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  • Fabitex, un negocio de dos décadas de sábanas y edredones

    Modesto Moreta

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    La empresa Fabitex se encarga de la producción de sábanas, cobertores, pijamas, edredones, almohadas y línea hotelera. Uno de los puntales de esta industria ambateña es la renovación de sus productos, los cuales los comercializa a escala nacional.

    A más de esas líneas incursiona en la infantil, con gran demanda en el mercado. El año pasado esta empresa facturó USD 500 000 y actualmente cuenta con 25 colaboradoras y más de 20 distribuidores en todo el país.

    El emprendimiento familiar lo inició Fabiola Aguayza, hace 22 años. La historia comenzó cuando ella decidió confeccionar ropa interior para niñas. A pesar de que su producto se vendía bien, tras un análisis, pensó que la competencia era fuerte con las grandes empresas. Por eso buscó una línea que impactara con modelos y diseños nuevos.

    Se adentró en la línea blanca de hogar (sábanas, cobertores, almohadas). Y las ventas crecieron. Efectuó una primera inversión de seis millones de sucres, que consiguió a través de un crédito en una institución financiera. Con los recursos adquirió una máquina de coser, otra overlock y materia prima; instaló su taller en el barrio La Merced, en el norte de Ambato. Contrató a cinco personas para que le ayudaran en la producción de los textiles.

    Constantemente, ella asistía a ferias y revisaba revistas dedicadas a diseños para obtener nuevos modelos en almohadas, sábanas, cobertores, etc., que impactaran a sus clientes. Esa fue la estrategia que aún aplica en su empresa: “Estar a la vanguardia de la competencia”, dice Aguayza.

    Su esposo Hugo Caguana fue un puntal en el crecimiento de Fabitex porque, junto a él, ella viajaba a vender los productos en Costa, Sierra y Amazonía.

    En los recorridos los clientes le solicitaban más productos como cubrecamas, edredones y otros. Eso les obligó a los emprendedores a realizar una nueva inyección económica en el 2009 de USD 75 000. Importaron de China una máquina para los acolchonados de los cobertores y edredones.

    También compraron un plotter y una sublimadora para los estampados, con diseños infantiles y para adultos. Esta inversión fue de USD 38 000, vía crédito.

    Actualmente, la empresa está ubicada en el ingreso a Huachi La Joya, en el centro de la ciudad. “Mi padre César fue un emprendedor y fue el ejemplo para incursionar en los negocios”, dice ella.

    Hace dos años la posta la tomaron sus hijos, María Augusta y Fabián. Los dos están involucrados en la comercialización de las líneas de producción y el diseño. Con las enseñanzas de sus padres dirigen estas áreas del emprendimiento en las que se diseñan sábanas para niño, niña, adultos y jóvenes.

    Los productos se comercializan en Ambato, Riobamba, Quito, Portoviejo, Chone, Quevedo, Santo Domingo, Guaranda, Puyo, Tena y otras ciudades del país. Actualmente, se producen entre 600 y 700 edredones semanales que se envían a 20 distribuidores a escala nacional.

    Hace nueve años Gloria Vega es cliente de Fabitex. Su local funciona en el Centro Comercial Ferroviario, en el centro de Ambato. Cuenta que los productos son de calidad y por eso la demanda se incrementa en un 20% cada mes.

    A esto se suma el precio accesible de los juegos de sábana, edredones, pijamas, cubrecamas y la línea infantil que se confeccionan con telas de calidad. “Los diseños novedosos y diferentes a otras empresas permiten que haya demanda. Mis clientes llegan de otros cantones y también de Latacunga y Riobamba”, dice Vega.

    La proyección de Aguayza es realizar una nueva inversión para la fabricación del plumón, que es la materia prima que usa en la confección de sus líneas.

    La empresa, en el 2011, abrió una tienda de exhibición y distribución en la que los clientes pueden escoger cada uno de los modelos y diseños fabricados con telas de algodón e hijo.

    María Augusta Caguana dice que a pesar que ella y su hermano están bajo el control de sus padres, ya comenzaron abrir sus propias líneas de producción. “Estamos buscado productos con el propósito de incrementar las ventas en el país. La innovación es un puntal de nuestra empresa”.

    Los hermanos Fabián y María Augusta Caguana están al frente de la empresa. La compañía ambateña innova en los diseños que ofrece al público. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Los hermanos Fabián y María Augusta Caguana están al frente de la empresa. La compañía ambateña innova en los diseños que ofrece al público. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Camisas y guayaberas que llegan a la sierra norte

    Modesto Moreta

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    Ejecutivos, catedráticos, empleados públicos y privados, así como empresarios de la sierra centro y norte visten con las camisas que diseña y confecciona Gonzalo Bejarano.

    Este artesano ambateño en 1982 fundó su firma Kerly Shirt. En su almacén y taller localizado en la avenida Los Andes y calle Tomás Sevilla, en el centro de Ambato, en Tungurahua, exhibe una variedad de colores y diseños de camisas que junto a su esposa Leonor Sarabia confeccionan en su local.
    La pareja también produce las tradicionales guayaberas.Los diseños muestran colores tradicionales como el blanco, celeste, beige, pero también se encuentran tonos modernos como rosa, verde o gris.

