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  • Zapatos y accesorios que resaltan lo étnico

    Mayra Pacheco

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    Las fibras que se obtienen de los pencos son las protagonistas en los nuevos diseños de calzado que elabora el emprendimiento Verid Alpargatas y Accesorios.

    Estos hilos de color beige se utilizan para dar forma a la capellada y suela de sandalias, alpargatas, tacones y otro tipo de calzado. Pese a la rigidez que tiene este material, el acabado final que se consigue es delicado y moderno.

    Para lograr este terminado se emplean técnicas especiales. Se consigue un zapato suave y confortable, refiere Verónica Díaz, propietaria y diseñadora de Verid Alpargatas y Accesorios.

    Estos zapatos se elaboran junto con artesanos de comunidades de Ibarra, Otavalo, Cotacachi, en la provincia de Imbabura; y de Montecristi, en Manabí. Ellos entregan la materia prima y luego se da forma a las piezas que se emplean en el ensamblaje de los diferentes tipos de calzado.

    La producción, en su mayoría, es artesanal. Esto hace que se cuente con modelos exclusivos de zapatos. “No producimos en serie”, expresa Díaz.

    En cada colección se saca máximo 12 pares del mismo modelo. También se hacen diseños personalizados. El precio de los zapatos oscila entre USD 37 y 65, cada par, dependiendo del modelo y talla.

    Aparte de este producto, Verid Alpargatas y Accesorios ofrece desde hace siete años otros diseños de zapatos elaborados con shigra (fibra similar a la cabuya, pero más gruesa), fajas tejidas, bordados, sublimados, cuero y otros materiales.

    En estos priman figuras étnicas y bordados que se realizan en comunidades de Otavalo, Zuleta, Gualaceo, Guano, Saraguro, Salasaca y otros sitios.

    Para Verónica Cuesta, cliente de Verid Alpargatas y Accesorios, los zapatos de esta marca son modernos, cómodos, tienen un diseño lindo y sobre todo buena calidad.

    Por estas características, en el último año ha adquirido cuatro pares para su uso y ocho más para obsequiar a sus amigas o familiares. “He enviado estos zapatos, incluso, a Estados Unidos. Tienen estilo étnico y les han fascinado”.

    Ximena Sánchez, otra cliente, agrega que adquiere estos zapatos porque se rescata el trabajo de diferentes artesanos del país.

    El calzado se complementa con bolsos y accesorios que también incluyen materiales propios de Ecuador. Para los aretes, por ejemplo, se usa paja toquilla, mullos, tagua y se complementa con herrajes importados, para que el acabado resulte más fino. Con esto se forman colibríes, figuras geométricas, mariquitas y otros.

    También se elaboran blusas, vestidos, ponchos y otros con bordados o motivos tradicionales.

    Aída Guano, propietaria de un taller de costura, comenta que en su local confecciona desde hace cuatro años las prendas en función de los diseños que le entrega Díaz. En promedio, cada mes elabora unas 30 piezas. “Los modelos son muy bonitos y llamativos”, explica la emprendedora.

    Del total de la producción de Verid Alpargatas y Accesorios, el 90% es hecho con materiales nacionales y el resto es importado.

    Con todo este trabajo, Díaz tiene como propósito destacar la materia prima ecuatoriana y el trabajo de los artesanos de este país. En total, en este emprendimiento están involucradas 14 personas.

    Estos productos se ofrecen en el Centro Comercial Villa Cumbayá. También en la tienda Curi de Travel Store del aeropuerto Mariscal Sucre y en redes sociales como Facebook e Instagram. También participa en ferias artesanales.

    Aparte, Verid Alpargatas y Accesorios realiza desde octubre pasado envíos para la galería Enchanted Art, en Nuevo México, en los EE.UU. Esto permite que Verid facture cada mes alrededor de USD 5 000.

    Verónica Díaz, propietario de la tienda Verid, emplea varios tipos de materiales para confeccionar alpargatas, sandalias, bolsos y accesorios. Foto: Mayra  Pacheco / LÍDERES
    Verónica Díaz, propietario de la tienda Verid, emplea varios tipos de materiales para confeccionar alpargatas, sandalias, bolsos y accesorios. Foto: Mayra Pacheco / LÍDERES
  • Ropa para la mujer y el hombre salasaka

    Modesto Moreta

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    Las habilidades en el hilado, el tejido y el bordado hicieron que una familia de la comunidad Salasaka, en Tungurahua, funde su emprendimiento.

    Con una inversión de USD 3 000 instalaron ‘Runa Fashion’, una boutique especializada en la confección y la venta de ropa para las mujeres y hombres de esta parroquia indígena.

    Con el dinero adquirieron mesas, perchas, materia prima (lana de ovino) y los maniquíes. También bisutería como aretes y washkas o collares. Este almacén funciona en el centro de este pueblo localizado en la vía Ambato-Baños, en Tungurahua.

    Los diseños estilizados con cierto toque juvenil, sin perder la esencia de su cultura, las impone Soledad Chanco especialista en diseñar estas prendas con novedosos, llamativos y coloridos bordados hechos a mano.

    El emprendimiento familiar cimentó sus bases el año pasado; cuando los cinco integrantes (padres e hijos) decidieron montar el negocio de las prendas. La idea fue porque sus integrantes son expertos en el tejido lishtas, bayetas, anacos o tres varas y media, y fajas para las mujeres, y para los hombres pantalón blanco, camisa blanca y el poncho color negro.

    Todos son hechos a mano en los tres telares de madera que José Chango, padre de Soledad, tiene en su taller localizado en la comunidad Wasalata. Pero también los taitas y mamas tienen su espacio es este local con prendas autóctonas y sin cambios.

    Chango dice que no había un lugar donde se comercialice la vestimenta salasaka. “No se teje porque son prendas difíciles de confeccionar porque es todo un proceso que inicia desde el esquilado de los ovinos, lavado, limpieza de la lana y el hilado”.

    La joven explica que la gente de su comunidad ahora cuenta con un lugar exclusivo donde puede encontrar sus prendas de verter que les identifican. Su hermana Magdalena administra el negocio.

    Las ventas de los anacos, lishtas, bayetas y otras prendas están creciendo por la calidad, los diseños de los bordados con colores llamativos, especialmente por los ejecutivos de las cooperativas de ahorro y crédito que les ayuda a estar elegantes y a la moda. “Antes no existía un sitio donde los indígenas puedan comprar y donde la atención sea en el idioma kichwa”, menciona Chango.

    Además, se diseñan las blusas de color negro adornadas con bordados del pavo real, flor de papa y la naturaleza. “Cada prenda que confeccionamos es única, nuestra producción no es en serie, por eso es una prenda especial”.

    Eso permitió que las ventas crezcan. En lo que va del año las ventas llegaron a USD 10 000. También comercializan sandalias elaboradas con finos tejidos.

    Francisco cuenta que su madre le enseñó a hilar desde pequeña con el wango (madero grueso donde se almacena la lana).

    Chango explica que para confeccionar dos anacos, de tres varas y media cada uno, tarda un año en hilar. “Para tejer la principal prenda de vestir de la mujer se necesitan cuatro ovillos de lana, todo este proceso hace que la prenda pueda costar USD 200. Una lishta USD 150, un poncho USD 400”.

    Hace tres meses realizaron una nueva inversión de USD 3 000 para mejorar el local comercial. Ahí también vende los telares elaborados en madera que son como un recuerdo para los turistas que visitan el local. “En este emprendimiento familiar trabajamos cinco personas”, comenta Chango.

    Luzmila Masaquiza es una de los clientes frecuentes de ‘Runa Fashion’ en el centro de Salasaka. Conoce a la familia Chango hace más de cinco años. Por recomendación de sus amigos y familiares llegué al taller de José en la comuna Wasalata. El trabajo que efectúan es de calidad. “El tejido fino y como una especie de motas pequeñas demuestra que es una prenda especial y fina. Lo importante es que es a bajo precio”.

    Antes no teníamos que buscar a quien comprar la ropa o nosotros mismo tejer, pero ahora tenemos esta boutique que mantiene la identidad del pueblo salasaka.

    Tenga en cuenta

    En el taller de José Chango, en Wasalata, se confeccionan ponchos, lishtas, bayetas, ponchos, blusas con contenido intercultural. El emprendimiento inició con una inversión de USD 3 000.

    Los artesanos permanecen entre 6 y hasta 8 horas diarias en el trabajo para diseñar cada una de sus creaciones, especialmente en los bordados. Están relacionados con la naturaleza.

    Los ríos, los chaquiñanes, la flor de maíz, las frutillas, las montañas, los animales andinos y las aves que son graficadas en las prendas de color blanco que visten con orgullo las niñas y las jóvenes.

    Magdalena y Soledad Chango son la administradoras y la diseñadora de los dibujos en las prendas autóctonas. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
    Magdalena y Soledad Chango son la administradoras y la diseñadora de los dibujos en las prendas autóctonas. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
  • Estas bebidas con jamaica y canela, para deportistas

    Redacción Cuenca

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    Yakuna es la fusión de dos palabras kichwas, que son yaku (agua) y cuna, que es usado para que las palabras estén en plural. Es decir, su combinación significa aguas. Con ese nombre Adrián Hugo, arquitecto cuencano, bautizó a su infusión de flor de Jamaica y canela, que produce desde noviembre del 2018.

    Él también tiene un título en Artes Culinarias y Gastronomía. Cuando aún no acababa la carrera de Arquitectura empezó a analizar la posibilidad de iniciar un emprendimiento. Él sintió la necesidad de buscar otra fuente de ingresos, porque los servicios profesionales son campos laborales que están copados en el país.

    Hace un año empezó a vender contadas unidades en su local de crossfit; antes de ello, Hugo ya diseñó el envase y el producto con el asesoramiento de una ingeniera en Alimentos.

    Optó una infusión de flor de Jamaica y canela porque su madre preparaba canelazos con flor de Jamaica y les encantaba a sus familiares y amigos. “Tuvimos la idea de preparar una bebida fría con ambos ingredientes”, dice Hugo.

    Según él, la fórmula para preparar fue cambiada para que esta infusión sea baja en azúcar, pero se respeta la idea original.

    En la actualidad, solo tiene ese sabor y cuenta con el registro sanitario, pero para el 2020 tiene previsto lanzar otros que no existan en el mercado, pero que estén relacionados con ingredientes de la Sierra para no tener complicaciones en el abastecimiento de la materia prima. Ahora, “la flor de Jamaica es traída de la Amazonía y es costoso”, dice Hugo.

    Hasta la fecha ha comercializado más de 24 000 unidades, que cuestan USD 1. Hace un año empezó con envases de vidrio que contenían 475 mililitros y desde julio optó por las botellas de plástico, que tienen 440 mililitros.

    Según Hugo, su principal estrategia de venta ha sido enfocarse en los locales que están desabastecidos de este tipo de bebidas. El emprendedor explica que en los supermercados existe una diversidad de alternativas para los consumidores y, por ende, mucha competencia, pero en los locales que son conocidos como puntos de sed como crossfit, gimnasios o escuelas de natación hay menos opciones y las personas no quieren bebidas azucaradas o naturales.

    Además, vende en panaderías, heladerías, restaurantes, etc. Desde hace dos semanas, Yakuna está presente en más de 100 locales. “Hay muy buena aceptación porque es saludable”.

    En la actualidad, comercializan cerca de 1 500 unidades mensuales y para la distribución contrató a una empresa desde octubre pasado, señala Hugo. “Con ello, me quité un peso de encima y puedo dedicarme a la publicidad y desarrollo de nuevos sabores. Emplea las redes sociales como Facebook e Instagram para la promoción de su producto, su meta es llegar a otras ciudades y exportar.

    Otros detalles

    La producción. El proceso de elaboración de Yakuna se realiza en una propiedad que tiene su familia en la provincia de ­Cañar. Allí se construyó un galpón. La producción se realiza un día por semana. Su madre le ayuda en el proceso.

    Las propiedades. Adrián Hugo asegura que el agua de la flor de la Jamaica tiene propiedades diuréticas, digestivas… En el futuro, tiene previsto destacar en las etiquetas. Él también resalta el sabor fuerte de sus ingredientes y que es una bebida no empalagosa.

    El arquitecto cuencano Adrián Hugo con su bebida, que se comercializa desde noviembre del año pasado. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    El arquitecto cuencano Adrián Hugo con su bebida, que se comercializa desde noviembre del año pasado. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • El café despunta en el campo manabita

    María Victoria Espinosa

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    El gremio cafetalero manabita considera que el 2019 fue un año positivo. Eso debido a que hubo mayores oportunidades para dar a conocer las marcas de café, capacitaciones y se implementaron nuevas técnicas de cultivo.

    Una de estas es secar el grano con la cáscara, para evitar que el azúcar natural del café se evapore.

    Esa técnica es uno de los distintivos del café arábigo manabita. Los montuvios cafetaleros la utilizaron hace más de 40 años, antes de que los cultivos se afectaran por enfermedades fitosanitarias y la producción disminuyera. “El café salido de las campiñas montuvias y cholas de Manabí se caracteriza por su sabor dulce y frutal. Eso nos está abriendo mercados en el país”, dice el cafetalero Rogelio Andrade.

    Según la Asociación de Pequeños Cafetaleros de Manabí, el café empezó a cultivarse nuevamente -a gran escala- hace siete años en Jipijapa, 24 de Mayo, Manta, Portoviejo y Pichincha.

    Pero desde hace dos años, nuevos productores han empezado a sembrar café en Pedernales, Bolívar, Chone, Tosagua.

    Según el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), 9 000 familias de las zonas rurales manabitas se dedican al cultivo de café.

    Una de las particularidades de este producto en Manabí es que se cultiva en terrenos que van desde los 40 hasta los 600 metros sobre el nivel del mar.

    Luis Zambrano, técnico del MAG, señala que por lo general el café se cultiva a más de 1 000 metros sobre el nivel del mar.

    En Manabí se puede cultivar café a menor altitud porque la corriente de Humboldt pasa por esta zona en época de floración y hace que en el fruto se condensen altos niveles de azúcar, reduciendo la acidez. “Nos diferenciamos de las zonas altas porque el sabor es menos ácido y se puede tomar sin azúcar y eso lo hace novedoso”, afirma Zambrano.

    Además de las técnicas ancestrales, los agricultores también utilizan una técnica de cosecha y de secado implementada por el Proyecto de Reactivación del Café y del Cacao Fino de Aroma, que implementó el MAG.

    Consiste en cuidar la plantación desde antes de sembrar, hacer podas y evitar los fertilizantes y abonos químicos. Además se hacen podas y los granos de café son seleccionados manualmente.

    El caficultor Miguel Loor explica que combinar las prácticas ancestrales con las actuales mejoró la productividad. Hace dos años, en sus 2 hectáreas obtenía 13 quintales de café. Pero al combinar las dos técnicas obtuvo 25.

    En Manabí hay alrededor de 18 000 hectáreas sembradas, de esas al menos 15 000 han sido renovadas desde el 2013 con nuevas plantas arábigas más resistentes a enfermedades como la roya.

    Según la Prefectura de Manabí, al menos 50 emprendedores se han dedicado a vender productos derivados del café. De estas, 30 son marcas de café molido, de las cuales 60% ya se distribuye a escala nacional.

    Los 20 productores restantes utilizan el producto para hacer productos alimenticios como licor de café, sal parrillera, jabones, cremas, ambientadores y otros.

    Una parte de estos emprendimientos se exhibió en noviembre, en el Salón del Emprendimiento Manabí Vive, en el que durante cuatro días se realizaron ruedas de negocios, ferias, degustaciones de productos y más.

    En este evento se premió a los emprendedores que más se destacaron. El primer lugar fue para Café Salango, un emprendimiento que nació en Puerto López.

    Este negocio desarrolló un sistema para filtrar el café molido manabita directamente sobre la taza, sin necesidad de cafeteras.

    También se impartieron capacitaciones para potenciar los negocios, mejorar las marcas y entender el mercado nacional.

    El prefecto Leonardo Orlando señaló que en la provincia se busca que hasta el 2021 se implementen al menos 8 000 hectáreas más de café. “Luego de la roya, el caficultor tuvo miedo de volver a sembrar. En estos años se ha recuperado la confianza».

    El café manabita

    Desde el 2013, en Jipijapa, Santa Ana y 24 de Mayo se empezó a sembrar nuevamente café. Había 2 000 hectáreas.

    En el 2016, se implementó el proyecto de Reactivación del Café y del Cacao Fino de Aroma y los cultivos ascendieron a 10 000 más, de 10 cantones manabitas.

    En la actualidad, hay 18 000 hectáreas sembradas en 13 cantones manabitas. La proyección de la Prefectura es que hasta el 2021 se llegue a 25 000 hectáreas.

    En Manabí, 50 emprendedores trabajan certificadamente con café en áreas cosméticas, gastronómicas, entre otras.

    La Prefectura implementó un taller para que los emprendedores conozcan nuevas formas de trabajar con café. Foto: cortesía Prefectura de Manabí
    La Prefectura implementó un taller para que los emprendedores conozcan nuevas formas de trabajar con café. Foto: cortesía Prefectura de Manabí
  • Con amaranto y chocolate gana mercados

    Redacción Sierra Norte
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    El amaranto y el chocolate son los elementos primordiales de Yuri. Este emprendimiento familiar que se creó hace tres años en la comunidad de Gualaví, en Otavalo (Imbabura), apuesta por la producción de alimentos altamente nutritivos.

    Esta iniciativa es impulsada por César Perugachi. Él tiene 29 años y estudió Gastronomía en Quito. En esa ciudad organizó varias ferias de emprendedores.

    Ahí tuvo la idea de empezar un negocio propio. Explica que el fusionar estas semillas doradas y el cacao fino de aroma tiene buena acogida en el mercado, especialmente de la capital.

    Destaca que el amaranto es una fuente de proteínas de alto contenido alimenticio. Este cultivo, que se considera uno de los más antiguos de América, le provee Sumak Maki, una organización campesina de Cotacachi.

    En este cantón se recuperó la semilla milenaria. La idea es cerrar el círculo productivo. “Los campesinos de esta zona generan el grano y nosotros lo procesamos y lo vendemos”.

    Yuri o Nacer a la Vida tiene el taller de producción en Gualaví, una comuna con población mayoritariamente kichwa Kayambi. Para Perugachi es un laboratorio para experimentar.

    Así han surgido los cinco productos que actualmente fabrican. Se trata de Amaranto Natural, un cereal libre de gluten. También ofrecen el denominado Chocopop y Amaranto con Panela. Hay paquetes de 100 gramos. El costo oscila entre USD 2,50 y 3.

    Además tiene barras de chocolates de 50 gramos, con sabores de amaranto, mora y maracuyá. Cada barra vale USD 2,50. La idea es cubrir las necesidades nutricionales de la familia.

    Hasta el momento ha invertido USD 8 000 en equipar el taller, en materia prima y permisos.

    Perugachi creció rodeado por parcelas de trigo, cebada, maíz, papas de la zona andina. Sin embargo, siente una afinidad por el fruto de clima cálido. Eso descubrió cuando cursaba los estudios en el Instituto Chef Center, en Quito.

    El involucrarse en las exposiciones también le ayudó a conocer a productores.

    El cacao fino de aroma proviene de la provincia de Los Ríos. El proceso para la obtención de la pasta de cacao natural es minucioso. Eso le permite obtener chocolates con purezas del 45 al 70%, que son los porcentajes que emplea para sus barras.

    Previamente, el grano de cacao es limpiado, secado y descascarillado para a hacer tostado, molido y refinado. En junio pasado, Perugachi participó en el Salón del Chocolate.

    La firma Yuri, cuyo eslogan es ‘Alimento de los Dioses’, se acogió a la iniciativa de la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa), que promueve la tramitación de la Notificación Simplificada.

    “Esa campaña permite simplificar la documentación y es una ayuda para que los emprendimientos puedan tener un rumbo seguro”, comenta el emprendedor. Su padre, Ángel Perugachi, quien trabaja en el área de la construcción, ha sido uno de los que más ha impulsado esta iniciativa. En este negocio también labora Diana Farinango, esposa del emprendedor.

    Los alimentos los comercializa en ferias, especialmente en Cumbayá. “Estos espacios han sido una buena alternativa para posicionar la marca, hacer contactos con proveedores y negocios”.

    Los alimentos también se expenden en tiendas orgánicas como El Motilón, ubicada en Quito.

    Otros datos

    Yuri apuesta por una alimentación saludable y el consumo de productos orgánicos.

    El valor de las semillas ancestrales, como el amaranto, es uno de los plus de este emprendimiento familiar.

    Mercados. Los productos de Yuri se comercializan en Quito y en ferias que se organizan en varias ciudades del país.

    César Perugachi tiene 29 años y estudió Gastronomía, en Quito. Con apoyo de su familia levantó el emprendimiento. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
    César Perugachi tiene 29 años y estudió Gastronomía, en Quito. Con apoyo de su familia levantó el emprendimiento. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
  • El chocolate y el café inspiraron su marca

    Cristina Marquez

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    Los bombones que fusionan licores tradicionales con el sabor intenso del chocolate y el café son el producto estrella de Saté, una marca que comercializa cuatro tipos de productos: cosméticos, bebidas con y sin alcohol, artesanías y chocolatería fina.

    El emprendimiento es parte del proyecto Aroma Ecuador, una marca que vincula a más de 15 000 agricultores de Los Ríos, Esmeraldas, El Oro, Napo y Orellana. El propósito de la empresa es difundir los sabores característicos del cacao y el café ecuatoriano, y vincularlos al turismo.

    Saté se inició en abril del 2017 cuando su propietario, Patricio Yucta, y su esposa, Ligia Asqui, decidieron emprender con un negocio propio. Ambos se especializaron en turismo y en gestión de proyectos.

    Además, Patricio llevaba cerca de 15 años trabajando para la organización no gubernamental Conservación y Desarrollo. Él colaboró en el impulso de la Ruta del Cacao, un producto turístico que funciona en cinco provincias.

    Como parte de esta iniciativa, los turistas visitan las fincas donde se siembra cacao, pueden degustar una variedad de productos hechos a base del chocolate e incluso pueden probar la fruta. El trabajo en ese proyecto le acercó a los agricultores, aprendió todo sobre cata y maridaje de diferentes variedades de cacao y café, e inspiró su plan de negocio.

    “Me enamoré del chocolate ecuatoriano porque hay diversidad de sabores y variedades en un país tan pequeño. Empecé a encontrar oportunidades para emprender; la experiencia ya la tenía”, cuenta Patricio Yucta.

    Él y su esposa invirtieron USD 15 000 de su capital familiar en la adquisición de equipos para manufacturar algunos de los productos que se ofrecen en su menú, como los bombones rellenos y una cerveza artesanal con sabor a chocolate y café.

    La pareja se capacitó sobre la elaboración de estos productos, que se consideran estrellas en sus vitrinas. Los bombones se venden individualmente o en presentaciones de nueve chocolates, los bombones se pueden adquirir desde los USD 0,50.

    “Me encantan los sabores únicos de los chocolates de Saté, son intensos y aromáticos”, dice Carmen Asqui, una cliente.

    La empresa abrió su primer punto de ventas en julio de este año en la Plaza Artesanal del Tren, en Riobamba. Según el propietario, el sitio se escogió estratégicamente debido al pasado histórico que vincula a esa ciudad con la industria del cacao en el país.

    “Antiguamente, el cacao se transportaba en tren y Riobamba se convirtió en un punto estratégico para el comercio de este producto. La fruta trajo mucho movimiento económico”, cuenta Yucta, quien investigó la historia del producto en el país.

    Él comparte todos sus conocimientos sobre el chocolate y el café con los turistas que visitan la Estación del Tren. Recientemente abrió un nuevo stand en la comunidad Jatari Campesino, situada en las faldas del volcán Chimborazo, donde funciona un proyecto de turismo comunitario.

    Allí la gente de la comunidad tiene un pequeño museo donde se exhiben prendas hechas con lana de alpaca y se muestran productos tradicionales de la zona. La idea de los emprendedores es vincular el pasado histórico del chocolate a la cultura andina.

    Para lograrlo, las mujeres de la zona ya están recibiendo capacitación sobre el chocolate y el café ecuatoriano. El objetivo es que en el futuro sean ellas las administradoras de una franquicia de Saté.

    “Empezamos por motivar el consumo de estos productos ecuatorianos en las comunidades. Queremos que ellas se enamoren de los sabores locales”, dice Yucta.

    Patricio Yucta, dueño del negocio, dice que el primer punto de ventas de Saté funciona en la Estación del Tren, situada en el centro de Riobamba. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Patricio Yucta, dueño del negocio, dice que el primer punto de ventas de Saté funciona en la Estación del Tren, situada en el centro de Riobamba. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • Prendas para hombre con un estilo andino

    Modesto Moreta

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    Remolacha es la marca que revoluciona la moda de ropa para hombre, en la ciudad de Ambato, en Tungurahua.

    Las prendas de esta marca tienen una perfecta combinación con los tejidosde contenido andino, es decir, es una penda híbrida entre lo autóctono y lo moderno.

    Ese es el imán que esta firma utiliza para llegar a más compradores. Santiago Almeida y Daniel Gómez fundaron la firma en el 2017 con una inversión de USD 15 000. El dinero lo consiguieron a través de un crédito en una institución financiera.

    Con los recursos adquirieron telas e iniciaron la confección de sus diseños a través de una alianza estratégica con pequeños productores de ropa. La idea del proyecto es presentar nuevos diseños de prendas con una mezcla de andino. “El propósito es que la gente que compre la marca Remolacha pueda identificarse con la interculturalidad”, dice Almeida.

    En la actualidad artesanos de Otavalo son los encargados de proporcionarles los tejidos que son hechos en los telares de madera. Son diseños precolombinos donde destacan los rombos, la chakana, el Taita Inti, caracoles, la naturaleza en tonos amarillo, azul, rojo, celeste, plomo, como una especie de mosaico donde destaca lo juvenil. “Ellos crean los tejidos para el diseño de nuestros productos”.

    Explica que la confección de las chompas y bomber que fabrica la firma poco a poco alcanza una altísima calidad por los materiales y las telas importadas que utilizan. Hasta el momento sacaron al mercado 5 colecciones de 10 prendas cada una con diversos tejidos.

    Por ejemplo las chompas son reversibles; eso le convierte en una prenda diferente. “Iniciamos con los colores fuertes como el mate que tuvieron una gran demanda”, cuenta Almeida.

    Las ciudades de Ambato, Baños y Quito, son los principales mercados de Remolacha. Para diciembre afinan detalles para una nueva colección de chaquetas, bombers, sacos Tuna y gorras de lana.

    Santiago Almeida es uno de los fundadores de la marca Remolacha, que salió al mercado en el 2017. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
    Foto: Modesto Moreta / LÍDERES

    La idea es que las prendas no se transformen en folclóricas, sino que tengan una identidad en la combinación de lo autóctono con lo actual y moderno. “Con nuestra marca queremos vestir a ejecutivos, oficinistas o los informarles sin perder la elegancia y el glamour”, dice Almeida.

    Los modelos denominados bomber suave y la colección Tuna son el principal atractivo de la marca. Los tejidos llevan en el cuello, puños y los lados. El diseño impacta especialmente en los jóvenes, porque son atractivos. La última colección salió en agosto donde sobresalieron los tonos azules y cuatro colores tipo vino.

    Los accionistas de Remolacha reinvirtieron las ganancias para la apertura de nuevos puntos de venta a los existentes en Ambato y Baños de Agua Santa. La próxima apertura será en Quito. “Trabajamos con alianza estratégicas (maquila) para la confección de la ropa. Nosotros nos encargamos del diseño de las nuevas prendas que saldrán al mercado”.

    Almeida asegura que Ambato, Baños y Quito son sus principales mercados. Además, participan en ferias a escala nacional donde promocionan Remolacha y sus diseños interculturales.

    El costo de cada prenda la Chaqueta reversible y con contenido intercultural cuesta USD 120, los bomber en USD 50, saco Tuna 50 y gorro lana USD 20.

    En lo social

    Los ejecutivos de Remolacha también se desarrolla en el área social. En la anterior Navidad la marca Remolacha trabajó en la campaña ‘Una Navidad para todos’, que consistió en la entrega de un peluche o juguete por un porcentaje de descuento en la compra de cada prenda.

    Remolacha inició con 2 personas y en la actualidad son 10. Además de los artesanos de Otavalo que trabajan en la elaboración de los tejidos.

    Los jóvenes de 17 a 35 años son quienes utilizan nuestra marca. Ahora el emprendimiento trabaja para abrir un local en Quito.

    Santiago Almeida es uno de los fundadores de la marca Remolacha, que salió al mercado en el 2017. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
    Santiago Almeida es uno de los fundadores de la marca Remolacha, que salió al mercado en el 2017. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
  • La artesanía que se reinventa y evoluciona

    Redacción Quito

    (F) 
    Contenido intercultural

    Un espacio que reúne artesanía ecuatoriana de calidad se puede encontrar en Plazanaya. Esta tienda, que abrió sus puertas en 1994, la fundó Ximena Benavides y con los años ha evolucionado para adaptarse a los cambios del mercado; hoy busca potenciar su negocio a través de estrategias digitales.

    La oferta inicial consistió en camisetas y postales. Más adelante empezaron a trabajar con artesanos y artistas locales, principalmente quiteños, logrando diversificar su oferta.

    En Plazanaya, cuyo nombre significa ‘nuestra plaza’, el cliente puede encontrar una amplia selección de artesanías; las que más se demandan son en cerámica, madera, peltre, ropa de alpaca, cuadros y bordados de zuleta.

    Aunque la clientela es amplia, los principales compradores son los turistas extranjeros, que luego de su visita al país desean llevarse un recuerdo. Además, otro grupo importante son los clientes corporativos, que adquieren regalos para directivos, inversionistas o empleados de compañías.

    La demanda nacional también ha crecido, especialmente porque los ecuatorianos han empezado a apreciar el producto local, aseguran en Plazanaya, aunque en sus primeros años fue un reto llegar a este público.

    Según Benavides, con este negocio buscan la revalorización de las raíces, las tradiciones y la cultura ecuatoriana. Sus esfuerzos son para que la artesanía sea vista como un producto de calidad y que logre llegar al público ecuatoriano y extranjero.

    El equipo de Plazanaya colabora con los artesanos en la creación de sus obras, dando ideas sobre el diseño y uso de materiales, con el objetivo de asegurar la calidad del producto final, señala Benavides. “Trabajamos para crear diseños únicos y originales, que no se consiguen en otras tiendas; así nos diferenciamos de la competencia”, explica la líder de esta iniciativa.

    Para agregar un producto a su oferta en Plazanaya son muy estrictos. No importa solo el diseño, sino también el material usado, de dónde se inspira dicho trabajo o la historia que hay detrás.

    Esto es transmitido al cliente que visita la tienda. Antes de adquirir una pieza, se solicita información sobre el artesano que elaboró dicha artesanía, la historia que guarda o su significado para la cosmovisión ancestral.

    Por otro lado, en Plazanaya buscan la reinvención y evolución del trabajo artesanal. Así se aseguran que los diseños sean vanguardistas y exclusivos. “Vendemos artesanía fina”, comenta Benavides.

    Uno de sus clientes es Andrés Salazar, quien labora para una firma privada. Él frecuenta Plazanaya desde hace varios años y sus compras suelen ser regalos corporativos para distintas empresas y en esta tienda ha encontrado un sinónimo de calidad y buen servicio.

    “Regularmente compramos obsequios para entregar a empresas nacionales y extranjeras. Con esta tienda siempre tenemos la seguridad de adquirir un producto de calidad y exclusivo, difícil de encontrar en otro lado”, señala este cliente.

    Con los años la tienda ha experimentado muchos cambios. Plazanaya llegó a tener seis locales en diferentes ciudades de Ecuador, pero debido a las dificultades económicas del país y la disminución en la afluencia de turistas, hoy se concentran en un solo local, ubicado en Quito.

    Francisco Cevallos, hijo de Benavides, comenta que se han enfocado en este almacén para brindar la mejor experiencia, pero ya trabajan para volver a expandirse en Ecuador y en el extranjero.

    Además, los dueños del negocio también son conscientes de los cambios en los hábitos y la manera de consumir. Es por ello que han puesto sus esfuerzos en potenciar el negocio en redes sociales. Esto les ha permitido aumentar sus ingresos. “En la tecnología hemos encontrado una gran herramienta para alcanzar a un mayor público”, señala Cevallos.

    Otra estrategia es implementar una tienda ‘e-commerce’, que se planea lanzar la primera semana de enero de 2020.

    DETALLES

    1994 fue el año en que Ximena Benavides empezó con su tienda de artesanías.

    Plazanaya se deriva del idioma Kichwa y significa ‘nuestra plaza’, que se relaciona con uno de sus objetivos, ser un espacio para el artesano ecuatoriano.

    La tienda emplea a cinco personas, para la atención al cliente. Estas dominan hasta cinco idiomas para poder atender adecuadamente a turistas y clientes extranjeros.

    La venta en línea es la más reciente estrategia de la tienda. Los clientes pueden visitar su página de Facebook para conocer sus productos y realizar pedidos desde otras ciudades.

    Ximena Benavides fundó Plazanaya en 1994. Oferta artesanías en madera, peltre, cerámica, bordados  y más. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Ximena Benavides fundó Plazanaya en 1994. Oferta artesanías en madera, peltre, cerámica, bordados y más. Foto: Vicente Costales /
    LÍDERES
  • Una tienda exhibe la artesanía y el trabajo local

    Redacción Quito

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    Con la intención de promover la ecoartesanía y el consumo saludable, Lorena Criollo y Samiy Capa fundaron Eco&Crafts en 2016, en Quito.

    Esta tienda tiene un enfoque ecológico. Sus productos provienen de pequeños artesanos ecuatorianos, que usan materiales reciclados, de origen natural o que se producen de manera orgánica.

    Criollo y su familia tienen otros emprendimientos con enfoque verde. Uno de estos es el centro cultural y gastronómico La Cuchara Orgánica, que se especializa en comida saludable basada en plantas y con recetas tradicionales ecuatorianas. Este centro oferta talleres, charlas, asesoría y eventos para “generar una conciencia de consumo responsable y alimentación sana en la gente”, comenta Criollo.

    Otras iniciativas son el taller Ecovive, que elabora joyería con papel de revistas; o la marca Sao, de infusiones de cacao con sabores a fruta tropical.

    A sus múltiples emprendimientos Criollo vinculó su tienda Eco&Crafts. Para esto se asoció con Capa, ya que tenían ideas con mucho en común. La tienda estaba ubicada originalmente en el barrio La Mariscal (centro-norte de Quito), pero se trasladaron recientemente a Pomasqui, norte de la capital.

    El cambio de ubicación trajo una reducción significativa en sus ingresos. “En La Mariscal llegamos a facturar entre 900 y 1 000 dólares; actualmente, por el cambio de sitio, facturamos en promedio 400 al mes, pero estamos creciendo, a medida que la gente del lugar nos conoce”, cuenta Criollo.

    La tienda tiene dos líneas de productos. Una de alimentos, complementaria a su restaurante. Ofertan infusiones de cacao, café orgánico, cerveza artesanal, kombucha (bebida de té fermentado), entre otros productos orgánicos.

    Un cliente es Eduardo Almeida. Él frecuenta el restaurante por su oferta de platos con ingredientes vegetales. “La atención del lugar es excelente. Suelo visitar el restaurante, pero también soy cliente de la tienda. Me gustan sus productos orgánicos, que me ayudan a mantener una mejor alimentación. Creo que este negocio ayuda a fomentar la cultura y el rescate de la tradición alimentaria autóctona”, señala este cliente.

    La segunda línea se enfoca en las artesanías. Algunos de sus proveedores son de Quito, y elaboran sus productos con materias naturales. También trabajan con artesanos locales, por ejemplo alpargateros y productores de chawarmishki.

    Capa comenta que con Eco&Crafts buscan promover la cultura desde los productores locales. “Las personas con las que trabajamos son de los pocos artesanos que conocen esos oficios, como elaborar las alpargatas o el chawarmishki, que son una tradición que se está perdiendo”.

    Otro cliente es Jorge García. Él también frecuenta el lugar por la comida. De la tienda suele comprar productos como la sal marina, vino de mora o la kombucha. “Conozco a los dueños del lugar desde que empezaron con el negocio. Iniciaron con poca artesanía y han ido creciendo. Gracias al esfuerzo que han hecho, ahora son un gran ejemplo de la alimentación sana. Es necesario que estas iniciativas se repliquen”.

    Detalles

    En 2016 se fundó la tienda Eco&Crafts. Sus creadores buscan apoyar a los productores y artesanos locales, a través del comercio justo.

    Su oferta 
    tiene dos líneas. Una de alimentación sana y orgánica, que complementa a su restaurante. La segunda línea son las ecoartesanías.

    Algunos de sus productos son el chawarmishki, alpargatas, muñecas, joyería con papel de revista o vasijas de cerámica hechas por mujeres kichwas de Napo.

    Lorena Criollo y Samiy Capa fundaron Eco&Crafts. En la tienda ofrecen ecoartesanías y productos orgánicos. Foto: LÍDERES
    Lorena Criollo y Samiy Capa fundaron Eco&Crafts. En la tienda ofrecen ecoartesanías y productos orgánicos. Foto: LÍDERES
  • Sombreros manabitas con detalles afros

    Marcel Bonilla

    (F)
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    Sobre la cabeza de un maniquí está un sombrero con la imagen de una mujer afro que luce su turbante, parte de la vestimenta tradicional de esta etnia.

    Otro de los sombreros tiene retratada a una mujer negra con su cabello afro, y un peinado de que utilizaban los afroamericanos por los años 60, el que llama la atención por el detalle en la pintura.

    Desde hace ocho meses, Karina Fey Díaz, creadora de la marca KFD, se dedica a la decoración de sombreros con más de 70 detalles distintos, como pinturas en óleos, tiras de lana, con las que escribe los nombres de sus clientas.

    La iniciativa empezó cuando tuvo la idea de escribir su nombre con cinta, sobre un sombrero imponiendo su propio estilo, combinando colores y detalles, como lo había observado en uno de sus viajes a Estados Unidos.

    Luego subió su trabajo en uno de sus estados de WhatsApp y empezaron a surgir las personas interesadas en saber el lugar dónde lo había adquirido; su respuesta fue, yo compro el sombrero y los personifico con detalles.

    Roberta Zambrano, prefecta de Esmeraldas, es una de las clientas de Fey, quien señala que, a través del programa Fomento Productivo de esa institución, se impulsa esas iniciativas que muestran a Esmeraldas.

    Fey ha empezado con su proyecto que le permite trabajar con más de 70 diseños en pinturas, y ahora con la línea afro, una de las más solicitadas en Esmeraldas.

    La representante de las mujeres afros y diversas de Esmeraldas, Mary Quiñónez, explica que ese emprendimiento identifica a la mujer afroesmeraldeña, que ahora puede combinar sus vestidos con sombreros con motivos afros.

    Este emprendimiento empezó con capital inicial USD 100, con los que se compraron los primeros ocho sombreros, pero ahora se ha ampliado por la demanda que tienen sus productos.

    Por ahora cada pedido se trabaja en una pequeña área de una vivienda, donde la emprendedora ha montado su taller, en el que trabaja con otras dos personas.

    Los costos del producto varían según lo que pidan sus clientes y van desde USD 2 hasta USD 35. Los sombreros son de material de arroz, sobre los cuales trabajan los detalles que distinguen.

    Entre los materiales que se utiliza para dar vida al sombrero están: tiras, pompones, piedras, cuerdas de cuero, tela, cadena y pintura, enviadas desde Colombia para un mejor acabado. “Les puedo hacer desde un corazón, una flor, sur nombres, arboles, símbolos, palmeras, personaje de la cultura afro, con pinturas acrílicas y oleos”, señala Fey.

    Los sombreros son adquiridos en Jipijapa y San Mateo de la provincia de Manabí. Cuando empezó con su iniciativa le pedían ocho sombreros al mes, ahora son 30 sombreros semanales, unos 120 al mes, que representan un ingreso promedio de USD 1 000.

    En los dos últimos meses se ha impuesto la moda afro, que por estos días se observa en camisetas y vestidos. “He impuesto mi moda africana como esmeraldeña con éxito, porque las mujeres quieren lucirlos”, dice la emprendedora.

    Cristian Cusme, asesor de imagen corporativa de la Prefectura de Esmeraldas, destaca que se muestra la cultura en cada uno de sus diseños.

    En EE.UU.

    La emprendedora esmeraldeña trabaja en el montaje de una tienda de sombreros con su marca KFD. Está trabajando para registrar la marca.

    Desde la Prefectura de Esmeraldas se impulsan esos proyectos que destaque la cultura de Esmeraldas y sus distintas manifestaciones.

    Los primeros 15 sombreros con pinturas afros y paisajes de Esmeraldas fueron enviados a los Estados Unidos para mostrarlos.

    Karina Fey Díaz es la creadora de la marca KFD. El emprendimiento se dedica a la decoración de sombreros. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Karina Fey Díaz es la creadora de la marca KFD. El emprendimiento se dedica a la decoración de sombreros. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES