Etiqueta: negocio

  • Lo artesanal es lo preferido del negocio

    Redacción Quito

    Para que productos innovadores o diferentes sean aceptados por los mercados debe transcurrir cierto tiempo. Productos vanguardistas de diseñadores no se los puede conseguir en cualquier tienda de un centro comercial. Estas creaciones, denominadas ‘alternativas’, tienen su nicho definido: adolescentes y jóvenes que prefieren lo artesanal y personalizado, lo que no se fabrica en serie.

    Bisutería con productos reciclados, agendas con pastas de tela, camisetas con diseños urbanos, bolsos de cuero cocidos a mano, y más, son algunas de las opciones que el cliente puede encontrar en los denominados bazares de diseño.

    Edwin Troya, director de la carrera de Diseño Gráfico e Industrial de la Universidad de las Américas (UDLA), asegura que esta tendencia tiene al menos unos 10 años en el país. El catedrático sostiene que una de las ventajas de este tipo de carreras es que incentiva la creación de sus propios productos e impulsa a los profesionales a ser emprendedores.

    Troya cuenta casos de sus estudiantes: unos han incursionado en la industria del mueble, otros manufacturan exhibidores en plástico y acrílico, y otro grupo se dedica a la elaboración de joyas y más.

    Otro de los factores que contribuye al desarrollo de este mercado es que en el país existe una diversidad de materias primas, como totora, piedras, madera, tela, entre otros, que facilita la manufacturación de los productos, añade Troya.

    Uno de estos casos es la tienda So Accesorios, ubicada en el norte de Quito. Sofía Silva, quien estudió Producción de Dibujos Animados, y Elsa Cifuentes, diseñadora industrial, son sus propietarias.

    El local se abrió hace un año en el garaje de la abuela de Silva. Ahora, ese lugar luce lleno de bisutería de colores; logos de la cultura pop y caricaturas conforman el concepto de sus creaciones.

    Silva señala que estas tiendas permiten difundir las iniciativas de diferentes diseñadores. Por ejemplo, So Accesorios no solo comercializa los productos de sus dos socias, sino que también vende artículos de otros emprendedores.

    Actualmente, So Accesorios factura al mes cerca de USD 700 mensuales.

    Otro de los locales conocidos en Quito es Messklan. Verónica Ibarra, una de las socias del almacén, señala que en mayo del 2011 cinco jóvenes decidieron crear una tienda decorada con materiales reciclados, con parqueadero para bicicletas y «productos inusuales».

    Aunque no existen datos oficiales de cuántas tiendas de este tipo existen en el país, Ibarra calcula que en Quito se ubican alrededor de cinco almacenes de este tipo, y en Guayaquil, unos dos.

    Fernanda Torres, propietaria de Sansaru de Guayaquil, añade que estas tiendas surgen en el país con el impulso de la campaña gubernamental ‘Mucho Mejor si es hecho en Ecuador’.

    Ella afirma que esta tendencia de bazares proviene en gran parte desde Argentina. Diseñadores que estudiaron en ese país trajeron ese modelo de negocio. Sansaru se creó hace un mes con una inversión de unos USD 5 000.

  • Las preferencias van más allá de un MBA

    Redacción Guayaquil

    Tradicionalmente los posgrados enfocados en especialidades administrativas son los preferidos por los ejecutivos. Hombres y mujeres de negocios optan por un posgrado en áreas como finanzas, economía o marketing.

    Pero esa tendencia viene disminuyendo hace unos tres años. Hoy los profesionales, debido a la amplia oferta y los requerimientos en el campo laboral para ocupar cargos medios o altos han originado que la demanda se dinamice.

    Maestrías como las de Gestión de Proyectos (MGP) están entre las más requeridas en instituciones como Espae Graduate School of Management desplaza al MBA (Master in Business Administration). La MGP se oferta dos veces al año, en promedio, y admite a unos 45 estudiantes.

    Especial de:

    Sonia Zurita, coordinadora académica de la Espae, dice que los profesionales se inclinan por esa especialidad pues permite desarrollar proyectos con Organizaciones No Gubernamentales, proyectos sociales, públicos y de construcción.

    En los últimos cinco años, según la Espae, el 63% de los alumnos de esa carrera tienen títulos de pregrado de ingenierías; el 14% de economía; el 20% de administración; y el resto de ciencias como medicina. El 72% de estudiantes ocupaba un cargo de nivel medio o alto.

    En el 2003, la oferta de la Maestría en Gestión Hospitalaria provocó que los profesionales en medicina, que normalmente se inclinaban por un MAE para administrar entidades de salud, optaran por esta. El 88% de los profesionales de la Espae que estudiaron desde el 2008 tiene títulos relacionados a las ciencias médicas. El 83% tenía una experiencia gerencial superior a los dos años.

    Joaquín Hernández, vicerrector de posgrados de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, comenta que aunque la tendencia varió: el MBA sigue siendo el programa más solicitado. Pero aclara que despuntan las maestrías en Derecho Constitucional, debido a los cambios en las leyes del país.

    Esos cambios obligan a los centros de estudios a analizar e identificar las necesidades de los alumnos. La Espae, por ejemplo, ofrece un MBA que diferencia entre ejecutivos jóvenes; para estos últimos tiene una maestría ‘part time’ (a medio tiempo) y para los de mayor experiencia ofrece una maestría ejecutiva. El proyecto de cambio en la matriz productiva llevó a Espae a pensar en una Maestría en Agronegocios.

    La oferta en el país.

    Programas de posgrados. A inicios de los años 90 en el país se ofertaban unas 100 maestrías. En el año 2000 la cifra se incrementó a más de 1 000.

    Las modalidades. Hay semipresencial, presencial, a distancia y online.

    Los cambios. En el futuro, los jóvenes serán mayoría en los MBA.

  • La playa les incentivó a su negocio de dulces

    redacción guayaquil

    Jimmy Román, su hermana Denisse y su cuñado Juan Pablo Chiriboga son fanáticos de la playa. Hace dos años viajaban todos los fines de semana a Olón (Santa Elena) a practicar surf. Luego de esa actividad, comían rutinariamente, un postre preparado por Olmedo Pincay, un pastelero de esa comuna.

    Así surgió una idea de negocio: montar en Guayaquil un local de postres originales, donde los cuatros sean socios. Lo concretaron hace un año y nueve meses, cuando juntaron sus ahorros e invirtieron unos USD 50 000 en el montaje del Lattte Postre Bar.

    El sitio está ubicado en el centro comercial Los Ceibos, en el norte de Guayaquil. El concepto fue un estilo informal, amigable y playero. Por ello agregaron en el local cuadros de paisajes de playa y frases de personajes que admiran, como ‘Art is a lie that makes us realize truth’ (El arte es una mentira que nos hace percatarnos de la verdad), de Pablo Picasso. Según Jimmy Román, el negocio es multitarget. «Estamos dirigidos a cualquiera que quiera endulzar su día con un postre».

    En un inicio, Lattte Postre Bar facturaba aproximadamente USD 80 diarios, y la oferta consistía en 10 variedades de cheesecake y pie. Hoy, el portafolio de productos se diversificó hasta tener 38 referencias de postres que incluyen otros dulces, como tartaletas y alfajores. Además, el local recibe a unos 300 comensales cada día.

    Uno de ellos es Andrés Armas. Él cuenta que conoció del negocio hace unos dos meses a través de unas amigas, y ahora frecuenta el lugar. Sus postres preferidos son los de mora y de Galak.

    El dulce más vendido en Lattte Postre Bar es el pie de maracuyá. En las categoría de cheesecakes los más demandados son los de Hershey’s, Nutella y Kinder con Galak. Otro de gran popularidad es el llamado ‘Ocho loco’, que consiste en un postre entero conformado por ocho pedazos de distintos sabores.

    Los postres pueden ser ordenados con un vaso de leche o una copa de vino, para lo cual tienen una carta de maridaje. Por ejemplo, los pie de maracuyá y limón se sirven con vino blanco dulce. También se ofrece vinos tintos y espumantes.

    Los precios de las porciones de pie y cheesecake oscilan entre los USD 2,90 y 4, dependiendo del sabor. Los postres enteros están entre los USD 28 y 35.

    Otro cliente de Lattte Postre Bar es Nicolás Mata. Para él, lo mejor del local es que siempre lo recibe alguno de los dueños. «La atención es excelente, siempre están de buen ánimo y se preocupan por todos los detalles». Añade que su dulce preferido es el cheesecake preparado con cerezas.

    El local atiende todos los días. El horario es de 12:00 a 22:00 de domingo a jueves; y de 12:00 hasta las 23:00 los viernes y sábados.

    LA CIFRA
    300 personas al día en promedio compran en Lattte Postre Bar

  • Su paladar guía a los cafeteros

    Xavier Montero c. Redacción Guayaquil / LÍDERES

    Al momento de calificar una taza de café, el primer sorbo es enérgico y sonoro. La destreza de absorber sin quemarse la lengua es cuestión de profesionales que cuidan sus sentidos gustativos alejados de comidas picantes, licores y cigarrillos. Incluso, quienes ingresan a este selecto grupo cambian sus hábitos al tratarse un resfriado. Su juicio para determinar las propiedades organolépticas de una grano de café marcan el rumbo de una cadena productiva de agricultores, comerciantes locales, exportadores y baristas.

    Al indagar sobre el ecuatoriano que posea la trayectoria más destacada en cuanto a la cata de café, varios actores de aquella industria coinciden en un mismo nombre: Fernando Morocho. Él tiene más de una década vinculado al sector cafetalero y obtuvo las certificaciones como catador de la Asociación de Cafés Especiales de América (SCAA, por sus siglas en inglés), en el 2008, un referente de la industria a escala global.

    También es uno de los 13 ecuatorianos ‘Q Graders’ del Coffee Quality Institute (CQI) que han avalado su juicio sobre el café y sus negociaciones. «En el evento Taza Dorada (premio nacional que se entrega cada año a la mejor cosecha de café ecuatoriano), una de las opiniones más importantes es la que ha proporcionado Fernando Morocho durante estas ediciones», indica Vinicio Dávila, CEO de la firma guayaquileña Cafecom y quien conoce a este catador de café hace más de una década.

    Dávila considera que los catadores de excelencia son piezas claves para la industria. Ellos son quienes determinan los aciertos y errores del cultivo del grano; y cómo se remedian para mantener la competitividad en un mercado bursátil.

    De su infancia, Morocho recuerda el aroma del café recién tostado que hacía su padre Gonzalo. En su casa ubicada en el cantón Santa Lucía, a unos 80 km al norte de Guayaquil, convivía junto a sus ocho hermanos hasta ingresar a estudiar Ingeniería Química en la Universidad de Guayaquil. Su bachillerato lo obtuvo en el colegio Juan Bautista Aguirre (Daule).

    El catador, quien es hincha del Barcelona Sporting Club, destinaba su tiempo libre para ayudar en el negocio de insumos agropecuarios que poseía su familia.

    Tras obtener su título universitario, en 1999, Morocho ingresó al departamento de control de calidad de la firma guayaquileña Solubles Instantáneos. En principio, según él manifiesta, sus opiniones no eran consideradas trascendentales, porque era novato. Luego, los ‘perfiles de taza’ que elaboraba para cada lote ayudaron a posicionar aquellos productos en varios mercados.

    «No determino cuál es el mejor café para mi gusto sino el que mayor acogida tendrá en cada mercado», indica Morocho. De su experiencia determinó que los italianos gustan de un grano fuerte y los estadounidenses de un café más ácido. También que en Australia se paga un mejor precio al café cosechado en su máximo punto de maduración y que los japoneses prefieren beber un café dulce, suave y cremoso.

    El especialista en catar cafés solubles, comerciales y especiales del tipo arábiga y robusta también contribuyó con instituciones gremiales como la Asociación Nacional de Exportadores de Café (Anecafé), participando como jurado de competencias provinciales y regionales a los cultivos de mejor calidad desde el 2006.

    Asimismo, Morocho consta como referencia de eventos desarrollados por la Corporación de Promoción de Exportaciones e Inversiones (Corpei) y ahora en los que lleva a cabo el Instituto de Promoción de Exportaciones e Inversiones (ProEcuador), referentes a las potencialidades del café ecuatoriano.

    Hace siete años, la industria local tuvo a los primeros catadores avalados por la SCAA. Morocho no ingresó en aquella terna ya que no contaba con la visa ni los recursos para viajar a los EE.UU. a certificarse. Para el 2008 y luego de cumplir con 24 exámenes sensoriales calificó como catador internacional en un evento de Anecafé desarrollado en Manta (Manabí). Dos años más tarde reiteró sus habilidades ante la CQI, mientras ascendía en cargos dentro de Solubles Instantáneos y afrontaba la pérdida de su madre Olga Villamar. Morocho dice que su esposa Janine y sus hijas Madeley y Olga son su principal soporte.

    Las exigencias para obtener aquellos certificados como catador incluyen destrezas específicas del gusto. En los primeros filtros deben identificar niveles exactos de sal, dulce y ácido de un mismo líquido; la falta o sobre exposición al calor de un grano de café tostado. Aquello, a partir del hollín de cada muestra analizada. Los participantes llegan a calificar hasta 400 tazas de café diariamente.

    El costarricense Wayner Jiménez, miembro de la Exclusive Coffees de aquel país de Centroamérica, considera a Morocho como el catador más destacado en el Ecuador. Él, quien lo conoce desde hace unos cinco años, indica que la industria ecuatoriana ha mejorado su proyección internacional basada en criterios como el de este ecuatoriano.

    2011. En Zumba, Zamora.

    Morocho (primero desde la izq.) participó como jurado del concurso Concurso y Subasta de Taza de Cafés Especiales de la Cuenca Mayo – Chinchipe Zumba junto a las autoridades de esa provincia.

    2009. Taller en Jipijapa, Manabí.

    Junto a Anecafé participó del taller de análisis de calidad física y organoléptica de cafés arábigos en el cantón Jipijapa (Manabí). Morocho a dictado charlas en una docena de asociaciones de grandes pequeños y medianos caficultores.

    Sus criterios.

    Como jurado. Fernando Morocho ha participado como juez nacional y jurado final en las siete ediciones del premio Taza Dorada, que determina los mejores cultivos de café del país.

    Sus ponencias. En el 2009 dictó una conferencia sobre cafés especiales en Galápagos y San José de Costa Rica. Ha participado en eventos de café a escala nacional.

    «Cuando capacito a pequeños caficultores les proporciono las herramientas para exigir un precio justo por cada uno de sus cultivos».

  • Indumadera: los pisos sacan brillo al negocio

    Sebastián Angulo. Redacción Quito / LÍDERES

    A su edad, tres jóvenes mentalizaban planes no muy comunes. Una tarde de domingo, Xavier Wandemberg, su hermano Paúl y Rodrigo Riofrío planeaban cómo crear una empresa.

    Era 1983 y los tres quiteños de 18 años de edad, mentalizaban cómo iniciar una empresa que comercialice computadoras en el país; luego de varias reuniones todo estaba calculado.

    Xavier Wandemberg, que estudiaba derecho en la época, se encargaría de constituir legalmente la compañía; su hermano Paúl, quien cursaba economía, se haría cargo de los balances; mientras que Rodrigo Riofrío, que iniciaba su carrera de ingeniería en sistemas, estaría al frente de la parte técnica. Así lo hicieron.

    30 años después, los emprendedores ya no manejan una firma informática. Ahora están al frente de Indumadera, una empresa que se especializa en la producción y comercialización de pisos de diferentes materiales.

    El año pasado, esta compañía facturó USD 6,9 millones y su cartera de clientes cuenta con 25 constructoras y 200 distribuidores, a escala nacional.

    Su planta está ubicada en Carapungo (al norte de Quito) y al mes procesan unos 2 500 m2 de madera sólida, y fabrican cerca de 18 800 metros lineales de molduras (barrederas y perfiles).

    Pero para convertirse en protagonistas en el mercado de los pisos, los empresarios recorrieron un camino en el que tuvieron que dar la vuelta al timón por varias ocasiones e inclusive, empezar de la nada luego de quebrar.

    En principio, el negocio de computadoras se concretó en 1985 con una inversión de USD 8 000 (al cambio en la época), que lo obtuvieron de un crédito familiar. Decidieron nombrarlo CPU Systems y lo administraban mientras terminaban sus carreras universitarias.

    Para 1992, el empresario Tony Wright, de Corporación Favorita, miró el entusiasmo de los jóvenes con su compañía informática y les propuso estar al frente de Induresa, una firma que fabricaba muebles.

    El siguiente año compraron Induresa por unos USD 25 000, que financiaron con créditos bancarios y ahorros. Sin embargo, en 1994 quebró a causa de una crisis en su fuerza laboral.

    Ello motivó a los empresarios a buscar nuevas opciones, explorar otros nichos y empezar desde cero un nuevo proyecto.

    Con la experiencia adquirida decidieron probar en el mercado de los pisos de madera. En esa ocasión invirtieron USD 20 000 y así nació la firma De Madera.

    Asistieron a ferias de la construcción para promocionarse y en uno de esos encuentros firmaron un acuerdo por USD 15 000 para colocar pisos en urbanizaciones en Cumbayá (noreste de Quito). Gracias a ello ganaron otros contratos.

    En el 2000 introdujeron al mercado ecuatoriano a su producto estrella: el piso flotante, que aún lo importan desde China y Suiza. Este gozó de buena aceptación en el mercado, y por ello la firma experimentó un importante crecimiento.

    Para el 2005, Rodrigo Riofrío decidió separarse de la sociedad y abrir su negocio dedicado exclusivamente a la comercialización. Así, en ese año los hermanos Wandemberg acordaron mantenerse en la producción de pisos y moldaduras de madera y la venta de otros ítems importados. Así nació Indumadera, que actualmente se especializa en pisos flotantes, de madera sólida, mármol, bambú, entre otros.

    Dennis Larrea, propietario de la distribuidora de acabados para la construcción Disacom, comenta que comercializa los productos de Indumadera desde hace 8 años. Él asegura que al mes vende 600 m2 de piso y que en estos años no ha tenido «problemas con el producto».

    Diego Cueva gerencia la constructora Cueva y Cueva Ingenieros. Él señala que trabaja con Indumadera desde hace 10 años y afirma que posee «producto durable». En esto coincide Paulina Alzamora, gerenta de la comercializadora Stylos, que compra a Indumadera desde hace siete años.

    Los productos

    Los ítems. Indumadera fabrica pisos de madera sólida, perfiles y barrederas. Además, comercializa piso flotante, de bambú, de mármol y piedra. Los productos se importan desde China, Perú, Suiza, Austria y EE.UU.

    El cuidado ambiental. La firma utiliza madera legal de Esmeraldas, bajo permisos del Ministerio del Ambiente. Cuentan con una certificación ISO 9001.


    EL INSIGNIA
    Juan C. Baño, Jefe de local

    ‘La capacitación es la fortaleza’

    Yo ingresé a la compañía hace 6 años. Inicié en el área de mensajería y cobranzas. En ese cargo estuve aproximadamente un año y luego, Xavier Wandemberg, el gerente, me dio la oportunidad para que sea administrador del local que está ubicado en el sur de Quito. Mis jefes me pulieron y me ayudaron a crecer profesionalmente. El trato con ellos es cordial, se llevan como amigos con todos los empleados. En este tiempo me he puesto la camiseta de la empresa y he tratado de aportar para su crecimiento. El ambiente de trabajo es excelente, existe fraternidad entre los compañeros. Otro de los aspectos positivos es la constante capacitación que nos brinda la empresa, para poder desenvolvernos mejor.

  • El Biocomercio, una oportunidad de negocio

    Redacción Guayaquil

    Ecuador es megadiverso. Con el 0,2% de toda la superficie del planeta, el país tiene el 7% de los mamíferos, el 16,6% de aves, el 4,6% de reptiles, el 7,2% de anfibios entre otras especies, según datos del Ministerio del Ambiente. Por todo este entorno, se busca crear negocios sostenibles basados en el aprovechamiento de los recursos que genera la biodiversidad El biocomercio data en Ecuador desde 1995. Se trata del conjunto de actividades de recolección y producción, procesamiento y comercialización de bienes y servicios derivados de la biodiversidad nativa. Es decir, el comercio de especies y ecosistemas, bajo parámetros de sostenibilidad ambiental explica Teddy Escarabay, de la Dirección Nacional de Biodiversidad del Ministerio del Ambiente.

    Para Escarabay, el biocomercio es la solución para generar recursos y detener la pérdida de estos. Pues, según asegura, comercializar especies como ranas, tortugas, semillas y raíces con un adecuado desarrollo sostenible puede generar oportunidades de negocio y a su vez conservar las especies.

    La exportación con fines comerciales de la flora y fauna es autorizada por el Ministerio del Ambiente. Según el Texto Unificado de Legislación Ambiental Secundaria (Tulas) de esa Cartera, la comercialización se realizará cuando las especies provengan de programas de manejos in situ, debidamente autorizados.

    El proyecto Facilitación de Financiamiento para Negocios Basados en la Biodiversidad ya tiene sus primeros resultados, desde su apertura en el 2011.

    La inversión en estos proyectos son de alrededor de USD 4 millones, financiados por el Fondo Mundial para el Medioambiente, Programa de Naciones Unidas, Ministerio del Ambiente, Corpei entre otras entidades.

    Ocho proyectos pilotos se han ejecutado hasta ahora. Uno de ellos es Sumak Mikuy, una asociación de cultivos de uvilla y mortiño de Cotacachi, a la que se le entregó USD 56 000. Esta firma vende su materia prima para los chocolates Pacari. Otra empresa que incursiona desde el 2010 en el biocomercio es Wikiri, que exporta ranas de cinco variedades distintas, hacia mercados como Alemania, Holanda, Canadá, Reino Unido, Japón y Estados Unidos.

    El biocomercio busca generar riquezas a nivel local y exportar aquellas especies que no habitan en otros países dice Giovanni Ginatta, coordinador nacional del proyecto. La exportación de especímenes y derivados de plantas va en incremento, desde el 2008.

  • Ella superó una quiebra y hoy borda su propio negocio

    redacción guayaquil

    Olga María Balarezo aprendió a bordar hace 17 años. Lo hizo cuando trabajaba en una de las sucursales del desaparecido Filanbanco en Machala. Justo antes de que este banco cerrara, ella confeccionaba bolsos, camisas y manteles bordados que ofrecía a sus compañeros de trabajo y amigos.

    Al quedarse sin trabajo se radicó en Guayaquil, en el 2000. Ya en el Puerto Principal su hobbie se convirtió en algo que le daba ingresos, según cuenta esta emprendedora. «A mis amigas les gustaba mi trabajo y decidí aprender diferentes técnicas de bordado», recuerda.

    Así, ella se concentró en la fabricación de bolsos. «Vi que las carteras y bolsos tenían mayor demanda por eso me fui por esa línea», señala Balarezo.

    Para ello aprendió en cursos particulares las técnicas conocidas como bordado de cinta, español, rococó, con lentejuelas y con diferentes puntos e hilos.

    Aunque su negocio empezó desde que llegó a Guayaquil, fue en el 2010 cuando Balarezo le puso nombre y un logo a su marca. Para iniciar con el emprendimiento formal, invirtió alrededor de USD 500, con los que compró dos máquinas de coser, hilos, cintas, asas y tela para la fabricación de las carteras.

    Confeccionar un bolso le toma alrededor de ocho horas. Normalmente en las mañanas se dedica unas cuatro horas para elaborar los bolsos, que en su mayoría son pedidos especiales.

    Al mes produce unas 30 carteras, bolsos y monederos que oferta desde USD 8 hasta 60. La materia prima (hilos y telas) que usa para realizar los productos la adquiere en locales ubicados en el centro de Guayaquil.

    Todos los bolsos cuentan con diseños con una temática floral.

    Paralelo a la venta de carteras, Balarezo ofrece clases de bordados desde hace ocho años. Una de sus estudiantes es Mónica Minchala. Ella es contadora de profesión, pero su gusto por bordar la llevó a tomar clases. Diariamente acude a sus tutorías luego de su trabajo. «Lo aprendido hasta ahora me deja satisfecha y con la oportunidad de elaborar mis propias carteras», explica la estudiante.

    Balarezo factura alrededor de USD 700 en sus ventas de carteras y clases. Mensualmente recibe unas 15 estudiantes que reciben clases personalizadas.

    La marca Bolsos Bordados OM confecciona productos en diferentes modelos y colores. Balarezo incluye una línea de monederos y cosmetiqueras.

    En las ferias como Mujeres 365 y Handmade se promocionan estas creaciones; las redes sociales como Facebook también dan impulso a este negocio. En tres meses, Balarezo, tiene previsto inaugurar una isla en un centro comercial.

    El negocio en detalle
    Materia prima. La tela que usa es de origen nacional. Destacan las telas damasco, jeans, gabardina y pana.

    La oferta. Manteles con bordados, juegos para cubrir el baño, camisetas y souveniers son parte de su catálogo.

    LA CIFRA:
    USD 700 factura este negocio al mes, en promedio.

  • Esta receta familiar saltò de la congeladora a ls tiendas

    Redacciòn Cuenca, redaccion@revistalideres.ec

    El secreto de los helados Frugely es la mezcla de fruta orgánica, leche y crema. Esa receta ha impulsado a este emprendimiento. Hoy sus productos se comercializan en 230 tiendas en Azuay y fruto de esas ventas su facturación bordea los USD 7 000 al mes.

    El emprendimiento Frugely, que al inicio no se llamaba así, ha recorrido un camino de aprendizaje. En el 2006, tres integrantes de la familia Arévalo (Ana, Wilson y Verónica) elaboraban helados de forma casera y los vendían.

    La acogida, desde el inicio, fue buena. En dos años los Arévalo dieron un giro a su negocio casero y probaron la distribución, sin marca, de sus helados. Para esto, los tres familiares invirtieron USD 5 000 en tres congeladores y dos batidoras industriales. También en mesas de acero inoxidable para tratar la fruta y asegurar la inocuidad de sus productos.

    Ese año sus ventas bordeaban los USD 3 000 al mes, dice Verónica Arévalo, del área de Marketing de Frugely.

    El negocio evolucionó y para el 2010 iniciaron el proceso de creación de marca para que los consumidores los identificaran en el mercado.

    «Es un helado para toda la familia, pero reconocido por los niños», dice Arévalo. Por eso crearon -en familia- el logo de un dragón caricaturesco para atraer a los pequeños consumidores.

    Marcela Vélez conoce el producto y está segura de que es una golosina nutritiva para su hijo de 8 años. Esta cuencana explica que en el sabor se evidencia que es un helado que sabe más a fruta que a azúcar.

    La inversión para crear la marca bordeó los USD 4 000; se diseñaron empaques, papelería, adhesivos, afiches para tiendas, entre otros materiales. En la actualidad esta iniciativa cuenta con seis colaboradores.

    La constante reinversión es uno de los secretos para el éxito del emprendimiento, explica Arévalo. El crecimiento de la firma, sin descuidar la calidad, es nuestro objetivo. Frugely atiende el mercado azuayo, pero busca expandirse a las provincias de Loja, El Oro y Cañar.

    En el automercado María comercializan los helados Frugely con éxito. Marta Sánchez explica que en las tardes los niños y adultos solicitan los sabores de coco, mora, chocolate y trisabor (mezcla de mora, vainilla y naranjilla).

    Una clienta, Carmen Molina, consume esta marca hace un año. La cremosidad y sabor a fruta es lo que más destaca esta arquitecta. «Es un helado bien hecho. Se siente natural».

  • Una oferta de té para todos los paladares

    Redacción Guayaquil

    Bethsy Buitrón gusta del té desde que era una niña. Ella estudió gastronomía en Argentina hace cinco años, en donde se especializó como sommelier de té. Hoy es la propietaria de Camelliastea, en Guayaquil. El negocio oferta té y postres con base en esta infusión. Además, tiene líneas de conservas, de vinagres y aceites saborizados.

    Camelliastea surgió el año pasado, cuando Buitrón volvió al país tras culminar sus estudios. Su idea era abrir un negocio en el que pueda aprovechar sus conocimientos sobre el té y transmitirlos. Así, en diciembre pasado, invirtió USD 1 000, de ahorros personales para preparar productos derivados del té.

    El nombre lo eligió basándose en el nombre de la planta del té Camellia sinensis. Los productos los prepara sola, en su domicilio, ubicado en el norte de Guayaquil. El sistema de ventas es online. Los pedidos los recepta a través de Facebook e Instagram (CamelliasteaEC). Esta red social ha sido fundamental para la promoción de sus productos.

    Por ejemplo, Priscilla Chang conoció de la oferta de Camelliastea, a través de Instagram. Para ella, el té de Camelliastea es de exquisito sabor y buena calidad. «Yo consumo té, de tres a cuatro veces al día, y para mí es importante poder adquirir un té de las características con las que los hace Bethsy».

    El té viene en dos presentaciones: tubos de 10 gramos y bolsas de 6 gramos. El precio es de USD 7 y 3,50, respectivamente. Los sabores van desde canela y té verde hasta Madagascar y té negro. Los postres son cheesecake, bombones, churros, bizcocho, donas, galletas, génoise y más, con base en té verde.

    Las variedades del vinagre son estragón, manzana, frambuesa, finas hierbas, y rosas, entre otros. Por otro lado, los aceites tienen sabores como romero y ajo; hongos y perejil; finas hierbas; tomates deshidratados y pimienta de Jamaica…

    Para estas preparaciones, Buitrón se provee tanto del exterior como localmente de los insumos. Utiliza cacao y rosas ecuatorianas en algunas de sus mezclas. En cambio, la materia prima para el té verde y el té negro es traída principalmente de Asia.

    Lidda Campos es otra clienta de Camelliastea. Ella consume té verde de esta marca una vez al día -hace aproximadamente un mes- durante el desayuno. Para ella, un té natural es necesario en su régimen alimenticio, que se enfoca en consumir productos naturales. «Antes no tenía dónde adquirir un té que no sea preparado industrialmente. El de Camelliastea cumple con mis expectativas», dice.

    Como estrategia de crecimiento, Buitrón abrirá en agosto un ‘tea shop‘ en Urdesa (norte de Guayaquil).

  • La receta que aprendió en Bogotá endulza Quito

    Redacción Quito

    Pamela Vaca es una ingeniera agroindustrial que dejó de lado su carrera para transformar su hobby, la pastelería y la repostería, en un negocio.

    La Fabrica de Alegrías, un emprendimiento que nació en el 2011 en Colombia, es hoy su principal fuente de ingresos.

    Esta iniciativa comenzó cuando su esposo, José Javier Astudillo, fue transferido a Colombia. Al tener inconvenientes con su visa de trabajo, Vaca decidió emplear su tiempo en su hobby, la pastelería.

    Tomó un curso repostería y decoración en el Instituto Superior Mariano Moreno, en Bogotá, donde elaboraba pasteles y cupcakes para amigos y familiares. Poco a poco obtuvo su propia clientela. Decidió entonces invertir USD 4 000 en implementos de cocina y una batidora para comenzar a elaborar sus productos en la capital colombiana.

    Un año después regresó al Ecuador, y por el nacimiento de su hijo Felipe abandonó su emprendimiento temporalmente. Meses después decidió continuar con su microempresa en el Ecuador.

    Así se creó la microempresa La Fabrica de Alegrías, que factura USD 1 000 mensuales y fabrica pasteles, cupcakes, popcakes, mini tortas, galletas, figuras comestibles…

    Raquel Proaño, una de sus clientes, supo de la empresa por su perfil en Facebook, y decidió contratar sus servicios. Pidió un pastel para la primera comunión de su hija y estuvo feliz con los resultados. «Fue un pastel de dos pisos con un rosario comestible. Los detalles florales y el sabor fueron lo que más me gustó».

    Vaca se preocupa por elaborar cada elemento en sus pasteles. Son hechos a mano desde la masa hasta los pequeños detalles. «Incluso hago el fondant, la crema y las figuras. No me gusta copiar modelos o colocar láminas comestibles».

    Sus productos varían en precio dependiendo de la complejidad. Un pastel personalizado hecho a mano puede llegar a costar entre USD 50 y 80.

    Gabriela Guerrero solicitó unos mini bocaditos y una torta para un bautizo en ‘La Fabrica de Alegrías’. Ella cuenta que los precios estaban acorde a la calidad del producto. «Yo pedí detalles con mariposas y flores. Ella realizó todo de acuerdo con mis especificaciones. Fue más hermoso de lo que esperé».