    Bejarano apuesta a la innovación a través de la combinación de colores. Por ejemplo si la camisa es de color azul con rayas blancas; en las mangas llevará filos de color azul marino, similar proceso realiza con las camisas rojas, negras. Esos diseños y modelos son los preferidos por los ejecutivos.

    Bejarano cuenta que el trabajo dedicado y la creatividad hicieron que el año pasado facturara USD  60 000 en su emprendimiento donde laboran 10 personas. Cuatro son de planta y seis trabajan bajo la modalidad de maquila.

    Con este modelo de negocio, cada mes produce 2 000 camisas que las comercializa en los almacenes de Riobamba, Quito, Ibarra, Ambato y Latacunga que son sus principales mercados.

    La historia del negocio se inició cuando Bejarano tenía 14 años. Una vez que terminó los estudios de la primaria sus padres le mandaron a que aprendiera un oficio. Ingresó a un taller de sastrería donde se instruyó en la confección de levas; posteriormente pasó al taller de César Paredes quien reforzó sus conocimientos. Tras dejar el empleo emigró a Quevedo donde aprendió a armar las camisas y guayaberas. Una vez casado retornó a Ambato donde decidió poner un taller de sastrería.

    Ante la falta de créditos del sector financiero acudió a un préstamo informal que le prestó 20 000 sucres. Con los recursos compraron una máquina de overlock y una de costura recta.
    Al negocio de las camisas ingresó cuando en el 2008, Lucrecia Lucero le propuso que le confeccionara camisas para venderlas en Guayaquil. A la semana le entregaba 100 prendas de vestir, pero los pedidos se incrementaron a 200 semanales.

    En el emprendimiento trabajan 4 mujeres; se encargan del terminado. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    En el emprendimiento trabajan 4 mujeres; se encargan del terminado. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES

    Con el negocio en crecimiento buscó un préstamo en una institución financiera por 
     120 000 sucres. El dinero lo invirtió en la compra de maquinaria y la materia prima; además contrató a otras dos personas para que ayudarán en la producción de 500 camisas.

    La crisis bancaria y el congelamiento de los recursos de 1999 no le afectaron, porque días antes con el dinero que guardaba en las entidades financieras pagó algunas deudas. “Saqué tres días antes que se dolarizaran 13 de los 14 millones de sucres que guardaba”.

    Pero un cliente casi hace que quiebre el emprendimiento de Bejarano. Le quedó debiendo 3,5 millones de sucres en mercadería. Para cubrir ese dinero tuvo que hacer un crédito de 5 millones. Pagó las deudas y con el capital restante empezó de nuevo.

    Actualmente confecciona 1 500 camisas y las ventas mensuales bordean los USD 5 000 mensuales. Distribuye en 20 locales comerciales a escala nacional y tiene vendedores que recorren todo el país ofreciendo su producto.

    El año pasado, el empresario realizó una nueva inversión de USD 8 000 para renovar la maquinaria. Compró una máquina que pega botones, costura recta y una plancha especial para los cuellos. “A mis colaboradores exijo responsabilidad y que trabajen de acuerdo a nuestro sistema”.

    Hace 30 años, Fanny Quintana, propietaria de camisería Christian Shirt, trabaja con la firma ambateña Kerly Shirt. Dice que la calidad del producto permitió que las ventas subieran desde el año pasado subiera entre el 20 y 30%. “La tela, los hilos, las costuras y todos los materiales que se emplean en la confección de las camisas, por eso la gente busca y compra en Riobamba”.

    Quintana aseguró que los precios bajos atraen a los clientes. “Quien compra una camisa con calidad y económica no debe pagar entre USD 10 y 16”.

    Gonzalo Bejarano creó su firma Kerly Shirt en 1982.  Tiene tres colaboradoras y produce al mes 2 000 camisas que se venden en varias ciudades.Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Gonzalo Bejarano creó su firma Kerly Shirt en 1982. Tiene tres colaboradoras y produce al mes 2 000 camisas que se venden en varias ciudades.Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Las chompas de cuero de Quisapincha, a Costa Rica

    Modesto Moreta

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    Chompas, carteras, guantes, billeteras, etc., que produce Arte y Cuero Pepe, en la parroquia Quisapincha, en la provincia de Tungurahua, se exportan al mercado centroamericano. También se comercializan en Quito, Cuenca, Cotacachi, Ambato y otras ciudades del país. El año pasado, las ventas alcanzaron un total de USD 50 000.

    Este emprendimiento familiar arrancó en 1988. Su fundador, José Ortiz, se especializa en la confección de artículos de cuero para damas y caballeros. La inversión inicial fue de 100 000 sucres.

    Con los recursos adquirió una máquina de coser, materia prima, y herramientas. Empleó a dos personas para que se dedicaran a la confección. Desde entonces, fue perfeccionando la costura y acabados de las prendas, proceso que le permitió exportar su oferta.

    En Costa Rica está presente en la cadena de tiendas G&B y Típico San Luis. El gerente de Arte y Cuero Pepe dice que su firma ofrece artículos de alta calidad y que siempre está atenta a las tendencias y colores de moda, para ofrecer al público diseños vanguardistas, acordes a la época.

    Por esta razón participa cada año en las ferias internacionales de Colombia, país referente en la moda del cuero en Sudamérica.  En estas citas es donde conoce las nuevas tendencias y las traslada a sus prendas y accesorios. “Los nuevos productos y diseños permiten estar delante de otros competidores dedicados a la confección en cuero”, explica Ortiz.

    El local de exhibición y ventas está ubicado en el ingreso a la parroquia Quisapincha, 20 minutos al noroeste de Ambato. En un edificio de cinco plantas funciona su negocio: cuatro pisos están destinados a la exhibición de chaquetas, carteras, zapatos, guantes, gorras y más artículos en cuero.

    En la quinta planta se levanta el taller de confección y diseño. La inversión fue de USD 300 000.  En este lugar desarrollan los productos que, principalmente, se venden en el extranjero. Dos personas cortan el cuero y los distribuyen a diversos talleres de Quisapincha que se encargan del armado y cosido.

    Mensualmente, la empresa confecciona 200 chompas, 60 pares de zapatos y 100 carteras de diversos colores. Asegura que cada dos meses envía a Costa Rica 200 chompas y otros artículos.

    El mercado hacia Centroamérica lo abrió en 1990. Viajó a Costa Rica para promocionar sus productos y tuvo acogida. Desde entonces, el envío de sus productos a esa nación es constante. Ha exportado también a Chile, Suecia, Líbano y Guatemala.

    Diana Ramírez, gerenta de G&B en Costa Rica, cuenta que trabaja con la firma ecuatoriana hace cuatro años. La calidad de los productos, la materia prima y los diseños cubren las expectativas que tiene el mercado internacional.

    La empresaria está satisfecha porque Arte y Cuero Pepe adopta en sus prendas algunas de las sugerencias que ella le hace. “Les pedimos algunas especificaciones para la prenda o diseños en el artículo en cuero. Ellos nos brindan ese servicio. Además, tenemos pedidos exclusivos”.
    Ramírez afirma que el mercado costarricense es exigente y los productos cumplen con esos requerimientos. Por eso las ventas están en crecimiento.

    En el local de Arte y Cuerpo Pepe, donde se ofrecen los productos a los clientes ecuatorianos, trabajan cinco personas. Su propietario cuenta que antes de iniciarse en el negocio del cuero, sus padres laboraban en la confección de chompas en tela que las comercializaban en todo el país.

    Con la llegada de la moda del cuero, en 1988, se dio un giro al negocio de confecciones.
    Las ventas crecieron debido a que comerciantes de Tulcán y Huaquillas venía a Quisapincha a comprar las chompas. Semanalmente entregaba 150 prendas, pero luego bajó y abrió el mercado de exportación.

    Actualmente, tiene como proyecto abrir un local comercial en Quito. El objetivo es atender la alta demanda de los clientes de esa ciudad, que llegan a Ambato para comprar. “Es un buen mercado y estaremos a finales de este año”. El propietario cuenta que los principales clientes de su local en Tungurahua son extranjeros: vienen de EE.UU., Italia, Chile y otras naciones. 

    Arte y Cuero Pepe personaliza los productos que envía a Costa Rica. El dueño tiene un local comercial en el ingreso a la parroquia Quisapincha. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Arte y Cuero Pepe personaliza los productos que envía a Costa Rica. El dueño tiene un local comercial en el ingreso a la parroquia Quisapincha. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • El polvo para hacer micheladas gana clientes en cuatro ciudades

    Fabián Maisanche

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    Una tarea de clases en el 2016 se convirtió en Mizchen Mizk, un emprendimiento de dos jóvenes ambateñas. Paola Pérez y Lissetth Correa lograron concentrar en una mezcla en polvo todos los ingredientes que disueltos en una cerveza dan nombre a la michelada.

    Esta se denomina Mizk y se comercializa en dos presentaciones en tiendas de Ambato, Latacunga, Quito y Guayaquil. Los clientes, en su mayoría jóvenes, pueden adquirir un sobre de 8 gramos que puede ser disuelto en una cerveza y un frasco de 120 gramos que alcanza para combinar en 12 botellas de la bebida.

    Pérez cuenta que Mizk evoluciona de acuerdo al requerimiento del consumidor y la oferta del producto. Recuerda que al inicio de esta aventura vendían en una sola presentación y el sabor era el tradicional de limón, en el 2016.

    Los compañeros, amigos y familiares se convirtieron en los principales clientes de su tarea y que semestres después se convertiría en su tesis de graduación para obtener el título de Ingenieras en la Facultad de Alimentos de la Universidad Técnica de Ambato.

    La idea de graduarse con su emprendimiento les permitió hacer un estudio minucioso de mercado en Tungurahua, Cotopaxi, Chimborazo y Pastaza. Allí se recopiló información sobre el producto y un análisis financiero donde indicaba que sería sustentable su empresa Mizchen Mizk.

    El negocio comenzó con USD 14. La inversión se destinó en la compra de materiales como fundas y etiquetas. Además de la materia prima como la sal, saborizantes, limón, pimienta y otros ingredientes. Los laboratorios de la ‘alma mater’ fueron utilizados para crear el polvo y en una semana se elaboraba 30 unidades de 20 gramos.

    En dos meses produjeron 500 unidades que se vendía solo en Ambato. Los pedidos aumentaban y la necesidad de legalizar Mizk las animó a invertir USD 700 en la compra de una selladora y una balanza. Además de iniciar los trámites para el permiso de funcionamiento, obtención de la notificación sanitaria y el equipamiento.

    Correa recuerda que entre las exigencias de los funcionarios de sanidad estaba que el lugar donde se elabora el producto tenga paredes lisas, de un solo color y fácil de limpiar. Que el espacio donde se manipule el producto tenga mesas de acero inoxidable, embases, protectores en ventanas y bombillas, anaqueles y una bodega. “El dinero que se invirtió en los arreglos se obtuvo de las ganancias de las primeras ventas”.

    Con estas adecuaciones las emprendedoras mejoraron la producción y en un mes duplicaron la producción. También aumentaron los sabores del tradicional de limón a los de maracuyá, tamarindo y picante. Al momento venden 600 sobres, 100 frascos y facturan alrededor de USD 1 500 al mes.

    La asesoría con técnicos de la Cooperación para el Desarrollo Económico de Ambato y Tungurahua (CorpoAmbato) permitió posicionar el producto en la urbe. El apoyo del Municipio de Ambato, las Cámaras de Comercio e Industrias y tres centros universitarios de la provincia les ayudó a promocionar Mizk en las ferias.

    Mizchen Mizk invertirán USD 1 000 con una empresa de Quito que les ayudará a enfundar el producto. Estos permitirán reducir costos, mejorar la calidad y extender la vida de útil del producto.

    Lissetth Correa y Paola Pérez crearon Mizk. Se venden en los sabores de limón, maracuyá, tamarindo y picante en dos presentaciones. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Lissetth Correa y Paola Pérez crearon Mizk. Se venden en los sabores de limón, maracuyá, tamarindo y picante en dos presentaciones. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • La especialidad de casa, el borrego asado

    Modesto Moreta (F) 
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    Borrego asado, cuy y conejo al carbón, trucha y tilapia asada, al vapor o ahumada son parte de las opciones que ofrece a sus clientes en el Paradero Chaupi Uchu (interludio de una celebración o intermedio de ají).

    El emprendimiento familiar ubicado en el kilómetro 18 de la vía Ambato-Guaranda, está en la parroquia indígena Pilahuín.

    Este emprendimiento, donde se respira un ambiente de tranquilidad en medio de la naturaleza, abrió puertas en diciembre del 2016. Daniel y María Pandy, y Geovanny Maliza decidieron unirse en una sociedad para crear este restaurante construido con ladrillo visto y grandes ventanales. Está adornado con cuadros de aves.

    La idea del proyecto es fomentar el turismo local y nacional en esta zona del cantón Ambato. La inversión inicial fue de USD 150 000: el 50% de los recursos fue de ahorros familiares y el resto lo consiguieron a través de un crédito en la cooperativa de ahorro y crédito Mushuc Runa.

    Con los recursos adquirieron el terreno, levantaron la construcción y equiparon el restaurante y la cocina con acero inoxidable. Al momento cuatro personas trabajan en la preparación de los alimentos. Maliza viste un pantalón y camisa blanca y un poncho rojo que identifica a su pueblo Chibuleo. Él ofrece la gastronomía indígena a los turistas que recorren esta ruta que tiene importantes parajes como los nevados Chimborazo y Carihuairazo.

    También iniciaron su proyecto de turismo comunitario que involucraría recorridos por la iglesia central del pueblo que es de piedra tallada y declarada como patrimonio nacional. También ofrecen la convivencia con las familias para que conozcan las tradiciones y costumbres para difundir las artesanías, la música, las celebraciones ancestrales como el Paukar Raymi, Inti Ramy y otros festejos.

    Maliza cuenta que están a punto de abrir las cabañas para el alojamiento de los visitantes y un sendero ecológico denominado Paraíso Andino en la comunidad Pucará Grande.

    Cuenta que en los primeros días que abrió el negocio ofrecían almuerzos y posteriormente los platos típicos. Dentro de su menú hay más de 10 platos y bebidas como la chicha de maíz, el borrego asado, truchas, caldo de gallina… Sus principales proveedores del cuy y los conejos son los vecinos del sector.

    “La idea es que todos se benefician económicamente con la venta de las legumbres, hortalizas, los cuyes, los conejos, las truchas y las gallinas de campo”, dice Maliza.

    En sus inicios las ventas no superaban los USD 100 semanales, pero en la actualidad facturan USD 300. La lista de comensales crece especialmente los fines de semana. Maliza cuenta que la especialidad de la casa es el borrego asado, el plato cuesta USD 6. También el cuy o conejo con papas y zarza de maní que cuesta entre USD 5 y 6 respectivamente.

    Hay trucha y tilapia asada, hornada, frita y al vapor acompañado con papas fritas y ají rocoto. También se ofrecen desayunos y almuerzos. Que cuestan USD 2,50.

    El mes pasado realizaron una nueva inversión de USD 10 000 para equipar y concluir la construcción de las dos cabañas para 15 personas. “Nuestra meta es presentar una nueva alternativa en turismo aprovechando los recursos y la belleza de la naturaleza que rodea a este comunidad que se levanta en las faldas del nevado Carihuairazo”.

    Uno de sus socios es María Pandi. La matrona se encarga de la preparación de los platos fuertes y en atender las recepciones como matrimonios, cumpleaños y cualquier evento que pueden acoger en los 260 metros cuadrados de construcción con grandes ventanales. Maliza dice que esos son los cuadros vivos donde el turista puede mirar el paisaje.

    Uno de sus clientes es Lorena Vargas. La comensal dice que la sazón de Chaupi Uchu es buena, especialmente en sus platos típicos. Por eso frecuenta con su familia este paradero localizado en la vía a Guaranda.

    Datos
    Este negocio  se fundó en diciembre del 2016. Es un negocio familiar y está integrado por tres socios. Al menos compran y venden 100 cuyes asados mensuales. Toda la materia prima es adquirida a las familias del sector.

    Los turistas  también pueden tomarse fotografías en las áreas verdes con las alpacas que caminan libres en la zona. También conocer cómo se asan en el horno a leña los cuyes y los conejos.

    Los clientes  vienen de Quito, Ambato, Latacunga, Guaranda, Babahoyo. Los fines de semana llegan de todo el país y también de Estados Unidos, Alemania, Francia…

    Geovanny Maliza es el gerente de l Paradero Chaupi Uchu que abrió sus puertas en diciembre del 2016. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
    Geovanny Maliza es el gerente de l Paradero Chaupi Uchu que abrió sus puertas en diciembre del 2016. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
  • La atención e inversiones llegaron a Loja y Ambato

    Giovany Astudillo

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    El Hospital Santa Inés, que funciona desde hace 51 años en Cuenca, se expande por el Ecuador. Sus accionistas planificaron, desde el 2015, invertir en otras ciudades porque en su sede en la capital azuaya recibían pacientes de otras regiones del país.

    Por citar un ejemplo, tres de cada 10 procedimientos cardíacos que se realizaban en el Hospital Santa Inés en Cuenca eran de personas que llegaban del centro del Ecuador. Además, tienen pacientes de Napo, Pastaza, Loja, Guayas, El Oro y Pichincha.

    Por ello, en julio del año anterior iniciaron actividades en la capital lojana, tras una alianza con el Hospital del Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL). Desde entonces manejan el laboratorio y las unidades de cuidado intensivo; y este mes abrirán un centro de cardiología. Es un centro hospitalario de marca compartida UTPL-Santa Inés.

    Según el gerente General del Hospital San Inés, Bruno Ledesma, la marca tiene un posicionamiento importante en el país “por la calidad de los médicos, la infraestructura y los costos más económicos que en otras ciudades”.

    En el caso de Loja, “la UTPL maneja la baja complejidad y nosotros la alta”. Además, firmaron un convenio con esa universidad para el internado tanto en pregrado como en posgrado.

    Santa Inés invirtió USD 500 000 en el laboratorio. Allí, cuentan con 10 empleados e incrementarán seis puestos más. Ledesma asegura que tienen equipos de última generación, que permiten que el proceso sea totalmente automatizado. Además, los resultados de los exámenes se pueden revisar en un sitio web.

    En el centro de cardiología, en cambio, invierten USD 1 millón en tecnología durante este año. Adicionalmente, “estamos trayendo equipamiento para las unidades de cuidados intensivos general, pediátrica y neonatología. En Loja cuentan con cinco médicos, a más de los tecnólogos, las enfermeras en cuidados intensivos y cardiología y personal de laboratorio.

    El centro médico también se expandió al centro del Ecuador. El 1 de octubre pasado abrió un hospital de 9 500 metros cuadrados, en Ambato. Allí, tienen 65 empleados, entre enfermeras, personal administrativo y médicos residentes o generales. Además, 50 médicos especialistas. “La idea fue que la mayoría de los empleados sea de Ambato para generar fuentes de trabajo”.
    Es un hospital que da cobertura al centro del país y a la Amazonía, señala Ledesma. La inversión supera los USD 13 millones, que se destinaron a infraestructura y tecnología.

    Según Ledesma, esos recursos se financian con aumentos de capital en el paquete accionario. Además, con socios en Ambato y con la alianza de la UTPL, en Loja.

    Él ejecutivo agrega que, pese a la situación económica compleja del país, este hospital sigue invirtiendo y generando fuentes de trabajo. “Sin temor a equivocarme somos uno de los centros hospitalarios más grandes del Ecuador”.

    El objetivo es tener una mayor presencia en el ámbito nacional y prevé que en tres años más contarán con otros dos hospitales en otras ciudades. Su interés está en Machala, Manta e, incluso, la capital de la República.

    En Cuenca también invierten en una nueva torre junto a su actual hospital. Allí, funcionará un centro de trasplante integral, con quirófanos de donante receptor. El edificio tendrá un helipuerto.

    Además, construyen una nueva sala de emergencia porque donde está la actual montarán el área de medicina nuclear para el tratamiento del cáncer, dice Ledesma.

    Adicionalmente, abrirán un centro de rehabilitación integral y otro de endoscopia, un laboratorio y nuevas unidades de cuidados intensivos. El proyecto cuesta USD 12 millones.

    La construcción empezó hace un año y se tiene previsto que estará listo en enero del 2018. Ledesma indica que la expansión de Santa Inés ha tenido la aceptación esperada. Por ejemplo, el número de cirugías pasó de 450 al mes, en promedio, a 550 mensuales, durante este año. En esa cifra se suma a Cuenca, Loja y Ambato. “A más de atender una mayor cantidad de pacientes, incrementamos la cobertura de salud en el Ecuador… No solo atendemos pacientes privados, sino también de la red pública, en alta complejidad sobre todo”, destaca Ledesma.

    Otros detalles

    Su equipo médico.   Entre Cuenca, Loja y Ambato tienen más de 300 médicos especialistas. Además, 30 generales que dentro de su estructura le denominan como residentes. Cubren un 95% de las especialidades.

    Subespecialidad.  El hospital tiene un equipo o ‘heart team’ de cardiología. Está integrado por cardiólogos clínicos, cirujanos y hemodinamistas. También, ecocardiografistas, cardiólogo de tomografía, anestesiólogo…

    El gerente General del Hospital San Inés, Bruno Ledesma. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
    El gerente General del Hospital San Inés, Bruno Ledesma. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
  • La lencería, producto estrella de Ralomtex

    Modesto Moreta

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    Daniela’s, Traviesos y FLA son las marcas estrellas en lencería que produce la empresa textil Ralomtex. La firma ambateña tiene presencia a escala nacional con más de 300 distribuidores de sus líneas casuales, tanga, hilos, cacheteros, infantil y pijamas. Y la línea de caballeros con prendas boxer.

    La calidad, el uso de las mejores materias primas del mercado y las nuevas colecciones son la clave para el crecimiento de este negocio. Las damas, los caballeros y los niños son usuarios de estas prendas y las colecciones que presenta la empresa cada año para mantenerse en el mercado.

    En el 2017 la firma facturó USD 4,8 millones y empleó a más de 110 personas. Sus productos se comercializan en cadenas comerciales como RioStore, Megamaxi y R&M, EtaFashion… Además, en locales de ropa ubicados en Quito, Guayaquil, Cuenca, Ambato, Cotopaxi y Latacunga.

    Ralomtex produce cada mes unas 25 000 docenas de prendas. Su gerente Ramiro López dice que el éxito del negocio es estar siempre a la vanguardia de la moda, creando nuevos diseños, innovando en colecciones y mostrar en catálogo toda la lencería que produce. Además, el atractivo uso de los colores es parte de la tendencia de la moda.

    Ralomtex comenzó a fijar sus cimientos en 1987. López recuerda que migró de Bolívar a Ambato. Se hospedó donde unos familiares dedicados a la confección de ropa interior. Ahí aprendió a coser y cortar. Luego de 10 años, decidió distribuir el producto en todo el país. Eso le ayudó abrir el mercado a escala nacional.

    Los pedidos aumentaron y los talleres no abastecían con la mercadería. Pensó que era hora de producir sus propios productos. Con una inversión de 800 000 sucres (USD 300) inició con la empresa. Adquirió cuatro máquinas de coser y contrató igual número de colaboradores. También adquirió la materia prima.

    López trabajó en el mejoramiento de la costura y de la calidad de las prendas con el uso de nuevas telas, elásticos e hilos. Con los cambios implantados logró más demanda de sus productos en Guayaquil y Quito.

    Producía 150 docenas a la semana y los entregaba personalmente en los almacenes. En 1992 se casó con su esposa Lourdes y fue el puntal para el crecimiento del negocio. Compraron más maquinaria y subieron la producción a 400 docenas semanales.

    La guerra con el Perú en 1995 hizo que quebrara, debido a que la mayoría de los clientes venían de la frontera. Ellos dejaron de comprar. Sin dinero y con deudas acordaron vender 25 de las 30 máquinas y parte de los enseres de la casa con la idea de reinvertir.

    Con las cinco máquinas arrancaron nuevamente el emprendimiento. Mejoraron la calidad del producto y sacaron las marcas Traviesos y Daniela’s; además innovaron la presentación en cartones de la ropa que fue el gancho para subir las ventas.

    En 1998 la empresa compró un terreno donde se levantó una propia planta de producción ubicado en las calles Montalvo y Cuenca. La inversión fue de USD 300 000 y la producción subió a 4 000 docenas. Hasta el año 2000 alcanzó las 10 000 docenas mensuales. El manejo adecuado de las finanzas impidió que en el feriado bancario y la dolarización quebraran.

    La inversión sigue. Hace cuatro años se compró otro terreno y para una nueva planta por un valor de USD 300 000. Está en el norte de Ambato. López también compró la licencia Disney para producir ropa para niño con los dibujos de la marca.

    Los almacenes Cumandá y Súper almacén Cumandá, de Guayaquil, comercializan los productos de Ralomtex hace 20 años. David Ordóñez, el gerente, cuenta que la calidad del producto y los modelos de la lencería hace que sus productos tengan demanda en el mercado guayaquileño.

    Asegura que es una empresa de las más innovadoras en el mercado de la ropa interior para los niños, jóvenes y adultos. Las ventas crecieron en al menos USD 200 000 anuales. “Cada año la comercialización está en crecimiento”.

    Las colecciones tienen una gran demanda, especialmente de las mujeres, le siguen los jóvenes y las personas adultas. Las marcas Daniela’s, Traviesos y FLA están bien posicionadas gracias a las promociones en sus locales. “Ellos están mejorando cada una de las marcas y no escatiman la inversión”, comenta Ordóñez.

    110 colaboradores tiene la empresa Ralomtex. Inició con 4 personas. El año pasado incrementó a 40 personas más en sus filas.

    300 distribuidores trabajan con la firma ambateña en la comercialización de sus líneas de lencería.

    2 tiendas abrió Ralomtex. Una está en las calles Montalvo y Cuenca, en Ambato, y la segunda, en Quito, en el Mall El Recreo.

    25 000 docenas de prendas produce la firma ambateña mensualmente.

    En la empresa Ralomtex el control de calidad del trabajo que realizan las colaboradoras es importante para garantizar cada una de las prendas que se producen. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES
    En la empresa Ralomtex el control de calidad del trabajo que realizan las colaboradoras es importante para garantizar cada una de las prendas que se producen. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Las shigras se venden en una feria de Ambato

    Redacción Sierra Centro (F) 
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    La esquina de las calles Tomás Sevilla y Juan Benigno Vela, en el centro ambateño, se llena de colorido y de bullicio todos los lunes, desde las 07:00. Ahí se concentran mujeres indígenas y campesinos de Simiatug y Cuatro Esquinas, en Bolívar, y Atahualpa, Quisapincha, Salasaka y Chibuleo, en Tungurahua.

    Ellos están ahí para vender sus artesanías en la Feria de las Shigras. A las 07:30, todo está listo para la comercialización de estas artesanías que utilizan las jóvenes de las comunidades indígenas de Quisapincha, Salasaka, Chibuleo, Pilahuín y Tomabela.

    Vestidas con anacos, bayetas, blusas blancas y sombrero de paño, las mujeres ofertan estos pequeños bolsos que son tejidos con cabuya y tienen decoraciones con figuras como rombos, rayos…

    Carmen Silligana es una de las mujeres indígenas que acude, cada mes, a este sitio para vender las shigras que elabora en ese lapso. En promedio son dos bolsos grandes y dos pequeños; los cuatro fueron decorados con colores vivos. La mujer de 65 años ha tejido shigras durante 50 años. Lo hace en su taller en la comuna Putugleo Grande de la parroquia Quisapincha, a 25 minutos de Ambato.

    Celia Chimborazo, de la parroquia Simiatug, en Bolívar, cuenta que requiere de unas dos horas al día para elaborar esta prenda. Para adornar las shigras, ella usa morados, azules, verdes, rosados, amarillos, cafés y más para adornar las shigras que confecciona. Cada color que se usa tiene vinculación con la naturaleza, la tierra y los animales. Cuenta que usa cabuya y une las puntadas hasta que sea una tela delgada. Ella aprendió el tejido de su madre cuando tenía 13 años.

    Uno de los compradores fue Manuel Chipantiza. Él compra las shigras para guardar cebada, trigo, hasta papas y ocas. Cuando no los usa, los pone en un madero que tiene en el tumbado en su vivienda ubicada en la comunidad de Pungoloma, a 40 minutos al suroeste de Ambato. Otras personas también usan estas prendas para transportar las habas, choclo y mellocos cocinados para alimentarse cuando hay mingas o fiestas.

    Incluso, en la actualidad, en el campo se emplean como medida para el intercambio de productos. En las ciudades es una prenda preferida por las estudiantes universitarias y secundarias.

    Hay otras personas que compran las prendas con el objetivo de mejorar y ampliar los acabados, como Pedro Caiza. “Cosemos los filos con cuero para que las shigras se vean más elegantes. Las venden en la feria de Otavalo.

    Las prendas se caracterizan por los colores vivos que se utilizan. Tienen una conexión con la naturaleza que rodea a las comunidades indígenas. Foto: Archivo LÍDERES
    Las prendas se caracterizan por los colores vivos que se utilizan. Tienen una conexión con la naturaleza que rodea a las comunidades indígenas. Foto: Archivo LÍDERES
  • El calzado de seguridad se hace a mano en Ambato

    Modesto Moreta

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    Los zapatos de seguridad industrial que se confeccionan a mano en los talleres de Calzado Hidalgo trabajan en las condiciones más extremas y exigentes.

    La calidad del cuero, las suelas y el terminado artesanal dan confort, seguridad y durabilidad en todas sus líneas y modelos. Esa es la carta de presentación de esta marca ambateña que cumple con las normas ASTMF2412-05 y las especificaciones C/75, I/75 para calzado de seguridad industrial.

    La constante innovación y novedosos diseños permitieron el crecimiento de esta empresa familiar. El año pasado, facturó USD 160 000 y fabricó 3 500 pares de zapatos en todas sus líneas. Los principales mercados son Quito, Esmeraldas, parte de la Amazonía, Ambato y otras ciudades.

    La historia de Calzado Hidalgo se inició en 1963. Los esposos Jaime Hidalgo y Gladys Guerra fundaron la empresa familiar. Hidalgo trabajaba como maestro zapatero con Luis Carrasco. Su calzado lo usaban las autoridades y personalidades de la ciudad.

    Una vez que contrajeron nupcias matrimoniales abrieron su propio taller. La inversión
    inicial fue de 3 000 sucres. Con los recursos compraron herramientas y la materia prima.

    Los diseños novedosos tuvieron aceptación y las ventas comenzaron a incrementarse. Luego contrató a seis oficiales. La producción subió a 80 pares semanales que la adquiría Oswaldo Ruiz propietario de un almacén de calzado en la ciudad de Portoviejo. “Todos los zapatos que fabricábamos se vendían en Manabí que fue el principal mercado del negocio”.

    En 1970 Hidalgo viajó a una feria exposición en los Estados Unidos, pero un grupo de empresarios estadounidenses lo contrató para que diseñara nuevos modelos. Su esposa en Ecuador asumió el mando con 31 operarios.

    Pero seis años más tarde Hidalgo retornó para asumir nuevamente la dirección de su emprendimiento. “No hemos cambiado, seguimos confeccionando calzado de seguridad industrial hecho a mano”, explicó Guerra.

    Uno de sus principales clientes por más de 20 años fue la Empresa Eléctrica Quito a quien comercializaba calzado de protección di-eléctrica hasta 21 000 voltios.

    Tras la muerte de Hidalgo en el 2011, sus hijos Mónica, Jorge, Carlos y Silvia asumieron la dirección de la empresa. Jorge Hidalgo está a cargo del departamento de investigación y desarrollo de nuevos materiales. Contó que a más del calzado industrial di-eléctrico y de protección mecánica produce la línea casual con botas, botines, calzado para la Policía Nacional, agentes motorizados de tránsito, ejecutivos. También, desarrolló calzado para los bomberos que resisten 300 grados de temperatura.

    La Empresa Coheco dedicada la instalación, mantenimiento de ascensores y gradas eléctricas trabaja hace 10 años con Calzado Hidalgo. Jaime Benalcázar, jefe de la Unidad de Seguridad, dijo que cumplen con las normas de seguridad que otras fabricas no la tienen en el país.

    “Cumplen con lo que les hemos solicitado, han pasado diferentes pruebas y han pasado esas exigencias”.

    El calzado es elaborado con hormas a medida de los pies de los ecuatorianos, no importaron del extranjero. “Eso permite que el pie tenga comodidad. Son 55 años que trabajamos de esta forma”, aseguró Hidalgo.

    Asimismo, invirtieron es estudios e innovación de materiales puesto que el calzado está diseñado para usos extremos. Estos son elaborados bajo pedido con el propósito de cumplir con las normas de seguridad industrial que cada empresa requiere”.

    Jorge Hidalgo continúa con la tradición familiar de fabricar calzado; las hormas, dice, son elaboradas en el país de acuerdo con las necesidades de los clientes. Foto: Glenda Giacometti/LÌDERES
    Jorge Hidalgo continúa con la tradición familiar de fabricar calzado; las hormas, dice, son elaboradas en el país de acuerdo con las necesidades de los clientes. Foto: Glenda Giacometti/LÌDERES
  • El chocolate fino de aroma, la base de este negocio familiar

    Redacción Sierra Centro

    Para deleitarse de un buen chocolate, uno de los más finos en aroma y sabor, no requiere viajar a Suiza, Estados Unidos o Francia. En Ambato, Victoriano Fernández, un apasionado por la cocina y la chocolatería tiene el gusto de prepararlo en su taller artesanal ubicado en la ciudadela Simón Bolívar, en el oriente de la ciudad.

    El producto que elabora este experto chef no se exhibe en las perchas de las grandes cadenas de supermercados o en los delicatesen, sino que los comercializa en el sistema de transporte de la ciudad. La oferta es por unidades o docenas, todo depende de la necesidad y el gusto del cliente.

    La historia de Fernández se inició cuando pasó de técnico pesquero, cocinero de barco y de un experto en la preparación de parrilladas en sus negocios de restaurante que montó en Guayaquil y en Montañita. Tras cerrar estos locales decidió probar suerte en Ambato y retomar una de las actividades que desde los 12 años aprendió: el de chocolatero.

    Hace 17 meses, con una inversión de USD 3 500 instaló su imperio del chocolate al que denominó Happy Donkey House (Casa del burro feliz) o del chocolate fino artesanal.
    El hombre, de 66 años, importó los moldes desde China, los utensilios, pailas para el procesamiento del cacao, que sus familiares producen en El Naranjal y Machala. El año pasado, el emprendimiento familiar logró ventas por USD 9 000.

    Fernández al inicio procesaba 20 libras de chocolate semanales, en la actualidad son 100 mensuales. El cacao lo tuesta y posteriormente envía a un molino donde obtiene la pasta que es puesto al fuego y mezclada con una cuchara de madera. El proceso es totalmente artesanal.

    Para dar forma coloca una capa de chocolate en el molde y posteriormente guarda en la refrigeradora, luego coloca el relleno que pude ser de maracuyá, ron pasas o menta, y posteriormente cubre con otra capa. El proceso termina con el empacado en papel aluminio y es envuelto en papel celofán de colores para identificarlos.

    Estos sabores son de creación de Fernández. “Es un sabor nuevo y diferente a los que se comercializan en el mercado. El chocolate ecuatoriano es uno de los mejores y hay que sacarle provecho”.

    Su esposa Carmen y su hija Daniela le ayudan en el emprendimiento. Fernández y su retoño se encargan de las ventas.

    Otro de sus productos estrellas es el chocolate en barras endulzado con stevia para las personas que sufren con diabetes. “Ellos pueden disfrutar del chocolate fino de aroma que no les afecta”.

    Una de las innovaciones en agenda será el chocolate con maní y otros sabores que pronto podrá en el mercado. Actualmente, procesa entre 8 000 y 9 000 chocolates quincenales. Además de barra para la preparación del chocolate de taza que lo entrega en tiendas y una panadería local.

    Carmen y Victoriano Fernández preparan y comercializan chocolates. La  producción de estas golosinas la aprendió hace 12 años. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
    Carmen y Victoriano Fernández preparan y comercializan chocolates. La producción de estas golosinas la aprendió hace 12 años. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES