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  • Las ventas de autos se recuperan y se acercan a cifras del 2011

    Pedro Maldonado

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    El sector automotor ecuatoriano registra una recuperación. Hasta septiembre pasado se vendieron en el país 102 000 vehículos nuevos y para fin de año se calcula que la cifra crecerá hasta 139 000, lo que significa un crecimiento de un 33% en comparación con el 2017, según la Asociación de Empresas Automotrices del Ecuador (Aeade).

    El gremio calcula que las ventas de este año serán similares a las del 2011, cuando se comercializaron 139 808 unidades. La Aeade asegura que el sector automotor entró en un proceso de recuperación a partir de enero del 2017, tras la expansión del crédito y la eliminación de los cupos para importar.

    Este crecimiento se sostiene con otros datos. Por ejemplo, según la Aeade, desde el 2015 hasta diciembre del 2017 se afiliaron al IESS alrededor de 3 300 nuevos trabajadores en las empresas de producción, comercialización y mantenimiento de vehículos.

    Hoy se cuentan 30 000 trabajadores afiliados a la seguridad social en la industria automotriz ecuatoriana. Además se estima que el buen momento del sector impactará en la recaudación fiscal. El gremio estima que este año se pagarán USD 1 627 millones, frente a los 1 221 millones del 2017. La del 2018 será una recaudación histórica, según la Aedae.

    Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
    Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
  • USD 17,2 millones en expectativas de venta tras misión comercial en EE.UU.

    Carolina Enriquez

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    Trece empresas ecuatorianas alcanzaron USD 17,2 millones en expectativas de ventas tras su participación en una misión comercial que se realizó en Houston (EE.UU.).

    El encuentro lo organizó Pro Ecuador, con el apoyo de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor). Entre los sectores beneficiados están alimentos procesados, pesca y acuacultura, agroindustria, banano y plátano, café, flores y frutas no tradicionales.

    La misión duró dos días y tuvo como objetivo identificar nuevas oportunidades para la generación de negocios entre exportadores ecuatorianos y compradores estadounidenses. Es por ello que se incluyeron visitas a supermercados e importadores y una rueda de negocios que concluyó con la realización de 71 citas, con 30 compradores participantes.

    Karla García, representante de Bruhwercoffee, productora de café ecuatoriano, considera importante asistir a este tipo de eventos “porque les permite abrir mercados, conocer nuevos compradores y a expandir su oferta exportable”.

    Mientras que Rodrigo Luna, gerente de marketing de El Rancho Supermercado, ubicado en Dallas, resaltó que Houston es una ciudad muy diversa porque cuenta con gran cantidad de habitantes latinoamericanos, lo que representa una oportunidad para que ellos también conozcan las frutas, legumbres, entre otros productos de Ecuador.

    Roberto Intriago, director de Pro Ecuador, indicó que en el 2017 se exportó a ese país USD 2 591 millones y solo en el primer quimestre del 2018 ya se han alcanzado USD 1 075 millones, a través de la exportación de productos como rosas frescas, camarones, langostinos, banano, entre otros.

    Una imagen de la rueda de negocios que impulsó Pro Ecuador en Houston. Foto: Cortesía Pro Ecuador
    Una imagen de la rueda de negocios que impulsó Pro Ecuador en Houston. Foto: Cortesía Pro Ecuador
  • Las ventas por la web mueven a este negocio de flores

    María Victoria Espinosa

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    Las ventas en línea han permitido que floristería Juanito se posicione en el mercado de Santo Domingo de los Tsáchilas.

    A través de la página web y las redes sociales, los clientes que viven en España, Colombia, Perú o Argentina pueden escoger entre unas 30 opciones de ramos de rosas, tarjetas, peluches, dulces y chocolates para luego enviarlas a sus seres queridos en Ecuador.

    Por lo general, lo hacen en fechas especiales como el Día de la Madre, San Valentín o Navidad. También para cumpleaños o aniversarios. Los arreglos varían entre USD 8 y USD 120, dependiendo de los detalles y el número de rosas que lleve el arreglo.

    Juan Jiménez, gerente de Floristería Juanito, señala que fue un proceso largo llegar a brindar este servicio, que nació de la necesidad de innovar para poder competir en el mercado.

    Él recuerda que hace 17 años cuando instaló la floristería, esta era la única que había en la calle Guayaquil, en el centro de la ciudad, que ahora es conocida como la calle de las flores.

    Pero, luego de un año empezaron a abrirse nuevas floristerías. En tres años, ya había 13 en una sola calle. Por eso, Jiménez decidió personalizar los ramos de flores. Empezó a añadir peluches, tarjetas, globos y cartas de amor.

    Con esos nuevos diseños, el gerente consiguió mantener su cartera de clientes fijos que en el 2007 llegó a unas 300 personas mensuales. “Los medios de comunicación empezaron a llegar a mi negocio a ofrecerme publicidad. Eso empezó a darme buenos resultados”.

    También asistía a programas de radio o televisión y en vivo enseñaba a la audiencia a armar ramos de flores. Así empezó a popularizarse su negocio.

    Los clientes ya no iban hasta su local, sino que hacían sus pedidos por teléfono y depositaban el pago en la cuenta bancaria de Jiménez.

    Ese nuevo sistema empezó a dar frutos y los clientes aumentaron a unos 400 mensuales. Pero surgió un inconveniente: los clientes buscaban opciones diferentes y por medio de una llamada telefónica era difícil de explicarles cada detalle y color del ramo.

    Por eso decidió crear, hace unos nueve años, la página web. “Al principio, la veían ecuatorianos en Murcia y pensaban que vivía allá y se confundían al hacer los pedidos. Pero luego lo vieron como una buena opción para enviar ramos a Santo Domingo”.

    También se creó una página de Facebook, que ya tiene más de 7 000 seguidores y en la que se postea a diario una foto, descuentos y promociones. La clientela aumentó y eso permitió que se abriera un nuevo local en Santo Domingo.

    Jiménez ha invertido en total USD 10 000 en mercadería, vitrinas y perchas. Pero hace 17 años, inició con USD 450, con los que compró dos sillas de plástico para exhibir los ramos, pagó un mes de arriendo y las flores se las dieron a crédito. Con los primeros 10 ramos que vendió pudo pagarles a los proveedores y empezó a adecuar el pequeño local.

    Carmen Pazmiño es cliente de floristería Juanito desde hace 17 años. Ella afirma que el negocio ha crecido por la atención al cliente que es personalizada. “Si queremos flores azules, don Juanito las consigue o si no sabemos que regalar el nos ayuda a escoger”.

    Jiménez asegura que para posicionar el negocio fue necesario competir con bajos precios. Él pudo hacerlo porque hace unos 25 años trabajaba en el Mercado Municipal en un puesto de flores y plantas medicinales. Eso le permitió aprender a negociar y a conseguir mejores precios.

    Además también sirvió para que aprendiera a cuidar las flores para que resistan más tiempo. Fue en ese trabajo, que aprendió a hacer los ramos. Él recuerda que un día, una cliente llegó desesperada al puesto y le contó que en una floristería no le habían hecho a tiempo un ramo y que lo necesitaba de urgencia. “Me pidió que lo hiciera. Yo tenía miedo, pero ella me brindó confianza y lo logré”.

    Para hacerlo, tuvo que improvisar una base con arena y una malla para sostenerla. Luego de ese ramo, hubo otras personas a las que también les hizo bouquet.

    Pero su técnica no era perfecta. Así que decidió trabajar en una floristería para aprender a elaborar ramos en forma de corazón, cascada o las coronas fúnebres.

    En ese trabajo estuvo un año. En ese tiempo ahorró USD 400 para abrir su local. El negocio despegó en abril de 2001, pero el día clave fue la celebración a las madres, en mayo de ese año. Él recuerda que vendió más de 100 ramos pequeños, de entre USD 5 y USD 10.
    Desde entonces debió contratar a tres personas más. Pero en fechas especiales como San Valentín contrata por horas a dos o tres trabajadores más.

    Para el último trimestre de este año, Jiménez ofrecerá un nuevo servicio: mensajes impresos en los pétalos de las rosas. “Mi plan es siempre ofrecer algo nuevo”.

    Juan Jiménez es el gerente propietario de la floristería Juanito, ubicada en Santo Domingo, que ofrece más de 30 opciones de ramos de flores. Fotos: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    Juan Jiménez es el gerente propietario de la floristería Juanito, ubicada en Santo Domingo, que ofrece más de 30 opciones de ramos de flores. Fotos: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Guantes de box que ‘pegan’ en el exterior

    Redacción Quito

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    Con 47 años en el boxeo, Segundo Chango es el creador de una marca de implementos para diferentes deportes de combate.

    Este entrenador, proveniente de Cotopaxi, recuerda que su interés por este deporte surgió en el momento en que un profesor de su escuela, en Mulaló, llevó guantes de boxeo a la clase.

    Al terminar la primaria se mudó junto con sus padres a Quito. En la capital comenzó sus entrenamientos como pugilista, gracias a un vecino que era boxeador. Él lo llevó al gimnasio del estadio Olímpico Atahualpa.

    Fue boxeador hasta 1986. En ese año fue campeón nacional y participó en el torneo internacional Córdova Cardín, en Cuba.

    En los siguientes años trabajó como entrenador para la Concentración Deportiva de Pichincha.
    En el tradicional gimnasio de box de La Tola entrenó a los rangos prejuvenil, juvenil y mayores. Se trata de boxeadores de 18 años en adelante, que compiten a escala internacional.

    Además, inició con los primeros entrenamientos a mujeres para competencias, en 1997.

    La idea de crear una marca propia surgió en un viaje a México en el que conoció los guantes Cleto Reyes. Este hombre era un aficionado al box que se dio a conocer por la confección de guantes que han usado los mejores boxeadores dentro del ranking mundial.

    Chango pensó que si México tenía a los guantes Cleto Reyes, Ecuador puede tener a los guantes Chango. Además, comenta que existía la necesidad de un producto ecuatoriano, debido a que siempre le preguntaban dónde se pueden conseguir guantes.

    Junto con su hijo, José Chango, comenzó a confeccionar de manera amateur los primeros guantes. Con una máquina recta José perfeccionó su técnica para sacar un buen producto al mercado.

    Los implementos se comercializan en puntos de venta de gimnasios de Quito y de otras provincias. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
    Los implementos se comercializan en puntos de venta de gimnasios de Quito y de otras provincias. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO

    La primera producción que sacó a la venta, en 1993, consistía en guantes, guantines y cabezales.

    Vendía a la Concentración Deportiva de Pichincha y a federaciones de otras provincias.
    Con los años, los dueños perfeccionaron el acabado. Se mejoraron la esponja del interior y el material que recubre el guante.

    En 1996, la marca empezó a vender vendas de box, al comprender que es un implemento complementario a los guantes. A partir del 2000 el negocio aumentó la variedad de productos para el box.

    Luego la compañía dio el salto a la exportación. Surgió durante la época en que Chango, como entrenador, viajaba con el equipo nacional de box de Ecuador a países como Cuba, sea para torneos o para realizar bases de entrenamiento entre ambas selecciones.

