Cientos de empresarios comenzaron el miércoles 15 de marzo del 2017 en Costa Rica un foro de dos días en el que buscan hacer negocios y hallar formas para impulsar un mayor crecimiento del sector de los servicios en Latinoamérica.
El «Sexto Foro Latinoamericano y del Caribe de Outsourcing y Offshoring (Outsource2LAC 2017), organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer), aglutina 446 empresas proveedoras de servicios, que entablarán al menos 3.200 citas de negocios con 108 firmas compradoras de 24 países.
Participan representantes de empresas latinoamericana, pero también de Estados Unidos, Canadá, China, Portugal y España, y además hay representantes de agencias de promoción comercial de 21 países, según las cifras divulgadas por la organización.
En el encuentro, además de las ruedas de negocios, se llevan a cabo paneles de discusión, charlas y conferencias sobre el desarrollo del sector de los servicios a nivel mundial y también regional.
El jefe de la división de Comercio del BID, Fabrizio Opertti, dijo a Efe que el crecimiento del sector servicios en Latinoamérica ha mantenido un crecimiento sostenido promedio del 6 % en los últimos años y que se espera que continúe al menos en ese número hasta el 2022.
«Este es un sector dinámico, si hay un sector que ha resistido a los embates económicos de los últimos años, ese ha sido el de los servicios», expresó el representante del BID.
Opertti destacó el talento humano y empresarial de la región para el desarrollo de nichos como el del software y los videojuegos y lo pujante de la industria de servicios en países como Costa Rica, México, Argentina o Uruguay, pero hizo un llamado a los Gobiernos a jugar un rol más preponderante en la promoción del sector.
El foro «constituye una nueva oportunidad para que el sector privado de nuestra región siga captando oportunidades en servicios globales. América Latina y el Caribe se están transformando en un referente y se está expandiendo a industrias que hace 10 años no hubiésemos imaginado como animación, videojuegos, programación y servicios financieros», manifestó Opertti.
Por su parte, el ministro de Comercio Exterior de Costa Rica, Alexander Mora, destacó los elementos que hacen atractivo a su país para la llegada de empresas extranjeras de servicios, aunque reconoció que es necesario hacer más esfuerzos en las agendas sociales, digitales y comerciales.
«Este evento le brinda al país y a sus empresarios, un respaldo y la oportunidad de seguir generando negocios con socios comerciales de diversos países del mundo, así como conocer las últimas tendencias, retos y oportunidades del sector», comentó Mora.
El ministro señaló que el sector de servicios en Costa Rica crece a un ritmo del 12 % anual debido a su «talento humano, las buenas condiciones del clima de negocios, la estabilidad de las reglas y las políticas en materia de promoción digital y desarrollo de infraestructura para los servicios».
Los socios se acercaron a las agencias para retirar el dinero de sus ahorros y pólizas. Foto: Tomada de Pixabay.
Más personas del sector rural se registraron en el subempleo el año pasado. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), a diciembre del 2016 este indicador alcanzó el 22%, mientras que en el mismo mes del año anterior a ese la cifra estuvo en 16,8%.
Además, hay más personas que realizan actividades para obtener ingresos en las que ganan menos de los USD 375 del salario básico unificado y trabajan menos de las 40 horas semanales por ley.
Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), publicado en octubre pasado, revela que en América Latina y el Caribe uno de cada cinco trabajadores vive en el campo. Este se encuentra en condiciones de empleo más vulnerables y tiene menos posibilidades de una tarea con salario estable.
La mayoría de personas que trabajan en el campo no tiene un empleo pleno sino que obtiene ingresos por actividades independientes, asegura Wilson Araque, director del Área de Gestión de la Universidad Andina Simón Bolívar. “Mucha de la gente en el campo es propietaria de extensiones de terreno. Así, de alguna forma desarrolla el autoempleo”.
El problema es que algunos no acceden al mínimo salarial ni tampoco a los derechos establecidos en la ley. José Manuel Salazar, director de la OIT para América Latina y el Caribe, señaló que hay 52 millones de trabajadores rurales, de los cuales 27 millones están en situación de empleo vulnerable.
En Ecuador, de acuerdo con la última encuesta de empleo del INEC, el 25,6% del total de empleados labora en el sector rural. Es la rama productiva con el mayor porcentaje de trabajadores en el país.
Araque indica que eso no significa que la mayor cantidad de trabajadores esté en el campo, sino que hay empleados de empresas que se dedican a actividades agrícolas pero operan en la ciudad.
De hecho, cada vez hay menos gente viviendo en el campo, tanto en el país como en la región.
En Ecuador, el desempleo rural fue de 2,5% en diciembre del año pasado, es decir, se redujo frente al 2,9% de diciembre del 2015. La diferencia con el área urbana es alta pues el último mes del año pasado alcanzó un 6,5%, frente al 5,6% de diciembre del año anterior a ese. Uno de los casos de desempleo en el área rural es el de Ricardo Gualán, de 28 años, quien vive en el cantón lojano de Saraguro.
Es diseñador gráfico y hace un año y medio perdió su trabajo en una empresa de Loja, que redujo personal. Busca pequeños contratos en su pueblo. Hace diseños de tarjetas y afiches cuando sus amigos le piden o por contactos.
Está casado y tiene una hija. Además, para obtener ingresos se dedica a la agricultura en los terrenos de su familia. Cultiva maíz y hortalizas. “Me pagan por día. No trabajo siempre”. Gualán vive con sus suegros con lo que se ahorra la vivienda y la alimentación. Otro caso es el de Carlos Burbano, quien perdió su empleo tras 15 años de labores en una quinta en Quito. Ahora este carchense de 66 años vive en la parroquia rural Julio Moreno Espinosa, en Santo Domingo de los Tsáchilas, donde se emplea en actividades eventuales por las que le pagan USD 15 al día.
Su última actividad fue la de pintor, pero al mismo tiempo realiza actividades agrícolas en fincas de la zona. “Cuando no hay trabajo se deja reservas de comida en casa para salvar la dieta del siguiente día”.
En América Latina y el Caribe uno de cada cinco trabajadores vive en el campo, según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo. Foto: Archivo / LÍDERES
Un nuevo actor se estrena en el mercado nacional de la producción de cosméticos. El consorcio inglés Beautik Laboratories inauguró el pasado 10 de enero, en las afueras de cantón Durán, su primera planta para la elaboración de artículos cosméticos en el país.
Laboratorios Beautik S.A., la firma constituida en Ecuador para operar la planta, planea fabricar alrededor de seis millones de productos al año, en su primer año.
El consorcio inglés invirtió USD 6 383 486 en la construcción y equipamiento de la infraestructura destinada a la manufactura de cosméticos, perfumes, y productos de cuidado del hogar, bajo la modalidad de marcas propias, licencias, y marcas blancas (maquila) para terceros.
Antonio Álvarez, gerente general de la empresa en Ecuador, explica que se han confirmado las licencias de marcas internacionales de productos capilares, para confeccionar sus cosméticos en la planta de Durán.
Una de las primeras marcas será de una multinacional española. “Desde hace tres años debido a la política de reducción de importaciones, un grupo de industriales ecuatorianos e inversionistas extranjeros se juntaron para montar la planta”. Esta planta está concebida para producir para el mercado local y también exportar.
Según Álvarez, Ecuador tiene la ventaja de que el alcohol producido en el país es reconocido por su alta calidad. “Aparentemente la altura y la luz del sol hacen que la sustancia del azúcar se potencialice mejor y que no tenga olores”. Como ejemplo de la calidad del alcohol ecuatoriano, Álvarez cuenta que las industrias de los vecinos países se abastecen también del químico en el país.
El alcohol se usa en un 80% de la elaboración de los perfumes. Para el empresario, tenía mucho sentido además inaugurar una planta en el país ahora, debido a que con el acuerdo comercial con la Unión Europa la mayoría de la materia primera importada de los países del bloque comunitario llega libre de aranceles desde enero.
Durante la inauguración, los directivos de la compañía recorrieron las instalaciones modulares y detallaron las estrictas medidas de bioseguridad.
La inauguración de la planta tuvo entre sus invitados al ministro de Industrias y Productividad, Santiago León. Este recordó que este tipo de inversiones encaja en la política productiva y en el cambio de la matriz productiva. “Tenemos leyes que motivan a estas inversiones, como incentivos tributarios durante 15 años, y diferimientos arancelarios”.
Mónica Figuera, directora técnica de la planta, explica que en esta se ha incorporado lo último en tecnología cosmética. “La intención es producir con eficiencia”. Figuera señala que el 50% del producto para elaborar los cosméticos es importado, y por ello consideró que el acuerdo con la UE será un aliciente.
La planta tiene la tecnología para confeccionar champús, acondicionadores, cremas, tratamientos, geles y lacas capilares; además, cremas corporales y faciales, y jabón líquido de manos y cuerpo. En la gama de fragancias, que será un segmento fuerte de la firma, se producirá y comercializará perfumería y fragancias corporales.
Los detalles Empleo. La nueva planta en Durán ya da trabajo a alrededor de 60 personas en diferentes áreas. Insumos. La compañía adquirirá a la industria nacional tapas y envases plásticos, empaques, etiquetas adhesivas y termoformados, cartón y otros accesorios vinculados con la fabricación de los cosméticos. Capacitación. La compañía capacitará a su personal para las nuevas tecnologías que se utilizan en la elaboración de sus productos cosméticos.
La planta levantada en el cantón Durán tiene capacidad para producir para el mercado local y exportar. Foto: Mario Faustos/ LÍDERES
La confección de ropa de cama, como sábanas, edredones y cojines es una tradición familiar que dio paso a Manttra. Esta empresa lleva cuatro años, tiempo en el cual se ha enfocado en el sector hotelero del país.
Leonardo Magno, gerente general del emprendimiento, cuenta que su mamá Fanny Altamirano y su hermano Nicolás Magno también están involucrados en el negocio. El equipo se encarga de llevar a otras provincias la calidad de sus productos, cuenta este quiteño de 28 años.
Los orígenes de Manttra -firma que antes tenía el nombre de Textiles Magno- datan de hace 16 años, cuando Altamirano elaboraba sábanas en su casa para ofrecerlos a clientes particulares. El emprendimiento servía para traer ingresos extras al hogar; Leonardo y Nicolás crecieron con este conocimiento al ver a su mamá diseñar y confeccionar estos accesorios del hogar.
Ambos tuvieron interés en esta labor. No obstante, cuando los hermanos Magno terminaron la universidad; cada uno decidió adquirir experiencia en diferentes sectores.
Leonardo Magno explica que en su caso le fue difícil conseguir trabajo en el área comercial a fines del 2011. Y cuando obtuvo un trabajo en el siguiente año, también tuvo la visión de tener su propio negocio, uno que se enfoque en la confección de textiles.
Manttra en la actualidad ofrece dos líneas de negocio: la elaboración de ropa de hogar, en la que se cuentan almohadas, colchas, edredones, cobijas térmicas, sábanas, toallas… La segunda línea elabora colchas, faldón de cama, bajo los estándares de calidad que exigen los hoteles, dice Magno.
Los hermanos decidieron formalizar el negocio y en junio del 2012 nació Manttra, pero bajo el nombre de Textiles Magno. La planta se instaló en la casa de la familia, en Conocoto, al suroriente de Quito. En el lugar se instalaron áreas para el corte, confección y lavado, por ejemplo. Y la inversión inicial sirvió para comprar la materia prima como telas, hilos, apliques y maquinaria.
Las primeras producciones y ventas de Manttra fueron las más bajas al iniciar con la empresa, explica Leonardo Magno. Por eso manejaron una estrategia: concentrarse en el sector hotelero. El quiteño cuenta que con producto en mano, visitaron a cada hotel hasta conseguir clientes.
Édgar Palacios, gerente de Operaciones de Termas de Papallacta, afirma que conocieron a Manttra en septiembre del 2012. Se enteraron del trabajo de la firma por recomendación, por lo que luego de reunirse y verificar la calidad del producto pactaron la negociación. Termas de Papallacta adquiere sábanas de la empresa ecuatoriana cada año, para así renovar la lencería de habitaciones. Palacios dice que la calidad de la confección es excelente.
El Hotel Dann Carlton, en el norte de Quito, también es cliente de Manttra desde hace cuatro años. Alexandra Allan, jefa de Adquisiciones, dice que lo que más adquieren son sábanas. En la actualidad, la capacidad de producción en la planta de Manttra llega a 500 edrededones y 100 sábanas al mes, por citar dos productos. En la confección se utiliza materia prima importada y nacional.
Para este año, Manttra además de posicionar su nuevo nombre en el mercado ecuatoriano fortalecerán sus redes sociales. La pequeña empresa también tiene la intención de abrir su primer punto de venta directo, en Quito.
Nicolás Magno, su madre Fanny Altamirano y Leonardo Magno se encargan de Manttra. La firma confecciona sábanas, edredones, cobijas, entre otros productos. Foto: Diego Pallero/ LÍDERES
La facturación mensual de Yura, una microempresa que se encarga de la elaboración de fertilizantes, alcanzó este año los USD 1 000 aproximadamente, un monto inferior al del año anterior.
Su gerenta administrativa María José Cañizares relata que este año fue complejo, ya que las ventas bajaron en un 30% aproximadamente. “El sector floricultor registró una caída importante durante este año, por lo que la adquisición de nuestros productos también se redujo”, explica la vocera de esta pequeña empresa del sector químico.
Esto les llevó a tomar otras alternativas como el desarrollo de más productos para diversificar su cartera de presentación. Así esperan, dice Cañizares, abrirse nuevos campos de negocios. La elaboración de fertilizantes forma parte del sector químico, que tuvo un año complicado, tras la caída de la construcción y por la situación económica del país. Así lo explica Gustavo Ruiz, presidente del gremio perteneciente a la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha (Capeipi).
Este es uno de los sectores más complejos porque abarca un sinnúmero de empresa encaminadas a la producción de materiales para el consumo personal como productos de limpieza y de aseo personal, cosméticos y más. También, participa en la fabricación de productos que son materia prima para la agricultura.
Se suman a este sector los aditivos para la industria, plásticos, empaques, farmacéuticas, equipos médicos, vidrios, cauchos y otros. En total, según la Capeipi, se cuentan 287 empresas, que forman parte de los 10 subsectores que están dentro de este paraguas.
De estas cerca de 280 son empresas pequeñas y medianas y el resto son microempresas, que trabajan para seguir aumentando su participación en el mercado, pese a los inconvenientes que se han dado en el mercado en este año.
“El sector tuvo un año complicado, ya que, pese a que no se registró cierres de empresas, sí hubo un ajuste de los costos de los productos”, indica Ruiz.
El sector de consumo de productos para el hogar fue uno de los más afectados, según el vocero del gremio. La baja fue del 30% aproximadamente.
Por ejemplo, el año anterior, empresas que desarrollaban productos como los desinfectantes o cloro para la limpieza del hogar tuvieron una ganancia promedio de USD 1,5 millones. Este año llegaron a USD 1,1 millones al año.
En parte, esto responde a que las materias primas importadas siguen con un costo alto por las sobretasas; además el encarecimiento de la producción fue más sostenido en este año, señaló.
Según el Banco Central del Ecuador, las exportaciones del sector químico y fármacos bajó un 17% entre enero y septiembre de este año en comparación con el mismo período del año anterior. Pasó de USD 133 525 a 111 062.
La situación fue mejor entre 2014 y 2015, ya que hubo un incremento del 9% (ver gráfico). Una de las fortalezas del sector químico es que tiene la posibilidad de abrir las puertas a profesionales y brindarles estabilidad. “Damos las facilidades a nuestros empleados para que se desarrollen dentro de la empresa”.
Esta fue una ventaja ya que no hubo un recorte de personal masivo, explica Ruiz. “Tenemos un personal capacitado y formado dentro de las empresas en las que trabajan, por lo que no es fácil desvincularlos por su conocimiento”.
Si bien es cierto, los recortes no se sintieron este año, si hubo un impacto en los precios de productos como los cosméticos.
Paula Castillo es una emprendedora que le apostó a la elaboración de labiales y bálsamos. Ella relata que este año fue difícil posicionarse en el mercado.
En su caso tuvo que subir los precios de los 20 ítems que tiene en su cartera de productos. La razón del incremento de precios, que va entre USD 0,10 y 0,15 en cada producto, es el alza en la materia prima. Por ejemplo, en el mercado ya no se encuentra ceras naturales, sino solo sintéticas. Lo mismo ocurre con los aceites para elaborar los bálsamos.
La opción que tiene ella y otros productores es traer la materia prima del exterior para poder ahorrar. Por ejemplo, hay ceras que afuera cuestan USD 3 la libra. Pero en el país se encuentran a USD 7. “Es un gasto excesivo para las personas que estamos vinculados a este sector”, expresa la propietaria de la marca de labiales y bálsamos Fino de Aroma . El sector químico, que acoge a 32 000 personas agremiados en la Capeipi, enfrenta un reto, que se marca cada día y es la innovación. Según Ruiz, esa es la base de este sector que tiene unas ventas anuales por USD 45 millones.
“Tenemos que innovar a diario y entrar en procesos de calidad rigurosos para competir con estándares de calidad y con precios justos en el mercado”.
Pese a estos esfuerzos, asegura que tienen un inconveniente adicional: los trámites, en especial, la obtención del registro sanitario.
Según Ruiz, quien tiene una empresa de fertilizantes, la obtención de este documento es larga y costosa. Se demora entre seis y ocho meses y la inversión va entre USD 18 000 a 22 000 cada ítem. El próximo año se vienen nuevos retos relacionados a la búsqueda de apoyo a la industria.
Datos varios El sector. Es el segundo sector más numeroso de la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha (Capeipi). Ventas. El sector químico de este gremio factura al año USD 45 millones y espera que el próximo año se supere esa cifra con el impulso a las empresas nacionales. Ley de Plusvalía. Una de sus preocupaciones es la denominada Ley de Plusvalía que se tramita en la Asamblea, ya que se afectaría el sector de la construcción. “Si los constructores bajan sus proyectos quienes les damos insumos como la pintura o techos también nos vemos afectados. Todos frenamos”, explica Ruiz. Industria nacional. Ruiz asegura que se debe dar prioridad a los pequeños y medianos empresarios nacionales. “Hay que flexibilizar las normativas que interrumpen la fabricación del producto y apostarle a la industria nacional”. El valor agregado. El sector cuenta con la maquinaria para desarrollar los productos.
La planta de Farbio Pharma se encuentra en el sector de Píntag, al oriente de Quito. En esta empresa la innovación es una constante. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
El 2016 no ha sido un año fácil para la industria textil. La caída en el consumo afectó directamente a esta industria. Por eso, las pymes del sector buscan adaptarse con estrategias y promociones para recuperar las ventas en medio de un año complejo.
Javier Díaz, presidente de la Asociación de Industriales Textiles del Ecuador (AITE), señala que las ventas se han reducido en un 30%, comparado con el año pasado. Mientras que la producción se reducirá en un 6%. Todo esto, según Díaz, impacta directamente en el empleo.
El sector textil movió USD 700 millones en el 2015, según el titular del gremio. Para este año esperan que las ventas lleguen a unos USD 550 millones.
Díaz sostiene que las pymes representan el 85% del sector y por ende han sido las más afectadas del período recesivo. En el 2015, según cifras de la AITE, se registraron unas 4 500 unidades productivas del sector textil.
Una de las consecuencias de la situación económica del país ha sido que varios de los negocios, sostiene Díaz, vayan a la informalidad para poder subsistir.
Juan Almeida, gerente propietario de las cadenas de almacenes El Ahorro, sostiene que el reto del sector textil -que incluye también comercio- es aplicar estrategias que permitan el aumento de ventas. La idea, por ejemplo, es ofrecer productos de calidad a menor costo, porque el ecuatoriano ahora decide su compra por el precio.
En El Ahorro, pese a que el número de clientes aumentó, la capacidad de compra de los mismos disminuyó. Lo que evidenció que los ciudadanos ahora adquieren menos productos y aprovechan descuentos o promociones. Elena Izurieta, propietaria de La Esperanza, relata que este año fue complicado, porque no se cumplieron algunas metas que se propusieron en este año. “Nos planteamos llegar a los tres millones y medio de ventas, sin embargo vemos que alcanzaremos unos tres millones”.
Esta realidad les obligó a desvincular a unas 30 personas de sus puestos de trabajo para evitar pérdidas mayores en la empresa.
La decisión fue difícil, porque se trata de familias completas que salen de esta empresa, especializada en ropa infantil.
Pese a esto la propietaria, junto a su familia, ha ideado estrategias para evitar más salidas de su personal. Por ejemplo, buscan nuevas tendencias de moda, variedad y color para enganchar a más clientes y que las ventas mejoren.
Pero para el sector también se vislumbran nuevos retos. Con el acuerdo comercial con la Unión Europea (UE), Díaz sostiene que se abren oportunidades para los pequeños comerciantes, sobre todo, para los que se especializan en la producción de artesanías.
Pro Ecuador sostiene que los textiles ecuatorianos poseen una relevante participación en mercados internacionales con confecciones de prendas de vestir, lencería para hogar, hoteles y restaurantes, que se encuentran inmersas en procesos de internacionalización. La industria textil, según Pro Ecuador, cuenta con certificaciones ISO 9000, confecciones de tejido orgánico y poseen certificación de Comercio Justo.
Uno de los principales mercados del sector era Colombia, sostiene Díaz. No obstante, debido a la apreciación del dólar frente al peso colombiano, los precios de los productos ecuatorianos perdieron competitividad.
La historia de la producción textil en el Ecuador, según información de Pro Ecuador, inició su desarrollo con la aparición de las primeras industrias dedicadas al procesamiento de lana, hasta que a inicios del siglo XX se introdujo el algodón, que impulsó la producción hasta la década de 1950.
Actualmente, la industria textil elabora productos provenientes de todo tipo de fibras, entre las que se encuentra el algodón, poliéster, nailon, lana y seda.
Las empresas de textiles del país, según la entidad gubernamental, se ubican en parques industriales para optimizar sus recursos e implementar procesos de mejora ambiental.
Algunos datos
Ubicación. Las empresas dedicadas a la actividad textil en el país se encuentran ubicadas en diferentes provincias, siendo Pichincha, Guayas, Azuay, Tungurahua e Imbabura las de mayor producción, seguidas de Chimborazo, Cotopaxi, El Oro y Manabí, con menor actividad pero igual de importante en el peso total del sector.
Mercados. Los países más desarrollados concentran el mayor porcentaje de consumo textil, como es el caso de Estados Unidos, Japón y la Unión Europea que abarcan el 40% del consumo mundial de textiles, consumo que está ligado a factores como el nivel per cápita, sexo o edad.
Innovación. En cuanto a innovación, existe una nueva tendencia de reciclaje textil para utilizar fibras, prendas u otros materiales para su reprocesamiento y obtención de un producto nuevo. En Ecuador hay casos de innovación en el sector textil.
La planta de la empresa textil La Esperanza está ubicada en el norte de Quito. Actualmente esta empresa, con 18 años de trabajo, cuenta con 130 colaboradores. Foto: Valeria Heredia / LÍDERES
La automatización de los procesos de comercio exterior, el registro en línea del nacido vivo, la gestión del patrimonio natural de Quito y el proyecto Aprendamos fueron los cuatro programas premiados por la iniciativa ‘Prácticas Ejemplares Ecuador’, organizada por la Corporación Líderes Para Gobernar (CLPG).
La premiación se cumplió la noche del pasado martes 29 de noviembre en Quito. En la ceremonia estuvieron presentes representantes de entidades públicas, tanto del gobierno nacional como de gobiernos locales, así como invitados y representantes de CLPG. Esta iniciativa, que se cumplió por primer año en el Ecuador, registró la participación 40 buenas prácticas de 11 ciudades de 7 provincias.
En la categoría simplificación de trámites para empresas, la práctica ganadora fue la automatización de los procesos de comercio exterior, del Servicio Nacional de Aduana del Ecuador. En la categoría simplificación de trámites para ciudadanos, la idea premiada fue el registro en línea y asignación del número único de identificación del nacido vivo, que está a cargo del Registro Civil.
Otra categoría fue protección del ambiente y preservación de ecosistemas: la ganadora fue la gestión del patrimonio natural en el Distrito Metropolitano de Quito (Municipio de Quito). Y la cuarta categoría fue acceso a servicios básicos, en la que el premio fue para el programa Aprendamos, una oportunidad para superarnos, del Municipio de Guayaquil.
Adicionalmente se entregó un reconocimiento especial a la Prefectura del Azuay por el proyecto ‘Modelo de innovación social para la soberanía alimentaria y desarrollo económico local’.
‘Prácticas Ejemplares Ecuador’ cuenta con el aval de la organización peruana Ciudadanos Al Día(CAD) y tiene como objetivo ser el espacio para identificar, reconocer y difundir proyectos ejemplares de gestión pública.
En la iniciativa participaron gobiernos autónomos descentralizados, empresas públicas, ministerios, juntas parroquiales y otros organismos.
Camilo Pinzón, de la Corporación Líderes Para Gobernar, participó en la premiación, el pasado 29 de noviembre. Foto: Cortesía
Un bajón en la producción de la industria gráfica se siente desde el año pasado. Según la Asociación de Industriales Gráficos (AIG), el rendimiento de este sector se redujo en un 3%. Y para finales de este año se prevé que se alcance una cifra similar.
El principal factor que impactó a la industria fue la aplicación de las salvaguardias arancelarias. Este mecanismo se implementó en marzo del 2015, con el objetivo de equilibrar la balanza de pagos.
La medida no impulsó al sector gráfico. Incluso impidió que las empresas renovaran su tecnología, señalan representantes de este sector productivo.
Hoy en día, la industria gráfica se divide en tres ramos (ver gráfico). Solo entre Quito y Guayaquil existen alrededor de 9 600 imprentas consideradas pequeñas y medianas empresas (pymes). Estas representan el 95% de la industria; el 5% restante está integrado por compañías grandes.
Como referencia de que la mayor concentración de la industria está en las pymes, la AIG explica que solo en el sector del barrio América, en el centro norte de Quito, se contabilizan cerca de 700 imprentas.
No obstante, por la coyuntura económica del país existen pymes del sector que están cerrando sus operaciones o vendiendo la maquinaria con la que venían trabajando. La AIG afirma que en lo que va del año, unas 200 imprentas pequeñas cerraron operaciones.
Mauricio Miranda, gerente de Prodedim, detalla que el valor agregado de su empresa es afianzar su trabajo de la mano con la tecnología. Esta ventaja competitiva le permitió mantenerse en el mercado, pese a la recesión económica; al apoyarse en la tecnología, ahora produce audiolibros.
Otra táctica de la empresa para generar rentabilidad pese a la coyuntura fue aliarse con socios estratégicos. Por ejemplo, unieron esfuerzos con una firma que realiza la preprensa. La planta de Prodedim está ubicada en el sector El Condado, en el norte de Quito. En el lugar, aproximadamente 16 personas trabajan para el armaje e impresión de libros, folletos, calendarios…
Allí utilizan máquinas que imprimen 75 000 hojas por hora o colocan grapas a los libros. Esta empresa, que nació en enero de 1999, facturó el año pasado USD 650 000 y en el 2014 USD 800 000. Este año tiene la meta de sumar ingresos entre USD 500 000 y 600 000. Sus clientes en el sector privado son 30.
La estrategia de la pyme es elaborar productos personalizados de la mano de tecnología digital. Para lo que queda del 2015 y el próximo año, el sector gráfico tiene un desafío: articularse con la tecnología. La creación de productos como audiolibros, la impresión 3D y la tecnificación de los procesos permitirá ganar competitividad señala la AIG.
Pero la idea también es exportar a gran escala a países como Colombia. Por eso están trabajando con otros gremios para delinear acciones en conjunto.
La industria exportó el año pasado USD 9,2 millones en productos editoriales, libros, etiquetas e impresos. En cartón y papel, se vendió al exterior USD 37,9 millones, según cifras que maneja el gremio gráfico.
Marco Carrión, presidente de la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha (Capeipi), explica que el sector gráfico ha tenido un bajón este año por lo que se han tomado alternativas para ayudar a los empresarios pequeños y medianos.
Una de las acciones que se han realizado es la apertura de una plataforma digital denominada Multicomercio.com, que reúne una serie de empresas, sus productos, sus precios para que los clientes tengan una opción adicional para adquirir sus productos y hacer negocios en línea.
Los consultados coinciden en que existen varias razones para la bajas en el sector. Entre otros mencionan la falta de avances tecnológicos y la innovación, por lo que se han realizado capacitaciones para que los microempresarios mejoren y ofrezcan un trabajo de calidad. “Han cerrado empresas que no innovaron o que no migraron a un modelo de desarrollo tecnológico”, dice Carrión.
Según el titular de Capeipi, el remezón en el sector incluso se ha reflejado en la reducción del número de empresas. Estas se redujeron de unas 150 a 120 entre el 2014 y este año Carrión explica que las pequeñas y medianas empresas de la industria gráfica incluso tuvieron inconvenientes por las normativas que se establecieron para los locales. Entre estas se encuentran los permisos de bomberos, las materias primas poco amigables con el ambiente, la falta de tecnificación, entre otros.
Otra situación que afectó es la compra de útiles escolares en Colombia, aprovechando la devaluación del peso frente al dólar, lo que hizo que el movimiento del sector gráfico baje en agosto, mes en el que se registraba buenos ingresos por este rubro en años anteriores.
Para el empresario, se deben impulsar las compras de productos nacionales para que las pymes puedan levantar sus negocios en el 2017. Por ello realizarán ferias, darán capacitaciones a los miembros de Capeipi e impulsarán un proyecto de ley para potenciar el trabajo de las pymes.
Prodedim lleva 17 años en el mercado de la impresión y armaje de libros. Su planta está ubicada en El Condado, norte de Quito. Foto: Pavel Calahorrano /LÍDERES
Con una caída de ventas durante un año económicamente complejo, pero con importantes proyecciones para el futuro. Así describen los empresarios la situación del sector productor de alimentos de las micro, pequeñas y medianas empresas.
Datos de la Cámara de la Pequeña Industria de Pichincha (Capeipi), gremio que agrupa a 205 socios del sector de alimentos, revelan que la comercialización de alimentos procesados cayó en 15% en lo que va del año frente al mismo período del 2015. Esto ha obligado a los dueños de los negocios a adoptar estrategias para vender su mercadería.
En helados Coqueiros, donde las ventas cayeron 5% entre enero y octubre de este año frente al mismo período del año anterior, les tocó ser “creativos” para seguir comercializando sus productos. Buscaron nuevos clientes y destacan como un acierto el haber colocado sus ‘packs’, desde este año, en supermercados y no solo en tiendas en el país.
Para esta empresa el terremoto de abril pasado fue un impacto. Tras este suceso las ventas cayeron un 50% en Manabí y Esmeraldas, las provincias de más demanda del producto. A todo esto hay que añadir que a escala nacional, según Xavier Bustos, representante de Coqueiros, hay menos circulante en la economía y la población ha reducido gastos en comida y turismo.
Datos de inicios de este año, proporcionados por la Asociación de Empresas Fabricantes de Alimentos y Bebidas (Anfab), muestran que el sector de alimentos, en general, representa el 39% del Producto Interno Bruto de la manufactura no petrolera y genera el 35% de las plazas de empleo también del sector no petrolero.
Entre las actividades que realiza el sector se encuentran las de procesamiento de carnes, de lácteos, de pescados y mariscos, de bebidas, de pastas y panadería, de confites, entre otras. Para Anfab, factores como la introducción del etiquetado nutricional tipo semáforo, la aplicación de salvaguardias e impuestos, así como la situación económica han afectado a la industria.
“El etiquetado frenó el dinamismo y el crecimiento de la industria, afectando a unas categorías más que a otras, como al sector lácteo que descendió el 5,7% en ventas o cereales que disminuyó el 15%. Por otro lado, las salvaguardas han incrementado el costo de varios de los insumos que se traducen en menor utilidad, considerando que ante la situación económica de los consumidores es difícil incrementar los precios”, manifiesta el gremio.
En medio de todo esto las empresas buscan salidas y oportunidades de crecer. En el sector alimenticio de Capeipi, por ejemplo, se está buscando la asociatividad y para ello se creó un consorcio que les permitirá, entre otras cosas, impulsar la exportación. “En primera instancia con la Unión Europea gracias el acuerdo, que ahora nos está dando facilidades”, indica Édison Romo, presidente del sector.
Entre los artículos alimenticios que se podrían enviar están cereales andinos, chocolates, mermeladas, chifles, etc. La idea es que sean artículos con alto valor agregado y que cuenten con certificaciones orgánicas.
Actualmente, el 14% de las empresas del sector de alimentos de la Capeipi exporta. Mientras que a escala general, según la Anfab, la manufactura de alimentos es un sector que exporta alrededor de USD 3 000 millones al año.
Silvia Terán, dueña de Toltequitos, empresa que fabrica tortillas de maíz, nachos, etc., explica que apunta a la exportación. “Quizá con el acuerdo con la Unión Europea se den más facilidades (…) quisiéramos exportar a la UE; EE.UU. y otros destinos. Tenemos contactos con varios mercados, con algunos países. Es una cuestión de tiempo y paciencia”.
Aunque no detalla el monto, la emprendedora explica que en este año su producción y ventas han disminuido. Atribuye esta situación la condición económica y a los impactos del terremoto. Agrega que la demanda de clientes, dependiendo del caso, se redujo hasta en la mitad. Un caso particular es el de un hotel de Quito que dejó de comprarle sus nachos debido a que tuvo que cerrar su restaurante este año.
Por esta razón es que la empresa ha desarrollado la estrategia de buscar más clientes para seguir colocando su producto. Hasta fin de año no van a realizar una inversión porque ya lo hicieron antes del terremoto. “Proyectándonos para un crecimiento fuerte, en maquinaria. Más o menos fue de USD 100 000 (…) tenemos como sea que pagar la deuda porque fue un apoyo de Corpei”.
Otras empresas tuvieron mejor desempeño. En la productora de carnes y embutidos Macafri, en el 2015 frente al 2014 la reducción de las ventas fue de 13% y en 2016 frente al año pasado el incremento es de 10%, pero aun no logran alcanzar los niveles del 2014.
Esta empresa desarrolló estrategias para seguir colocando su producto. Por ejemplo, abrió dos puntos de venta, uno ubicado en la planta de producción en la zona de Monteserrín y otro en el sector de la Rumiñahui, en el norte.
Allí dan facilidades a los consumidores como la venta de carnes fileteadas, así como también la entrega a domicilio.
Algunos detalles Consorcio. Un total de 11 empresas se encuentran en el consorcio de la Capeipi. Estas se dedican a la producción de cereales de quinua, chocolates, chifles, cárnicos, empaque de productos, maquinaria, entre otros. Para el desarrollo de la misma han recibido el apoyo de la Corporación Andina de Fomento (CAF). Capeipi. El sector alimenticio de este gremio factura al año USD 150 millones. El dato de producción en volumen no existe de forma consolidada porque la fabricación difiere según el tipo de producto. Requerimientos. Luego de una visita del presidente Rafael Correa al gremio este logró que el Estado entregue USD 40 millones para crédito a las pymes de Capeipi. Los fondos los entregará la Corporación Financiera Nacional (CFN) y, según Romo, ya se están recogiendo las solicitudes para acceder a los préstamos. Desarrollo. Romo explicó que con el acuerdo con la UE es necesario que las empresas se vuelvan más competitivas frente a los artículos europeos.
Tres generaciones levantaron este negocio
Tres generaciones han impulsado este negocio familiar que nació en el cantón Montalvo, en la provincia de Los Ríos, hace 40 años. Un pequeño molino para descascarar el arroz se convirtió, en el transcurso de esas cuatro décadas, en una empresa que compite en el mercado nacional en la venta de arroz procesado.
Corporación Santa Ana, cuya planta se ubica en el kilómetro 1,5 de la vía Montalvo-Babahoyo, evolucionó primero desde aquel pequeño molino a una piladora de arroz, una de las primeras que se instalaron en la provincia. La iniciativa provino de la ambateña Ana Álvarez, quien a los 35 años de edad se instaló en la ciudad de Montalvo, en busca de nuevas oportunidades. Lo hizo junto a su esposo, Wilfrido Gaibor.
La piladora se abastecía de sus propios sembríos y del arroz que ya empezaba a adquirir a los campesinos de la zona. “Resultó de gran ayuda para los arroceros, porque en aquel entonces era complicado para ellos ir a vender directamente a Guayaquil”, menciona Gabriela Vargas, nieta de la fundadora de la empresa y actual gerenta comercial.
En 1990, la empresa familiar adquirió su primera piladora, con un crédito bancario. Tras el fallecimiento del esposo de la fundadora, las dos hijas del matrimonio, Patricia y Lady Gaibor, ingresaron a formar parte del negocio más activamente. “Con el tiempo incrementamos los silos y las piladoras, para servir a más productores de la provincia”, cuenta Patricia Gaibor. Paralelamente, la empresa invirtió en la adquisición de más tierras, a medida que la producción del arroz mejoraba en Los Ríos, debido a un incremento de los rendimientos y la tecnificación de las tierras en la zona.
En el 2002, la empresa dio un pasó adelante y se constituyó en Corporación Santa Ana. El negocio empezó también a diversificarse; en ese proceso se comenzó a incorporar valor agregado al arroz pilado, como por ejemplo el arroz envejecido. Vargas, hija de Patricia, menciona que dentro de ese proceso de ampliación llegaron nuevas inversiones, como la compra de un seleccionador óptico que les permitió determinar el grado de pureza del arroz; y la implementación de equipos para el proceso de envejecimiento rápido de la gramínea. La empresa riosense también participó en el 2005 como proveedora en el Programa Mundial de Alimentos.
En el camino, la firma familiar ha enfrentado dificultades, como el ingreso ilegal de arroz peruano. “La entrada de arroz de contrabando ha significado una competencia desleal, tanto para los productores como para las piladoras”, explica Jorge Garaycoa, dirigente arrocero de la zona de Daule (Guayas).
Hoy en día, Corporación Santa Ana comercializa arroz en presentaciones de 45 kg y 25 kg. Sus clientes son los comercios mayoristas en cuatro ciudades de la Sierra y en Guayaquil. También vende su arroz pilado como marca blanca para otras compañías, aunque el 85% de su producción sigue comercializándose con su propia marca. Stalin Vargas, gerente de la compañía, dice que las inversiones seguirán el próximo año. “Proyectamos comprar dos silos más en el 2017, con una capacidad de más de 30 000 sacos de arroz cada uno”. La compañía posee 1 200 hectáreas de tierras en dos cantones de Los Ríos y en Guayaquil. En ellas producen arroz y maíz.
Macafri es una empresa productora de cárnicos y embutidos. Este año ha desarrollado estrategias como los puntos de venta. Foto: Patricio Terán /LÍDERES
El bajón de la economía en este año también impactó a las pymes que desarrollan software. Desde enero hasta la fecha, el segmento se redujo en un 72%, frente a igual período del año pasado, según Andrés Burbano de Lara, presidente del Directorio de la Asociación Ecuatoriana de Software (Aesoft).
El principal factor para la reducción del segmento se debe al modelo económico del país implementado en los últimos años, que dejó de ser rentable.
Burbano de Lara explica que este modelo -durante el 2013- permitió que el Estado sea el principal cliente de las empresas de software. Sin embargo, desde el año pasado, la recesión económica limitó a que las empresas públicas adquieran estos sistemas y esto afectó a los negocios.
Por ejemplo, según la Aesoft, la contratación de software en el sector público se redujo en el 2015 en un 24%; y se prevé una cifra similar hasta fines de diciembre de este año. Mientras que en el ámbito privado se contrajo en un 5%.
Estos resultados también llevaron a que el nivel de facturación se reduzca. Entre el 2015 y 2014, cayó en un 9% y por ahora la Aesoft está haciendo cálculos para determinar el bajón en ventas en este 2016.
Este escenario derivó en que algunas pymes paralizaran el desarrollo de software; 30 empresas de 450 cerraron operaciones, asegura Burbano de Lara.
En tema de empleo, el sector de software, conformado en su mayoría por empresas pequeñas, generaba hasta el 2015 unos 14 000 empleos directos; no obstante, la recesión también llevó a despidos, aunque el titular de la Aesoft no precisó cifras: “Estamos elaborando encuestas con las empresas del gremio para determinar cuántas plazas de trabajo se perdieron”.
Édgar Maigua es el gerente general de la empresa Nimbus. Esta pyme desarrolló una plataforma para la compra en línea de pasajes de transporte interprovincial. Su representante señala que de enero a noviembre de este año sus ventas se redujeron un 25%, comparadas con el mismo período del 2015.
La razón, dice Maigua, es que sus principales clientes privados ante la falta de liquidez recortaron presupuesto, por lo que se limitó la compra de software.
Esto afectó a la compañía no solo en ventas sino también en empleo. Este año recortaron tres plazas de trabajo. De 16 empleados se quedó con 13.
Pese al escenario negativo, Maigua señala que aplican estrategias para ganar nuevos clientes. Por ejemplo, a escala nacional, están en la búsqueda de nuevos clientes que opten por contratar software a la medida. Y para el próximo 2017 invertirán aproximadamente USD 300 000 para el diseño de un software para el sector de comercio exterior. Pablo Pazmiño e Ignacio Freile, fundadores de la empresa Idukay -que elabora software para sistemas educativos- tuvieron un crecimiento en portafolio de clientes gracias a su enfoque en establecimientos privados. Por ejemplo, el año pasado ofrecían sus servicios a ocho instituciones educativas y hoy llegan a alrededor de 60, según indica Pazmiño.
Aunque en un principio Idukay sí sintió el impacto de la contracción económica, las estrategias implementadas les permitió expandir su programa. Este ejercicio será replicado el próximo año, con miras a mantener nuevos proyectos en colegios.
El próximo año será más complejo según la Aesoft. Esto porque aunque durante el 2016 habían proyectos rezagados o pagos retrasados por parte del Estado, para el 2017 en cambio no se generaron nuevos contratos. Además, en el sector privado también se espera pocas compras.
Ante esto, la Aesoft trabaja en proyecto de ley de políticas públicas para presentar al presidente electo en mayo del 2017. En el documento se recogen temas laborales, fuentes de financiamientos para proyectos y conformación de nuevas empresas, incentivos tributarios, entre otros.
No obstante, no todo es malo para este sector. Firmas locales exportan sus sistemas a otros mercados regionales.
Daniel Legarda, presidente Ejecutivo de Fedexpor, señala que unas 15 empresas locales exportan software de inteligencia de negocios, CRM (programa para información de clientes) y más.
Entre los destinos que se exportan están Colombia, Chile, México, España y EE.UU. Una de esas firmas ha sido Bayteq, empresa quiteña que exporta software desde hace ocho años. Mauricio Bayas, gerente general de la empresa tecnológica, comenta que exportan servicios como desarrollo de aplicaciones móviles, motores de reglas de negocios, sistemas transaccionales para procesamiento de recargas electrónicas, y más.
Entre sus mercados están EE.UU., México, Panamá, Costa Rica, España y más. Para el gerente de Bayteq, la época de contracción económica la han enfrentado con innovación. En el mercado local han desarrollado plataformas para entidades bancarias. “Nuestro balance de tener clientes en el exterior y locales nos ayuda, pero sí se ha sentido (la recesión), añade Bayas. Ahora el sector continúa con sus desarrollos.
El Grupo Scanner, ubicado en Santo Domingo, es una empresa de seguridad privada que elabora su propio software. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES