La “falta de continuidad en las políticas urbanísticas y la corrupción” son dos de los males que aquejan a las ciudades latinoamericanas, explica Carlos Moreno Gómez, catedrático de la Universidad de Sorbona, urbanista y asesor de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo.
En un escenario de emergencia climática y de crisis sanitaria, Moreno señala a EFE que es primordial lograr la “humanización de las ciudades”, ganando espacios públicos y mejorando la calidad de vida de las personas.
Nacido en Colombia en 1959 y desde hace 41 años vecino de París, donde ha estudiado la vida urbana y ha puesto en práctica sus teorías científicas, Moreno considera que en Latinoamérica el problema de las ciudades es “la falta de continuidad en las políticas urbanas”, cuando se cambia de alcalde y el entrante no es del “mismo color que el saliente”.
El equipo entrante “cuestiona todo y vuelta a empezar”. Es el drama de Latinoamérica, sostiene este ingeniero químico, empresario, director de la cátedra Emprendimiento, Territorio e Innovación, de la Sorbona de París.
Según Moreno, el segundo drama en las urbes de Latinoamérica es “la corrupción”: los equipos de los alcaldes “pierden la noción del bien común”, dando lugar a los “grandes escándalos de corrupción y negocios turbios. Eso quita claridad y continuidad”.
Sin embargo, como en toda regla hay una excepción. Medellín (Colombia) es un caso aparte, porque se han beneficiado de una “regeneración urbana basada en una política muy sistémica, con una visión holística, muy integral”.
En esta ciudad, la regeneración es “muy clara” en el transporte gracias al metro cable, en las comunas con diversos aspectos culturales, en los equipamientos de deporte, en la urbanidad con educación en escuelas y colegios y en la recuperación del río.
No obstante, el conjunto de A. Latina es muy diverso, y así en un mismo país como Colombia “está Medellín por una parte y el caos de Bogotá” por otro, donde “nunca se ha resuelto el problema de transporte”, porque se han construido muchas vías ciclistas, pero “solo de uso en los domingos”, en los que no hay automóviles.
En el día a día, Bogotá “es un infierno en cuanto a la circulación”: Medellín tiene metro, y el que están construyendo en Bogotá “no corresponde a los estándares internacionales de un metro”. Son ciudades que van “muy distintas”.
Subraya las buenas políticas de otra ciudad como Buenos Aires, donde se han construido aproximadamente “unos 500 km de vías ciclistas”. Añade que allí el proceso de regeneración urbana “ha sido interesante y bastante ejemplar”, con esfuerzos hacia una mejor urbanidad y educación, pero muy afectada por la situación política que vive y “no le da mucha estabilidad”.
Sin embargo, si se compara con Bogotá, Buenos Aires tiene una política de movilidad “muy estructural, mucho más poderosa”.
Resalta el caso como pequeña urbe (un millón de habitantes) de La Paz, en Bolivia, que cuenta con un metro cable a 4 000 metros de altura, lo que le da “mucho interés” a su manera de regenerarse.
Otro caso a distinguir es la ciudad brasileña de Curitiba, donde se inventó el “Urbanismo Táctico”, y se han realizado proyectos de regeneración “bastante ejemplares”, o Porto Alegre, donde se llevaron a cabo “los primeros proyectos participativos”.
Incide este urbanista en la necesidad de ganar espacios para las personas, de regenerar las ciudades para respetar a nivel urbano la neutralidad de carbono para 2050, para lo que es necesario reducir el 65 % de las emisiones de CO2.
Moreno, asesor en ‘smart city’ de Anne Hidalgo, considera que es una “alcaldesa visionaria” con énfasis en el cambio climático. Explica que para su reelección tomó como “bandera de batalla el concepto de la ciudad de proximidad, la ciudad de los 15 minutos.
Una de las políticas destacadas de Buenos Aires es la promoción de ciclovías, que alcanzan los 500 km. Cortesía de buenosaires.gob.ar
Uno de los propósitos en los planes personales y familiares de Año Nuevo es cómo mejorar “la capacidad de resiliencia financiera”. Es decir, la forma rápida o lenta con la que una persona o una familia se recupera tras sufrir una caída fuerte, producto de una pérdida de empleo, reducción salarial o aumento del endeudamiento, debido al surgimiento de necesidades emergentes como las que aparecieron en los momentos difíciles de la crisis pandémica, por ejemplo quebrantos de salud a causa del covid-19 o de otra dolencia médica.
Esta propuesta toma fuerza en el momento que se la contextualiza -como argumento vivencial motivador de su impulso- con las experiencias pandémicas sentidas, en carne propia, por la mayoría de la población. En donde se pudo evidenciar que, desde la óptica de las resistencias financieras acumuladas, quienes lograron afrontar con mayor fuerza los efectos duros fueron las personas y familias que, antes de la crisis pandémica, vinieron construyendo, producto de la puesta en acción de un hábito actitudinal positivo: la cultura por el ahorro. Estos fondos que, como una especie de “sistema inmunológico financiero”, les ayudó a soportar los estragos sorpresivos de los momentos de iliquidez que paulatinamente fue generando el confinamiento obligado.
Frente a esta realidad, como un aprendizaje pandémico de cara a una preparación proactiva de lo que se viene en el 2021 y en años posteriores, aparece como prioritario que las familias, ahora sí, centren sus energías en acciones reales que contribuyan -como directriz clave de Año Nuevo- a la consecución de la meta familiar. Entre ellas, fortalecer anticipadamente la capacidad de resiliencia que, en última instancia, sea la que permita salir más rápido de alguna dificultad financiera. Porque, en el momento menos esperado, se puede activar alguna amenaza como lo ocurrido en el 2020, con las facturas gordas que fue pasando el covid-19 a las familias.
Entre las acciones, para lograr este objetivo se pueden resaltar las siguientes: seguir aprovechando, como producto del teletrabajo y teleeducación que se extenderá en buena parte del 2021, la posibilidad de generación de ahorros. Esto, como consecuencia de que las familias seguirán preparando, buena parte de sus alimentos en casa y además gastarán menos en movilidad, ya que la educación y el trabajo se hacían fuera de casa.
Además, otra acción es la relacionada con la definición -como política familiar interna- del destino de un 15% de los ingresos generados a crear un fondo de ahorro (predestinando de ese fondo, unos 5 puntos porcentuales, para uso exclusivo cuando aparecen de situaciones de emergencia).
Una tercera acción sería impulsar la creación de otras fuentes de ingresos familiares que, complementen a los que la familia ha venido percibiendo de forma ordinaria. En cuarto lugar, participación activa en programas de educación financiera; y quinta, como otra posible acción -que siempre se repite, es la eliminación de los llamados “gastos hormiga” que, a primera vista, parecen insignificantes, pero que cuando se los cuantifica a través de la suma acumulada -por ejemplo anual-, se puede ver la real dimensión de su impacto en la economía familiar.