    Estas relaciones deportivas hicieron que los guantes ecuatorianos se conocieran en Cuba y en Puerto Rico.

    Santiago Chango, otro de los hijos de Segundo, es el administrador general y explica que aproximadamente en el 2008 se incrementó la demanda de sus productos por parte de gimnasios que ofrecen entrenamiento en deportes de contacto. Por este motivo se amplió su catálogo a deportes como kick boxing, muay thai y artes marciales mixtas (MMA).

    El producto se hizo conocido en varios gimnasio de Quito. Mauricio Álava, dueño del local MMA El Valle, comenta que la marca de Chango es pionera en el país.

    Chango Sports auspicia a deportistas como Carlos Mina, boxeador que ha representado al país en torneos internacionales. A este pugilista se le entregó equipo para su preparación.

    Los guantes están avalados por Wako Ecuador, filial ecuatoriana de la Asociación Mundial de Organizaciones de Kickboxing y la Federación Ecuatoriana de Boxeo para competencias a escala nacional. La marca planea hacer los trámites para obtener el aval de la Comisión Mundial de Boxeo en México y de la Asociación Internacional de Boxeo (AIBA).

    Chango Sports vende hasta unos 40 pares de guantes en el país al mes y factura por este rubro USD 3 000 en ese período. La comercialización de todos sus productos representa un aproximado de USD 7 000 mensuales.

    A futuro, la marca planea ampliar su catálogo de productos para deportes de contacto.

    El negocio

    El precio.  Es de USD 55 los guantes sintéticos y USD 75 los de cuero de res. Abarcan una variedad de colores en tonos mate y brillante

    Los implementos. Se comercializan en puntos de venta de gimnasios de Quito y de otras provincias. A escala internacional se venden en gimnasios de Colombia, Perú y se encuentran en negociaciones con el club White Lion de Panamá.

    Ventas en línea.  Se realizan a través de Facebook o por www.changosports.com

    Santiago Chango prueba uno de sus guantes en la fábrica de la empresa, ubicada en el suroriente de Quito. Foto: Armado Prado / LÍDERES
    Santiago Chango prueba uno de sus guantes en la fábrica de la empresa, ubicada en el suroriente de Quito. Foto: Armado Prado / LÍDERES
  • El sector de fragancias se recupera

    Patricia González

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    La industria de fragancias en el Ecuador está concentrada casi en su totalidad por las empresas de venta por catálogo. Las marcas que utilizan este medio para llegar al cliente final son las que han logrado posicionarse en el mercado local.

    Con el 49% de participación, Yanbal ocupa el primer lugar en ventas. Le siguen Belcorp–que agrupa a las marcas Esika, Cyzone y L´bel– y Avon.

    Según datos de la consultora Kantar Worldpanel, firma de investigación de mercados, el sector de las fragancias tuvo una leve recuperación en facturación durante el pasado año, en relación al 2016, que fue un año de recesión económica.

    El 70% de la producción de la planta de Yanbal en Ecuador, ubicada al norte de Quito, corresponde a fragancias. La marca de origen peruano fabrica al año 5,5 millones de fragancias y 1,7 millones de colonias o body splash.

    Los insumos y materias primas son importados a través de una empresa filial. A excepción del alcohol, que se compra a dos proveedores del Guayas. Las esencias y concentrados, en cambio, provienen de EE.UU., explica Audelio García, director de la planta de cosméticos de Yanbal.

    El proceso es muy específico. En los tanques de almacenamiento, ubicados en el área de hidrofragancias, se realiza la mezcla de las esencias y concentrados con el alcohol. Este proceso de maceración dura entre una y cinco semanas, a no más de 20 °C.

    Una vez que culmina, se envían las fragancias obtenidas por medio de tuberías al área de envasado, donde en promedio se envasan 20 000 unidades por día, a través de las llenadoras semiautomáticas de líquidos.

    La firma produce 48 tipos de fragancias para hombres y mujeres, exclusivas para el mercado ecuatoriano. Musk, Ohm, Temptation y Osadía son algunas de sus marcas ‘top’, siendo su más reciente lanzamiento la fragancia Indomito para caballeros.

    Los perfumes para hombres son los más vendidos de la marca. Sin embargo, en el país el consumo de fragancias está liderado por las mujeres, con 52% de participación, según Kantar Worldpanel.

    Avon, la tercera empresa de mayor facturación en el sector, destina toda su producción de fragancias para consumo local. La elaboración se cumple a través de aliados estratégicos locales.

    La materia prima y los componentes son en un 95% importados, de países como Colombia, México y EE.UU., detalla la firma de origen estadounidense.

    Su portafolio se compone de 41 fragancias para hombres y 77 para mujeres. Algunas de sus marcas más vendidas son Far Away, Soft Musk, Imari y Black Suede.

    A pesar de que el sector tuvo un mejor desempeño en el 2017, aún no recupera la rentabilidad de años anteriores. Para María Fernanda León, directora ejecutiva de Procosméticos y de la Asociación de Venta Directa (AVD), esto está vinculado con el impacto que ha generado la aplicación del Impuesto a los Consumos Especiales (ICE), que grava productos terminados considerados de lujo, entre ellos los perfumes y aguas de tocador. El impacto del ICE en el precio final del producto es del 20%, indica León.

    “El ICE vuelve costosa a la industria local”, subraya. Esto también ha afectado las exportaciones, que en el caso de fragancias bajaron prácticamente a cero, porque el producto local dejó de ser competitivo en relación al de otros mercados, donde las fragancias no están gravadas con ningún impuesto especial, explica la representante del gremio.

    Como contraparte al incremento de costos para la industria, León asegura que en los dos últimos años la industria se ha visto afectada por la proliferación de negocios informales que no cumplen con la normativa legal exigida para la venta de fragancias, como la notificación sanitaria obligatoria y el etiquetado adecuado del producto.

    Sin embargo, la directora ejecutiva de Procosméticos es optimista sobre el año en curso: “Esperamos incrementar la industria nacional a través de nuevas líneas de productos y que en el segundo semestre las empresas del sector estén exportando”.

    En la actualidad, Yanbal tiene un portafolio de 48 tipos de fragancias. Foto: Patricio Terán / LIDERES
    En la actualidad, Yanbal tiene un portafolio de 48 tipos de fragancias. Foto: Patricio Terán / LIDERES
  • El caldo listo para hacer toda clase de platillos

    Redacción Quito

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    Hacer de la cocina una actividad fácil con resultados deliciosos es el fin de Susana Mora Bowen y Carla Uribe, madre e hija, a través de su negocio Soupa.

    Se trata de un emprendimiento que comercializa bases de caldo listas para calentar. A estas se puede adicionar otros ingredientes y hacer diferentes sopas; también pueden servir para dar sabor a arroz, masas, pastas y salsas.

    La idea nació a inicios del 2017, pero se concretó hace cuatro meses. En esa época las empresarias no estaban trabajando y analizaron la posibilidad de desarrollar un emprendimiento.

    A Carla se le vino a la mente un recuerdo: cuando vivía en España utilizaba caldos precocidos que le facilitaban la preparación de alimentos. “Siempre tuvimos la idea de hacer el caldo y en ese momento dijimos es el momento para lanzarnos”.

    La inversión inicial fue de USD 15 000, que incluyeron equipos, planta e investigación. Precisamente, con la ayuda de una ingeniera en alimentos probaron cuál era la mejor receta y empaque hasta que lograron el resultado.

    Soupa ofrece tres tipos de productos: caldo de carne, de pollo y de vegetales. Las presentaciones son de un litro y medio litro.

    Cuando las emprendedoras comenzaron solo ellas se encargaban de toda la producción. Ahora tienen una colaboradora, con la que se dedican, en un local equipado para el caso, de la cocción y empaque de este alimento.

    El producto se comercializa en ocho locales de Quito y Cumbayá; la meta es venderlo en cadenas de supermercados o puntos de servicio; también vía Internet, por la página web del negocio. La entrega se hace a domicilio.

    Susana dice que en cinco minutos se puede contar con una sopa consistente usando la base. Se licúa, por ejemplo, el caldo de pollo en la licuadora junto a dos aguacates; se pone a calentar, se agrega sal y se añaden acompañantes al gusto. Listo para servir.

    “Queremos facilitarle la vida a los clientes en la casa, en el día a día. Que se tenga ya la base permite hacer todo más rápido. Se puede tener los caldos en la despensa, no necesitan refrigeración. Se puede hacer una crema, una sopa de fideo, de papas, etc. Hacemos la parte larga de la cocina para que la gente haga la corta”, dice Carla.

    Todo esto lo destaca la clienta Ana Carolina Benítez. Ella compra los tres tipos de caldos desde que el negocio arrancó; con ellos ha hecho sopas, estofados e, incluso, ha marinado un pollo para luego hornearlo y darle sabor.

    Los clientes también comentan de la practicidad del empaque en el que vienen los caldos. Se trata de una bolsa especial de aluminio que permite que el producto se mantenga por unos dos meses.

    Según las emprendedoras, este negocio utiliza para la conservación únicamente preservantes de origen natural. Se basan en las regulaciones de la Organización Mundial de la Salud.

    Tanto para Carla como para Susana es fundamental la inocuidad con la que preparan los alimentos. Además, ambas creen que es importante fomentar los encadenamientos productivos de su zona, por ello sus proveedores, principalmente, son de la parroquia de Cumbayá.

    Este emprendimiento también toma en cuenta aspectos vinculados al cuidado del ambiente. Todos los desechos se entregan a dueños de terrenos del lugar para alimentar a cerdos. Estas características permitieron que el negocio se destaque durante la edición más reciente del Grand Bazaar y gane el primer lugar.

    Para madre e hijas este fue un reconocimiento a su esfuerzo y les inspiró a seguir adelante en el crecimiento de este negocio.

    Como parte del negocio dos personas se quedan en planta y una se encarga de las entregas y las tareas de marketing, compra de los insumos, trámites, etc.

    Carla y Susana aspiran sacar más productos al mercado que pueden incluir, por ejemplo, caldo de pescado. “Ahí tendríamos todas las gamas de caldo base”, indicaron las emprendedoras.
    Asimismo, ambas buscan colocar su producto en otras ciudades del país como Guayaquil. Están ya realizando, además, contactos con un posible comprador en la zona sur del país, en Cuenca.

    Algunos datos

    Precios. El costo del caldo vegetal es medio litro es de USD 3,99. El producto más costoso es el litro de caldo de carne y pollo, que valen USD 6.99

    Venta. Al momento, este negocio comercializa entre 150 y 160 caldos mensuales. El crecimiento ha sido rápido, dicen las emprendedoras, durante los primeros meses.

    Producción. Esta es similar a las ventas y la capacidad de producción es de 500 litros al mes. Están en proceso de crecimiento como negocio.

    Trabajo. El negocio tiene su planta de producción en Cumbayá. Los proveedores de los insumos son de la zona.

    Susana Mora Bowen y Carla Uribe en su planta de procesamiento de caldos. Vienen en tres presentaciones. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Susana Mora Bowen y Carla Uribe en su planta de procesamiento de caldos. Vienen en tres presentaciones. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Expertos en empacar y embalar

    Redacción Quito

    Embalar y empacar productos es la especialidad de Green Pack. Esta empresa ecuatoriana encontró un servicio para aportar al sector productivo y trabaja con firmas de sectores como alimentos, construcción, entre otros. En la actualidad cuenta con 15 clientes a escala nacional a los que brinda sus servicios.

    La historia de la compañía arrancó en 2013 en un pequeño galpón de 200 metros cuadrados, en la zona industrial del norte de Quito. Su fundador y gerente, Francisco Campos, junto con dos socios, decidió instalar la planta de embalado y empacado. El trabajo se inició con cuatro empleados.

    Allí se trabajaba con ‘green film’, es decir el plástico que se utiliza en el embalaje. Además se ofrecía el servicio de empaquetado. Así empezaba la trayectoria de esta firma que en la actualidad tiene la certificación ISO 9001-2015, un sello de calidad que garantiza la calidad en los procesos.

    En el primer año de operaciones, la empresa tuvo tres clientes. Estos a su vez fueron recomendando los servicios de la empresa que dirige Campos. La clave de la compañía está en el uso de materiales como polietileno o poliolefina, que son aptos para ser reciclados. Además, los residuos de sus procesos se entregan a una empresa que gestiona y recicla materiales como plástico.

    Para ese entonces, el espacio que ocupaba resultaba pequeño. Además los clientes requerían un mayor volumen de empaquetado. Por eso, en el 2014 la compañía se mudó a otra planta, en Tumbaco, al oriente de Quito. Y para el 2015 la empresa dio un nuevo salto y abrió una planta propia en la zona industrial de Cayambe, en el norte de Pichincha. Esta planta llega a operar las 24 horas del día de ser necesario. “Hubo la posibilidad de un espacio mejor y Cayambe no está tan lejos de Quito”.

    Uno de los clientes de la empresa es la multinacional Nestlé. Bernarda Álvarez, asistente de marketing, señala que confían en los servicios de Green Pack por su efectividad y por ser una empresa comprometida con el ambiente.

    Otro cliente es Lamosan, un laboratorio farmacéutico. María Soledad Moreno es jefe de planta de Lamosan y comenta que Green Pack es un buen proveedor.

    Este laboratorio contrató los servicios de Green Pack para empacar pastas dentales. “La empresa brinda un trabajo personalizado y las entregas del producto se cumplen de manera puntual”.

    Uno de los valores agregados es el uso de ‘green film’, que se importa desde Brasil. Campos asegura que este insumo llega en rollos de 2,5 kilos. El peso facilita los procesos y el embalado.

    En eso coincide Ricardo Bastidas, gerente de Compras de Pronaca. Esa firma del sector de alimentos también utiliza los servicios de la empresa dirigida por Campos. Bastidas asegura que los rollos de ‘green film’ son fáciles de maniobrar, lo que repercute de manera favorable en la producción.

    La producción de esta empresa se mide en unidades, explica Campos. Cada unidad representa un producto empaquetado y en la actualidad se registran 21 600 unidades empaquetadas al día, en la planta de Cayambe.

    La planta de Quito no operó durante parte del 2017 debido a lo que Campos denomina contracción económica. Actualmente esta planta retomó su producción y produce 4 000 unidades diarias aproximadamente.

    La producción comienza cuando el cliente le pide que unan varios productos en un solo ‘pack’, por ejemplo. Se arma el cartón y a través de un proceso llamado termo encogido logran que varios artículos se comercialicen en un solo empaque.

    El servicio de empaquetado también incluye la colocación de la etiqueta con la respectiva información del producto como: lote, fecha de caducidad, fecha de fabricación, etc.

    Green Pack ofrece un producto personalizado que cumple las necesidades de la industria que lo contrate. Por eso Campos reitera la necesidad de desarrollar el empaque junto al cliente.

    Otra de las prioridades de la empresa es disminuir el impacto ambiental. El material utilizado en los procesos es de bajo espesor y eso ayuda a minimizar el volumen del desecho.

    Para este año Green Pack planea incorporar empleados a la fuerza de ventas para ampliar su cartera de clientes. También piensa abrir a finales de año una nueva planta en Guayaquil para facilitar su servicio de empaquetado en la Costa.

    Las Cifras

    2 plantas de producción tiene en la actualidad Green Pack. Una está ubicada en Tumbaco, al oriente de Quito, y la segunda está en Cayambe, en el norte de Pichincha.

    14 empleados trabajan en las dos plantas, entre administrativos y operarios. Diez se encuentran en Cayambe y cuatro en Tumbaco. Cuando la empresa arrancó su operación, en el 2013, tenía 4 trabajadores.

    15 clientes actualmente utilizan los servicios de Green Pack.

    Una de las plantas de operación de la empresa se encuentra en Cayambe. Allí se empaquetan 21 600 unidades al día. Una segunda planta  se encuentra en Tumbaco. Foto: LÍDERES
    Una de las plantas de operación de la empresa se encuentra en Cayambe. Allí se empaquetan 21 600 unidades al día. Una segunda planta se encuentra en Tumbaco. Foto: LÍDERES
  • La capacidad instalada de las Mipymes se encuentra a la baja

    Redacción Quito

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    En el país las micro, pequeña y mediana empresas (Mipymes) no utilizan su maquinaria, instalaciones y fuerza productiva en toda su capacidad. La recesión de la economía más el tamaño del mercado nacional están entre los factores que han influido en ello.

    Según Cristian Cisneros, director de la Cámara de la Pequeña Industria de Pichincha, al 2017 el 22% de la capacidad instalada de las Mipymes estaba subutilizada. Esto implica que bajó cinco puntos porcentuales frente al 2016, cuando alcanzó un 17%.

    La situación es más compleja si se revisa los datos del 2015 del desaparecido Ministerio Coordinador de la Producción (Mcpec), que revela que las instalaciones y la maquinaria de las firmas tenían un estado ocioso del 30%.

    El Ministerio de Industrias, entidad que asumió en este Gobierno las competencias del Mcpec, no respondió, hasta el cierre de la presente edición, un pedido de información actualizada.

    Más allá de las cifras, lo que sí se conoce es que la caída de las ventas, durante dos años económicamente complejos, impactó directamente en la producción de las empresas de menor tamaño.

    En la industria procesadora de carnes y embutidos Macafri, por ejemplo, el uso de su capacidad instalada llega actualmente al 70%. Esta empresa se amplió en función del buen ritmo de crecimiento que tuvo, al igual que el país, hasta 2014. Pero luego la situación cambió.

    “Nunca tuvimos una baja en las ventas. Lo menos que crecíamos era un 15% anual. Pero, en 2015 caímos un 12% y en el 2016 un 13%. En 2017 no bajamos más, pero tampoco crecimos”, indica Édison Romo, gerente de Macafri.

    En el 2018, la empresa espera reactivar su producción, que se ralentizó. El plan es desarrollar productos de nicho, con valor agregado y con mayores facilidades de cocción con una oferta de alimentos listos para preparar.

    Hoy, la empresa procesa 20 toneladas al mes. Hasta 2014 eran 25 o más en el mismo período.
    Un estudio llamado Productividad en la Industria en el período 2007-2016, elaborado por el Ministerio del ramo, revela que la capacidad instalada cayó siete puntos desde 2010. Pese a ello, indica, la producción sí se ha mantenido.

    Según la Capeipi, los sectores que menos han usado su capacidad instalada han sido metalmecánica, madera y construcción.

    Para otras Mipymes, como las del sector gráfico, la situación es más compleja debido a factores estructurales como la reducción en el uso del papel, nuevas formas de hacer publicidad en el mundo o la digitalización de diversas áreas

    Por ello un elemento decisivo para no desaparecer es reinventarse y realizar inversiones, más aún si se ha determinado sitios del mercado que faltan por atender.

    En este caso se encuentra la productora de helados Cofrunat, Coqueiros. Esta Mipyme trabaja, actualmente, con el 70% de su capacidad instalada.

    Xavier Bustos, gerente general, indica que en el 2017 la empresa invirtió USD 150 000 en mejoras de la planta y para más a mediano plazo espera hacer otra inversión de USD 150 000. “No llegamos a todo el mercado por el tema de cobertura, que va dela mano con la inversión en congeladores. Producimos unas 150 000 unidades, dependiendo el mes”.

    Con la inversión tendrían mayor capacidad instalada qué aprovechar. La empresa solo se dedica a surtir al mercado nacional.

    Un estudio del Observatorio de la Mipyme de la Universidad Andina revela que el 50% de las Mipymes cubría el mercado local y apenas del 4% exportaba. Wilson Araque, director de esta entidad y director del área de gestión de la Universidad Andina Simón Bolívar, asegura que el mercado nacional es pequeño y que es importante que las empresas apunten al mercado internacional.

    El catedrádito explica que en promedio las empresas trabajan únicamente el tiempo previsto por la ley: 40 horas semanales, cinco días a la semana.

    En algunos casos este trabajo de “solo lo justo” lleva a que se utilice en menor cantidad la maquinaria y las instalaciones, lo que genera menos producción. Se deja de realizar gastos adicionales en horas extras, por ejemplo, pero la fabricación es menor y las ventas se mantienen iguales.

    La situación se complica, según Cisneros, cuando el país importa más artículos baratos, que desplazan a los que desarrollan las Mipymes locales. Esto da paso al desplazamiento del empleo, pues sin tener trabajos por hacer las compañías ya no necesitan tanto personal y reducen las nóminas.

    El tamaño de la Pyme también incide

    Aprovechar la capacidad instalada de las plantas de producción es un desafío para las pequeñas y medianas empresas. Factores como el tamaño del mercado, el tipo de producto, los planes de exportación, entre otros, son vitales para las empresas que quieren optimizar y aprovechar recursos como maquinaria, tecnología y personal.

    La trayectoria también es un elemento que pesa. La empresa Gourmet Andino surgió en el 2016 y se enfoca en la elaboración de productos orgánicos con base en diferentes granos andinos, sin conservantes ni aditivos y con azúcares menos procesados.

    La planta de esta pequeña empresa se encuentra en Perucho, al nororiente de Quito. La producción arrancó hace 20 meses y el volumen no llegaba ni a una tonelada al mes, recuerda su fundador, José Luis Quintero.

    “En principio pensamos tercerizar la manufactura con empresas de la ciudad”, dice Quintero. Pero este emprendedor tenía como meta presentar al mercado un producto orgánico con valor agregado. “Pero las empresas a las que me acerqué no garantizaban que sea orgánico y libre de gluten. Por eso decidimos invertir en una planta propia”. El monto destinado bordeó los USD 140 000 para infraestructura, maquinaria y certificaciones.

    La planta de Gourmet Andino tiene capacidad para producir 10 toneladas al mes, pero en la actualidad está trabajando a la mitad. “Nuestro caso es aislado porque somos nuevos en el mercado y vamos ocupando la capacidad instalada con el tiempo”.

    Quintero añade que tener una planta propia tiene puntos a favor y en contra. En los primeros está que puede controlar el proceso de sus productos orgánicos; en los puntos en contra menciona que es un costo fijo.

    Otra empresa joven en el mercado es Rikocom Alimentos, que produce salsas, aderezos, mermeladas y otros productos de la industria de alimentos. Su caso es distinto, porque si bien lleva cuatro años en el mercado su planta de producción trabaja al 100%.

    Su director, Andrés Alarcón, explica que esto ocurre porque trabajan en un solo turno. “Si haríamos dos turnos el uso de la capacidad bajaría a 60%”.

    Alarcón detalla que también juegan las especificaciones de la maquinaria empleada, su afinamiento y ciertos cuellos de botella. “Cuando eso se afine los niveles de producción bajarán.

    Este empresario señala que la subutilización de maquinaria ocurre porque Ecuador es un mercado pequeño y la maquinaria que se importa viene diseñada para otros mercados. “En otros países el nivel de consumo y población es distinto, así como los niveles de empleo y poder adquisitivo”.

    La estrategia para hacer frente a este desafío, dice Alarcón, es lanzar nuevos productos y así aprovechar lo que se llama la capacidad ociosa de la planta. “Si antes ofertaba una presentación de 500 gramos ahora vende una de 300 gramos. Si ofertaba en vidrio ahora se hace en plástico”.

    Alarcón explica que se abarató el producto porque cayó el poder adquisitivo de la gente, dada la economía del país. “La idea es mantener la venta unitaria cambiando empaques o tamaños, sin afectar la producción en toneladas”.

    Una idea parecida es la de Macafri, empresa del sector cárnico. Su plan es desarrollar productos de nicho, con valor agregado y con mayores facilidades de cocción con una oferta de alimentos listos para preparar, según explica su gerente Édison Romo.

    Otra alternativa para aprovechar la capacidad de producción es externalizar los servicios, es decir buscar clientes que deseen usar la maquinaria. Eso ocurre con Unilimpio, firma que tiene dos líneas: químicos para la limpieza y productos absorbentes.

    El gerente de Producción, Marcel Filbig explica que elaboran productos para clientes para ocupar la maquinaria. Aún así, dice, en la planta de químicos solo se usa el 30% de la capacidad (con 300 toneladas por mes). “Operamos en un turno de ocho horas, con ciertas excepciones”.

    En absorbentes se trabaja en un 90% de la capacidad y produce 100 toneladas al mes. Unilimpio tiene expectativas luego de que empezaron a exportar a Perú, el año pasado. “Confiamos en que mejorará la economía. Mientras optimizamos procesos internos para aprovechar la inversión”.

    Las jornadas ampliadas no son una opción para los negocios

    Pocas son las Mipymes que trabajan más horas de las estipuladas en la ley. Así lo revela información del Observatorio de la Mipyme de la Universidad Andina Simón Bolívar.

    Los datos muestras que en promedio las Mipymes trabajaron entre el segundo cuatrimestre del 2011 y el segundo cuatrimestre del 2016, un total de 8,4 horas al día.

    “Este es un indicador fuerte. Es un comportamiento negativo porque afecta la productividad. Esas horas que no están siendo utilizadas implican una subutilización de otros recursos como máquinas, equipos, infraestructura física. Cuando se genera capacidad ociosa el efecto es un incremento en los costos de producción, principalmente unitarios”, explica Wilson Araque, director del área de gestión de la Universidad Andina Simón Bolívar.

    La fabricación de artículos o la atención de servicios en volumen obliga a una reducción de los precios porque se trabaja más, se reduce el uso ocioso de las maquinarias y se vende mucho más.

    En el análisis hecho por el exMinisterio Coordinador de la Producción en el 2015 se establece que la productividad laboral media de la industria se estancó. En ese año la cifra alcanzó un 11,6.

    Bolivia, Colombia, Chile y Uruguay son los países de la región cuya productividad media laboral es alta y tuvo importante crecimiento durante el 2014 y 2015.

    El Panorama Laboral y Empresarial del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) muestra que “la productividad de las microempresas representa apenas el 8,9% del total”.

    Las pequeñas empresas registran una productividad del 31,2%. En el caso de las medianas (divididas en dos tipos) y las grandes su situación es diferente y tienen mayor producción.

    Según Araque, si las firmas utilizaran más su capacidad instalada es probable que podrían contratar más trabajadores e impulsar el círculo productivo ya que necesitarían más materia prima y, por ende, los proveedores podrían crecer en su producción y ventas.

    Lo mismo sucedería si estas decidieran trabajar más horas. Claro está que para ello las compañías deben tener mercado a quien vender sus bienes o servicios.

    “Las Mipymes necesitan financiamiento especializado para crecer, principalmente de parte de la banca pública. La idea es generar productos adecuados a la realidad que tiene cada sector productivo. No es lo mismo un crédito para el agro que para hacer ropa”, dijo.

    Macafri, empresa del sector cárnico. Su plan es desarrollar productos de nicho.  La planta de producción espera mejorar sus indicadores en este año. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
    Macafri, empresa del sector cárnico. Su plan es desarrollar productos de nicho. La planta de producción espera mejorar sus indicadores en este año. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
  • Él le cambió el uso al tradicional cedazo

    Cristina Marquez

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    Los antiguos cedazos que se descontinuaron como utensilios de cocina son la materia prima fundamental en el taller artesanal de Claudio Cabrera. Él los convirtió en creativos y coloridos souvenirs que retratan escenas de las nacionalidades indígenas del Ecuador.

    Cabrera, de 67 años, es oriundo de Guangopolo, una parroquia situada al norte de Quito. Hace casi cincuenta años ese sitio era conocido por la tradición de la fabricación artesanal de los cedazos. Eran requeridos para tamizar harinas y cernir líquidos.

    Pero en la década de los 70, en Ecuador se descubrió petróleo y la industria plástica empezó a despuntar. “En poco tiempo empezaron a aparecer en el mercado los instrumentos plásticos para la cocina. Nos quedamos sin trabajo”, recuerda Cabrera.

    Él y toda su familia dependían de la manufactura de los cedazos para subsistir. De hecho fue su bisa­buela, Melchora Yánez, quien le enseñó la técnica para tejer las delgadas y resistentes telas de los cedazos, cuando tenía 7 años.

    Los cedazos se manufacturaban con fibras tratadas de la crin del lomo y de la cola de los caballos. El pelo natural de esos animales era resistente y lo suficientemente delgado para separar los residuos de bagazo de la harina fina para preparar máchica, coladas, pan y una variedad de alimentos.

    “Nadie podía cocinar sin uno de nuestros cedazos. Siempre en las ferias llegaban compradores de todo el país y podíamos vivir holgadamente. Casi todos los habitantes de la parroquia nos dedicábamos a lo mismo”, recuerda.

    Cuando el negocio decayó, él decidió, junto con su hermana Rosita Cabrera, buscar una estrategia para evitar la pérdida de la tradición y del negocio de los cedazos. En 1984 decidió cambiar el uso a ese instrumento de cocina.

    Ese año instaló un pequeño taller en su casa. Solo requirió comprar hilos de colores y agujas, pues ya contaba con todas las demás materias primas, y empezó a retratar paisajes bordados sobre las bases de los cedazos.

    El nuevo producto se volvió popular entre los turistas, y en poco tiempo más moradores de la parroquia pidieron unirse a su taller como aprendices. Los turistas extranjeros eran los principales clientes y las artesanías se vendían en el Centro de Quito.

    Ese mismo año, Claudio organizó la primera feria internacional de artesanías en un museo de esa ciudad. Más de 60 expositores de varias provincias y de países vecinos participaron en el evento.

    “Ese día aprendí que la organización era la clave para progresar. Solos éramos artesanos tratando de sobrevivir, pero cuando nos uníamos, éramos un gremio muy fuerte. Además, necesitamos espacios propios para mostrar nuestro arte”, cuenta sonriente.

    En el 2003, Cabrera buscaba nuevos mercados para sus productos y decidió probar suerte en las ciudades de la Sierra Centro. “Por una discusión familiar salí de mi casa sin dinero y solo con un rondador en la maleta”, recuerda.

    Su talento para la música y el canto le ayudó a ganar lo suficiente para subsistir y para iniciar un nuevo negocio. Riobamba se convirtió en su ciudad de destino por la diversidad cultural y los espacios para exponer artesanías.

    Allí, en la Plaza Artesanal del Tren, en el centro de Riobamba, está ubicado su puesto. Él ofrece juegos de cedazos bordados, tapetes, relojes, aretes y hasta pequeñas esculturas de aves hechas únicamente con pelo de caballo.

    Las artesanías cuestan entre USD 3 y 40, y son los recuerdos preferidos de los riobambeños con familiares en el extranjero. “Ahora, más que los visitantes extranjeros, los locales son nuestros clientes más asiduos. Los cedazos les traen recuerdos de su infancia, pero tememos que algún día los dejen de recordar”, dice Cabrera.

    Raquel Moreno es una de las clientas más asiduas de este artesano. “Estos son los obsequios perfectos para nuestros familiares en el extranjero. Cuando les contamos que antes usábamos esto en la cocina y que son fibras auténticas de pelo de caballo, no lo pueden creer. Es un pedazo de historia hecho arte”, dice Moreno.

    En el futuro, Cabrera espera mantener su negocio en la Estación del Tren, aunque los últimos meses han sido críticos para todos los artesanos que ofertan allí sus creaciones. “Necesitamos más promoción turística de las rutas del tren y precios populares, para que más gente pueda acceder”.

    Claudio Cabrera Diseña y borda artesanías que representan a todas las nacionalidades del Ecuador. Foto: LÍDERES
    Claudio Cabrera Diseña y borda artesanías que
    representan a todas las nacionalidades del Ecuador. Foto: LÍDERES
  • Nuevo récord de ventas para el comercio online en ‘Cyber Monday’

    Agencia DPA

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    El comercio online de Estados Unidos registró el lunes, cuando tradicionalmente presenta ofertas especiales con motivo de ‘Cyber Monday’, pedidos por la cantidad récord de unos USD 6.590 millones (5 540 millones de euros), según estimaciones de investigadores de mercado dadas a conocer hoy.

    Las ventas online suponen un aumento del 16,8 por ciento respecto al récord registrado el año pasado, informó la empresa Adobe Digital Insights (ADI).

    La tendencia en las compras online se inclina fuertemente a favor de los dispositivos móviles. Según ADI, los clientes gastaron USD 1 590 millones en smartphones, lo que supone un aumento del 39,2 por ciento en relación con el año pasado.

    El pasado viernes, «Black Friday», principal día de ventas del comercio minorista clásico, y el jueves, Día de Acción de Gracias, los estadounidenses gastaron en compras 7.900 millones de dólares, un aumento de más de un 17 por ciento respecto al año pasado y también un nuevo récord.

    Con el espectáculo de shopping que cada año se repite en estas fechas, se inaugura en Estados Unidos la época de compras navideñas.

    Con el espectáculo de shopping que cada año se repite en estas fechas, se inaugura en Estados Unidos la época de compras navideñas. Foto: AFP
    Con el espectáculo de shopping que cada año se repite en estas fechas, se inaugura en Estados Unidos la época de compras navideñas. Foto: AFP