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  • Los paisajes de Bolívar, en penco y otros materiales

    Redacción Quito

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    El Ecuador esconde riqueza cultural en cada una de sus provincias. Esto se visibiliza en los emprendimientos que rescatan lo tradicional, plasmándolo en cada producto que ofrecen.

    Paúl Vásconez es un publicista y fotógrafo guarandeño, apasionado por los paisajes y atardeceres de Bolívar. Durante uno de sus recorridos por su provincia conoció un poblado llamado Simiatug, donde encontró la inspiración para crear Shigras del Ecuador.

    Este emprendimiento nació en el 2011. Vásconez ideó un proyecto en el que quiso plasmar la identidad de esta zona rural, al fabricar distintas piezas artesanales.

    Shigras del Ecuador es un negocio que revaloriza el trabajo manual, el talento artesanal y, sobre todo, la identidad cultural de las mujeres de la región de Simiatug. Ellas elaboran los artículos de este local.

    El emprendedor indica que invirtió alrededor de USD 20 000 inicialmente. Se utilizó para consolidar un taller y adquirir la materia prima de los productos.

    El penco es uno de los materiales que utiliza; este pasa por un proceso de secado y tinturado. Luego de ello, las artesanas tejen cada una de las piezas.

    Una vez terminada esta parte, se pasa al área de diseño, donde se arma cada pieza; se agregan broches, accesorios en cuero, micro-fibra, etc. Luego se vende.

    “Trabajamos en diseños únicos e irrepetibles. Además del pastoreo, las artesanas hacen las shigras rodeadas de paisajes del páramo bolivarense”, menciona.

    Los tejidos también se fabrican a base de fibras vegetales como cabuya, paja de páramo y lana.

    Estos diseños representan la historia de cada una de las artesanas, además de las montañas y más atractivos de la naturaleza.

    La aceptación de los productos ha sido favorable, cuenta el dueño.

    En un principio su nicho de mercado estaba enfocado solamente en Guaranda; sin embargo, el boca a boca le permitió llegar a diferentes ciudades del país.

    El dueño de Shigras del Ecuador afirma que la idea le sirvió para contar sobre las potencialidades territoriales, culturales, históricas y patrimoniales de Bolívar.

    A su vez, logró difundir el origen de la shigra, lo cual “ha sido una manera de retribuir el afecto entre las poblaciones, enlazando el campo y la ciudad”, señala.

    Los productos de este emprendimiento se distribuyen en ciudades como Quito, Guayaquil, Cuenca, Loja y Riobamba.

    El propietario del negocio busca llegar a más mercados internacionales. En la actualidad, los productos llegan a ciudades como París, Londres, Nueva York, Boston, Bruselas, Berlín y México.

    Los artículos que se ofertan son variados. Los clientes pueden encontrar bolsos, agendas, zapatos, sandalias, lámparas, cojines, alfombras y artículos de decoración para el hogar.

    Este emprendimiento participa constantemente en ferias y festivales, que permiten que los artículos lleguen a más público.

    Los más importantes son la Rueda de Negocios Artesanías de Excelencia que organiza Pro Ecuador, el Festival de Artesanías de América del Cidap y Ardis: Semana del Diseño para la Artesanía que se desarrollan en la ciudad de Cuenca.

    Otros Datos

    El emprendimiento llega a facturar cerca de USD 30 000 anuales.

    El costo de los artículos varía, según el diseño. Los precios van desde USD 10 hasta USD 90.

    A la idea 
    se la seleccionó en el proyecto Artesano Artista, que promueve la oferta de excelencia artesanal exportable.

    Para conocer el catálogo de productos, visite la página del emprendimiento en Facebook: Shigras del Ecuador.

    Paúl Vásconez es el propietario de Shigras del Ecuador. Este emprendimiento está ubicado en Guaranda. Foto: cortesía
    Paúl Vásconez es el propietario de Shigras del Ecuador. Este emprendimiento está ubicado en Guaranda. Foto: cortesía
  • Una marca que promueve la identidad

    Redacción Esmeraldas (F)
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    Una palmera y un coco estampados en las prendas de vestir es la imagen de la marca denominada Esmeraldeñísimo, que busca promover la identidad cultural de los ciudadanos esmeraldeños, dentro y fuera del país.

    El diseño de camisetas, lazos, bolsos, carteras, ternos de baño, vestidos casuales y deportivos, son parte del trabajo que realiza la marca desde hace seis meses.

    Uno de los fines es sentirse orgulloso de ser esmeraldeño, con sus costumbres y tradiciones. A través de esta marca se impulsa dichos de la jerga afroesmeraldeña.

    Entre las frases están ‘orgullosamente esmeraldeño’, ‘soy más esmeraldeño que el tapa’o’, ‘más rica que la cocada’, ‘enamorado de una esmeraldeñísima’, ‘más salado que pescador’, etc.

    Jhakira Recalde, dueña del emprendimiento, explica que siempre ha estado enamorada de su tierra, sus playas, paisajes, gastronomía y ese estilo particular de la gente para decir las cosas a su manera. Busca plasmar todo eso con su marca de prendas.

    Al inicio empezó a colocar en camisetas fotografías de paisajes y atardeceres de las costas esmeraldeñas, luego impulsar una línea de ternos de baños y vestidos con su marca y distintivos.

    Sus primeros pasos los dio con un capital propio de USD 500. Ahora tiene una inversión de más de USD 5 000, en telas y máquinas. “El crédito que recibí de BanEcuador, de USD 3 000, permitió capitalizarme y fortalecer mi emprendimiento”, señala Recalde.

    Su tienda está ubicada en el centro de la ciudad, donde exhibe sus modelos con la ayuda de tres colaboradoras que trabajan en la confección y grabado de su sello.

    La marca también se estampa en sombreros, viseras y sandalias. La idea es crear una amplia línea de artículos que hablen de lo que se hace en Esmeraldas con diferentes frases tradicionales.

    La producción varía de acuerdo con la ocasión. Por ahora, la mayor demanda que tiene es de trajes de baño por estar próximos a la temporada de Carnaval.

    Las clientas prefieren colores que hablen de Esmeraldas, por eso se utiliza el blanco y verde.
    Betsy Carriel, una de las clientas, señala que no solo destaca el producto, sino su significado. “Hoy más que nunca Esmeraldas necesita promover su cultura a propósito del decenio del pueblo afrodescendiente”, comenta.

    Según Carriel, dedicada a temas de comunicación visual, se necesita proyectar una imagen de Esmeraldas en otros ámbitos como el diseño de vestidos y trajes de baño con temática afro.

    Los costos de las prendas van desde USD 20 hasta USD 35. Los vestidos se entregan con accesorios para el cabello como lazos de colores; son el valor agregado para atraer a las clientas.

    La mayoría de los pedidos se los hace a través de plataformas digitales como Instagram y Facebook, en las que se ubica a la marca con el nombre esmeraldeñísimo. “Estas son las iniciativas que buscamos que se promuevan en Esmeraldas”, señala la economista Roxana Benites, catedrática de la Escuela de Pymes de la Universidad Católica de Esmeraldas.

    Ella cree que se puede vender la cultura afroesmeraldeña a través de ese tipo de negocios porque entre los saberes no solo están música y danza ancestral. Considera importante “vender las tradiciones por medio de una marca que nos identifique”, comenta.

    Desde la universidad, Luis Vargas Torres trabaja con los estudiantes en tema de emprendimientos, con la finalidad de poner en marcha proyectos relacionados con la cultura, explica el rector, Girard Vernaza.

    En esa institución se promueven iniciativas relacionadas con medicina ancestral y el tema cultural. Además, se impulsan otros emprendimientos en los que se utilizan nombres que representen las culturas en sus negocios, como ocurre en el balneario de Las Palmas donde una heladería lleva el nombre de Andarele, canción tradicional del folclor afro.

    Jhakira Recalde es la dueña del emprendimiento. Cada una de las piezas que ofrece vienen con accesorios. Las frases también se colocan en calzado. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Jhakira Recalde es la dueña del emprendimiento. Cada una de las piezas que ofrece vienen con accesorios. Las frases también se colocan en calzado. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Prendas juveniles inspiradas en la cultura andina

    Redacción Quito

    (F)  
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    En el mercado de la moda existen varias empresas que fabrican prendas de vestir con conceptos diferentes, muchas de ellas se enfocan en diseños comunes.

    Sin embargo, en el Ecuador ya se puede encontrar ropa con diseños autóctonos, esto gracias a la iniciativa de Lenin Vallejos.

    Este joven es diseñador gráfico de profesión y durante varios años estuvo a cargo del diseño de las prendas en una empresa que confecciona ropa. Allí surgió la idea de crear un negocio similar, en el que se fusione lo tradicional con ilustraciones andinas.

    Chicapán inició en 2017 en Otavalo; Vallejos comenta que le dio el nombre de Chicapán debido a que años atrás, existía un animal pequeño parecido a un castor cerca del Lago San Pablo; los moradores de este lugar lo conocían con ese nombre.

    El emprendedor invirtió cerca de USD 3 000, esta cantidad la obtuvo mediante un préstamo y de sus ahorros propios.

    El monto con el que inició el negocio sirvió para adquirir las máquinas para las áreas de corte, confección, serigrafía; a su vez para la compra de materia prima y varios insumos más.

    Los materiales que el emprendedor utiliza para confeccionar las prendas los consigue en ciudades como Quito, Cuenca e Ibarra. Utiliza telas y tintas textiles para la elaboración de cada producto.

    El proceso de confección tiene varios pasos. Vallejo menciona que lo primero, es diseñar el boceto de la ilustración, mismas que se basan en diseños inspirados en la región andina del Ecuador.

    El siguiente paso es enviar a la prenda al área de corte y confección, donde se escoge la tela y los colores para el modelo.

    Luego, se utilizan técnicas de serigrafía artesanal, proceso que lleva alrededor de cuatro horas, para que el paso final sea el lavado y planchado de las camisetas.

    El dueño menciona que, en la actualidad, trabaja con seis personas; entre ellas su madre y dos hermanos, quienes colaboran en el proceso de producción.

    Entre los productos que se confeccionan en Chicapán están: camisetas, buzos y chompas en variedad de colores y destacando siempre el diseño ancestral.

    Este emprendimiento está dirigido al público juvenil. “La mayoría de gente que le ha gustado mi trabajo son personas que aprecian la cultura, que valoran los diseños innovadores, originales y de buena calidad “, dijo Vallejos.

    Chicapán formó parte de ferias en varias zonas del país; esto permitió que el emprendimiento cree vínculos con empresas como Conquito.

    Vallejos planea formar alianzas con empresas que provean los insumos que necesita para la confección de estas prendas.

    Próximamente creará una colección enfocada en niños, con nuevas ilustraciones que plasmen la cultura y tradición de la región.

    Otros Datos

    Chicapán distribuye sus productos a través de redes sociales; sus prendas llegan a varias ciudades como Ambato, Riobamba, Cuenca y Quito.

    Las características que el dueño destaca son las ilustraciones de cada prenda; los precios varían. Están entre USD 20 a USD 35.

    Para conocer los productos de este emprendimiento visite la página www.chicapanec.wixsite.com/chicapan o búsquelos en redes sociales como @chicapán.ec.

    Lenin Vallejos es el propietario de Chicapán, emprendimiento que plasma la cultura andina en sus prendas. Foto: Álvaro Pineda para LÍDERES
    Lenin Vallejos es el propietario de Chicapán, emprendimiento que plasma la cultura andina en sus prendas. Foto: Álvaro Pineda para LÍDERES
  • Este local se especializa en gallina criolla

    María Victoria Espinosa

    (F)
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    El sabor criollo de la gallina y la sazón manabita son la fórmula ganadora del emprendimiento Parador de Grecia.

    Este restaurante fue creado hace 10 años en la vía Santo Domingo – La Concordia. Grecia Rendón es su propietaria. Al principio el menú del restaurante era variado. Se vendían otros platos típicos de las campiñas manabitas como los asado de carne y pollo.

    Pero poco a poco los clientes mostraron preferencia por el caldo y el seco de gallina. Así que el menú se redujo a estos platillos.

    Rendón, quien es oriunda de El Carmen (Manabí), señala que se debe a que ella utilizó la receta ancestral manabita, pero le dio su toque secreto. “Siempre he cocinado yo para que el sabor no cambie. Pero el mayor secreto es cocinar con amor como si fuera para mi familia”.

    Rendón afirma que nunca falta a su trabajo para controlar que la calidad del producto y la atención al cliente se mantenga. “Máximo me ausento por dos horas porque me gusta que todo funcione bien”.

    Otro de los secretos de este negocio manabita es que la cocción del caldo y el seco de gallina criolla se hacen en un fogón a leña y en ollas de barro, que son utensilios típicos de la cocina montuvia y que le brindan un sabor especial a la comida manabita.

    Se sirven en una cocina abierta al público e incluso el comensal puede decir que tipo de presa que quieren que le sirvan. “El seco de gallina me recuerda a la comida de mi infancia y es por el sabor que la olla de barro le da a la comida”, señaló el comensal Jairo Vera.

    Este platillo se acompaña con arroz y plátano verde asado. A diario se venden alrededor de 200 platos, entre caldo y seco.

    El negocio inició hace 10 años con alrededor de USD 2 000. Ese dinero fue invertido en la elaboración del fogón, se compraron utensilios de cocina, mesas, sillas y la comida que se vendería durante la primera semana.

    El local era arrendado y tuvieron que pasar seis años aproximadamente para que Rendón pudiera adquirir una propiedad de una hectárea en la vía Santo Domingo – La Concordia.

    Rendón debió construir un nuevo local porque el terreno estaba vacío. Primero instaló una pequeña choza con columnas de madera y poco a poco ha mejorado la fachada aunque sin dejar de lado el concepto de la cocina típica manabita, que por lo general es el lugar donde las familias se reúnen mientras esperan que la comida esté lista. Por eso, el fogón se instaló cerca de las mesas.

    La inversión total de este negocio es de USD 200 000. El nuevo local tiene una capacidad para 150 personas, aunque durante el día llegan más de 200.

    Por lo general, la clientela fija llega de Santo Domingo, El Carmen y La Concordia. Aunque también hay viajeros que siempre que viajan a Esmeraldas hacen una parada en este restaurante, que atiende de lunes a domingo.

    Los fines de semana, el movimiento en el restaurante aumenta. De lunes a viernes, Rendón debe comprar entre 40 y 50 gallinas diarias para poder vender hasta las 16:00. Pero lo fines de semana, se compran hasta 70. Rendón tiene dos proveedores, que certifican que la gallina es criolla.

    Roberto Zambrano es cliente de este restaurante desde hace tres años. Él afirma que el sabor de los platos es no ha variado y que además es una comida saludable. “Es como comer en casa”.

    Para cubrir con la demanda de clientes, entre semana Rendón contrata a 10 mujeres de la zona para que ayuden en la preparación del arroz, el plátano verde, jugos y también para que atiendan a la clientela. Los fines de semana, tres personas más se unen al equipo.

    El año anterior, Rendón instaló una sucursal en el centro de Santo Domingo, en una plaza de comidas. Sin embargo, debió cerrar porque no le alcanzaba el tiempo para atender a los dos negocios.

    Ella señala que debía cuidar que el sabor no cambiara. “No podía dividirme en dos y el negocio apenas estaba arrancando como para tener más empleados”.

    El negocio

    La inversión inicial fue de USD 2 000 con los que se compraron utensilios de cocina, mesas, sillas y otros.

    A los seis años de creación, los propietarios decidieron comprar un terreno, de una hectárea que les costó USD 85 000.

    En los últimos cuatro años se han encargado de hacer adecuaciones para poder atender a la clientela, que es de 200 personas diarias.

    El precio de los platos es de USD 4 y USD 5. Los clientes son atendidos por mujeres de la zona y por su propietaria Grecia Rendón, que es oriunda de El Carmen (Manabí).

    En el Parador de Grecia se especializan en caldos y secos de gallina, con una receta manabita en ollas de barro. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    En el Parador de Grecia se especializan en caldos y secos de gallina, con una receta manabita en ollas de barro. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Velas artesanales rescatan cultura y tradición

    Redacción Quito

    (F)  
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    Las velas han sido una parte importante en las tradiciones y festividades del Ecuador. Su existencia data de la época colonial.

    A lo largo del tiempo, la elaboración de estos artículos ha evolucionado. Actualmente, los fabricantes buscan crear diseños diferentes que luzcan innovadores a la vista de los compradores.

    Así surgió Nina Samay “Arte hecho vela”, el emprendimiento de Jenny Gálvez, quien vio una oportunidad para generar nuevos ingresos en el negocio de las velas artesanales hace más de 10 años.

    La emprendedora cuenta que aprendió las técnicas básicas de fabricación gracias a una amiga, con la que elaboró varios tipos de velas tradicionales, con flores y frutos secos, que eran comercializadas en eventos religiosos.

    El nombre ‘Nina Samay’ significa surgir de las cenizas. La dueña le da esta definición porque inició de cero con la fabricación de las velas tradicionales.

    Después de que Gálvez tomara varios cursos para aprender más sobre la elaboración de estos productos, decidió implementar un diseño de velas artesanales con rasgos identitarios.

    Estas velas se hacen a mano y se caracterizan por tener forma antropomorfa, es decir que tienen la apariencia humana.

    Cada diseño busca darle vida a los personajes de las fiestas populares y, sobre todo, que representen la etnia, cultura e identidad de los pueblos indígenas existentes en el Ecuador.

    Gálvez cuenta que cuando inició con el negocio invirtió cerca de USD 100; con esa cantidad adquirió la materia prima y diseñó los primeros modelos de velas con las temáticas indígenas.

    Para elaborar sus productos utiliza planchas de parafina; este material permite moldear fácilmente los diseños y lo obtiene de un proveedor de confianza.

    Jenny Gálvez es la gerente general del emprendimiento Nina Samay, ubicado en Sangolquí. Foto: LÍDERES
    Jenny Gálvez es la gerente general del emprendimiento Nina Samay, ubicado en Sangolquí. Foto: LÍDERES

    El proceso no necesita de mucho tiempo. Cada vela suele estar lista en el lapso de cuatro a seis horas, todo depende del tamaño y del modelo, comenta.

    A los pocos meses de haber iniciado con el emprendimiento vio ganancias. Indica que en el primer año llegó a facturar USD 200 mensuales.

    Además, menciona que lo que diferencia a sus artículos es que se elaboran sin necesidad de moldes; solo utiliza una base en forma de triángulo para el cuerpo.

    Ella misma se encarga de darle la forma a cada elemento de la figura y detalla las características de los diferentes personajes.

    La emprendedora manifiesta que el innovar con los modelos ancestrales hizo que el negocio tenga una gran aceptación. La gente prefiere lo artesanal.

    Su emprendimiento permite que los clientes sugieran los diseños de velas personalizadas. Cada modelo se ajusta al gusto y bolsillo de los consumidores.

    La temporada en la que la propietaria tiene más ventas es el último trimestre del año. La clientela suele hacer más pedidos para obsequiar durante las fiestas.

    Debido a la alta demanda de diseños, Gálvez tuvo que contratar a una persona que le ayude con la fabricación de algunas piezas para los personajes.

    Actualmente, Nina Samay promociona el catálogo de sus productos a través de las diferentes redes sociales.

    El plan que Gálvez tiene para el futuro es abrir un local en el que pueda diseñar sus productos y, a la vez, distribuirlos.

    Detalles

    El emprendimiento forma parte de la feria permanente ‘Quito a Pie’, que se realiza cada domingo en el Centro Histórico.

    Los precios van desde USD 6 a USD 15, pero varían dependiendo del tamaño y del diseño.

    Las ganancias 
    del negocio subieron con relación a las del inicio. Hoy factura cerca USD 800 mensuales.

    Puede encontrar las velas artesanales de Nina Samay en Facebook e Instagram como @ninasamay y en Whatsapp en el 0996734671.

    Nina Samay es un emprendimiento que elabora velas con diseños inspirados en los pueblos indígenas del país. Foto: Facebook Nina Samay
    Nina Samay es un emprendimiento que elabora velas con diseños inspirados en los pueblos indígenas del país. Foto: Facebook Nina Samay
  • 40 años dedicados a fabricar dulces tradicionales

    Redacción Esmeraldas (F)
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    Cuando en Esmeraldas se habla de dulces tradicionales a base de coco, de inmediato se sabe que se refieren a ‘De los buenos’, una marca que durante 40 años ha endulzado el paladar de miles de esmeraldeños.

    El nombre de la empresa surgió del apellido Bueno, una familia del centro de la ciudad que ha mantenido una tradición. Las hermanas Irene y Nancy Bueno están ahora a cargo del negocio.

    La receta para elaborar los productos se obtuvo de los abuelos de los propietarios, quienes empezaron a hacer manjar y cocadas en pailas pequeñas de bronce, para luego venderlas en las calles y mercados de la ciudad.

    Uno de los testigos narra que en los inicios de la firma se preparaba la materia prima en pequeños fogones a base de leña y una vez que estaba lista la cocada se ponía a enfriar en una mesa de madera.

    Actualmente, se lo hace en cocinas industriales. Los dueños del negocio utilizan pailas grandes y enfrían en mesas metálicas, con todas las normas sanitarias exigidas para quienes trabajan en este tipo de emprendimientos.

    De acuerdo con Irene Bueno, una de las nietas de los fundadores del emprendimiento, al comienzo la inversión se hizo en sucres, pero ahora en su pequeña fábrica se ha colocado capital que supera los USD 7 000 en equipos.

    En ese sitio se procesa coco proveniente de la zona norte de la provincia para hacer los llamados coquitos, que consisten en pequeños trozos de coco con azúcar, canela y anís. Después de dos horas de cocción están listos para ponerlos en recipientes plásticos.

    Los dos productos estrellas de la empresa son la cocada húmeda y el manjar de coco y leche, hechos con una receta ancestral que ha pasado de generación en generación. “Ajustamos los dulces para que gusten y no empalaguen, así como nos enseñaron nuestros abuelos”, señala Irene Bueno.

    Para ampliar las ventas, los dueños disponen de una cuenta en la plataforma digital de Facebook, con el nombre de ‘De los buenos’, en la que interactúan con sus clientes, dentro y fuera de la urbe.

    Robert Valencia, uno de los clientes de los productos de ‘De los buenos’, dice que por más de 10 años ha consumido el manjar y los coquitos. “Probarlos me trae recuerdos de casa, cuando las familias lo hacían para brindar a las visitas; ahora los comparto con amigos”, señala.

    El trabajo que realizan las emprendedoras es estrictamente artesanal, para ello han montado su pequeña empresa de dulces donde trabajan 10 personas que se encargan de la elaboración de coquitos, cocadas y manjar.

    La producción varía de acuerdo con la demanda y puede estar en un promedio de entre 800 a 1 000 unidades al mes, con presentaciones cuyos precios van desde USD 1,50 hasta USD 3,50.

    Gabriela Zambrano, coordinadora del Ministerio de la Producción, señala que el Gobierno está apoyando a este y otros negocios en temas de imagen corporativa, mejoramiento de la marca y en el proceso de legalización.

    Con ‘De los buenos’ se revisa el empaque de sus productos para que, una vez que cuenten con registro sanitario, avancen con la apertura de mercados fuera de Esmeraldas. Desde hace dos meses la firma está en el proceso de obtención del documento; también busca patentar su marca, la cual aún no se ha legalizado.

    Detalles

    Alimento. El coco es una de las frutas base en la gastronomía de Esmeraldas, especialmente en los encocados de mariscos.

    Negocios. Existen unos 100 emprendimientos artesanales de Esmeraldas que buscan legalizar su situación para abrirse campo fuera del país.

    Dulces. En Esmeraldas existen productoras de cocadas que fusionan el sabor de coco con otras frutas, para darle valor agregado. También elaboran otro tipo de dulces. Para ello utilizan recetas que han transmitido los ancestros.

    Irene y Nancy Bueno son las hermanas que están  a cargo de la empresa de dulces, que tiene cuatro décadas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Irene y Nancy Bueno son las hermanas que están a cargo de la empresa de dulces, que tiene cuatro décadas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Chone potencia el turismo en la zona rural

    María Victoria Espinosa

    (F)
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    Chone, en Manabí, busca reactivar el turismo en las zonas rurales. Para eso se han organizado festivales, concursos y programas.

    En la parroquia San Antonio se desarrolló un festival gastronómico y deportivo en el humedal de La Segua. Este lugar es un punto clave para el turismo intercultural del cantón. Eso debido a que en este lugar se conserva las tradiciones gastronómicas montuvias y se preserva el recurso hídrico.

    En el humedal se puede practicar deportes extremos como el kayak, paseos en bote, avistamiento de aves, caminatas por senderos ecológicos, entre otros.

    María Auxiliadora Corral, guía nativa del humedal, señala que la ciénaga está ubicada en la parte más alta del estuario del río Chone-Carrizal, que es el refugio de aves migratorias y endémicas.

    En La Segua se pueden realizar paseos de más de dos horas. Este recorrido inicia en una estructura de madera sobre el humedal, que direcciona al turista a una especie de faro desde donde se puede observar las más de 1 745 hectáreas de pantano anegado.

    Luego, el turista realiza una caminata de 600 metros y también recorre el humedal en bote, donde se pueden avistar hasta 164 especies de aves, entre las que se encuentran 22 migratorias y 63 acuáticas.

    Después puede degustar de la gastronomía típica de la zona, que consiste en un pescado chame frito, con patacones y ensalada. “Este pez es típico del lugar y en un plato muy tradicional en la zona rural de Chone y Tosagua”.

    Jimmy Giler, analista técnico de Turismo del Municipio de Chone, afirma que tradicionalmente se realiza el Festival del Chame, en septiembre.

    Pero que se busca institucionalizar también el festival deportivo y gastronómico para que los emprendedores de la zona también puedan ofrecer dulces, pan de almidón, artesanías y otros productos montuvios.

    El primer paso inició con la capacitación a los emprendedores y guías nativos. Hace una semana se les entregó uniformes para mejorar la presentación a los turistas.

    El alcalde de Chone, Leonardo Rodríguez, asegura que se tiene previsto un proyecto turístico para La Segua, que ayude a preservar el ecosistema, pero que genere fuentes de trabajo para las 1 700 personas que viven en los recintos rurales de San Antonio.

    Este proyecto incluirá un hotel ecológico, miradores y otros. Se buscará el financiamiento internacional. “Vamos por buen camino porque inspectores del concurso Premio Verde evaluaron nuestros recursos ambientales, turísticos y científicos y eso es una certificación de lo valioso que es el humedal”.

    Otro de los atractivos turísticos de Chone es la parroquia rural Canuto, que se destaca porque aún se conserva la iglesia tradicional, que se construyó hace 157 años. Pese al mantenimiento que se le ha realizado aún conserva la madera original.

    Esta edificación fue instalada en el centro de la parroquia y alrededor se asentaron negocios, viviendas de madera y cemento, y el parque central.

    Para atraer al turista se realizan festivales como el de la natilla, que es el postre más famoso. Por lo general, se realiza en noviembre y asisten unas 5 000 personas.

    La natilla en Manabí suele elaborarse en Semana Santa para acompañar al viche de mariscos o a la fanesca. Pero en Canuto se realiza casi a diario y se consume en la tarde, luego del trabajo y hace parte de las conversaciones familiares y con amigos.

    Raúl Rodríguez, propietario del centro turístico El Toto, es uno de los organizadores del festival. El afirma que al menos se preparan 2 500 porciones de natilla. Pero también se destacan otros platos típicos de la zona como la tonga o la tolonta, que es una mezcla de tonga, longaniza y el tamal.

    Otro de los atractivos de Canuto es el balneario La Poza. Ahí se encuentran pequeñas cascadas, que caen una piscina natural. Los comuneros instalaron pequeños negocios de comida, dulces y otros.

    Los precios

    Un recorrido en bote en el humedal de La Segua cuesta USD 7 y dura más de dos horas. Se pueden ver especies de aves.

    En el humedal La Segua hay un restaurante en el que preparan chame frito con ensalada y patacones. Este platillo cuenta entre USD 5 y USD 7, dependiendo del tamaño del pescado.

    En Canuto se especializan en las tongas, que tienen un costo de USD 5 y las natillas, que se encuentran desde USD 1.

    Los fines de semana, en el balneario La Poza se puede degustar comida tradicional como empanadas, caldos y secos de gallina, tongas, asados desde USD 1 hasta USD 7.

    En el humedal de La Segua los turistas disfrutan de paseos en bote, kayak, caminatas y gastronomía. Foto: cortesía Municipio de Chone
    En el humedal de La Segua los turistas disfrutan de paseos en bote, kayak, caminatas y gastronomía. Foto: cortesía Municipio de Chone
  • Seis comunidades de Esmeraldas potencian la calidad del cacao

    Marcel Bonilla

    (F)
    Contenido intercultural

    Unas 1 200 familias de seis comunidades chachis del cantón Quinindé empezaron un proceso de mejoramiento de la producción de cacao, con el propósito de aumentar el número de toneladas por hectáreas y la calidad del producto.

    Las comunidades de Guayacanas, Naranjal, Voluntad de Dios, Ñampi, Agua Clara y Las Pavas, de la parroquia Malimpia de cantón Quinindé, desde hace tres meses iniciaron el proceso.

    Desde la Dirección de Fomento Productivo de la Prefectura de Esmeraldas se trabaja con el proyecto de establecimiento de nuevas plantaciones de cacao. Se les provee de plantas seleccionadas de material genético de alta productividad, tolerancia a las enfermedades y buena calidad genética de cacao nacional fino y de aroma.

    El objetivo es que ellos cuenten con el material genético en su localidad para que hagan sus viveros y pueden reproducir sus propias plantas.

    Actualmente el promedio de producción no supera los 10 quintales por hectáreas al año, pero se puede producir en la zona un promedio de 30 quintales de cacao, por hectáreas al año, de acuerdo con un estudio realizado por Fomento Productivo, hace un año.

    La diferencia de la producción ocurre por la falta de material genético de alta productividad, lo que ha generado que la producción sea baja y las comunidades no puedan competir en volumen y calidad con otro mercados.

    Marco Tapuyo, morador de Naranjal de los Chachis, explica que durante años han producido cacao de manera ancestral, por eso cree que la obtención ha sido reducida y eso les impide competir con otros que utilizan nuevas técnicas.

    Para Efraín Trujillo de la comunidad Guayacanas, con el impulso técnico que se está dando, en los próximos dos años aspiran a mejorar la economía de la comunidad y dar valor agregado con la elaboración de barras y polvo de cacao producido por las comunidades del río Canandé.

    Según el Ministerio de Agricultura y Ganadería, Esmeraldas produce 525 000 quintales anualmente, lo que representa USD 52,5 millones en ventas.

    En la provincia, la producción agrícola representa el 29% de las actividades económicas. En ese sentido, la producción de cacao involucra alrededor de 15 000 familias, la mayoría pequeños productores, con un promedio de 5 hectáreas.

    Por eso, los productores chachis han sido capacitados en temas como el paso a paso: desde que selecciona un sitio para establecer un nuevo cultivo hasta dejar en producción. Este procedo durará dos años hasta que empiecen a verse los primeros frutos.

    Los productores aportan con su contraparte en la compra de insumos, para hacer un buen manejo con las recomendaciones entregadas por los técnicos de la Prefectura de Esmeradas.

    Si se aplican las técnicas, el representante de la mesa de cacao de la Dirección de Fomento Productivo, Carlos Bastidas, explica que pueden llegar a superar las 30 hectáreas de cacao por hectárea, al año; y podría llegar a los 40 quintales. Actualmente existe un promedio de 6 000 plantas por cada una de las comunidades.

    Dos metas

    Con el aumento de la producción existen dos propósitos, incrementar los ingresos económicos por volumen, puesto que ahora apenas producen 100 quintales por hectárea que les representa USD 1 000; con las nuevas plantaciones se quiere llegar a USD 3000 por hectárea y una utilidad de USD 1 500 por hectárea.

    El segundo propósito, es que aumentando el nivel productivo, se incrementa la oferta exportable con cacao de calidad, con mercados exclusivo, explica Carlos Bastidas.

    Actualmente, el promedio de producción no supera los 10 quintales por hectáreas al año. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Actualmente, el promedio de producción no supera los 10 quintales por hectáreas al año. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Los turistas prefieren el arte ancestral

    Redacción Quito

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    La artesanía popular ha sido la ocupación de Marcos Castro desde muy joven. Él es un emprendedor boliviano que se radicó en Ecuador hace más de 20 años.

    Cerca de 1995, Galería Latina descubrió en el emprendedor la habilidad de fabricar artesanías; estas mantenían la esencia tradicional y por esta razón dicha institución decidió traerlo a Ecuador.

    Colaboraron en conjunto por cuatro años. El objetivo era expandir y mantener las costumbres andinas, como la elaboración de vestimenta, alfombras y tapices de manera artesanal.

    Castro cuenta que el trabajo que realizó en la galería llevó a que sus artesanías tuvieran mucho éxito. La galería fue la que apoyó en la difusión y distribución de estas.

    En 1999, el emprendedor decidió independizarse y buscar una forma de obtener más ingresos; aprovechó su habilidad para confeccionar prendas artesanales y fue allí cuando surgió el negocio.

    Invirtió cerca de USD 5 000, monto que utilizó para importar la materia prima y establecer su planta de producción ubicada en el valle de Los Chillos.

    Al inicio le puso el nombre de Taller Alpaca, pero hace poco tiempo le dio un giro a su marca, innovando en el nombre. Actualmente se denomina Jiwaki, que significa bonito en idioma aimara.

    El emprendimiento se dedica a la confección de artesanías hechas a base de lanas e hilos naturales. En el sitio se sigue un proceso minucioso para elaborarlas.

    En el taller ayudan en la confección de las prendas cuatro empleados, quienes colocan todas las lanas en el telar, de acuerdo con el orden en que va plasmado el diseño. Esto hace que el producto tenga un valor más fuerte, dado que va ligado a la tradición.

    Marcos Castro es el dueño de Taller Alpaca Jiwaki. Su local está ubicado a la altura del Mercado Artesanal. Foto: LÍDERES
    Marcos Castro es el dueño de Taller Alpaca Jiwaki. Su local está ubicado a la altura del Mercado Artesanal. Foto: LÍDERES

    La materia prima con la que se elabora cada uno de los productos se importa de Perú debido a que la calidad de las lanas y del algodón que encuentra en el país vecino es mucho más natural. Estos insumos permiten que las prendas y tejidos se vean mejor que cualquier otra artesanía parecida.

    Uno de los artículos con los que se dio a conocer el emprendimiento fueron los tapices colgantes con paisajes andinos; Castro comenta que hasta ahora nadie ha podido igualar ese diseño, ya que las formas, colores y figuras hacen de este producto algo que no se puede encontrar fácilmente en el mercado ecuatoriano.

    Para el próximo año, el emprendedor planea añadir a su oferta de artículos productos como zapatos de cuero, camisetas y cojines que mantengan los diseños artesanales con los que inició.

    Actualmente, posee el apoyo de empresas que se han convertido en socias. Estas instituciones permiten la distribución de sus productos a escala local.

    La ciudad donde tiene más puntos de venta es Cuenca; le sigue Quito y Guayaquil.

    Otros datos

    El emprendedor legó las técnicas de fabricación a uno de sus hijos: Inkil. Él apoya con la elaboración de distintos diseños de tapices colgantes.

    Recibió un reconocimiento en Chile por mantener la técnica de manufactura de artesanías populares.

    Sus productos se distribuyen en la Esquina de las Artes de Cuenca, en el Hotel Oro Verde de Guayaquil y en varios puntos del Centro de Quito.

    La mayoría de compradores que visitan su local son turistas, quienes adquieren desde bufandas, guantes, chales hasta tapices bordados a mano.

    Marcos Castro es el dueño de Taller Alpaca Jiwaki. Su local está ubicado a la altura del Mercado Artesanal. Foto: LÍDERES
    Marcos Castro es el dueño de Taller Alpaca Jiwaki. Su local está ubicado a la altura del Mercado Artesanal. Foto: LÍDERES
  • Tsáchilas realizan rituales de fin de año

    María Victoria Espinosa

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    Las ceremonias tsáchilas para la buena suerte son las más cotizadas en Santo Domingo de los Tsáchilas desde la primera semana de diciembre.

    A las comunas tsáchilas asisten alrededor de 3 000 pacientes para realizarse limpias, baños de purificación, rituales antiestrés, entre otros procedimientos.

    Los pacientes llegan desde Quito, Quevedo, Babahoyo, Ambato, Riobamba y Guayaquil.

    El chamán Abraham Calazacón señala que hace unos cinco años, los clientes se hacían los baños por curiosidad y como parte del turismo chamánico que se ofrece en cinco de las siete comunas.

    Pero a medida que han pasado los años, los clientes han regresado porque los rituales les han dado buenos resultados.

    Incluso hay pacientes que regresan a Santo Domingo para la fiesta Kasama, donde se realizan rituales parecidos. En esa ceremonia recargan de energía sus amuletos y se realizan baños para la suerte y la prosperidad.

    El jueves 12 de diciembre del 2019, el centro cultural Mushily recibió al primer grupo que se realizaría estos rituales.

    Los chamanes realizaron una ceremonia nocturna en la que se convocó a los espíritus de la naturaleza para que entregaran esperanza y protección a las 50 personas que participaron del ritual.

    Miriam Calazacón, guía del centro cultural Mushily, afirma que los rituales nocturnos son claves cuando las personas están muy estresadas. Eso debido a que antes de la ceremonia, primero se hace un recorrido por los senderos con antorchas.

    Ahí los pacientes deben caminar por la naturaleza, oler las plantas, abrazar cierto tipo de árboles.

    Luego se hace una demostración de los bailes típicos de la nacionalidad con tambores y marimbas. Además pueden conversar cerca de una fogata con piedras obtenidas de los bosques pertenecientes a los tsáchilas.

    Tras tomar una infusión, se inicia el ritual en el consultorio del chamán. Ahí se utilizan al menos 20 plantas medicinales.

    El chamán invoca a los dioses y una vez que obtiene el permiso para presidir la ceremonia, empiezan los baños de vapor, de florecimiento, las limpias y tomas de brebajes, según los síntomas e intenciones del paciente.

    En el Museo Etnográfico también se realizan estos rituales, aunque por lo general se hacen durante el día para aprovechar el sol, que es el responsable de energizar las piedras y amuletos. Incluso, ellos construyeron una cabaña con un agujero en el techo para realizar estos rituales.

    Manuel Calazacón es uno de los chamanes. Él afirma que el ritual funciona de acuerdo a la fe que el paciente le tenga al tratamiento, los cuidados que realice en casa y al tipo de plantas que utilice el chamán o poné (sabio).

    Para conseguir las mejores plantas, es fundamental que se corten según el ciclo lunar. “Según la enfermedad o el estado de ánimo del paciente se hacen cortes mirando el calendario lunar”.

    Para Calazacón, primero es fundamental que el paciente conozca el ritual. Por eso, la primera fase es una explicación de la medicina ancestral y los tratamientos. También se da una charla sobre la alimentación, el estrés y cómo lograr que la energía positiva no disminuya durante el año.

    El chamán José Aguavil, de la comuna El Poste, asegura que es importante que el paciente obtenga un amuleto después del ritual. Esta pulsera o collar va a repeler las energías negativas. “Luego del ritual, las energías se reconstituyen y si no se tiene el amuleto es más fácil que el paciente se contamine de malas energías”.

    Los rituales para fin de año se realizan desde la primera semana de diciembre y se extienden hasta principios de enero del 2020.

    En las redes sociales de los 10 centros culturales tsáchilas se encuentran publicaciones sobre los rituales, los costos y las recomendaciones que debe seguir el paciente. Una de ellas es utilizar ropa blanca o de colores claros.

    Sobre los rituales

    Los precios de los rituales están entre los USD 10 y 50. Incluyen baños, limpias, amuletos, un ritual y una infusión.

    Los pacientes deberán hacer peticiones para el nuevo año y repetirlas durante los baños para atraer la buena suerte.

    Hay dos amuletos. Uno es personal y por lo general es una pulsera o un collar con semillas obtenidas del bosque y bendecidas por el poné (sabio). Los amuletos para proteger negocios, inmuebles o vehículos son una especie de lanza, que usaban los cazadores.

    El chamán Abraham Calazacón realiza rituales matutinos y nocturnos en el centro cultural Mushily. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    El chamán Abraham Calazacón realiza rituales matutinos y nocturnos en el centro cultural Mushily. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES