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  • En la oficina cuencana se saborea los ‘snacks’ de Lunch

    Redacción Cuenca

    Quesos, pernil, salami, tocino, pavo, jamón, verduras, champiñones, aceitunas y otros ingredientes, son los protagonistas de la cocina del emprendimiento Lunch.

    Esta iniciativa oferta sánduches, ensaladas, postres y bocaditos a domicilio en la capital azuaya y su facturación bordea USD 1 800 al mes.

    En el 2010, Sandra Guevara decidió que su pasión por la cocina debía ser rentable. De sus ahorros tomó USD 4 500 para adquirir un mesón de acero inoxidable, un horno semiindustrial e implementos para preparar alimentos. Al inicio Guevara trabajaba sola.

    Desde su casa preparaba los bocaditos, emparedados y otros platos bajo pedido y su facturación era de USD 600 al mes.

    Guevara identificó una oportunidad de negocio al ver que a las 11:00 los empleados de empresas salían de sus oficinas a comer un ‘snack’ antes del almuerzo. Por esa razón, desde este año contrató dos colaboradores para que recorran el Centro Histórico de Cuenca con unas maletas, donde se identifica el logo de Lunch.

    Karina Vintimilla trabaja en una entidad bancaria y sabe a qué hora pasa el colaborador de lunch con los sánduches. Disfruta más los elaborados con pernil, aunque también compra de jamón y salami.

    Lunch también ofrece menús quincenales y mensuales, según requiera el cliente, explica Guevara. La idea es que los empleados de oficinas que estén ocupados no salgan de su oficina y “tengan acceso a comida saludable”.

    Para Miguel Sánchez, consultor publicitario, esta opción es atractiva, porque llegan hasta la oficina. Además, hay alternativas variadas para comer.

    Sánchez ordena las ensaladas y empanadas de carne y destaca la calidad de los ingredientes y la preparación. “Es comida gourmet a precios razonables”.

    Guevara comercializa las empanadas en USD 1, los sánduches en 1,5 y las ensaladas en 2, de acuerdo con los ingredientes que utilice cada plato.

    También oferta servicio de catering para empresas y hogares. Prepara dulces, bocaditos de sal, minisánduches, crepés, desayunos, cenas…

    Guevara ha experimentado distintas vinagretas para las ensaladas que oferta. Tiene de yogur natural con albahaca, romero, entre otras hierbas. También, vinagre balsámico, aceite de oliva, especias…

    El perfil del consumidor de los ‘snacks’ de Lunch son mujeres y hombres por igual entre 20 y 60 años que trabajan en oficinas. Para Guevara, atender la demanda en empresas es lo que ha impulsado su negocio. Por ahora cubre el centro de la urbe, pero desde noviembre tiene previsto extenderse hacia el sur donde hay compañías que demandan sus productos.

    Carla Villacís conoció las empanadas de carne de Lunch. Le llamó la atención el empaque colorido y el sabor.

  • La figura se cuida con un muro de escalar

    Redacción Cuenca

    Un muro para escalar con 12 líneas o caminos, cada uno con un propósito. Una línea para adelgazar, otra para tonificar los músculos, una tercera para ejercicios cardiovasculares. También hay una de escalada semiprofesional, profesional o para niños (entre cinco y ocho años). Esta es la oferta de la microempresa Cuenca Climbing Center más conocida como C-TRES.

    Esta iniciativa surgió a finales del 2011 y ahora recibe unos 60 clientes fijos mensuales; sus ventas bordean los USD 3 000 por mes. Para su propietario, Daniel Durán, escalar es una pasión. Por esa razón, instaló un espacio para que los cuencanos practiquen esta actividad.

    Él identificó que, en la capital azuaya, mujeres y hombres están pendientes de su salud y buscan hacer ejercicio. Por esa razón, instaló un muro con diferentes tipos de agarre e inclinación para que los escaladores seleccionen la actividad, según sus necesidades.

