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  • El sabor de las comidas se realza con sus productos

    Redacción Quito, (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Conseguir que un nuevo proyecto se concrete en medio de la pandemia fue el reto que superó María del Carmen Grijalva. Lo hizo a través de Grial Food & Kitchen, iniciativa que da valor agregado a su empresa original.

    En el 2003 su madre, María del Carmen Álvarez, inició Grijalvarez, bajo la marca Grial. Este es un negocio dedicado a la producción de alimentos, que incluyen encurtidos, mermeladas, conservas…

    Tras el deceso de la propietaria, el negocio pasó a manos de sus hijas. Grijalva es ahora la gerenta general y relata que desde siempre su familia estuvo involucrada en el mundo de la gastronomía. “La marca nació en la casa. Mi mamá fue una persona que inició con el tema de la cocina profesional hace más de 30 años”, comenta.

    La empresa nació con la idea de crear una línea de conservas que permitiera facilitar la preparación y mejorar los sabores de las comidas. Grijalva explica que son productos sanos y de calidad.

    Una inversión de USD 200 permitió iniciar esta firma. El primer producto que se lanzó al mercado fue la guarnición de tomates secos en aceite de oliva; actualmente, la empresa cuenta con 17 artículos.

    Su portal web muestra mermeladas de pulpa de mora, naranja, mora y frutilla, y naranja y piña. En el segmento de alimentos de sal se encuentran pickles, conservas de berenjena en aceite vegetal, alcachofas con champiñones, salsa de pesto, pimientos morrones y más.

    Los productos, combinados con otros alimentos, permiten realzar el sabor de cualquier plato. Por ejemplo, si a una ensalada se le aumentan los tomates con aceite de oliva se hace visualmente más atractiva y cambia completamente la sensación en el paladar.

    Para la empresa, además, la innovación debe ser permanente, con el fin de responder a las necesidades de los consumidores. Al comprender que en esta época hay menos tiempo para cocinar, desarrolló y lanzó una línea de productos refrigerados entre los que están tortilla española, tamales, dulce de babaco con jengibre, dulce de tomate con jengibre.

    En la planta de la Mitad del Mundo, las trabajadoras se encargan del procesamiento de tomates en aceite de oliva, el producto estrella del negocio. Fotos: Diego Pallero y Vicente Costales
    En la planta de la Mitad del Mundo, las trabajadoras se encargan del procesamiento de tomates en aceite de oliva, el producto estrella del negocio. Fotos: Diego Pallero y Vicente Costales

    Actualmente, los productos se los elabora en una planta de producción, ubicada en el sector de la Mitad del Mundo. La mayoría de procesos son artesanales; el 60% de la producción se concentra en el tomate con aceite de oliva.

    A finales del próximo año busca exportar a países de la región.

    En la actualidad, Grial llega con su oferta a 25 puntos de venta entre los que se encuentran markets, delicatessen y grandes cadenas de supermercados. Una de ellas es Corporación Favorita.

    En este sitio se comercializa la guarnición de tomate y los pimientos en conserva. “Nos entregan cerca de 50 cajas mensuales de cada ítem.

    Son productos de buena calidad y con una presentación bastante vistosa”, indica la compañía.
    Grial se propuso no solo llegar al público a través de terceros, sino que lanzó sus propias tiendas especializadas a las que denominó Grial Food & Kitchen. En julio de este año abrió un local en Cumbayá y desde este mes en Quito.

    Grial Food & Kitchen de Cumbayá abrió en julio. En esta y la  tienda especializada de Quito, el 70% de los productos que se ofertan son nuevos.
    Grial Food & Kitchen de Cumbayá abrió en julio. En esta y la tienda especializada de Quito, el 70% de los productos que se ofertan son nuevos.

    Uno de los elementos que motivó a dar este paso fue que en las difíciles circunstancias que atravesaba la economía, era importante mantenerse como empresa y apoyar a emprendedores pequeños.

    Además de mostrar su propia oferta, las tiendas especializadas funcionan como vitrina de estos negocios; actualmente, cuentan con artículos de unas 20 marcas. Entre los productos que se encuentran están limonadas en sachés, hamburguesas de camarón, yogures griegos, granolas, ajo negro, raviolis, pastas y salsas artesanales, mieles, alfajores, arropes, bolones, tigrillos y más.

    Munana es la marca bajo la cual se venden estos últimos. Están en Grial Food & Kitchen desde el inicio de la pandemia; se trata de productos empacados al vacío.

    Alejandra Serrano, propietaria de este negocio, explica que provee a la empresa, aproximadamente, unos 100 paquetes de cuatro unidades cada mes. Destaca que Grial escoge los mejores productos del mercado, que principalmente son gourmet.

    Los clientes también reconocen la oferta que se ofrece en las tiendas. Una de ellas es Ana María Romero, quien sostiene que la mayoría de productos (90%) son nacionales y se encuentra una buena oferta orgánica y natural.

    ‘Me gusta saber más sobre la preparación’
    Cecilia Flores / Encarga del personal de la planta
    Trabajo en la empresa hace 12 años. Me dedico a la producción del tomate seco en aceite de oliva. Me encargo de supervisar que los trabajadores cumplan con las actividades que tienen asignadas. Por ejemplo, hay personas que se dedican al procesamiento de los pickles, de los pimientos, de las mermeladas, etc. Me dedico a revisar que se coloquen los ingredientes necesarios y que el trabajo sea de calidad. Aquí he aprendido a realizar un trabajo en equipo y a llevarme bien con mis compañeras. Es muy interesante aprender cómo es el proceso de preparación de los diferentes alimentos que se producen en la planta. Considero que también es entretenida la producción. Nosotros realizamos los procesos de manera artesanal, en su mayoría. Sí tenemos una maquinaria, que son los hornos, que usamos para secar. También contamos con algunas máquinas que son para picar más rápido, pero otras cosas hacemos a mano. Algunos procesos toman bastante tiempo porque son laboriosos. El ambiente en este lugar de trabajo es muy bueno.

    María del Carmen Grijalva, gerenta de Grial. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
    María del Carmen Grijalva, gerenta de Grial. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • Sabor y aroma nacional en la Mitad del Mundo

    Redacción Quito

    (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    La Mitad del Mundo, un lugar tan icónico de Ecuador, es el escenario en el que Café Guayasamín difunde la cultura ecuatoriana y el café de especialidad.

    Este es un negocio que nació de la mano de Oswaldo Guayasamín y que, actualmente, lo maneja junto con sus hijos Alexis y Martín. Surgió hace tres años con el objetivo de dar a conocer el grano de origen ecuatoriano.

    En la cafetería se ofrecen diferentes tipos de preparaciones con café, incluido un té hecho con la cáscara de esta fruta. Asimismo, se vende el producto empacado.

    Oswaldo explica que el café con el que trabajan proviene de fincas en el noroccidente de Pichincha, Loja y, en ciertas ocasiones, de Imbabura. “Es café arábigo, de altura. Queremos rendir un tributo a todas las familias caficultoras”.

    Actualmente, compran el grano cinco productores nacionales. Una de ellas es Olinka Vélez, de la finca Chorora, en Zozoranga, Loja. “Les vendemos hace un año, un saco cada mes y medio o dos. Es la única cafetería en Ecuador que vende nuestro producto porque lo demás lo exportamos. Alexis conoce nuestra finca. Cuando vende el producto transmite la experiencia desde que nace hasta que se cosecha”.

    En sus inicios, Café Guayasamín operó en el norte de Quito, donde estuvo ocho meses. Llegaban unos 10 clientes al día; Oswaldo vio que no estaba creciendo.

    Un día llegó al local un representante de la Ciudad Mitad del Mundo, a quien le gustó mucho el concepto de la cafetería e invitó a Oswaldo a que el local forme parte del complejo turístico equinoccial. Hoy el negocio se encuentra justo en la plaza central del lugar.

    La cafetería cuenta con decoración de figuras precolombinas, con el fin de resaltar las culturas que ocuparon el territorio nacional. En un ala se encuentra el área para los comensales que se sirven las bebidas, compran el grano o degustan otros productos y en otra está una zona para laboratorio, molienda y cata.

    Este último proceso da una experiencia a los clientes. Se conoce todos los procesos del café desde que se seca la cereza hasta que se tuesta; luego, es posible comparar café común con el de especialidad a través del olor y el sabor.

    El café de especialidad ecuatoriano, comenta Alexis, tiene notas dulces, florales y cítricas. Él, junto a su hermano, ha logrado descubrir estas características gracias a que se convirtieron en baristas luego de una amplia formación, principalmente en Colombia. Han ganado diferentes galardones como Aeropress Ambato 2017, Aeropress Quito 2018, Aeropress Arte Late, entre otros.

    Actualmente, la cafetería recibe a unos 100 clientes al día. Uno de ellos es el artista Gonzalo Balseca. “Vengo a tomar una taza de café casi cada tarde desde que abrió la cafetería. Me he quedado impactado con la calidad y el sabor que tiene el producto que comercializan en este negocio. He conocido sobre la cata y eso me ha parecido muy interesante”.

    Uno de los elementos que hace especial a Café Guayasamín son las variedades de café. Entre ellas están típica, honey, caturra, híbrido 8, etc. Al menos seis se ofrecen para la cata y venta del producto y dos para servir a diario.

    Asimismo, el negocio ofrece jarros con diseños de la cultura Jama Coaque. Esto también con la idea de dar a conocer a los clientes, que en un 90% son extranjeros, los pueblos ancestrales.

    El café de este emprendimiento también se vende en el duty free del Aeropuerto de Quito y en Inti Cari en el Palacio Arzobispal.

    En diciembre, los emprendedores tienen previsto lanzar una crema de café y un ron con café. Otro objetivo es abrir nuevamente un local en Quito y, en algún momento, exportar el producto.

    Café Guayasamín, como parte de su eje de responsabilidad social, trabaja con fincas caficultoras que dan trabajo a mujeres cabezas de familia y realiza dos veces al año la donación de un día de sus ventas a alguna causa infantil.

    Alexis Guayasamín, Oswaldo Guayasamín y Jesús Ramírez muestran los productos de la cafetería, en su local en la Mitad del Mundo. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
    Alexis Guayasamín, Oswaldo Guayasamín y Jesús Ramírez muestran los productos de la cafetería, en su local en la Mitad del Mundo. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • El sabor natural del chifle es la esencia

    María Victoria Espinosa

    Hace nueve años, Cesar Álvarez atravesaba una difícil crisis económica. El racimo del plátano se vendía a USD 0,20 en los mercados de Chone (Manabí).

    Con ese precio no alcanzaba a sostener los gastos de la plantación. Un día mientras conversaba con Loli Álvarez, una de sus hermanas que vive en Europa, se le ocurrió vender el plátano verde convertido en chifles. Su hermana lo apoyó y le depositó USD 800.

    Con ese dinero compró una freidora con una paila y adecuó una ramada de cinco metros de ancho por ocho de largo. Inició todo.

    El primer día que comercializó el producto, solo vendió seis fundas pequeñas de chifles. Pero con el paso de los días, las ventas aumentaron a 20 y luego 50 diarias.

    Al principio, el empaque era transparente. Luego, el emprendedor desarrolló un diseño y decidióllamarlo El Campeón.

    Para ampliar la distribución, Álvarez decidió vender su camioneta y comprarse un pequeño camión. Con el vehículo pudo promocionar los chifles en recintos cercanos a Chone, Tosagua, Rocafuerte y también en Manta, pero a través de amigos que le ayudaban a colocar los chifles.

    A los cinco años pudo ampliar la planta a 24 metros cuadrados y comprar máquinas para empaquetar el producto, que le costaron alrededor de USD 60 000. “Fue muy difícil al principio, pero no rendirme hizo que llegaran nuevas oportunidades”.

    Una de esas fue distribuir el producto en al menos 10 provincias, incluida Galápagos. El Campeón se vende en supermercados nacionales como Megamaxi, Mi Comisariato, Almacenes Tía y otros.

    Para Álvarez, vender chifles es rendirle un homenaje a sus raíces montuvias manabitas. Eso debido a que este plátano – cortado en rodajas – es parte de la mayoría de platos típicos de Manabí. “Los montuvios tienen una sabiduría ancestral para hacer que el sabor del plátano sea diferente al cultivado en otros lugares”.

    Por eso, Álvarez afirma que ha buscado conservar el sabor típico del chifle. Por eso no utiliza químicos ni saborizantes que modifiquen el sabor.

    Sin embargo, han logrado diversificar sus productos, pero naturalmente. Es decir, también tiene chifles picantes, con la receta del ají manabita y chifles elaborados con plátano maduro.

    Rocío Zambrano es una consumidora del producto. Ella lo adquiere en un supermercado de Manta y se lo envía a sus hijos de refrigerio o también para acompañar el encebollado, el ceviche o las sopas de pollo. “Me gusta mucho este chifle porque lo siento natural, como el que hacía mi abuela en la finca por cantidades”.

    La facturación del negocio es de USD 30 000 mensuales. Aunque, Álvarez señala que antes del terremoto del 16 de abril del 2016, las ventas llegaban hasta USD 45 000.

    Bajaron USD 20 000, durante el primer año del terremoto. De hecho, luego del sismo la producción de varias semanas se envió como donaciones a las zonas más afectadas de la provincia. “No nos recuperamos del todo, pero seguimos luchando por estar en el mercado”, comenta.

    Álvarez señala que expandir su negocio en estos nueve años ha sido difícil. Una de las anécdotas del emprendedor es de hace dos años, cuando intentó exportar por primera vez su producto.

    Una agencia le propuso que vendiera a E.E.U.U. y Europa. Álvarez obtuvo los permisos y certificados para exportar. Además diseñó un nuevo empaque, de mejor calidad traducido al inglés.

    Sin embargo, se rechazó el producto porque en la etiqueta le colocaron que tenía gluten.
    Álvarez perdió USD 15 000 y aún no cancela el contrato con la agencia. “Fue una experiencia para aprender. Ahora estoy pagando ese dinero y aún quiero exportar”.

    El chonense debió hacer un nuevo estudio para determinar que el nivel de gluten es mínimo. Ahora tiene una nueva propuesta desde Chile. Ya envió las primeras muestras y fueron aprobadas.

    Aspira que el producto ecuatoriano se conozca en más lugares de la región.

    El manabita Cesar Álvarez es el propietario de una planta procesadora de chifles, llamada El Campeón. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    El manabita Cesar Álvarez es el propietario de una planta procesadora de chifles, llamada El Campeón. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • El auténtico sabor italiano lo llevó a su pizzería

    Redacción Sierra Centro (I)  redaccion@revistalideres.ec

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    Los secretos y los sabores de la auténtica pizza italiana los conserva Pizzería Mama Mía. Este emprendimiento familiar, que abrió sus puertas en marzo del 2017 en las avenidas Los Shyris y La Niña, en el sur de Ambato, es un negocio especializado en alborotar el paladar de sus clientes más exigentes con pizzas, espagueti, macarrones, lasañas, entre otros.

    El secreto de Mama Mía no se limita a la elaboración y cocción de la masa; también incluye ingredientes de calidad y mucha técnica en los diversos procesos de preparación. Todo esto eleva el gusto en el paladar de sus comensales, a lo que se suma la cordialidad y la buena atención para sus clientes.

    El prestigio de este negocio se logró gracias a las recetas originales que Genaro Lara, gerente de Mama Mía, aprendió en Italia cuando pasó de ayudante de cocina a chef principal de la pizzería restaurante Gran Café Roma, enclavada en el corazón turístico de la capital italiana, donde trabajó durante nueve años.

    “Se me dio esa oportunidad y desde el primer día hice las cosas con dedicación para que cada plato salga impecable para el cliente. Eso también lo practicó en Ecuador”, explica Lara.

    Él sabe elaborar masa y seleccionar los ingredientes (embutidos, tomate, queso y más). También conoce la técnica del correcto amasado de la harina para que la masa de la pizza esté suave y consistente a la hora de llevarla al horno.

    El emprendedor comenta que en Italia también aprendió a elaborar helados, postres y una infinidad de platos de esa cocina.

    Mensualmente puede comercializar más de 300 pizzas. A esto se suman los espaguetis, lasañas y macarrones, que son la especialidad de la casa. “Es un negocio que está creciendo”, detalla Lara.

    La inversión inicial de este negocio fue USD 10 000, provenientes de los ahorros del emprendedor. Con los recursos, él equipó y ambientó el lugar con fotografías que recuerdan a importantes sitios turísticos de Roma. Al mes factura USD 1 700 y cuenta con tres colaboradores.

    Recuerda que retornó a Ambato desde Europa en el 2015. Parte de sus ahorros los tenía en pólizas.

    Durante esa época cerraron algunas cooperativas y los familiares de Lara le recomendaron que con los conocimientos de cocina italiana que tenía podía abrir su propia pizzería.

    El primer paso fue recorrer locales similares que había en Ambato para degustar cada uno de los platos. Ninguno se igualaba a los que estaba acostumbrado a saborear y preparar en el restaurante italiano donde laboró.

    El emprendedor no lo pensó dos veces y comenzó a buscar un lugar donde ubicar su emprendimiento. Pensó que su negocio sería diferente a los que hay en la ciudad y no se equivocó.

    Una vez que encontró el espacio comenzó a decorarlo. En el día de la inauguración llegaron decenas de comensales que en la actualidad son fijos. “Les ofrezco a mis clientes calidad, frescura y el sabor incomparable de Italia”.

    El verdadero sabor de la pizza italiana -dicen los expertos- es un buen horno, una excelente preparación de la masa y un cocinero experto. Genero Lara trata de poner eso en práctica siempre.

    De igual manera, los helados son tradicionales de esta zona del planeta. Son ampliamente conocidos como ‘gelatos’.

    Mas datos

    Emprendedor.  Genaro Lara planifica una nueva inversión de USD 10 000. La idea es adecuar un espacio para ofrecer una pizza estudiantil a bajo costo y con la misma calidad y sabor. También quiere implementar la heladería y otras especialidades.

    Restaurante. Mama Mía tiene promociones semanales para atraer a sus clientes. Los martes y jueves se oferta el denominado ‘combo loco’, que consiste en una pizza de la casa extragigante y una porción de alitas BBQ por un precio de USD 20.

    Genaro Lara, gerente de Pizzería Mama Mía, ofrece combos especiales para los clientes los martes y jueves. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Genaro Lara, gerente de Pizzería Mama Mía, ofrece combos especiales para los clientes los martes y jueves. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • El tradicional sabor del mote se degusta en sus arepas

    Redacción Cuenca

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    La marca escogida para este emprendimiento se ajusta a la realidad. Las arepas elaboradas con mote por los esposos Marco Gómez y Luisa Vargas pueden estar rellenadas con una infinidad de alternativas como quesos, embutidos, verduras, salsas, pollo, fréjoles, entre otras. La decisión la tiene el consumidor.

    Incluso, pueden ser preparadas como una pizza o se ajustan a las necesidades de veganos o vegetarianos. El emprendimiento empezó el año pasado y es el resultado de la constancia de este chef cuencano y de su esposa, quien es colombiana y estudió Marketing.

    Anteriormente, ellos tenían empleos estables, pero siempre tuvieron la intención de contar con un negocio propio. Por ello, el 2016 optaron por radicarse en Cali para aprovechar el cambio de dólares a pesos e invertir. Allí, abrieron un restaurante, pero no conocían muy bien el mercado.

    Luego miraron otras opciones como una cafetería o la venta de sánduches, frutas o conservas.
    “Uno de los errores de los emprendedores es no tener ideas que cubran las reales necesidades del mercado”, señala Gómez. En 2017 regresaron a Ecuador y con su experiencia, capacitación en seminarios y con los consejos de mentores, en la actualidad, impulsan Arepas con todo.

    Esta iniciativa surgió por casualidad. Vargas estaba desayunando mote pillo, pese a que no es de su preferencia. Su esposo le preguntó porqué lo hacía y ella le contestó que tenía el mismo sabor de las arepas colombianas.

    Desde entonces realizaron pruebas para ajustar la receta. Sus familiares y amigos fueron los primeros ‘catadores’ y sus primeros clientes. “Empezó como hobby”, recuerda Vargas.

    Después incursionaron en las ferias para posicionar la marca y mejorar las ventas. Al inicio ofrecieron arepas rellenas, pero identificaron que no tenía muchas posibilidades de crecer.
    Por ello, optaron por comercializarlas empacadas y ofrecer una alternativa para quienes quieran dejar de consumir pan por problemas de salud y para mejorar su nutrición.

    “El emprendedor debe saber vender, conocer el mercado y, sobre todo, que su producto solucione un problema a la mayor cantidad posible de personas”, resume Gómez.

    Con sus arepas elaboradas con mote lograron diferenciarse de la receta y oferta venezolana. En noviembredel 2017, por las fiestas de Cuenca participaron en el Festival Gastronómico Destino Sur. Sus expectativas era comercializar 100 paquetes, pero al final vendieron más de 400. “Hubo guayaquileños que se interesaron por las arepas”, señala Vargas.

    Cada paquete, que tiene cinco unidades, cuesta USD 3. Elaboran entre 50 y 70 paquetes cada semana. Tienen clientes en la capital azuaya y Guayaquil. En Cuenca se entregan a domicilio o se pueden adquirir a través de la App Megabite.

    Vargas dice que otro factor importante para el emprendedor es tener la habilidad para relacionarse con los clientes y escuchar sus necesidades. “En el país hay una tasa alta de personas con problemas de salud por una mala nutrición”.

    Según ella, por esa razón ofrecen arepas bajas en calorías y sal y libres de gluten. “Además, aportan con energía y ayudan a la digestión por el mote”. Esta información y la promoción se hace vía redes sociales como Facebook.

    Marco Gómez y Luisa Vargas iniciaron este negocio el año pasado. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Marco Gómez y Luisa Vargas iniciaron este negocio el año pasado. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Tres salsas gourmet dan el sabor en este negocio

    Cristina Marquez

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    Tras casi dos años desde que se abrió en Riobamba el restaurante urbano Soho38, Gabriel y Santiago Chávez decidieron acceder a las peticiones insistentes de sus clientes más asiduos: compartir las salsas que caracterizan el sabor de sus platillos.

    Las preparaciones acompañan perfectamente todo tipo de carnes y tienen un sabor original que no puede compararse con ningún otro aderezo existente en el mercado. En el restaurante se comercializan los tres sabores en frascos de 200 miligramos.

    Las salsas fueron creadas y desarrollas por los dos hermanos, quienes se profesionalizaron en escuelas de cocina de Ecuador y Argentina. “Santiago empezó a experimentar con los sabores y a diseñar las recetas, luego las probamos y creamos los platos para nuestro restaurante. Buscábamos sabores distintos y nuevos”, cuenta Gabriel, de 35 años.

    Lo que los cocineros nunca se imaginaron fue la respuesta que tendrían sus creaciones en el público. Al degustar los 17 platillos que constan en el menú de Soho38, la gente se impresionó con el sabor de los aderezos y empezaron a solicitarlos por separado.

    La salsa de maracuyá, miel y mostaza es una de las más solicitadas. Sus toques cítricos, dulces y exóticos son ideales para acompañar pescados y cerdo. En el restaurante se sirve para acompañar costillas de cerdo asadas y alitas de pollo, dicen los hermanos.

    Otra preparación es una salsa barbacoa ahumada hecha con moras andinas que, a diferencia de las moras de otras variedades, tienen un sabor mucho más intenso y agradable. Los asados que se aderezan con esa salsa logran un gusto dulce y ahumado.

    Entre tanto, para los aficionados al picante está la salsa vietnamita. Está elaborada con ají panca, que se caracteriza por una fusión de toques dulces y delicado toque picante, ideal para acompañar con carnes y vegetales. En el restaurante esta salsa es la protagonista de platillos como rollos de pollo.

    Los emprendedores se animaron a embotellar sus salsas en octubre del 2016, cuando recibieron una invitación para unirse a la red de emprendimientos riobambeños Pronova. Para la primera feria en la que participaron prepararon únicamente 25 botellas de salsa.

    Sin embargo, la acogida del público superó sus expectativas y tras una degustación, los productos se agotaron en pocas horas. Actualmente producen 40 litros semanales, (unos 120 frascos).

    Las salsas se comercializan en la feria solidaria de Riobamba el último viernes de cada mes, también se distribuye por galones a dos restaurantes de Quito y se vende en el restaurante ubicado en la avenida Daniel León Borja, frente al parque Guayaquil.

    “Tenemos expectativas muy altas. Nuestra meta para este año es duplicar la producción y en algún momento exportar al extranjero”, dice Gabriel, quien es el encargado de administrar el restaurante.

    Al momento la preparación de las salsas es artesanal. No se utilizan conservantes artificiales, sino únicamente miel, que es un conservante natural de alimentos. Sin embargo, un ingeniero químico ya realiza un estudio completo de la receta para añadir un elemento para mejorar su durabilidad sin dañar el sabor y conservando sus características saludables.

    Otra característica que define el sabor de las preparaciones es que están hechas con ingredientes adquiridos a pequeños productores locales. Pero en realidad esa es una política que se aplica a todo el restaurante.

    “Nuestro concepto es apoyar la economía local. Todos los ingredientes de nuestros platillos los adquirimos a agricultores orgánicos de la ciudad”, cuenta Gabriel.

    Para Cristina Guevara, una de las clientes, eso es una muestra de que es un emprendimiento con vínculos sociales. “El sabor es exquisito y muy diferente. Me gusta ir al restaurante también por la decoración que tiene”.

    Gabriel Chávez es uno de los fundadores de este restaurante que funciona desde hace dos años. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Gabriel Chávez es uno de los fundadores de este restaurante que funciona desde hace dos años. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • El sabor y cultura de ‘Manabís’ en su cebiche con maní

    Redacción Quito

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    Cedeños es una cebichería en la cual se aprecia por todo lado la cultura popular manabita.
    Desde la entrada el cliente se encuentra con una colorida estética donde las paredes rinden tributo a los curiosos nombres de Manabí.

    Son tres murales divididos en nombres de personas, de poblaciones y frases típicas. Entre estas se encuentra Camarón Hembra, Portoviejo Rock City, Me voy ligerito y vuelvo, aguaytame el carro…

    Todo esto se entrelaza con un ambiente moderno, acompañado de ritmos de fondo como rock, reggae, funk, acid jazz, etc.

    El objetivo de este negocio es homenajear a la tierra natal de sus dueñas y creadoras: Alejandra García y Cecilia Chávez.

    Ellas son amigas desde que estudiaban en un colegio en Manabí. Vinieron a Quito para estudiar Publicidad y desde los años de universidad tuvieron la idea de emprender un negocio juntas.

    Hace dos años se decidieron por la gastronomía.

    Cedeños nació a principios de 2016. Durante los dos años de funcionamiento ofrece cebiches con la receta tradicional manabita: maní y aguacate.

    Todos los productos se traen de Manabí, incluso el maní. Las propietarias explican que necesitan un producto de sabor puro, sin ningún tipo de alteración.

    La creatividad es un factor clave en este restaurante donde, incluso, el menú está construido a base de nombres tradicionales.

    Las recetas fueron creadas por Alejandra García, ‘La Toquilla’. Este es un restaurante que vende exclusivamente cebiches.

    La oferta incluye ocho variedades con nombres como cebiche Cedeño, Loor, Zambrano, etc.
    El cebiche se lo puede degustar con una variedad de entradas o empanadas que en este local se las conoce como nalgona de Chone, Portoviejo o Calceta.

    Además, el menú incluye también una diversidad de dulces manabitas, postres tradicionales, micheladas, cocteles y la tradicional caña manabita.

    Cecilia Chávez, plasmó visualmente a la cultura popular con murales y adornos construidos a partir del cotidiano de Manabí.

    La idea de esta emprendedora fue desde un comienzo romper con el concepto tradicional de una marisquería. De esta forma Cedeños encontró su identidad estética y gastronómica.
    Después de un año de la inauguración de Cedeños la demanda creció tanto que se instalaron mesas en el exterior.

    Actualmente, este negocio tiene de seis a siete empleados dependiendo del día y el horario. El personal es en su mayoría de Manabí.

    Para el 2018, Los Cedeños, que se encuentra cerca de la avenida Río Coca, en el norte de Quito, tiene proyectado ampliarse al local que se encuentra al lado. Con esto quieren duplicar la capacidad de atención y sus ganancias.

    Su crecimiento a largo plazo también incluye la expansión a través de franquicias. Las emprendedoras comentan que todo dependerá del movimiento comercial en el siguiente año y se mantenga la calidad del negocio.

    Para Alejandra García y Cecilia Chávez, lo fundamental es la calidad del producto y la atención en un ambiente donde sus clientes puedan vivir una experiencia que sea 100% manabita.

    Alejandra García y Cecilia Chávez son las dueñas y creadoras de este nuevo concepto de cebichería en el país. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Alejandra García y Cecilia Chávez son las dueñas y creadoras de este nuevo concepto de cebichería en el país. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • La panela montuvia se llenó de sabor

    María Victoria Espinosa

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    El emprendimiento Panelabitas encontró la fórmula para mantener una tradición y darle un toque más actual al mismo tiempo: esta iniciativa combinó el tradicional sabor de la panela elaborada por los montuvios manabitas y el extracto de menta, maracuyá, naranja y limón, para convertirla en un caramelo energizante.

    La idea de saborizar la panela nació hace dos años, cuando Daniel Salinas, gerente de Panelabitas, descubrió que en Pichincha, un cantón de Manabí, 60 familias se dedican a la producción de caña de azúcar y elaboran panela, que se distribuye en bloques en ese cantón. “El sabor era único, pero no tenían facilidades para distribuirla en la provincia y producirla a mayor escala”, dice el emprendedor.

    Salinas señala que la panela de Pichincha era de muy buena calidad, pero que los bloques eran muy grandes y dificultaban su manipulación y corte. “A mí me recomendaron consumirla por una gastritis que tenía, pero no era fácil de diluir en las bebidas”.

    Salinas se asoció con la familia Mendoza, que lleva 80 años elaborando panela en Pichincha, Manabí. Con ellos, en su pequeña planta artesanal se hicieron los primeros estudios de solubilidad, para lograr una fórmula que sin dejar de ser orgánica ni perder el sabor típico tuviera mejor textura y fuera fácil de diluir en agua, jugos o bebidas calientes.

    De ahí nació el primer sabor, que se distribuyó en cubitos de panela que se podían consumir como caramelo o utilizarlos para endulzar las bebidas. “Estábamos emocionados por lo logrado, pero sentíamos que podíamos mejorar. Así que tratamos de innovar”.

    En la planta, los estudios continuaron y pronto la panela empezó a mezclarse con el extracto de la maracuyá y posteriormente con el de naranja y limón. “Escogimos estos sabores, porque son los que más se consumen en Ecuador”.

    María José Zambrano consume el producto de Panelabitas hace dos meses. Ella lo consiguió en un supermercado de Manta. Esta joven manabita señala que lo utiliza como energizante cuando va al gimnasio. “En una botella de agua agregó un cubito con sabor a maracuyá y lo consumo mientras hago ejercicio. Solo tiene 30 calorías y es un producto orgánico”.

    La inversión inicial para levantar este negocio fue de unos USD 10 000, que se utilizaron adecuar la planta, mejorar los trapiches en los que se extrae la caña de azúcar, así como para adquirir los envases, etiquetas y tramitar permisos.

    La producción diaria con la que empezaron fue de 100 cajas. Pero en un año ya ha aumentado a 300 cajas al día. La proyección del emprendimiento es ingresar a las cadenas de supermercados del país. “Ya tenemos los permisos sanitarios y hemos logrado posicionar el producto en la provincia. Estamos en negociaciones”.

    Foto: Facebook
    Foto: Facebook
  • La cocada mantiene su sabor esmeraldeño

    Marcel Bonilla

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    La producción de cocada en Esmeraldas se ha convertido en la fuente de ingresos económicos de decenas de familias afroesmeraldeñas durante muchos años. En los patios de las casas, los afros que migraron de poblaciones de San Lorenzo, en el norte de la provincia de Esmeraldas, atizan con leñas los fogones de cemento para cocinar el coco con la azúcar.

    Una paila de bronce es colocada en el caldero a temperatura de 100 °C, para derretir la azúcar y posteriormente poner coco raspado, acompañado de anís y canela. Jefferson Mina produce cocadas desde hace 20 años en el sur de la ciudad de Esmeraldas, y entre sus principales clientes están los turistas que visitan los balnearios de Atacames.

    Su pequeña empresa de preparación y distribución de cocadas la conforman diez personas de su familia, las que cumplen funciones específicas; raspan hasta 500 cocos con pequeñas raspadoras construidas artesanalmente.

    En el patio de la casa de Mina uno de sus hermanos mueve la paila para evitar que se queme el producto, y dos personas se encargan de empacar al vacío, en pequeños platillos de plástico y en fundas plásticas.

    Él explica que esta actividad la aprendió siendo muy niño en San Javier, una población rural de San Lorenzo, en donde sus padres hacían cocadas para compartir en familia.

    Cuando llegó a Esmeraldas en busca de trabajo, y no lo encontraba, vio la oportunidad de producir cocadas para vender en ciudades de la Sierra, como Riobamba y Cuenca. Y también en las playas del sur de la provincia. Desde entonces, él se dedica a ese oficio.

    El promedio de producción de cocadas es de 3 000 fundas, cada 15 días durante la temporada baja de turistas de la Sierra; es decir marzo, abril y mayo. Mientras que, en temporada alta, la producción de duplica, explica.

    De acuerdo con un subregistro de la Asociación de Expendedores de Cocadas Esmeraldas, unas 180 familias se dedican a la producción de este producto tradicional para vender en los balnearios de Atacames, Súa, Tonsupa, Same, Quito y Ambato.

    En los últimos años, los fabricantes de cocadas han variado su oferta, pues, no solamente elaboran la llamada cocada negra, también están la cocada blanca, preparada con coco y leche.

    Miguel Nazareno elabora cocadas de forma artesanal y su principal mercado es Cuenca desde hace 10 años. En ocho días vende hasta 1 200 cocadas en USD 1 cada una. Él recorre con su producto en los buses y los sitios de mayor concentración.

    Según Nazareno, los habitantes de la Sierra gustan del producto porque se lo hace con coco de leche dulce, cosechado en la isla de Limones, sitios de donde proviene el 50% del producto utilizado en la producción artesanal.

    Las iniciativas productivas que conservan la tradición ancestral han tenido el respaldo de la Superintendencia del Poder de Control del Mercado, mediante la ayuda a los dueños de las iniciativas. A ellos los orientan para que obtengan su registro sanitario y puedan vender sus productos en tiendas.

    La Agencia de Regulación y Control Sanitario (Arcsa) asesora a quienes se dedican a elaborar cocadas y otras iniciativas productivas. Lo hacen para que tengan su etiquetado y registro sanitario para competir en el mercado nacional. Como una forma de fomentar el trabajo de cientos de cocaderos ancestrales, se han programado ferias inclusivas en las que se muestran los productos en diferentes presentaciones, algunos con etiquetados.

    Al proceso de ayuda se ha sumado del Ministerio de la Producción en Esmeraldas, con capacitaciones sobre atención al cliente y también sobre la manera de hacer mucho más atractivas las presentaciones de las cocadas.

    La familia de Bolívar Ortiz, que tienen un puesto de cocadas en el centro, se capacita en esos temas, pero insisten en que mantendrán la forma artesanal de producir utilizando los fogones de cemento y la leña como combustible.

    Bolívar Ortiz es uno de los productores y comerciantes de este dulce artesanal, en la ciudad de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Bolívar Ortiz es uno de los productores y comerciantes de este dulce artesanal, en la ciudad de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Su estrategia mezcla sabor y superación

    Redacción Quito

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    Cansadas de que las tareas del hogar sean sus únicas actividades diarias, 16 mujeres decidieron reunirse para conversar, salir de la cotidianidad y aprender a hacer manualidades juntas.

    Sin embargo, debido a la difícil situación económica en la que varias de estas mujeres se encontraban al separarse de sus maridos, decidieron organizarse para emprender en el mundo de los negocios. Así nació, en el 2015, el Grupo de Mujeres Emprendedoras La Rumiñahui.
    María Inés Ayala, coordinadora de esta organización, comenta que el primer obstáculo con el que se enfrentó el grupo, fue la creación de un producto innovador que cause impacto en el mercado.

    No obstante, gracias a la ayuda de la Agencia de Promoción Económica del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito (ConQuito), el grupo obtuvo la capacitación necesaria y decidió incursionar en el mundo de la pastelería y galletería.

    El Grupo de Mujeres Emprendedoras La Rumiñahui decidió mantener, desde un inicio, un sistema de caja comunal donde todos sus ingresos permanecían guardados. Gracias a esto, ellas lograron acumular la inversión inicial de USD 900 que serviría, en octubre del 2016, para la creación de su empresa Divinos pasteles y galletas.

    Después de 4 meses de pruebas e investigación, estas emprendedoras lograron desarrollar recetas únicas con productos ancestrales como: chocho, quinua, zapallo, amaranto, camote, entre otros; que al mezclarse con frutas y otros ingredientes naturales, dan paso a la creación de pasteles y galletas sin azúcar y que, además, tienen un alto valor nutricional.

    Ayala cuenta que lo más difícil para las emprendedoras ha sido el riguroso proceso de capacitación que fue necesario para dar inicio a la empresa. Además, encontrar el tiempo, dentro de sus actividades diarias, para asistir a las exposiciones que impulsan los productos. Esto ha sido complicado.

    “No es fácil capacitarse cuando nosotras somos madres, amas de casa y estamos solas; es difícil, pero nunca imposible”, comenta María Inés.

    En la actualidad en día, Divinos pasteles y galletas produce una amplia gama de estas golosinas que están especialmente dirigidos a personas que por problemas de salud, como los adultos mayores, han tenido que dejar de consumir sus postres preferidos.

    Esta pastelería ofrece productos naturales que son consumibles para todas las edades y que buscan ser accesibles para el mercado quiteño. La porción de pastel de chocho con durazno, por ejemplo, tiene un costo de USD 2; el pastel completo , de 12 porciones aproximadamente, USD 25.

    Según la coordinadora de esta organización de mujeres, la solidaridad y la colaboración grupal son la base en la que se fundamenta su emprendimiento. Por este motivo, las mujeres se encargan de que toda la materia prima que se utiliza en la elaboración de sus productos venga siempre de lugares afines al llamado ‘fair trade’ o comercio justo.

    Estas emprendedoras buscan constantemente exhibir sus productos en ferias y exposiciones para poder crecer cada día más. Así, fruto de este alcance, la empresa logra facturar mensualmente la cantidad de USD 1 000.

    Para las mujeres de la agrupación, estos ingresos económicos representan una gran ayuda para sustentar a sus familias, pues en su mayoría son divorciadas o madres solteras. Sin embargo, las integrantes se encargan de seguir aportando a la caja comunal para dar más recursos a la empresa.

    Para María Inés Ayala, lo más importante y trascendente que le brinda su emprendimiento es un mundo nuevo de posibilidades y oportunidades para salir adelante y espera que, en un futuro, su empresa esté totalmente consolidada y pueda vivir de ella.

    María Inés Ayala, coordinadora del Grupo de Mujeres Emprendedoras de Rumiñahui y su empresa Divinos. Foto: Diego Pallero /LÍDERES
    María Inés Ayala, coordinadora del Grupo de Mujeres Emprendedoras de Rumiñahui y su empresa Divinos. Foto: Diego Pallero /LÍDERES