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  • Mark Weaver: ‘La primaria es protagonista en formar emprendedores creativos’

    Xavier Montero / Redacción Quito

    Mark Weaver ejerce la capacitación de emprendedores y educadores de emprendimiento en universidades norteamericanas, desde hace más de 35 años. Él es el presidente de la Asociación de Pequeños Negocios y Emprendimientos de EE.UU. (Usasbe, por sus siglas en inglés) y dialogó con LÍDERES sobre la visión actual del emprendimiento, los empresas sociales y la relación que tiene la educación inicial en la generación de empresarios.

    Weaver, quien también ejerce la dirección ejecutiva del Centro Melton para Innovación y Emprendimiento de la Universidad del Sur de Alabama (EE.UU.), fue invitado por la Universidad Andina Simón Bolívar, como conferencista del XXII Congreso Latinoamericano sobre Espíritu Empresarial que se realizó del 18 al 20 de abril, en Quito.

    ¿Cuál es la importancia del aprendizaje relacionado con el emprendimiento para los estudiantes de primeros años de educación básica?

    Estas aulas son un espacio para el desarrollo de las capacidades del infante; principalmente, de la creatividad. La escuela es la protagonista, si coincidimos que actualmente se necesitan empresarios con soluciones reales en escenarios aparentemente desiertos, desde la perspectiva de los demás. Las sociedades se esfuerzan en vano tratando de crear emprendedores en gente adulta que carece de creatividad y que le es más difícil visualizar una respuesta. Sin embargo, el emprendimiento no es teorizar y memorizar las fórmulas que han dado éxito a alguien más; en la escuela, se debe promover la libertad de ideas. Los trámites administrativos para mantener un negocio, la perfección en un plan de negocios…, son materias para aprender en la universidad.

    En el caso de un país con una economía desarrollada, como en EE.UU., ¿cuáles son las condiciones en las que surge un emprendimiento?

    He trabajado en educación sobre emprendimiento en más de 30 países. De aquellas experiencias destaco la cultura empresarial estadounidense, sobre el concepto de ‘falla empresarial’. En aquel país, los emprendedores se arriesgan por una idea de negocios con la certeza de que no serán señalados como ‘fracasados’, si no consiguen el éxito esperado. La sociedad estadounidense reconoce que la actividad empresarial conlleva un riesgo de falla. Los términos o conceptos como ‘valle de la muerte’, allá son un mito. El sistema educativo provee las bases del conocimiento que le permite al sujeto, desde niño, ver las oportunidades empresariales que le oferta el mercado.

    Con aquellas condiciones, ¿cuál es el porcentaje de emprendimientos que logran prosperar o consolidarse dentro del mercado?

    Para referirnos a ese tema, se necesita tomar en cuenta dos escenarios. El primero es el de quienes inician una nueva empresa sin el conocimiento necesario del mercado al que apuntan; no cuentan con la educación necesaria para encaminar sus ideas. Son quienes se arriesgan impulsados por la necesidad, etc., en ese caso, existe una probabilidad del 60 a 70% de que no logren materializar su idea de negocio.

    ¿Y en el otro escenario?

    Contrario al primero, es el caso de los emprendedores que se preparan académicamente, que estudian y analizan el tipo de negocio, que tienen el entrenamiento para afrontar una caída… la probabilidad de que fallen va del 25 al 30%. Los formadores de emprendedores podrían procurar que sus estudiantes aprendan a fallar en el ‘papel’, dentro de las aulas. Así, contarán con las herramientas necesarias para afrontar una situación real. Las universidades podrían enfocarse en forjar estudiantes con la capacidad de analizar y proyectar una idea sostenible.

    ¿Cuáles son los campos en donde ellos pudieran desarrollar emprendimientos actualmente?

    Desde hace una década, los jóvenes están emprendiendo en el área social. Estas empresas plantean una nueva perspectiva de igualdad de clases y se diferencian del resto, al no enfocarse en la obtención de utilidades. Latinoamérica proyecta tres focos para estas empresas sociales: el aseguramiento de las condiciones de salud óptimas para niños y niñas; la educación para grupos prioritarios y la capacitación en microfinanzas para gente sin recursos.

    Es decir, se trata de desarrollar mipymes…

    Sí. Aunque hemos evidenciado que tras las crisis económicas en los EE.UU. surgen más empresas pequeñas, con capitales y alcances menores, que por lo tanto tienen problemas de encontrar financiamientos a mediana y gran escala. No son tan fuertes.

    Entonces, ¿cuál sería una alternativa para desarrollar un emprendimiento social exitoso?

    Como en todo emprendimiento, la necesidad parte de la factibilidad de lo deseado. Mi modelo es conocido como ‘4i’. Inspiración, el estudiante o emprendedor debe estar convencido que el camino de su vida va por el lado empresarial. Innovación, que no necesariamente es crear algo nuevo. La tercera ‘i’ corresponde a Integración, que es armarse de gente que pueda echar a andar la idea; y, por último, la Implementación, crear redes de confianza empresarial, no solamente entre empresas pequeñas.

    ¿Alguna clave para formar emprendedores?

    La innovación y desarrollo son el alma de un emprendimiento. Es necesario cambiar de mentalidad.

    ACERCA DE MARK WEAVER

    La enseñanza la comparte con su faceta de emprender

    Los estudios. PhD en Administración. Además,  cuenta con una Licenciatura en Adm. Industrial.
    Sus proyectos. Centros de emprendimiento y conexión academia – empresa en la Universidad de Alabama, Rowan University, Estatal de Louisiana, Universidad del Sur de Alabama, entre otras entidades.

  • A los emprendedores los guían desde un puerto seguro

    Redacción Guayaquil

    “Hemos reído y hasta llorado con las historias de emprendedores a quienes hemos entrevistado”, cuenta Jéssica Maridueña. Se refiere a la experiencia de trabajo en Puerto Pymes, un programa en formato de radio y TV que lo creó con sus hermanos Tyrone y Héctor, en el 2011, en Guayaquil.

    La idea la tuvo Héctor hace tres años, dicen Jéssica y Tyrone. “El objetivo era crear un espacio en el cual distintos emprendedores puedan contar su historia y así inspirar a otros que recién empiezan”.

    Los tres son comunicadores (Universidad Católica de Santiago de Guayaquil) y se definen como apasionados por el emprendimiento y más que nada, por las historias de lucha y esfuerzo detrás de cada caso de éxito. Por esto, poner en marcha Puerto Pymes era su sueño.

    El plan, dice Héctor, era tener una productora propia, “para grabar de manera independiente”. Sin embargo, había que pulir la idea y sobre todo, conseguir el capital para ponerla en práctica.

    Fue en el 2011, que luego de algunos intentos, una entidad financiera privada les otorgó un crédito de USD 10 000. El dinero lo invirtieron en la compra de equipos, como cámaras, micrófonos y luminaria. Así, en noviembre de ese año, nació la productora Infinito e iniciaron con la producción de Puerto Pymes.

    El programa lo graban en su domicilio, en el sur de Guayaquil. Lo transmiten en el formato de audio en Radio WQ y en video, a través de más de 20 redes sociales. Están presentes en Facebook, Twitter, Bliptv, YouTube, SoundCloud y otras.

    Hasta el momento han producido una temporada, compuesta por 24 transmisiones. Entre los invitados han tenido a emprendedores y expertos tanto nacionales como internacionales. A los extranjeros los han entrevistado vía Skype.

    Uno de los invitados locales fue David Chang, gerente de la productora Kmareta y subgerente de Inventio, una firma de comercialización de tecnología. Chang participó el año pasado en Puerto Pymes.

    Para este emprendedor, la idea de esta iniciativa es excelente. “Cuando me invitaron no dudé en aceptar, ya que me parece una iniciativa positiva que aporta mucho a las personas que están comenzando e incluso a las que buscan fortalecerse”.

    La opinión la comparte el investigador de la Espae, el docente Guido Caicedo, quien fue otro invitado a Puerto Pymes. Él habló sobre temas como diseño de negocios y la situación del país en el estudio Global Entrepreneurship Monitor.

    Sobre la propuesta de los hermanos Maridueña la califica de valiosa. “Permite sacar a la luz a nuevos emprendedores que tienen anécdotas maravillosas”.

  • Tres jóvenes crearon esta vitrina de diseño

    Redacción Guayaquil

    Una cartera con el caucho de una llanta, un charol hecho a partir de una botella de vino, un disco de acetato como portada de un cuaderno… Estos y otros objetos no convencionales oferta Amanita Estudio.

    Se trata de la iniciativa de tres jóvenes que se unieron para crear una microempresas de diseñadores ecuatorianos.

    Fernanda Torres, Paula Medina y Gabriela Villacís, todas de 34 años, arrancaron con su emprendimiento en febrero. En diciembre del año pasado, las tres se unieron para ofrecer, en un show room, sus creaciones y accesorios importadas. Las ventas fueron un éxito y decidieron juntar los diseños de otros ecuatorianos para venderlos.

    En febrero comenzaron a llamar a sus amigos diseñadores para que se unan a esta idea. Lo primordial, comenta Torres, es que todo debe ser único y exclusivo, nada debe repetirse o por lo menos en pocas cantidades. “Todo es hecho a mano”.

    Todas ellas tienen diferentes carreras. Torres es licenciada en marketing; Medina es comunicadora social y diseñadora; y Villacís es artista. Ellas comentan que esta variedad de profesiones permitió que Amanita Estudio tenga demanda.

    Medina recuerda, entre risas, que el grupo no podía creer que sus amigos diseñadores apoyarían la idea. Cerca de 60 artistas ecuatorianos como Mani Silva, Coca Loca y Melissa Klein proveen de sus artículos a Amanita Estudio.

    Ellos no se negaron a entregarles sus artículos, pero “no nos habíamos imaginado que tuviéramos una gran aceptación con el público”, dice Medina.

    Este año, la firma ha tenido ventas mensuales promedio de USD 3 000.

    A Luisa Feis, cliente, le encanta ir al show room de Amanita Estudio. Lo que más valora es que todo lo que la firma exhibe es elaborado por ecuatorianos.

    La microempresa está ubicada atrás del Quicentro Shopping, en el norte de Quito, en el edificio Ateneo. Torres expresa que el show room era muy misterioso, porque casi nadie sabía donde estaba. “Lo extraño, lo oculto es lo que muy pocos conocen y es lo que más atrae”, dice.

    Amaranta Pico, otra cliente, compra por lo menos dos veces al mes en Amanita Estudio y destina hasta USD 100 para adquirir bolsos, lencería, mermeladas, bufandas, ropa…“Cuando uno entra, quiere llevarse todo”, expresa. Pico resalta de Amanita Estudio que todo es único y su oferta no se encuentra en otros sitios.

    Las emprendedoras cuentan que a parte de show room, ellas solo venden en las ferias. Medina dice que la difusión de su microempresa es por medio del boca en boca. Para ellas, la mejor publicidad es la experiencia que tienen sus clientes.

    La ropa también es exclusiva y no hay repeticiones. Los precios de las prendas que se ofertan van desde USD 40. Lo que más le gusta a Medina es que las personas aprecian más el diseño de las cosas y no solo el hecho que es artesanal. Lo ven como una pieza de arte, afirma.

  • De este horno salen nuevos emprendedores

    Redacción Guayaquil

    Con el objetivo de formar microempresarios en el área de la pastelería nació Casita Bombón en Guayaquil, en el 2005. La idea la tuvo Alexa Saa, quien en ese año había regresado al país, luego de instruirse como chef en el instituto Le Cordon Bleu, de Perú.

    El emprendimiento se inició en su domicilio, ubicado en el sur de Guayaquil. De ahí surgió el nombre. La inversión necesaria fue de USD 10 000. El valor lo financió con un préstamo de sus padres y lo invirtió en la compra de utensilios, batidoras, mesas de trabajo y refrigeradoras. También importó un horno de Brasil.

    Debido a la demanda de los alumnos, dos años después, se mudó a un local en el norte de Guayaquil. Luego, en el 2010, se trasladó al local actual, en la ciudadela Kennedy Nueva, en el mismo sector.

    Casita Bombón ofrece clases de pastelería, panadería, decoración y administración. “La idea es que los alumnos salgan listos para emprender un negocio”, dice Saa. Los cursos tienen una duración de seis meses y las clases se imparten dos veces a la semana, en sesiones de dos horas.

    En la empresa trabajan tres personas: una en limpieza, otra en el área administrativa y un ayudante de cocina. Además, siete instructores certificados, incluyendo la propietaria, dictan las distintas clases.

    Uno de ellos es Alberto Martillo, medio hermano de Saa, quien se involucró en el negocio desde hace dos años. Él dicta la materia de pastelería. Martillo afirma que en Casita Bombón los alumnos se divierten aprendiendo. “Las clases son interactivas y prácticas. Esto permite que los alumnos se involucren realmente en todo el proceso de preparación”, comenta.

    Los cursos tienen un valor mensual de USD 80 y se paga USD 10 por la matrícula. El valor incluye los ingredientes que se utilizan en la preparación de dulces. Elaboran cupcakes, galletas, tortas, bocaditos de dulces, panes y más golosinas.

    Saa comenta que estudian unos 25 alumnos en cada semestre. Por esto, Casita Bombón factura cerca de USD 2 000 mensuales. Los alumnos son en su mayoría hombres y mujeres jóvenes, entre 18 y 30 años. También asisten amas de casa.

    Al finalizar el curso, los estudiantes reciben un certificado. El mismo es avalado por la Asociación de Chefs del Ecuador, la Academia Culinaria de las Américas y el Foro Panamericano de Asociaciones Gastronómicas Profesionales.

    Cristhian Barrera es estudiante de Casita Bombón. Él inició en mayo y espera poder iniciar una microempresa al terminar el curso. “En un mes he aprendido diversas técnicas. Lo más importante son los conocimientos adquiridos sobre el manejo del negocio”, asegura Barrera.

    Otra alumna es María Sojos. Ella vive en Naranjal, a una hora de Guayaquil y se traslada a la ciudad dos veces por semana para recibir los cursos. “Valen la pena por el precio y el buen contenido”, dice. “Además, los instructores tienen dominio de los temas que imparten”. Sojos espera empezar un negocio a finales de este año.

  • En Buenos Aires se creó una red de emprendedores

    Santiago Estrella. Corresponsal en Buenos Aires

    A tres mujeres ecuatorianas se les ocurrió una idea al ver tanto ecuatoriano en Argentina. En ese país se calcula que están unos 6 000 compatriotas, fundamentalmente estudiantes.

    Su estadía en Argentina es incierta y el propósito inicial es volver con un título académico. A algunos el azar de la vida hace que se queden y en ese momento los desafíos son otros.

    Yomara Rosero, Andrea Ramírez y Fernanda Estrella decidieron crear la Red 0/30°. Los números se refieren a la latitud en que se encuentran Quito y Buenos Aires y se trata de una red de profesionales ecuatorianos en Argentina.

    En un café del barrio Palermo Soho (nororiente de Buenos Aires), unos 10 ecuatorianos respondieron a la convocatoria, el martes pasado. Las creadoras de este proyecto esperaban una respuesta mayor, pero a veces es difícil juntar a los compatriotas en Buenos Aires, para desarrollar una iniciativa que pretende ser colectiva y que demanda trabajo.

    Hubo no solo ecuatorianos, sino también argentinos y franceses con algún vínculo, sobre todo afectivo, con los del país. Son estudiantes de cine, diseñadores gráficos, profesoras de pilates, músicos, diseñadores de videojuegos, etc.

    “El objetivo es construir en el crecimiento y desarrollo profesional de los ecuatorianos y ayudar a que nos integremos un poco”, dice Yomara Rosero, quien el año pasado organizó una exposición colectiva de artistas del Ecuador.

    “Se trata de un espacio para mirar lo que la gente está haciendo y ver qué sale de esta interacción que nos puede beneficiar”, añade Andrea Ramírez, quien tiene un emprendimiento de diseño de bisutería. Ella vino a Buenos Aires pensando que regresaría a su Guayaquil natal, pero la vida le deparó quedarse en Argentina y tratar de abrirse camino, “algo muy difícil”.

    Fernanda Estrella, creadora del grupo Ecuatorianos en Argentina en Facebook, advierte que “no se trata de competir sino de agregarnos, edificarnos en el campo laboral, aportar desde nuestros propios ámbitos, la fotografía, el diseño, la publicidad, para sacar adelante los proyectos que tengamos en una ciudad difícil como Buenos Aires”.

    Para ser una primera reunión de algo inédito de ecuatorianos en Buenos Aires, la jornada sirvió también como catarsis de los anhelos que se tienen en la capital argentina, de emprendimientos que no brindaron frutos o ideas que están en pañales y de la vida tan duramente competitiva de la ‘Ciudad de la Furia’, como dice Gustavo Cerati.

    Todo suma, dice Ramírez. “Los franceses hacen esto y van apareciendo ideas, colaboraciones y además, quedan como amigos”, añade.

    Glenda Rosero, una fotógrafa de Tulcán, llegó sin saber realmente lo que se iba a plantear. “Espero fortalecerme en el campo profesional, hacer conocer el país porque no se escucha de Ecuador. Con esta reunión se pueden abrir puertas. Es una buena opción”.

    Daniel Lucio llegó“embalado” con su obsesión cinematográfica. A punto de graduarse de la Escuela de Cine de la Universidad de Buenos Aires, quiere hacer una trilogía documental que ya tiene título: ‘Miles de pasajeros’, un recorrido por toda América.

    Así fue la primera experiencia de esta red de trabajo o ‘networking’, una dinámica que “propone la participación rotativa y activa, donde interactúas cara a cara con otra persona, te presentas a ti mismo e intercambias tarjetas de presentación”, dice la invitación.

    No fue tan así: fue una charla como de primer día de clases: todos se presentaron colectivamente. Pero la idea de esta iniciativa ecuatoriana en Buenos Aires es continuar con estas reuniones y avanzar.

  • Los emprendedores se reunieron en una feria

    Redacción Quito

    ‘El Ecosistema y los Emprendedores’. Así se denominó la tercera feria que realizó el Ministerio de Coordinación de la Producción, Empleo y Competitividad (Mcpec), a través de su programa EmprendEcuador.

    La cita fue en Quito el 9 de mayo. El objetivo de la jornada según sus organizadores es difundir y vincular las diferentes alternativas de apoyo al emprendimiento que se promueve en el país.

    En la edición de este año participaron empresas del sector público, privado y de la academia. La iniciativa también incluyó a los proyectos que han incursionado en las rondas de este programa, desde el 2010.

    Ina Agro es un negocio lojano que participó como expositor. Dayana Núñez, Ronald Freire y Adriana Landázuri elaboran yogur de soya, desde hace ocho meses, bajo la marca Soyard. Ellos buscan aumentar su mercado en el país, diversificar sus productos y atraer inversionistas.

    Su proyecto está bajo la tutoría de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL). En las instalaciones de esta institución elaboran un promedio de 350 litros semanales, en presentaciones de 200 gramos, 1 litro, 2 litros y 1 galón.

    Representantes de unas 25 entidades públicas y privadas de Manabí, El Oro, Imbabura, Napo, Guayas y Pichincha se dieron cita a este evento. Por ejemplo participaron el Grupo Spurrier, Focus Q, Corporación Financiera Nacional (CFN), Senescyt, Secap y emprendimientos como Agro Ecosol, Totora Sisa, Dulcione, etc.

    Para Andrés Zurita, gerente de EmprendEcuador, es importante que los emprendedores obtengan contactos y se conozcan entre sí. Menciona que el ecosistema emprendedor está tomando fuerza en el país, por ello el interés de montar esta feria que reúne a las iniciativas empresariales.

    La Asociación de Artesanos de San José de Alluriquín de Santo Domingo de los Tsáchilas mantiene su negocio desde hace dos meses. Ellos preparan maní, melcocha, dulce de guayaba. Su representante Lennis Yugsi considera que en este espacio pueden encontrar contactos comerciales y que la gente conozca su trabajo.

    La feria también contó un estand de servicios ‘Speed Coaching’ (asesoría inmediata). Aquí los microempresarios tienen siete minutos para conversar con especialista en cuatro áreas específicas: marketing, finanzas, estrategias y producción.

    Eduardo Dávila, quien asistió al evento, opinó que es importante que se cultive esta idea y se conozca a sus mentores.

  • Detrás de las cámaras estos jóvenes producen su negocio

    Redacción Guayaquil

    La creación de una productora audiovisual era el sueño de Jonathan Suárez (22 años) desde que era un niño. Hoy, este estudiante del último año de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG), cumplió ese anhelo.

    En marzo pasado, Suárez creó Suapit junto a Gianella Pita, quien acaba de graduarse de la misma carrera. Ellos fueron compañeros en el aula y luego decidieron realizar este emprendimiento juntos. “Él me había comentado su idea anteriormente. Luego me animé a apoyarlo y me metí por completo”, cuenta Pita.

    Para iniciar tuvieron que invertir unos USD 5 000, en la compra de dos cámaras una profesional de video y una acuática; trípodes, reflectores y otros equipos especializados. Esa cantidad la financiaron con ahorros personales y lo hicieron en dos etapas; la primera fue en marzo.

    En ese mes definieron un concepto de marca, nombre del negocio y su respectivo logo. Luego, en julio pasado, hicieron una segunda compra de equipos y empezaron a funcionar, atendiendo a clientes.

    En el primer mes de operaciones facturaron aproximadamente USD 1 700. Lo hicieron por la realización de videos para la firma Autoline, el Municipio del cantón El Guabo (El Oro), entre otros.

    Fernando Terranova es jefe de Relaciones Públicas del Municipio de El Guabo. El funcionario dice que conoció a los jóvenes, ya que son compañeros universitarios de su hijo. “Me mostraron un proyecto audiovisual que están desarrollando y detecté su talento y capacidad”.

    Así, decidió recomendar a los emprendedores para la realización de unas cápsulas con los perfiles de las candidatas a reina del cantón. “Se les dio referencias de cómo debía ser el trabajo. Entregaron un buen producto y se desenvolvieron profesionalmente”, comenta Terranova.

    Sobre el trabajo, afirman que lo hacen ambos. Suárez se encarga de la grabación y el desarrollo de sonido, mientras que Pita realiza la parte de la edición.

    Para Suárez, una de las materias que ha aportado en la práctica en su emprendimiento es Análisis e Imagen. Pita coincide, pero agrega que la asignatura de Edición y Producción ha sido fundamental.

    Daniel Cuesta fue quien dictó a ambos esta materia en el 2011. El catedrático señala que son personas creativas y que “tienen muchas ganas de superarse”.

    Como estudiantes los describe apasionados por lo audiovisual y acota que buscan ir más allá de lo asignado en el aula. “Estoy orgulloso de haber sido su profesor ya que son un gran ejemplo”.

  • Los microempresarios sacan el jugo a los créditos

    La economía popular y solidaria ha sido clave para que los campesinos desarrollen emprendimientos. Según datos de la incubadora de empresas Innpulsar, con sede en Cuenca, de 200 proyectos femeninos que han acompañado, el 70% es de mujeres rurales.

    Para Héctor Fajardo, de la Unión de Cooperativas de Ahorro y Crédito del Sur (Ucacsur), este dato tiene sentido, porque las campesinas se acercan con frecuencia para solicitar créditos para instalar criaderos de pollos, asaderos de cuyes, negocios de deshidratación de frutas o elaboración de pulpas para jugo.

    Una de ellas es Carmen Quizhpe, quien solicitó, en el 2010, un crédito por USD 3 000 a la cooperativa Juventud Ecuatoriana Progresista e instaló un negocio de mermeladas de papaya, mango, fresa, maracuyá, ají y pimientos. Al año pagó el crédito y ahora solicitará otro para comprar hornos para deshidratar la fruta con la que trabaja.

    En la ciudad también se benefician los emprendedores de los créditos de las cooperativas. Empanadas y algo más es un negocio de 15 m2 en el centro de Cuenca. Allí, Amelia Orellana comercializa empanadas, humitas, quimbolitos, entre otros bocaditos tradicionales. Ella obtuvo un crédito de USD 1 500, de la cooperativa La Merced y ya lo pagó. «Las cooperativas son más accesibles con las personas de escasos recursos y uno se siente en casa cuando llega a esas entidades, lo que no pasa en los bancos».

    Otro de los beneficiarios de las entidades de la economía popular y solidaria es Luis Andagana, que vive en el sector de Mogato, al occidente de Ambato. Este hombre de 33 años conformó una empresa familiar de explotación de material pétreo sobre la base de un crédito otorgado por la cooperativa Chibuleo.

    Andagana proviene de una familia de agricultores. Tiene seis hermanos. Con dos de ellos, Ángel y Hernán, conformó la empresa de explotación minera.

    Luego de una fugaz carrera como artista popular, Andagana tomó la decisión de emprender un negocio propio. Los tres hermanos invirtieron sus ahorros en la cooperativa Chibuleo. Esa entidad financiera les desembolsó USD 15 000; además Andagana hipotecó la primera volqueta de su iniciativa. Con ese automotor comercializaba el material pétreo que comparaba en las minas.

    Nicolás Manobanda, ejecutivo de la cooperativa Chibuleo, menciona que no le pidieron garantía porque entre los indígenas «la palabra es suficiente».

    Otra cooperativa indígena de éxito es Mushuc Runa (‘Hombre nuevo’ en quichua). Una de sus clientes es Carmen Tualisa, de la parroquia Quisapincha. «Desde el 2011 ya me han entregado tres créditos. El último fue de USD 7 000. Con eso compro terneros de cuatro meses, a USD 200 cada uno, semillas e insumos agrícolas».

    Esta forma de operar de las dos cooperativas generó la apertura de más instituciones. En Tungurahua, en el 2002 eran 16, hoy suman 402 entidades, entre cooperativas, corporaciones de desarrollo y cajas de crédito.

    La Superintendencia de la Economía Popular y Solidaria tiene un registro de 900 cooperativas de ahorro y crédito. Sin embargo, las estadísticas de los organismos de control sostienen que el crédito de las cooperativas están enfocado básicamente en el consumo, que se lleva alrededor del 50% de los préstamos otorgados y que ha venido en aumento a raíz de la dolarización.

    La otra parte de los préstamos se reparte en micropréstamos para actividades productivas, comercio y servicios principalmente.

    Glosario

    El sector cooperativo:  comprende el conjunto de organizaciones entendidas como sociedades de personas que se han unido en forma voluntaria para satisfacer sus necesidades económicas, sociales y culturales en común, mediante una empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática, con personalidad jurídica de derecho privado e interés social.

    El sector asociativo:  está constituido por personas naturales con actividades económicas productivas similares o complementarias, con el objeto de producir, comercializar y consumir bienes y servicios lícitos y socialmente necesarios, autoabastecerse de materia prima, insumos, herramientas, tecnología, equipos y otros bienes, o comercializar su producción en forma solidaria y autogestionada bajo los principios de la economía popular y solidaria.

    El sector comunitario:  es el conjunto de organizaciones vinculadas por relaciones de territorio, familiares, identidades étnicas, culturales, de género, de cuidado de la naturaleza, urbanas o rurales; o, de comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades que con trabajo conjunto tienen por objeto la producción, comercialización, distribución y el consumo de bienes o servicios lícitos y socialmente necesarios, en forma solidaria y autogestionada.

    Las unidades económicas populares:  son emprendimientos unipersonales, familiares, domésticos, comerciantes minoristas y talleres artesanales; que realizan actividades de producción, comercialización de bienes y prestación de servicios.

  • Chocolate para diabéticos, su primer paso

    Redacción QUITO

    La idea de elaborar un chocolate sin azúcar apto para el consumo de personas con diabetes impulsó la creación de Dulcione, un negocio fundado en noviembre del 2010 por Marcelo Carrasco y su esposa, Berta Prudant.

    Carrasco es ingeniero de alimentos y especialista en confitería y chocolatería. Él se encarga de elaborar las fórmulas que produce su iniciativa. Su esposa, como publicista y diseñadora gráfica, es la mente creativa del negocio.

    “Marcelo conocía del proceso para elaborar chocolate pues siempre ha trabajado en eso, lo único que nos faltaba era el dinero”, cuenta Prudant. Cuatro meses después de la fundación de la empresa, por recomendación de una amiga de la familia, la pareja conoció el programa estatal EmprendEcuador, que desarrolla proyectos de emprendimiento.

    Ya teníamos la empresa constituida legalmente como sociedad anónima, pero no producíamos en grandes cantidades. Presentamos el proyecto y calificamos. En EmprendEcuador nos financiaron USD 10 000 para elaborar el plan de negocios y un estudio de mercado”.

    Ese paso fue fundamental para el crecimiento de este negocio. Con los recursos la pareja hizo un estudio de mercado y descubrió su producto estrella: “Embrujo”, una barra de 80 gramos de chocolate artesanal, elaborado con fructosa, un sustituto del azúcar tradicional utilizada como edulcorante por personas diabéticas.

    Durante un año, hasta noviembre del 2011, las actividades de esta microempresa se enfocaron en la adecuación de las instalaciones necesarias para poder elaborar el chocolate. En ese proceso se invirtió USD 70 000, monto que fue invertido en comprar materia prima, maquinaria, empaques, obtener registros sanitarios y la adecuación de un sitio para la fábrica, en el norte de Quito. “2011 fue un período de pruebas, experimentos y pequeñas ventas”, cuenta Prudant.

    Ese mismo noviembre, aprovechando el inicio de la temporada navideña, Dulcione salió al mercado con una línea de cajas de madera con bombones, que ofertaban como regalo para las festividades. Entre noviembre del año pasado y este mes, la iniciativa facturó USD 72 000.

    La fábrica donde se elaboran los chocolates tiene una capacidad de producción de 500 kilos de chocolate por semana. “Por eso tenemos pedidos programados hasta la segunda semana de diciembre”, afirma Prudant.

    En enero de este año, Dulcione tuvo otro punto de quiebre. Empezó a elaborar chocolate por kilos personalizado, con el sabor que el cliente solicite. Así ofertaba el producto con diferentes porcentajes de licor de cacao, por ejemplo.

    Los clientes de esta oferta son reposteros, pasteleros y chocolateros. Gracias a ello, en agosto de este año hicieron su primer envío a Alemania: fueron 300 kilos de chocolate amazónico con jengibre y con ishpingo.

    En el mercado local, los precios por kilo de chocolate pueden variar entre los USD 4 y los 9,50, según los ingredientes que el cliente solicite en la fórmula. Así, las fórmulas pueden variar en el porcentaje de azúcar o fructosa.

    La materia prima la obtiene de fincas ubicadas en Puerto Quito, Morona Santiago y en Guayaquil, como Cafieza Triari. Según Lourdes Días, vocera de Cafieza Triari, Dulcione les compra al mes un promedio de 100 kilos de manteca y polvo de cacao natural. “Los pagos los hacen antes del pedido, nunca hemos tenido inconvenientes con ellos”.

    Dulcione también personaliza la presentación del chocolates. Rafael Janowitzer, por ejemplo, pidió a este emprendimiento elaborar en chocolate las invitaciones para la fiesta de 15 años de su hija. “Las hicimos al estilo de la película de Willy Wonka y la fábrica de chocolate. Cuando el invitado quita la envoltura encuentra un pase dorado que es la invitación, En la envoltura y en la tableta de chocolate pusieron el nombre de mi hija”.

  • Una semana para el emprendimiento

    Redacción Guayaquil

    Noviembre es el mes de los emprendedores y desde hoy se celebra la Semana Mundial del Emprendimiento (GEW, por sus siglas en inglés).

    Hasta el 18 de noviembre se realizan, simultáneamente en 120 países, distintas actividades que giran en torno a esta temática. ¿El objetivo? Inculcar el espíritu emprendedor en los jóvenes, haciendo conciencia de su importancia en la economía y fomentando el bienestar común.

    Ecuador también se une a esta iniciativa y desde el 2009 celebra la GEW, bajo la organización de Fundación Emprender. De este modo, diversas instituciones, entidades y empresas, organizan actividades durante todo el mes. Así lo explica Violeta Morán, coordinadora nacional de GEW Ecuador y directora de la Fundación.

    Dentro del marco de la GEW en el país, este año se tiene previsto realizar conferencias, foros, charlas y concursos. Se lo hace paralelamente en 32 ciudades.

    El principal objetivo, según Morán, es conectar a los emprendedores. “Buscamos que generen contactos y se conozcan. La idea es involucrarlos para que creen una red de apoyo”. Otros objetivos son ofrecer información sobre los programas, así como brindar herramientas que permitan a los futuros emprendedores poner en práctica sus ideas.

    De este evento, participan las más de 130 organizaciones aliadas. Son parte de ellas, algunas instituciones educativas como la Universidad Técnica de Babahoyo, Universidad San Francisco de Quito, la Escuela Politécnica del Litoral, la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, entre otros establecimientos.

    Otras entidades organizan eventos el resto del mes como parte de la celebración de la GEW. Por ejemplo, la productora Infinito realizará el Entrepreneur Day, el día 23, en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. La finalidad es impulsar la cultura emprendedora a través de una jornada de ocho horas.

    En ese tiempo se realizarán conferencias con especialistas en distintas temáticas. También se presentarán ideas de negocios y un ‘grafiti emprendedor’.

    Otro evento similar lo organiza Prodigy Consultores. Se trata del II Encuentro de Emprendedores, que se llevará a cabo en el centro comercial Mall del Sol de Guayaquil, los días 29 y 30.

    El objetivo es apoyar a las personas que tengan ideas de proyectos, brindándoles herramientas para formalizarlas, dice Belén Chang, coordinadora del evento.

    En este encuentro se realizarán cuatro actividades principales: una feria de emprendedores, conferencias, asesoría de instituciones públicas y un denominado “café con expertos”. Este último se trata de un espacio donde los emprendedores podrán conversar de manera personal con expertos de diversas áreas.

    Para Morán, estas y otras iniciativas son fundamentales para el emprendimiento local. El mismo que -dice- ha crecido significativamente desde el 2009. Pone como principal referente el aumento de participantes en la GEW. En el primer año, participaron 4 105 personas, mientras que el año pasado fueron 79 870.

    Sin embargo, menciona, hay que seguir trabajando por el emprendimiento ya que existen limitantes para los que recién empiezan. Son la falta de información de programas y de políticas que apoyen el desarrollo de nuevas empresas.

    Una opinión similar la tiene Santiago Ruales, técnico de Emprendimiento de Agencia Metropolitana de Promoción Económica ConQuito. Para el experto, en Ecuador existe una tendencia favorable hacia el emprendimiento.

    Señala que los factores que apoyan al emprendimiento en el país son: las normas sociales y culturales, la apertura de mercados y el clima económico. Como amenazas menciona el contexto político, institucional, social y el apoyo financiero.