Etiqueta: ropa

  • La competencia crece en el área de lencería

    Redacción Quito

    Comodidad, diseño, elegancia, sensualidad y precio. En esas cinco características se fijan las mujeres a la hora de comprar lencería o ropa interior.

    Eso lo sostienen mujeres consultadas, así como representantes de marcas de lencería, cadenas comerciales y locales que ofertan este producto a escala nacional. “Es un producto delicado, por llamarlo de alguna manera”, sostiene Fernanda Riera, una joven profesional de 29 años. “Lo más importante -añade- es que la prenda me guste y me haga sentir cómoda. Luego me fijo en el precio”.

    Al recorrer tiendas de lencería se observa que la promoción del producto es clave. En estos espacios sobresalen maniquíes y fotografías de modelos luciendo brasieres y panties. En cadenas como De Prati o Megamaxi se observa una decoración similar; además, la sección de ropa interior de mujer ocupa cada vez más metros cuadrados de espacio.

    Pamela Giménez, representante de la división ropa interior damas de Almacenes De Prati, comenta que la cliente de la cadena es una mujer generalmente entre 20 y 35 años, de estrato económico medio. “Es una consumidora que busca más comodidad que moda, aunque ya está empezando a probar más opciones en cuanto a colores y siluetas”.

    Esta cadena oferta marcas en su mayoría importadas (Laura, St. Even, Pettacci, Options, Ángel, Coqueta y Brick). La única marca nacional que ofrece es Salomé.

    En Corporación Favorita (Megamaxi), la compradora de lencería se divide en dos grupos: uno es el de las mujeres que buscan moda y que se dejan guiar fácilmente por las tendencias. En el segundo grupo se encuentran mujeres conservadoras que buscan comodidad y control de su cuerpo. En Megamaxi, el 60% de los proveedores son nacionales y el 40% son extranjeros. “En los últimos dos años los nacionales han tomado mayor protagonismo, no solo en ropa interior, sino en la categoría ropa en general”, sostiene una fuente consultada de Corporación Favorita.

    Este cambio obedece a que la industria nacional ofrece cada vez mayor calidad en estas prendas. Así lo sostiene Diego Alfaro, gerente de la empresa Lenfisa, que confecciona lencería que exporta a Costa Rica desde noviembre del 2012. Riera, como consumidora, confirma lo dicho: “no me fijo en que si la prenda es ecuatoriana o importada, sino en el diseño y los materiales”.

    Alfaro añade que en lencería el cliente todavía prefiere el producto colombiano, pero en calidad estamos igual. “Lo que pasa es que el consumidor aún tiene la percepción que lo de afuera es mejor”.

    Un dato más: en el mercado se encuentran cerca de 15 marcas reconocidas, entre nacionales y extranjeras.

    La marca colombiana Bésame es una de las protagonistas de este segmento. Está en el país desde hace un año y medio y ha tenido una respuesta favorable. Adriana Galárraga, directora de mercadeo, cuenta que una de sus fortalezas es renovar los diseños cada cuatro o cinco meses. “Nuestras clientes en Ecuador son mujeres con edades entre 18 y 40 años, de estratos medio y alto”.

    Galárraga cuenta que la marca, con 25 años a escala internacional, entró a competir en Ecuador con precios cómodos y productos de calidad. “En el primer año de operaciones en el Ecuador las ventas crecieron un 30%”.

    Algunos datos de la comercialización

    En Corporación Favorita.  El año pasado, las ventas de proveedores nacionales creció un 10,12% frente al 2011. Entre las marcas importadas el crecimiento anual fue de 28,28%.

    Los precios.  En el mercado ecuatoriano se encuentran brasier desde USD 22 y panties desde 11, en lo que son marcas importadas. También se encuentran conjuntos que oscilan entre USD 50 y 80.

    Las temporadas altas.   El Día de la Madre, el Día del Amor y la Amistad y la Navidad son las temporadas en las cuales la demanda de lencería aumenta.

    El origen del producto.   En el mercado ecuatoriano se encuentran principalmente prendas colombianas. También hay las confeccionadas en Perú, España, China… Estas compiten con las marcas ecuatorianas.

    Ventas en línea.  Tiendas como Amorame, ubicada en el norte de Quito, ofrecen catálogos en línea, en el que se incluyen los precios. Además, se encargan del envío de la mercadería al domicilio del cliente.

  • El tejido artesanal da abrigo a este negocio

    Redacción Quito

    En la parroquia Libertad, en Carchi, el tejido artesanal es una actividad que se hereda en las familias. La familia de Rosa Elvira Quelal es parte de esa tradición.

    Ella tejía desde pequeña y conocía a otras artesanas que hacían lo mismo. Con ellas fundó la Asociación Nuevo Impacto de Jóvenes, en la que colaboraban 14 tejedoras, con ella a la cabeza.

    A finales del 2009, en busca de financiamiento, presentó -como persona natural- un proyecto para la elaboración de ropa artesanal; participó por los fondos concursables que otorgaba entonces el Ministerio de Cultura. Un año más tarde, Quelal recibió USD 6 000 para comenzar su emprendimiento.

    Así, en enero del 2011 fundó Nortexma. El dinero que recibió lo usó para comprar una computadora, una máquina recubridora, una cosedora overlock y una máquina recta, que sirve para la confección de prendas de vestir. Ese mismo año empezó a participar en ferias artesanales del Carchi. Los pedidos empezaron a llegar.

    Entre ellos, recuerda una primera venta de 900 pares de mitones (guantes sin dedos) a un canadiense. «Ese fue un buen impulso para mi negocio. El tejido a mano es apreciado por los turistas».

    Con las ventas en las ferias de artesanía llegó a facturar USD 8 000 en el 2011, por lo que buscó ampliar su catálogo de productos. En este proceso se asoció con su tía, Mónica Ortiz, que tenía cuatro máquinas de tejido.

    Tras esa asociación, el negocio abrió un taller en Ibarra. Las prendas de lana y algodón se siguen fabricando en Carchi.

    Mientras el negocio crecía, esta emprendedora ingresó en el Instituto Tecnológico Superior José Chiriboga Grijalva para estudiar Diseño, Moda y Pasarela. Con los conocimientos adquiridos se animó a comercializar ropa de trabajo como chaquetas, overoles y chalecos bordados para empresas; también empezó a confeccionar uniformes escolares, gorras… Entre sus clientes figuran los colegios Eloy Alfaro y Albornoz Sánchez, en Ibarra; también la Mutualista Imbabura, que compra chaquetas del uniforme, según cuenta Víctor Hugo Navarrete, vocero de la entidad. «La calidad de los productos es muy buena», dice.

    En enero de este año Nortexma incursionó en la confección de ropa formal para instituciones. Esta sería su tercera línea de productos, luego de la confección de uniformes y las prendas de lana. Todo se fabrica bajo pedido y la venta de sus productos le han permitido facturar hasta USD 12 000 al mes en lo que va de este año.

    Las prendas de lana siguen siendo una línea importante en Nortexma y representan el 30% de las ventas. La calidad del trabajo de las artesanas que laboran con Quelal fue reconocida también en Cuenca, por lo que tendrán un espacio para su comercialización en el Centro Interamericano de Artesanía del Ecuador (Cidap), en la feria que organiza el centro durante las fiestas de noviembre.

    Cayetana Estrella, del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (Cidap), en Cuenca, destaca también el trabajo de esta empresa. «La confección de tejido artesanal es una actividad que hay que rescatarla. Por eso es importante contar con una empresa que elabore estos productos».13 artesanas son parte del equipo de este negocio

  • La costura se mueve entre el taller y las redes sociales

    Redacción Guayaquil

    Un estilo casual, urbano, colorido y romántico caracteriza a las prendas de Dear One. Esta microempresa porteña comercializa blusas, shorts, vestidos, leggings, faldas y más a través de la página web www.shopdearone.com.

    ¿Cómo funciona? Los pedidos se receptan en el portal, en el que se puede cancelar con tarjeta de crédito o débito, mediante el sistema 2Checkout. El comprador recibe el pedido entre 24 y 48 horas después. Las entregas se realizan a través de Servientrega, en todo el país.

    Por ejemplo, Yasmine Gil compró un vestido desde San Cristóbal (Galápagos), luego de conocer la marca en una publicación de un medio local. «Me pareció original el diseño y realicé la compra. El paquete me llegó a los dos días».

    La mentalizadora de Dear One es la guayaquileña Nathali Prado, quien realiza los diseños de estas piezas en las que resaltan los colores, encajes y detalles. Sus bosquejos son materializados por dos costureras que trabajan en el taller y showroom de la marca, ubicado en el kilómetro 12,5 de la vía a Samborondón.

    Desde el sitio, se venden unas 30 prendas al mes, lo que le genera a Prado ingresos mensuales de unos USD 1 000. Esta emprendedora cuenta que su sueño era tener una empresa propia. «Por eso me capacité en diversas ramas». Se refiere a sus estudios realizados en Diseño de Modas en el instituto Eurodiseño de Guayaquil; de Diseño Gráfico en la Universidad Santa María; y Relaciones Públicas en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL). De esta última carrera, está egresada.

    La idea del negocio la concretó en octubre del 2011. En ese año realizó un estudio de mercado. Luego creó la marca y definió la línea gráfica y estrategia del negocio.

    Más tarde, a mediados del año pasado, empezó a producir prendas y lanzó la primera colección, compuesta por 30 diseños. Para ello realizó una inversión de casi USD 2 000, que destinó a la compra de una máquina de coser ‘overlock’.

    Inicialmente las ventas las realizaba a través de las redes sociales Facebook y Twitter. A la par diseñó la página web, que creó con ayuda de un programador. Y en diciembre anterior empezó a funcionar el portal de Dear One.

    Otras redes sociales que le han ayudado a promocionarse -afirma- son Instagram, Pinterest y Tumblr. También se ha dado a conocer con la participación en showrooms y ferias como el Mercadillo.

    En uno de estos eventos, Dennys Rendón conoció la marca. Ahora es una cliente frecuente: ha comprado más de diez piezas. «Lo mejor de todo es que son prendas originales que se pueden utilizar a diario».

    El mercado

    El target. El nicho son mujeres de entre 25 y 42 años que gusten de la moda. El valor de las prendas oscila entre los USD 28 y 40.

    Las tallas. La ropa está disponible en tallas S y M. Realiza talla L bajo pedido.

  • Lo urbano y lo vintage se enlazan en estos diseños

    Redacción Guayaquil

    Cuando Christhian Armijos retornó a Ecuador, hace dos años, lo hizo con la idea de crear su propia marca de ropa. Este diseñador ecuatoriano que estudió, durante ocho años en la Universidad de Palermo (Argentina), Diseño de Modas se abre espacio en la moda nacional. Armijos bautizó a su marca como Joaquín Lapin y tiene un conejo en blanco y negro como logotipo.

    A Armijos sus amigos le dicen Joaquín y además es el nombre de su abuelo, y lapin significa conejo en francés.

    Este diseñador confecciona prendas con tela nacional y confiesa que se inclina más por el estilo de la moda europea. En sus prensas fusiona el diseño urbano con la tendencia vintage (retro o antiguo). «Mis creaciones están fuertemente inspiradas por la moda, especialmente la de los años 50 y 60», expresa el diseñador.

    Su primera colección la lanzó a inicios de años y la denominó Vamos al páramo pero llevemos al gato. Esta colección de 24 prendas que incluye vestidos, pantalones para mujer, chaquetas, blusas, camisas y camisetas estampadas tiene un toque de fantasía y estampados como el ‘polka dot’.

    En dos de estas prendas se fijó Jackie Loza, quien contactó a Armijos por la red social Facebook. «Me llamó la atención porque son prendas vanguardistas e innovadoras que no ves muy a menudo en las calles de la ciudad», indica Loza.

    Armijos prepara su segunda colección. En esta presentará ropa para la playa y trajes de baño. «Me estoy inspirando en las tribus, en la selva, en las frutas tropicales para presentar algo fresco y que sea del agrado de todos», señala.

    El emprendedor invirtió USD 5 000 que obtuvo de un préstamo familiar.

    Con ello compró telas, botones, hilos, tres máquinas de coser y una máquina para estampado. Su taller funciona en su casa, en el las paredes están adornadas de sus creaciones que primero plasma en un papel y luego confecciona.

    Fabricar una prenda le toma de dos días a un semana desde la concepción del diseño hasta que logra coserla y perfeccionar la prenda. «Diseñar los modelos se me da muy fácil, pero soy perfeccionista y busco crear las prendas como las he imaginado», confiesa el diseñador.

    Laura Rodríguez adquirió uno de los vestidos del diseñador. «Fui una vez a la feria La Placita y me enamoré de los diseños porque reflejan comodidad», indica.

    Este negocio factura mensualmente alrededor de USD 700. En tres semanas, la marca Joaquín Lapin tiene previsto abrir un local en Montañita (Santa Elena). «Ese lugar es una vitrina, mis prendas pueden llegar al exterior y es un buen referente para conquistar el mercado de la moda nacional», dice Armijos.

    Diseño y confección Materia prima. 
    Las telas que usa para sus creaciones son de origen nacional.Estampados. La línea de camisetas tiene estampados que él mismo diseña en su computadora. Los gatos fueron protagonista de la primera colección.

  • ‘El estilo es esencial en el diseño de moda’

    Alan Beltrán, Asesor de imagen y Diseñador

    El Especialista

    La moda no es producir prendas en grandes cantidades; es crear y diseñar algo que de alguna manera sea exclusivo. Para generar tendencias en moda es necesario contar con creaciones, no adaptaciones, y se necesita un mercado que aprecie eso.

    En Ecuador, las personas no están acostumbradas a usar ropa de diseñador. Y eso se ve demostrado en que, por ejemplo, la moda internacional llega al país con unos dos meses de retraso.

    Muchas veces los diseñadores no crean. Lo que se hace en el país es tomar las tendencias de afuera y adaptarlas al medio. Pero los cambios son significativos, pues se cambia la materia prima, principalmente.

    Las creaciones de los diseñadores ecuatorianos es variada, pero va ligada a las tendencias internacionales. Por ejemplo, ahora en el país está de moda la randa (encajes), pero en otros países eso estuvo de moda hace un año y medio. No podemos decir que los diseñadores ecuatorianos no tienen talento, pero se dejan influenciar por lo que ya está creado.

    Algo positivo es que en Ecuador cada vez más diseñadores y personas se atreven a lanzar su propia marca de ropa, calzado o accesorios. Eso es importante, y se nota un cambio, pues los emprendedores que tienen gusto por la moda ya no invierten en adquirir franquicias o marcas, sino que también invierten en crear y producir aquí en el país.

    Esta tendencia se dio desde hace un par de años, no solo en el campo del diseño, sino de la moda en general. Aún falta que la mujer ecuatoriana rompa estereotipos, porque todavía prefiere lo común. Muchas ideas de diseñadores ecuatorianos no prosperan, porque no son del gusto de las mujeres del país. Falta atreverse y dejar de usar lo sencillo.

    Un diseñador no necesariamente debe haberse graduado en las mejores escuelas para ser bueno. Un diseñador que aspire a marcar tendencias en la moda nacional debe tener pasión y atreverse. Lo importante es que un diseñador tiene que marcar su propio estilo, de manera que si alguien ve una prenda, pueda reconocer inmediatamente al diseñador y a la marca. A nivel internacional las marcas Prada o Gucci se reconocen, y llevan instantáneamente a pensar en moda.

    En Ecuador ya podemos señalar y pensar en diseñadores como referente.

    «En Ecuador  ya podemos señalar y pensar en diseñadores como referente de la moda y el diseño de accesorios.»

  • Denisse Cabrera fusiona el diseño y lo social

    Sebastián Angulo Redacción Quito / LÍDERES

    El estereotipo determina que la moda y el mundo intelectual no pueden ir de la mano. Pero Denisse Cabrera siempre rompió esquemas. De hecho, esa fue la clave para que sea una protagonista en el mundo de la moda.

    Esta quiteña, en el 2009, ganó el concurso internacional de la marca estadounidense de ropa USTrendy, en el que participaron unos 7 000 diseñadores independientes de todo el mundo. También ha sido parte del equipo de trabajo de la revista especializada en moda Vogue, de París (Francia), y realizó producciones para publicaciones similares como Elle y L´Officiel.

    Pero la otra faceta de Cabrera es la de una socióloga vinculada con la ayuda social. Actualmente, ocupa el cargo de Directora de Asuntos Internacionales, en la Secretaria Técnica de Discapacidades de la Vicepresidencia de la República.

    Su llegada a esas instancias no fue fortuita. Entre su experiencia cuenta con una pasantía en la Oficina Comercial de Ecuador en Francia, o haber colaborado en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en el 2011. Aunque la sociología y la moda parecen incompatibles, Cabrera ha sabido combinar estas dos actividades, incluso, ha tratado de darle un enfoque distinto a sus dos pasiones.

    Su gusto por el diseño nació cuando tenía unos 8 años de edad. En esa época ya comenzaba o bosquejar garabatos en cuadernos y también los juegos con telas y tijeras estaban presentes. La parte creativa, intuye Cabrera, la heredó de su madre, Susana Jaramillo Varea.

    Pero cuando terminó la secundaria, en el Colegio La Condamine, en el 2003, viajó a Francia para estudiar lenguas aplicadas a los intercambios internacionales. La ilusión por esta profesión duró un año y regresó a Ecuador para seguir Sociología y Ciencias Políticas en la Universidad Católica de Quito (PUCE). Se inclinó por esa carrera debido al legado de su padre, Juan José Cabrera Arias, de origen panameño y diplomático de carrera.

    Ya en la universidad, su gusto por la moda no se disipó. Al contrario, tomó mayor fuerza, por lo que ingresó al curso de diseño que imparte la Cámara de la Pequeña Industria de Pichincha (Capeipi).

    Sebastián Yerovi asistió a la PUCE y compartió las aulas con Cabrera. Recuerda que ciertos compañeros y profesores «la veían con algo de escepticismo», suponían que se había equivocado de carrera. «No podía estudiar las dos a la vez, porque estas profesiones, de alguna manera, son antagónicas», añade.

    Yerovi, quien ahora cursa su maestría en Relaciones Internacionales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), cuenta que a pesar de las dudas que generaba, los compañeros la miraban como alguien sociable y una buena compañera.

    Luego de incorporarse como diseñadora de modas en el 2008, y socióloga un año después, trabajó en el Ministerio de Salud y al mismo tiempo abrió su tienda-estudio en la av. República de El Salvador (norte de Quito), que llevaba su propio nombre como marca.

    Belén Rodríguez es su amiga desde hace 10 años. Entre risas, asegura que siempre comentaban con sus hermanos de cómo Cabrera se daba tiempo para incursionar en diferentes proyectos. «Ella ha manejado bien su tiempo, por ello ha logrado ser quien ahora es».

    Durante el 2009 realizó un diplomado, a distancia, en Gestión Cultural en la Universidad de Chile. Luego de cumplir ese programa, al finalizar ese año regresó a Francia. Esta vez, para estudiar una maestría en Negocios Internacionales en la Escuela de Altos Estudios Internacionales y Políticos, (HEI HEP, por sus siglas en francés).

    La vida en París también le sirvió para vincularse con afamados diseñadores. Gracias a su amistad con Koby Boafo, fotógrafo de moda, participó en producciones de marcas como Christian Dior, Wunderkind y Christian Lacroix. Su estancia en Francia se extendió hasta el 2010. En ese año estudió una maestría en Derecho Económico en la Sorbona.

    Luego de 2 años de preparación académica y roce con marcas y pasarelas regresó a Ecuador. En el 2012 se casó con José Ricardo Peralta, con el que emprendió su negocio de moda. Se llama BOEM, una palabra que busca fusionar lo bohemio y burgués. Con una inversión de unos USD 6 000 crearon su marca y acondicionaron una casa patrimonial en Cumbayá (nororiente de Quito).

    El negocio pretende conjugar la confección de prendas de buena calidad y el comercio justo. Para ello contrata a emprendedoras de la ciudad para la maquilación de los textiles.

    Verónica Criollo es una de las costureras que trabaja para BOEM. Ella comenta que Cabrera le pide confeccionar diseños especiales. Criollo también realiza sugerencias y así se cosen vestidos, chaquetas y más. «Denisse es humilde y cordial. Hacemos un buen equipo».

    En los tiempos libres, Cabrera disfruta de su música preferida: el indie-rock. Salir a trotar y pasear con Milo y Coco, un labrador y un bulldog francés, también son parte de sus fines de semana.

  • En cada prenda ofrece su asesoramiento personal

    Redacción Guayaquil

    Alan Beltrán es ‘personal shopper’ (asesor personal de compras) y bloguero de modas. En el 2011 ideó crear una marca con propuestas diferentes de vestimenta para las mujeres en el país. La iniciativa tomó forma a mediados de este año, cuando se asoció con su amigo Ronny Apolinario y crearon Muse, en agosto.

    La marca diseña, confecciona y comercializa prendas como pantalones, tops, blusas, faldas, vestidos, kimonos, shorts… de diseños originales, creados con insumos nacionales.

    El concepto de la marca es delicado y original, según Grace Rodríguez. Ella ha comprado más de cinco piezas, entre ellas dos blusas. Para esta amante de la moda, Muse crea prendas que le permiten complementar su estilo. «Me gustan los estampados de las blusas y mezclarlas con otras marcas y accesorios para darle un ‘look’ diferente a mi ‘outfit». Rodríguez agrega que la calidad es excelente.

    El precio de las piezas oscila entre los USD 28 y 45. Al mes, Muse vende aproximadamente unas 60 prendas. Para la producción de las piezas, los emprendedores trabajan con tres costureras.

    Una de las estrategias de venta de Muse es la asesoría personalizada. La experiencia de Beltrán en esta área es un valor agregado para las clientas que deseen sugerencias acerca de la vestimenta más adecuada para ellas. Él les asesora sobre qué vestir, con base en su cuerpo, gustos, color de piel…

    Para ello, crearon un showroom, donde atienden a las clientas previa cita. El sitio está ubicado en el sector de Urdesa Norte, en Guayaquil.

    Hasta ahora, Muse ha lanzado tres colecciones de 25 ‘outfits’ cada una. La primera consistió en prendas de tonos neutros, como el blanco y negro. La segunda tuvo una propuesta de ropa más atrevida, con colores más vivos y diseños más osados. La última colección, que Apolinario y Beltrán promocionan este mes, utiliza la tela de randa como material principal.

    Un diferenciador de las prendas de Muse, además del diseño único, es la comodidad. Es la opinión de Raquel Escobar, clienta frecuente de la marca. Escobar dice que las piezas estilizan su silueta y le dan un ‘look’ descomplicado, sin perder el estilo. «Son diseños que no se encuentran en los malls». Además, indica que los precios son asequibles y la calidad del acabado es buena.

    El negocio Las ventas. También se realizan bajo pedido, a través de las redes sociales como Instagram, con entregas a todo el Ecuador.

    La proyección. Expandirse a otras provincias como Manabí y El Oro es uno de los proyectos para el próximo año.

  • Creó su propia marca de ropa tras 14 años en la publicidad

    Redacción Quito

    Luego de 14 años en el mundo del diseño y confección de moda decidió crear su propia marca de ropa. Gabriela Villacís ha participado en la elaboración de vestuario publicitario y cinematográfico, para ‘spots’ de Movistar, Tame o producciones de Vértigo Films. También colaboró en el filme ‘Qué tan lejos’, de Tania Hermida.

    La búsqueda de más tiempo, debido a la maternidad, hizo que Villacís, una quiteña que estudió Artes en la Universidad Católica de Quito, decida emprender su negocio.

    Con telas de anteriores proyectos, Villacís elaboró una primera colección de ropa para mujer. El nombre que decidió fue Birú, que se deriva de su sobrenombre ‘Gabirú’, como le llaman sus amigos. Con una inversión de USD 2 000, Villacís elaboró 22 prendas y lanzó su marca este mes. Ya vendió 18 prendas y ha facturado USD 1 000.

    El concepto de Birú es ropa artesanal de corte clásico, inspirada en moda de mediados del siglo pasado. Pero a la hora de crear, para Villacís también es esencial escuchar música. Por ello, agrupaciones o cantantes como Depeche Mode, Nine Inch Nails, Joy Division, Natalia Lafurcade, Lila Down, entre otros, suenan mientras confecciona las prendas. Por ello, define a su target como, mujeres que están entre los 25 y 50 años, que gustan de la moda alternativa y prefieren crear su propio estilo, con exclusividad.

    Entre los materiales que incluye para sus creaciones también está ropa usada en buen estado -que luego de un proceso riguroso de limpieza- y con algunos cortes y apliques vuelven a tener vida y estilo.

    En cada diseño y confección se puede demorar unos dos días en su taller, ubicado en el norte de Quito. Las materias primas, como hilos y telas, los obtiene en tiendas del Centro de la ciudad y también del reciclaje. Con los retazos de tela sobrantes, manufactura accesorios, como estuches para tabletas y celulares.

    Cristina Burneo, una de sus clientas, señala que la propuesta de Birú es interesante debido al uso de telas recicladas, aprovechamiento de materiales no tradicionales. Esta catedrática universitaria comenta que los lanzamientos de sus colecciones de ropa son interesantes, debido a que incluye música en vivo o presentaciones de DJ.

    Soledad Varea, antropóloga, cuenta que ella elige a Birú porque el negocio tiene una visión ecologista, al usar telas recicladas. «A pesar de usar materiales reciclados, el acabado es perfecto y exclusivo», añade. Mientras que la artista Carolina Leguísamo, visual, asegura que la atención de Villacís es personalizada y por eso elige Birú.

    La distribución
    En la web.  Birú se promociona en Facebook. A través de este medio los clientes pueden realizar sus pedidos.Un local.  La marca también se comercializa en la tienda La Caprichosa, en La Floresta (centro-norte de Quito).USD 1 000 es la facturación mensual promedio

  • El diseño y lo urbano se unen en dos marcas

    Redacción Quito (I)

    Diseños originales, colores vivos y telas de alta calidad es lo que buscaban Carolina Jaramillo y Juan Pablo Naranjo para sus marcas de ropa.

    Y así lo hicieron. En el 2012, Jaramillo, diseñadora de modas, lanzó su marca de ropa para mujer Petunia. Su portafolio incluía ‘leggins’, vestidos, ‘tops’, entre otras prendas. Para lograrlo, invirtió unos USD 5 000, que destinó a la adquisición de materiales para la confección, imagen de la marca, entre otros.

    En ese entonces, sus canales de distribución eran ferias de diseñadores independientes, bazares, etc. Jaramillo señala que su público objetivo son mujeres de clase media-alta, sobre todo jóvenes, que buscan diseños alternativos y exclusivos.

    También define a su marca como «divertida, cómoda, retro y muy femenina».

    Pero hace un mes, ella se asoció con Juan Pablo Naranjo, su novio, para crear Kamikaze, una línea de ropa para hombre. Naranjo, diseñador gráfico, comenta que en el mercado nacional no existe una oferta de indumentaria para hombre, «porque no tienen mucho de donde escoger, a menos que busquen algo tradicional en el centro comercial».

    Por ello, invirtieron unos USD 3 000 para colocar en el mercado la primera colección de la marca, que consta de camisetas y ‘hoodies’ (chompas con capucha).

    Al mes, estas dos marcas facturan unos USD 400 y 500, en los meses de menor demanda, y cuando asisten a ferias el monto puede ascender a 1 200.

    Gina Navas, fotógrafa, es una de las clientas de Petunia. Ella comenta que adquiere las prendas desde hace un año y destaca su calidad y los diseños. En ello coincide Galo Enríquez, diseñador gráfico y cliente de Kamikaze.

    Las prendas

    La materia prima. Las camisetas son de tela de algodón importado.

    La manufactura. Los diseños los realizan Jaramillo y Naranjo; la confección, costureras de la ciudad.

    Nuevos productos. En las próximas semanas incluirán diseños elaborados por sus clientes.