especializadas para pintura, mecánica, enderezar partes.

    También tiene una sección para los autos que están listos que pueden ser entregados, un área de lavado y otra donde se colocan los automóviles que están esperando autorizaciones de las aseguradoras para ser atendidos. En la actualidad trabajan con personas que mantienen contrato con una aseguradora, particulares y una concesionaria.

    Parte del equipo de trabajo de Quito Car Custom en sus instalaciones, ubicadas en el norte de Quito. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Parte del equipo de trabajo de Quito Car Custom en sus instalaciones, ubicadas en el norte de Quito. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Una plataforma para el diseño independiente

    Patricia González (I)  
    redacción@revistalideres.ec

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    Una alta oferta on line de emprendimientos locales, pero con escasa presencia en centros comerciales, por los altos costos, motivaron a tres amigas a crear un espacio dedicado al diseño independiente.

    Cristina Peña, Maribi Montalvo y Carolina Cabrera unieron sus saberes en publicidad, turismo y arquitectura de interiores para desarrollar The Designer Society. El concepto se inspiró en una tendencia de la moda alternativa conocida como tiendas ‘pop up’, espacios comerciales que rotan entre distintos lugares; pero dadas algunas limitantes del mercado, adaptaron la idea para que en este caso sean los emprendedores quienes roten en la tienda cada cierto tiempo.

    Luego de un año de trabajo previo y tras una inversión inicial de USD 30 000, The Designer Society abrió sus puertas en febrero del 2017, en La Tejedora, un espacio que reúne emprendimientos y otro tipo de negocios, en el valle de Cumbayá, en Quito.

    El establecimiento reúne al momento cerca de 50 emprendimientos de distintas categorías: ropa, carteras, calzado, trajes de baño, joyas, sombreros, accesorios, entre otros. Al año realizan dos temporadas y en cada una se renueva al menos el 30% de los emprendimientos que participan de esta tienda de diseño.

    Para exhibir sus productos, los emprendedores deben cumplir una serie de requisitos: tener una marca registrada, cierto nivel de producción, contar con etiquetas, participación activa en redes sociales, etc. Además, deben pagar una cuota mensual de entre USD 150 y 250 mensual, dependiendo de los beneficios y la cantidad de prendas en exhibición y las que destinen a la bodega.

    Este espacio también fomenta un consumo responsable y sustentable. las emprendedoras cuentan con productos elaborados con materiales reciclables y veganos. Además, algunas de las marcas trabajan directamente con artesanos.

    Armadillo Stores comercializa sus ponchos y capas en este espacio, desde hace año y medio. “Es un punto de venta importante para mí. Atrae a una variedad de clientes que aprecian la moda y los productos artesanales”, comenta Daniela Quiñones, fundadora de la marca, que trabaja con cerca de 150 artesanos de los andes ecuatorianos.

    “Todos crecemos juntos”, subraya Peña, sobre el objetivo de esta plataforma, por la que ya han pasado entre 250 y 300 emprendimientos. El local también realiza eventos por temporada y ofrece su espacio para actividades propias de las marcas.

    Conya Design ofrece sus aretes en The Designer Society desde hace cerca de un año. Emilia Contreras, diseñadora de la marca, cataloga este espacio como su “hogar”, un lugar que le ha abierto las puertas hacia clientes y personas clave para el desarrollo de su emprendimiento.

    Isabel Avilés es una de las clientes frecuentes de The Designer Society, quien además hace 17 años desarrolló una idea similar en Quito. “Apoyo 100% el talento nacional. Les he comprado zapatos, chaquetas, blusas, vestidos, accesorios. El trato es personalizado y te cuentan la historia de cada diseñador”, comenta sobre su experiencia en la tienda.

    El espacio, que factura en promedio USD 23 000 cada mes, también está abierto a marcas extranjeras o nacionales que importan, pero que trabajen exclusivamente con productos de diseñadores independientes. Los planes futuros de estas emprendedoras incluyen expandirse con sucursales en Quito y Guayaquil y seguir impulsando el diseño.

    Datos

    The Designer Society reúne a 50 emprendimientos, algunos rotan por temporada. Desde su inauguración se han exhibido en este espacio entre 250 y 300 emprendimientos.

    Para su apertura, en febrero del 2017, se requirió de una inversión inicial de USD 30 000.
    Los emprendedores deben pagar una tarifa mensual de entre USD 150 y 250 para exhibir sus productos en el local.

    La tienda, localizada en el valle de Cumbayá, factura al mes alrededor de USD 23 000.

    Carolina Cabrera, Cristina Peña y Maribi Montalvo son las fundadoras de la tienda The Designer Society. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Carolina Cabrera, Cristina Peña y Maribi Montalvo son las fundadoras de la tienda The Designer Society. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • La tradición del sombrero perdura en Quito

    Redacción Quito  (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Humacatama significa cabeza cubierta. Luis López fundó esta sombrerería con el objetivo de rescatar una antigua tradición familiar que viene desde sus padres y abuelos.

    López, de 63 años, es analista de sistemas. Aunque aprendió desde los 10 años el oficio de elaborar sombreros, se mantuvo alejado de dicha actividad hasta el 2007, cuando fundó su negocio.

    La razón para dedicarse a la actividad artesanal fue su interés y habilidad para trabajar diferentes materias con sus manos. “Dejé mi profesión porque me di cuenta que no era lo mío. Siempre he tenido un lado artístico, una gran habilidad con las manos” comenta.

    El negocio se ubica en el centro histórico de Quito. Nació como parte de un proyecto de restauración de la calle La Ronda, impulsado por el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP).

    Esta tradición viene de familia. El abuelo de López se dedicaba a ello en Ambato, en la década de los 20 y su padre también. “Este último, Luis Gerardo López se trasladó a Quito, junto a mi madre, alrededor de 1940. Vivieron en la Flores, cerca de la Plaza del Teatro, donde elaboraron sombreros hasta la década del 60. Desde entonces la gente dejó de utilizar estas prendas de vestir”.

    Los sombreros se elaboran artesanalmente y se inspiran en distintas épocas históricas de la ciudad. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
    Los sombreros se elaboran artesanalmente y se inspiran en distintas épocas históricas de la ciudad. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

    El negocio no solo elabora y vende sombreros. Su intención es brindar un servicio. “Nos caracterizamos por el trato al cliente y la calidad en la elaboración de nuestros productos, hechos de manera artesanal. Queremos no solo ofrecer un buen producto, sino también experiencias”.

    Humacatama funcionó en la tradicional Casa de Los Geranios hasta el 2018. Desde febrero de este año se encuentra en la casa 625, en el segundo piso.

    En el negocio se invirtieron USD 20 000 para la adecuación del local, adquirir muebles y herramientas necesarias. Parte de los implementos son herencia del padre de López.

    El artesano cuenta con distintas líneas de diseño de sombreros. La más reciente es la Facinator, inspirada en diseños europeos. También se ha implementado una línea con detalles de pelo artificial, dirigida al ámbito oncológico, sin dejar de lado la moda.

    El cliente puede acceder a una amplia variedad de sombreros; para dama, caballero y niño. Pueden ser modelos modernos o de anteriores épocas, como la de los 20’s o la edad media.

    Los sombreros se elaboran en tela, fieltro o paja toquilla, usando moldes y maquinarias artesanales. “Optamos por la elaboración artesanal porque es algo que nos diferencia de la competencia. Al elaborar pocas unidades, ofrecemos un producto único y selecto”, señala López.

    La meta a futuro para Humacatama es asegurar el legado familiar. “A mi edad me he dado cuenta de que no podré continuar para siempre trabajando solo. Aunque estoy cerca de jubilarme, deseo seguir dedicándome a esta actividad hasta que mi fuerza aguante, pero espero que mis hijas continúen con la tradición”.

    La hija mayor, Alejandra López, dirige desde hace tres años una sucursal de Humacatama, que también se encuentra en el Centro de Quito. La menor, Cristina López, está aprendiendo el oficio de mano de su padre.

    Datos

    Se invirtió USD 20 000 para adecuar el local donde funciona el negocio y ambientarlo como en los años 30.
    Los ingresos mensuales bordean los USD 5 000.
    El precio promedio de un sombrero es de USD 40.
    El sombrero tejano es un modelo de origen ecuatoriano.
    La venta se realiza en los locales de Humacatama. No se realizan ventas al por mayor a otras tiendas.
    Los clientes europeos representan un 70% del total.

    Luis López elabora sombreros artesanales de fieltro, tela y paja toquilla. También fabrica pedidos especiales. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
    Luis López elabora sombreros artesanales de fieltro, tela y paja toquilla. También fabrica pedidos especiales. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • En Quito se abrió otra alternativa para el turista

    Giovanni Astudillo (I)

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    Las operaciones de la cadena internacional Ibis empezaron en el Ecuador con la apertura de su primer hotel ubicado en el norte de Quito. La construcción y el equipamiento representaron una inversión de USD 10 millones.

    Es una franquicia que es traída al Ecuador por capitales cuencanos y guayaquileños. El 60% de la inversión total del proyecto fue apalancado por la Corporación Financiera Nacional.

    Cuenta con 151 habitaciones ubicadas en ocho pisos, una cocina con equipamiento de punta y un salón para eventos con capacidad para 40 personas. Entre las habitaciones existen dos para personas con capacidades especiales.

    Además, el edificio tiene dos niveles de subsuelos para los parqueaderos, un piso para servicios y la planta baja.

    José Ochoa es el principal inversionista. Él señala que hace ocho años se plantearon la idea de buscar una cadena internacional para traerla al Ecuador.

    Entre otras opciones se decidieron por Ibis, que es propiedad de Accor Hoteles. En el 2014 firmaron un acuerdo de entendimiento. Ibis cuenta con 2 043 hoteles en Europa, África, Asia, y América.

    Según Ochoa, el segmento medio para ejecutivos y familias no está desarrollado en el Ecuador, por ello optaron por el Ibis color rojo, “que brinda la mejor relación precio-calidad. Al ser el primer hotel en el país de esta cadena, nos dieron la oportunidad de brindar una oferta diferenciada”.

    Entre las innovaciones está un gimnasio con máquinas que son importadas desde Europa. Además, un Coffee Shop, que se abrirá en dos meses y tendrá una oferta de heladería, pastelería y chocolatería.

    Ochoa dice que también se mejoró el sistema de bufete y las habitaciones tienen sistema de insonorización, “que superan los requerimientos del Ibis y la normativa ecuatoriana”.

    También, hay innovaciones en los sistemas de calentamiento y recirculación del agua, secadores de cabello, camas, Internet y televisión satelital, con alianza con Claro para tener señal HD en la mayoría de los canales.

    El hotel tiene 8 500 metros cuadrados de construcción. La edificación tardó dos años y medio y la intención para los próximos hoteles es reducir el tiempo a dos años, señala el empresario hotelero.

    La tarifa de introducción para el alojamiento es de USD 45 por noche en la habitación sencilla y 49 en la doble. En ambos casos más impuestos. Esos valores se mantendrán hasta febrero y a partir del 1 de marzo subirá a USD 60.

    Ochoa asegura que la ocupación alcanzada desde el pasado 16 de enero -cuando se abrieron las puertas de este hotel– superó las expectativas. Ese indicador bordea el 40%.

    Las expectativas, agrega, eran no superar el 30% en el segundo mes de funcionamiento. “Tenemos reservas de grupos para estos días y los siguientes meses, incluso para junio”. La inauguración oficial será el 13 de febrero.

    Según Ochoa, el objetivo principal es aportar al turismo porque el crecimiento de este sector es mayor que el que registra la economía ecuatoriana. Dice que el flujo turístico que ingresa crece más del 7% al año. “La hotelería es económica en el Ecuador frente a otros países y las expectativas son positivas en el futuro”.

    Este hotel genera 55 empleos directos y otros 220 indirectos por los servicios que se requieren para el funcionamiento.

    Uno de los espacios del hotel Ibis, en Quito. El edificio tiene 8 500 metros cuadrados de construcción.
    Uno de los espacios del hotel Ibis, en Quito. El edificio tiene 8 500 metros cuadrados de construcción. Foto: Vicente Costales / Líderes
  • Deporte y formación, los ejes de esta iniciativa

    Redacción Quito

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    Las aulas del Colegio John Osteen son el escenario donde un grupo de jóvenes se forman, mientras alimentan sus sueños de convertirse en deportistas consagrados.

    El establecimiento, ubicado en La Armenia, al oriente de Quito, se encuentra en un sector bastante tranquilo, cerca de un bosquede eucaliptos y al frente del volcán inactivo Ilaló, poco antes del valle de Los Chillos.

    En sus aulas se escuchan clases en inglés y en castellano. Los estudiantes prestan atención a los profesores, pero también se dan tiempo para una broma que arranca sonrisas. Hoy en día el establecimiento suma alrededor de 270 estudiantes; de esa cifra, 22 chicos son jóvenes que demuestran sus habilidades con el balón en clubes profesionales de Quito, sin descuidar su preparación académica.

    Ellos estudian gracias a la iniciativa de la Fundación Deporte Estudio, que estableció un convenio con el centro educativo. Se trata de una cooperación educativa, en palabras de Cristian Reinoso, director de la fundación.

    El trabajo de esta entidad se inició el 2015 y se formalizó el 2016, cuando se constituyó legalmente la Fundación Deporte Estudio. “Implementamos un proyecto de reinserción social. Así generamos espacios para que chicos retomen los estudios, que abandonaron por distintas razones”.

    Reinoso explica que la conexión con John Osteen se dio porque es un colegio que tiene mucha apertura en temas sociales. “Aporta no solo con la fundación sino con otras actividades que causan impacto favorable en la comunidad”.

    En el primer año, Fundación Deporte Estudio apadrinaba a seis estudiantes, pero ahora ya son 22. En la actualidad son jóvenes que sueñan con ser futbolistas profesionales, pero la fundación ya piensa abrir espacio para otras disciplinas deportivas.

    La entidad beca a los estudiantes. Para esto primero se cumple con una prueba de admisión, se revisan sus conocimientos, se les nivela y se les ubica en el grado correspondiente.

    Yarol Tafur nació en Esmeraldas, tiene 17 años y es uno de los estudiantes del Colegio John Osteen, gracias al convenio con la Fundación Deporte Estudio. Él fue parte del equipo de Ecuador que obtuvo la medalla de plata en los Juegos Bolivarianos de Colombia, en el 2017. Con una mezcla de timidez y alegría cuenta que está contento de entrenar y estudiar, al mismo tiempo. Destaca el apoyo que recibe de los profesores.

    Para Verónica Guasumba, rectora del centro educativo John Osteen, el programa que ejecuta la fundación es digno de resaltar.”Los chicos llegan con muchas expectativas, sabemos que no todos llegarán a ser futbolistas, pero lo importante es que estudien y adquieran habilidades que les servirán en el futuro”.

    Guasumba dice que la institución que dirige se enfoca en ser partícipe de una generación diferente. “La formación académica incide en los deportistas y aquí trabajamos en formar a los jóvenes”, añade la rectora.

    Las Metas

    El convenio  tiene como objetivo dar herramientas a los jóvenes para que culminen su bachillerato y se desarrollen pensando en el futuro. Los responsables aseguran que al estudiar es más sencillo abrir la mente. Vinculamos educación y deporte, dice Gabriela Reinoso, profesora del centro.

    El financiamiento  del programa se cumple con agentes externos. Dos empresas privadas aportan mensualmente; una marca deportiva entrega zapatos para los chicos. Un club profesional, por su parte, colabora para cubrir los uniformes, útiles, alimentación, transporte, etc.

    La institución forma en la actualidad a cerca de 270 estudiantes. Foto: Archivo
    La institución forma en la actualidad a cerca de 270 estudiantes. Foto: Archivo