Gestores de riesgo esperan una prolongada recesión mundial como resultado de la pandemia de coronavirus, mostró el martes un informe del Foro Económico Mundial.
Dos tercios de los 347 sondeados en la encuesta, desarrollada en respuesta al brote, pusieron a una prolongada contracción en la economía mundial como una de las mayores preocupaciones para los próximos 18 meses.
La mitad de los gestores de riesgo anticipa bancarrotas y consolidación de la industria, que las industrias no puedan recuperarse y altos niveles de desempleo, particularmente entre los jóvenes.
«La crisis ha devastado vidas y medios de vida. Ha generado una crisis económica con implicaciones de largo alcance y reveló las deficiencias del pasado», dijo Saadia Zahidi, directora gerente del Foro Económico Mundial.
Los objetivos medioambientales corren el riesgo de ser descartados como resultado de la pandemia, según el informe, pero los gobiernos deberían intentar forjar una «recuperación verde«.
«Tenemos una oportunidad única de utilizar esta crisis para hacer las cosas de manera diferente y reconstruir mejores economías que sean más sostenibles, resilientes e inclusivas», afirmó Zahidi.
El reporte fue compilado por la Junta Asesora de Riesgos Globales del Foro Económico junto a Marsh & McLennan Companies Inc y Zurich Insurance Group.
Los gestores de riesgos fueron encuestados entre el 1 y el 13 de abril.
La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, asiste a una conferencia de prensa antes del Foro Económico Mundial (FEM) en Davos, Suiza, el 20 de enero de 2020. Foto: Archivo Reuters
Producir, consumir, desechar. Este sistema lineal ha provocado una importante contaminación ambiental, siendo el plástico uno de los mayores generadores de polución, especialmente cuando termina en las aguas de ríos, mares y océanos.
La economía circular promueve el máximo aprovechamiento de los recursos, minimizando la producción de nuevos elementos y priorizando la reutilización y el reciclaje de desechos.
La ‘start up’ ecuatoriano-británica Ichthion, fundada por Inty Grønneberg y Robert Rouse, creyente de la economía circular, ha desarrollado tecnologías que buscan disminuir la polución plástica en los ecosistemas acuáticos, con el objetivo final de que estos materiales sean reciclados.
Ichthion Limited tuvo su origen en abril del 2017, en el Imperial College London, donde Grønneberg realizaba su doctorado en Ecosistemas de Innovación y Emprendimiento Tecnológico y Rouse, una maestría en Ingeniería de Diseños. El proyecto de posgrado tuvo tal receptividad que decidieron constituir la ‘start up’ en agosto de ese año, lo que les permitiría tener la propiedad intelectual de las tecnologías y acelerar el desarrollo.
La primera tecnología que desarrollaron fue Cobalt, una turbina capaz de extraer plásticos usando la corriente de aguas fluviales o marítimas, reteniendo los desechos por medio de filtros. Luego desarrolló una tecnología mejorada: Azure, especialmente diseñada para ríos, buscando disminuir la llegada de los plásticos al mar.
Esta turbina tiene una capacidad de recolección de 80 toneladas de plástico por día, mediante un mecanismo que redirecciona los materiales hacia un lado del río para ser extraídos. El objetivo es que finalmente sean reciclados, subraya Grønneberg, ecuatoriano de 36 años, que reside desde hace seis en Reino Unido.
La tercera tecnología que ha desarrollado la firma se denomina Ultramarino, diseñado para ser incorporado a grandes barcos.
Ichthion ha contado con el apoyo de tres aceleradas, que le han brindado conocimientos y fondos. Adicionalmente, en febrero del 2019, ganó el concurso ‘Hacia un mundo sin polución plástica’ de Innovate UK, que le permitió obtener una inversión semilla de USD 1,1 millones. En 2018, Grønneberg, CEO de Ichthion, fue seleccionado como inventor del año de América Latina por la publicaciónMIT Technology Review, del Instituto de Tecnología de Massachusetts. Este hecho favoreció el acercamiento con el Gobierno de Ecuador, con el que la empresa firmó una carta de entendimiento para instalar la tecnología en el país y fomentar la economía circular.
Hace un par de semanas uno de los proyectos de la ‘start up’ resultó ganador, junto a otras ocho iniciativas, en el concurso mundial de Benioff Ocean Initiative y Fundación Coca-Cola, para trabajar de forma simultánea en frenar los flujos de polución plástica en los ríos, evitando la contaminación de los océanos.
Gracias a ello, la compañía firmó un contrato por USD 1 millón con la Universidad de California en Santa Bárbara, para implementar la tecnología Azure en el río Portoviejo, de Manabí. El proyecto, que tendrá una duración de tres años, se encuentra en etapa de diseño y estudios de factibilidad.
Los criterios para seleccionar a los ganadores, señala Valeria Tamayo, científica del proyecto Coalición de Corrientes Limpias de la universidad, fueron: la efectividad del sistema, el plan de comunicación e involucramiento de la comunidad, factibilidad y conexión local. “Buscamos que este proyecto de Ichthion siembre semilla para que pueda mantenerse en el tiempo o replicarse en otros ríos de Ecuador”, dice Tamayo.
La empresa se encuentra en negociaciones de otro proyecto con la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento, de Quito, para la limpieza del río Guayllabamba. Mateo Alarcón, gerente de Ambiente de la Epmaps, detalla que desde octubre pasado han trabajado con Ichthion en las mejoras de esta iniciativa público-privada, que además de descontaminar el río, busca la generación de políticas públicas de economía circular.
Inty Grønneberg (tercero desde la derecha) junto con algunos de los integrantes del equipo de Ichthion. Foto: cortesía
Las finanzas sostenibles van ganando espacio en América Latina. Uno de sus instrumentos son los bonos verdes, tendencia a la que se sumó recientemente Ecuador con la primera emisión de este tipo en el mercado bursátil.
La Bolsa de Valores de Quito define a los bonos verdes como un instrumento de deuda de renta fija negociado en el mercado de valores, con dos particularidades: Los recursos deben estar destinados a actividades que contribuyan a la mitigación o adaptación al cambio climático y el destino de los mismos y su uso debe ser verificado por un tercer actor autorizado.
Las emisiones de estos papeles, detalla la entidad en su Guía de bonos verdes y sociales para Ecuador, deben regirse por los Principios de Bonos Verdes, diseñados por el International Capital Markets Association (ICMA).
