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  • Ana María Molina: ‘Soy una persona con la filosofía de liderar con el ejemplo’

    Pedro Maldonado

    Editor
    redaccion@revistalideres.ec (I)

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    Para Ana María Molina la familia es lo primero. Pero, eso no quita que sea una profesional que ha destacado en empresas multinacionales y en firmas ecuatorianas.

    Ella considera que cada vez existen mayores oportunidades para las profesionales, así como para las emprendedoras. Su nuevo reto está en Por Todos, un fondo ciudadano que recoge y administra recursos solidarios para contribuir con soluciones efectivas y oportunas para la mitigación de la pandemia del covid-19 en Ecuador. Allí Molina se mueve sin descanso, de manera virtual dentro y fuera del país, para obtener recursos y ayudar al país.

    Las mujeres y las empresas

    “Entre las mujeres empresarias hoy existe mucho optimismo. Mirando en retrospectiva, en los últimos 20 años al menos hemos avanzado mucho: nos hemos posicionado, hemos visibilizado nuestra gestión, cada vez hay más mujeres que dan un paso al frente y deciden ser el piloto de sus vidas. Allí están profesionales, con buena formación y que han priorizado sus carreras generando un balance con sus familias. Entonces encuentro mujeres dispuestas a tener un rol protagónico.

    Hace 20 años las mujeres no siempre daban un siguiente paso luego de estudiar y formar una familia. Mi hija, por ejemplo, es una joven arquitecta de 24 años, que tiene el futuro por delante”.

    El ejemplo y los jóvenes

    “Soy de la filosofía de liderar con el ejemplo. No puedo pedir a alguien que haga algo si yo no soy capaz de hacerlo. He tenido una dualidad, siendo madre y profesional. Mi mejor carta de presentación es lo que he construido con mi esposo y en mis distintos cargos. Puedo decir que he construido un legado con el ejemplo en el hogar y en el trabajo.

    Los jóvenes de hoy se preparan mucho y nos van a tomar la posta el día de mañana. Además importa mucho que tengan un buen corazón y si tienen privilegios deben sacar ventaja en el buen sentido de la palabra”.

    Derecho y equidad

    “He tenido la oportunidad de trabajar en empresas nacionales y multinacionales donde ha habido mucho respeto al espacio de las mujeres. Pero también admito que mi realidad no es la misma que enfrentan otras en el día a día.

    Tenemos la fortuna de que cada vez las personas conocen más sobre sus derechos y obligaciones; hay un marco legal que de cierta manera protege a personas vulnerables y situaciones de acoso.

    Soy una convencida de que una empresa que quiere demostrar que es socialmente responsable tiene que empezar haciendo una labor de concientización casa adentro, sobre todo en una labor tan complicada como es el acoso.

    Además deben dar oportunidades equitativas porque están preparadas y dispuestas a asumir riesgos. Dar oportunidades implica equidad, no solo un rol. Esas empresas son las que trascienden en el tiempo. Es un proceso pero veo que hay más conciencia entre empresarios y trabajadores. Con reglas claras nadie se pierde.

    En mi trayectoria enfrenté casos de acoso, como directora de Recursos Humanos, y las acciones tomadas fueron drásticas. Por eso me gusta cuando los códigos de ética son letra viva. Se investigó y se tomaron acciones y se hizo justicia. Eso mejoró el clima laboral”.

    La familia

    “La familia es lo más importante. Todo lo que hago es por el bienestar de los míos. Cuando me casé, con mi esposo pusimos claro que el trabajo era importante, pero la familia más. En mi hogar somos 10 hermanos y yo siempre quise tener hijos.

    Nunca quise una vida exitosa en lo profesional, pero solitaria en lo personal. Por eso cuando se me presentaron oportunidades para trabajar en el exterior, decidí quedarme con la familia y tener estabilidad. A esto se suman ángeles’ que me acompañaron en este proceso”.

    La solidaridad

    “El fondo Por Todos, formado por Roque Sevilla ante la crisis del covid-19, se enfoca en llevar ayuda para los más vulnerables en una situación para la que no estuvimos preparados.
    La recaudación de fondos es una carrera contra el tiempo. Es un trabajo en el que puedo devolver al país lo que he recibido. Allí están empresarios muy respetables y con muchas ganas de ayudar. Es una tarea desafiante, pero se están abriendo puertas y ventanas.

    Estamos gestionando recursos en Ecuador, EE.UU., Canadá Inglaterra, con gente que conoce y quiere el Ecuador. La capacidad de las mujeres de hacer muchas cosas al mismo tiempo ayuda”.

    Ana María Molina es ejecutiva con trayectoria en multinacionales y firmas ecuatorianas ahora tiene un reto con enfoque solidario.
    Ana María Molina es ejecutiva con trayectoria en multinacionales y firmas ecuatorianas ahora tiene un reto con enfoque solidario. Foto: Cortesía
  • Ingenios azucareros se reconvierten

    Agencia EFE

    Varias empresas azucareras mexicanas han reconvertido su producción para fabricar contrarreloj millones de litros de gel antibacterial y alcohol que sirvan para desinfectar durante la pandemia del covid-19.

    La producción de 11,6 millones de litros de gel es la prioridad ahora de los ingenios azucareros situados en el estado mexicano de Chiapas, para suplir el desabastecimiento durante la pandemia.

    El ingenio Pujiltic, del Grupo Zucarmex, Compañía Azucarera La Fe, en la localidad de Venustiano Carranza, es una de las diez empresas azucareras que se han sumado al pedido del Gobierno.

    Adalberto Zaleta Trinidad, gerente de la empresa Azucarera la Fe, explicó a EFE que se han concentrado en la producción de alcohol destinado a la elaboración del gel sanitizante para abastecer a los hospitales ante la emergencia sanitaria del covid-19, que sumaba en México, hasta el 15 de abril, 4 661 casos y 296 fallecidos.

    Juan León Ozuna Ruiz
    , jefe de la fábrica de alcohol, detalló que durante 16 años han manejado un alcohol hidratado a 96 grados -como establecen los estándares de calidad- que es apto para la industria farmacéutica.

    Ozuna agregó que el proceso de elaboración del alcohol se hace a través de un manejo automatizado hasta lograr producir 60 000 litros de alcohol diarios y con el objetivo de donar, en total, más de un millón y medio de litros.

    “El proceso de producción comienza con la clarificación de la miel, que es la materia prima, miel final o melaza. Se lleva acabo un tratamiento para luego fermentarlo por medio de levaduras enológicas y producir el alcohol que posteriormente se destila”.

    Adalberto Zaleta Trinidad explicó que la zafra (periodo de recolección de la caña de azúcar) “está programada a fin de mes”, cuando “se molerá más de millón y medio de toneladas”.
    “Ahora, precisamente, estamos haciendo todos los cálculos y preparándonos para poder trabajar por un mes más y seguir dando producto al mercado, dado que se necesita por la contingencia”. mencionó Ozuna Ruiz.

    Tierra azucarera

    En Venustiano Carranza hay alrededor de 17 500 hectáreas destinadas a la producción de caña y la temporada de la zafra, que comienza en diciembre y finaliza en mayo, se encuentra en plena actividad. En los seis meses que dura de zafra, el ingenio obtiene
    195 000 toneladas de azúcar, garantizando la materia prima (melaza) para obtener más de 2 millones de litros de alcohol.

    Los productores cañeros y empresarios se encargan también del transporte del alcohol con 150 camiones que han salido del ingenio Pujiltic rumbo a la Universidad Politécnica de Chiapas, donde se va a elaborar el gel.

    Para Jesús Alejo Orantes, presidente de la asociación de cañeros de la región, en tiempos difíciles es cuando se debe de mostrar la solidaridad. Del azúcar viven
    6 000 familias de cañeros; 2 800 cortadores de caña, jornaleros y
    1 500 operadores de caminos. Al menos cuatro ingenios y una alcoholera se integraron a la producción de melaza, alcohol y gel antibacterial.

    Un hombre trabaja en la fábrica de alcohol del ingenio azucarero San Francisco Pujiltic, en  Chiapas (México)
    Un hombre trabaja en la fábrica de alcohol del ingenio azucarero San Francisco Pujiltic, en Chiapas (México). Foto: Carlos López / EFE
  • Ellos dan soporte en materia de energía

    Redacción Quito

    redaccion@revistalideres.ec (I)

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    Lorenzo Ponce dejó la seguridad de la empresa familiar en la que laboró, por cerca de nueve años, para retarse siendo su propio jefe con un negocio propio.

    La decisión, que tomó hace más de 20 años, fue la acertada. Hoy es gerente general de una empresa consolidada en el sector de generación eléctrica: Energy Power, que al año factura alrededor de USD 12 millones.

    “En ese momento se dieron las cosas. Me contactó una empresa internacional de ensamblaje y comercialización de generadores eléctricos, FG Wilson, para representarlos acá”, recuerda Ponce, quien los primeros dos años trabajó junto a un socio.

    En el momento, la firma distribuye cerca de cinco marcas internacionales de generadores eléctricos a diésel, para el sector industrial. Este producto representa el 50% de su portafolio.

    Otra de esas marcas es la peruana Modasa. Ángela Huamaní, gerenta de Cuenta, explica que sus equipos dan respaldo de energía a cualquier servicio, en caso de haber algún corte. La firma vende al año alrededor de USD 3,5 millones a Energy Power.

    “Nos ha ido muy bien con ellos en Ecuador. Han fortalecido nuestras distintas marcas de motores”, añade Huamaní.

    De la marca Kirloskar, proveniente de la India, ofrecen generadores eléctricos desde 12 kVA (potencia aparente) hasta 1000 kVA y motores estacionarios para bombeo de agua, que se utilizan en industrias camaroneras y en empresas agrícolas para el riego.

    Oswaldo Alvarado, ingeniero de Venta a cargo de Latinoamérica en Kirloskar, detalla que la firma ecuatoriana les compra, al menos, 150 unidades al año, entre ambos productos. “Nos ha ido bastante bien. Estamos muy satisfechos. Tienen muy buena organización. El soporte técnico y servicio posventa ha sido muy provechoso. Al menos, una vez al año les brindamos adiestramiento”, explica el profesional técnico.

    La compañía eléctrica ha ido expandiendo su catálogo de productos. Desde hace unos ocho años también comercializa torres de iluminación, con motor a diésel, para el funcionamiento de las industrias durante la noche.

    Además, desde hace dos años ha incursionado en energías limpias, con paneles solares e inversores, importados desde países como China, Alemania y EE.UU.

    En este campo de energías alternativas también cuentan con paneles de agua para calentamiento del líquido. Este producto se destina, principalmente, a edificios y zonas residenciales, como sustituto de calefones.

    Otro producto que distribuye la firma es un conductor eléctrico, denominado blindobarras, fabricado por Cedal Aluminio. Estas barras –que reemplazan al cable de fuerza–, pueden ir bajo tierra, por agua o aire; tienen una durabilidad de hasta 100 años. “Es más seguro y menos costoso por la duración”, explica Ponce.

    Entre todos sus productos, Energy Power importa al mes entre tres y cuatro contenedores de 40 pies. Al año invierte, al menos, USD 8 millones en importación. Tiene cerca de 10 proveedores de varios equipos en Perú, Corea del Sur, China, EE.UU., Inglaterra, Canadá y Alemania.

    La firma tiene una cartera de entre 1 000 y 1 500 clientes, en su mayoría empresas de gran tamaño. Unión Cementera Nacional le compró dos generadores eléctricos para la planta cementera de Riobamba, para la autonomía de instalación o apagado de los equipos, en caso de que no se cuente con el servicio de energía regular.

    También ofrece sus productos a pequeños negocios como el de Miguel Romero, quien realiza servicios de instalación de redes eléctricas al sector camaronero en la provincia de El Oro; para ello se surte de los generadores y repuestos para estos de algunas de las marcas que representa. “En el momento les hemos comprado unos 15 productos. Nos ha ido bien, hemos tenido soporte técnico de parte de la empresa”.

    Ponce subraya que en todos sus productos ofrecen los servicios de instalación, mantenimiento…

    Trabajadores  de la empresa ensamblan motores y revisan paneles solares en sus talleres
    Trabajadores de la empresa ensamblan motores y revisan paneles solares en sus talleres. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Ambiente y cuidado corporal en una tienda

    Redacción Quito

    redaccion@revistalideres.ec (I)

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    La tendencia en el consumo de productos cosméticos naturales y ecológicos va ganando espacios en el Ecuador. GreenBliss, Eco Beauty, es una tienda localizada en el centro-norte de Quito que nació bajo este concepto.

    Carolina Corral, ingeniera en Marketing con maestría en Dirección de Empresas y experiencia en retail, y Alexandra Bermúdez, ingeniera en Biotecnología con experiencia en el sector agropecuario, complementaron sus conocimientos para desarrollar este emprendimiento.

    A mediados del 2018 comenzaron con el desarrollo de una línea de jabones con carbón activo y cero residuos para el rostro y el cuerpo. Al momento ambas han desarrollado 12 productos, entre los cuales hay dos líneas de jabones, espumas de afeitar, sales de baño y champú en barra.

    La formulación y producción de las líneas ha estado a cargo de Alexandra. Los productos se diferencian por ser libres de tóxicos; se elaboran a base de extractos de plantas. Las dueñas fomentan el cuidado ambiental al promover la devolución de envases, con descuento, y la recarga de productos.

    Sus primeras ventas fueron en ferias de emprendedores, hasta que en octubre del 2018 empezaron a exhibir sus productos en una tienda compartida con otra marca. La inversión inicial fue cercana a los USD 15 000 en capital de trabajo, apertura del punto de venta y materias primas; desde mayo del 2019 están en un local propio, en el centro-norte, en el cual reinvirtieron USD 8 000.

    Otra de las premisas del negocio es apoyar a otros emprendedores. Por ello han dado espacio a otras 45 marcas, de las cuales 40 son nacionales, para un total de 640 productos.

    Para ingresar a la tienda las marcas deben cumplir exigencias técnicas (productos libres de tóxicos y que cuenten con registro sanitario) y comerciales (una buena presentación y alguna actividad de mercadeo en el local). La mayoría tienen un concepto vegano.

    El local ofrece cuatro categorías de productos. La primera es Alta gama, que incluye serums, contornos de ojos y cremas especializadas. La segunda es Cuidado personal, que abarca desodorantes, pastas de dientes, champús, etc. Además, tienen una categoría para la venta de productos al peso y otra de ‘cero residuos’, es decir que no generan ningún tipo de desperdicios, como la copa menstrual, los desmaquillantes de tela y el champú en barra.

    Kilana Botanical
    , un emprendimiento de cosmética 100% vegana, es una de las marcas ecuatorianas presentes en el local. Cuenta con productos para el cuidado de la piel y el cabello. “Nos ha ido bastante bien en la tienda, los productos han tenido rotación”, dice María Fernanda Arteaga, propietaria.

    Los clientes de GreenBliss reciben asesoría personalizada sobre los productos por parte de las propietarias y una cosmeatra. Además, la tienda ofrece limpiezas faciales y masajes.

    Enrique Cobo y su esposa, Melly Díaz, son clientes frecuentes. “Me pareció interesante la propuesta de productos naturales, bien presentados y estéticos. Nos gusta mucho que la atención sea personalizada. Además, siempre hemos preferido la producción local”, comenta Cobo. La pareja ha comprado cremas faciales, desmaquillantes, jabones, crema dental, entre otros productos. Díaz también se ha realizado limpiezas faciales.

    Moserrate Gómez resalta la calidad de los artículos y la atención. Ha probado diversos productos del local: cremas faciales, mascarillas, champú en barra para el cabello, desodorantes en crema, contorno de ojos, etc. “Hay dos componentes importantes para comprarles: ser responsable con el ambiente y apoyar al emprendimiento ecuatoriano”, comenta esta cliente de 33 años.

    En la tienda, ubicada en el norte de Quito, los clientes pueden hacerse limpiezas faciales.
    En la tienda, ubicada en el norte de Quito, los clientes pueden hacerse limpiezas faciales. Foto: Julio Estrella / Líderes
  • La china Xiaomi gana un 26% menos en 2019 pese a aumentar su facturación

    Agencia EFE

    La tecnológica china Xiaomi obtuvo en 2019 un beneficio neto de 10.044 millones de yuanes (USD 1 415 millones, 1.293 millones de euros), un 25,9 % inferior al conseguido un año atrás, pese a que su facturación aumentó en un 17,7 %.

    En la cuenta de resultados remitida hoy a la Bolsa de Hong Kong, donde cotiza, Xiaomi ofrece también un cálculo ajustado del beneficio neto en el que excluye, entre otros factores, los efectos de compensaciones (en 2018 otorgó una prima multimillonaria a su consejero delegado, Lei Jun).

    Según este cálculo alternativo, las ganancias de la tecnológica se situarían en 11.532 millones de yuanes (USD 1 625 millones, 1.483 millones de euros), es decir, un 34,8 % más que ese mismo dato ajustado de 2018.

    Precisamente al no haber estado lastrado en 2019 por la citada compensación de 9 900 millones de yuanes (USD 1 395 millones, 1 273 millones de euros) a Lei, los beneficios operativos de la tecnológica se dispararon en casi un 900 % hasta los 11.760 millones de yuanes (USD 1 657 millones, 1 514 millones de euros).

    Los ingresos de Xiaomi en 2019 fueron de 205.839 millones de yuanes (29.001 millones de dólares, 26.496 millones de euros), mientras que sus costes operativos se elevaron de forma similar (16,1 %) hasta los 177 285 millones de yuanes (USD 24 978 millones, 22.821 millones de euros).

    En lo respectivo a los diferentes negocios de la compañía, los teléfonos inteligentes supusieron unos ingresos de 112.095 millones de yuanes (15.793 millones de dólares, 14.429 millones de euros), es decir, un 1,5 % menos que en 2018, y pasaron de representar el 65,1 % de la facturación al 59,3 %.

    Por su parte, los llamados «productos de estilo de vida y del internet de las cosas (IoT)», que van desde televisiones y portátiles a purificadores de aire o patinetes eléctricos, aumentaron su cuota de ingresos del 25,1 % al 30,2 % y consiguieron 62.088 millones de yuanes (8.748 millones de dólares, 7.992 millones de euros) para la compañía, un 42 % más que en 2018.
    Los ingresos por servicios de internet avanzaron un 24,4 % hasta los 19.842 millones de yuanes (USD 2 796 millones, 2 556 millones de euros).

    En cuanto a la división geográfica, China sigue siendo el principal mercado para Xiaomi aunque su peso sobre los ingresos de la compañía cayó ligeramente, mientras que el de los mercados internacionales pasó de un 40 % a un 44,3 %.

    Fuera del gigante asiático, el cuarto mayor vendedor mundial de smartphones ingresó un 30,3 % más que en 2018, alcanzando los 91.200 millones de yuanes (12.849 millones de dólares, 11.747 millones de euros).

    La compañía celebra en su informe el éxito en Europa Occidental, donde las ventas de teléfonos inteligentes crecieron un 115,4 % durante el último trimestre de 2019. En España, Xiaomi asegura ser ya el segundo mayor vendedor de teléfonos, con un crecimiento interanual del 65,7 %.

    La firma, con sede en Pekín, también hizo pública hoy su inversión de 2019 en investigación y desarrollo (I+D), que aumentó un 29,7 % hasta los 7.493 millones de yuanes (1.056 millones de dólares, 965 millones de euros).

    De cara al futuro, la tecnológica seguirá enfocándose en la innovación, centrándose en los campos del IoT y de las redes de quinta generación (5G), y tratará de reforzar su presencia en mercados internacionales donde ya tiene éxito como India, el Sudeste Asiático, Europa o Latinoamérica.

    No obstante, el informe también alude a la incertidumbre generada por la pandemia de la COVID-19 ya que, pese a que su capacidad productiva ya se ha recuperado a cerca de un 90 % de la habitual, sus ventas en el extranjero se verán afectadas por la expansión internacional del virus.

    La empresa de celulares Xiaomi ha disminuido su ganancia, a pesar de facturar más
    La empresa de celulares Xiaomi ha disminuido su ganancia, a pesar de facturar más. Foto: Flickr
  • Con ‘snacks’ expanden su marca

    Carolina Enriquez

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    Un crecimiento acelerado en cinco años ha conseguido la productora de alimentos Comlasa. Álex Guanalema y Lourdes Toapanta, fundadores del negocio, dicen que la calidad de la oferta y el trabajo de la fuerza de ventas son los dos factores que han permitido lograr este resultado

    A finales del 2014, estos esposos buscaban una opción para adentrarse en la fabricación y venta de consumo masivo, sector en el que Guanalema ya había tenido tres años de experiencia anteriormente. La hallaron en una empresa que atravesaba una difícil situación económica.

    La pareja encontró un negocio que producía cueros reventados con el nombre Shalom. Esta empresa vendió a Guanalema y Toapanta el ‘know how’ y la marca. La inversión inicial de los esposos fue de USD 35 000 en esta compra y en maquinaria; luego destinaron otros USD 25 000 para adecuaciones, obtención del registro sanitario, contratar a un ingeniero en alimentos, entre otros.

    Ambos cambiaron el nombre anterior por el de Shalitos. El primer producto que se desarrolló fueron los cueros reventados, principalmente para uso en locros.

    Los emprendedores enfrentaron dificultades, entre ellas la mala repu­tación que dejaron los anteriores dueños del negocio, lo que hizo que muchos proveedores, al creer que eran los mismos, no quisieran darles crédito. Tenían que comprar la materia prima de contado, en un inicio.

    Conforme se fue estabilizando el negocio, los emprendedores sacaron tres presentaciones de cueros. Para 2016 se lanzó una línea de tostado y las ventas crecieron.

    En ese momento se decidió hacer otra inversión en maquinaria, importada de China. Un año después se incursionó en otras líneas como papas artesanales y chifles. El negocio empezaba a despuntar.

    La empresa desarrolló un equipo de ventas y de distribución en el sur de Quito. Fue un éxito total, ya que logró entrar en tiendas de esa zona.

    Comlasa, sin embargo, quería expandirse y desarrolló un programa piloto para distribución tienda a tienda con personal propio. Con ocho vendedores la compañía decidió expandirse en el norte de Quito.

    Este crecimiento obligó a realizar una nueva importación de maquinaria desde China, particularmente destinada a frituras.

    La empresa cuenta hoy con otras líneas como habas, papas chips en funda laminada, gomitas, variedades de chifles y tostado con otros ingredientes. Son en total 27 productos.

    Para el chicharrón se usa cerdo importado de Chile, Canadá y España. El maíz para el tostado es de la variedad mishca, que se produce en el centro del país; es un grano grande y suave.
    También hay una selección rigurosa en la compra de papas, maqueños, etc.

    Su éxito está en la fuerza de ventas, dice Guanalema. “Desde el inicio estuvo totalmente automatizada. Siempre hacemos encuestas a nuestros clientes, que son 25 000 en Quito”. La compañía también ofrece sus productos en otras provincias, entre las que están Cotopaxi, Chimborazo, Imbabura, Carchi y Sucumbíos.

    A corto plazo la empresa busca expandirse hacia la Costa y más adelante empezar a exportar a la región.

    La producción de esta empresa se realiza en su planta del sector de La Ecuatoriana, en el sur de Quito, donde trabajan 58 personas.

    Próximamente, los dueños buscan ampliar la planta porque consideran que por la alta producción alcanzado comienza a faltarles espacio en el área de almacenamiento.

    Asimismo, desde este año la compañía se está preparando para certificar la fábrica con Buenas Prácticas de Manufactura (BPM). “Una vez que tengamos la certificación, vamos a evaluar el tema de la exportación. Hemos recibido un par de propuestas, sobre todo en Centroamérica. Hoy atendemos al mercado local, con calidad”, explica el dueño.

    Una estrategia importante que han desarrollado los emprendedores es tomar en cuenta los requerimientos y capacidades de las tiendas. Entregan solo el producto que los tenderos necesitan, ya que no siempre están en capacidad de llevar volúmenes grandes, porque no se vende todo.

    Carlos Paredes, dueño del micromercado Charly & Charly, considera buena la metodología que aplica este negocio. Asegura que los ‘snacks’ tradicionales tienen alta demanda dentro de la población.

    La planta de producción de Comlasa se encuentra en el sur de Quito, en el sector de La Ecuatoriana. Allí se elaboran los ‘snacks’ de cueritos. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    La planta de producción de Comlasa se encuentra en el sur de Quito, en el sector de La Ecuatoriana. Allí se elaboran los ‘snacks’ de cueritos. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • La primera empresa BIC crece con bebida de chocho

    Redacción Quito

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    En enero de este año, la Asamblea aprobó la Ley de Emprendimiento e Innovación. En esta se abordan diversos temas, entre ellos el reconocimiento a Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo (BIC), que son organizaciones o empresas que buscan soluciones a problemas sociales y ambientales.
     

    Una de las pioneras en obtener este reconocimiento fue AlimentArte. Este emprendimiento nació en el 2016, con un enfoque social y ahora, al ser una empresa BIC, lo confirma.

    Los fundadores de AlimentArte, María del Pilar Mora y Gustavo Guerrero, dicen que desde el inicio, la visión que tenían era integrar en la producción de sus bebidas a comunidades indígenas.

    “Para nosotros era muy importante transparentar los beneficios que generamos a través de nuestro emprendimiento, porque nacimos con la visión de ser una empresa social. Gracias a que hace pocos meses se aprobó la Ley, pudimos aplicar para el registro y nos reconocieron como empresa BIC”, cuenta Mora.

    La pareja decidió lanzar bajo la marca Tarwi, una bebida a base de chocho con pulpa de fruta, a inicios del 2016.

    Esta idea surgió como una solución para las personas que buscan una alternativa nutritiva, saludable, libre de lácteos y sin azúcar.

    Para iniciar, los propietarios invirtieron aproximadamente USD 30 000. Mora menciona que utilizaron ahorros personales.

    Esta cantidad se usó para generar los prototipos, hacer testeos y las primeras pruebas de la bebida.

    AlimentArte trabaja con comunidades de Cotopaxi, que cultivan el chocho para la elaboración de las bebidas. Tarwi se produce de manera artesanal: primero se selecciona la materia prima, luego pasa por diferentes procesos, que van desde cocinarlo y molerlo para separar el líquido de la harina.

    El chocho se destaca por ser un grano rico en proteína, calcio y hierro. La bebida de este emprendimiento no usa lactosa, ni gluten ni preservantes. La nutricionista Sara Rivera menciona el consumo de chocho como parte de una buena alimentación.

    Rivera conoce la bebida y la describe como una alternativa saludable y excelente para todos. “Se la recomiendo a mis pacientes”.

    En la actualidad, Tarwi tiene tres sabores: mora, maracuyá y natural. Este último le permite al consumidor preparar sus propias recetas porque actúa como un producto lácteo.

    “Lo que queremos con Tarwi es ofrecer alternativas de consumo apegadas a lo natural y a lo nuestro”, resalta la emprendedora, quien vio en el chocho una forma de regresar a lo tradicional de la dieta ecuatoriana.

    Los consumidores pueden encontrar la bebida en presentaciones de 1 litro, 500 mililitros y 250 mililitros.

    Hace un año, los productos de este emprendimiento fueron expuestos en una feria de Reino Unido. Allí, la organización Vegan Society, que certifica a productos que promueven la vida vegana, se mostró interesada en la propuesta. Los emprendedores iniciaron con los trámites para obtener la certificación y se convirtieron en la primera bebida ecuatoriana en ser registrada en esta organización extranjera.

    Esto les permitió crear alianzas para la distribución de los productos. Desde el 2018, las bebidas de AlimentArte se venden en las perchas de las cadenas Supermaxi y Megamaxi. El plan a futuro es exportar estas bebidas.

    María del Pilar Mora y Gustavo Guerrero son los fundadores de la empresa que este año obtuvo el reconocimiento de empresa BIC. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    María del Pilar Mora y Gustavo Guerrero son los fundadores de la empresa que este año obtuvo el reconocimiento de empresa BIC. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Viste a marcas gastronómicas

    Patricia González

    Zamira Gómez Rea es ingeniera comercial, egresada de la Universidad de las Fuerzas Armadas (Espe). Su tesis de grado consistió en modelos de producción para empresas textiles, basado en el taller de alta costura que tenía su mamá, Aida Rea, desde mediados de los años 70, en casa.

    Ese fue el germen de la empresa familiar Caché Uniformes, que arrancó formalmente en mayo del 2000. Esto se dio un año después que Zamira se graduó y luego de haber gestionado el Registro Único de Contribuyentes (RUC), como persona natural, y los respectivos permisos municipales.

    La compañía empezó atendiendo el nicho de uniformes corporativos, pero con el tiempo se especializó en el sector gastronómico, en el que ya lleva unos 10 años. “Es un área más dinámica, nos gusta más”, cuenta Gómez.

    Con el enfoque en esta área los volúmenes de producción son más modestos, pero los modelos son personalizados. El producto ‘estrella’ es el delantal, que elaboran en gabardina de algodón con cuero, cuerina o gamuza; viene acompañado de accesorios metálicos. Los hay en tonos verdes, beige, azul o estilo denim.

    Los delantales de la firma los buscan chefs, parrilleros, baristas y profesionales de otras áreas, como barberos y artistas plásticos.

    En el caso de ser para chefs, la vestimenta incluye una chaqueta en gabardina de algodón, pantalón y gorro. Además,se comercializan otros accesorios para uniformes gastronómicos, como corbatines, tirantes y cofias.

    También se confeccionan bolsos publicitarios para diferentes marcas.
    La capacidad de producción del taller, ubicado en el centro-norte de Quito, es de alrededor de 3 500 delantales por mes. En chaquetas de chef, cerca de 500 mensuales. Cada dos años realizan inversiones en maquinarias, por alrededor de USD 20 000. Las más recientes son la ojaladora electrónica y la bordadora.

    Silvia Guédez, chocolatier, es cliente y aliada de la empresa. Ella ofrece cursos de chocolatería y entrega a sus alumnos delantales y fundas elaboradas por Caché Uniformes. “Les hago pedidos grandes. El año pasado tuve cerca de 100 estudiantes”.

    Comercial El Arbolito también se provee de sus uniformes para las diferentes áreas: servicio al cliente, cajas, supervisores, panadería, transporte motorizado, etc.; con excepción de administración.

    “Son prendas de calidad, las telas son muy buenas; en un 90% no he tenido problemas”, comenta Jeanneth Bolaños, propietaria y gerente de Recursos Humanos de El Arbolito.

    Caché tiene cerca de 500 clientes, entre corporativos y particulares, y realizan envíos por ‘courier’ a todo el país, principalmente hacia ciudades grandes o turísticas. Cuenta con alrededor de 15 proveedores ; uno de ellos es Lafayette, empresa textilera de origen colombiano. Le provee de telas antifluidos, impermeables para chompas y con licra para pantalones, indica Jorge Cadena, asesor comercial de la compañía en Ecuador.

    “Les vendemos alrededor de 150 metros de tela cada tres semanas, dependiendo de lo que necesiten. Tienen crédito por hasta 90 días y generalmente pagan antes sus facturas”, indica el entrevistado.

    Los directivos de esta empresa consideran que el principal desafío que ha tenido es lograr mantenerse activa en el mercado a pesar de la “crisis”, tomando en cuenta que el cliente de la marca pertenece a un target alto. Dicen que cuando hay una situación complicada de la economía, el cliente de clase alta recorta su presupuesto y eso les ha afectado.

    Desde el año pasado, la empresa cuenta con un ‘showroom’ en el que exhibe sus piezas; además, ha activado la promoción de la marca en el portal web y sus redes sociales, por medio de un catálogo online de productos.

    Esto le ha permitido darse a conocer entre particulares, que representan el 70% de su cartera de clientes. “Ahora satisfacemos a nuestro consumidor al detal. Tenemos un ‘stock’ para esto y nos ha ido muy bien”, señala dueña.

    Para este 2020 uno de los planes de Caché, que facturó el año pasado USD 110 000, es tener un mayor alcance en el segmento femenino; con ese objetivo se firmó una alianza con la chocolatier Silvia Guédez para darse a conocer en sus talleres, que recibe a mujeres emprendedoras.

    Zamira Gómez y Aida Rea, fundadoras de la marca, en el showroom de Caché.
    Zamira Gómez y Aida Rea, fundadoras de la marca, en el showroom de Caché.
  • Boga, la empresa que impulsa el uso de bolsas de papel

    Redacción Quito

    (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Aeropostale, Aldo, Galletti, Panificadora Ambato, JW Marriott, entre otras marcas locales e internacionales que operan en el país tienen algo en común: utilizan bolsas de papel, vasos, servilletas y otros utensilios ecológicos y biodegradables.

    La empresa detrás de la elaboración de estos artículos, que las marcas utilizan como parte del servicio al cliente, es Boga Fundas de Papel, fundada por Doenitz Bosmediano en 1995.

    Desde sus inicios, la firma ha apostado por un concepto amigable con el ambiente. La idea la trajo Doenitz de Alemania, donde estudió Diseño Gráfico y vivió por cuatro años.

    Él reconoce que en un principio fue difícil promover el consumo de fundas ecológicas en el país porque la diferencia en costos con una funda regular era alta. Pero con los años la conciencia sobre la importancia de cuidar al planeta fue mayor, lo que le ayudó a posicionarse.

    Boga arrancó en un taller del barrio América, en el norte de Quito, con un capital inicial de USD 5 000. Con el crecimiento de la producción, desde hace siete años cuenta con una planta en el sector de Solca, donde tiene ocho máquinas, entre impresoras para fundas y armadoras de fundas y vasos. La inversión en infraestructura y maquinarias fue de USD 480 000.

    La producción abarca actualmente ocho líneas. En fundas, por ejemplo, las hay de boutiques, de regalo, para comida rápida o almacenar alimentos (como el café), para llevar pan y
    otros productos. Además, la firma elabora vasos de cartón y sacos de papel industriales.

    Su principal insumo es el papel. Al año importan 40 toneladas, elaborado a base de caña de azúcar y papel reciclado. Proviene de distintos países, como EE.UU., Colombia, Rusia, China, México y Canadá.

    Propandina Ecuador (Proveedora de Papeles Andina), perteneciente a la Organización Carvajal, con sede en Colombia, es una de las firmas que les abastece del producto, con alrededor de 3,8 toneladas al mes. “Nuestro papel es un subproducto de la caña de azúcar, que se cosecha dos veces por año”, explica Edwin Jara, líder comercial en Quito del proveedor.

    La empresa elabora fundas de papel, vasos, empaques, entre otros productos. En total, produce ocho líneas de artículos.
    La empresa elabora fundas de papel, vasos, empaques, entre otros productos. En total, produce ocho líneas de artículos.

    Otro de sus proveedores es Nilotex, en cordones poliéster de fundas, de los cuales adquieren al menos 4 000 metros al mes, detalla Álvaro Arévalo, asistente de gerencia de Nilotex.

    Boga Fundas de Papel trabaja con cerca de 2 100 clientes de distintos sectores, entre ellos farmacias, ferreterías, panaderías, boutiques, bancos, comercios, restaurantes, cafeterías, empresas de alimentos, entre otros.

    Desde hace cuatro años, panadería Bakery Damasco’s, en Quito, utiliza sus fundas para el despacho de los panes. Además, les proveen de cajas para pasteles y, recientemente, para el empaquetado del azúcar. “Es un producto de calidad, cuidan mucho los detalles”, comenta Teodolfo Cabrera, propietario de la panadería.

    En restaurantes, uno de sus clientes es Carnival Fries. Alexis Medrano, administrador del negocio, indica que les proveen de bolsas de papel para la entrega de pedidos para llevar.

    Además de seguir la tendencia de cambiar el plástico por el papel, indica que este material es mejor para la entrega de alimentos calientes.

    Dentro de la misma línea está el Grupo KFC, al cual les proveen de fundas para tres de sus marcas: El Español, Juan Valdez Café y KFC. Verónica Paboada, coordinadora del Departamento de compras nacional del Grupo, destaca el buen precio y la calidad de los productos de Boga.

    Los artículos de la marca cuentan con certificaciones como la ISO 9001, así como de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) y de la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa).

    Para Bosmediano, gerente de Boga Fundas de Papel, uno de los desafíos más importantes ha sido el tema de la inversión para continuar creciendo. Cree que hay desconfianza de parte de los actores de la banca, además que el tema político impacta en estas decisiones. Por ello, explica, ha recurrido a particulares, actualmente la empresa cuenta con dos socios, uno de ellos es únicamente inversionista. El pasado año, la empresa facturó USD 740 000.

    Por otro lado, el cambio en el consumo por el calentamiento global le ayudó a crecer. “Pero aún es bajo, hace falta mucha educación”, reconoce. Bosmediano incentiva a sus clientes a devolver las fundas, vasos o empaques, pero menos del 1% lo hace.

    Las cifras

    26 años tiene la empresa en el mercado.

    480 000 dólares fue la inversión en la segunda planta, ubicada en Solca, Quito.

    8 son las líneas de productos.

    1,5 millones 
    de unidades de productos elabora Boga al mes.

    18 es el número de personal directo con el que trabaja la empresa.

    2 100 clientes es el número aproximado que tiene la empresa a escala nacional.

    Doenitz Bosmediano, gerente General

    Lo más retador en estos años ha sido poder conseguir préstamos o inversión para continuar creciendo y llegar a más mercados. Hay desconfianza de parte de las entidades bancarias, piden altas garantías; la situación política del país creo que también influye mucho. Solo la CFN me aprobó un préstamo en el 2012 por USD 130 000, que invertí en la planta de Solca. El resto lo invirtieron socios particulares.

    La planta de producción de Boga Fundas de Papel está ubicada en el sector de Solca, en el norte de la ciudad de Quito. Cuenta con ocho máquinas. Fotos: LÍDERES
    La planta de producción de Boga Fundas de Papel está ubicada en el sector de Solca, en el norte de la ciudad de Quito. Cuenta con ocho máquinas. Fotos: LÍDERES
  • Vainuz produce vainilla en Santo Domingo y ya empezó a exportar

    María Victoria Espinosa

    (I)
    redaccion@revistalideres.com.ec

    La investigación científica fue la clave para que la empresa Vainuz empezara a producir y exportar vainilla a más de 10 países en Europa, Asia y América.

    El proyecto se inició hace 17 años en Santo Domingo de los Tsáchilas, cuando Eduardo Uzcátegui sembró la primera planta de vainilla.

    Él recuerda que su amigo George Ester tuvo una plantación de vainilla en el noroccidente de Pichincha. Pero el clima de esa zona no favoreció a las plantas, traídas desde Holanda.

    Así que Ester regresó a Europa, pero antes le obsequió una planta de vainilla a Uzcátegui, quien en el 2002 era decano de la Facultad de Agrope­cuaria de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).

    Él sembró la planta en Santo Domingo, que tiene un clima más cálido que el de Mindo. Tras una larga espera (de alrededor de tres años), la planta al fin floreció e inició un proceso de multiplicación de las plantas para poder crear un invernadero y así es­tudiar el cultivo.

    Al principio no fue fácil descubrir cómo cultivar vainilla. Por eso, Uzcátegui ha realizado estudios y experimentos para mejorar el proceso de fecundación, floración, entre otros.

    Uno de los primeros experimentos consistió en hacer dos sembríos. Unos a la intemperie y otro en un invernadero. Los primeros obtuvieron resultados menos favorables en relación con el rendimiento y calidad.

    Así que Uzcátegui decidió invertir en los invernaderos. En la actualidad tiene siete, que cuentan con sistemas de riego, medidores de temperatura, entre otros. Están ubicados en un terreno de 17 000 metros cuadrados, ubicado en la vía hacia la comuna tsáchila Colorados del Búa.

    La primera producción se dio en el 2007 y fue de 20 kilos. Pero llegar a eso implicó pérdidas económicas, más de 30 investigaciones sobre la planta, el manejo del cultivo, control de plagas y la capacitación de 20 mujeres, la mayoría con estudios agropecuarios.

    La flor de la vainilla es una orquídea, de donde nacen unas vainas. Para que adquieras el olor característico, las vainas deben someterse a un proceso de secado.
    La flor de la vainilla es una orquídea, de donde nacen unas vainas. Para que adquieras el olor característico, las vainas deben someterse a un proceso de secado.

    Ellas son las encargadas de realizar la fecundación de la planta, a través de un método manual en el que se requiere delicadeza y precisión. “Las mujeres tienen más desarrollada la motricidad fina y por eso son más idóneas para este trabajo manual”.

    Tras la primera producción, Uzcátegui inició un plan de difusión para promocionar las vainas secas.

    Una de las acciones fue participar en ferias de emprendedores a escala nacional para que las personas conozcan el producto. Los chefs que asistían a esos eventos ya conocían el producto y fueron los primeros clientes.

    También se empezó a vender a la escuela de Gastronomía de la USFQ para que los estudiantes aprendieran a trabajar con este producto.

    Luego, la Asociación de Chefs del Ecuador también empezó incentivar el uso de la vainilla en los platos de alta cocina, a través de visitas educativas a la planta. “Eso nos fue abriendo un mercado nacional”.

    Tomas Contag, del restaurante Muckis en El Tingo, al este de Quito, es uno de los clientes nacionales. Él compra, la vaina a USD 2, para elaborar helados, salsas y platos a la carta. “Es una excelente opción, porque si no tendría que importarla de México”.

    Sin embargo, la producción empezó a aumentar en la plantación, pero a escala nacional solo se vendían 5 kilogramos al año. Así que el resto de la producción se almacenaba hasta encontrar compradores. “Guardada puede durar hasta 10 años”.

    En cinco años se almacenaron alrededor de 300 kilos de vainilla. Durante ese periodo, la participación en esas ferias era constante. En uno de esos espacios se consiguió -a través de intermediarios – la primera exportación. “En tres meses vendimos todo y dimos la impresión que producimos mucho y no era así”.

    Uzcátegui nuevamente recurrió a la ciencia para encontrar un método que permita que la floración se dé en menor tiempo y no a los tres años, como en las primeras plantaciones.

    Él afirma que si no se cambiaba esa metodología, el negocio quebraba porque luego de la floración se debe esperar nueve meses más para cosechar las vainas. Ese es el tiempo que tarda el plástico de los viveros en deteriorarse. Ese material equivale al 30% de la inversión de un invernadero de 1 000 metros cuadrados (USD 25 000). Así que se hicieron nuevas pruebas y se descubrió que si se hace una poda al año, la planta igual florece y a los nueve meses puede cosecharse.

    En la actualidad se exportan 300 kilos anuales a más de 10 países. Además se exportó por primera vez, 4 000 plantas patentadas a Filipinas.

    Las cifras

    300 kilos de vainas de vainilla se exportan a EE.UU., Perú, Argentina, Alemania, Filipinas, Taiwán y otros.

    20 trabajadoras se encargan del cultivo y cosecha de la vainilla.

    7 productos derivados de la vainilla se producen en una planta ubicada en Tabacundo.

    1 año tarda la planta en florecer y nueve meses para que esté lista para cosecharse.

    2 dólares es el valor en que se vende la vainilla ecuatoriana.

    El gerente

    Eduardo Uzcátegui 

    Ser pioneros no ha sido fácil porque debimos crear nuevos conocimientos para el cultivo y control de plagas sin dejar de ser plantaciones orgánicas. Además, los nuevos productores dependen de nuestros aciertos. Pero es un negocio rentable. En un vivero de 1 000 metros cuadrados se invierten USD 25 000. Pero genera USD 60 000 anuales. En el mundo hay pocas plantaciones, porque el cultivo requiere dedicación.

    En Vainuz trabajan 20 mujeres con estudios en Agronomía, que se encargan de la polinización de la vainilla y de la cosecha de vainas. Fotos: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    En Vainuz trabajan 20 mujeres con estudios en Agronomía, que se encargan de la polinización de la vainilla y de la cosecha de vainas. Fotos: Juan Carlos Pérez para LÍDERES