Finalmente, todo lo que se acaba de proponer deberá ser ajustado y adaptado a la realidad del ingreso personal y familiar que, pensando en el 2021, deberán desarrollar habilidades de gestión del dinero para tiempos de una crisis sanitaria y socioeconómica que continuará propinando sendos coletazos.
Uno de los aprendizajes que dejó la pandemia en el 2020 es la necesidad de tener un fondo de ahorro. Imagen: www.freepik.es
El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) destacó los desafíos de América Latina y el Caribe en temas de tecnologías, enfocadas en la sostenibilidad para garantizar la seguridad alimentaria de la región.
El IICA indicó que la conectividad, la capacitación, el acceso a crédito e infraestructura son elementos vitales para transitar hacia la agricultura 4.0 y garantizar la seguridad alimentaria.
En un foro organizado por la entidad, expertos resaltaron que la región tiene el potencial y la responsabilidad de alimentar a una población creciente, pero necesita, a través de la innovación tecnológica y de buenas prácticas, renovar sus sistemas productivos para hacer un uso más eficiente de los recursos. “La agricultura ha sido capaz de alimentar a los 650 millones de personas del continente y abastecer los mercados internacionales, pero lo que se viene no es más de lo mismo, es una agricultura que tendrá que internalizar más las nuevas tecnologías”, dijo el director general del IICA, Manuel Otero.
Otro de los temas expuestos es que en los últimos años se han desarrollado innovaciones que podrían tener un amplio potencial para aumentar la productividad en el campo, pero en los territorios rurales hay grietas en materia de digitalización que deben cerrarse, para que la tecnología tenga un impacto tangible.
“Tenemos que reconocer que podemos tener por delante la formulación de algunos proyectos que puedan complementar los esfuerzos en la digitalización del agro. Esto es un impulso para encontrar temas de interés común y donde hemos encontrado oportunidades de colaboración con organismos como el IICA”, dijo el decano de la U. Estatal de Nuevo México, Rolando Flores.
Para las autoridades, entre las tecnologías que podrían tener impactos en la agricultura se identificó la inteligencia artificial, la robótica, el machine-learning, el blockchain y aplicaciones móviles para la extensión rural.
Estas herramientas son un medio para lograr la revolución agrícola digital, pero dentro del ecosistema los principales actores son los productores, quienes deben poder usar estas tecnologías y alcanzar sus objetivos económicos, sociales y ambientales.
Entre los elementos que, sumados a la pandemia, han entorpecido la inserción de las tecnologías en los campos es la desconexión entre las más recientes innovaciones y los pequeños agricultores.
La innovación en maquinaria es uno de los principales desafíos de los países, para mejorar la productividad en el desarrollo agroindustrial. Foto archivo LÍDERES
La empresa que sobreviva a la pandemia en América Latina deberá ser más productiva, innovadora, incorporar nuevas tecnologías y aprovechar la transformación digital y el teletrabajo. Esa fue una de las conclusiones del vicepresidente de Sector Privado de CAF,Jorge Arbache.
Él participó de la conferencia Nueva economía y el futuro de laspymes latinoamericanas, que organizó este banco de desarrollo internacional y que se cumplió la semana pasada, en México.
Para Arbache, este tipo de firmas tendrán un mayor y más acelerado crecimiento en el futuro que las tradicionales. Pero -dijo- se requieren políticas públicas para acceder a capacitación y tecnología. El 2020, la CAF redireccionó líneas de crédito por USD 1 600 millones, para apoyar a los bancos de desarrollo locales en sus estrategias con estas empresas.
Además, apoya con programas de innovación, patentes, internacionalización, clúster e integración dentro de cadenas de valor.
Arbache dijo que, debido a la pandemia, las pymes de la región han incursionado en nuevas tecnologías para reducir costos, ampliar mercados y aumentar la productividad, “pero no todas han tenido ni tienen la capacidad para acceder. Eso ocasionará una brecha entre las mismas pymes”.
Para Arbache, en la actualidad hay oportunidades en áreas como comercio electrónico así como en servicios de salud, educativos, bienestar, logística, financieros y de pagos. “Lo intangible gana mayor importancia en la canasta de consumo, comercio internacional e inversiones extranjeras”.
Otro de los participantes fue José De Luna, titular de la Unidad de Crédito Público de México. Según él, uno de los retos fundamentales de este sector es la alta tasa de mortalidad; sobre todo, de las nuevas pymes. “Menos del 50% sobrevive el primer año en la región, por lo que es importante tener un ecosistema que permita la sobrevivencia”.
Para ello -agregó- es necesario contar con mejores habilidades empresariales, capacidad para entender los mercados y hacer negocios, planeación financiera, acceso a créditos, comercialización, contabilidad e integración a las cadenas de valor.
Para De Luna, otro reto es la informalidad en las micro y pequeñas empresas, que afecta a su productividad y acceso a crédito.
Dijo que covid-19 ocasionó el cierre de empresas y la reducción de ventas, pero también generó oportunidades como la digitalización y nuevos modelos de negocios y canales de distribución. Otra opción -añadió- son los tratados comerciales para diversificar mercados y obtener inversiones, conocimiento y tecnología.
De esos retos están conscientes los industriales ecuatorianos. Por ello, la Cámara de la Pequeña Industria de Azuay lanzó la campaña nacional Somos Ecuador 786. El presidente de ese gremio, Fernando Romero, dijo que se escogió este número porque es el inicio del código de barras asignado a los productos nacionales.
“Hay dos millones de productos nacionales que empiezan con este código. La idea es reactivar la economía de las empresas para generar empleo adecuado y reincorporar a quienes han salido durante la pandemia”. Esta campaña busca que el consumidor local adquiera los productos ecuatorianos.
Otra estrategia, según Gustavo Ruiz, presidente de la Cámara de la Pequeña Industria de Pichincha, es impulsar los sistemas de gestión de calidad para llegar al mercado externo. Para ello, se requiere generar un mayor valor agregado. “El primer paso es la Comunidad Andina. Además, se busca aprovechar los acuerdos comerciales con los países europeos y que se concrete un tratado con Estados Unidos”.
En cambio, el grupo de los 1 200 afiliados a la Cámara de la Pequeña Industria del Guayas apostó por las ventas electrónicas. Además, este gremio firmó un convenio con la Universidad Católica para realizar estudios de nuevos planes de negocios y productos.
Los negocios que siguen actuaron ‘sobre la marcha’
Redacción Quito. (I) Ante la revolución que generó covid-19 en la economíade los países de la región, los negocios tuvieron que aplicar, ‘sobre la marcha’, estrategias para continuar operando. Los ecuatorianos no fueron la excepción.
Twins Grill, por ejemplo, es un restaurante de carnes a la parrilla, al estilo chileno/argentino, ubicado en el centro-norte de Quito, que apostó por digitalizar sus procesos de venta tras la pandemia. Abrió una cuenta de Whatsapp Business para que los clientes puedan ver el menú y los precios de manera electrónica, tanto si han hecho pedidos como si asisten al local; también permite a las personas comprar de manera remota e interactuar con los administradores de la cuenta.
Asimismo, los propietarios del sitio optaron por cambiarse de un local cerrado a uno con una terraza en el exterior, que permite que los comensales puedan disfrutar sin temor de contagiarse. Con esto, dicen sus dueños, han logrado atraer más clientes presencialmente (80% bajo esa modalidad).
También han buscado socios estratégicos que les permiten llevar un modelo de negocio colaborativo: proveedores que entregan productos, pero a la vez consumen la oferta de Twins Grill; entrega a diferentes repartidores, para que todos puedan ganar …
Otros negocios, como los ubicados en el Centro Histórico de Quito, han optado por capacitarse en bioseguridad y técnicas para mejorar ventas a través de entidades públicas como ConQuito. Uno de ellos es Kukuruchos del Maní. John Ríos, administrador del sitio dedicado a la venta de este snack tradicional, así como habas, tostado, canguil y otros, explica que se concentró en normas de salubridad que incluyen desinfección del dinero y ventas para llevar.
Actualmente, cada uno de los tres empleados del local labora a media jornada; los tres primeros meses de la pandemia la producción bajó al 30% de lo que originalmente se hacía, ahora mejoró y se subió al 50%.
La Confitería El Gato, que vende todo tipo de dulces tradicionales, optó por las medidas de seguridad para que el cliente vuelva a sentir confianza y compre sus productos. Además, cuenta con un certificado que le entregó el Municipio de Quito por haber concluido el ciclo de capacitaciones del programa Activa tu negocio.
Para empresas de mayor tamaño, responder a la demanda que surgió en la pandemia fue el motor para mantenerse. Ese es el caso de la firma avícola Avirico, productora de huevos, ubicada en la parroquia rural de Puéllaro.
Nunca detuvo la producción (120 000 huevos diarios), mantuvo su nómina (40 personas) y aplicó medidas de bioseguridad para garantizar la salud del personal y la calidad de la oferta. Además, en este momento está en un proceso de calificación, con Agrocalidad, para implementar buenas prácticas en granjas. Marco Navarrete, gerente de esta compañía de más de 40 años en el mercado, explica que el dinamismo del sector motivó a que se ponga en marcha la implementación de una planta de balanceados, completamente automatizada, en la zona de Tocachi, en el cantón Pedro Moncayo. “Nos ayudará a ser más eficientes y con ello, a bajar costos”, dice.
Otras iniciativas Giro de negocio. Loscocos, firma especializada en fabricar envases, tapas plásticas, moldes y más, durante la pandemia decidió producir envases para alcohol y jabón, entre otros artículos. Incluso, esto permitió a la empresa contratar cuatro personas adicionales; los dos primeros meses de la cuarentena, la producción subió 30% y el tercero 10%.
Gremios. La Cámara de Comercio de Quito ha apoyado a empresas en la reactivación en procesos como construcción de cadenas de valor y otros.
Reactivación regional y con ideas más sostenibles
Los huertos urbanos en Quito son un ejemplo de economía verde en la región. Foto: cortesía ConQuito
Redacción Quito y EFE (I) Representantes de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (EuroLat) instaron a una reactivación de la economía y las empresas tras la crisis causada por la pandemia de covid-19, con “solidaridad” y teniendo en cuenta los objetivos de transformación digital y verde.
Jorge Pizarro, copresidente de EuroLat y del Parlamento Latinoamericano, insistió, durante la sesión plenaria de la Asamblea, que reunió a legisladores de ambos continentes la semana pasada de manera telemática, en la necesidad de que la reconstrucción de la sociedad tenga en cuenta el desarrollo sostenible.
La idea es “que permita adecuarnos a las necesidades frente al cambio climático”, y consideró, igualmente, “vital” impulsar una transición para que “la economía digital permita crear empleo y salir reforzados en equidad social” en ambos lados.
Pidió hacer énfasis en una visión “más solidaria” del papel de la economía, el comercio o los organismos multilaterales, que ayude a “recuperar confianzas y proteger y generar empleo de calidad” a la vez que se evite el proteccionismo.
Mientras tanto, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señala que el actual modelo de producción y consumo es insostenible y excluyente, y ha llevado a rebasar los límites ambientales del planeta. Además, “la pandemia nos recuerda que cuando destruimos la biodiversidad y los ecosistemas, también destruimos la vida.”
Asimismo, la organización explica que la región está ante una oportunidad única para rediseñar su relación con la naturaleza. Considera que la reactivación debe ser verde, o no durará a largo plazo.
El organismo, junto a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), asegura que controlar la pandemia requiere de convergencia y articulación entre las políticas de salud, económicas, sociales y productivas. Se considera que es clave la aceleración en la transformación digital, la reducción de la dependencia regional de productos médicos importados y cambios en la matriz productiva, junto a un impulso de la inversión verde.
La UE quiere colaborar en la reactivación de América Latina. El alto representante del bloque para la política exterior, Josep Borrell, aseguró que “mostrar solidaridad no es solo una cuestión moral, sino una manera de reforzar nuestra asociación estratégica”. Borrell puso en valor la relación entre Europa y América Latina y el Caribe en diferentes ámbitos.
En Azuay se lanzó la campaña denominada Somos Ecuador 786, que busca integrar a dos millones de bienes nacionales. La idea es que el consumidor prefiera el producto ecuatoriano. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
Un centenar de expertos de 16 países abordará los retos actuales de la industria creativa en un encuentro virtual sobre economía naranja, que propone un diálogo sobre el impacto de la pandemia del covid-19 en el sector y mostrar el «poder sanador» del arte y la cultura.
Medellín, a través de una plataforma digital, nuevamente acogerá el Gran Foro de Artes, Cultura, Creatividad y Tecnología (Gfacct), que entre el 9 y 16 de noviembre tendrá su segunda edición con algunas modificaciones y el liderazgo de la Presidencia de Colombia, la Alcaldía de la ciudad anfitriona y la Corporación CoCrea.
«El foro es un espacio de diálogo, conocimiento y cooperación internacional», expresó la ministra de Cultura colombiana, Carmen Inés Vásquez, en la presentación virtual del evento.
El contenido del encuentro de economía creativa tendrá como ejes temáticos las artes, cultura, creatividad y tecnología, además de economía, emprendimiento y desarrollo.
Vásquez destacó la participación de sus pares de Bolivia, Ecuador, Argentina Jamaica, Uruguay, Perú, Panamá y Chile, con quienes intercambiará información para «generar nuevas oportunidades» para los sectores culturales y creativos a través de «agendas que fortalezcan la cooperación entre los países de Iberoamérica».
Retos que deja el virus
Para este año, el Gfacct tiene en su programación más de 50 páneles y conferencias entre su agenda académica, que presentará también casos de estudios destacados y se irá desgranando simultáneamente con presentaciones de artistas locales y nacionales.
El viceministro de la creatividad y la economía naranja, Felipe Buitrago, explicó que entre los segmentos más llamativos está la franja «Tanques de Pensamiento», dedicada a congregar a distintos expertos y pensadores en grupos de trabajo para debatir sobre problemáticas del sector y articular estrategias para ser un «punto de partida» en la solución.
«El foro interroga esos retos que tenemos. Este año, particularmente, serán alrededor de la gran pandemia que estamos soportando y que ha afectado tan fuertemente al sector cultural», señaló Buitrago. Espacios de discusión
La conferencia «Una Clase Creativa con Richard Florida» permitirá conocer la experiencia de este experto estadounidense en competitividad económica e innovación cultural y tecnológica, que es fundador y director de la red de comunicaciones Creative Class Group.
También participará el emprendedor y desarrollador de videojuegos finlandés Peter Vesterbacka, con su charla «Del Entretenimiento Digital a la Transformación Social: Una Conversación con el Creador de Angry Birds», mientras que los académicos británicos Andrew Senior y Chris Smith estarán en el coloquio «El Reto de Crear».
En el listado de panelistas también aparece la diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada; el sociólogo y político brasileño Juca Ferreira; los artistas de identidad cyborg NeilHarbisson Y Moon Ribas, y el cantautor colombiano Carlos Vives, entre otros.
Alianzas y el caso de Medellín
Dentro del foro se llevará a cabo la segunda Cumbre de Mundial Economía Naranja con 22 espacios en una agenda multilateral con organismos como la Unesco, la Alianza del Pacífico, la Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica (CAACI) y la Comunidad Andina, entre otras.
A través de una alianza con Circulart 10, una plataforma profesional de la industria musical latinoamericana, el encuentro contará con programación adicional, que también refuerzan eventos como la inauguración de sexta edición del festival colombiano «Smartfilms», para películas realizadas con teléfonos celulares.
Por su parte, Medellín presentará casos de éxitos como el centro de innovación, ciencia y tecnología Ruta N, y el Área de Desarrollo Naranja en el distrito económico y creativo Perpetuo Socorro.
«Medellín le apuesta a convertirse en un valle del software para el mundo y por conectar todo el sistema de innovación, arte y cultura «, declaró el alcalde de Medellín, Daniel Quintero.
El Gran Foro de Artes, Cultura, Creatividad y Tecnología (Gfacct), se realizará el 9 y 16 de noviembre del 2020 en Medellín, Colombia. Foto: captura
La realidad de las universidades ecuatorianas está marcada por desafíos y por un proceso de evolución. Incorporar tecnologías en las aulas, ser más inclusivas, conectar con el sector empresarial, estar al tanto de tendencias globales y mejorar la tasa de estudiantes son algunos de los retos.
En Ecuador, hasta el 2018 se contaban 60 universidades y escuelas politécnicas. 33 eran públicas, 19 particulares autofinanciadas y 8 eran particulares cofinanciadas, según datos de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt).
La entidad detalla que la tasa de matriculación en educación superior universitaria en el 2018 fue de 20,2%, del total de la población con edades comprendidas entre 18 y 24 años. Además, se ofertaban 1979 carreras hasta finales del 2018.
En medio de este panorama existen avances. Por ejemplo, en las aulas ya se habla de la cuarta revolución industrial, así como de la economía naranja. También se cuenta la formación dual que promueve una educación técnica avanzada en la que los beneficiados son las empresas y los estudiantes universitarios que están por ingresar al mercado laboral.
Los expertos saben que hay un recorrido destacable, pero también están conscientes de que falta cumplir tareas. Juan Manuel García-Samaniego, director del Área Biológica de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), comenta que las universidades sí generan planes y procesos para alcanzar sus funciones de investigación, docencia y vinculación con la sociedad. “Esto exige que se apliquen procesos de innovación social e innovación científica en campos de ciencia aplicada y resolución práctica de problemas sociales en las comunidades y de respuestas a las necesidades empresariales”.
Este investigador considera que la universidad se acerca a la empresa cada vez más. “Ya se apuesta por patentes e incluso asociaciones con la finalidad de apostar a sectores como la robótica, inteligencia artificial, biotecnología, nanotecnología o la Internet de las cosas. Esto obliga a la gran mayoría de instituciones de educación superior a reinventarse”.
García-Samaniego añade que las instituciones de educación superior tienen ‘materia prima’ para generar innovación. “La capacidad actual instalada de la mayoría de las universidades es bastante óptima. La exigencia de formación Doctoral en temas biomédicos, informáticos, sin desestimar los ámbitos de las ciencias sociales y humanas, permiten que el alineamiento hacia procesos innovadores sean una realidad”.
Otra mirada la tiene Nelson Baldeón, vocero del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Ecuador. Él asegura que el país tiene una gran tarea para conectarse con el mundo digital e innovador.
El primer paso es, según Baldeón, formar una generación de niños y adolescentes enfocados en las ciencias STEM ( Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y en Artes. “Esa será una base sólida que permita implementar inteligenciaartificial, big data, etc, que luego se traduce en beneficios para la industria nacional”.
El representante del MIT añade aún faltan más programadores, ingenieros, desarrolladores, “la parte fuerte del mundo digital”.
En el tema específico de la industria 4.0, Baldeón asegura que ya se cuentan iniciativas o talleres, pero no existe una malla curricular sostenida que permita llegar a los llamados ‘Fab lab’ o talleres de fabricación digital en donde se desarrollan soluciones para la sociedad y las empresas. Baldeón también reconoce que si bien las carreras del mundo digital son necesarias, las universidades no las pueden ofertar si es que no existe demanda.
Silvia Aguirre, contralora académica de la Universidad Ecotec, reconoce que la cuarta revolución industrial ya está presente y que las universidades deben estar listas . “El mercado sigue evolucionando hacia un entorno donde prima la tecnología y esto no es ajeno a ninguna carrera, incluso a las llamadas tradicionales”.
Según Aguirre, las universidades tienen que estar en capacidad de identificar estas tendencias y transformaciones que se van dando en la ciencia y en el mercado, para presentar una oferta académica que permita a los estudiantes enfrentar nuevos desafíos.
Datos de la Senescyt indican que en las universidades del país las carreras se centran hoy en día en áreas como la administración de empresas, la educación y la ingeniería. Las carreras enfocadas en tecnologías de la información están rezagadas.
¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de la universidad ecuatoriana? García-Samaniego, de la UTPL detalla: Las fortalezas son el capital humano y el recurso humano capacitado. Los jóvenes mileniales con necesidades de aprendizajes no formales que pueden ser aprovechados son una oportunidad. Además, cree que los recursos financieros y de infraestructura deben optimizarse. Una sugerencia es que las universidades consigan fondos de investigación internacional.
Las instituciones de educación superior trabajan para sumarse al mundo digital y para mantener la calidad de su oferta. Foto: Freepik.com
En San Diego, Estados Unidos, a más de 5 470 kilómetros de distancia de Quito, Fernanda Fiallo, gerente General de BioMol Cía. Ltda., combina las actividades que debe cumplir como ejecutiva y su rol de madre. Ha tenido que adaptarse a estar ausente temporalmente de su hogar, por los compromisos de su profesión.
Fiallo, de 45 años, comenta que por la naturaleza de su trabajo usualmente viaja para asistir a capacitaciones o para vender equipos y reactivos que se utilizan para estudiar el ADN. Por ese emotivo estuvo en San Diego hace pocos días. En este tipo de situaciones se apoya en la tecnología para tratar de estar cerca de sus seres queridos. Realiza videollamadas y así apoya a su hijo menor en las tareas, empleando WhatsApp.
Formación
“Cuando era joven, yo no me veía metida en una oficina todo el tiempo, siempre me gustó la naturaleza, los animales, me encantaba el laboratorio. Sentía afinidad por vestir una bata blanca, experimentar y descubrir cosas. Tenía preferencia por el trabajo de campo y aunque ahora cumplo con actividades gerenciales, lo que hago se complementa con mi formación en Biología.
He dedicado ya casi 20 años a la biología molecular e identidad genética. Por la línea de productos que ofrecemos en BioMol, participamos en capacitaciones permanentes sobre las nuevas técnicas de biología molecular.
Esto me ha permitido comprender lo que tanto me inquietaba de niña: cómo funcionan las células de los seres vivos”.
La ciencia
“En la carrera de Biología el número de mujeres con relación al de los hombres era equitativo. Trabajábamos en iguales condiciones, nunca sentí que hubiese una diferencia por el género. Así tuviésemos que realizar un trabajo físico duro de campo, que implicaba largas caminatas en terrenos difíciles y cargar colecciones de plantas o animales encima, mis compañeras y yo lo hacíamos. No recuerdo que alguien haya hecho algún comentario señalando por aquí no, porque las niñas no pueden. Todos íbamos a donde debíamos. Ese era el ritmo que demandaba esta carrera.
Considero que, en la ciencia, las mujeres estamos en la misma posición o quizá en una mejor, porque nosotras somos más meticulosas y en el laboratorio, a nivel molecular, esto resulta muy útil, porque se manejan volúmenes pequeñitos, se debe seguir protocolos muy estrictos. Pero a la final, creo que tanto hombres como mujeres somos capaces de hacer este tipo de trabajo”.
Los desafíos “Las personas debemos cumplir los retos que se presentan. Si por las circunstancias, la mujer debe sacar adelante a su familia y el hombre debe hacerse cargo de los niños, está bien, es correcto. Es una decisión de pareja.
Mi esposo Antonio siempre me ha respaldado. Ambos trabajamos hombro a hombro, cada quien en su área. Irene, que trabaja en mi casa, también nos apoya. Ella es tan madre como yo de mis hijos Karla de 26 años, José Antonio (24) y Julián Emilio (8).
Mis hijos han sentido, en parte, mi ausencia por motivos laborales. No es siempre, pero sí es frecuente. Lo importante es hacerles saber a los hijos por qué uno hace esto. Hablarles de los beneficios que ellos mismo tendrán porque su mamá trabaja y que ella es feliz ejerciendo su profesión.
Cuando los hijos crecen en un hogar en el que la madre y el padre trabajan y apoyan en las tareas de la casa aprenden sobre equidad. Mis hijos saben que no hay diferencia entre lo que es capaz de hacer un hombre y una mujer”.
La familia “Mis hijos mayores tienen ya su trabajo y con ellos comparto menos tiempo, pero estoy pendiente. Paso más con mi esposo y mi hijo Julián Emilio. Con él armamos legos, vamos a la piscina, le motivo a jugar fútbol y montar bicicleta, lucho para alejarlo de las pantallas.
Ese tiempo compartido con mi hijo es mi mayor felicidad para una madre. Así sean cinco minutos, o media hora en la noche, eso para mí vale mucho.
Para liberarme del estrés del trabajo, corro y acudo al gimnasio. Ese es mi tiempo y es casi sagrado. Aprovecho este espacio para reflexionar y cargar mis energías para afrontar lo que venga.
Mis jornadas pueden ser flexibles. A veces, trabajo desde casa. Eso me permite, en ciertos casos, asistir a los eventos escolares de mi hijo. Eventualmente, por mi profesión, con Karla y José Antonio me perdí algunas fechas especiales, aunque intentaba hacer todo lo posible para estar con ellos”.
Su CV Es licenciada en Ciencias Biológicas. Obtuvo su título en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, en el 2001.
Ha desarrollado junto con otros profesionales artículos científicos sobre genética.
Ha participado en congresos y encuentros científicos que se han realizado en Ecuador y en otros países.
Pasatiempos. Corre y acude al gimnasio. Comparte el tiempo libre con su familia. Le gusta jugar con su hijo Julián Emilio, de 8 años. Su visión Las mujeres profesionales deben contarles a sus hijos por qué trabajan. Decirles que ellos tendrán beneficios por eso y a la vez decirles que una mujer que ejerce su profesión se siente feliz.
Fernanda Fiallo es gerenta general de BioMol Ecuador Compañía Limitada. Esta firma capacita y vende equipamiento de biotecnología. Foto: cortesía Fernanda Fiallo
El sombrío panorama en la economía mundial durante el 2019 podría continuar este 2020 con una lenta asfixia del crecimiento mundial bajo los efectos de la digitalización y el cambio climático, lo que podría avivar la ira social, a menos que se produzca una verdadera distensión comercial.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prevé que el crecimiento mundial se situará el 2020 en un 2,9%, es decir su nivel más bajo desde la recesión mundial del 2009 luego de la crisis financiera. “Estamos en un periodo inquietante”, señala su economista jefe, Laurence Boone.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera por ahora un rebote de 3,4% el año próximo. Pero esta recuperación “sigue siendo precaria”, advierte Gita Gopinath, economista jefe del Fondo.
La evolución económica a corto plazo depende, en gran parte, del duelo comercial y tecnológico entre EE.UU. y China.
Ambos llegaron en diciembre a una tregua en su batalla de aranceles, a la espera de suscribir un acuerdo preliminar.
La economía mundial no solo está al final de un ciclo, sino al de una era, la de los intercambios comerciales y el ascenso industrial de los países emergentes.
Es difícil imaginar un regreso del consenso diplomático mundial en torno al libre cambio, que estalló en pedazos con el presidente de EE.UU. Donald Trump.
Actualmente, el Mandatario enfrenta un proceso de destitución. Recientemente calmó las aguas con China, pero abrió nuevos frentes con otros socios económicos en el mundo, incluido la Unión Europea (UE).
Esta última espera la llegada del Brexit, lo que supondrá una prueba más para el multilateralismo.
Las finanzas mundiales están profundamente trastornadas tras años de generosidad de los grandes bancos centrales. Estos se esfuerzan por dejar de alimentar a los mercados, algunos de los cuales, como Wall Street, vuelan de récord en récord.
El fenómeno de las tasas de interés ‘negativas’ se generaliza en algunos países, reduciendo la rentabilidad de los bancos e inflando la deuda privada.
Steve Eisman, inversor conocido por haber anticipado el derrumbamiento del sistema financiero estadounidense, es categórico: “No tendremos una crisis sistémica” como la de Lehman Brothers en el 2008.
Este financista, cuya historia inspiró la película “The Big Short” (“La gran apuesta”), ve más bien “una recesión típica con una economía que se desacelera y gente que pierde dinero. Será ya bastante doloroso de esa manera”.
Ludovic Subran, economista jefe de la aseguradora Allianz, observa de su lado “un purgatorio de crecimiento” mundial.
Si se produce, “el próximo choque sistémico no vendrá sin dudas de las finanzas, sino que será exógeno. Por ejemplo un gran ‘shock’ de regulación de los datos personales o en vínculo con el clima”.
En todo caso, de donde sea que venga el ‘shock’ es probable -dicen los analistas- que se deba enfrentar la denominada ira social. Hoy se vive “la transformación, la digitalización, la movilidad eléctrica” y en eso “tememos la pérdida de muchos empleos”.
Países como Ecuador, Líbano, Chile, Colombia y Francia ya han vivido explosiones de ira social.
Nicolás Achondo, cocinero chileno de 33 años, tuvo que cerrar su restaurante, ahogado por los gastos médicos tras un accidente. “Al no tener cómo pagar entras en el sistema de los deudores. Como emprendedor, el hecho de ser deudor hizo imposible obtener un crédito para mi negocio y este empezó a generar deudas”.
En América Latina, las protestas también están conectadas a lo económico. Las presiones por reducir la desigualdad acentúan el complejo contexto que vive la economía de la región, que apenas crecerá un 0,1 % en el 2019 y que en el 2020 completará su peor periodo de crecimiento en las últimas siete décadas.
América Latina inicia el 2020 con 10 desafíos
EFE. (I) Tras un 2019 que en términos de crecimiento ha ido de más a menos y va a terminar con la economía estancada -el FMI calcula un alza del PIB 0,2% y la Cepal del 0,1%-, América Latina afronta el 2020 con la esperanza de la recuperación de su PIB, aunque los pronósticos vaticinan que será insuficiente para reducir la brecha con los países desarrollados. Estos son los retos:
1. Capear la desaceleración
La marcha del PIB regional en el 2020 dependerá de México y de Brasil. El primero viene de un frenazo ligado a la escasa inversión y las incertidumbres tras el triunfo de Manuel López Obrador y el T-MEC, que pese al acuerdo del 2018 no se firmó hasta de diciembre del año siguiente y aún debe ratificarse por los parlamentos de EE.UU. y Canadá. Brasil salió de la recesión en el 2017 y no logra retomar su potencial de crecimiento. 2. Guerra comercial
El FMI cifró los efectos de la guerra comercial EE.UU.-China, y crecerán el 2020 ocho décimas menos que en el 2018 y arrastrarán consigo al resto del mundo, incluida Latinoamérica, que depende de los flujos internacionales y es muy sensible a la caída de actividad de la economía mundial y del gigante asiático, con el que cada vez tiene más lazos comerciales. Pese a que el acuerdo parcial de diciembre del 2019 ha dejado un buen sabor de boca, la batalla arancelaria es impredecible. 3. Contestación social Las protestas sociales que viven varios países del continente ponen de manifiesto que la política económica no ha sabido o no ha podido extender los beneficios de la estabilidad macroeconómica de los últimos años y crear sociedades más inclusivas y menos desiguales. La contestación puede llevar a los gobiernos a replantearse reformas impopulares y existe riesgo de caer en la parálisis, ahora que la región sale del habitual parón económico y legislativo de los procesos electorales. 4. Divisas La mayor percepción de riesgo debido a la incertidumbre y a las protestas sociales han lastrado la cotización de las monedas locales, que han acelerado su depreciación y, en casos como el de Chile, ha sido necesaria la intervención en el mercado del Banco Central para combatir su caída. Sin embargo, excepto en el caso de Argentina, la inflación está bajo control, lo que deja margen para usar la política monetaria en favor del crecimiento económico, y las tres rebajas de tipos de interés de la Fed durante el 2019, sumadas a la continuidad en la Zona Euro (las tasas del BCE están en 0% desde el 2016) pueden ayudar a hacer más atractivas para los inversores las divisas latinoamericanas. 5. Exportaciones
Las economías de América Latina presentan un alto grado de apertura al exterior. El menor crecimiento mundial del 2019 ha afectado a la demanda y ha hecho mella en las exportaciones de Latinoamérica, que según las últimas previsiones de la Cepal caerán el 2%, lo que contrasta con el alza del 8,3% registrada el 2018.
La esperada mejora económica del 2020 no garantiza un alivio automático de la situación, ya que el mal comportamiento de las exportaciones hasta ahora se explica por la caída de su valor y no por el volumen exportado.
6. Materias primas Una de las principales vías de ingresos son las materias primas que se venden a terceros, como el cobre, los hidrocarburos o los productos agrícolas. Tras un 2019 peor de lo esperado (el índice de precios de las materias primas del FMI cayó entre febrero y agosto del 2019 un 5,5%), las previsiones de los organismos económicos apuntan a que en el 2020 los bajos precios continuarán debido a la menor demanda esperada por el bajo crecimiento global.
7. Cuentas públicas
Los déficits públicos de prácticamente todos los países de América Latina dejan sin margen a los gobiernos para actuar y la política fiscal durante el próximo año se centrará más en mantener las cuentas públicas bajo control que en apoyar el crecimiento. Las deudas públicas no suponen un riesgo elevado salvo en Argentina, que tras el desplome del peso y la dificultad para captar fondos en los mercados por parte del país tuvo que reprogramar el calendario de pagos de su deuda.
8. Inversión
Ante la dificultad presupuestaria para acometer grandes planes de inversión públicos, los países tendrán que ser capaces de generar confianza para atraer al sector privado, tanto nacional como internacional, para que realice inversiones. La colaboración público-privada se va a imponer en el 2020 y es posible que a lo largo del año se reproduzcan en otros países planes como el anunciado en noviembre en México, que pretende movilizar USD 40 000 millones en 147 proyectos.
9. Productividad Según el Banco de Desarrollo regional CAF, en el 2017 los ingresos per cápita del grupo de países más avanzados de la región representaban entre el 20% y el 40% del de EE.UU., cifras que apenas han variado en décadas. Mejorar la productividad es garantía de un mayor crecimiento. Los gobiernos tienen que mejorar las regulaciones sectoriales de forma que garanticen la competencia, fomentar una asignación eficiente de los recursos y luchar contra la economía informal, que afecta a todos los sectores productivos. 10. Mirando al medio plazo Las inversiones en los sistemas educativos e infraestructuras, la incorporación de las nuevas tecnologías y la innovación a la escuela y la empresa o la configuración de instituciones públicas fuertes y respetadas son esenciales para lograr un crecimiento saludable, aunque su rentabilidad no será visible de forma inmediata. Es trabajar a mediano plazo.
La Bolsa de Valores de Nueva York. Los bancos centrales se esfuerzan por dejar de alimentar a los mercados, algunos de los cuales, como Wall Street, vuelan de récord en récord. Foto: AFP
Tras un 2019 que en términos de crecimiento ha ido de más a menos y va a terminar con la economía estancada -el FMI calcula un alza del PIB 0,2% y la Cepal del 0,1%-, América Latina afronta el nuevo año con la esperanza de la recuperación de su PIB, aunque los pronósticos vaticinan que será insuficiente para reducir la brecha con los países desarrollados.
Estos son los principales retos para la región en 2020:
1. Capear la desaceleración
Con Argentina todavía en recesión, la marcha del PIB regional en 2020, que según el FMI crecerá el 1,8%, dependerá de México y Brasil. El primero viene de un frenazo ligado a la escasa inversión y las incertidumbres tras el triunfo de Manuel López Obrador y el T-MEC, que pese al acuerdo de 2018 no se firmó hasta de diciembre del año siguiente y aún debe ratificarse por los parlamentos de EE.UU. y Canadá.
Brasil salió de la recesión en 2017 y no logra retomar su potencial de crecimiento, aunque medidas como la reforma de pensiones, las privatizaciones y liberalización de mercados mejorarán su deuda e impulsarán su economía el próximo año.
2. Guerra comercial
El FMI cifró en octubre pasado los efectos de la guerra comercial: EE.UU. y China crecerán en 2020 ocho décimas menos que en 2018 y arrastrarán consigo al resto del mundo, incluida Latinoamérica, que depende de los flujos internacionales y es muy sensible a la caída de actividad de la economía mundial y del gigante asiático, con el que cada vez tiene más lazos comerciales.
Pese a que el acuerdo parcial de diciembre de 2019 ha dejado un buen sabor de boca en el final del año, la batalla arancelaria es impredecible y puede causar sobresaltos si se reactivan o anuncian nuevas medidas proteccionistas, como ha ocurrido con la intención de Donald Trump de reimplantar las tasas al acero y al aluminio procedente de Argentina y Brasil.
3. Contestación social
Las protestas sociales que viven varios países del continente ponen de manifiesto que la política económica no ha sabido o podido extender los beneficios de la estabilidad macroeconómica de los últimos años y crear sociedades más inclusivas y menos desiguales.
La contestación puede llevar a los gobiernos a replantearse reformas impopulares y existe riesgo de caer en la parálisis ahora que la región sale del habitual parón económico y legislativo de los procesos electorales.
En 2019 Argentina y Bolivia han celebrado elecciones con cambio en el poder en ambos; y han estrenado gobierno Brasil, México (Manuel López Obrador tomó posesión en diciembre de 2018) y, prácticamente, Colombia (Iván Duque accedió al cargo en agosto de 2018).
4. Divisas
La mayor percepción de riesgo debido a la incertidumbre y las protestas sociales han lastrado la cotización de las monedas locales, que han acelerado su depreciación y, en casos como el de Chile, ha sido necesaria la intervención en el mercado del Banco Central para combatir su caída.
Sin embargo, excepto en el caso de Argentina, la inflación está bajo control, lo que deja margen para usar la política monetaria en favor del crecimiento económico, y las tres rebajas de tipos de interés de la Reserva Federal estadounidense (Fed) durante 2019, sumadas a la continuidad en la zona euro (las tasas del BCE están en el 0 % desde 2016) pueden ayudar a hacer más atractivas para los inversores las divisas latinoamericanas. 5. Exportaciones
Las economías de América Latina presentan un alto grado de apertura al exterior. El menor crecimiento mundial de 2019 ha afectado a la demanda y ha hecho mella en las exportaciones de Latinoamérica, que según las últimas previsiones de la Cepal caerán el 2%, lo que contrasta con el alza del 8,3% registrada en 2018.
La esperada mejora económica de 2020 no garantiza un alivio automático de la situación, ya que el mal comportamiento de las exportaciones hasta ahora se explica por la caída de su valor y no por el volumen exportado.
6. Materias primas
Precisamente una de las principales vías de ingresos de América Latina procedentes del exterior son las materias primas que vende en a terceros, como el cobre, los hidrocarburos o los productos agrícolas.
Tras un 2019 peor de lo esperado (el índice de precios de las materias primas del FMI cayó entre febrero y agosto de 2019 un 5,5%), las previsiones de los organismos económicos apuntan a que en 2020 los bajos precios continuarán debido a la menor demanda esperada por el bajo crecimiento global.
7. Cuentas públicas
Los déficit públicos de prácticamente todos los países de América Latina dejan sin margen a los gobiernos para actuar y la política fiscal durante el próximo año se centrará más en mantener las cuentas públicas bajo control que en apoyar el crecimiento.
Las deudas públicas de la región no suponen un riesgo elevado salvo en Argentina, que tras el desplome del peso y la dificultad para captar fondos en los mercados por parte del país tuvo que reprogramar el calendario de pagos de su deuda.
8. Inversión
Ante la dificultad presupuestaria para acometer grandes planes de inversión públicos, los países tendrán que ser capaces de generar confianza para atraer al sector privado, tanto nacional como internacional, para que realice inversiones.
La colaboración público-privada se va a imponer en 2020 y es posible que a lo largo del año se reproduzcan en otros países planes como el anunciado en noviembre pasado en México, que pretende movilizar unos USD 40 000 millones en 147 proyectos de infraestructuras.
9. Productividad
Los países latinoamericanos tienen un problema histórico de productividad y la región no avanza en este aspecto. Según un estudio del Banco de Desarrollo regional CAF, en 2017 los ingresos per cápita del grupo de países más avanzados de la región representaban entre el 20% y el 40% del de EE.UU., cifras que apenas han variado en décadas.
Mejorar la productividad es garantía de un mayor crecimiento. Los gobiernos tienen que mejorar las regulaciones sectoriales de forma que garanticen la competencia, fomentar una asignación eficiente de los recursos y luchar contra la economía informal, que afecta a todos los sectores productivos.
10. Mirando al medio plazo
Es habitual que en la lista de recomendaciones para la región de los organismos económicos Latinoamérica figuren desde hace años una serie de cuestiones en las que trabajar a medio y largo plazo para explotar todo el potencial que tienen los países.
Las inversiones en los sistemas educativos e infraestructuras, la incorporación de las nuevas tecnologías y la innovación a la escuela y la empresa o la configuración de instituciones públicas fuertes y respetadas son esenciales para lograr un crecimiento saludable, aunque su rentabilidad no será visible de forma inmediata.
Imagen del 27 de octubre de 2019, en Santiago de Chile. Las protestas sociales que viven varios países de Latinoamérica ponen de manifiesto que la política económica no ha sabido extender los beneficios de la estabilidad macroeconómica de los últimos años y crear sociedades más inclusivas y menos desiguales. Foto: archivo / EFE
El ecuatoriano Diego Fabara es el nuevo Jefe Global de Riesgo de Visa, en Nueva York. Antes ocupó altos cargos en el mundo financiero como la Presidencia de The Global Banking Group de American Express, entre otros. LÍDERES conversó con Fabara vía correo electrónico sobre su carrera, los retos que ha enfrentado y el valor de la formación académica.
¿Cuáles son sus tareas en este nuevo cargo? Como Jefe Global de Riesgo de Visa (Chief Risk Officer, CRO, por sus siglas en inglés) soy responsable de mantener la integridad del sistema de pagos Visa y nuestra reputación de liderazgo a la vanguardia de la industria de pagos. Asimismo, trabajo de manera muy cercana con agencias reguladoras y me ocupo, junto a mi equipo global de trabajo, de proteger los activos de Visa de pérdidas inesperadas. Bajo este rol, estoy a cargo de impulsar tendencias de pensamiento y liderazgo en seguridad de pagos con el objetivo de ofrecer servicios de primer orden para prevenir, detectar y mitigar el impacto de ataques fraudulentos en nuestros clientes y otras partes interesadas del sistema de pagos.
¿Cuál ha sido su plan profesional para ir escalando en el mundo financiero a escala mundial? Mi desarrollo profesional siempre ha estado basado en seguir oportunidades laborales que me apasionen. En este caso, tener la inmensa oportunidad de dirigir la función de riesgo a escala mundial de la red de pagos más grande del mundo es un honor y un importante logro en mi carrera.
¿Cuáles han sido los retos más grandes de su carrera hasta el momento?
Probablemente, la crisis financiera del 2008 y el 2009 en la cual los mercados mundiales colapsaron y el capital líquido en el mercado casi ni existía. Esta crisis la pasé cuando era Presidente de Operaciones del Banco Barclays en Londres. La crisis fue muy dura y afectó a todos los segmentos del banco desde el Banco Privado hasta el grupo de tarjetas de crédito.
Las carpetas en mora excedieron el 20% y las pérdidas diarias eran en millones de libras esterlinas. Esta crisis definitivamente me probó como líder de una institución mundial como lo es Barclays, donde tuve que tomar decisiones muy duras, como por ejemplo, llevar a cabo reestructuraciones en el personal del banco. Al final de esta experiencia, el banco recuperó su posición en liquidez y las pérdidas fueron normalizadas. Esto requirió un arduo trabajo, pero aprendí mucho sobre cómo funcionan los mercados mundiales.
Diego Fabara cree que el Ecuador tiene buenas perspectivas, aunque tome un tiempo de maduración. Foto: cortesía
¿Qué requisitos se exigen hoy en la industria financiera, en comparación con los requisitos de hace 5 o 10 años?
Haciendo referencia a mi área de concentración, la industria ha cambiado mucho, los sistemas de riesgo operan con tecnología de punta con sistemas que utilizan plataformas de ‘machine learning’, hardware optimizado con inteligencia artificial, sistemas biométricos, procesamiento de lenguaje natural, por nombrar algunas. Básicamente, la industria ha dado un salto grande en términos del tipo de modernización que existe. Al mismo tiempo, las demandas regulatorias han cambiado muchísimo para dar más solidez a los mercados mundiales.
¿Cuánto incide la formación académica?
Influye mucho. Sin embargo, en mi caso no tuve una preparación académica tradicional. Gran parte de mi formación ha estado basada en cursos que he tomado a lo largo de mi carrera. La mayoría de estos cursos de preparación fueron ofrecidos por los diferentes bancos en los que he laborado, los cuales han cubierto áreas como estrategia de capitales y liquidez, operaciones bancarias, y entrenamientos para liderar grupos numerosos de trabajo.
¿Qué consejos se anima a dar a los jóvenes que ahora están formándose?
El principal consejo que daría a mis compatriotas que están en sus años formativos es que sigan sus sueños. Nada es imposible si se pone el interés, la dedicación, la disciplina y la pasión necesarias, todas características que nos distinguen a los ecuatorianos. Otro consejo que les daría es que todos tenemos que entender que para triunfar muchas veces también hay que probar la derrota. Todas las caídas deben ser tomadas como oportunidades de aprendizaje y crecimiento tanto profesional como personal.
Hablando ya del mundo financiero, ¿qué panorama se puede esperar para el 2020 en las actuales circunstancias de la economía mundial?
El Banco Federal de Chicago ha pronosticado con mucha precisión las últimas cinco crisis financieras y en este caso ya se proyecta una desaceleración económica, pero no una crisis. El sistema bancario internacional se ha fortalecido mucho en la última década, esto es producto del cambio regulatorio en reservas bancarias. En mi opinión la economía va a tener una desaceleración pero nada como lo que se vio en el 2008 y el 2009.
¿Qué oportunidades existen para Ecuador en este contexto económico mundial?
Ecuador es un país con muchos recursos naturales y con un contingente de profesionales muy capacitados, estos son los ingredientes necesarios para que un país salga adelante. Espero que la economía ecuatoriana se estabilice en tal forma que el índice de riesgo del país baje para que la inversión externa sea más fluida.
Diego Fabara cree que el Ecuador tiene buenas perspectivas, aunque tome un tiempo de maduración. Foto: cortesía