    La inversión inicial para la instalación del muro fue de USD 120 000 que Durán obtuvo de ahorros y un préstamo familiar. Con ese dinero arrendó un espacio de 250 m², adquirió arneses, cuerdas, diferentes tipos de agarres (una suerte de piedras artificiales que se instalan en la pared), entre otros implementos que se colocan en el muro.

    Este emprendimiento cuenta con cuatro empleados.

    Durán indica que cuando empezó el negocio tenía más afluencia de clientes, pero no eran constantes. Ahora tiene una cartera de clientes fijos y sus ingresos son estables.

    Claudia Burbano es clienta de C-TRES y destaca la diversidad de los muros que permiten desde quemar calorías hasta aprender a escalar de forma profesional. “Llevo cuatro meses practicando este deporte y he rebajado ocho libras. Además, he tonificado los músculos y lo más importante es que me divierto”.

    Burbano también destaca el carácter de los instructores que son pacientes y animan a los clientes para que exploren diferentes caminos de escalar.

    Durán publicita su negocio en Facebook y organiza competencias para motivar. “Los eventos son una forma de promoción, ya que la gente se anima a practicar este deporte”.

    Camilo Duarte conoció este muro de escalar en junio pasado, por una amiga. Confiesa que no le atraía este deporte, pero ensayó y le gustó. “Procuro ir dos veces a la semana. Físicamente me siento con más energía, por lo que quiero continuar practicando esta actividad”.

    C-TRES también tiene una cafetería para que los clientes coman un ‘snack’. Allí oferta hamburguesas, sánduches, batidos, jugos, postres, etc. El precio promedio de cada plato bordea los USD 3. También hay una tienda con ropa especializada para escalar, donde los nuevos clientes pueden adquirir los zapatos, camisetas, entre otros implementos.

    Durán señala que de cada 10 clientes que visitan el lugar, seis se quedan, “porque es un deporte adictivo”.

  • En las redes sociales se halla su mercado

    Redacción Cuenca

    Tres jóvenes que conocían sobre relaciones públicas y que tenían conocimiento en redes sociales se reunieron para desarrollar un emprendimiento: ese es el origen de Relaciones Públicas Digitales (RPD), en Cuenca.

    El objetivo de esta iniciativa es manejar las cuentas de empresas y organizaciones en Twitter, Facebook, Google + y otras redes. Su valor agregado, dice la gerenta de esta iniciativa, Johanna Heredia, es promover conversaciones digitales con los seguidores de las marcas, responder dudas, resolver crisis que se presentan en estos espacios y generar un vínculo entre la marca y el consumidor. La facturación de este negocio bordea en la actualidad los USD 8 000 al mes.

    La iniciativa surgió en mayo del 2011 y trabajaban los tres socios: Heredia, Verónica Vázquez y Manuel Vega (quien ya dejó el emprendimiento).

    La inversión inicial fue el ‘know how’ (conocimiento) de los gestores de la microempresa. Cada uno usaba su computadora personal para hacer un seguimiento de las cuentas e interactuar con los usuarios. En la actualidad, en RPD trabajan ocho personas que atienden 23 cuentas corporativas.

    Uno de sus clientes es el Consejo de Seguridad Ciudadana. La coordinadora de Comunicación de esta entidad, Pilar Gutiérrez, explica que contrataron los servicios de RPD hace un año y renovaron el contrato, porque su trabajo es excelente. «Esta firma maneja bien las audiencias, contesta cualquier inquietud y es muy profesional en su comportamiento en las redes sociales».

    Heredia reconoce que de cada experiencia se aprende. Por ejemplo, cuando una firma recibe comentarios negativos, esta comunicadora y sus colaboradores recogen la información y elaboran manuales de crisis para sus clientes.

    Esa personalización de cada cuenta es lo que destaca el jefe de Marketing de Papa John’s Ecuador, Francisco del Castillo. Él indica que contrataron los servicios de RPD en julio del 2011 y destaca la actitud dinámica, porque RPD promueve la conversación con los más de 39 000 seguidores que tiene esta pizzería, con sede en Quito, en Facebook.

    Para la directora de Marketing de la Corporación Mucho Mejor Ecuador, Mónica Malo, el objetivo de contratar los servicios de RPD es dar a conocer su labor a jóvenes entre 18 y 24 años que son quienes están más atentos al comportamiento de las redes sociales y «su estrategia comunicacional ha funcionado». Malo está satisfecha con el trabajo y dinamismo de esta empresa cuencana.

    Herramientas como YouTube, Instagram, Blogs… son claves en la dinámica de RPD, para dar a conocer la labor de sus clientes. Con galerías fotográficas y audios de los gerentes conectan a sus clientes con los usuarios de redes sociales. «Así se construye una relación con el consumidor y se genera un posicionamiento de marca», dice Heredia.

  • En Uzhupud, el turismo vivencial es su valor agregado

    Ivanna Zauzich Redacción Cuenca / LÍDERES

    Uzhupud significa pampa de ají, en quichua y cañari, dos lenguas indígenas. Este es el nombre que recibe una hacienda turística ubicada en 10 hectáreas en el cantón Paute (provincia del Azuay). Allí, los huéspedes pueden recoger huevos de gallina, ordeñar vacas y tomar su leche, cosechar hortalizas y frutas orgánicas. También hay piscina, sauna, turco, discoteca con karaoke, entre otras atracciones. En el 2012 su facturación bordeó los USD 940 000.

    La historia de este centro turístico se remonta a 1870, cuando la familia Vintimilla Muñoz compró este terreno donde se cultivaba ají. A ese lugar lo convirtieron en un espacio recreativo, en el que también se sembró caña de azúcar, papa, manzana, toronja, mandarina, etc. Cornelio Vintimilla usó esos cultivos, entre 1949 y 1969, para producir licores como: vodka, gin, whisky, brandy… que fueron comercializados con patentes de marcas de Francia, Rusia…, recuerda la gerenta General de Uzhupud, Claudia Vázquez.

    En el 2004, los herederos de esta familia convirtieron su legado en la Hostería Uzhupud, para mostrar al turista cómo se vivía en antaño. En ese año, la facturación bordeó USD 515 000 y trabajaban 35 personas. Siete años después, los propietarios invirtieron USD 1,5 millones en la remodelación para mejorar su infraestructura. En la actualidad cuenta con 62 habitaciones con baño privado, canchas deportivas, un centro de convenciones para 250 personas, restaurante, bar, cafetería, entre otras atracciones.

    Para Mariano Proaño, uno de sus clientes, Uzhupud presta un servicio notable y diferente a otros sitios de alojamiento en el sur del país. «Los colaboradores comprenden lo que es servicio al cliente y no dejan detalles al azar. Es admirable la organización y buena actitud».

    Una de las fortalezas de Uzhupud, dice su gerente de Operaciones, Fernando Castro, son los eventos corporativos. Pueden ser almuerzos, talleres de ocho horas o durante el fin de semana. Para María Augusta Romero, del área de Marketing y Organización de Eventos de Importadora Tomebamba (Cuenca), este es un lugar recomendado para citas empresariales. Hace tres semanas, recuerda Romero, se realizó un encuentro de Toyota del Ecuador. «El servicio, la puntualidad y la comida fueron excelentes y se preocuparon por cada detalle».

    Ese testimonio tiene sentido al ver que del total de los ingresos de esta empresa, el 60% representa la atención al segmento corporativo, explica Castro. Los eventos más comunes son talleres de capacitación, presentación de productos, convenciones de ventas. Asimismo, se realizan eventos sociales, con la atención de los 41 colaboradores.

    La gastronomía es un eje clave en Uzhupud, que oferta comida tradicional cuencana e internacional. Para Carolina Méndez, una clienta del restaurante, la comida es deliciosa y existe un servicio personalizado. Esta cuencana destaca los jardines, naturaleza, árboles frutales y animales de granja que «desconectan al turista del ruido de la ciudad».

    Claudia Vázquez señala que una de las estrategias este año fue abrir la casa Destino Uzhupud en el Centro de Cuenca. También tiene servicio de transporte para llevar a los clientes a la hostería desde Cuenca a Paute y de regreso.

    Las instalaciones

    La decoración. El concepto de decoración en la hacienda es hotel boutique. Hay suites de lujo con cocina y sala.

    Otros servicios.  En el establecimiento se ofrece hidromasaje, sauna, masajes, baño de vapor; además de canchas de tenis, fútbol y voleibol.

  • Joyas con tela y concha se tejen en Cuenca

    Redacción Cuenca

    Plata, algodón, lana, concha de spondylus o de nácar, piedras semipreciosas y paja toquilla son parte de la materia prima que utiliza Tania Francisca Tapia para diseñar sus joyas. Además, las comercializa con su nombre.

    Con esta iniciativa factura cerca de USD 5 000 al mes (promedio) y ha llevado sus productos a ferias en Fráncfort (Alemania), Jerusalén (Israel), Buenos Aires (Argentina) y Santiago (Chile).

    Tapia se graduó en 1995 en Diseño de Objetos, en la Universidad del Azuay, y cuatro años más tarde se especializó en técnicas de grabado y repujado en metales en la Escuela de Arte de la Medalla en Roma (Italia).

    Ese mismo año, en 1999, invirtió unos 100 millones de sucres (cuando un dólar costaba 25 000 sucres; es decir, unos USD 4 000 al cambio de ese entonces).

    Con ese dinero compró motores de joyería, estructuras para lijar, limas, gomas para pulir, laminadoras, entre otros equipos. Su facturación bordeaba los USD 300 al mes y ella era la única empleada del emprendimiento.

    Su trabajo tuvo acogida desde el principio, gracias al apoyo del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (Cidap), explica Tapia. A ese centro llegaban misiones comerciales y diplomáticas, para ver la calidad de la artesanía que se elaboraba en el mercado nacional.

    Para Claudio Malo, ex director del Cidap, el trabajo de Tapia está bien logrado, porque fusiona técnicas, materiales y colores. “Esta cuencana es un ejemplo de superación y sus piezas reflejan su dedicación al trabajo artesanal”.

    Por esa entrega que destaca Malo, esta emprendedora fue invitada, en el 2001, a exponer sus productos en la Embajada Ecuatoriana en Washington, donde mostró la calidad de la artesanía cuencana.

    Asimismo, diseñó joyas para las candidatas de Rusia, EE.UU., Uruguay y otras siete representantes en el Miss Universo que se realizó en el 2004 en Ecuador.

    La asesora de modas Daniela Rivas explica que el éxito de Tapia se debe a la capacidad creativa y de reinvención de sus piezas. “No es casualidad que sus productos sean cotizados en el exterior”.

    El año pasado, Tapia visitó Nueva Delhi (India), dice Diana Sojos, representante ante el Consejo Mundial de Artesanías de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). “Mostró la calidad del producto ecuatoriano”.

    Las piezas de la boutique Tania Francisca cuestan entre USD 7 y 500, según la elaboración y materiales que utilice. Una de sus clientas, Claudia Vintimilla, adquiere estas piezas para acompañar vestidos de coctel o prendas casuales. “Me gustan, porque sus collares, pulseras y aretes resaltan el vestuario”. Sus productos son coloridos y originales y no tienen nada que envidiar a joyeros europeos.

    El local Tania Francisca exhibe sus piezas en La Esquina de las Artes, desde el 2010, y cuenta con dos empleados.

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  • Una iniciativa que moldea el chocolate

    Redacción Cuenca

    Fichas de ajedrez, naipes, discos, cofres, portaretratos, sombreros, tazas y balones de fútbol, todos elaborados en chocolate, son la oferta de Moras Chocolate Factory.

    Su propietaria, Daniela Mora, tiene más de 3 000 moldes para elaborar figuras en este dulce. Además, oferta bombones de chocolate rellenos con menta, maracuyá, macadamia, nuez, durazno, cerezas y otros 30 sabores. La facturación de esta iniciativa bordea los USD 2 000 mensuales.

    El negocio se inició en el 2006, cuando la tía de Daniela, Susana Mora, desarrolló este emprendimiento al haber sido una apasionada del arte chocolatero. Cuatro años después le vendió el negocio a Daniela con vitrinas, muebles y el ‘know how’ para preparar los bombones. La cantidad: USD 30 000.

    El reto de la nueva propietaria fue dar un giro al negocio para así destacarse en el mercado. Esta cuencana optó en moldear cualquier objeto en chocolate.

    Para ello adquirió moldes en forma de zapatos, estetoscopios, teléfonos, vasos, libros, placas…. En el 2010, Daniela facturaba unos USD 1 000 al mes, y al igual que hoy, era la única empleada.

    En un rincón del local de Moras Chocolate Factory hay 40 rollos de cintas de colores para decorar las cajas corrugadas, lisas o estampadas, así como globos y otros tipos de empaques en los que envuelve los chocolates.

    Para Clara Crespo, cliente suya, el valor agregado de este negocio es la diligencia con la que Daniela atiende a los consumidores. “Si el cliente quiere una caja de chocolates blancos rellenos con galleta y añadir un corazón de chocolate semi amargo con un mensaje, ella lo hace”.

    Algo similar opina Andrea García, quien disfruta la creatividad y sabor del chocolate que se oferta en este local. “Se encuentra desde una aguja hasta un balón en chocolate, y es un lugar adecuado para hallar obsequios para los seres queridos”.

    Lo que más disfruta Daniela es conocer con su servicio a parejas de novios que se regalan chocolates, y que luego le encargan la preparación de dulces para la boda o el baby shower. De esa forma acompaña a sus clientes en momentos importantes.

    Nelson Campoverde, otro cliente, prefiere los bombones rellenos de frutas. Le gusta la calidad del chocolate, la variedad de sabores y el servicio al cliente.

    Moras Chocolate Factory oferta también arreglos de frutas, tortas, bocaditos, dulces, entre otros productos. Para Daniela, lo importante es atender íntegramente los eventos y evitar que sus clientes busquen productos en diferentes locales. Por eso afirma, “mi especialidad es encargarme de la parte dulce de las festividades”.

    Precios y oferta

    Los precios. Hay chocolates desde los USD 0,50 hasta USD 60, según el peso. La caja y cintas no se cobran, sino que vienen con el producto.
    Los regalos. De acuerdo con el número, los chocolates se empacan en cajas según el gusto del cliente. Hay cajas desde cuatro hasta 200 chocolates. También hay globos y otros empaques para los chocolates.

  • En sus diseños solo se acepta a la totora

    Ivanna Zauzich / Redacción Cuenca

    En el lago Titicaca, en Perú, una etnia indígena llamada Uros habita en islas flotantes construidas con totora. Esta es una planta que crece en pantanos y después de ser secada al sol se asemeja a palos de madera, que miden entre uno y tres metros de largo, con los que esta comunidad peruana edifica chozas, construye barcos o teje esteras y hamacas…

    Con este material, en Cuenca, Juan Fernando Hidalgo diseña sofás, sillas, cavas de vino, lámparas, mesas, alfombras, etc. Sus productos se comercializan en Holanda, Francia, Italia, Grecia, Albania… El precio de un mueble de totora bordea los USD 1 000, por el trabajo y diseño que tiene cada pieza. Sin embargo, este cuencano aspira a masificar la venta de este producto en el país y por eso desarrolló una línea de tapetes de baño, individuales, bandejas, entre otros productos, que bordean los USD 30.

    A simple vista, la textura de un diván o puff elaborado con totora parece áspera. No obstante, al tocarla, esta fibra se acomoda al cuerpo y se siente suave como un cojín relleno de algodón.

    La iniciativa de usar esta planta surgió cuando Hidalgo estudiaba arquitectura en la Universidad de Cuenca y en una investigación de fibras naturales descubrió cómo viven los Uros y la versatilidad de la materia prima que utilizan. A tal punto llamó su atención que su tesis fue sobre la industrialización del uso de la totora.

    Él identificó que esta planta crece en las provincias de la Sierra norte del país y en el 2008 invirtió USD 1 500 en prensas, sierras y otras maquinarias para iniciar la producción de muebles.

    Sus sofás y divanes se exhiben en una galería de diseño en Culemborg, Holanda. Al ingresar a la web de ese ‘show room’ (www.unseenproducts.com) con el ícono de productos se despliegan los diseños con el nombre de este cuencano.

    Mirella Di Stefano, diseñadora italiana, conoció estas creaciones. Para ella, la trayectoria de Hidalgo es impecable, porque sus piezas se ajustan a casas o departamentos en la ciudad, playa o campo. “Su trabajo es una recuperación de las tradiciones indígenas con un toque moderno”.

    Para exhibir en vitrinas internacionales, él tuvo ayuda ecuatoriana. En el 2008, Hidalgo se alió con La Galería Cleydia S.A. que comercializa muebles y accesorios en Quito y Guayaquil. Además, tiene distribuidores en EE.UU., Canadá, Panamá, Nueva Zelanda y Australia, explica el vicepresidente de esa firma, Eduardo Durán.

    Además de abrirse mercado mediante esta alianza, por una convocatoria organizada por la Corporación de Promoción de Exportaciones (Corpei), este arquitecto y Durán participaron en el 2009 y 2010, en la feria Maison et Objet (casa y objeto, por su traducción al francés) en París. Allí dieron a conocer sus creaciones y comercializaron piezas que fueron vendidas en Atenas (Grecia), Burdeos (Francia), entre otras localidades europeas.

    Esa proyección no es coincidencia, sino los frutos de un diseño innovador, vanguardista y ecosustentable, dice Adriana Carrasco, quien es diseñadora y adquirió estos muebles. “Es una propuesta interesante que se basa en lo natural con un trabajo contemporáneo”.

    El año pasado, este emprendedor de 30 años estudió una maestría en Arquitectura Sostenible en la Universidad de Bolonia, en Italia. Con esa formación reafirmó su convencimiento por el trabajo con la totora. Los beneficios del material, explica, es que crece en seis meses, es abundante, absorbente, durable y resistente a las polillas. “Los Uros llevan más de 500 años usando este material que les ha funcionado para edificar su cultura. Podemos seguir su ejemplo”.

  • La sazón manabita se moviliza en cuenca

    Redacción Cuenca

    La herencia de Diego Jaramillo, por parte de su abuela Blanca Carvallo, fue la receta para elaborar empanadas de verde con sazón manabita.

    En el 2010, este cuencano y su esposa Gabriela Tamayo iniciaron el emprendimiento Empanadas de Verde, que oferta esta preparación rellena de queso o carne con tres variedades de ají. Sus ventas promedian los USD 800 mensuales.

    Jaramillo recuerda que desde el 2007, junto a Tamayo, preparaba las empanadas de verde en su casa y los comensales “se asombraban con el sabor”. Esa admiración se volvió recurrente, por lo que esta pareja invirtió USD 400 para adquirir implementos de acero inoxidable y un ‘carrito’ para vender este producto en diferentes puntos en el sur de Cuenca.

    Jaramillo identificó que aunque en la capital azuaya sí existían negocios que ofertaban las empanadas de verde, en algunos faltaba formalidad. Por esa razón se concentró en el mercado de su negocio: desarrolló un logo, que imprimió en servilletas, papelería, uniformes de trabajo, entre otros artículos. También, contrató a una persona para atender el negocio. Al inicio, las ventas bordeaban los USD 300 al mes.

    En julio del 2011, Jaramillo y Tamayo abrieron un local en la zona de San Roque (centro de Cuenca), que mantuvieron durante más de un año. Pero, no funcionó. La pareja cree que quizá se debe a que las empanadas son “para llevar o ir comiendo en el camino”, por esa razón funciona mejor venderlas en el ‘carrito’.

    Para Sofía Chica, no importa cómo o dónde se comercializan estas empanadas mientras sean de esta firma. Esta guayaquileña destaca el sabor, textura crujiente, calidad y la atención. “Mis preferidas son las empanadas rellenas de queso”.

    Carlos Serrano es otro cliente. Según él, los tres tipos de ají (encebollado, jalapeño y salsa de chile) atraen al cliente. Este cuencano indica que los lugares donde ha comido este producto cambian el sabor, tamaño, ají… “He comido en este lugar por más de un año y los estándares en el sabor y calidad se mantienen”.

    Jaramillo dice que aunque el plátano verde casi ha duplicado su precio desde el 2010, su receta no modifica los ingredientes, para fidelizar a sus clientes.

    En la av. Remigio Crespo, durante las mañanas, Tamayo produce las empanadas que pueden ser hasta unas 50 al día, según la temporada. Desde las 16:00 hasta las 19:00, de lunes a viernes, Danny Villalta, el colaborador de Empanadas de Verde, las comercializa.

    Jaramillo indica que este año diversificarán la oferta. Venderán sánduches de pernil en otro ‘carrito’, con otro logo y colores distintos. “La idea es mantenerse en el negocio comercializando productos preparados con calidad”.

  • Las cirugías se transmiten por la red a 12 facultades de Medicina

    Ivanna Zauzich / Redacción Cuenca

    Una cirugía que se realiza en el Hospital Vicente Corral Moscoso de Cuenca se transmite, en directo, a 12 facultades de Medicina del país que pertenecen a la Red Nacional de Investigación y Educación del Ecuador (Cedia).

    Esta iniciativa fue desarrollada por el Centro de Investigación, Desarrollo e Innovación (IDI) de la Facultad de Ingeniería, de la Universidad de Cuenca. El equipo lo conforman Villie Morocho, como director de Investigación, Tatiana Muñoz, Yesenia Cabrera y Rosario Achig.

    Morocho relata que el proceso tuvo varias fases. En el 2008, los directivos del Hospital Vicente Corral adquirieron tres cámaras de video (panorámica, con un brazo giratorio y laparoscópica), entre otros equipos para grabar las cirugías.

    “Esa inversión bordeó los USD 400 000 y sin esos equipos no se hubiera podido desarrollar la siguiente fase. Es decir, crear la tecnología para transmitir audio y video a través de la red”, dice el Director de Proyectos del IDI.

    En septiembre del 2011, Morocho y su equipo plantearon el proyecto al Cedia y obtuvieron un financiamiento de USD 30 000 para desarrollar una plataforma de interconexión con la sala de cirugía y la red (una suerte de videochat), un sistema para integrar el audio al sonido y otro para capturar las imágenes.

    Achig indica que las operaciones “pueden transmitirse a escala internacional, solo se requiere que otras universidades se adhieran a la red de Cedia”.

    Al hablar sobre el funcionamiento del sistema, Cabrera explica que es sencillo. El primer paso es que el paciente firme un documento en el que permita que su cirugía sea grabada. Eso sí, “durante la operación no se filma el rostro, ni se revelan sus datos por confidencialidad”. Solo se da información respecto de la condición clínica del paciente.

    El segundo paso, dice Cabrera, es que los estudiantes de las 12 facultades de Medicina de la Cedia abran una cuenta en la página de la institución educativa, en la que ingresan su nombre, correo electrónico y una clave. De esa forma acceden a la operación desde la intranet que integra a estas universidades.

    Para Gerardo Feicán, médico del Hospital Vicente Corral, esta tecnología es positiva porque los estudiantes aprenden de una manera práctica. Esto, sin asistir a la cirugía, que es difícil de planificar por el espacio limitado y la asepsia que hay que manejar en esos lugares.

    En octubre pasado se transmitieron dos cirugías a través de este mecanismo. Uno de los espectadores fue Eduardo Fernández, docente Investigador de la Universidad Regional Autónoma de los Andes (Uniandes), con sede en Ambato.

    Para este catedrático, esa herramienta tecnológica está orientada a mejorar el proceso educativo y formación de los estudiantes de Medicina. “Es increíble ver la operación y preguntar a los médicos, a través del videochat, mientras operan”, dice Fernández.

    Algo similar opina Ángel Tenesaca, coordinador de Investigación del área de posgrados de Cirugía de la Universidad de Cuenca. Él destaca el trabajo del equipo del IDI, que utilizó las Tecnologías de la Información y de la Comunicación para mejorar las clases de Medicina.

  • El cebiche de trucha es su estímulo empresarial

    Redacción Cuenca

    En la parroquia Jima (cantón Sígsig), la familia de Fabián Uyaguari tiene un área para la producción de truchas. Este azuayo, de 23 años, aprovechó esas condiciones para desarrollar un cebiche con este tipo de pez y enlatarlo.

    Uyaguari cursa octavo ciclo de Ingeniería de Alimentos en la Universidad del Azuay (UDA). El semestre pasado trabajó en un proyecto, donde debía dar valor agregado a un producto, diseñar la planta de producción, crear una etiqueta, etc.

    Él relata que desde marzo, cuando le plantearon el proyecto, pensó en cómo transformar la trucha en un producto atractivo. De esa forma se le ocurrió el cebiche que tiene jugo de naranja, limón, cebolla, condimentos, salsa de tomate…

    No obstante, el proceso requería más que eso. Por ejemplo, el pescado se sometió a un proceso de autoclave (esterilización con vapor de agua).

    Asimismo, la selección de la trucha fue minuciosa, recuerda Uyaguari, quien escogió las especies de ocho meses y 600 gramos de peso. Esto porque de su filete salen cubos de cinco centímetros. “El objetivo es que sean pedazos grandes, para que sea agradable al gusto”.

    Este azuayo trabajó durante cuatro meses perfeccionando el producto y elaboró 80 latas de 250 gramos cada una. No vendió ninguna, porque no era parte del ejercicio, pero espera graduarse para complementar el negocio de su familia con este producto.

    En julio pasado, en la UDA se realizó la feria donde se presentaron los proyectos de la escuela de Ingeniería de Alimentos y allí expuso Uyaguari.

    Pablo Crespo fue uno de los visitantes y se asombró con el cebiche de trucha enlatado y la capacidad del emprendedor para explicar las bondades de su producto. “Conoce el proceso de la trucha y cada etapa de la preparación del cebiche”.

    Para el director de la escuela de Ingeniería de Alimentos, Fausto Parra, este fue un proyecto innovador en el que Uyaguari aprovechó su conocimiento sobre las truchas, para crear un producto de calidad. “Él trabajó mucho y eso se reflejó en la acogida que tuvo el cebiche durante la exposición”.

    Este azuayo tiene previsto que cuando se gradúe deberá invertir USD 80 000 para adquirir un autoclave, una marmita (una suerte de olla de presión industrial), un cuarto frío, entre otros equipos para producir el cebiche enlatado. Asimismo, en clases explora los métodos de ahumado, para crear otros productos con la trucha.

    Es importante que los jóvenes vinculen su carrera con el sector productivo y diseñen una estrategia comercial. “Uyaguari tiene una visión clara al respecto”, señala el Director de la Escuela de Ingeniería.

    Cebiche

    • El costo. La producción de cada lata de cebiche de trucha bordeó los USD 2,50.
    • El proceso. La trucha se limpia, se retira el cuero, se cocina, se condimenta y se esteriliza por 80 minutos a 121 grados centígrados.
    • El enlatado. La UDA facilitó la maquinaria para este paso.