Los recursos pueden destinarse a proyectos sobre energía renovable, transporte limpio, agricultura, manejo de desechos y aguas residuales, TICs, entre otras áreas con impacto en la sociedad.
La primera emisión de bonos verdes en el país la realizó Banco Pichincha el pasado diciembre, por USD 150 millones. Los inversores fueron BID Invest (miembro del Grupo Banco Interamericano de Desarrollo), Corporación Financiera Internacional y Proparco (Institución financiera de la Agencia Francesa de Desarrollo).
Los fondos se destinaron a los Biocréditos que la entidad otorga para proyectos con beneficios ambientales medibles. “Con la emisión del bono verde se estima que en cinco años el banco llegue a desembolsar créditos verdes por un monto total aproximado de USD 600 millones”, señala Gema Sacristán, directora general de Negocios del BID Invest, entidad que brindó asistencia técnica en la estructuración del bono.
Sacristán explica que la rentabilidad de estos instrumentos financieros se mide, al igual que en otros bonos, con base en el nivel de riesgo. El papel emitido por el Banco Pichincha tiene un plazo de cinco años y una tasa de rendimiento del 3,9%.
“Lo interesante es que es una inversión que garantiza el uso de fondos y por ende ofrece beneficios ambientales medibles, lo cual genera rentabilidad medioambiental e impacto en el desarrollo. Esto a su vez genera confianza a los inversores y al mercado”, añade la vocera de BID Invest.
¿Cuál es el valor agregado para una empresa emisora de bonos verdes?
Mónica Torresano Melo, profesora IDE Business School y presidenta de SostenIR – Fábrica de la Sostenibilidad, señala algunos beneficios: Contribuir al desarrollo sostenible y lucha contra el cambio climático, mejorar la reputación de la organización, generar fuentes novedosas de financiamiento, contar con inversores y socios con visiones compartidas, y fortalecer la cultura de la organización en temas de sostenibilidad.
Los bonos verdes forman parte de los llamados bonos temáticos, que incluyen también sociales y sostenibles. La directora de Negocios del BID Invest adelantó que para este año esperan apoyar en la estructuración e inversión en un bono social de género y otro bono social de inclusión financiera con dos actores del sector financiero del país. El organismo ha invertido en 10 bonos temáticos en América Latina y el Caribe, por un valor de USD 800 millones.
La primera emisión de bonos verdes en el país la realizó Banco Pichincha el pasado diciembre, por USD 150 millones. Foto: Cortesía
Hace un mes la Organización Mundial del Turismo (OMT) estimó que las pérdidas anuales por el virus covid-19 en el sector serían, en el mejor de los escenarios, de alrededor de USD 22 000 millones. ¿Existe ya un estimado de cuánto perderá Ecuador por esta situación de salud?
La situación es difícil (…) En el caso de los países como el nuestro, no creo que sea tan fácil decir ‘vamos a perder tantos miles de dólares’. Lo que le puedo decir es que el año pasado, solo en los 13 días del paro de octubre, perdimos USD 5 millones diarios -en turismo- y bajamos un 17% en visitas internacionales. En esa época las llegadas de estadounidenses se redujeron en un 30%, pero crecieron 3% las de europeos. Todo esto comparado con el año anterior a ese. ¿Qué ayudó? El hecho que aumentaron líneas áreas que traen personas desde Europa: Plus Ultra, Air France, Air Canada. Esa coyuntura nos puede ayudar a hacer un cálculo.
¿Qué se está haciendo para evitar un impacto en el sector turístico por la crisis de salud? Queremos pensar que Ecuador se va a ver como un destino de naturaleza, no uno de masas turísticas. Algo más exclusivo, individualizado, que brinda más oportunidades de disfrutar del aire puro. Tenemos un pulmón en la Amazonía. Si hacemos una buena promoción en ese sentido, si nos presentamos diferente es positivo. Esperemos que no haya más enfermos. Que el círculo alrededor del primer caso de covid-19, que nos trajeron, no siga creciendo. La idea es que la situación se mantenga estable.
¿Cómo van a hacerlo? Estamos recibiendo asesoramiento de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Estamos siguiendo todos los protocolos y se está centralizando todo en el Ministerio de Salud. Estamos siguiendo minuto a minuto los casos. Eso es lo que debe dar confianza a la ciudadanía, al sector turístico. Es difícil la situación, pero estamos haciendo todo lo posible para que no se complique más y las pérdidas no sean tan fuertes.
El Gobierno está trabajando en mesas técnicas, junto a gremios empresariales del sector turístico y otras organizaciones, en esta coyuntura. ¿ Qué están haciendo exactamente en esas instancias? Esas mesas nos están dando la pauta de cómo tenemos que actuar: saber dónde están los hospitales, los servicios y estar preparados ante cualquier cosa. Han participado más de 800 personas en los talleres y hemos cubierto nueve provincias. Seguimos con la planificación para cubrir las 24 provincias lo más pronto posible. En la parte estrictamente empresarial, ¿qué acciones se están desarrollando para reducir las pérdidas? ¿Qué incentivos hay? Lo más grave, no solo en Ecuador sino en el mundo, es la iliquidez. Tenemos la banca pública para créditos; también incentivos tributarios para inversiones en el sector como el no pago de impuesto a la renta por ocho años para Quito y Guayaquil, 12 para otras provincias y hasta 20 años para Esmeraldas y Manabí. Estoy segura que la banca privada está también dispuesta a apoyar, sobre todo en cuanto a inversión.
¿Ya es posible acceder a los créditos de inversión? Desde agosto del año pasado, tras la firma de un acuerdo, todos los miembros del sector tienen derecho a pedir créditos para turismo con mejores condiciones. ¿Cuáles son ? La Corporación Financiera Nacional (CFN) tiene productos crediticios como Pyme Prospera: tasa preferente de 8,10%, hasta USD 2 millones, 15 años plazo; BanEcuador otro para innovación y ampliación de actividades turísticas con montos de entre USD 50 y USD 3 millones, hasta 10 años plazo para activos fijos y hasta tres años para capital de trabajo.
¿Cómo se está promocionando al país? Estamos enviando videos promoviendo nuestra naturaleza, nuestra gastronomía (…) Tenemos un programa que se llama Viaja Ecuador, sobre turismo interno; contamos con el fondo de promoción turística, etc. Hay problemas, hay contagio, pero hay cosas buenas que están fuera de esa situación – de salud-. Poseemos campañas digitales, webinar, destinos, trabajo con las oficinas comerciales y embajadas, etc.
¿Hay un fondo de emergencia, ante la situación, para promoción turística? Fondos adicionales no creo que podamos tener. Tenemos que seguir siendo austeros.
¿Qué presupuesto tienen para promoción? USD 7 millones para la promoción. Es para el proyecto de inversión y promoción. En esta última tenemos muchas alternativas para hacer. Hemos trabajado en un plan de marketing. Estamos dándole mucha importancia al turismo de reuniones.
Existen eventos dentro del segmento de turismo de reuniones previstos para este año que, si bien no se han cancelado, tienen fechas por confirmar. ¿Puede haber afectación en este sector? Sí, pero tenemos que seguir adelante. El 16 y 17 de junio, por ejemplo, vamos a tener un evento con la OMT sobre accesibilidad. Es de los pocos eventos que tiene el Secretario General de la Organización. En un principio se supone que iban a invitar solo a gente de América Latina, pero ellos decidieron que sea a escala mundial. Vamos a traer gente que viene a dar conferencias, especializados. Queremos convertir a Ecuador en uno de los primeros destinos de la región accesibles.
Fuera de la coyuntura del virus ¿Cómo están trabajando con los GAD para evitar que sucedan casos como el de las aguas que se vertieron al mar en la playa de Salinas? Estamos trabajando con los alcaldes. Tenemos que velar porque cada sitio turístico del Ecuador esté bien cuidado. Sin embargo, no solo son los daños que hacen los alcaldes, sino los de los mismos ciudadanos que ensucian las playas, tratan mal, no cuidan lo que tenemos (…)
Hoja de vida
Formación. Posee estudios superiores en arquitectura en la Universidad Central del Ecuador y lingüística en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Experiencia. Ministra de Turismo. Se desempeñó como gerenta y representante legal de la firma AWT SA Group Cinco Continentes y gerenta general en AWT SA Group Ecuador.
También ocupó el cargo de gerenta comercial de Tame (2007-2009); gerenta de ventas de American Airlines (1990-2004), gerenta de ventas de Pasajeros y Carga en Eastern Airlines (1982-1990), y gerenta de Reservaciones y Billetes en Braniff Internacional (1978-1982). Fue presidenta del Comité de Turismo de la Cámara de Comercio Ecuatoriana-Americana, entre otros cargos.
Rosi Prado de Holguín La ministra de Turismo habla sobre la coyuntura ante el covid19. Asegura que el país está actuando de acuerdo con los protocolos de salud internacionales. Añade que Ecuador debe seguir adelante con la promoción en el extranjero. Foto: LÍDERES
Un solo producto cambió la historia de las exportaciones no petroleras de Ecuador el año pasado. Estas crecieron tanto en valor como en volumen, pero en los resultados influyeron las enormes ventas de camarón.
Según el Banco Central del Ecuador (BCE), los envíos no petroleros aumentaron 6,4% en valor y 0,2% en volumen durante el 2019, frente al año 2018. Del total comercializado, el 28,5% correspondió al crustáceo.
El reporte Expordata 2019, elaborado por la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), muestra que las ventas de este producto crecieron 22% en valor el año pasado frente al 2018.
“Tuvieron un importante desempeño, sobre todo por la expansión y la apertura del mercado chino. Antes primero se enviaba el producto a Vietnam y de allí a China. Ahora la comercialización es directa y eso ha posicionado al camarón”, explica Xavier Rosero, gerente técnico de Fedexpor.
Lo destacable, comenta, es que aún con precios bajos en los mercados internacionales, se ha logrado que se reconozca la calidad, innovación y procesos de mejora de la productividad de los exportadores ecuatorianos por lo que estos han podido cobrar más.
Las ventas de otros productos de la oferta exportable tradicional, sin embargo, no corrieron la misma suerte. El año pasado se volvieron menos dinámicas y, en determinados casos, cayeron.
El banano, por ejemplo, está perdiendo terreno porque los competidores de Centroamérica fueron agresivos en una guerra de precios y los consumidores los prefirieron; para el atún la situación fue similar, aunque impulsada por las empresas del sudeste asiático (ver página 11). Para el cacao fue un año malo.
La situación fue aún más grave para los productos en el segmento no tradicional. Sus envíos se redujeron en volumen y crecieron en una cantidad baja en dólares.
Las flores, conservas de atún y elaborados en madera han tenido que enfrentar problemas de acceso a mercados por un tema de aranceles. “EE.UU., Rusia y Asia son los destinos en los que encuentran barreras arancelarias bastante altas”, indica Rosero.
Otro segmento de productos, principalmente las manufacturas, han enfrentado la caída de sus ventas por procesos devaluatorios. David López, jefe técnico de la Cámara de Comercio de Quito, asegura que esto se ha producido con los compradores de la región: países de la Comunidad Andina, Mercosur y Centroamérica.
“Esta caída se viene registrando desde hace tres años. Entre los afectados, por ejemplo, están los exportadores de productos de metalmecánica”, detalla.
Un tercer grupo de productos es aquel que por cuestiones de la naturaleza enfrentó una crisis. Este es el caso de extractos y aceites, impactado por la plaga del cogollo; sus ventas cayeron más de 30%, en valor y volumen, en 2019.
López considera que a ese factor se suma lo que impacta a la mayoría de productos, en general, que es la falta de competitividad por altos costos de producción y cargas impositivas. Esto lleva a la pérdida de mercados frente a otros competidores, más aún cuando el dólar vuelve a los productos nacionales más caros frente a los de otros destinos en el mundo.
Para este técnico, el futuro de los envíos nacionales para este año es difícil de predecir. Sin embargo, considera que la aplicación de incentivos como el ‘draw back’ (devolución de impuestos al comercio exterior) será un impulso para las empresas exportadoras.
Asimismo, considera importante que se consoliden acuerdos comerciales como una herramienta para contar con mercados que ofrezcan ventajas. Se debe tratar de recuperar otros ya existentes como la Unión Europea (UE).
El año pasado las ventas a este bloque, con el que Ecuador tiene un tratado comercial, cayeron 5%. Los analistas aseguran que el problema de la guerra de precios, impulsado por las cadenas de distribución, ha afectado.
Los envíos a la Unión Europea cayeron 14,5% Las exportaciones de banano crecieron 1,84% en volúmenes de cajas el 2019, con relación al año previo. El incremento no fue significativo si se compara con el 7,40% de crecimiento que hubo en el 2018. Para la Asociación de Comercialización y Exportación de Banano (Acorbanec), esto es producto de varios factores. Uno de ellos es una baja en la compras por parte de mercados importantes como la Unión Europea (UE), Cono Sur y Rusia. En el caso de la UE, donde cayó 14,5%, Richard Salazar, director del gremio, explica que la competencia ofreció precios más bajos. Otra de las variables que afectó al desempeño del sector fue una merma en la producción, que se vio afectada por inundaciones en el invierno y por el frío durante el verano, al no alcanzar la temperatura necesaria.
Salazar indica que al momento la industria no se ha visto afectada por el coronavirus, más allá de algunos retrasos en pagos por parte de China. “El efecto lo vamos a tener entre este mes y el próximo por los contenedores represados en China”.
Una industria con impacto en competitividad
El 2019 fue un año “complejo” para el sector atunero, subraya Mónica Maldonado, directora ejecutiva de la Cámara Ecuatoriana de Industrias y Procesadores Atuneros (Ceipa). La industria experimentó una caída del 5,2% en la facturación por exportaciones de conservas de atún, en comparación al 2018, según cifras del Banco Central del Ecuador. Para Maldonado, el impacto se sintió en la competitividad al seguir siendo un producto “caro” de producir en el país, con altos egresos en mano de obra, insumos y créditos con altas tasas de interés (en promedio del 12%).
Otra variable que les afectó, añade Maldonado, fue la caída del precio del atún como materia prima. “Nuestros principales competidores (Tailandia, Filipinas, Indonesia) tienen una materia prima más económica y eso nos impacta porque la U.E. no nos escoge a nosotros”. Uno de los pedidos de la industria es la devolución del ‘Drawback’, que aún requiere de asignación presupuestaria y la definición de requisitos para acceder a esos fondos.
Caída del precio internacional afecta al sector
La industria camaronera fue la que tuvo el mejor desempeño durante el 2019 dentro del grupo de exportaciones no petroleras. Según datos del Banco Central del Ecuador, tuvo un alza del 26% en volumen de ventas, en comparación al 2018. Sin embargo, en facturación fue menor: 21,6%. José Antonio Camposano, presidente ejecutivo de la Cámara Nacional de Acuacultura, explica que si bien el país “hace esfuerzos” por exportar más, la facturación no crece al mismo ritmo por la tendencia a la baja del precio internacional del camarón desde 2014.
Por su parte, el incremento en volúmenes de libras de camarón exportadas responde a una mayor productividad por hectárea, derivado de las inversiones privadas en áreas como la genética y la nutrición, detalla Camposano.
Dos de cada tres libras de camarón que produce el país se exportan a China. Al momento se está reajustando la logística por los efectos del coronavirus en ese y otros mercados. “El impacto lo veremos en las estadísticas de febrero”.
Gremio advierte una pérdida de competitividad
En el 2019 la metalmecánica tuvo una caída del 18% en la facturación de sus exportaciones, tomando en cuenta algunos de sus rubros principales, como son la fundición de hierro y acero y los bienes de capital, explica Guillermo Pavón, director general de la Federación Ecuatoriana de Industrias del Metal (Fedimetal). La disminución la atribuye a diversos factores como la recesión económica mundial y situaciones particulares del Ecuador, que impactan en una pérdida de competitividad. “El problema que advertimos es la falta de oportunidades para mejorar las condiciones y el desarrollo de la industria”, que exporta entre el 12% y el 15% de su producción, señala Pavón.
Al ser un sector amplio y diverso, hay distintas realidades. Por ejemplo, en productos eléctricos las exportaciones tuvieron un crecimiento cercano al 30%, mientras tanto en bienes de capital hubo una disminución aproximada del 52%.
Para el representante del sector es necesaria una política pública orientada al crecimiento de la industria nacional.
China, EE.UU. y Vietman lideran la lista de países a los cuales Ecuador exporta camarón. El año pasado aumentaron las ventas de este crustáceo en 40 países, incluyendo siete nuevos. Foto: Archivo / LÍDERES
Las experiencias de Silvia Salazar en ventas y de de Fanny Delgado en producción se fusionaron hace 16 años para dar origen a Didelsa, empresa especializada en aseo personal e higiene.
La firma, que hoy ven como un sueño materializado, arrancó con una producción casi manual en un galpón arrendado en el norte de Quito, con un capital cercano a los USD 30 000.
Los primeros productos que lanzaron al mercado fueron el alcohol anitiséptico de la marca Farmanova –con la que tiempo después lanzarían un gel antibacterial–, y el gel Sidan para cabello masculino, al que dieron un fuerte impulso en mercadeo.
Buscando ser más competitiva, Didelsa amplió sus líneas de marcas y productos con el tiempo. El portafolio actual abarca 181 artículos, de los cuales 123 son producidos localmente.
El ingreso a los supermercados no ha sido fácil, admite Salazar. El más retador, recuerda, fue el de las cadenas Supermaxi y Megamaxi, de Corporación Favorita. La innovación les abrió las puertas, con el lanzamiento –hace 12 años– de MenLac, un jabón íntimo masculino, una línea que no se comercializaba en el país.
Otros productos con los que ha logrado posicionarse son los jabones íntimos femeninos Infem y los jabones líquidos para manos Ellim, marca que también incluye un jabón de tocador y un gel antibacterial.
En el 2015 inauguraron una nueva planta en el sector de Carcelén, al norte de la ciudad, que requirió una inversión de USD 250 000, entre infraestructura y maquinarias.
La producción local ha sido una fortaleza de la empresa. Pero desde hace unos cinco años decidieron comenzar a importar productos terminados, por ciertas restricciones en los costos de producción. Han importado una línea de aseo para bebés y otros productos, como pastas dentales. Provienen de países como China y Turquía.
Didelsa cuenta con 300 proveedores nacionales y 10 internacionales, para materias primas, insumos y productos terminados.
Produtécnica les provee de ciertos químicos, como tensoactivos y proteína hidroalizada, para la elaboración de sus diferentes productos. Al mes les despachan al menos 5 toneladas en materias primas, detalla Josué Recalde, ingeniero químico y representante comercial de esta firma. “Tenemos una muy buena relación comercial; son buenos clientes, muy organizados, muy cumplidos con los pagos. También les hemos ayudado en el desarrollo de nuevos productos, con asesoría”, añade.
En envases y tapas, el proveedor es Rhenania. Mensualmente les venden alrededor de 50 000 envases de diferentes presentaciones. “La variedad de productos ha ido incrementándose con el tiempo. Son muy serios e innovadores”, comenta José Eduardo Bueno, gerente de la firma de insumos, que adicionalmente les brinda servicios de impresión en serigrafía.
Las marcas se pueden encontrar en cadenas de farmacias y supermercados y tiendas de barrio del país. Son, en total, 22 clientes, entre autoservicio y el canal tradicional (tiendas y supermercados locales).
Distarias, empresa distribuidora del canal tradicional para la zona norte del país, es su cliente desde hace tres años. Les distribuyen una variedad de productos de sus distintas marcas. “Nos ha ido muy bien, hemos tenido un crecimiento importante con Didelsa, cercano al 70% en volumen de ventas. También ha habido incremento en el portafolio de productos que distribuimos”, señala Pablo Herrera, supervisor de ventas.
Silvia Salazar, presidenta de la empresa de higiene personal, considera que lo que les ha permitido mantenerse es la calidad. “Nos ha costado mucho más tiempo que nos conozcan, porque hace 10 o 15 años había preferencia por lo importado”, dice la vocera de la compañía. Añade que otro desafío ha sido la apertura por parte de las cadenas de supermercados. “Aún no están todos nuestros productos en todas las cadenas. Seguimos en la lucha”.
La firma continúa creciendo y con nuevos planes para el futuro cercano. El año pasado los ingresos crecieron un 16% en relación con el 2018. En un mediano plazo les gustaría exportar, pero primero desean consolidarse más en el país. Recientemente, Didelsa lanzó al mercado ecuatoriano nuevos productos: talco para pies, un agua de rosas, pasta dental y una línea de desodorantes corporales en aerosol, proveniente de Turquía.
Producción de geles antibacteriales en la planta de Didelsa, en el norte de Quito. Este producto ha elevado su demanda por el coronavirus. Fotos: Diego Pallero y Vicente Costales / LÍDERES
¿Qué tan desarrollado está la tecnología aplicada en la educación en México? ¿Cómo miran ustedes el panorama en América Latina? En Dev.f hemos descubierto que por más que proliferen cursos en línea y nuevas maneras de aprender como los MOOC, con buenos resultados, en América Latina hay muchas personas que no tienen las bases necesarias para ser autodidactas con cursos en línea. Hay millones de personas en situación de pobreza , con precariedad económica. Para nosotros un gran aprendizaje es aprovechar la tecnología para ser más eficientes, pero aún hay una base, un grupo poblacional por generar y eso lo estamos haciendo con cursos presenciales enfocados en programación. Así se desarrollan habilidades de comunicación, trabajo en equipo, habilidades socioemocionales. Desarrollar estas habilidades con cursos en línea es difícil y pensamos que los cursos presenciales aún son necesarios.
¿Qué falencias han detectado ustedes a la hora de educar? La educación es un tema de acceso. Existen muchas universidades, han crecido y hemos visto que es un problema que no se resuelve con más institutos o universidades porque aún hay personas que no acceden a educación que les lleve a encontrar trabajo para vivir como quieren y que genere movilidad social. Esta movilidad social está limitada a personas que logran ir a universidades de prestigio -públicas o privadas-, pero que tienen acceso limitado y altos costos. Hasta en universidades como la UNAM solo pueden entrar
100 000 estudiantes nuevos al año y eso es un pequeño porcentaje de la población que quiere estudiar la universidad. Por eso surgen oportunidades para iniciativas como la nuestra que tratan de bajar barreras de acceso, con cursos rápidos y accesibles en costos y horarios.
Cuando dice movilidad social ¿a qué se refiere? A que alguien que nació en una cierta condición socioeconómica pueda, con trabajo y mérito, aspirar a crecer, tener mejores ingresos, cambiar su condición de vida y tener más oportunidades. En América Latina no falta la gente con ganas de hacer cosas, el problema es la falta de oportunidades para transformar sus vidas. Queremos que le gente tenga dinamismo y no se confinen a un cierto estatus.
¿Es parecido al tema de la pobreza crónica que también afecta a la región? Exacto. Recordemos el sueño americano, cuando luego de la segunda guerra mundial quien se esforzaba y trabajaba duro podía transformar su vida. Con la tecnología se abren oportunidades similares. En el mundo de la tecnología no cuenta a quién se conoce sino saber hacer las cosas. Hoy la gente aunque no tenga un título, pero sabe programar, por ejemplo, tiene oportunidades y eso da paso a una meritocracia para que quien se esfuerce aproveche oportunidades. Es una dinámica motivante.
¿Cómo miran ustedes la pulseada entre la educación tradicional y la educación en línea? Nuestro caso es lo que se llama ‘blended’, una mezcla. Hay lecciones presenciales, la gente llega y a la hora de usar los contenidos sí metemos tecnología, con ejercicios en plataformas que usan inteligencia artificial, que graba data de cada ejercicio como la manera en que se hizo un ejercicio, cuántos intentos tuvo, etc. Así se crea un historial y podemos usar esa información para cruzarla con empresas que buscan talentos o para sugerir al alumno qué área reforzar. Esto ayuda para que la experiencia de aprendizaje sea más eficiente y de mayor calidad.
¿Cuál es el perfil de los estudiantes que ustedes reciben? El mundo tecnológico es una actividad altamente cognitiva, no se depende de la fuerza física. Hay muchos universitarios, recién graduados, que quieren aprender programación para complementar lo que hacen en su trabajo. Aprender a programar ya es como antes hablar inglés, es una habilidad que sirve para mucho: para resolver problemas, para automatizar tareas, para comunicarse mejor con equipos donde hay desarrolladores o programadores. Sirve en medio de la transformación digital, además hay mucho trabajo. Nos llega gente de universidades privadas y públicas. Tenemos gente muy diversa.
¿Por qué se enfocaron en enseñar programación? Porque permite que las personas puedan construir una página web desde cero, que entiendan los fundamentos de distintos lenguajes, que aprendan la lógica de una computadora, de un servidor, que sepan qué hay detrás de una aplicación. En todo el mundo, en especial en América Latina, hay más demanda que oferta de personas con estas habilidades. Es una habilidad muy bien pagada que puede llevar a una persona a trabajar en empresas innovadoras y sirve para emprender aprovechando los bajos costos de la tecnología.
Usted dice que programar es tan importante como saber inglés, sin embargo el dominio del inglés no siempre es tan alto como se esperaría en cierto países. ¿Esto puede dar paso a una brecha? De pronto sí, pero para el inglés y otros idiomas sí ayudan mucho los cursos en línea. En nuestras clases conocemos a muchas personas que han aprendido inglés por su cuenta, aprovechando sitios web, leyendo, escuchando podcast, preguntando, etc. Lo importante es ponerlo en práctica en el día a día. En México, así como en otros países sí hay un tema con el inglés, pero no es imposible.
¿Entonces se puede decir que la programación viene a ser como una nueva habilidad de todo profesional? En nuestra escuela hemos visto que hay muchas personas que se sienten intimidados con la programación. Antes era de ingenieros o de científicos de computación, pero hoy ya no es solo de ellos. Se la puede usar para crear una aplicación que resuelva un problema de abogados o un problema de seguridad en las calles. Se puede resolver todo tipo de problemas. Queremos romper la idea mental de que la programación es muy difícil y complicada. Sirve para conectarse mejor con equipos de trabajo y sirve para abrir puertas a oportunidades profesionales.
¿Cómo ha evolucionado el sistema educativo? Estudiar una carrera universitaria es una oportunidad y una experiencia insustituible porque genera mucho valor. Pero las carreras de cuatro años o más, en el actual contexto de la revolución industrial, vienen a ser demasiado largas y costosas. La cuarta revolución industrial está llena de cambios y la habilidad que más se necesita es la adaptabilidad.
¿Recomienda estudiar varias carreras cortas? Cuando doy charlas recuerdo el concepto ‘Lifelong learning’, que significa aprender durante toda la vida. Antes se estudiaba una carrera, una maestría y se trabajaba. Hoy se necesita estar constantemente aprendiendo cosas nuevas, explorando disciplinas que nos den herramientas y nos complementen.
La hoja de vida Ha trabajado en ‘start ups’ tecnológicas en Silicon Valley, Corea del Sur y México en las áreas de negocios y estrategia.
Es cofundador y director de Alianzas Estratégicas + BizDev en Dev.f, escuela de programadores de México. Dev.f es una EdTech que capacita a personas de forma accesible e incluyente a través de cursos ágiles en habilidades digitales.
Trabajó en ‘start ups’ mexicanas reconocidas como Kueski. También es co-fundador de Aire Libre Running, empresa de turismo que acaba de ser reconocida como una de las 30 Promesas de Negocio de Forbes México en 2020.
Este emprendedor e innovador mexicano considera que los nuevos profesionales están obligados a aprender nuevas disciplinas y explorar más allá de la educación tradicional. Recomienda guiarse bajo el concepto llamado ‘Lifelong learning’. Foto: Cortesía
¿Cómo trabaja la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad) para impulsar emprendimientos inclusivos? Desde la Unctad promovemos, por un lado, políticas y estrategias para el emprendimiento y, por otro lado, la difusión de las capacidades empresariales blandas. En Ecuador tenemos dos aliados muy importantes: la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación (AEI) para la estrategia y políticas, y Conquito, con el programa Empretec, para la capacitación y la metodología.
¿Cuál es la situación actual de Ecuador en relación con el desarrollo de emprendimientos inclusivos? Ecuador se conoce por tener grandes logros en este sentido. En el 2014 empezamos con la AEI a implementar una guía para el fomento de iniciativas empresariales. Nosotros les llevamos la metodología, la adaptamos con ellos y empezamos a trabajar en la articulación de una estrategia empresarial. No se trataba de una receta, sino de algo que se cambia según las prioridades de los aliados públicos y privados. Buscábamos que se contase con una Ley de Emprendimiento y esta normativa por fin llegó.
¿Por qué, actualmente, en el mundo se habla tanto de emprendimientos inclusivos? Es un momento importante. Hay un cambio de paradigma. Según los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), al emprendimiento no solo se lo ve como algo para contribuir al crecimiento económico y la generación de empleo, sino también como un medio para el desarrollo, la inclusión social, la reducción de la pobreza y el respeto al medioambiente.
¿Cuál es el papel del emprendedor en estos negocios? Se vuelve actor de inclusión social y de sostenibilidad.
¿En qué se diferencian los emprendimientos inclusivos de otros, en general? En el cambio de paradigma, que no es menor. Un emprendimiento inclusivo es uno que busca ser comercialmente viable y tener un impacto social, estar dirigido hacia la comunidad y las personas que más necesitan. El emprendedor desarrolla esa actividad para resolver un problema de un grupo humano o del medioambiente.
¿Las ganancias no importan en este tipo de negocios? No es que no sean importantes, sino que no es el criterio principal por el cual se emprende. El negocio inclusivo, se debe decir, no es caritativo porque es comercialmente viable. Viene de la conciencia y de las ganas de tener un impacto positivo en la sociedad.
¿Se puede hablar de empresas sociales en el mundo? Todavía no se habla mucho de eso, pero hay. Es algo que está viniendo. Ahora estamos trabajando en la visión de la estrategia 2030, que no puede no tener a la inclusión social y a la sostenibilidad como ejes.
¿Cómo está trabajando Ecuador en cuanto al desarrollo de empresas sociales? En Ecuador la demanda no está madura, pero sí están muchas empresas sociales. Está viniendo esta tendencia, tanto a escala de políticas como de negocios. Pacari es lo más famoso acá.
Como Unctad, ¿qué estrategias están generando para impulsar a estos negocios? En Ginebra, sede de la ONU, organizamos eventos, plataformas, etc. Nos hemos dado cuenta de que en el mundo entero, en cualquier país, hay una nueva generación de jóvenes con conciencia social y ambiental muy fuerte. Emprenden porque sienten la presión de resolver un problema.
¿Qué casos conoce? Hay un médico de Nigeria que desarrolló kits sanitarios para nacimientos, a USD 5, que se llaman Help Moms. Los creó porque muchas mujeres en África utilizan vidrios para cortar el cordón umbilical. Él, con su kit, vende un producto para cortar, que está esterilizado; ayuda en lo sanitario. También está el caso de un biólogo que veía que debido al calor, las vacunas llegaban dañadas a varias poblaciones. Él inventó una mochila refrigerada; ahora, la gente tiene acceso a vacunas en buen estado.
¿En Ecuador? Debo citar el caso de Guillermo Jarrín, de Tippytea (empresa de comercio justo que adquiere sus insumos a mujeres indígenas de la zona andina), y Demetrio Santander, de Huaycana (procesa y comercializa guayusa; trabaja con poblaciones indígenas de la Amazonía como proveedores). Son negocios con mucha sensibilidad en relación con el precio que pagan: hasta un 30% más alto que el regular. Se incluye a mujeres como proveedoras y toman en cuenta la sostenibilidad. Son empresarios que lo hacen bien.
¿Los emprendimientos inclusivos surgen más en los países en vías de desarrollo? Es algo que se ve en todo el mundo. Pero se debe decir que no es algo de los países desarrollados, algo de lujo. En Ecuador, por ejemplo, existen empresarios con sensibilidad y que tienen éxito.
¿Qué se debe hacer para destacar con emprendimientos inclusivos y empresas sociales? Hay que saber hacia dónde está apuntando el mundo. Estoy convencida de que los negocios tradicionales ya no son posibles. Las empresas están cambiando. Por ejemplo, existen los temas de certificación B, criterios de sostenibilidad, comercio justo, entre otros. La existencia de los ODS ayuda mucho en este proceso de transformación de las compañías.
¿Cómo? Las empresas, usualmente las grandes, se sienten presionadas a cumplir con los mismos.
¿Qué tanto puede crecer un negocio inclusivo o una empresa social, tomando en cuenta que hay grupos sociales con los que se busca participar pero están en muy malas condiciones de vida? Una persona que está en esas condiciones es alguien que no tiene energía, tiempo ni posibilidad para emprender. Pero sí tiene algo de eso es un empresario cualquiera. Lo que hay que hacer es darle apoyo para formalizarse, establecerse y volverse un actor de la economía local, pagando impuestos y generando empleo. Su origen no cambia nada.
Hoja de vida Formación. Tiene un máster en Emprendimiento e Innovación de la Universidad de Luiss Guido Carli de Italia. Tiene un doctorado en Economía en UNU – Merit. Se trata de la Universidad de las Naciones Unidas – Instituto de Investigación Económica y Social de Maastricht sobre Innovación y Tecnología, que se encuentra en los Países Bajos. Trabajo. Tiene 22 años de experiencia como oficial de las Naciones Unidas (ONU). Actualmente desempeña el cargo de directora de Asuntos Económicos de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad).
La directora de Asuntos Económicos de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad) habla sobre emprendimientos inclusivos. Más jóvenes desarrollan iniciativas para resolver problemas sociales y ambientales. Foto: Armando Prado / LÍDERES
Zamira Gómez Rea es ingeniera comercial, egresada de la Universidad de las Fuerzas Armadas (Espe). Su tesis de grado consistió en modelos de producción para empresas textiles, basado en el taller de alta costura que tenía su mamá, Aida Rea, desde mediados de los años 70, en casa.
Ese fue el germen de la empresa familiar Caché Uniformes, que arrancó formalmente en mayo del 2000. Esto se dio un año después que Zamira se graduó y luego de haber gestionado el Registro Único de Contribuyentes (RUC), como persona natural, y los respectivos permisos municipales.
La compañía empezó atendiendo el nicho de uniformes corporativos, pero con el tiempo se especializó en el sector gastronómico, en el que ya lleva unos 10 años. “Es un área más dinámica, nos gusta más”, cuenta Gómez.
Con el enfoque en esta área los volúmenes de producción son más modestos, pero los modelos son personalizados. El producto ‘estrella’ es el delantal, que elaboran en gabardina de algodón con cuero, cuerina o gamuza; viene acompañado de accesorios metálicos. Los hay en tonos verdes, beige, azul o estilo denim.
Los delantales de la firma los buscan chefs, parrilleros, baristas y profesionales de otras áreas, como barberos y artistas plásticos.
En el caso de ser para chefs, la vestimenta incluye una chaqueta en gabardina de algodón, pantalón y gorro. Además,se comercializan otros accesorios para uniformes gastronómicos, como corbatines, tirantes y cofias.
También se confeccionan bolsos publicitarios para diferentes marcas. La capacidad de producción del taller, ubicado en el centro-norte de Quito, es de alrededor de 3 500 delantales por mes. En chaquetas de chef, cerca de 500 mensuales. Cada dos años realizan inversiones en maquinarias, por alrededor de USD 20 000. Las más recientes son la ojaladora electrónica y la bordadora.
Silvia Guédez, chocolatier, es cliente y aliada de la empresa. Ella ofrece cursos de chocolatería y entrega a sus alumnos delantales y fundas elaboradas por Caché Uniformes. “Les hago pedidos grandes. El año pasado tuve cerca de 100 estudiantes”.
Comercial El Arbolito también se provee de sus uniformes para las diferentes áreas: servicio al cliente, cajas, supervisores, panadería, transporte motorizado, etc.; con excepción de administración.
“Son prendas de calidad, las telas son muy buenas; en un 90% no he tenido problemas”, comenta Jeanneth Bolaños, propietaria y gerente de Recursos Humanos de El Arbolito.
Caché tiene cerca de 500 clientes, entre corporativos y particulares, y realizan envíos por ‘courier’ a todo el país, principalmente hacia ciudades grandes o turísticas. Cuenta con alrededor de 15 proveedores ; uno de ellos es Lafayette, empresa textilera de origen colombiano. Le provee de telas antifluidos, impermeables para chompas y con licra para pantalones, indica Jorge Cadena, asesor comercial de la compañía en Ecuador.
“Les vendemos alrededor de 150 metros de tela cada tres semanas, dependiendo de lo que necesiten. Tienen crédito por hasta 90 días y generalmente pagan antes sus facturas”, indica el entrevistado.
Los directivos de esta empresa consideran que el principal desafío que ha tenido es lograr mantenerse activa en el mercado a pesar de la “crisis”, tomando en cuenta que el cliente de la marca pertenece a un target alto. Dicen que cuando hay una situación complicada de la economía, el cliente de clase alta recorta su presupuesto y eso les ha afectado.
Desde el año pasado, la empresa cuenta con un ‘showroom’ en el que exhibe sus piezas; además, ha activado la promoción de la marca en el portal web y sus redes sociales, por medio de un catálogo online de productos.
Esto le ha permitido darse a conocer entre particulares, que representan el 70% de su cartera de clientes. “Ahora satisfacemos a nuestro consumidor al detal. Tenemos un ‘stock’ para esto y nos ha ido muy bien”, señala dueña.
Para este 2020 uno de los planes de Caché, que facturó el año pasado USD 110 000, es tener un mayor alcance en el segmento femenino; con ese objetivo se firmó una alianza con la chocolatier Silvia Guédez para darse a conocer en sus talleres, que recibe a mujeres emprendedoras.
Zamira Gómez y Aida Rea, fundadoras de la marca, en el showroom de Caché.
¿Qué son los bonos temáticos y cómo surgen estos instrumentos financieros? Hoy existen a escala global dos grandes agendas de desarrollo: la agenda 2030 con los ODS y la agenda de París, que básicamente habla de objetivos de cambio climático. Cada país se compromete con ambas agendas y sus objetivos. Entonces, las necesidades de inversión para lograr esos objetivos son muy importantes. Las necesidades de inversión son muy grandes, se requieren más de USD 650 000 millones al año para los ODS y alguien tiene que financiar eso. El sector privado está tomando un papel más importante, dado que cada país tiene sus retos económicos internos. Los gobiernos se dan cuenta de que solos no podrán financiar estas agendas. Entonces, los ODS y la Agenda de París son el marco de surgimiento de los bonos temáticos, que agrupan a los bonos sociales, verdes y sostenibles.
Entonces, ¿el sector privado gana protagonismo? Surgen oportunidades. Dentro del sector privado, el financiero tiene que jugar un papel para financiar estos retos globales y surgen distintos instrumentos, entre ellos los bonos temáticos.
¿Cuál es el rol de cada bono temático? Los bonos verdes financian proyectos verdes, energía, agricultura, turismo. Los sociales van más enfocados a educación, salud, inclusión financiera, género. Los sostenibles pueden financiar proyectos verdes y sociales; son una combinación. Esta industria sigue protocolos de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales que especifica cada bono temático. Los lineamientos que se siguen son internacionales y los fija esta asociación. Cada emisión de bonos verdes, por ejemplo, tiene un proceso y compromisos para financiar proyectos verdes.
En Ecuador, Banco Pichincha es un ejemplo… Ellos emitieron papeles y consiguieron USD 150 millones. Los papeles los compraron la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial; Proparco, la agencia de desarrollo francesa, y BID Invest. Nosotros ayudamos a estructurar y para eso se siguió un proceso: identificar la cartera que se va a financiar; luego tener un ‘framework’, es decir especificar para qué se va a usar esa cartera; y después viene una segunda opinión que la da una empresa internacional, que certifica todo el proceso y que el dinero vaya a donde se acordó.
¿Cómo está el tema de los bonos temáticos en América Latina? Acabamos de sacar en septiembre del 2019 el último reporte de bonos temáticos. Los más desarrollados en la región son los bonos verdes, con el liderazgo de Brasil en el sector de energía, en particular. En Colombia solo hay bonos emitidos por entidades financieras. Hasta septiembre se emitieron USD 13 600 millones en bonos verdes, 1 800 millones en bonos sociales y 1 700 millones en bonos sostenibles. El primer bono verde lo emitió Perú en el 2014, con una empresa de energía eólica.
¿Qué ha pasado en Perú tras esa emisión? Emitió un bono de inclusión financiera, con la filial de Banco Pichincha Perú. Con lo cual ha pasado una cosa buena con la Bolsa: se publicó una guía de bonos verdes y han tenido algunas emisiones, pero no ha sido el crecimiento tan grande como Brasil.
¿Sin contar con Brasil, cómo está la región? Brasil y México son los que más bonos verdes tienen. Luego están pasando cosas interesantes. Chile fue el primero en emitir bonos verdes, en euros y dólares y en enero hizo otra emisión de bonos verdes. Esa emisión ha abierto el camino a otros países. Colombia y Perú están viendo oportunidades.
¿Cuánto pueden incidir los vaivenes de la economía en la emisión de bonos temáticos? La situación financiera hace que las empresas no quieran invertir tanto y ahora vamos a ver qué pasa con los temas políticos y sociales. Poco a poco vamos viendo que las empresas se decantan por un bono temático en lugar de un bono corporativo, porque muestra que las empresas se comprometen con la agenda sostenible. Emitir un bono temático es un compromiso con los grupos de interés, además muestra que la compañía se compromete a informar a los bonistas y al mercado al detallar adónde va el dinero.
¿Y cómo reacciona el mercado? A escala mundial, cuando la situación es incierta, los mercados se mueven menos. Pero estamos viendo una tendencia de que las empresas piensan en sostenible y hay cada vez más inversionistas con esta sensibilidad.
¿Qué papel juega el mercado de valores? Tiene que regular e influir. Regular es tener las políticas y la idiosincrasia que faciliten a que la inversión se lleve a cabo. E influir en el sentido de la demanda, dar a conocer el tema, poner en valor lo que se está haciendo. Crear conocimiento y que la gente sepa que estas son opciones. La Bolsa está para facilitar las emisiones y para que otros vengan. El reto es grande en Ecuador, dado que la cultura bursátil no está tan desarrollada… En general, en América Latina el desarrollo no es tan profundo. Las empresas pueden financiarse por su propios ingresos, por la banca o por el mercado de capitales. Hay una tendencia clara de ir por el mercado de capitales y la banca ve esto como una amenaza por lo que empiezan a incorporar la sostenibilidad y a ayudar a emitir bonos. Los bancos crean productos innovadores en los que el precio no solo se ata al riesgo de crédito, sino a ciertos objetivos sociales o sostenibles, lo que se llama la tasa de interés ligada a sostenibilidad. Si se cumplen ciertos objetivos se baja la tasa de interés, si no se la sube. Esto significa que ser no sostenible es un riesgo.
¿Esto es salirse del molde de los negocios? Esa es la tendencia. Si soy un inversor comprometido, quiero que mi dinero genere rentabilidad social. La industria financiera sabe que juega un rol porque el futuro será sostenible o no habrá futuro.
Gema Sacristán La Directora de Negocios de BID Invest, en Washington, explica qué significan los bonos temáticos y cómo estos instrumentos financieros van posicionándose en América Latina. Asegura que más inversionistas también buscan rentabilidad social.